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En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] Empty En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] {Dom 15 Sep 2019 - 20:00}

Lluvia. Simple y maldita lluvia. Caía incesantemente y sin ningún atisbo de dar ninguna tregua. Justo cuando creía que la decepción de lo sucedido en aquella extraña aguja había sido lo peor, las inclemencias del mar norteño le golpearon con fuerza en toda la cara. Pero lo peor no era el permanecer bajo la lluvia. Lo peor era la humedad, la maldita humedad que se filtraba por las costuras de su capa, botas y pantalones y goteaba incesantemente por su cuerpo, haciendo que a cada minuto un escalofrío recorriera su cuerpo. Odiaba la lluvia. Odiaba el North Blue. Pero, sobre todo, odiaba a la gente que habitaba aquel mar.

Sus pasos durante la tempestad le habían llevado hasta Isla Copo una pequeña ínsula cuyas condiciones climáticas distaban por mucho de lo que Ummak entendía por habitable. Los diales de su Burnboard se habían congelado y su partida de aquella isla tendría que esperar hasta que hallara la forma de descongelar el líquido de su interior y drenarlo hacia el exterior.

El Shandian había caminado durante hora sin un rumbo fijo, en busca de un posible refugio en el que descansar, hasta llegar a una pequeña villa. Allí, habían tratado de arroparle con mantas y ofrecido un extraño fango marrón y humeante con intenso olor amargo que en seguida espantó al salvaje. Es más, hasta habían tratado de acogerlo en una de sus casas. No eran normales. O eso era lo que pensaba el joven de los Zor-El, que se había asentado en un bosque de las cercanías.

- Estúpidos demonios, creer que poder engañar a Ummak con sus brebajes tóxicos y sus cabañas malditas – refunfuñó mientras trataba de sacar los piñones de dentro de una piña. Aun desde aquella distancia, podía ver perfectamente las luces de la villa y los ecos lejanos de algún tipo de fiesta local. Sin embargo, el salvaje volvió la vista hacia la piña y sus piñones.


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En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] Empty Re: En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] {Dom 15 Sep 2019 - 21:53}

Leopoldo engulló su tercer cuenco de gachas con ansias, no fuera a ser que Guiños se enfadara. Siempre se tomaba a mal cuando no se terminaba la comida. Rebañó el cuenco para satisfacción de su esposa y por fin pudo ir a sentarse en el sillón. Llevaba deseando hacerlo desde que se había levantado un rato antes para matar zarigüeyas -una parte de él esperaba que no hubiesen ido a parar a las gachas-. Camiseta interior blanca con manchas de la semana anterior, calzoncillos anchos y cómodos, calcetines con pequeños tirantes que los mantenían sujetos a la altura la pantorrilla y la retransmisión vía Den Den Mushi de la semifinal de la liguilla de güigui, el deporte local. ¿Había algo mejor?

-Cariño, el gato se ha vuelto a pillar la cola con el cortacésped. ¿Puedes ir a echarle un ojo?

-Sí, sí, ahora voy -refunfuñó Maki. ¿Es que no podía descansar en paz en su butaca? Ni siquiera entendía por qué tenían cortacésped viviendo en un tercer piso.

Ciertas personas encontrarían raro que el reputado Oficial Makintosh estuviera viviendo con una sexagenaria cuyo nombre real ni conocía, pero Maki no había tenido opción de negarse. La hospitalidad de Isla Copo era legendaria, o debería serlo, y se vio incapaz de rehusar la invitación, escopeta en mano, de esa insistente señora.

Con un gruido muy de viejo, se levantó de la butaca y, acompañado por el incesante tintineo de la cadena que anclaba su tobillo a una pared, fue a ver qué le pasaba al condenado gato. Solo a mitad de camino recordó que no tenían gato. En su lugar se encontró a Guiños en el pasillo, mirándole fijamente sin dejar de coser, y le guiñó un ojo siniestramente. Maki tenía varias teorías sobre lo que querían decir sus guiños de ojos, y ninguna le gustaba.

Cómo echaba de menos la torre...

