[Privado][Rocket y Dexter]Mapache y Dragón en un paraíso de arena

Hacía sol. Cómo no, si estaban arribando en Arabasta, un paraíso caliente de arena y mujeres curiosamente muy ligeras de ropa. Tal vez ello fuera la razón de tanto calor en los alrededores, aunque muy probablemente la ausencia casi total de lluvia, el tener dos o tres ríos mal contados y que el noventa por ciento del agua fuera salada… “¡Mira, un Dugong!”, pensaba Dexter mientras esperaba a que el barco echara anclas para poder comenzar su camino. Rumbo a “sabe dios dónde”, sólo con su abrigo y un maletín de ropa por si acaso como equipaje y una caja de Ivankovs por si tenía que huir discretamente o se aburría.

-Bueno, chicos, tengo que marchar. Tal vez no vuelva en un par de días, pero apareceré. Y con dinero.

Porque sí, aquel día Dexter había decidido conseguir dinero. Seguía la pista de una criminal bastante famosa llamada Ann Ominous… Seguramente fuera un Alias, pero su imagen era bastante conocida especialmente desde que su cartel de Wanted empezó a salir en la clase de revistas que Deathstroke compraba. Viva o muerta cien millones de Berries, pura calderilla y menor esfuerzo todavía si contemplaba con perspectiva la situación. Últimamente las recompensas se ponían casi hasta por respirar, por lo que la muchacha seguramente fuera una novata recién entrada a Grand Line. ¿De verdad podía cortar aquella carrera de raíz? Iba en contra de su propio sentido ético. “La encontraré. Si me convence la dejaré ir”, dijo en su mente mientras descendía por la pasarela de la nao.

Con calma y sin demasiada prisa se acercó al primer local del puerto, una pequeña tienda de cabo y cebo, atendida por un hombre mayor, de piel algo morena, manchado por el sol y el cabello blanco. Detrás del mostrador una cabeza disecada de Narval sobresalía a unos dos metros y medio del suelo, con un cuerno tan largo que despuntaba del mostrador. “No me jodas que era real”, dijo para sí, mientras sacaba el cartel de Wanted sin dejar de mirar aquel trofeo.

-Disculpe, ¿Ha visto a esta mujer?- saludó con la mano al tiempo que preguntaba, y la respuesta que obtuvo fue una sonrisa pícara y una mano señalando revistas como “GameGuy”, “Entrevista”, “FMH”, y más revistas para adultos que había en una mesita tras el mostrador-. Vale, ¿Y al margen de eso?

-No sé cómo esperas que la haya visto, muchacho. Sale en esas revistas porque es una artista. ¡Mira qué desplegable el de la página 42!

Dexter se habría avergonzado de no haber reconocido uno de los tatuajes que llevaba aquella mujer. Era imposible que fuera una delincuente, aunque por las posturas que ponía tal vez alguien hubiera muerto de deshidratación ante estas publicaciones. ¿Sería ella?

-Entonces… No ha visto a esta mujer, ¿Verdad? Tiene precio por su cabeza y debo encontrarla.

-Chico, mira el reverso de tu “cartel”. Pone bastante claro que quien la encuentre tendrá una cena con ella. ¿De verdad creías que saldría el Wanted de un criminal sólo en revistas de este tipo? Más importante, ¿Que traería un desplegable?

-Oh…- ahora sí empezaba a sonrojarse un poco. Deathstroke le había gastado una broma-. Disculpe mi intromisión, pues.

Salió de la tiendecita, esperando que al menos pasase algo interesante o si no iba a poner pica pica por toda la lona de aquel tuerto pervertido.

