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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Lun 15 Ago 2016 - 1:29}

La pelirroja estaba sentada en la duna, contemplando como el sol se ponía por el horizonte. Le encantaba mirar el atardecer mientras notaba como la temperatura se iba enfriando poco a poco, hasta que a su alrededor todo estaba helado y al respirar veía su aliento. Era una de los momentos que más le gustaban del desierto.

Al final no había encontrado barcos que zarparan; no los había apenas que parasen donde ella quería, al fin y al cabo. De manera que decidió quedarse dos días más, aguardando y prolongando un poco sus vacaciones. Y paseando por la isla, le había salido una oportunidad dorada para aprovechar su tiempo. La noche anterior, al salir de un club de baile, un tipo la abordó y le ofreció un trabajo puntual un tanto... peculiar. No dio muchos datos, tan solo mencionó una suma y le entregó un pequeño paquete. Estaba en Rainbase, al fin y al cabo. No debía sorprenderle. Cosas más extrañas habían sucedido allí. Sonriendo para si, se estiró y se acostó en la arena ya casi fría mientras contemplaba las estrellas. Estiró una mano al cielo, como si pudiera tocarlas... aunque por supuesto no fuera el caso.

Cerró los ojos un instante... y para cuando los abrió, la luna estaba en lo alto. ¿Se había quedado dormida? Miró al cielo y sonrió aliviada; no, todavía tenía tiempo. Se levantó y se estiró, oyendo el tintineo de las monedas que adornaban su cadera. Era una suerte que el frío no la perjudicara, o se arrepentiría de ir vestida así. Le habían regalado la ropa cuando aceptó el trabajo. En realidad era poco más que un bañador, algunas joyas para adornarla y un poco de tela brillante y semitransparente que relucía cuando se movía. Iba descalza, por supuesto. Sus armas y sus pertenencias habían quedado en la posada; sabía defenderse de otras maneras.

Echó a caminar hacia la ciudad a paso lento, regocijándose con el tacto de la arena entre los pies y la sensación de una suave brisa apartándole el cabello de la cara. Elevó un brazo y de un suave movimiento invocó una pequeña llama que permaneció flotando inocente en la palma de su mano. No hacía mucho que había aprendido a hacerlo. Con la otra mano, la rodeó y agitó suavemente el aire a su alrededor, haciendo que temblara. Era preciosa. Se había aficionado a jugar con ella casi sin darse cuenta. Pese a parecer completamente roja en la distancia, al verla de cerca revelaba todos sus colores. Podía hacerla crecer, diminuir y moverse a su voluntad. Casi parecía que respirase al mismo ritmo que ella. Le relajaba mirarla, jugar con ella. Al fin y al cabo, no le quemaba.

Enfiló una de las callejuelas exteriores de Rainbase con confianza a la vez que la hacía desaparecer. Cualquiera pensaría que así vestida y en semejante ciudad los borrachos y advenedizos le saltarían encima, pero nada más cierto; la joven pelirroja pasaba desapercibida allá por donde se moviera.

Poco después llegó a su destino y llamó a la puerta. Le abrió un hombre alto, calvo y de enormes brazos. Al verla así vestida la ''invitó'' rudamente a pasar mientras se aseguraba de que nadie le hubiera echado el ojo. La llevó al jardín con el resto de bailarinas y le explicó que recibiría el dinero al final de la noche. Aki asintió sin preocuparse; le habían dado ropa gratis y un lugar en el que bailar y ser el centro de todas las miradas. El dinero tan solo era un incentivo añadido.

Eran cinco las jóvenes reunidas. Cuatro aguardaban charlando entre ellas a que llegara el momento de subirse a la plataforma y brillar, pero Aki utilizó ese tiempo en inspeccionar la zona. Había algunas mesas llenas de comida y bebida para los comensales, y el lugar estaba lleno de hermosas plantas y flores de distintos colores. La plataforma para ellas estaba en el centro de la zona de baile y todo apuntaba a que sería una noche espectacular. Quien quiera que fuera el anfitrión era sin duda alguien que trataba bien a sus huéspedes. Iba a volver con el resto de bailarinas cuando notó algo. Se giró y vio como una pequeña mariposa azul se posaba en su hombro. Con tantas flores a su alrededor, la pequeña debía estar en el paraíso. Sonriendo, trató de rozarla y no espantarla. Para su sorpresa, en lugar de dejarse o volar se le posó en el dedo. Aki la miró, encantada. Era preciosa y delicada.

Desde la entrada del jardín se oyeron unas palmadas y el animalito huyó volando. Resignada, la pelirroja fue hasta su sitio. Apenas habían ensayado un par de veces el día anterior, pero lo tenían todo controlado. Habían sido elegidas por algo, al fin y al cabo. La música comenzó y ellas comenzaron a bailar a su ritmo mientras los comensales entraban poco a poco. Aki cerró los ojos mientras sonreía, moviéndose sin dificultad y disfrutando del momento.

Aki:


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Lun 15 Ago 2016 - 2:50}

-Lo mejor de organizar una fiesta- comencé. No quería ser el típico sabelotodo pesado, pero a veces no quedaba más remedio-, es el mérito. Todo el mundo, disfrute o no, te felicitará por lo que has hecho, y sinceramente, tú no tienes ni puta idea. Así que, querido amigo, estás despedido.

El disparo resonó en toda la sala, y los ojos como platos de aquel negro calvo con un ridículo sombrerito violeta casi me hicieron sentir pena por él. Casi. No sabe organizar fiestas, así que no es un buen proxeneta. O lo que se suponga que fuera este hombre, estoy harto de chulos venidos arriba por encontrar un putón guapo. ¡Mierda! Me olvidé de la sangre, tenía que sacársela antes de matarlo... Bueno, con un poco de suerte aún saldrá fluida. Pum, y tras unos segundos se desmorona la masa de carne. Está bien, pero ahora sacarle fluido va a ser más complicado; y mucho más aburrido, sin duda.

Me incliné ante él, y con una pequeña punzada en la yugular la sangre comenzó a brotar lentamente, pero de forma constante, y con un pequeño tubo de ensayo pude recoger la muestra... Qué bien huele. Me la bebería ahora mismo, pero es mejor guardar un recuerdo de cada uno... Si es que en el fondo soy un sentimental, no sé cómo.

-Como os decía a todos- estaban tranquilos gracias a mi maravilloso poder, una fuerza mayor a cualquier portento físico; el poder de hacer amigos. Mientras el agravio no fuera directo hacia ellos, no se rompería la imagen casi divina que tenían de mí en esos momentos-, vamos a organizar una fiesta. Tiene que estar lista esta noche, para todos nuestros amigos, y quiero que al final de la velada estén todos muertos. Ellos, los camareros y las putas que vayáis a traer para todos. Excepto una, que la quiero para mí. Vamos a darle a todos una fiesta que no podrán olvidar, y cuando caigan todos obtendremos un buen pellizco.

Mi nombre es Yarmin Prince, tengo veinte años y soy un mentiroso. Hoy por hoy, vivo como cazarrecompensas, aunque en realidad soy agente del Cipher Pol. En esta ocasión he debido infiltrarme en los bajos fondos, una misión que nadie quería, pero mi superior pareció muy interesado en encomendármela a mí; parecía como hechizado. No puedo quejarme, esta clase de tareas son las que me dan el control; drogas de los bajos fondos, yo mato al cabecilla y el negocio debería diluirse, pero pasa a mis manos en el rostro de un, llamémoslo, amigo. Mejor llamémoslo títere, vaya.

