El ocaso del North Blue

Oh, genial, perfecto, todo según como lo había planeado. Consiguió localizar la salida en menos de lo que cualquier admirador suyo tardaría en pronunciar su nombre completo. Kazuo Ryugetsu... Kazu...o... En fin, porque se les pudiera trabar la lengua al pronunciarlo rápido y seguido. ¿Qué más da? El caso es que su magnífica persona se había librado de su cautiverio en un alarde de habilidad y sin apenas despeinarse, aunque omitiremos el detalle de la micción. Tan solo había un pequeño, minúsculo, casi inapreciable problema... Y es que entre él y la libertad se interponía un enorme portón. Vaya, aquello había destrozado sus intrincados planes. No esperaba que después de tan pésimo sistema de seguridad la fortaleza-prisión o lo que fuese aquel edificio poseyera semejante entrada.

- Qué fastidio... Ni con mi habilidad podría abrir un boquete en esta cosa -dijo para sí mismo tras chasquear la lengua, notablemente molesto- Ya podían haberla dejado abierta por lo menos. ¿Y si alguien tuviera que ir al baño qué?

Suspiró con exasperación, resignándose y tratando de localizar otra vía por la que continuar, no tardando demasiado en ello. Un pasillo parecía seguir ascendiendo y, aunque no parecía tener ninguna utilidad dirigirse a plantas superiores, no podía quedarse allí cruzado de brazos a la espera de que alguien apareciese. Sería realmente aburrido e indigno de su persona. "Esperar es para seres inferiores" se dijo mientras negaba con la cabeza. Sin embargo, estaba claro que no podía seguir paseándose con aquel apestoso olor manando de sus manos. Quien dice apestoso quiere decir magnífico para el resto de personas. Tan solo él podía despreciarlo puesto que era suyo al fin y al cabo, ¿no?

Por suerte para él parecían poseer algunos útiles de higiene, tales como jabón, colonia, revistas eróticas, dilatad... Espera, ¿qué? Definitivamente a aquella gente le pasaba algo muy turbio en la cabeza. ¿Por qué tenían todo eso a la vista y al alcance de los niños? Sobre todo cuando algunas de las imágenes son tan sugerentes como el desplegable de la página cuarenta y tres... En fin, sería mejor dejar aquella revista. O podría quedársela y guardarla bajo su chaqueta. Sí, mucho mejor. Tras este pequeño "descanso" utilizó lo que menos peligroso y lleno de enfermedades venéreas le pareció, que básicamente venía a ser agua de una pequeña botella, alejándose lo suficiente de dildos y demás útiles para la satisfacción sexual de los residentes. Al menos ya no le olían las manos y había obtenido su pequeño "botín".

- Procuraré que Shun no lo vea... Seguro que si ese estúpido lo encuentra me mandaría a la sala de meditación durante días para que reflexionara sobre ello... -sintió un ligero escalofrío recorriendo su espalda con solo imaginárselo. Andaría con cuidado, sin duda.

Tras todo esto se ajustó la chaqueta, asegurándose de que la revista estuviera bien sujeta, y emprendió el camino hacia los pisos superiores. Tal vez pudiera tener por fin algo de acción... O al menos encontrarse con alguien. Aquel sitio era realmente aburrido...

El joven mago pelirrojo se vio en la situación siguiente: revolucionarios ayudando a marines, mientras un grupo de aún desconocidos se ofrecía voluntario para ayudar en lo que pudieran. Mientras Alice y Melchia ayudaban en el transporte y cuidado de los marines, el chico suspiró, dándose cuenta de que no podía ayudar de forma alguna. Ahora mismo lo mejor para él sería desplazarse a un discreto segundo plano y esperar a que los marines estuvieran algo mejor.

Se subió a los restos de las ruinas, y se sentó en un montón de escombros, sacando el libro que le había dado Melchiah.

- Mmmm... "El Arcano Completo"... me pregunto qué clase de libro... -el chico abrió la primera página, ojeando el contenido del tomo, mientras a unos metros de distancia, los revolucionarios y los marines se ayudaban entre sí para tratar a los heridos. Era bueno ver cómo la solidaridad trascendía los bandos.

Tras un rato ojeando con interés el libro, el chico cerró el tomo y empezó a acercarse a Alice. La mayoría de los marines estaban ya vendados y tratados. El pelirrojo echó una ojeada al Vicealmirante antes de preguntarle a su superiora:

- Alice, ¿qué vamos a hacer en cuanto acabemos aquí? -preguntó, guardando el libro de nuevo.

