Una joven promesa y un Shichibukai ¿Qué podría salir mal? [Privado][Byakuro y Amane]

Vaya isla a la que había llegado. El Reino Torino… De todas tenía que ser la que tenía un aspecto extraño. Vamos… Tener un árbol gigante en el centro no era normal. Suspiré mientras desembarcaba de mi pequeño bote. ¿Qué me había motivado a llegar hasta acá? Rumores que el Rey de los Cazadores estaba aquí. Byakuro Kyoya, el Shichibukai. Dudaba que de verdad lo estuviera, pero no estaría mal poder hablar con él y, quizás, poder ingresar en su gremio. Si había algo que necesitaba en estos momentos, era un gremio con la suficiente fama como para poder conseguir información de mis objetivos.
 
– Bien. Let’s go. – Dije con una sonrisa. No estaba del todo segura si debía entrar a algo así o seguir mi camino en solitario, pero si recordaba las palabras de mi madre… Era lo mejor, quizás y solo quizás, estar con ellos me ayudaría a poder recuperar parte de la confianza que antes tenía en las demás personas. Y también podrían ayudarme para tener sueños más tranquilos… ”A veces eres demasiado ingenua…” – Me mordí el labio y empecé a caminar. El plan era bastante sencillo. Primero, confirmar la presencia de Kyoya en este lugar, que lo dudaba mucho… Con su poder, era prácticamente imposible que estuviera tan alejado del Nuevo Mundo. De estar, lo segundo era encontrarlo. Lo tercero, sería pedirle que me dejara ingresar a su gremio… Y ahí estaba lo difícil. No lo conocía y no tenía tanta fuerza como para cumplir con sus expectativas… ”Solo debes pedírselo. En pedir no hay engaño.”
 
No tuve que caminar mucho para llegar al único lugar donde siempre había información. Una taberna del diablo. No me agradaban esos sitios, pero no había nada mejor que ese lugar para conseguir toda la información que necesite. Abrí la puerta y entré. Estaba lleno y, al menos, no había nadie borracho… Aún. No miré a nadie e ignoré los comentarios de los pervertidos. Llegué a la barra y le hablé al anciano que estaba justo al frente. Tendría unos setenta y poco más, su pelo era blanco y mostraba una que otra arruga en su piel.
 
– Anciano, ¿Ha escuchado que el Shichibukai Byakuro Kyoya está en esta isla? – fui directa. No quería perder mi tiempo en este lugar y solo quería encontrarlo pronto. Solo quería eso… Lo único que me importaba era eso. – Por favor… Dígame la verdad...
 
– Lo siento, señorita. Pero no he escuchado nada acerca de eso. – su tono fue tranquilo. Agarró un vaso y me sirvió un poco de agua. – Dudo que alguien como él esté aquí. Es muy importante para que aparezca en uno de los cuatro mares. – Le di un sorbo al vaso y me senté en la barra. Fui una ingenua al pensar que podía estar en este sitio… Suspiré para tratar de pensar con algo de calma mi siguiente movimiento.

En la taberna todo estaba en calma. Como si nada pasara, y yo seguía bebiendo de aquel vaso para tranquilizarme. Había sido una idiota si había creído en ese estúpido rumor… Suspiré mientras trataba de pensar qué debía hacer. Lo más obvio, era agarrar mi barco e irme de este lugar, pero no tenía las ganas de volver a viajar tan rápido luego de llegar hace… ¿10 minutos? 15 a lo mucho. ”Bueno, fue una pérdida de tiempo. Tendré que buscarlo en otra parte… Creo” – pensaba y sin darme cuenta ya me había acabado el vaso de  agua.

– Gracias, ¿cuánto es? – pregunté con cierta dulzura. Pero el anciano negó con las manos y no dijo nada. Supongo que eso era “la casa invita”, al menos, algo bueno me estaba pasando. Ahora, necesitaba encontrar un lugar donde quedarme y pasar la noche. Me iría el día siguiente, ¿destino? Lo que el océano, viento y mareas me llevaran. – Gracias por todo ancian… – No alcancé a terminar la frase. Escuché gritos de alguien y, acto seguido, algo o alguien había caído en la taberna generando una gran nube de polvo y astillas. ”¿Qué carajos…?” – de entre la nube de polvo se asomaba la figura de un hombre y… ¡Estaba desnudo! Me giré tan rápido como me di cuenta, sentía como es que mi rostro se iba poniendo rojo al ver aquella escena. Tuve que pegarme una bofetada para lograr ponerme de nuevo en la situación y en el mundo real.