Llegó la noche, y tras un paseo por la ciudad y una parada por los casinos haciendo los últimos preparativos me dirigí al local. Era una gran sala de fiestas en forma de herradura, con una plataforma que rodeaba la estancia que haría de escenario, una gran mesa circular en el medio llena de manjares, varios sillones esparcidos por la zona y una gran arcada que daba a un patio privado. Lo cierto es que tengo un gusto maravilloso para los locales de los que me adueño, y no poder disfrutarlo más a partir de mañana me entristece ligeramente. Sin embargo, la perspectiva del olor a sangre llegado cierto punto hace que me sienta liberado. Mañana volveré a ser Cipher Pol con un buen aumento de sueldo, o eso espero. Esta noche he de celebrar... Y cumplir. Qué bueno cuando puedes trabajar en lo que te gusta, ¿verdad?

-¡Hola a todos!- con una mano vivaracha saludé a todos los camellos con algo de poder en la ciudad que pude reunir. Eran cuatro, y se repartían entre ellos cerca de la mitad de la ciudad, un poco menos. Junto a mí formábamos cinco, como los sillones que había y esperaba furcias medio desnudas que hicieran bailes tanto verticales como horizontales... Aunque en esta Isla conseguir eso es tan fácil que la sola duda ofende a la integridad de la arena-. Quiero daros la bienvenida a mi salón. Esta noche ya no somos cinco, sino que nos convertiremos en uno. Separados no podemos más que con la mitad de la ciudad, pero unidos nuestra mercancía será la única que se venda en Rainbase. Podéis comer, beber y bailar todo lo que queráis. Las chicas son vuestras y...- la música me ha interrumpido, y mi mano alzada se cerró en un puño, único gesto que delata mi enfado. Odio que me interrumpan. Pero qué se le va a hacer, que comienza el espectáculo-. ¡Que disfrutéis, amigos!

Mi ropa era poco usual en aquel lugar, tan de negro y elegante, en un traje con apenas color en unos gemelos rojos como la sangre. Los demás parecían macarrillas de barrio venidos a más, así que serían simplones. Por ello, era una opción más que inteligente darles aquellas paletadas para que disfrutasen. En estos momentos la cábala ya debe estar adueñándose de la situación en el exterior, así que lo mío es la parte "fácil".

Mi nombre es Yarmin Prince. Tengo veinte años, y tras sentarme en un sillón, he visto a la chica que quiero para esta noche. Pelirroja, preciosa y con unos ojos enormes. La señalo y le sonrío, aunque no sé si se ha fijado en mí. Primero le daré una noche inolvidable, y luego haré que Arabasta guarde su recuerdo como lo hizo con Kari.


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Lun 15 Ago 2016 - 13:49}

Al principio, hizo lo que se le había ordenado. Al ritmo de una música oriental, movió las caderas y equiparó sus movimientos a los del resto de bailarinas. Saltó de aquí para allá en perfecta coordinación, rozándolas levemente de vez en cuando, como por error, como les habían pedido. Era su trabajo provocar a los huéspedes. Entrenerlos. Hacer que no quisieran irse y que por ende agradecieran a aquel que había organizado todo. Por ese motivo, cuando la puerta se abrió y los invitados pasaron, la pelirroja los inspeccionó uno a uno sin dejar de bailar.

Eran cinco, lo que la sorprendió por un momento. Había pensado que sería una gran fiesta, pero por lo visto se había equivocado. ¿En dónde se había metido esta vez? No había que tener muchas luces para relacionar a los pocos invitados con las pocas bailarinas. A lo lejos, entre giro y giro, vio al anfitrión de la velada. Iba de negro y destacaba entre el resto; todos pobremente vestidos y claramente salidos de los bajos fondos de Rainbase. Tras el velo, la sonrisa de la pelirroja se afiló mientras sus ojos chispeaban. Iba a ser una velada divertida.

Los vio hablar y cuchichear entre ellos, disputándose a las bailarinas mientras atacaban voraces la mesa de comida. Notó como el rubio la señalaba y supo que acababa de convertirse en su presa. Lo que él no sabía es que también ella tenía ganas de una buena caza. Por un momento, se preguntó si el resto de bailarinas serían conscientes de lo que iba a sucederles, pero en seguida se despreocupó. Si las habían ''contratado'' igual que a ella y habían venido de todos modos sin estar preparadas no merecían ni poder quejarse.

Poco a poco, se fue aburriendo. Llevaban solo dos canciones, pero todo era ensayado y a ella le gustaba improvisar. Miró a su alrededor y vio algo interesante. Había un par de postes rodeados con flores dispersos por el jardín, seguramente para decorar. Aunque ella planeaba darles un uso diferente. Esperó al momento correcto, cuando la música comenzó a acelerarse. Cerrando los ojos un segundo, utilizó el poder de su fruta y reclamó para si los ojos de los presentes. No fue algo repentino, sino gradual. Se alejó de las bailarinas haciendo cabriolas hasta llegar al poste, y de un par de saltos y piruetas llegó a la cima. Se inclinó haciendo la parodia de una reverencia mientras se sujetaba la escueta ''falda'' con una mano. Y entonces comenzó a bailar de nuevo. Contrariando todo pronóstico, no se cayó. Giraba y giraba con elegancia natural apoyada en la punta de un pie. Saltó en el sitio, movió los brazos y sonrió a su público para atraerlo más hacia ella. Las bailarinas al verla se habían bajado de la plataforma y continuado su danza por el jardín. ¿Qué importaba romper el programa? Improvisar era mejor.

Cuando cayó del poste, lo hizo por propia voluntad. Y se aseguró de agarrarse con las piernas a medio camino y girar hasta estar bocarriba de nuevo. Siguió dando vueltas un rato, jugando e inventando movimientos a cada segundo, hasta llegar al suelo y continuar caminando como si nada hubiera sucedido. Se acercó a los comensales con paso seguro y la respiración ligeramente acelerada. Para entonces ya había eliminado el efecto de su fruta; no pretendía que se le echaran encima como una panda de lobos. Y aun así notaba su deseo. Se relamió para si pensando en el postre que le esperaba después de la fiesta, ¿Qué sangre sería más deliciosa?

Pero apartó esos pensamientos para centrarse en el presente. Ignorando al resto, se acercó al anfitrión y repitió la reverencia casi burlona, sin dejar de mirarle a los ojos. Parecía alguien... encantador.

-Hermosa fiesta... señor.


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Mar 16 Ago 2016 - 1:11}

Se había fijado. Notó cómo mis ojos se clavaban en ella y me devolvió una sonrisa tan afilada que a poco me cortó la respiración. El cabello, la elegancia del movimiento, aquella forma de vestir... Y la bailarina era perfecta también. Sin duda iba a ser divertido tener un rato a solas con ella, aunque tal vez por el momento sólo la trate con suavidad; al fin y al cabo los momentos más deliciosos son aquellos previos al que hará historia, ¿No? Pocas cosas quedan cuando lo tienes todo, y el deseo por esa mujer era una sensación que por el momento no era molesto experimentar. Si en algún momento llegaba a resultar nociva... Bueno, habría sitio para alguien más en los estercoleros de esta ciudad.

