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[Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] - Página 2 Empty Re: [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] {Mar 27 Jun 2017 - 18:24}

Siguiendo los movimientos que tanto la niña con complejo de cowboy como él habían hecho, el pelirrojo se lanzó de frente contra el enorme sujeto, que recibió de lleno el impacto. «Es imposible que salga de esta», pensó Therax. No podía estar más equivocado, puesto que el desproporcionado enemigo los volvió a lanzar a todos hacia atrás con una nueva onda de energía.

Cuando se disponía a lanzar un nuevo ataque, se fijó en que los ojos de Zane, sorprendidos, miraban hacia algún lugar a las espaldas del domador. Sucumbiendo ante la curiosidad, se giró para ver qué era lo que había distraído la atención del caluroso espadachín.

-¡Pero se puede saber qué haces aquí, César! -gritó el rubio al ver cuál era el motivo de la distracción-. ¡Te dije que esperaras a que volviese! Mantente alejado del cabezón de las ondas -añadió antes de volver a centrarse en el corpulento vigilante, sabiendo perfectamente que el viejo lobo no se había planteado en ningún momento intervenir en aquella batalla.

El anciano animal, ignorando completamente lo que le decían, terminó de subir a la cubierta y se dejó caer lo más lejos posible del foco de la lucha. Tras esto, cruzó sus patas delanteras y apoyó la cabeza sobre ellas, preparándose para contemplar la función que se estaba desarrollando frente a él.

Soltando un suspiro de exasperación por la ya habitual rancia actitud de su acompañante, volvió a centrarse en el sujeto que no dejaba de empujarle hacia atrás mediante ondas de choque. En el tiempo que había estado dando inútiles órdenes a la veterana criatura, el guardia del barco parecía haberse centrado completamente en Zane, que se había lanzado contra él tras esquivar varias ondas más.

En teoría, si aquel tipo no era de otro mundo -que, por desgracia, era algo más habitual de lo que podría parecer-, el corte que le había realizado en el muslo debía haber servido para dejárselo entumecido al menos durante un tiempo. Esperando que fuera así, decidió aprovechar el impulso hacia atrás que el ataque de Zane debía tener como consecuencia inmediata y, de un salto, se situó tras el muslo en el que había alcanzado al enemigo anteriormente con la intención de volver a hacer una incisión. Procurando mantenerse fuera de la trayectoria del pelirrojo, esta vez el corte sería en la zona posterior del muslo, tratando de emplear la fuerza del impacto que recibiría de frente para que fuera más profundo.


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[Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] - Página 2 Empty Re: [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] {Miér 28 Jun 2017 - 17:31}

Las ondas cortantes atravesaron su ropa y se abrieron camino por su carne con relativa facilidad, pero la resistencia del mastodonte hizo que prácticamente no se inmutase por mis ataques. Tampoco los de mis compañeros parecieron surtir efecto, porque no tardó en ejecutar otra onda expansiva que nos lanzó de nuevo contra la balaustrada.

Un perro viejo apareció entonces en escena, y el rubio comenzó a hablar con él, así que sería su mascota. Sin prestar atención al chucho volví a centrarme en el grandullón, que parecía preparado para volver a la carga. Sin embargo, sangraba profusamente por el costado allí donde mis ondas cortantes habían impactado, y tenía entumecido el muslo debido al ataque del rubiales. Las ondas enviadas por el pollo ardiente debían estar imbuidas en calor, porque en los cortes que había producido en su tórax se habían producido quemaduras. Sin embargo, a pesar de que la totalidad de las heridas debían producirle cansancio y entumecimiento, además de dolor, el hombre de proporciones extrañas no parecía alterado en lo más mínimo.

Mientras Zane se preparaba para asestar un nuevo golpe de frente y su compañero volvía a atacar el muslo probablemente entumecido del grandote, hice gala de mi agilidad para situarme detrás del hombretón y así evitar los ataques de ambos, para seguidamente efectuar dos ondas cruzadas, en forma de X, que lancé a corta distancia hacia su espalda con intención de que cortasen más carne y provocasen heridas todavía más profundas.
Sin quedarme quieta para ver el efecto de mi ofensa, di un salto hacia atrás para alejarme del tipo y evitar que me diese un manotazo con sus brazos extremadamente largos, y me quedé en posición defensiva, con los brazos cruzados frente al pecho y las elbow blades amenazantes hacia delante, procurando repartir el peso de mi cuerpo entre los dos pies para no perder el equilibrio y estudiando la situación con ojo clínico.
Probablemente aquel señor podía rascarse toda la espalda sin problemas...
Aunque por otro lado debía ser difícil encontrar camisas y camisetas de manga larga que le llegasen a las muñecas.
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[Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] - Página 2 Empty Re: [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] {Sáb 1 Jul 2017 - 13:38}

Mi ataque directo tampoco sirvió para acabar completamente con aquel hombretón; y eso que estaba siendo ayudado por Haruka y el novato. Tras eso, quise alejarme de él para planear un nuevo ataque, sin embargo, por un descuido de mi parte, el intento de gigante de forme me agarró de la pierna derecha y empezó a zarandearme de un lado a otro con violencia, hasta que me soltó y fui directo hacia la pared de madera de un astillero, el cual acabó completamente destruido. Tardé un par de minutos en levantarme. Me encontraba atontado y todo me daba vueltas. Me puse de pie y apenas era capaz de mantener el equilibrio. Agité mi cabeza de un lado al otro e intenté recobrar la normalidad. Al final, tras unos segundos de malestar y de eliminación de materia sólida por lugares anómalos, es decir, por la boca. Alcé el vuelo y volví hacia el barco.

-Has enfadado al pelirrojo equivocado, proyecto de ser humano –me dije, mientras me acercaba hacia el barco. Al llegar, el resto de la banda se encontraba allí, al igual que a los pijos. Aquello era una especie de batalla campal en dos bandos, aunque algunos no sabían que hacer. El gigante perecía tener su ojo puesto sobre Haruka, quizás porque era la que más daño le había hecho en el poco tiempo que estuve fuera, o porque por apariencia era la más débil; aunque eso no fuera así. Pero por alguna razón solo hacía atacarla.

Me dejé caer con delicadeza sobre el suelo del barco. El capitán de los pijos, ¿Ryan era? Ni lo recordaba, se acercó a mí.

—¿Qué te crees que estás haciendo aquí, Zane? Te recuerdo que ahora eres uno de mis hombres, así que para con esta tontería.

Le miré de reojo y sonreí.

—¿De qué diantres te estás riendo? –inquirió, golpeándome con su puño cerrado en la cara.