– Anciano, traiga ropa y un botiquín. Rápido. – no sabía si había heridos o no, pero de todas formas, ese tipo parecía no tener ningún rasguño. ¿Desde dónde habría caído? Si había caído de la cima del árbol y sobrevivir para contarlo, era que no era alguien normal. Pero también cabía la posibilidad que alguien lo mandara a volar de alguna batalla, pero… ¿Por qué estaba desnudo? Era lo único que no lograba entender y… Tampoco es que quisiera entenderlo. El anciano no tardó en traerme las cosas que le pedí. Agarré la ropa y, sin darme la vuelta, se la tendí a ese sujeto… Todo había pasado muy rápido… – Toma. Ponte esto. – Le dije de espaldas.

– Señorita, aquel hombre es al que buscaba. Es el Shichibukai y Rey de los Cazadores, Byakuro Kyoya. – Me dijo el anciano en un hilo de voz. No pude evitar sorprenderme ante tal hecho. ¿Quién diría que había caído desde el cielo? Aun así había algo más importante que atender, agarré el botiquín de primeros auxilios y me giré para ver a las personas. Que entre que estaban asombradas y asustadas, seguramente, tardarían en darse cuenta de sus heridas.

– Todo el que esté herido. Que se acerque. – dije en un tono alto para que todos me escucharan. – Quiero hablar contigo… Tengo algo que pedirte. – le dije al Shichibukai. Se acercaron tres personas a mí. Estaban heridos, principalmente por las astillas que había levantado aquel sujeto de su caída libre. Suspiré y los curé con calma a los tres. No me habré demorado más de unos cuantos minutos en hacerlo, no eran heridas de gravedad y nada que un poco de alcohol y un vendaje no solucionara. – Bien, con eso debería bastar. Cualquier otro herido se puede acercar a mí y lo curaré con gusto. – Dije con una sonrisa.

Había llegado la hora…. Me giré, esperando que ya no siguiera desnudo, y miré directo a los ojos a Kyoya… Mi corazón estaba que se me salía del pecho y me costaba mucho articular palabra… – Soy Amane Misa. Y quiero pedirte que me dejes entrar en tu gremio. Por favor. – Lo había soltado finalmente… Pero, ¿qué me diría? Estaba muy nerviosa y el solo hecho de estar parada frente a él ya era motivo para que mis nervios estuvieran a mil… Esperé con calma su respuesta.

Mierda, mierda y mierda. ¿Cómo tan idiota? Los nervios no me habían dejado pensar bien y solo había soltado lo primero que se me había venido a la cabeza y no medí nada la situación. Suspiré, quizás había perdido la única oportunidad de conseguir información y tener nakamas… ¿Qué iba a hacer ahora? Si no entraba a ese gremio me vería forzada a viajar sola y odiaba la soledad, ya me había aburrido de sentirme sola en este mundo y que nada ni nadie me comprendiera. Tenía que entrar sea como sea. Tenía que convencer de alguna manera a Byakuro Kyoya… ”Es más fácil decirlo que hacerlo” – pensé con algo de intranquilidad.

El sonido de algo grande aterrizando en medio del pueblo me terminó por despejar de mis dudas. Y, al parecer, era la… ¿Mascota? Sí, parecía que era la mascota de Kyoya. Me acerqué a ambos con curiosidad. Aquel pájaro era enorme, mediría unos cinco metros de alto y sus plumas eran verdes y naranjas. ”Es hermoso” – pensé con cierto toque infantil. No quería acercarme a acariciarlo, pero era algo que me estaba quemando por dentro… ”Céntrate en tu objetivo…” – Era cierto, no estaba ahí para admirar al loro gigante del Shichibukai, estaba ahí para ser parte de su gremio y, de alguna manera, poder encontrar más información respecto a mis dos objetivos. Tenía que hacerlo de alguna forma… ¿Cómo? Aún no lo sabía.