Me quedé callada. La verdad es que quizás había exagerado al decir todo aquello, no esperaba que Derek lo escuchara. Oído de cyborg, ¿verdad? Seguro que era eso. ¡Juego sucio! De todos modos no estaba pensando en rectificar lo dicho; era un poco tarde para cambiar las palabras o la intención con la que había sido dichas. Solo quería irme de allí cuanto antes, y a ser posible meterme bajo las mantas de mi cama y no salir en cinco días. Ni tener que verle la cara a él en un buen rato. Me costaba mirarlo.

Iba tanteando las paredes como podía, tirando algunos pequeños objetos en el proceso; menos mal que por allí parecía que no había nadie. Las habitaciones vacías... Era extraño, como una trampa. Nah, eso no tenía sentido, seguro que era por otra razón. Una huida de la guerra. Mis ojos ya estaban acostumbrando a la falta de luz, pero todavía les costaba distinguir más allá de algunas formas simples. Tampoco es que hubiera nada interesante. La casa no estaba abandonada, o quizás se habían ido hace poco los que la habitaban. Mejor para nosotros, que me pillaran allanando una casa no era lo que más me apetecía en aquel momento. Ni en ninguno. Estaba un poco distraída y de repente... ¡Se hizo la luz! ¡Auch! Tuve que girar la cara hacia otra parte, porque hacía que me dolieran los ojos. Demasiada intensidad de repente.

-Gr-gracias -murmuré, suponiendo que Der había hecho aquello por mí. Seguro que él podía ver perfectamente en la oscuridad. Qué suerte.

Ahora que ya no era necesario que me guiara, me separé del chico un poco y curioseé mejor lo que había por allí, que no era mucho. Volví junto a él cuando abría la puerta a unas escaleras que descendían en medio de la oscuridad, que parecía perseguirnos. Me daba un poco de miedo, pero también me daba cuenta de que era irracional. ¿Qué se podía esperar de un sitio como aquel? Parecía terreno libre de monstruos, si ignorábamos la guerra. Tragué saliva.

-Bajemos.

Dolor, delicioso y gratificante dolor... Podría sentirlo transmitiéndose desde las heridas de los jóvenes hasta su cuerpo a través del filo de Astartea, depositándose en su interior para posibles usos posteriores. De hecho, había alcanzado su tope y estaba completamente cargado. Le sería de utilidad en próximos enfrentamientos... Si es que aquella escoria no poseía la maldición de ser inmune al dolor. Tal vez había sido demasiado cruel privándoles a aquellos niñatos de tan placentera sensación, pero le era de más utilidad así. No podía detenerse a jugar todavía.

- Y pensar que pese a todo han logrado ponerlo en marcha -susurró mientras envainaba su sable, empujando con el pie a uno de los conguitos que permanecían desangrándose en el suelo. ¿Tal vez debía ponerles frente a un espejo para que vieran lo que les estaba ocurriendo? ¡Bah! No merecían el esfuerzo. Al fin y al cabo habían tratado de robarles- Ahora tan solo tenemos un pequeño problema.

Y bien cierto era. Mucha era la información que poseían entre él y su compañera pero, si algo existía en ese mundo que ninguno de los dos supiera era sobre navegación. Sí, comprendían lo básico y no eran unos completos inútiles, pero no tenía muy claro que fueran a ser capaces de dirigir el navío. Les tocaba rezar porque hubiera alguien más en el barco... Cosa que debía ser lógica. ¿O acaso habían dejado la nave completamente desprotegida? En fin, si ese era el caso torturaría a los responsables en cuanto los localizase... A través de los métodos que la Marina le permitía, claro. Aunque si no había nadie tal vez pudiera excederse un poco más.

De todos modos parecía que la pelimorada tenía algunos planes para uno de los muchachos que acababan de ser degradados a tonttatas. Le había cortado la hemorragia en la medida de lo posible para mantenerle vivo durante unos minutos más... Pues, de hecho, pese a que hiciera eso dudaba que fuera a ser capaz de salir con vida de tales heridas. Tal vez si únicamente hubiesen sido los cortes de las piernas... En cualquier caso, la proposición de la chica flaqueaba en ciertos aspectos, sobre todo si tenemos en cuenta que acababa de decirle que sus posibilidades de supervivencia eran nulas. "Dudo que vayas a conseguir que diga algo de esa forma, Heaten" pensó mirando a la marine mientras alzaba una ceja. Era una gran asesina, pero desde luego la diplomacia no era su punto fuerte. Le tocaría intervenir.