Aquel golpe iba con fuerza, y mentiría si no dijera que me dolió, pero no tenía la suficiente potencia como para derribarme.

Volví a mirarlo y me puse frente a él.

—¿Te crees que esto es un juego, muchacho? ¿Crees qué porque ganes un juego pasado de moda vas a conseguir compañeros fuertes y leales? Dime, ¿quién te crees que eres? Solo te voy a decir una cosa, ahora voy a encargarme de tu amigo el grandote y luego voy a llevarme todo lo que tengas en el barco, así que no te metas.

Dicho eso, avancé hacia el semi gigante de brazos largos. Sin embargo, mis palabras no parecieron haber convencido a Ryan, que no dudó en atacarme por la espalda. No obstante, gracias a mi haki de observación, pude prever sus intenciones y usé mi haki del rey sobre él, dejándolo de rodillas sobre el suelo, temeroso.

Tras eso, lancé una onda cortante con mi katana, cuya habilidad le dejaría ciego durante unos pocos minutos.




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[Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] - Página 2 Empty Re: [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] {Dom 2 Jul 2017 - 4:39}

El segundo intento que hicieron de tumbar al gigantón tampoco fue suficiente. Al ver que el tipo pensaba continuar dando guerra, Therax se alejó dando un salto hacia atrás. La chica ya había tomado la precaución de separarse de aquella bestia deforme en cuanto había concluido su ataque, mientras que Zane trató de retirarse al mismo tiempo que el rubio.

Por desgracia para el pelirrojo, el desproporcionado hombre parecía haberse obsesionado con él y, tras impedir que se distanciase, lo agitó en al aire para terminar lanzándolo hacia algún lugar que el rubio no pudo ver debido a un creciente alboroto que parecía aproximarse hacia ellos. Un grupo considerable de personas ocuparon de repente la cubierta del barco y, una vez más, el espadachín no tenía ni idea de si eran amigos o enemigos. Desde luego, por la forma en que se miraban entre ellos, allí debía haber al menos dos bandos.

Como el único oponente que tenía identificado era al gigante, se dispuso a volver a acometer contra él. Tib había reaccionado por fin y se situaba junto a él, preparado para ayudarle en todo lo posible. Tras identificar la zona del muslo herido en la cual pensaba que podría hacerle más daño, se lanzó al ataque.

Un extraño sonido le avisó de que algo se aproximaba velozmente contra él. En el último instante, pudo detener en seco su avance, evitando por poco la embestida de -cómo no- otro tipo desconocido, que cayó desde algún lugar por encima de él, interponiéndose entre el domador y su objetivo inicial. El tipo llevaba unas gafas de lo más hortera cubriéndole los ojos, así como algún tipo de protección en sus orejas. ¿Qué era aquello? Vestía una chaqueta oscura que llevaba una hombrera de metal adherida en el hombro izquierdo y, en sus manos, unas maracas de metal debían haber sido las emisoras del sonido que le había alertado.

-¿Y se puede saber quién eres tú? -inquirió Therax-. ¿No me vais a dejar tranquilo o qué?

-Tommy O'Neal, paleto -dijo el tipo con tono prepotente-. Y el que te va a echar de su barco antes de que te des cuenta.

-Eso habrá que verlo -contestó el rubio para, acto seguido, dar dos rápidos pasos hacia delante y realizar un tajo cruzado a nivel de su cintura. Le traía sin cuidado de quién fuera el barco y si era o no un intruso allí, pero no iba a permitir que un pijo bocazas lo amenazara de ese modo.

El tal Tommy interceptó uno de sus sables con una de sus maracas y, tras bascular sobre el brazo que la sostenía, esquivó el otro. Aprovechando la situación, lanzó un puño en dirección a la cara del espadachín sin soltar el instrumento, impactando de pleno y lanzándolo un par de metros hacia atrás sobre la cubierta. Fue un golpe contundente, para qué negarlo, pero nada que no hubiera encajado anteriormente o no fuera a volver a recibir.

No tardó ni un segundo en volver a levantarse. Se había confiado en un primer momento, pero no pensaba volver a cometer ese fallo. Antes de volver a centrarse en su nuevo oponente, contempló la situación a su alrededor. Todo parecía haberse revuelto un poco y cada cual luchaba su propia batalla. Le gustaba aquella sensación.

-Una, pero no más -dijo sencillamente a su rival antes de volver a lanzarse contra él. Volvió a efectuar el mismo movimiento que había realizado la primera vez y el de los cascos, confiado, trató de responder del mismo modo. Pero Therax ya se la sabía y, además, con el primer puñetazo se había dado cuenta de que el tipo no sostenía las maracas por gusto, sino que gracias a ellas golpeaba con más velocidad de la que parecía que llevaba. «Curiosa forma de usar esos trastos», pensó el muchacho mientras apartaba la cara de la trayectoria del puño y, tras hacer un giro de muñecas, golpeaba en sentido ascendente el mentón de su rival con el extremo de la empuñadura de sus katanas.

El charlatán se elevó del suelo y salió lanzado hacia atrás. Mientras se desplazaba, Tib aprovechó la situación para saltar desde donde se encontraba y morder con fuerza el tobillo izquierdo del sujeto, que sacudió la pierna hasta que se soltó. Entonces, con el bocazas tendido boca arriba en el suelo, el pequeño trató de volver a abalanzarse sobre él. En esta ocasión, usó sus brazos para impulsar al animal varios metros hacia atrás, lanzándolo casi a la otra punta de la cubierta, a sus espaldas. «No creo que eso haya sido una buena idea», se dijo Therax al ver cómo el pequeño se reincorporaba y miraba a su alrededor.

-Te dije que solo una -comentó el rubio antes de volver a lanzarse contra él, con la intención de poner fin al enfrentamiento que en un primer momento había considerado más prometedor.

Mientras tanto, Zane parecía haber vuelto al barco y, tras humillar -porque no se podía llamar de otro modo al estado en el que estaba el tipo- a uno de los que habían subido al navío, parecía que tenía la intención de volver a enfrentarse al desproporcionado gigantón.


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[Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] - Página 2 Empty Re: [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] {Lun 3 Jul 2017 - 17:22}

La situación se nos fue de las manos con inusitada rapidez.
Hice bien en apartarme del grandullón, pero Zane no fue lo suficientemente ágil. El tipo se centró en el pelirrojo y, desde su espalda, pude ver cómo lo sacudía con fuerza y lo lanzaba de vuelta al puerto.
Aquello significaba, sin embargo, que estaba demasiado centrado en el pollo para prestar atención a lo demás, así que al tiempo que ejecutaba su lanzamiento, aproveché la distracción del grandote para agacharme y efectuar dos cortes rápidos en sus gemelos que las ondas cortantes profundizaron con relativa facilidad.