No necesité mirar. Supe de repente que todos habían visto en ella lo mismo que yo, y poco a poco ese deseo sólo pudo aumentar. ¿Celos? Puede. ¿Cómo lo supe? La canción de eructos y el ruidoso masticar de aquellos becerros se interrumpió por completo al tiempo que nuestra bailarina copaba todas las miradas. Incluso juraría que los encargados de seguridad que se encontraban en el jardín estaban mirando. No podía culparlos, era espectacular. Sin embargo, luego los mataré. Nadie mira a mi presa sin mi permiso.

Mi mirada la siguió en todo su baile, su reverencia, y su escalada. Definitivamente fue una buena idea poner los sillones nuevos, o girar el cuello en lugar del mueble habría sido un verdadero horror. Por suerte la zona baja estaba formada por una pieza cilíndrica que permitía rotar, o habría sufrido un contratiempo a la hora de seguir el espectáculo dignamente. ¿Qué habría sido de esa carrerilla hacia su nuevo juguete? Y sobre todo, no podía evitar pensar en qué habría sido de esas nalgas perfectas si yo no hubiera podido verlas con total precisión... Y bueno, la perspectiva de los pechos casi fluyendo a través del sostén dorado sin duda fueron algo digno de recordar en aquella reverencia antes de que los bailes comenzaran y mis eventuales amigos casi echaran espumarajos por la boca a causa de ello. Lo entendía perfectamente, pero no sé por qué he decidido darles una fiesta, podría matarlos de un tiro mientras duermen... Me pierde la bondad, qué se le va a hacer.

¿Qué hago de pie? Por un instante he cerrado los ojos, y ahora estoy frente a ella. ¿Debía hacer algo? Una forma cordial de responder a su cálido saludo sería devolverle la reverencia, pero yo no tengo nada que mostrar en ella, y el cuerpo de esta mujer todavía me impide pensar con claridad. Y encima ha vuelto el ruido de la comida, las voces de bocas llenas y encima se acercan como seductores a las damas de primera categoría que he exigido trajeran a este evento. Cinco furcias menos en la ciudad, pero un largo rato de diversión para al menos una persona... Cuatro, cuatro furcias. Una de momento no debo reclamarla, puede ser más divertido así.

-Sospecho que eso es un halago a ti misma- respondí, con naturalidad, alzando los brazos y señalando alrededor. Obviamente el lugar era precioso, las chicas guapas y la música buena, pero no había una bailarina mejor en toda la estancia, los aperitivos no tenía muy claro fueran de la mejor calidad, pues con eso del veneno no tenía pensado probarlos y el vino era... Bueno, el vino era decente-. Iluminas la noche con tu...- para que engañarnos, con su todo-, con tu todo.

Sonreí ampliamente, entrecerrando los ojos y dejándome caer en el sillón con una gracilidad más propia de una dama que de mí, pero al menos sin perder elegancia. El veneno tardaría apenas dos horas en hacer efecto, y cuando mis invitados comenzaran a convulsionar y su sangre a salir descontrolada por la boca las rejas caerían en las dos entradas de la sala, dejando a los diez a solas, cuatro de ellos muertos y cinco mujeres al borde de un trauma. O eso espero, las chicas que no se asustan con un cadáver me gustan, pero cuatro simultáneos es algo que hasta a mí me escama. Lo cierto es que me agradaría verlas a todas llorando en un rincón, sin saber si vivir o morir.... ¡Mierda! No había contado con que una de las mujeres me gustase hasta este punto.

-Señorita...- comenté, arrastrando la palabra a ver si descubría su nombre-. Si tienes hambre no comas de la mesa, por favor; pide a cualquiera de los camareros que te traigan algo. Me gustaría que quedase íntegra para nuestros invitados.

Dos palmadas, y un hombre de blanco apareció, con una pequeña bandeja en alto y un paño rojo sobre el otro brazo, contra el vientre. "Tengo que apuntar; el camarero también debe caer al final".

-No me gustaría que tus labios probasen algo mediocre, la chusma está bien así. Pero tú no- la chusma estaba ocupada comiendo y "seduciendo" mujeres bastante menos agraciadas que el monumento que tengo delante, pero hermosas en cualquier caso. No lo suficiente para despertar mi interés, pero muy monas. Era una suerte que esos cuatro ni se molestaran en hacerme caso, aunque la fiesta estaba pensada para eso-. Si quieres algo a tu altura, sólo pídelo. Y, si no te importa, baila un poco para mí.

Mi nombre es Yarmin Prince. Tengo veinte años, y adoro mi trabajo.


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Mar 16 Ago 2016 - 23:10}

Aki, erguida frente al hombre que la había comprado por una noche, giró levemente la cabeza y ensanchó la sonrisa en su cara al oír su respuesta. Se llevó una mano al pecho como si estuviera avergonzada, pero no apartó la mirada ni por un instante.

-Me halagáis, mi señor. Tan solo soy una humilde bailarina.- La pelirroja había descubierto que encontraba deliciosa la ironía de tratar de usted al hombre que planeaba devorar más adelante. En un sentido seguramente más literal de lo que le gustaría. ¿Era así como se divertía el gato con el ratón? Siguiéndole de cerca y dejándole creer que ha llegado a un lugar seguro justo antes de pisarle la cola y saltar sobre su presa. -Y aunque lleváis razón, prefiero considerarlo un elogio también para usted, que logró que estuviera hoy aquí.

El caballero se sentó en el sillón que le pertenecía con una elegancia curiosa. Habría desentonado en otro hombre, pero no en él. Parecía hacer todo con la misma delicadeza inocente, como si no se diera cuenta de cómo se movía. Algo tan natural semejaba casi calculado.

Volvió a hablar, rogándole que no tocara la mesa de la comida. La joven elevó una ceja, interrogante, pero no cuestionó la sugerencia. ¿Habría algo en la comida? Pronto lo averiguaría. Le dedicó una sonrisa dulce al oír su segunda petición. Eso si que no tenía que pedírselo dos veces; era lo que había venido hacer.

- Mi nombre es Aki. Aki D. Arlia.- No olvidaría ese nombre, desde luego.-Sus deseos son órdenes para mi, mi señor.-Sus ojos relucieron salvajes por un momento y su sonrisa se volvió más afilada, pensando en el tratamiento que planeaba darle después a ''su señor''. -Deme apenas un momento. No se arrepentirá.

Se alejó un poco, caminando sin prisa, hasta llegar a los altavoces. Cambió de canción una y otra vez hasta encontrar la que buscaba. Entretanto, alcanzó a oír un gemido proveniente de la primera de las bailarinas en sucumbir a su invitado. Se habían dado prisa. Cuando se giró para volver la vio con el sujetador colgando y la mano de su cliente, porque otra cosa no era, viajando por lugares inciertos. Pero según se acercaba al afortunado rubio la música fue aumentando de volumen detrás de si. Aprovechó su poder para que el deseo de esa persona creciera al mismo ritmo que la canción. Requería algo de práctica, pero por suerte de eso le sobraba.