Seguía avanzando por el vasto arenal al que llamaban ciudad en aquella isla, viendo cómo las escobas sincronizadas de las ancianas de todo el puerto levantaban una ligera tormenta de arena que azotaba todos los edificios y le impedía ver con claridad. Aunque por suerte o por desgracia ésta pasó pronto, tal vez ayudada un poco por el viento de cierto dragón, que no soportaba mancharse el pelo y aquel contratiempo ponía en riesgo su integridad capilar. ¿Por qué demonios no se cercioraba de las cosas que decidía hacer? Tenía que empezar a tomarse la vida más en serio. Aunque la idea se le hacía realmente... ¿Cuál sería la palabra? Tal vez insoportable. ¿Puede que su comportamiento respondiera a que no quería su vida real? Echaba de menos todo lo que había perdido, y lo que no había obtenido todavía... Todo se escapaba más rápido de lo que podía perseguir. "En fin, mejor volvamos al barco".

Iba de camino a la Joya, pensando en las risas de Deathstroke y Worgulv por haber caído en esa trampa estúpida. No entendía cómo aun estando de broma podían haberle colado aquel tipo de engaño. ¡El Gobierno Mundial le enviaba los carteles por correo! Tantos años de cazador, y más tarde como pirata, sin confiar en nadie. Le había ido bien. Bueno, descontando a Kedra, que llegó a ganarse su aprecio pese a ser un psicópata... Aunque al final tuviera que abandonarlo incapaz de contener su afán destructivo. Desde que lo había encontrado amnésico en el South Blue las cosas habían cambiado, más o menos. Por lo menos ya no representaba una amenaza.

Y entonces el Shichibukai vio una cosa que le llamó la atención: Bajando por la pasarela de un barco, algo detrás de un grupo de hombres, una especie de mapache. Se parecía AL mapache de la imagen. ¿Debería acercarse y decírselo? Qué demonios, todo era cosa de intentarlo.

-¡Eh, tú!- gritó, comenzando a correr hacia él-. Tengo que hablar contigo de algo importante.

Poco a poco se iba acercando, y los tipos del barco se giraron hacia él, creyéndolo un desquiciado y siguiendo su camino. Estaban ignorando al mapache por algún motivo.

Dexter se acercó al mapache, que parecía estar sufriendo un ataque de nervios, tal vez por su culpa, aunque era bastante dudoso. Al fin y al cabo, lo único que había hecho era llamar su atención y estaba siguiendo a unos tipos a plena luz del día. ¿Quién espiaría con tan poca discreción? Obviamente nadie, por lo que seguro estaba simplemente recordando que se había dejado algo en el horno, aunque... ¿Los mapaches cocinaban? Vale, defnitivamente había hecho algo que lo había enfadado.

-Oye, perdona. No sabía que estabas haciendo algo importante- dijo, algo avergonzado-. Es que estaba por aquí, persiguiendo a una criminal pero creo que me han tomado el pelo.

Sacó el cartel de la chica, mostrando a la muchacha que, conociendo a Rose y a Hinori, era facible que se tratase de una peligrosa criminal de enormes pechos. "La verdad, no entiendo cómo pueden vivir sin un dolor constante de espalda", se dijo, mientras meneaba la cabeza desatendiendo al mapache, que llevaba... ¿Qué llevaba encima?

Ann Ominous:

-Oye, ¿Qué es eso?- preguntó, observando el arma... ¿Lanzamisiles? Era muy original, aunque podría hacerle unas cuantas mejoras. ¿Lo habría creado él? Quería desmontarlo para ver cómo era su interior-. Podría hacerle un repaso integral para que mejorara bastante, aunque está bastante bien... Es bonita.

Qué cabeza la suya, tenía que decirle al animal por qué venía, y aunque era un poco extraño... Es más, ¿Cómo había embarazado un mapache Legim? No era raro que se lo tirara, ya estaba acostumbrado a las miradas que el ahora Yonkou acostumbraba a lanzarle a Sven, y sospechaba que aquel día que lo cogió levantándole la cola no era precisamente porque el reno estuviera estreñido. "Oh, mierda...". Ahora no podría comer en un par de días. Su pelo no se lo perdonaría.

-Pues... Que sé quién es tu padre. Se llama Legan Legim y... Era humano. Sí, sí, yo tampoco me lo terminaba de creer, pero he estado con él varios años y lo veo capaz. Lo peor es que lo veo capaz...