El hombretón emitió un grito de dolor y cayó de bruces, perdiendo el equilibrio, ante lo que sonreí con satisfacción antes de sacudir con un golpe seco los filos para eliminar la sangre de las hojas. Sin perder la concentración, volví a situarme en pose ofensiva, con las hojas delante del torso, y esperé.
Desde el suelo, el tipo efectuó un barrido con la pierna derecha al tiempo que se giraba para encararme, pero lo vi venir con suficiente antelación para saltar. Sin embargo, el deforme debía esperar que lo esquivase, porque alargó uno de sus desproporcionados brazos hacia mí y me sujetó una pierna, para darme un fuerte tirón que restalló mis músculos. ¿Me la habría roto? El lado malo de no sentir dolor era la impotencia de no saber el grado de daño que te habían hecho. Me arrastró hasta el suelo, donde me golpeé bruscamente el pecho y luego la nariz, y me levantó de nuevo, ahora dejándome boca abajo al tiempo que se incorporaba y me miraba con ojos teñidos de odio.

Así que allí estaba yo, colgando boca abajo a merced de mi enemigo, que me miraba con sonrisa malévola. Tenía las pistolas en las sobaqueras pero probablemente actuaría antes de dejarme cogerlas y usarlas. Y de todas maneras para utilizarlas debía tirar primero las elbow blades al suelo, y no me apetecía dejarlas por ahí. Así que... ¿Qué hacer a continuación? Aquella era la pregunta clave.
Podía transformarme en híbrida o dragón, me libraría de su mano con facilidad, pero no quería desvelar mis poderes todavía. Podía intentar congelarlo o crear estacas de hielo para clavarlas en su cuerpo pero aquello resultaría sospechoso de todas maneras.
Sólo me quedaba una opción.
Menos mal que no había perdido del todo mi flexibilidad infantil.
Ah... Acababa de hacer que me considerase a mí misma una niña... Me había enfadado.

Toda esta sucesión de pensamientos se produjo con suficiente rapidez, y no me mantuve en aquella posición más de un segundo. Desde luego, no le di tiempo a atacar.
Utilizando su mano como único punto de apoyo flexioné el cuerpo, haciendo un abdominal en el aire, para llegar a mis pies y clavar con sadismo ambas hojas en su mano, hundiéndolas en su carne al tiempo que también las usaba de punto de apoyo para golpear su antebrazo con el pie libre.
Como resultado, el hombre hizo lo lógico y me soltó, así que caí al suelo de culo al tiempo que sacudía la mano como si le hubiese picado un bicho. Aquel tipo era resistente.

Me incorporé con rapidez para que no volviese a sujetarme y me alejé de él. Mi pierna respondía así que no estaba rota, pero probablemente los músculos se habían resentido, lo que me restaría movilidad. Si era un luchador, entonces lo racional era quedarse lejos. Aunque podía enviar otra de sus ondas expansivas. Y si me caía al agua...
Miré a mis espaldas con preocupación para ver que me encontraba en el lado equivocado del barco. Al otro lado de la baranda, el mar. El puerto quedaba a las espaldas del grandullón.
Estaba en una situación desfavorable.
Así que comencé a avanzar hacia mi derecha, rodeándolo, para ver como el tipo emitía un gruñido de ira y se lanzaba directamente hacia mí.
El rubio parecía ocupado con un nuevo oponente, y fue entonces cuando me di cuenta de que un montón de gente estaba subiéndose al barco. Entre los recién llegados atisbé a Spanner, al capitán de pacotilla y su tripulación, y al que no era un cyborg.
Spanner pareció comprender la situación con tan sólo un vistazo rápido y, sin mayor dilación, desenfundó su katana y se encaró a los piratas de pega.
Comenzó entonces una batalla campal por la victoria entre la banda pirata de pijos y los que todavía no éramos una banda siquiera.

Mi trabajo consistió mayormente en mantener ocupado al grandullón, que parecía especialmente interesado en devolverme por duplicado todo el daño que yo le había causado, y empezaba a sudar visiblemente, probablemente cansado por la pérdida de sangre de los diversos cortes que se repartían por su cuerpo. Sin embargo, embestía con fiereza y no pude hacer nada más que esquivar. Esquivar, esquivar y esquivar, sin un atisbo ni una sola oportunidad para defenderme o atacar. Aquel hombre estaba por encima de mis habilidades. No podía enfrentarme a él sola.
Y, comprendiendo aquello, me sentí frustrada e impotente. Si usase mi forma completa... Pero no, no podía hacerlo. Había demasiada gente allí presente.

Entonces llegaron los marines, se alinearon en el puerto y apuntaron con sus armas a la nao.

- ¡Primero causáis destrozos en la ciudad, luego lleváis a cabo competiciones ilegales y ahora combatís en una zona pública! ¡Rendíos ante la marina para ser juzgados por vuestros crímenes! -gritó el oficial de turno-. ¡Apresadlos!

Ante aquello no pude evitar reírme abiertamente y, por su culpa, recibí un puñetazo en la mandíbula que me mandó volando al otro lado del barco. El castillo de popa detuvo mi avance y probablemente me rompió un par de costillas con el impacto. Sacudí la cabeza para espabilarme y me incorporé todo lo rápidamente que pude, antes de cruzar el campo de batalla -que ahora se veía invadido por marines- a toda velocidad dagas en mano y lanzarme de nuevo a por el gigantón antes de que decidiese su nueva víctima.

- Vaya, no puedo descuidarme ni un segundo... Pero vas a necesitar más que eso para hacerme daño, grandullón. He luchado con un tipo el doble de grande que tú. Estoy acostumbrada a ser la oponente pequeña -me jacté, agachándome para convertirme en un blanco más pequeño, antes de lanzarme a por él como una bala. No sentir dolor no implicaba ser incapaz de notar las palpitaciones y la clara hinchazón de mi mejilla izquierda que, sin duda, estaría hinchada como una pelota. Aquello me iba a dejar moratón. Era un milagro que no me hubiese arrancado algún diente de cuajo. O quizá lo había hecho pero no me había dado cuenta. Desde luego no había escupido ninguno...