Despacio, adelantó una pierna y llevó las manos  a su cadera derecha, donde se anudaba la ''falda'' casi transparente. De un segundo a otro, cambio su apariencia como lo habría hecho consigo misma de haberlo necesitado, para que pareciese más largo a ojos de los presentes.Tanto como lo requería el velo de este tipo de danza. Si alguien notaba el cambio, pronto lo olvidaría. La desató y la pasó por detrás de si revelando sus piernas largas y torneadas. Lo extendió a su espalda y comenzó a mover las caderas de manera precisa, un toque cada vez, sin dejar de caminar.

Dio dos vueltas alrededor de su presa, girando a su vez. Sus pies apenas rozaban el suelo, y si la música parase no se oiría el sonido de sus movimientos. Era poco más que una sombra a todo color. Se fue acercando a él, jugando con el velo, hasta quedar de espaldas frente al rubio. Las formas de su cuerpo se adivinaban a través de la tela transparente, y cada uno de sus movimientos parecía acentuado por ese hecho.

Cuando al fin se hartó volvió a girarse y lo tiró al regazo del anfitrión con una sonrisa mientras volvía a acercársele. Posó una mano en su hombro apenas rozándolo y dio la vuelta entera alrededor del sillón. Su danza se volvió más provocativa, menos oriental y más... insistente. La música le seguía el juego, pero no duraría mucho. La pelirroja no dejó de agitar su pelo, su cintura y su cuerpo entero hasta que la última de las notas se apagó en el aire. Solo entonces cesó el efecto de su fruta... por lo menos de aumentarlo. Oculta tras el sillón y rozándole con la melena, volvió a posar cada mano en cada hombro del rubio, delicadamente, mientras se inclinaba para susurrarle:

-Todos están entretenidos, mi señor. Llevemos la fiesta a un lugar más... privado.

Oh, ojalá aceptase. Ojalá aceptase y se la llevase lejos. Así podría ponerle contra la pared y morderle el pecho, el cuello, la muñeca y devorar su sangre. Hacía tres días que no comía nada, y poco a poco su control se iba escurriendo por la punta de sus dedos. Era como una bomba de relojería con una incierta cuenta atrás. Le miró sin que le viera, aguardando una respuesta.


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Zorra zalamera... No pude evitar esbozar una sonrisa cómplice cuando me trató de vos. Era como si frivolizase el trato de superioridad que no le pedí, pese a obviamente merecerlo. Esto me lleva a preguntarme bastantes cosas, como hasta dónde está dispuesta esta mujer por unos berries más de propina, hasta dónde llegaré yo en ella, y sobre todo si estará como nueva. Desde luego parece inocente, o lo parecería si cerrara esos ojos que delatan sus intenciones. No sé qué quiere, pero quiere algo, y no es una chica de gustos baratos. Por suerte, tras esta noche, soy rico. También me escama su boca, pero al mismo tiempo no puedo dejar de mirar la mueca que forman sus labios. Casi diría que es yo, pero eso es imposible.

Aki D. Arlia... ¿Debería preguntar si esa consonante pertenecía a algún apellido o pertenecería a ese linaje endógamo del Rey de los Piratas? Aunque en realidad la pregunta era ¿De qué me suena su nombre? Da igual lo que repasara en mi mente, no era capaz de ubicarla. Tal vez lo haya leído en un foco de neón en esta isla... Soy un chico muy afortunado. Repetí esa afirmación en mi cabeza varias veces, cada una de forma más vehemente, mientras la cabellera roja como el fuego ondeaba al ritmo de sus caderas esculpidas en mármol durante su breve viaje a la mesa de mezclas, y cambió la música en el peor momento. O en el mejor, quién sabe. Me liberó momentáneamente de este estúpido atontamiento.

-Veo que los demás ya han empezado su fiesta- dije en un susurro cuando, coincidiendo al tiempo que una música cesaba y la otra aún no comenzó, escuché un gemido en mi espalda. El juego había comenzado para todos; era hora de sacar un par de fichas y centrarse en la mano.

No ignoré su gesto de curiosidad al pedirle que no comiera, pero la presencia del camarero sospecho que la hizo fiarse un poco de mí. Lo justo, o tal vez demasiado. Lo que estaba claro era que, si bien yo había comenzado a mover mis torres, la reina se alzaba desde el otro lado del tablero. Dije mármol, pero era ambrosía, y susurré palabras inauditas en un idioma que nunca he escuchado. Me sentía cada vez más necesitado de ella, y mi cuerpo me pedía relajar la tensión.

La falda dejó de ser falda para ser velo, y las eternas piernas de la mujer describieron una danza sólo comparable a un anillo de llamas hipnóticas. Quería tocarlo, deseaba ser parte de aquella nube de color, fundirme en ella y bailar... Pero por otro lado quería hacerla dejar el velo y obligarla a obedecer. Deseaba verla a cuatro patas pidiéndole clemencia, mientras decidía qué castigo darle por haber entrado donde no debía. ¿O tal vez era el lugar más acertado?

Se movía con una gracilidad pasmosa, y mis ojos apenas captaban a distinguirla, cuando una llamarada de lentejuelas voló a mi cara. Era su velo, y ahora ella daba vueltas a mi alrededor, rozándome con las suaves yemas de sus dedos y haciéndome desear llevar los hombros desnudos. La melena acariciaba mi nuca cuando su cabello coincidía tras el sillón, y vuelta tras vuelta me sumergía más en un remolino del que no podía ni quería salir.

Puedo notar el roce de sus pechos, y su voz hace que hasta el último poro se me erice. Sus manos me toman de rehén mientras esos ojos que no veo me incendian en un deseo cada vez mayor... Aunque ha llegado a su punto álgido, como la canción. Ha terminado, y con mi erección, tan fuerte que no me voy ni a molestar en disimular, falta demasiada sangre como para pensar en otra cosa que no sea hacer caso a mi pene.

-S-sí- tartamudeé, y mi propia voz me hace estremecerme... Necesito relajarme un momento, necesito pensar con claridad-. Dame s-sólo un momento.

Me fue difícil levantarme, era como si sus manos tan delicadas pesasen toneladas, y cada paso alejándome de ella hacía que me doliera... Apenas podía pensar. Saqué mi Parabellum de la chaqueta, y me acerqué al primero de mis "amigos".

-Disculpa- dije, ocultando el arma, y cuando pude levantar a la bailarina de entre las piernas del otro empezó a gritar como un loco, ofendido. Estuvo a punto de levantarse cuando vio que la desnuda mujer besaba ahora con esa boca de zorra mis labios de caballero... Aunque no sea, ni por asomo, un caballero. Pero, como iba diciendo, su amago de levantarse terminó cuando una bala atravesó su frente-. ¡Oh sí!

Desde luego había sido una tontería, aunque por suerte con los gemidos el disparo apenas se sintió como un zumbido lejano, y antes de que el sabor a semen impregnase totalmente mi boca, había una furcia muerta sobre uno de los cuatro cerditos. Sólo quedaban tres.

-Ya estoy de vuelta, preciosa- comenté. La libido me hace cometer locuras, pero no importa cuando tienes el control sobre la vida de los presentes. Y ella ahora tenía esas dos opciones, vivir para mí o morir como los demás. Aun así, guardé el arma. No quería parecer amenazador.