- Bueno, eso es bastante cierto -comenzó el azabache, acercándose con paso tranquilo al chico y colocándose en cuclillas a su lado, para estar lo más cerca de él posible- Con esas heridas lo más probable es que termines de desangrarte en pocos minutos. Sin embargo, hay algo que podría hacer al respecto -su sonrisa se ensanchó y su mirada mostró por un momento toda la maldad que albergaba en lo más profundo de sus ser- Soy médico, cirujano más concretamente, y si nos eres útil tal vez podría salvar tu insignificante y patética vida. Así que... ¿Qué me dices? Hablar o morir, no tienes muchas más opciones.

Kuro news:

Guardé el den den mushi. Por lo que parecía, nos habíamos retrasado bastante ya en esa isla y reclamaban nuestra presencia en otro lugar, en primera línea de batalla. Y quien la reclamaba... Eran órdenes de arriba. De muy muy arriba, así que mejor seguirlas cuanto antes. Me di una vuelta por los alrededores viendo si alguien se quedaba atrás y pensando en cómo debía actuar. Además, aproveché para observarlos a todos desde una cierta distancia. Revolucionarios ayudando a marines, y desconocidos ofreciendo su ayuda también. ¿Hasta qué punto nos podíamos fiar de que no nos apuñalaran por la espalda? O ellos de que lo hiciéramos nosotros. Los heridos parecían estar ya en buenas manos, pero no quería quitarles el ojo de encima. Tenía que hacer todo lo posible para que la tensión no aumentara mucho y terminara por estallar en nuestras caras. Por desgracia, al acercarme me di cuenta de que quizás no era posible. No pensaba dejar el barco atrás, siendo nuestra única vía de escape real ante un posible desacuerdo. Intenté que funcionara a mi manera...

-No, Melchiah tiene razón. Mejor que preparemos nuestro barco también y vayamos; cuantos más recursos mejor. Y nunca se sabe cuándo nos puede hacer falta -dije, con un tono serio que pretendía evitar posibles oposiciones a mis órdenes, pero no ser demasiado duro.

Aunque lo que me daba miedo era quedar a merced de otras personas, me parecía lógico llevarnos todo lo que pudiera sernos útil. Esmejit, que había estado hojeando su nuevo libro, se acercó a mí preguntando que íbamos a hacer a continuación.

-Ya hemos acabado. Zarpamos y ya sabes a dónde vamos. ¿Listo? -le pregunté con una sonrisa, poniendo una mano en su hombro. -No te preocupes, sé que ninguno de nosotros lo está realmente.

Bajé la mano y empecé el camino hacia la costa, echando una ojeada hacia atrás de vez en cuando. ¿Qué era exactamente lo que nos esperaba?

Empecé a adentrarme en aquella cueva que había encontrado, cualquier lugar sería mejor que estar indefenso en la superficie. Tras caminar unos metros me vi obligado a activar la visión nocturna de mi parche lo que me facilitó poder ver mejor por donde andaba y la forma de las paredes de aquel sitio. Se notaba que lo habían hecho a lo rápido algunos mineros en busca de algo importante.

La cueva no tenía nada interesante, solo bichos y algunos reptiles. Cuando ya llevaba un buen rato caminando y me disponía a dar media vuelta para marcharme, pude ver a lo lejos como las paredes se iban separando lo que me daba más espacio donde poder moverme. Empecé a correr en aquella dirección, la cuál ya estaba iluminada, para poder encontrarme con una especie de sala con tres caminos para tomar. No había ninguna indicación o acertijo que me indicara cual debería de seguir, así que esto sería pura suerte, así que decidí coger el camino del centro para no calentarme la cabeza en pensar.

Logramos entrar al submarino justo cuando los mercenarios se pusieron a hacer recuento de sus hombres quedándonos Kus y yo solos dentro del vehículo, como decía mi compañero, teníamos buena libertad para actuar dentro de aquel ataúd de acero. El pelirrojo que me acompañaba era todo un manitas con este tipo de trastos pero luego de lo que me dijo comencé a pensar que era el típico que arregla las cosas a base de golpes, como cuando mi abuelo arreglaba el Den Den Mushi a base de cachetes... Espero que fuese solo una broma y de verdad sepa lo que hace, no me gustaría que esta caja clautrofóbica fuese mi tumba.