Hojas por delante, volví a atacar al grandote, esta vez de frente y protegiéndome la cabeza con las dagas. Efectué un nuevo corte, este a distancia, que envió una onda de viento cortante hacia su pecho y causó un par de tajos superficiales. Lo observé con decepción. Esperaba más de aquellas armas robadas... Quizá iba siendo hora de robar unas nuevas, mejores.

Entonces vi a Zane por el rabillo del ojo, y me percaté de que se dirigía hacia nosotros. Era hora de dejarle a él terminar el trabajo.
Aquello hizo que bajase la guardia un segundo, hasta que percibí con el haki de observación algo a mis espaldas. Me tiré al suelo en plancha guiada por mi instinto y pude ver algo pasando a toda velocidad por encima de mi cabeza que, de no haberme apartado, habría impactado de lleno en mi nuca.
Volví la cabeza para ver a la muchacha peliazul que había estado cortejando inútilmente el pollo frito. La chica portaba una pistola un tanto inusual. Esbocé una sonrisa nerviosa y me levanté para encararla.

- Es de mala educación atacar por la espalda sin avisar, ¿no crees?

- Es lo que hacemos los asesinos como tú y yo, ¿no? Estamos acostumbrados a aprovechar cualquier oportunidad para rematar al enemigo.

- ¿Cómo tú y como yo?

- Sé identificar a otro asesino cuando lo veo. Hueles a muerte y sangre, es inconfundible.

- No, cariño, no me refería a eso. ¿De veras crees que estás al mismo nivel que yo? -ataqué con sorna, acercándome a ella.

- Por supuesto que no -replicó la mujer-. Estoy segura de que yo soy mucho mejor que tú. Te he estado observando mientras luchabas con mi compañero. No me llegas ni a la suela de los zapatos.

- Oh... Tienes ovarios. Veamos si eres todo palabrería o tienes habilidad -reté, limpiándome la sangre de la mejilla que el puñetazo del grandote había causado al tiempo que la fulminaba con la mirada.
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[Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] - Página 2 Empty Re: [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] {Mar 4 Jul 2017 - 23:54}

Me aferré a los mangos de mis aceros, al mismo tiempo que mi cuerpo comenzaba a cambiar hasta adoptar la forma de un suzaku antropomorfo. Me crují el cuello, ladeando mi cabeza hacia la derecha y luego hacia el lado contrario, y observé la situación durante unos segundos. La cubierta de aquella Nao se había convertido en una batalla campal entre la banda de los pijos y mis compañeros, los cuales habían empezado a combatir los unos contra los otros. Y por si eso no fuera poco, los marines estaban bombardeando la embarcación desde el puerto con sus cañones.

Sin más preámbulos, dejando atrás al temeroso capitán de los adinerados que jugaban a ser piratas, agité mis alas y me coloqué en menos de un par de segundos frente al gigantón y le propiné una onda cortante calorífica, la cual, como supuse, pudo aguantar debido a su robusto cuerpo. El extraño medio-gigante de exagerados brazos tenía una resistencia envidiable, pero no podía estar mucho tiempo soportando un golpe tras otro; o eso sería lo normal. Su pierna estaba herida gracias a los ataques del rubito del perro y de Haruka, ¿o era Dilara? No importa. Y además, su torso estaba repleto de quemaduras con muy mal aspecto.

Continué esquivando un golpe tras otro del gigantón, al mismo tiempo que aprovechaba para hacerle algunos cortes en el cuerpo. Llegados a cierto punto, alcé el vuelo y me alejé de él. Al estar volando, algunas de las balas de cañón de los marines se dirigieron hacia mí. Ante aquello, realicé una serie de ondas cortantes en dirección a los marines y, sin esperar más, imbuí mis katanas de haki de armadura y caí en picado hasta el gigante. Esa vez, por primera vez en todo lo que llevaba de combate, le hice retroceder. Su cuerpo parecía cansado, pero no solo por haber tenido que combatir con nosotros, no, sino porque tras los rasguños que había recibido sus ropajes se podían contemplar algunas vendas, las cuales estaban manchadas de sangre.

“Así que está herido…” –me dije, para luego aparecer tras él y golpearle en la nuca para dejarlo inconsciente.

Tras hacer eso, volví a mi forma humana y me dispuse a ayudar a mis compañeros. Sin embargo, Ryan se había puesto en pie y estaba dispuesto a atacarme con su espada.

-Esto no va a quedar así, Zane. Has destruido nuestro barco y has herido mi orgullo… -dijo con rabia, mientras sujetaba su arma con las dos manos-. Aquí y ahora. Un solo ataque cada uno, quien gane vivirá y quien pierda… -hizo una pausa para tragar saliva-, su destino lo decidirá el vencedor.

-Si es lo que quieres… -dije, dejando únicamente desenfundada mi aki no hikari.


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Un estruendo provocó que Therax parara en seco su carrera hacia el tal Tommy. Dirigiendo un instante su mirada hacia el puerto -ya que no quería perder de vista mucho tiempo al bocazas con gafas de buzo-, pudo comprobar cómo un destacamento de Marines lanzaba varias tandas de proyectiles desde unos cañones que habían situado apuntando a la embarcación. «Genial, ¿algo más?», se dijo el rubio.

Mientras tanto, el de las orejeras -el espadachín seguía sin ser capaz de identificar qué eran exactamente aquellos trastos- parecía haber recuperado la compostura y había alzado sus maracas, poniéndose en guardia. En la otra punta del barco, Tib mordía tobillos y saltaba de una espalda a otra, dando algún mordisco o zarpazo ocasional. Parecía estar disfrutando como un enano. «¿Cómo sabrá a quién tiene que atacar y a quién no?», se preguntó el domador.

Por otra parte, un rápido vistazo hacia atrás le confirmó que, una vez más, César había desaparecido sin decir nada. Therax no se preocupó, dado que el anciano lobo solía comportarse de ese modo. Era como si el desgraciado tuviese la capacidad de leer el futuro y se anticipase a todo; realmente era algo que le irritaba mucho.

Tras los escasos dos segundos que tardó en pensar todo aquello, se centró definitivamente en su oponente. Los cañonazos habían frenado su acometida, pero no pensaba dejar que eso influyera en el resultado del combate. Alzó sus espadas un poco para colocarse en posición defensiva al tiempo que el tipo se lanzaba contra él. Hasta ese momento solo había usado hábilmente sus puños, de modo que la patada lateral que lanzó a su cabeza lo cogió completamente por sorpresa, estampándolo contra uno de los mástiles del navío. Fue un golpe tan sonoro como seco, y un leve crujido interno en su espalda le indicó que, si no se había roto una costilla, al menos se la había fisurado.