Soy Yarmin Prince. Tengo 20 años, una erección incontrolable y cuando me vuelvo a tirar sobre mi sillón, tiendo una mano a la mujer para que se acomode conmigo.


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Miér 17 Ago 2016 - 13:24}

Quizás había sido un poco dura con él. Notaba su calor aun con la barrera de la ropa y su respiración agitada se colaba en sus oídos haciéndole la boca agua. Se relamió para si y soltó una pequeña risita cantarina al oírle tartamudear. ¿No era adorable? Un hombre a punto de romperse. Al borde del colapso. A punto de caramelo para ser devorado. Aki abrió la boca un poco y se inclinó sobre él dispuesta a morderle la yugular. No quedaban ni dos centímetros de distancia cuando el sentido de lo que estaba diciendo llegó hasta su cerebro. ¿Oh? ¿El corderito se resistía a la loba? Intrigada, apoyó los codos en el respaldo del sillón y aguardó a ver si cometía alguna locura.

No podía saber cuan en lo cierto estaba.

Sus ojos azules captaron el brillo de una pistola mientras el hombre se acercaba a uno de sus invitados. La boca de la pelirroja se abrió en una ''O'' perfecta, antes de soltar una carcajada e incorporarse para ver mejor el espectáculo. Oh, por dios... había ido a dar con uno problemático, en el mejor sentido de la palabra. Desde su posición podía notar el deseo del hombre como olas, latente en él. Estaba sudando, y en su cabeza poca sangre quedaba ya. Pero pese a todo esto, sujetaba el arma con firmeza y determinación. Sin duda estaba acostumbrado a utilizarla. La escondió con naturalidad antes de llegar a la altura de su comensal.  La cabeza de la bailarina que este había elegido subía y bajaba con el mismo ímpetu que minutos antes lo hacían sus caderas.

Él la levantó sin esfuerzo y comenzó a comerle la boca mientras el otro hombre se levantaba. Su vida terminó antes de que pudiera protestar. Cayó al suelo, sangrando y con la polla todavía fuera de los pantalones. La chica pronto estuvo sobre él, en las mismas condiciones.

Espera... espera... ¿San...sangrando? Oh, my...

Los pensamientos de Aki se volvieron algo turbios mientras el olor del líquido rojo llegaba hasta ella. Se llevó un dedo al labio, salivando sin poder evitarlo y con los ojos borrosos fijos en los cuerpos. Lentamente, adelantó un pie en dirección a la carnicería. Y después el otro. Antes de darse cuenta, caminaba hacia allí como hipnotizada. En su cabeza, una voz trataba de frenarla. ¿Es que no tenía reparos? Iban a descubrirla, iban a saber lo que era. Dos personas acababan de morir delante suya y ni siquiera se había preguntado el por qué. Hambrienta, lujuriosa, espantó a la voz de su conciencia. Dos muertos más, dos muertos menos. Podría salir a las calles de la ciudad y a esas horas de la madrugada en cualquier esquina habría un idiota deseoso de morir por ella. ¿Qué tenía de malo coger lo que le quedaba más a mano?

A lo lejos, oyó la voz del anfitrión que le decía algo. Pasó a su lado como una aparición, rozándole de nuevo con el cabello e ignorándole olímpicamente. Aunque no era como si lo estuviera haciendo a posta. Simplemente tenía mucha, mucha hambre. Llegó a la altura de la pareja muerta y alzó a la bailarina sin esfuerzo. Le pasó una mano por la cintura y le extendió el brazo como si pretendiera bailar con ella. Se relamió mientras la contemplaba; todavía estaba cálida y sus labios, rojos. El pelo rubio le caía en ondas alrededor del rostro y tenía los ojos cerrados. Seguramente para disfrutar mejor el último beso de su vida. Se inclinó sobre ella y gentilmente, posó los dientes sobre su labio inferior. El veneno que todavía poseía actuó pronto, haciendo que la sangre manara como de un grifo abierto. Cerrando los ojos y soltando un gemido involuntario, Aki bebió. Acercó más el cadáver y forzó su entrada en la boca de la mujer, besándola. Notaba el líquido caldearla por dentro y renovar sus energías lentamente. Y entonces... lo peor sucedió.

Por lo visto, el afortunado caballero que tenían ambas a los pies había logrado correrse una última vez antes de que le arrebataran la vida y la diversión. Los restos de tal acto quedaron en la boca de la bailarina, que gustosamente se los entregó a la pelirroja. Los muertos no pueden quejarse. Y en el momento en que el semen rozó la lengua de la súcubo, esta recobró la lucidez. Sus pensamientos se aclararon, y su sonrisa se ensanchó mientras devoraba voraz todo lo que restaba. Sus ojos refulgieron con deseo. Poder conseguir alimento de esa manera era una rara ocasión... Y la parte de ella que todavía era humana recelaba ante la idea de conseguir más de la fuente. Pero incluso esa parte se alegraba de poder alimentarse. Debería dar las gracias a su anfitrión, ¿No?

Estaba en el sillón. Soltó a la muñequita, vacía de sangre y de vida, y se acercó a él mucho más calmada. Oía gemidos a sus espaldas; quizás el resto de comensales no se habían dado cuenta del espectáculo, o quizás estaban demasiado asustados como para hacer nada. Como si eso fuera a cambiar lo que les venía encima.

Llegó a su altura y se subió al sillón colocando una pierna a cada lado de las del rubio, sin rozarle más de lo necesario. Erguida sobre él, sonrió y trató de levantarle la barbilla con un dedo. Cesó el efecto de su fruta; que el deseo que sintiera fuera natural. No necesitaba trucos de magia para tenerlo comiendo de su mano. En sus labios todavía había restos de sangre y la pelirroja sabía con solo mirarle que eso iba a excitarle.

-Todavía no se tu nombre.-Le dijo con una pequeña sonrisa traviesa.


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Jue 18 Ago 2016 - 0:29}

No pude evitar que mi ceja se arqueara cuando vi lo que sucedía. Aki me ignoró, aunque la perspectiva de ese culo moviéndose en una pauta hipnótica me hizo perdonarla casi automáticamente. La verdad es que no todos los días tengo oportunidad de contemplar bellezas así, y aunque puedo obtener a casi cualquier mujer, ésta acaba de ganarse un lugar importante en mis caderas... O al menos ha conseguido despertar mi deseo hasta el punto de que la recuerde un largo tiempo. Y va a ser muy largo, por lo que veo. Un momento, ¿Qué demonios?

Parecía un pequeño teatrillo, con la pelirroja protagonizando una obra trágica. Con suma facilidad, levantó de la cintura el cadáver de la joven rubia, embadurnado en sangre suya y de su amante. Ella ya no decía nada, pero la expresión de Aki sería solemne, triste, como de una amiga que pierde a su hermana, como... Como una amante. La besó con pasión pero con solemnidad, una prueba de amor que traspasaría la frontera del tiempo. Y de repente, algo cambió. ¿Por qué terminaba el espectáculo? ¿Qué sucedía? Podía escuchar los gemidos a mi alrededor, y sin dificultad se podía oler las pollas sucias entrando en coños perfumados. Esas mujeres sabían a lo que habían venido; sonreí.