– Etto… – empecé a decir tratando de llamar su atención. – Sé que no soy una cazarrecompensas con mucha fama. No soy para nada fuerte y sé que no tienes motivos para aceptarme… – eso era lo que debí haber dicho desde el principio. Quizás las cosas hubieran sido un tanto diferentes. – Pero… Kyoya-san… Si quieres probarme para demostrarte que puedo serte de ayuda, haz lo que quieras – una leve pausa mientras trataba de no perder la calma y, al menos, controlar las ganas de no decir algo equivocado… – Yo ya he visto el cielo y el infierno… Puedo superar cualquier reto que me pongas… – debía mantener la calma. Me mordí el labio para frenar todas las idioteces que podía soltar en este momento. – Yo de verdad quiero entrar a  Kurausu no furenzu. – No sabía si era lo que debía decir en ese momento, pero, ¿qué importaba? Debía confiar más en mí y en mis capacidades. Aunque la última palabra la tenía el Shichibukai.

¿Lo había logrado? Ni yo me lo creía… Genial. Al menos ya tenía un lugar donde poder regresar… ”Tiempo al tiempo y paso a paso, Misa. – me dije a mi misma. Me estaba emocionando demasiado ante la idea de estar en el mismo gremio que Byakuro. ¿Qué venía a continuación? Al parecer, el Shichibukai tenía algo que atender antes de irse a su barco. Lo vi  subirse a su gran pájaro… Sin siquiera darme cuenta yo ya estaba también volando con él. ”Ay Dios… Me caigo me muero” – pensaba mientras me aferraba con fuerza a la cintura del peliblanco. No tardamos mucho en llegar a lo que parecía ser el asunto pendiente de él. ”¿Cayó desde aquí? Una persona normal se muere” – estaba claro que no era una persona muy normal. Bajé con mucho cuidado de Mostaza y vi lo que estaba pasando. Byakuro estaba a nada de pelear contra un pájaro que habitaba en esta isla.

La pelea entre el pájaro enorme y Byakuro había empezado finalmente. Ambos se atacaron con bastante fuerza y, para mi sorpresa, el Shichibukai estaba bastante complicado. Luego de un par de intercambios, el rival de este mismo, lo tenía contra el suelo con su pata en el pecho del peli blanco… ”Baka” – pensé al mirarlo de esa forma. Fue entonces cuando me gritó y yo, casi de forma natural, me puse en guardia, ¿ante qué? Una enorme sombra cruzó sobre mi cabeza y al mirar al cielo… Pájaros y más pájaros de la misma especie con la que estaba peleando él ahora se rodeaban el cielo. ”Maldición” – no podía ser peor. Los miré a todos y los conté, usando mi dedo índice como referencia, eran 5, con él que tenía a Byakuro prisionero, hacían un total de 6.

– Mierda. – Susurré. No quedaba otro camino que luchar contra ellos. Y, al parecer, ellos también estaban ansiosos de poder hacerlo. El primero no tardó en lanzarse en picada contra mí. A pesar de su enorme tamaño, era bastante rápido y se movía con gracia en el aire. ”Aquí vamos” – no iba a perder el tiempo. Esperé a que estuviera un poco más cerca y salté. Sabía de sobra que en el aire estaría en desventaja, pero tenía que intentar algo y, por lo menos, debilitar a ese maldito. Había saltado un poco en diagonal para evitar su pico y tenerlo a golpe limpio. En cuanto nos cruzamos, con mi pierna derecha le golpee este haciendo que se generara una explosión. Yo, por suerte, quedé en el mismo sitio, pero, el pájaro estuvo a nada de estamparse en el suelo.

– Es más resistente de lo que pensaba… Mierda… – dije mientras lo miraba elevarse nuevamente en el aire. – Tendré que idear otra estrategia…. – No alcancé a terminar mi frase porque otro pájaro me había golpeado con su ala en mi costado izquierdo y me mandó directo al suelo, en este, reboté dos veces antes de que una rama algo levantada me detuviera el paso. Me levanté con muchas complicaciones, escupí sangre y me puse en guardia otra vez.