Al despegarse del enorme palo de madera, cayó de rodillas al suelo. Desde ahí, se fijó en los pies de su oponente. Un extraño sonido había precedido al potente golpe que le había propinado y, al mirar detenidamente sus zapatos, pudo identificar a los responsables del misterioso ruido: atados a la punta de sus cordones, unos diminutos cascabeles que casi no se oían cuando el prepotente pijo caminaba se agitaban con cada paso. No cabía duda, al igual que en el caso de las maracas, debía usarlos para conferirle más velocidad a sus ataques, puesto que los golpes, a pesar de ser bastante contundentes, no eran nada fuera de lo normal.

Therax se puso en pie con algo de esfuerzo. La zona donde había notado el crujido le dolía, pero no tenía pinta de que se hubiera roto nada, puesto que el dolor era bastante soportable. El chulo de las gafas estaba empezando a molestarle demasiado. Aferró con más fuerza sus sables y volvió a colocarse en guardia. Tommy, henchido de confianza, dio un salto en su dirección y se dejó caer en picado con el talón de su pie apuntando a la cabeza del espadachín. El rubio se hizo a un lado para evitar el golpe y trató de alcanzarle lanzando un corte ascendente, pero un pinchazo en la espalda provocó que el ataque fuera más lento de lo normal y el oponente no tuvo problema para evitarlo con un simple salto hacia atrás.

Sin dejarle tiempo para respirar, el bocazas volvió a lanzarse contra él, tratando en esta ocasión de golpearle con una maraca en la cara. Viendo lo que pretendía hacer, el domador uso la guardia de su espada para desviar el puño mientras pegaba el codo del brazo libre a su costado, interceptando así la trayectoria de la patada furtiva con la que había intentado pillarle por sorpresa.

Aprovechando el precario equilibrio en el que se encontraba su rival, el cual no le permitía alejarse rápidamente, usó el extremo del mango del sable que sostenía con el brazo que había interceptado la patada para volver a impactar en el mentón del tipo, que cayó hacia atrás. Entonces, consciente de que con el dolor de la espalda no podría combatir con todo lo que tenía, cubrió el filo de su espada con escarcha mientras Tommy volaba y, cuando trató de levantarse, le hizo un corte en el muslo de apoyo, provocando que se entumeciera y que el de las maracas volviese a caer al suelo. «Esta es la mía», se dijo el domador y, cuando alzaba la cabeza del suelo, volvió a golpearle con el mango de su katana en la frente con toda la fuerza que pudo reunir, provocando que su cabeza chocase con gran violencia contra el suelo de la cubierta. La potencia del golpe provocó que, haciendo un agujero en la madera del barco, Tommy quedara inconsciente y su cabeza incrustada.

-¡Que alguien me explique qué coño está pasando aquí! -exclamó el rubio al tiempo que Tib volvía a su lado desde el otro extremo del barco, azotando el aire con el rabo en un gesto de felicidad. No obstante, el grito de Therax quedó parcialmente eclipsado por la enésima tanda de proyectiles vomitados desde los cañones situados en el puerto, que provocó que el barco volviese a dar una violenta sacudida. La cosa se estaba poniendo bastante fea.


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[Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] - Página 2 Empty Re: [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] {Miér 5 Jul 2017 - 17:38}

La pistola de la peliazul era extraña, y probablemente no disparaba balas. Si algo sabía de tecnología -y sabía suficiente- aquel cañón alargado y con escasa abertura vertical disparaba algún tipo de láser o rayo. Desconocía los efectos del disparo, pero la pistola estaba alimentada por unos tubos paralelos al cañón que emitían destellos azules. El tamaño de la pistola era considerable, así que la tecnología no se había refinado lo suficiente para mantener el mismo nivel de potencia en un arma de calibre más pequeño. Fuese lo que fuese, se trataba de un arma peligrosa, porque era todo lo que la mujer llevaba encima. Lo que implicaba que no necesitaba más para defenderse.

Mi parte científica quería hacerse con el arma para desmantelarla, comprenderla, replicarla y mejorarla, pero no podía caer a mis deseos egoístas. Primero debía derrotar a aquella muchachilla pija, y luego tenía trabajo que hacer. Habíamos venido a robar y el pájaro ardiente estaba muy ocupado con el grandullón, así que me tocaba a mí hacer el trabajo sucio.

Sentí una punzada de amargura al tiempo que recordaba lo sucedido en el puerto tan sólo unos minutos atrás, apreté la mandíbula en gesto de frustración y me lancé hacia mi oponente sin vacilar. Tampoco era momento de pararse a pensar en las arañas, ni en Art, ni en lo que debía hacer al respecto. Mi cerebro debía estar concentrado en la tal Natasha.

Pude atisbar un ligero y agudo pitido procedente del arma al tiempo que la mujer la alzaba para apuntarme directamente al pecho. Así que debía cargarla antes de disparar, y la carga producía aquel sonido. ¿Era una pistola sónica? No podía ser. Aquello disparaba otra cosa.
Ardiendo en deseos de saber en qué consistía el poder de aquella cosita bonita, decidí confiar en mi haki de observación y dejar que disparase. Pero algo sucedió.
Al tiempo que activaba mi haki de observación, la chica se movió con una rapidez asombrosa y me disparó desde otra trayectoria. ¿Podía esquivar aquello? El rayo láser que soltó la pistola viajaba a toda velocidad hacia mi cuerpo y yo ya había comenzado a moverme para evitar la trayectoria anterior.

¿Ella también estaba usando haki de observación?
Pero el mío era más rápido.

Le lancé una de mis hojas como distracción para luego dirigir mi mano libre al suelo y utilizarla como punto de apoyo para elevarme sobre el brazo con rapidez, consiguiendo esquivar el proyectil luminoso por los pelos. Seguidamente dejé que la inercia de mi propio movimiento me devolviese los pies al suelo y pude ver una salva de balas de cañón dirigiéndose directamente hacia nosotras al tiempo que mi daga caía al suelo un poco más allá. Ambas reaccionamos a la vez y evitamos los proyectiles con movimientos eficaces.
Yo di un salto hacia atrás elevándome unos metros y arqueando la espalda para pasar por encima de una bala mientras Natasha danzaba grácilmente entre las gigantescas bolas negras, como si fuese lo más sencillo del mundo. Aquella chica era buena.
Quizá mejor que yo.
Una de las balas pasó peligrosamente cerca de ella, así que disparó su extraña pistola y, una vez el proyectil impactó, la bala se desintegró sin producir sonido alguno.
Así que era un rayo desintegrador, probablemente de baja potencia. Pero si impactaba con el cuerpo humano, causaría daños importantes. Sin duda un arma peligrosa.