Sin poder evitarlo, casi como acto reflejo, agarré uno de mis viales de reserva, en concreto el último extraído, el del negro que originalmente iba a dar esta fiesta convencido por mí. Era curiosa la relación que de repente se había formado entre nosotros dos, que tras su muerte aún me alimentaba... Delicioso. Mis labios estaban perfectos, y repasé con la lengua mis dientes, tratando de no dejar rastro en lo que mi bailarina terminaba un show que, sin ella saberlo, me hacía desearla cada vez más y más... ¿O se habría dado cuenta? Bien podía ser una parte en absoluto improvisada, preparada para sacar lo peor de mí, lo mejor de mí.

Fue un trago delicioso, aunque odié siempre tener que derrochar mi colección así. Sin embargo, la demás ya es sangre vieja y su sabor pierde potencia. Definitivamente es una pena, pero si tal luego le cojo otra muestra, en la nevera se conserva más o menos bien, aunque a pedazos. ¿Qué podría darle a esta mujer? Mi mente en un instante repasó todas mis experiencias, y la única que podía compararse era... No, de ninguna manera; me niego en redondo.

-Oh, has vuelto- comenté con cierta naturalidad cuando se subió encima de mí, y de repente me arrepentí de haber colocado un sillón tan grande. Aunque lo pensé para lo que estaban siendo usados los demás, de otro modo habría sido muy desafortunado-. Empezaba a pensar que...

Que era perfecta. Me llevó con un dedo el rostro frente al suyo, y pude ver en la comisura de sus labios restos de sangre fresca, presumiblemente de la que fue su amante segundos antes. ¿Cómo podía resistirme a alguien como yo? Era inconcebible, y mientras trataba de pensar en algo que impidiera a mi entrepierna rozar la suya (aunque se demostró tarea imposible finalmente), llegó la pregunta del día.

-Me llamo Mihael- contesté. Era el primero que se me ocurrió hacía un par de semanas cuando necesité un nombre-. Mihael Markov.

En el North Blue aquel apellido siempre había sido sinónimo de poder y, en los últimos tiempos, terror. La erótica que despertaba el familiar de un emperador como había sido Derian hacía que apenas necesitara de mi fruta para llevarme el gato al agua. Aunque con esta mujer iba a ser más difícil; no obstante...

-Déjame que te limpie esa mancha- comenté, acercando mi rostro al suyo tratando de robarle un beso y, de paso, probar la bailarina que me había robado la sobreexcitación...

Mi nombre es Yarmin Prince. Tengo veinte años, y un amor incondicional por las malas ideas. Por suerte, suelen salirme bien; esperemos que la suerte siga de mi parte.


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Jue 18 Ago 2016 - 11:54}

De repente, subida como estaba encima del rubio, un olor llegó hasta Aki. ¿Sangre? Su sonrisa se ensanchó un poco. Le miró con sus ojos azules, inquisitiva. En ellos había rastros de la lujuria que ocultaban, pero también estaban calmados. La joven respiraba profunda, pero acompasadamente. Había tenido suerte, mucha suerte. Normalmente, la falta de ‘’alimento’’ la volvía un poco… caprichosa. La sangre era un buen sustituto, pero no la calmaba lo suficiente. Su cabeza se volvía borrosa si no la probaba en días, y muchos cadáveres habían visto los efectos de esto. Sin embargo, el semen la volvía lúcida. Hacía que recuperase sus fuerzas en un instante, además de aclarar sus pensamientos y lograr saciarla para días.

Por ello pudo mirarle sin saltarle encima. Estaba analizando la situación. ¿Quién era, que se desfogaba matando a sus invitados y bebía sangre cuando nadie lo miraba? Notó la picazón de la curiosidad y sus ojos se abrieron como platos cuando oyó la respuesta. Un segundo más tarde estaba riendo, con la mano en la frente. Por supuesto. Mihael Markov. Markov. Qué puntería tenía, por dios. Primero Derian. Luego, el idiota con su fruta. Y ahora, un pariente con costumbres similares. Desde luego era una familia interesante; comprensible lo que ocurría en el North Blue. Vio cómo se inclinaba tratando de robarle un beso. Sonriendo benevolente, le dejó. Que saborease la sangre que aún quedaba en su boca, y la disfrutase. Le mordió el labio y jugó con él como si fuera su juguete. Segundos, o quizás una eternidad más tarde, se separó de él y le acarició la barbilla con un dedo.

- En verdad tengo puntería. Espero que lo hayas disfrutado, porque no tendrás más. Sin embargo, la noche es joven…-Se fue acercando más a él, hasta susurrarle traviesa al oído.- Y yo todavía tengo hambre.- Le mordió la oreja justo antes de descabalgar del sillón y acercarse a la mesa de las viandas. Agarró un cuchillo de carne y volvió frente a su anfitrión.

- No eres al primer Markov que conozco. En mi opinión, este encuentro hay que celebrarlo. Has organizado una buena fiesta, pero…- Nuevamente se acercó más, rozándole con la parte plana del cuchillo por el cuello.- ¿Qué me dices de acabar aquí e irnos… de caza?

Acto seguido, oyó a su espalda un gemido algo más alto que los demás. Sonriendo y con los ojos brillantes, contó hasta tres y lanzó el cuchillo detrás de sí. En el blanco. Otro cerdito menos. Se acercó a la bailarina asustada y se agachó a su lado tranquilizándola con caricias en los hombros. Agarró su arma improvisada y se la hundió en el corazón mientras sus manos exploraban el cuerpo de la bailarina en busca de su premio. Con los ojos cerrados, y sin importarle un pimiento lo que pensara el rubio, se lamió el dedo disfrutando la recompensa. Luego, volvió a levantarse y mirarle inquisitiva.

- Quedan dos, Mihael. ¿Quieres repartir? - Le preguntó con amabilidad. Era un Markov, al fin y al cabo. Comprobaría cuanto se parecía a su pariente… antes o después.


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Dom 21 Ago 2016 - 20:31}

No era sólo la sangre, era su tacto. Su olor a tan poca distancia, el ritmo acompasado de su respiración y el calor de su pecho tan cercano. Pude saborear lo que había en sus labios y beber lo que descansaba sobre ellos; sentí cómo mi deseo aumentaba por momentos y pensé que ella también lo disfrutaba. Y de hecho, probablemente así fuera. Sin embargo me frenó demasiado deprisa, haciéndose cómplice de tantas otras noches en las que mis apetitos más humanos no pudieron ser saciados. ¿Por qué esta mujer jugaba conmigo? ¿Por qué la dejaba jugarme esta mala pasada?

-Nadie niega a los príncipes su derecho- respondí, airado. ¿A quién quería engañar? Con aquel mordisco sobre mi oreja me hizo tan inofensivo como un pequeño gato dormido.

Ronroneé mientras se bajaba de mí, y no pude evitar estirarme sobre el sillón mientras esperaba su siguiente paso. Y el siguiente tras el primero, y tras que cogiera el cuchillo... Fue hermoso cuando me hizo sentir tan indefenso, tan vulnerable. ¿Es así cómo se sienten los humanos? Tragué saliva, algo nervioso. No podía escapar, pero si era verme rogar esa mujer no iba a conseguir que... ¡Gracias al cielo! Lanzó el cuchillo lejos de mí al tiempo que un gemido me estalló en los oídos, y miré.