Fue hasta la ventana y pegó la cara al cristal. En alguna parte estaban de fiesta. Con la lluvia casi no veía nada, pero no perdía la esperanza de ver acercarse a alguno de sus compañeros de la Armada. O a algún marine que quisiera ejecutarlo, ya daba igual. De no ser así tendría que escapar de allí por su cuenta. Y rápido, porque esa noche tocaba baño con esponja...


Maki:


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En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] Empty Re: En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] {Mar 15 Oct 2019 - 19:50}

Los dedos se le habían entumecido y sentía punzadas en los pies. Ummak no estaba para nada acostumbrado a vivir en un entorno tan hostil. Se preguntó si era porque su cuerpo se había enfriado o porque había perdido la sensibilidad. Trató de mover los dedos de los pies dentro de las botas y comprobó por fortuna que, aunque entumecidos, estos tenían movilidad.

Odiaba admitirlo, pero estaba un poco asustado. Dio una serie de patadas contra el suelo, hasta que pudo sentir como sus piernas volvían a responderle. Paseó de arriba a abajo dando fuertes patadas en el suelo y frotándose los brazos con las manos, hasta que volvió a calentarse. Buscó entonces su Kamihageshii, la lanza de su familia, con la mirada. El filo del arma no estaba al rojo vivo como de costumbre, pero desprendía cierto calorcillo, el suficiente para lograr hacer una hoguera con algunas piñas y ramas secas. Ramas que no tardó apenas unos minutos en recolectar de un arbusto. Estaban completamente secas y se avenían perfectamente a sus propósitos. Añadiendo ramas poco a poco a las primeras llamas logró hacer una hoguera perfecta. De momento había logrado vencer al frío del exterior.

Allí, en la soledad del bosque, nunca nadie miró con tanto odio a un fruto. Por más que el joven shandian mirase a la piña y sus piñones, que ahora descansaba en la palma de su mano, más y más pensamientos negativos comenzaban a colmar su ya de por si poco amueblada cabellera ¿Por qué había tenido que ser el quien se alejará de poblado? Para Ummak, el cual tenía una visión del mundo bastante más simple y belicista que cualquier persona del Mar Azul, tenía mucho más sentido que los habitantes de aquel poblado se hallasen escondidos en el bosque, mientras el gozaba de su merecido botín. A fin de cuentas, el era un guerrero ¿Qué se suponían que eran aquellos campesinos?

Una sonrisa retorcida afloró en sus labios antes de arrojar la piña a la hoguera y avanzar con paso decidido hacia el lugar en el que se encontraba la aldea.


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En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] Empty Re: En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] {Miér 30 Oct 2019 - 14:36}

¿Lima para cortar metales?: listo

¿Salchichas para distraer a Rusty, el perro guardián?: listo

¿Gorra con el eslogan "Me fugué de casa de una loca y solo conseguí esta cutre gorra"?: listo

Maki asintió satisfecho cuando comprobó que todos los preparativos estaban ya a punto. Era hora de largarse para siempre de casa de Guiños, pero era muy consciente de que solo tendría una oportunidad. Al fin y al cabo, la lima con la que pensaba librarse de la cadena era la que usaba Guiños para afilarse la dentadura postiza. Esa señora daba miedo.

Su plan era extraordinariamente complejo. Necesitaría un experto en explosivos, un enano contorsionista, dos barcos esperándole anclados en el puerto, un maniquí parecido a él, seis docenas de muslos de pollo y tres o cuatro bidones de gasolina. Por suerte, era un hombre adaptable y se había conformado con la gorra.

Era ya bien entrada la noche cuando su escape comenzaba. Aunque con lo nublado que estaba allí siempre no podía afirmarlo con seguridad. Se hallaba acostado al lado de Guiños, que ya había puesto sus dientes a remojo en su vaso. Maki tuvo mucho cuidado cuando empezó a trabajar con la cadena. La lima era resistente, pero hacía mucho ruido, así que fingió roncar para disimularlo. Como nunca había roncado, no se le dio muy bien, por lo que optó por cantar el himno oficial de la Revolución -patente en trámite-. La cadena se rompió justo cuando iba por la estrofa en la que hablaba de lo bien que quedaban los pantalones a los bravos soldados de la Armada. Estaba tan metido en la interpretación que se quedó en la cama hasta que terminó de cantar.