Teniendo en cuenta que la situación se nos estaba yendo de las manos con rapidez, o mejor dicho, ya se nos había ido de las manos; que estaba herida y tenía probablemente un par de costillas rotas, que estaba cansada, que Natasha no lo estaba y que la batalla no duraría mucho más, juzgué adecuado terminar el combate lo más rápidamente posible. Podría pasarme horas luchando contra aquella muchacha sin que ninguna de las dos cediese.
Y por muy atractivo que aquello sonase, era mejor dejarlo para otra ocasión.

- Anda, si sabes bailar. ¿Quieres que te enseñe un par de movimientos, pequeña? -soltó la mujer, volviendo a cargar su pistola. Ante aquellas palabras esbocé una sonrisa y me llevé la mano a la espalda, fingiendo comprobar las costillas que estaban rotas.

- Mira, me gustas, no voy a mentir. Me gustaría poder seguir flirteando contigo, pero tengo cosas que hacer, ¿sabes? Así que quizá para la próxima podamos quedar y dispararnos a gusto durante horas hasta quedar completamente exhaustas. Pero no hoy.

- ¿Te estás rindiendo? -saltó ella, con rostro de incredulidad.

- No, no, no te confundas. La que se rinda vas a ser tú -corregí, sacando la Dominator de la parte trasera del pantalón y colocándola en el nivel tres, todavía a mis espaldas.

- ¿De qué estás hablando? Yo no voy a... -disparé el arma directamente a su cabeza y el rayo penetró su cráneo hasta llegar a su cerebro con facilidad pasmosa.

La mujer cayó inconsciente sobre cubierta en el acto, sin poder terminar su frase, con una mueca de sorpresa todavía dibujada en el rostro.
Aproveché para recuperar la hoja que había tirado y me acerqué a ella para acariciarle el rostro con la Dominator.

- Deberías saber que los piratas nunca juegan limpio. Y que si tu enemigo se lleva una mano a la espalda, es porque tiene un arma escondida. Eres fuerte pero ingenua... Natasha. Ah, y lo siento pero me voy a quedar esto -le dije, arrancándole la pistola de las manos-. Bueno, en realidad no lo siento -admití, desactivando la Dominator y volviendo a guardármela en la espalda.

Aprovechando la confusión apuré el paso para internarme en el barco y comencé a explorar.
La sala de los tesoros normalmente estaba en alguna parte del fondo de la nao...
Camarotes, cocina, sala de navegación, enfermería, artillería, sala de cañones, habitaciones de uso recreativo diverso... Todas equipadas con mobiliario mayormente humilde. Me esperaba algo más lujoso por parte de esa panda de pijos.
Finalmente encontré la sala del tesoro, para quedarme de piedra.

Estaba completamente vacía.
Parpadeé, anonadada.
Los pijos eran todo fachada. No tenían ni un duro. Qué decepción.
Me llevé una mano al rostro y emití un suspiro.

- Tengo que contarle esto a Zane... Mejor pirarnos ya, aquí no pintamos nada...
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El tiempo pareció detenerse cuando me puse frente a Ryan, cuya mirada llena de ira se clavaba en mí con la intensidad de mil puñales ardientes. El empezó a soplar con más fuerza, midiendo mis rojizos y sedosos cabellos sobre mi frente. En aquel momento solo estábamos él y yo, no había nadie y más. Y de pronto, sin tener que decirnos nada, Ryan empezó a correr hacia mí. Mostré una sonrisa entrecortada, e hice lo mismo.

Todo fue muy rápido, simplemente me impulsé hacia él con las piernas semi flexionadas e hice un pequeño barrido con mi katana, haciendo un ligero movimiento ascendente en cuanto nuestros aceros entraron en contacto, lo cual hizo que el pijo perdiera su espada y recibiera un corte a la altura del pecho.

—Aún te falta un largo camino por recorrer, muchacho… -dije, enfundando mi katana.

Tras eso, Haruka se acercó a mí, muy seguida de Esme, para decirme que no había dinero, ni joyas, ni nada.

—¿En serio? ¿Habéis buscado bien? –inquirí con ligera indignación e incredulidad.

Mientras tanto, los marines cada vez eran más. Entre sus filas no había altos cargos, como mucho habría algún oficial técnico, siendo en su mayoría cabos, sargentos y algunos reclutas. En ese momento me di cuenta que había derrotado a tantos marines que sabía su rango tan solo viendo su vestimenta.

Los cañonazos golpeaban con fuerza el barco y nosotros aun continuábamos en él.

—¡DIVIDÍOS EN DOS GRUPOS E ID TODOS PARA EL BARCO! –grité con fuerza, llamando la atención de todos-. ¡El grupo uno estará liderado por Spanner, mientras el grupo dos lo estará por Esme!-hice brotar en mi espada mis dos alas-. Yo me voy a adelantar para poner el barco a punto, ¿entendido? No tardéis.

Rápidamente, sin perder más tiempo allí, alcé el vuelo y me dirigí hacia nuestro barco. Estaba en la otra punta del puerto, pero contaba con poder llegar a allí en un par de monitos. No obstante, poco antes de llegar a él, observé como el perro del rubio, ¿Therax? Sí, ese era su nombre; iba sin rumbo fijo con un saco en la boca. Sin pensarlo, descendí y lo atrapé junto a la bolsa y me lo llevé al barco; no sin recibir algún que otro mordisco intencionado.

—Quédate aquí, ¿vale? Tu dueño no tardaré en venir –le dije al chucho, para después poner la bolsa sobre el suelo de la cubierta. Ésta estaba llena de monedas de oro y algunas joyas. Miré al perro arqueando una ceja y sonreí-. Si siempre que vayamos a alguna isla haces cosas así… tú y yo vamos a llevarnos bien, perrete.

Nuevamente el perro me mordió.

“Maldito hijo de la gran…”


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[Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] - Página 2 Empty Re: [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] {Dom 9 Jul 2017 - 16:51}

- ¿Qué haces aquí?

Me volví para ver a la chiquilla que seguía a Zane a todas partes. ¿Cómo se llamaba...? Bah, no importaba.

- Estaba buscando algo que poder saquear, pero... no tienen ni un duro. Debieron gastárselo todo en el barco bonito y los uniformes hortera a juego -informé con un suspiro, colocando los brazos en jarra.

- Tenemos que informar a Zane.

- Esa era mi intención, pequeña -respondí, echando a caminar de vuelta a cubierta.

