Evangelina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La bardo canta, la bardo toca. -Alguna vez dejamos de temerle a la oscuridad... , ¡cuando nos sentamos en el trono con orgullo y esperanza!- La gente del lugar aplaudía, el bar estaba repleto de estos, nunca imaginé encontrarme en un lugar así, pero eran mis vacaciones, merecidas vacaciones. Veía tanto piratas, como marines, que por alguna razón no tenían algún conflicto bélico, eran todos uno con la bebida cual es el magnífico alcohol. La música se tornó algo de tiempos antiguos, con un ritmo folclórico, todos empezaron a bailar, mientras yo, tan antisocial como siempre.
El lugar... era algo anticuado, de esos típicos bares de mala fama, pero muy transitado. Con tintes rojizos en muchos lados, a pesar de estar en un lugar tan respetado y conocido como Loguetown, no dejaba de impresionarme la calaña que se encontraba aquí. Amplio, pero con un ambiente bastante opresor, de esos que te podías llegar a sentir ahogado si no eras lo suficientemente resistente a las cosas bizarras de la vida, las lindas.
-¿Te gustaría bailar?- preguntó un hombre con una peste enorme de origen bucal (y del infierno dios mío), la cual ignoré, pero obviamente el sujeto estaba ebrio. -No, gracias- dije, con una voz al borde del susurro, tratando de no cruzar miradas. Me concentré en el lugar, en no ponerle atención al tipo que seguía insistiéndome, siempre odie a los hombres insistentes. El lugar era completamente rústico, amplio y hogareño, un bar bastante cómodo para estar, a excepción de... estas cosas que pasan. Me paré, le di un empujón y algo me dijo, no entendí bien por su estado, pero creo que me insultó. Aún así, tomé dirección hasta la barra, donde una hermosa dama atendía con una sonrisa envidiable.
-¿Qué aquí no hay gente más decente?- le pregunté con un tono sarcástico, ella rió, tenía una sonrisa preciosa. -Es cosa de buscar... pero aún así, no busques, no te lo recomiendo- lo último lo dijo con un tono bastante sombrío, quizás algo haya pasado en este lugar. -¿Y eso porqué?- mi curiosidad no dio para quedarme callada. -Verás, una joven como tú años atrás me preguntó lo mismo, y bueno, desapareció esta misma noche, la encontraron muerta a los pies de la isla.- Vaya, no me esperaba algo así, aunque es bastante común pensando que aquí solo hay gente del gobierno o asociados, o piratas sin recompensa que, pueden hacer lo que quieren gracias al descuido de los relajados marines del lugar.
Me quedé pensando en el porqué pasaba esto, la joven se veía preocupada, su rostro cambió un poco y su sonrisa ya no relucía tanto, fue bastante tenso el momento. -Pero bueno, ¡qué más da! ahora dame un... un vaso de whisky, tres cuartos del mismo- La señorita al escuchar mi orden, procedió con gusto y creo se le olvidó el asunto, mientras yo pensaba en ello, quizás haya pasado más veces, quizás no. Pero lo que sí, es que algo estaba pasando y debería averiguar, pero antes, me tomaría mi exquisito trago.
El lugar... era algo anticuado, de esos típicos bares de mala fama, pero muy transitado. Con tintes rojizos en muchos lados, a pesar de estar en un lugar tan respetado y conocido como Loguetown, no dejaba de impresionarme la calaña que se encontraba aquí. Amplio, pero con un ambiente bastante opresor, de esos que te podías llegar a sentir ahogado si no eras lo suficientemente resistente a las cosas bizarras de la vida, las lindas.
-¿Te gustaría bailar?- preguntó un hombre con una peste enorme de origen bucal (y del infierno dios mío), la cual ignoré, pero obviamente el sujeto estaba ebrio. -No, gracias- dije, con una voz al borde del susurro, tratando de no cruzar miradas. Me concentré en el lugar, en no ponerle atención al tipo que seguía insistiéndome, siempre odie a los hombres insistentes. El lugar era completamente rústico, amplio y hogareño, un bar bastante cómodo para estar, a excepción de... estas cosas que pasan. Me paré, le di un empujón y algo me dijo, no entendí bien por su estado, pero creo que me insultó. Aún así, tomé dirección hasta la barra, donde una hermosa dama atendía con una sonrisa envidiable.
-¿Qué aquí no hay gente más decente?- le pregunté con un tono sarcástico, ella rió, tenía una sonrisa preciosa. -Es cosa de buscar... pero aún así, no busques, no te lo recomiendo- lo último lo dijo con un tono bastante sombrío, quizás algo haya pasado en este lugar. -¿Y eso porqué?- mi curiosidad no dio para quedarme callada. -Verás, una joven como tú años atrás me preguntó lo mismo, y bueno, desapareció esta misma noche, la encontraron muerta a los pies de la isla.- Vaya, no me esperaba algo así, aunque es bastante común pensando que aquí solo hay gente del gobierno o asociados, o piratas sin recompensa que, pueden hacer lo que quieren gracias al descuido de los relajados marines del lugar.