-¡¿Cómo voy a ser tu madre si eres un mapache?!- trató de interrumpir al animal, que tardó poco en reconocer que aquello no tenía ningún sentido. "No, lo que no tiene ningún sentido es que Legim se tirara animales", pensó con cierta amargura tras escuchar que no sólo de un bicho era padre, sino de toda una camada... De la que quedaban tres personas. ¿En qué había pensado ese hombre? ¿Es que un día se quedó sin ideas para sorprender al mundo? Se imaginaba al Yonkou pensando qué haría, y una mapache cruzándose en su camino... Se le escapó una sonrisa al imaginarlo ligando con un animal que podría arrancarle el pene de un mordisco, aunque al final del cuento el shirokami había perdido su miembro-. Mi nombre es Dexter- dijo, finalmente, cuando pudo hablar, ya que había caído en un estado de trance viendo las mil y un formas de Legim haciendo carantoñas a una hembra para llevarla al huerto-, y bueno, me he enterado de que Legim tiene muchos hijos... Creí que debía ir diciéndolo a los interesados.

Ya estaba hecho. Hale. Ya no tenía nada más que hacer en aquel paraíso de sol y arena. De hecho, no habría tenido nada que hacer si no hubiera visto al animal, por aquello de Deathstroke gastándole una broma y tal... "En fin, tendré que ir yéndome", pensó mientras miraba el juguetito del mapache. siempre podía trastear con él un poco y disfrutar de ver explotar un par de cajas. "Aunque no me he traído las herramientas", recordó, y su expresión por un momento se volvió triste. Aunque, qué más daría, tenía el cañón ese a medio construir en el barco, y era bastante más prometedor de lo que llegaría a ser un chisme tan pequeño. Estaba bien hecho, eso era todo.

-Bueno, si ya lo sabes mi trabajo está hecho- dijo, e hizo ademán de despedirse.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar lentamente hacia el muelle donde la Joya reposaba, pero entonces vio algo que lo extrañó mucho. Los hombres que habían provocado el griterío del mapache estaban volviendo al barco corriendo, asustados. ¿Qué demonios pasaba en ese lugar? ¿Qué hacía huir a unos gallardos marineros? Simplemente giró la cabeza y vio una mujer gorda con un rodillo, mentando las madres de todos los presentes en la isla mientras los perseguía, provocando un bamboleo de lorzas tan hipnótico que casi encontró una pauta ondulatoria en ellas... Y luego dejó de mirar. ¿Le habían robado la ropa? No entendía lo que pasaba, pero esa mujer desnuda no era agradable de ver.

Notó que algo le recorría por la espalda, y tras un momento sintió el ligero peso del animal en su hombro. Lo miró con cierta desconfianza, aunque luego casi se echó a reír; todos los piratas con un loro y él con un mapache mutante hijo de Legim. Desde luego si hubiera una convención tendría para contar una amena historia de cómo un mapache se subió a su hombro. ¿Tal vez debería adoptarlo como mascota? No pesaba mucho, y más que Midorima no comería, casi seguro. "Hm... Tal vez debería".

-Oye, Mapache- le dijo, mientras el otro apuntaba a los hombres-. ¿Por qué quieres capturarlos? No parecen ni siquiera demasiado inteligentes.

Se quedó mirando un momento más, y viendo cómo se movían bien podía tratar de atraparlos por su propia seguridad. El de la derecha en cualquier momento sufriría un ataque, y los demás no andaban muy lejos de sufrir el mismo destino. Con la única intención de evitar eso, se lanzó y placó a uno, con una velocidad tal que probablemente el mapache cayese de su hombro, aunque tal vez hubiera algún cómico desenlace.

-Oye, no sé para qué te quiere el bicho este- dijo, señalando de forma titubeada entre su hombro y sus espaldas, por si finalmente había caído-, pero parece interesante averiguarlo. ¿No ves que estabas a punto de matarte? Menos mal que te he frenado.

Todo lo dijo sentado sobre el hombre, que aún se recuperaba de la contusión. Tal vez aquella no hubiera sido la mejor forma de abordarlo.