- Tú no tienes derecho a llamarme pequeña... -mascullaba la chiquilla al tiempo que me seguía.


Para cuando regresé a cubierta, Zane estaba venciendo al capitán de los horteras.

- ¡Oi! -llamé con espontaneidad, saludándolo con una mano y acercándome a él- Estos patanes están pelados. No tienen ni un duro en el barco. No hay nada que saquear.

- Es cierto, Zane -aseguró la otra, ante el comentario del pollo-. Yo también lo he visto.

- Creo que va siendo hora de marcharnos de aquí -sugerí, mirando a mi alrededor y estudiando la situación.

Los marines se abalanzaban sobre nosotros a cañonazo limpio, y la nao no resistiría mucho más.

El pájaro ardiente no tardó en darse cuenta de lo mismo que yo, y dio un par de órdenes raudas a una tripulación que todavía estaba sin formar. ¿A quién se dirigían aquellas palabras exactamente? Spanner, el bruto y la chica eran miembros de su tripulación, sin duda. Quizá también el enmascarado. Pero el rubio y yo sólo estábamos allí de casualidad. Y yo no había accedido a unirme a nada.
Sin embargo, no me compensaba quedarme allí. No tenía manera de huir a excepción del barco de aquella gente, y no me apetecía desvelar mi naturaleza delante de todos aquellos marines que no tardarían en reportar la noticia a sus superiores. Emití un suspiro de resignación y me dirigí a toda prisa hacia el puerto, siguiendo a la tal Esme.

No tardé en ser interceptada por un joven espadachín que encaró su katana hacia mi persona al tiempo que gritaba algo de justicia y algo de crímenes y algo de rendirse y ese tipo de clichés que sueltan los marines por la boca cuando se topan con un criminal. ¿Tendrán una asignatura en la Academia que les enseñe esas frases? Porque eran demasiado comunes para ser espontáneas...

El muchacho alzó la espalda sobre su cabeza con intención de ejecutar un tajo en diagonal que me perforase el torso, lo cual era un movimiento bastante cruel para un defensor de la justicia pero probablemente esperaba que lo esquivase. ¿Y si no lo esquivaba y me moría por culpa de ese tajo? ¿Sería capaz aquel muchacho tan joven y con pinta de inocente de soportar sobre sus hombros el peso de un asesinato? No tenía ojos de asesino. Sus ojos castaños eran claros e inocentes, nublados únicamente por su rectitud y su ideal de justicia. Aquel chico era buena persona.

Me agaché para coger impulso y salté al tiempo que la katana descendía en diagonal hacia donde había estado un segundo antes, para luego aterrizar con suavidad sobre el filo. El chico se asustó y yo sonreí con malicia. Aficionados...

- Deberías tener más cuidado con la espada. No es un juguetito que puedas agitar descuidadamente. Podrías matar a alguien, ¿sabes? -comenté, antes de volver a saltar, empujando la katana hacia abajo con mi peso para que el muchacho perdiese el equilibrio y flexionar las piernas en el aire para tomar impulso, propinándole un rodillazo en la nariz que lo tumbó al suelo.

El marine se llevó las manos a la cara con un grito de dolor y pude ver la sangre manando de su nariz rota.

- ¡Sargento Darius! -chilló alarmado uno de sus compañeros, pero no me detuve a mirar. Continué mi carrera con intención de librarme de todos aquellos marines, pero otro se interpuso en mi camino.

Este más musculoso, rudo y grandote que el anterior. Se le notaba la experiencia de combate en la mirada asesina.

- ¿Quién te crees que eres para agredir a mi preciado subordinado? Sé quién eres. Haruka Kanata, la traidora del gobierno. Sé buena y ven con nosotros -me dijo, con voz siseante.

El tipo estaba en guardia, con los puños delante del torso envueltos en unos guantes con apliques metálicos para asegurar que el golpe hacía más daño.
Aunque con esos brazos tan musculosos igual no le hacía falta. Para colmo, se lanzó a por mí con el cuerpo encogido hacia delante, en posición ofensiva pero sin mover los brazos, para no darme ni una pista de por dónde vendría el ataque.
¿Gancho de derecha? ¿Gancho de izquierda? O quizá usaría sus piernas...

Recubrí mis brazos con haki y los coloqué delante de mí, cruzados en pose defensiva, para recibir de lleno un gancho de izquierda que conseguí bloquear por poco. Sus golpes eran rápidos. ¿Podría mi haki de observación verlos venir a tiempo?
Sin embargo, al tiempo que bloqueaba el gancho de izquierda, dirigía su otro puño contra la boca de mi estómago, que había quedado descubierta debido al bloqueo. El metal se hundió en mi cuerpo y me empujó hacia atrás sin remedio. No pude evitar toser, intentando recuperar la respiración.
Recordé entonces que tenía un as bajo la manga para enfrentarme a luchadores.
Quizá el año que había pasado conviviendo con mi abuelo había servido para algo, después de todo.

El tipo volvió a abalanzarse sobre mí, dirigiendo ahora el brazo izquierdo hacia mi cuerpo, probablemente una finta, mientras mantenía el derecho pegado al cuerpo y flexionado, con el puño cerrado y dispuesto a atacar. Era una buena oportunidad de demostrar quién era más rápida. Así que me aproveché de mis conocimientos básicos de kami-e para esquivar con relativa facilidad su ataque, y el siguiente puñetazo que iba dirigido a mi mandíbula, y el siguiente rodillazo que iba dirigido de nuevo a mi abdomen. Esbocé una ligera sonrisa al ver cómo en su rostro se dibujaba una mueca mezcla de frustración y sorpresa.

- ¿Cómo puedes...?

- Magia -respondí, antes de recubrir mi puño con haki y hundirlo con toda mi fuerza en su mandíbula, efectuando un gancho que lo elevó del suelo y lo lanzó por los aires un poco más allá.

Mi golpe no lo noqueó, pero terminó aterrizando sobre unas cajas que se partieron por su peso. Se golpeó con fuerza la parte trasera de la cabeza con el impacto, y se quedó allí tendido. Sin comprobar si había perdido el conocimiento o no, me lancé a toda prisa en dirección a Esme, que ya iba varios metros por delante. Si la perdía de vista no sabría siquiera a qué barco debía subirme...

Pero pude verla subir al adecuado, y echando un vistazo rápido atisbé al pelirrojo sobre cubierta, así que salté hacia allí sin dilación y aterricé de cuclillas.
Había un perro viejo custodiando lo que parecía ser un saco con... ¿joyas? ¿De dónde lo había sacado? No, para empezar, ¿de dónde salía ese saco de pulgas?
Recuperé la pistola robada de mi cinturón y le eché un vistazo.