La escena fue perfecta, no podía distinguir dónde terminaba la violencia y empezaba el arte, pero veía uno de mis invitados atravesado en el corazón. ¿Cómo lo ha hecho sin matar a la mujer que aba brincos sobre él? Increíble la suerte que llegaba a tener, aunque no fue suficiente. Las manos suaves de Aki la tomaron, y el cuchillo suave de Aki la tomó también. La verdad es que unirme a la fiesta, tras aquello, significaba mucho. Tenía que jugar.

Me levanté, y caminé incómodo con la erección hasta que llegué donde el tercero de nuestros amigos, y bajé lentamente mi bragueta mientras la cabeza de la bailarina se inclinaba hacia donde debía trabajar. Por suerte este hombre no era tan celoso, y hundido en su orgasmo me sonrió de forma dantesca, feliz de la vida. De lo que le quedaba de vida.

No tardé en dispararle, y mientras su carótida manaba sangre de un círculo perfecto los espasmos en su cuerpo incrementaron el brío de mi hambrienta bailarina, que absorta en lo que estaba trabajando ignoró, o fingió ignorar, el ruido sobre su cabeza. Cosa que no hicieron los otros dos.

-Calmaos, no ha sido nada- dije mirándolos mientras guardaba el arma, y siguieron a lo suyo. Sin embargo, tras probar las mieles de la pelirroja en con la punta de los labios esta mujer, morena y hermosa, no era capaz de satisfacer lo que ella debía sanar. Era una pena, pero con un fuerte movimiento le rompí el cuello.

Y me corrí al sentirla muerta.


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Aki se rió medio condescendiente, entretenida con las palabras del rubio. Si, había sonado fiero, pero había ronroneado cual gatito recién nacido tan pronto como ella se había apartado. Lo sentía por él, pero ahora estaba en su terreno. Podía ser su fiesta, sus invitados, su casa, su mundo. Pero en cuanto la reina entra en el tablero, lo conquista sin desperdiciar un solo movimiento. Leía en sus ojos cada una de sus emociones. Inquietud, cuando agarró el cuchillo. Alivio y leve admiración, cuando mató al hombre... y deseo, cuando se inclinó sobre la bailarina.

Sentada en el suelo, se relamió mientras contemplaba como se acercaba. Distraída, agarró un mechón de la cabellera de la muñequita que tenía al lado y comenzó a trenzarlo mientras veía la escena que se desarrollaba enfrente. La otra morena terminó su tarea y se giró a servir a su otro señor. ¿Intentaba comprar su vida? Buena suerte, pequeña. El hombre sonrió mientras en sus ojos se apagaba la luz, y la joven... la joven no fue lo suficientemente buena. Quizás ninguna humana podría haberlo sido en ese momento. Le partió el cuello casi con cariño, con... ¿Ternura? Puede que fuera misericordia. Murió en el acto, y tan pronto cayó al suelo Aki se levantó.

Con elegancia devoró la distancia que los separaba y rodeándole la cintura la levantó. Nuevamente, besó a la bailarina muerta. Saboreó aquello que la alimentaba, encantada. Los dos sabores, el del cerdito y el del ''príncipe'' se mezclaban en su boca junto con el de la joven. Hermoso trío, reflejo de la situación. Al final, la soltó y miró al rubio todavía con la bragueta abierta.

-Guárdate la flauta, príncipe. Ante una reina incluso tú has de mantener la decencia. -Le dijo con una sonrisa traviesa. Le guiñó el ojo antes de girarse hacia el último par. Había algo extraño. Habían visto las muertes, sabían, tenían que saber lo que se les venía encima. Y pese a ello continuaban haciendo el amor como si nada más les importase. Y sin embargo, se habían calmado en cuanto el rubio se lo había pedido. ¿Por obra de qué había logrado hacer eso? Hmm. Sin duda era algo que debía averiguar.

Sin dejar de darle vueltas, se colocó por detrás del último cerdito y depositó un beso suave como el aleteo de una mariposa en su frente, a la vez que le rebanaba el pescuezo. No dijo nada, no se quejó ni intentó apartarse. Murió con una sonrisa entre sus brazos, con la última bailarina sobre él. A ella no la descabalgó. Le cogió la barbilla y le preguntó con una sonrisa.

-Eres la última, pequeña. ¿Cómo quieres abandonar este mundo?

Vio como la joven tragaba saliva, nerviosa. Pero le dirigió una sonrisa temblorosa antes de apartarse el pelo y decirle:

-He visto lo que les ha pasado a las demás...Tómame como desees, pero intenta que no me duela. Y-ya lo he asumido.

Aki le revolvió el pelo. Era valiente. Pero también un estorbo. Le hundió el cuchillo en el pecho y lo giró con saña. En apenas unos segundos, yacía muerta entre sus brazos. La pelirroja se desembarazó de ella y lamió el cuchillo girándose hacia el rubio.

-Aún aguardo una respuesta, Mihael. ¿Vendrías a cazar conmigo?


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Mar 23 Ago 2016 - 23:35}

-Ahora lo quieres, ¿No?- comenté cuando la avidez de aquella mujer hizo que la distancia se convirtiera en un recuerdo. Sin embargo, en lugar de dirigirse a mí me quitó mi juguete de las manos.

Eso acababa de ser grosero. ¡Había sacado a la bailarina de mi polla! Y no contenta con eso, la asió de la cintura dándole el mejor beso de su ahora no vida. Pero, lo peor, es que había decidido tragarse mi semen sin ni siquiera pedirme permiso. Sin recurrir al intermediario. Me sentí violado, no podía notarme de otra forma. Mi cara debía parecer lo más similar a una rabieta de niño pequeño, pero no era para menos. Mi propia fiesta, ¡En mi propia fiesta estaba matando a mis invitados! Y ni siquiera me la chupó para compensarlo.

-¿Y sabe la reina que hay que ser educado con su anfitrión?- respondí en un airado gesto señalando la flauta, que seguía inexplicablemente lista para un concierto. Tras ello, me la recogí y miré con cierto desdén la atención que prestaba de nuevo a mis invitados, y cuando conseguí abrocharme de nuevo la cremallera de los pantalones, ella ya había matado a otras dos personas. ¡Mis últimas dos víctimas! Ni siquiera les había sacado una muestra para mi nevera... Maldita seas, Aki.

Ella volvió a mirarme, y me preguntó si deseaba ir de caza... La verdad es que me había quedado con algo de hambre, y mis apetitos estaban completamente sin saciar. No podía dejar de imaginarme a aquella mujer bailando sobre mí mientras yo marcaba el ritmo y ella trataba de robarlo... Y lo conseguía. No sabía por qué la deseaba con tal fervor, pero mi vehemencia no hizo más que tomar fuerzas al imaginarnos bebiendo del mismo cuerpo, aún agonizante. Tal vez ahí si que lograse algo de ella.

-Cazar... Hace tiempo que no salgo a por presas- hice una pausa. Mihaela me había hablado muy poco sobre Derian, pero hasta a mí eso me parecía demasiado dramático para un Markov. En fin, dicho estaba-. Sin embargo, hay otras cosas que también me apetecen...

Me acerqué a ella y traté de acariciarle el cabello, pasar las manos por su cuello y masajear su hombro con mucha suavidad, casi como ella había hecho hacía un instante. Luego la miraría a los ojos y traaría de entrever qué se ocultaba en esos zafiros iridiscentes.