– No va a ser suficiente para derrotarme – tomé una ligera pausa mientras los veía moverse en el aire. Sonreí de forma divertida y me preparé aun mejor… Mi cuerpo lentamente iba entrando en calor y, poco a poco, iría liberando mi poder. –  Vamos. Vengan. – Les dije mientras alzaba mi puño derecho en forma desafiante. 

Estaba preparada para seguir luchando contra esos pájaros. Emocionada de poder combatir al lado de Byakuro, pero… Se notaba que no eran para mí, no eran mis rivales y no podía hacerles gran daño. Suspiré con calma mientras de reojo veía las acciones del Shichibukai, de la nada, empezaba a ganar terreno y a asustar a los pájaros para que dejaran de molestarme. Lo cual era bueno y malo a la vez. Yo también quería luchar, pero el Rey de los cazadores tenía otros planes y eso conllevaba a… Una caída desde muchos metros de altura y… Tenía un boleto gratis para las aerolíneas Kyoya. ”Es una broma, verdad… No…” – escuché el último grito de mi “capitán de vuelo”, me dijo “salta” y “no te sueltes de mi mano” cosas que no quería hacer, al menos, la segunda.

– No soy como tú… – alcancé a susurrar antes de sentir que ya mi cuerpo no estaba en algo firme y ahora dependía única y exclusivamente de Kyoya. Al menos, tenía alas y esas cosas, pero aun así me daba mucho miedo. – ¡VOY A MORIR! – grité al menos cuatro o cinco veces seguidas. No es que tuviera miedo…. bueno… Sí, y bastante, pero la sensación de volar era en cierta manera muy cómoda y relajante. ”Solo espero llegar a tierra en una pieza” – pensaba mientras me dejaba de quejar y empezaba a disfrutar un poco más el viaje. Nunca en mi vida hubiera pensado que habría tenido tal chance y lo que quería disfrutar lo mejor que pudiera. Mi pensamiento probablemente era de una niña pequeña e inmadura, pero… ¿qué importaba ahora? A este paso, poco y nada eran las cosas que me preocupaban. Aparte, si Byakuro estaba volando es porque tenía todo planeado. – Oye, Kyoya-san, sabes aterrizar, ¿verdad? – Pregunté con algo de miedo a su respuesta….

Su respuesta fue, cuanto menos, perturbadora. Iba a morir y ni siquiera había logrado mis metas… La velocidad del picado iba en aumento y, al menos, los pájaros no nos seguían. Seguramente, al ver que nos fuimos de su territorio no tenían motivos para perseguirnos. ”Un problema menos” – pensé mientras escuchaba lo que Byakuro me iba diciendo. Lo había tenido todo bajo control desde el inicio y casi me mata de un infarto… ”Maldito…” – estaba, ahora, relajada y, al menos, un poco mejor y disfrute lo que quedaba de viaje. No tardamos en llegar a la playa y ahí fue donde él terminó por aterrizar. ”No repetiré ese viaje en un buen tiempo” – dije mientras yo descendía con tranquilidad y tocaba tierra. Byakuro no tardó en hacerlo y ganarse a mi lado. Lo vi de reojo y sabía que me faltaba algo…. ”Dar las gracias, idiota” – era cierto, por todo esto no le había agradecido el haberme aceptado en su gremio.

– Etto, Kyoya-san… – tomé una ligera pausa mientras me quedaba viendo el océano. – Gracias, por aceptarme en tu gremio – este era un paso bastante importante para mí. Mis metas podrían estar más cerca ahora que estaba en algo así y, quizás, también era lo que mi madre me había dicho. El lugar donde tendría esos nakamas en los cuales podría confiar.  ¿Sería así? – Y, ¿cuál es el siguiente destino? ¿A dónde vamos ahora? – Estaba muy emocionada de empezar mis aventuras en un gremio y más si era con alguien con la personalidad de Byakuro. Se veía una persona muy confiable y, aparte, muy fuerte… Las cosas deberían ir mejorando de aquí al futuro.