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El bar... y... ¡qué bar!  [privado Gera Hino y Al Naion] Empty El bar... y... ¡qué bar! [privado Gera Hino y Al Naion] {Miér 7 Dic 2016 - 23:37}

La música resonaba tras la puerta de aquel local. Era un lugar extraño puesto que en la parte superior de la entrada, había una especie de cartel descolgado. En él parecía apreciarse unas letras, si te fijabas bien, podías distinguir una A una L y una O. Las demás estaban completamente borrosas y ni un experto podría lograr encontrarle el significado a aquellas iniciales si es que en algún momento lo tuvieron.
La puerta era de un tamaño normal, poco más de 2 metros de alto y estaba bastante destrozada. Cuando la abrías, podías escuchar un chirrido que denotaba óxido en las bisagras que permitían a aquella puerta abrirse y cerrarse. Lo cierto es que cuando agarrabas la barra que cubría lo largo de la puerta, su elevado peso no facilitaba su apertura.

Una vez que conseguías traspasar el umbral del local, todo lo que lograbas ver era una tarima de madera bastante grande que se situaba justo en frente a la puerta. Unas luces azules provocaban que las paredes asemejasen tener un tono azulado. Varias mujeres estaban situadas en ese espacio elevado y con movimientos sinuosos divertían a la clientela del local. Muchachas con cuerpos semidesnudos y con unos harapos que cubrían aquello que era lo justo y necesario. Una de las muchachas llevaba una especie de tela que se iba enredando por su cuerpo formando así, tiras que cubrían sus pechos y sus partes más íntimas. Otra de las muchachas llevaba un escaso pantalón corto con el que perdías la vista tan sólo con observar cómo movía sus caderas de una manera... sensual. Las contoneaba de un lado a otro sin dejar ni un sólo ángulo del lugar abandonado al movimiento circular que atraía a cualquier ser que en aquel antro se encontrase.

A la derecha de la puerta, podías observar la barra del bar; un lugar en el que muchos clientes se habían afincado. Hombres y mujeres de edades parecidas se situaban en aquel lugar mientras varias copas de bebidas espirituosas les acompañaban. Aquel sitio tenía un aspecto antiguo, una madera oscura disfrazaba toda la parte superior de la barra y además unos dibujos étnicos le daban un toque misterioso a aquel emplazamiento. Detrás de la barra, podías ver diferentes estanterías en las que las botellas con etiquetas extravagantes resultaban llamativas para los foráneos del lugar. Eran bebidas propiamente fabricadas en ese pueblo, los lugareños las proporcionaban a la dueña de aquel local tan variopinto. Una pila de vasos de todos los tamaños y formas, se hacían hueco en la última estantería, siendo así la más baja de todas.

Una mujer con un cabello rubio y largo, cuerpo exuberante dedicaba algún que otro momento a servir copas a los clientes que se acercaban a la barra. Con un gesto amigable, cogía el vaso adecuado a la petición que le habían realizado y se lo colocaba al consumidor delante mientras le echaba un chorro de la bebida espirituosa que desease. El hombre que recibía la última copa servida de ese preciso momento, se dedicaba a sonreír a la mujer y a darle un pequeño sorbo al vaso. La rubia con una sonrisa picarona le deleitaba con movimientos sinuosos mientras sonaba la música y no tenía a nadie más al que servir.

Al fondo, a mano derecha, se podía observar a una muchacha de rodillas. Estaba colocada concretamente encima de la barra con unos atuendos transparentes. Era una mujer con el pelo negro, largo y ondulado que le caía por encima de los hombros y rozaba su cuerpo hasta prácticamente terminar sus pechos. La chica iba vestida con un vestido color blanco transparente,  dejaba entrever tanto los senos con sus respectivos pezones que resaltaban gracias a  una leve brisa que venía de los ventiladores que se colocaban justo encima de aquella muchacha. Una vez que te habías fijado en sus pechos no podías menospreciar su pubis, el cual se dejaba ver gracias a los pliegues perfectamente colocados de aquel precioso vestido.

Las manos de la chica estaban atadas a la parte trasera de su cuerpo con una cinta negra; así como de su cuello se podía ver una especie de cinta con una argolla. En ella, habían atado una cinta que estaba siendo agarrada por una de las muchachas que trabajaba en ese local. La chica que sujetaba la cinta estaba justo al lado, de pié. Su mano derecha sujetaba el lazo mientras que con la otra realizaba movimientos por encima de la otra muchacha. La mujer con un pelo largo y prácticamente sin ninguna ondulación y de un tono violáceo denotaba inseguridad mientras realizaba aquella práctica. Su túnica blanca permitía imaginar cada una de las curvas que aquella chica presentaba. Grandes senos, curvas de escándalo y una extremada timidez ante aquella situación.

Sí, esta soy yo... Gera, la muchacha que tiene atada a la chica, se dice para sí con cada movimiento que realiza con sus manos sobre la otra muchacha.
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