- Parece que voy a viajar con vosotros una temporada, así que... ¿Tenéis algún sitio donde pueda examinar esto con tranquilidad? -pregunté, al tiempo que partíamos en dirección desconocida.
Therax Palatiard
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[Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] - Página 2 Empty Re: [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2] {Miér 12 Jul 2017 - 19:57}

Nadie respondió a su exclamación. ¿No se habían enterado o habían pasado de él? Realmente, no era algo que influyera mucho en el transcurso de los acontecimientos. Tras unos instantes en los que la de las pistolas había desaparecido y el pelirrojo se había encargado de cerrarle la boca a uno de aquellos pijos -el cual era particularmente insistente, por cierto-, la primera volvió a aparecer para darle a Zane alguna noticia que no pareció agradarle mucho. Visto el cariz que estaba alcanzando la situación, el que parecía ser el líder de aquel grupo o, al menos, el que tomaba las decisiones en ese tipo de circunstancias, instó a todos a que se dividieran en dos grupos y huyesen en dirección a un barco. «Spanner... Esme... Un barco... ¡Esos quiénes son y qué barco es!», se dijo Therax, sintiéndose completamente perdido.

No obstante, distinguió cómo dos de los desconocidos sujetos que habían llegado más tarde a la nao comenzaban a moverse antes que los demás. La primera era una chica de pelo morado a la que perdió de vista al instante, por lo que optó por no seguirla. El otro era un tipo de pelo azulado, al cual decidió perseguir esperando que no lo metiese de lleno en la boca del lobo. ¿Qué otra opción tenía? Eso de huir de la Marina con gente que no conocía de nada no era en absoluto santo de su devoción, si bien el hecho de molestar de ese modo a los uniformados soldaditos provocaba que sus reticencias se viesen notablemente mermadas. Por otro lado, en realidad, no tenía otra opción... Con un lobo lisiado y sin un barco esperando para zarpar no había otro modo de salir ileso de aquel encuentro. En consecuencia, la única alternativa viable era rezar porque aquel grupo de... no sabía cómo calificarlos aún, no se opusiese a sacarlo del aprieto.

Mientras pensaba en todo esto, había logrado descender por la pasarela que llevaba a la cubierta del barco y trataba de no quedarse muy atrás con respecto a su guía. El dolor que sentía a causa de la pelea con el arrogante de las orejeras le daba punzadas en cada zancada que daba, pero no era algo que le impidiese correr. Cuando parecía que había dejado atrás los problemas, un sablazo que esquivó de puro milagro frenó su huida. A su derecha, tras uno de los numerosos montones de cajas apiladas que se distribuían por la zona, un tipo con uniforme de la Marina había intentado alcanzarle a traición.

-Un poco sucio para un marine, ¿no? -dijo el rubio con una sarcástica sonrisa mientras se esforzaba porque su rival no percibiese el dolor que intermitentemente le acuciaba, ya que podría ser su perdición-. Creo que tengo unos minutos para jugar contigo -añadió tras comprobar que el núcleo del conflicto aún se encontraba a una distancia considerable de ellos.

-Sé que esos están por encima de mí -explicó el marine, refiriéndose probablemente a Zane y al resto del desconocido grupo-. Pero tú pareces más asequible... De todos modos, puedes sentirte afortunado: un mindundi como tú va a ser apresado por un sargento mayor de la Marina -concluyó para, justo después, lanzarse de nuevo hacia él blandiendo su espada.

En un primer momento había pensado en darle un poco de juego y salir huyendo, pero el humillante desprecio con el que se había dirigido a él no le permitía dejar las cosas tal cual. Esforzándose por sobreponerse en la medida de lo posible a las punzadas causadas por el golpe contra el mástil, alzó su mano derecha para detener con su katana el golpe descendente que había lanzado el oponente. No obstante, el tipo aprovechó la situación para atinar con un rodillazo en la boca del estómago a Therax, quien retrocedió un par de pasos para recuperar el aire. Antes de que tuviera tiempo de reponerse por completo, el marine volvió a la carga, atacando en esta ocasión con un tajo horizontal que el rubio esquivó milagrosamente arqueándose hacia atrás, ganando de este modo los segundos justos para ser capaz de tomar aire de nuevo.

Harto de recibir golpes ese día, el espadachín decidió tomar la iniciativa realizando una concatenación de golpes con ambas espadas que el enemigo fue capaz de parar, no sin bastante esfuerzo. Parecía que ya no se sentía tan confiado. Entonces, aprovechando una pequeña pausa que el domador había realizado para tratar inútilmente de mitigar una nueva punzada, se lanzó contra él en una acometida que indudablemente buscaba acabar con su vida de un solo golpe.

Viendo el movimiento de su rival, Therax entendió cómo podía acabar con él: mientras el tipo se acercaba, se colocó en posición defensiva y, desviando hacia su derecha la estocada con la que el tipo pretendía ensartarlo, usó su mano libre para causarle un amplio corte en la espalda. Por si fuera poco, cuando el tipo fue a levantarse para continuar con el combate, Tib, que había estado entreteníendose a saber con qué en la nao de los pijos, apareció como una exhalación para clavar sus dientes con malicia en el hombro del brazo con el que sostenía su arma, provocando que la soltara.

Sin prestar más atención al molesto marine, el rubio se dio la vuelta y reanudó la persecución de quien suponía que debía llevarle hasta el barco. En esta ocasión, Tib comenzó a correr junto a él, emitiendo aullidos de júbilo. El condenado parecía disfrutar con la situación. Súbitamente, el del pelo azul se detuvo y subió a un barco. Rezando porque no le esperase ninguna sorpresa desagradable allí y por haber seguido al adecuado, accedió a la misma nave.

En un rápido vistazo pudo identificar a la niña de las pistolas y al pelirrojo, pero se quedó completamente de piedra cuando, en medio de la cubierta, encontró a César, el cual parecía custodiar una bolsa llena de oro y joyas.

-¡Pero de dónde has sacado tú eso, desgraciado! -gritó a su mascota con asombro, para recibir su habitual indiferencia en respuesta. Entonces, el barco comenzó a moverse, en dirección a algún lugar que le era completamente ajeno. Nadie le había dicho que abandonase la nave, así que optó por mantener la boca cerrada por el momento. Cuando se sintiese a salvo de la Marina, podría ver cómo funcionaba todo allí.


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