Me quedé pensando en el porqué pasaba esto, la joven se veía preocupada, su rostro cambió un poco y su sonrisa ya no relucía tanto, fue bastante tenso el momento. -Pero bueno, ¡qué más da! ahora dame un... un vaso de whisky, tres cuartos del mismo- La señorita al escuchar mi orden, procedió con gusto y creo se le olvidó el asunto, mientras yo pensaba en ello, quizás haya pasado más veces, quizás no. Pero lo que sí, es que algo estaba pasando y debería averiguar, pero antes, me tomaría mi exquisito trago.
Katharina von Steinhell
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La melodía era agradable para los oídos de Katharina, quien estaba sentada en un rincón de la taberna. Quien la entonaba sabía cómo plasmar sus emociones en cada nota musical y quienes la seguían también sabían lo que hacían. Cuando esta terminó todos los presentes aplaudieron. El suelo de la taberna eran baldosas, muchas de ellas manchadas con vino tinto y uno que otro líquido; había todo tipo de mesas, desde las redondas hasta esas rectangulares en las que se sentaban varios hombres. Todo estaba muy animado, los hombres y mujeres bailaban al ritmo de la música mientras que otros se dedicaban a jugar dados, cartas y quien sabe qué otros juegos más. Por cierto, también estaban los que únicamente querían beber un rato y luego irse a su casa sin saber cómo.
A pesar de que el bar no tenía tan mala pinta como Katharina creyó antes de entrar, sí que tenía una mezcla horrorosa de diferentes fragancias. Desde el pasoso olor a cerveza hasta vómito y orina en los rincones de la taberna, tal vez el segundo piso era un lugar más agradable. Pero, ¿qué importaba mientras todos se estuvieran divirtiendo? Al parecer Katharina era la única persona que no se lo estaba pasando muy bien y eso se debía a que su vaso estaba vacío. No llevaba mucho tiempo bebiendo, de hecho, su gusto por la cerveza y el vino comenzó cuando conoció a Madara.
Se acercó a la barra para pedir una jarra de cerveza y beber como correspondía, pero algo llamó su atención y no era la hermosa chica que atendía detrás del mesón de madera bien detallado, sino fueron sus palabras. La chica aseguró que quien buscaba cosas en dicha ciudad terminaba encontrando situaciones peligrosas; bueno, no lo dijo así, pero era algo similar. De alguna forma los problemas siempre llegaban a Katharina y ella entendía que era imposible huir de ellos.
–A la gente le encantan las historias, ¿no? –Comentó con los ojos cerrados justo después de darle un buen sorbo a su jarra de cerveza. Tuvo que limpiarse con un paño pues la espuma se quedó en sus labios– Vayas donde vayas desaparece gente y luego es encontrada muerta.
La albina no era de las personas agradables, pero era su forma de entrar a conversaciones ajenas. Su mente curiosa le exigía saber qué era lo que había pasado con aquella chica, sin importar si pasó hace años. Por suerte contaba con habilidades que ningún humano poseía y no dudaría en usarlas de ser necesario. Como fuese, esperaba conseguir un poco de información acerca de la chica desaparecida y sabía perfectamente cómo llegar hasta ella.
A pesar de que el bar no tenía tan mala pinta como Katharina creyó antes de entrar, sí que tenía una mezcla horrorosa de diferentes fragancias. Desde el pasoso olor a cerveza hasta vómito y orina en los rincones de la taberna, tal vez el segundo piso era un lugar más agradable. Pero, ¿qué importaba mientras todos se estuvieran divirtiendo? Al parecer Katharina era la única persona que no se lo estaba pasando muy bien y eso se debía a que su vaso estaba vacío. No llevaba mucho tiempo bebiendo, de hecho, su gusto por la cerveza y el vino comenzó cuando conoció a Madara.
Se acercó a la barra para pedir una jarra de cerveza y beber como correspondía, pero algo llamó su atención y no era la hermosa chica que atendía detrás del mesón de madera bien detallado, sino fueron sus palabras. La chica aseguró que quien buscaba cosas en dicha ciudad terminaba encontrando situaciones peligrosas; bueno, no lo dijo así, pero era algo similar. De alguna forma los problemas siempre llegaban a Katharina y ella entendía que era imposible huir de ellos.
–A la gente le encantan las historias, ¿no? –Comentó con los ojos cerrados justo después de darle un buen sorbo a su jarra de cerveza. Tuvo que limpiarse con un paño pues la espuma se quedó en sus labios– Vayas donde vayas desaparece gente y luego es encontrada muerta.
La albina no era de las personas agradables, pero era su forma de entrar a conversaciones ajenas. Su mente curiosa le exigía saber qué era lo que había pasado con aquella chica, sin importar si pasó hace años. Por suerte contaba con habilidades que ningún humano poseía y no dudaría en usarlas de ser necesario. Como fuese, esperaba conseguir un poco de información acerca de la chica desaparecida y sabía perfectamente cómo llegar hasta ella.
- A tener en cuenta:
- Características: Agilidad (15+1), Velocidad (12), Fuerza (10), Resistencia (8+1), Destreza (10).
Espíritu del Conquistador: La presencia de Katharina ejerce una presión devastadora en un radio de 25 metros, deformando el entorno y volviendo pesadas a las personas. Ver más información en la ficha.
Danza de las Sombras Gemelas: De un solo vistazo puede reconocer los puntos críticos de las personas e identificar patrones de movimiento.
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