- Creo que será mejor que busquemos la sala de máquinas. Teniendo en cuenta el que no hubiera nadie para darle un mantenimiento adecuado al cañón, dudo mucho que en el caso de esta nave sea diferente. Si consigo averiarlo no serán capaces de salir de aquí hasta que envíen a alguien a reparar los daños, así que... Vamos. - Dijo Kusanagi, su idea era buena, como el decía, si dejábamos inutilizado el vehículo conseguiríamos mucho tiempo pero... ¿No sería mejor acabar con los mercenarios que habían fuera? No parecían demasiados como para que fuesen un problema pero bueno, con un gesto con la mano le seguí hasta lo que parecía la sala de máquinas aunque creo que encontró el lugar de pura suerte.

Al llegar al lugar mandó a su dron a vigilar la entrada, lógicamente deberíamos salir de una forma o de otra así que las posibilidades de que hubiera fiesta eran bastante altas. Mi compañero se puso a lo suyo mientras yo observaba que tipo de cosas habían cargado en el submarino por si acaso algo pudiese ser útil en un futuro cercano, aparte de eso, una buena idea era vigilar por si alguien viniera de imprevisto y al dron no le diera tiempo a avisarnos.

De pronto, una bombillita se encendió en mi cerebro. Si había que salir de aquí igualmente a base de ostias, no quedaría nadie para arreglarlo y mucho menos pilotarlo mas adelante, entonces... ¿Por que no intentar hacerle un arreglo y poder manejarlo nosotros?. - Kus, intenta cambiar los mandos de alguna manera para poder manejar esta cosa de forma fácil y simple, de todos modos tendremos que salir de aquí a base de tortas, ¿Para que romper algo que nadie va a poder arreglar ni utilizar? Yo me encargo de los de fuera mientras encuentras una solución, si ves que es imposible hacerlo tampoco te juegues las pelotillas aunque si eres capaz de lanzarme por lo aires con un cañonazo, esto será un juego de niños para ti. - Mis últimas palabras iban cargadas de ironía, si podía manejar un cañón de ese tamaño, en esto también podría hacer algún milagrito.

Con la armadura equipada, saqué las "dagas" de los guanteletes, teniendo cada una en una mano comencé a caminar hacia la salida del submarino para enfrentar a la multitud de mercenarios, mientras me acercaba a la acción hacía tronar mi cuello, hombros y demás articulaciones para relajarme antes de comenzar con el mambo, no esperaba que fuesen demasiado diestros en el combate así que debería ser coser y cantar pero nunca se sabe con este tipo de gente. Ya apenas a unos metros de la salida, dejé de caminar para respirar profundamente, comprobé que la armadura estaba bien colocada y sellada, respiré una última vez justo para echar a correr por la entrada dispuesto a lanzar cuchilladas y estocadas por todas partes.

Su golpe, fuerte y contundente, me hizo plantearme si debía luchar con ese tipo en mi estado. Haciendo un gran esfuerzo y con la ayuda de mi tridente me levante, no podía dejarme intimidar, aunque ya lo estaba. Después de un esfuerzo máximo pude ponerme erguido, pero no sirvió para nada más que para facilitar mi captura por parte de los zombis. Arrastrando mi cuerpo, era llevado a una jaula mientras el jefe proclamaba mi futuro como uno de ellos, un Ghoul. Mientras me llevaban pude ver un hueco entre la muchedumbre perfecto para salir corriendo, pero no podía andar hasta mi prisión, menos aun hacia mi libertad.

Hacía rato que dejamos atrás el mar, ya no se escuchaban ni el sonido de las olas. Mi jaula, en la que estaba sentado de forma muy incomoda, era llevada por dos Ghouls a los que pude escuchar como decían que nos dirijamos a un pueblo próximo. Aunque ojo visor, me mantenía en silencio pensando en mi destino `¿Seria en aquel pueblo en donde me convertirían en uno de ellos o me esperara otro destino? Y si mi sino es el de ser Ghoul, ¿como sera el resto de mi vida? ¿Errando por este mundo a las ordenes de un tirano?´. Por otro lado no perdía de vista mi tridente, el cual lo portaba un Ghoul que lo miraba con deseo.
-Te vigilo, más vale que no lo dañes.-
-¡Cállate!- me grito pinchándome con el tridente. -ahora me pertenece.-
Esas palabras hicieron que mi enfado creciera, pero en mi estado no podía decir nada, lo mejor seria relajarme y descansar; sin perder de vista el tridente.

Aproximadamente una hora fue el tiempo que transcurrió hasta que por fin vi a lejos mi próximo destino. Cada vez nos acercabamos más y un ruido que no pude definir proveniente del pueblo se hacia más fuerte.
-¿Otra fiesta?- le pregunté a uno de los que portaba mi jaula, el cual me miro con cara de desconcierto.
-Que yo sepa no-