-Pero mejor cacemos, me gustas más como compañera.

Fue un movimiento muy sutil, dejando caer de forma delicada una de esas tarjetas que tenía en la manga del abrigo para estos casos. L.O.V.E.M.U.F.F.I.N. abría sus puertas una vez más.


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Vaya, ahora sí que se había enfadado. Le miró parpadeando con inocencia, pensando que malo sería que no se calmase con el postre. No pudo evitar echar un vistazo de reojo mientras se guardaba... la flauta, y relamerse. Pero apartó la mirada antes de que se diera cuenta; esa imagen se la quedaría para si. Debía recordar las reglas que se había impuesto.

Aki abrió los ojos con interés al escuchar la respuesta del rubio. Así que no se había equivocado, en verdad solía ir a buscar presas. Sin duda debía de ser pasatiempo de familia... aunque realmente Derian no solía hacerlo, o al menos ella no le había visto fuera de la guerra. Quizás era ella la que estaba torcida, pero ese es un pensamiento que apartó rápidamente. Eso era algo que ya sabía, pero de todas maneras no hacía esto porque le gustara... no mucho al menos. Necesitaba el alimento.

Y la idea de conocer más al señor Markov la atraía enormemente. Sin duda era alguien curioso... y encantador.

Se acercó a ella y por una vez en su vida, se quedó quieta. Cerró los ojos dejando que sus manos jugaran con su pelo y rozaran suavemente sus hombros, masajeándolos. Suspiró quedamente, exhibiendo una sonrisa ladeada. Era más gentil que su pariente, pero también menos fogoso. Tomó nota de la diferencia, curiosa. En el momento justo, notó algo rozándole el brazo y colocó la mano para recibir lo que le había dado. Sus ojos se abrieron interrogantes, contemplando la tarjeta.

L.O.V.E.M.U.F.F.I.N

League Of Villainous Evildoers Maniacally United For Frightening Investments in Naughtiness

¿Oh? De nuevo había logrado sorprenderla. Esto no se lo esperaba, y no estaba segura de que su lugar estuviera ahí. Ella no era malvada, tan solo le gustaba jugar. Y dado que esta gente iba a morir, no había problema con divertirse un poco... ¿No? Sin embargo, y después del desastre que había armado, sintió que declinar inmediatamente la oferta sería una descortesía fuera de los límites. Hizo desaparecer la tarjeta entre sus escuetas ropas y le miró. Le posó la mano en el cuello, suavemente, y le contestó:

-En realidad, me gusta jugar en solitario. Pero por esta noche haré una excepción, así que ven. Te conseguiré el mejor postre en todo Rainbase.

Acto seguido, le dejó ahí y girándose se dirigió hacia la salida lentamente, esperando a que le acompañase. ¿Cómo lo haría? No tenía ni idea. Pero no sería muy complicado encontrar algo divertido que hacer en una ciudad así. Debería buscar ropas más apropiadas por el camino... pero eso tampoco sería un problema. En última instancia le quedaba su fruta.

-Oh, y antes de que me olvide. La reina vino aquí esta noche buscando entretenerle, mi señor. Si está aburrido le devolveré las ropas que me regaló en este instante, pero en caso contrario debería relajarse. La noche es joven, mi príncipe.-Remató en un tono ligeramente burlón. Sin embargo, sus ojos eran amables. Tan solo quería divertirse... y estaba segura de que él también.


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Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] Empty Re: Una fiesta... peculiar [Privado Aki - Yarmin] [+18, +24, +33, +666] {Jue 25 Ago 2016 - 1:09}

Aunque no aceptó me fue inevitable sonreír. ¿Cómo osaba yo que la reina se apuntara a aquello? No era la clase de persona que ansiaba poder, sólo quería destrucción gratuita. O eso pareció cuando de forma casi erótica ensartó a mi último juguete de hoy... Aunque he de reconocer que lo hizo de una forma extraordinaria, con una pericia que ni yo mismo, y eso que me dedico a esto casi en cuerpo y alma; al menos todo lo que me permiten, claro.

-No importa, supongo- dije lentamente, intentando no sonar ofendido-. Es normal que una chica como tú prefiera cazar sola. Al fin y al cabo, entre varios la emoción de la cacería se pierde; como cuando matan a tus invitados...

La maté con la mirada un momento, aunque no pude evitar reírme. Cruzarme con esta mujer no estaba en mis planes, pero estaba haciendo la jornada mucho más interesante. Aunque mi risa, sin embargo, era más histérica que otra cosa. Había revelado la existencia de mi organización a quien no debía, y ahora tenía tiempo agotándose en un delicado equilibrio hasta que alguien hiciera que esa boca bonita se abriera... Y no fuera para meterle una polla dentro. A partir de ahora, yo personalmente haré el casting de bailarinas, no puedo permitir que se repitan estos contratiempos.

-El mejor postre de toda Rainbase...

Irónicamente estaba pensando en una tarta de higos y dátiles, aunque me imaginé con facilidad a lo que se refería. Bueno, era difícil pensar que tras matar a ocho personas me ofreciera tarta, ¿No? Aunque habría sido un detalle alucinante. De todas formas no me gustaba esa clase de pastel, aunque al parecer en el desierto era muy reputado. Pero yo siempre he sido de gustos más exquisitos, más de tonos rojos y granates, más de vinos con cuerpo y sabor ferroso... Más de carnes vivas.

-La verdad, no me aburro en absoluto- comenté con tono burlón-. Pero si te quieres quitar la ropa yo no pienso impedírtelo. Es más...

Me pensé seriamente mis siguientes palabras; ¿Debía hacerlo? Es decir, rozaba los límites de lo inmoral pedir a una mujer que saliera desnuda a la calle y esas cosas. Pero nunca me ha importado eso un bledo.

Tras unas palabras, sin darle mucha importancia, la seguí al exterior, no sin antes dar las instrucciones pertinentes para deshacerse de las bailarinas. Los camellos iban a ser enviados a Ennies Lobby en una preciosa caja de regalo, y esperaba que el pago fuera jugoso a pesar de no tener recompensa; estoy un poco harto de eso del honor en servir a la nación y todo el rollo. Cuando sea mía espero que tengan todos la misma diligencia para ser obedientes, odiaría necesitar una ejecución sumaria. Si la hacía, que fuera por gusto.

Cuando salí a la calle el viento me acarició la cara. Era una sensación muy agradable, y acompañados por la luna las cosas sólo podían ir a mejor. No demasiado, ya que el listón estaba demasiado alto, pero siempre podían mejorarse. E íbamos a mejorarlas. Con suerte podríamos encontrar una pareja de amantes perdidos como buen Don Juan y Doña Inés, o un Romeo con su Julieta. Por el final que tendrían, sin duda quedaba mejor esta última comparación.

Me quité la gorra un momento y dejé que el aire se colara entre mi cabello, y cerré los ojos un instante. Aquello era vida, sólo faltaba ver un par de halcones cazar en el silencio de la noche o que me regalaran un pony. Bueno, el pony arruinaría un poco el cariz que tomaba poco a poco la noche, pero me hacía ilusión tonta. En un día como hoy, borracho de muerte, ya no pensaba con claridad.


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