Después, las salchichas. Eran del bote especial de la vieja, donde guardaba todo lo que tenía grasa y su "marido" no podía comer. Maki lo abrió y una dentadura se le hincó en la mano como un cepo. La maldita Guiños había puesto una trampa. "Sé fuerte, Augustus", se dijo. Encontró las salchichas y abrió la ventana. Un frío muy desagradable entró en la habitación. A Maki le daba miedo el frío y la nieve, pero más le daba vivir en esa casa.

Saltó. Un ventisquero grueso y blandito le atrapó y amortiguó su caída como un gélido colchón. En cuanto asomó la cabeza, ahí estaba Rusty. El perro, que en realidad no era un perro, le miraba desde un árbol con expresión asesina. En realidad Rusty era un mandril, pero Maki no estaba seguro de qué diferencia había entre un mandril y un demonio. Ese puñetero bicho odioso y chillón... Maki sacó las salchichas. Congeladas, cómo había planeado. Las agitó en el aire y las lanzó contra el mono. Las salchichas congeladas le dieron en el morro y lo tiraron al suelo, momento que el gyojin aprovechó para correr hacia el bosque. A los monos les daba miedo el bosque, ¿no? Daba igual, el inconfundible olor de una piña en una hoguera distante le atraía como el cálido canto de una sirena a un marinero borracho.

Oh, dulce libertad.


Maki:


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En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] Empty Re: En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] {Mar 11 Feb 2020 - 13:36}

El shadian caminaba notablemente incomodo sobre la superficie blanca del bosque. Para alguien que había vivido toda su vida a una altura superior a la de las propias nubes, su primer contacto con la nieve resultaba tan místico y mágico como exasperante. Sus pies, enfundados en unas gruesas botas recubiertas de pelaje de yak, se hundían y emergían al momento de la nieve, levantando una tenue polvareda blanca con cada paso. Y, pese al gesto de mal humor que expresa su rostro, permanecía en silencio. Evidentemente, con cada huella que dejaba atrás un nuevo insulto hacia el clima del Gran Azul surgía en su mente. De hecho, al poco de emprender la marcha de su improvisado campamento enseguida comenzó a nevar de nuevo y, cuando contempló como el primer copo de nieve caía suavemente sobre la punta de su nariz, un terrible grito de rabia reverberó desde lo más profundo de su ser haciendo de decenas de bandadas de aves abandonaran sus escondites y emprendieran el vuelo hacia un lugar más tranquilo y, porque no decirlo, seguro.

Pasaron varios minutos antes de que el joven guerrillero pudiera divisar el humo de las chimeneas sobre las copas de los pinos y cipreses. Su rostro era todo un poema, la supervivencia sacaba lo peor de su carácter. Sin embargo, unos extraños bultos peludos se interpusieron entre él y su ansiada aldea. Al principio no supo demasiado bien de que se trataban, pero el hedor a muerte inundaba el aire. Había algo familiar en aquel lugar, aunque no sabría decir el que, temeroso, dejo de usar su lanza a modo de bastón mientras se aceraba cauteloso hacia aquel cumulo de pelajes y gruñidos. No pudo avanzar demasiado hasta que, de repente, la cabeza grande y peluda de un lobo asomó de entre el resto de pelajes. Su lomo se erizó y comenzó a gruñir alertando al resto de canes de la amenaza que se aproximaba.

Ummak por su parte, suspiró aliviado.

- Con razón no he reconocido el olor – se dijo en shandianii, comprendiendo finalmente de que se trataba de una manada de hambrientos lobos, sea como fuera, se las habían apañado para hacerse con una presa en aquel inhóspito bosque y pensaban luchar con uñas y dientes para proteger su botín – Nos os parecéis en nada a los lobos de mi hogar, sois más… burdos, menos estilizados. Casi pareciera que no gozaseis de la bendición de Vesh, la Madre Loba…

Mientras el shandian divagaba acerca de la extraña apariencia de los canidos, estos comenzaron a rodearle, con sus cabezas agachadas, esperando el momento oportuno para emboscar al menor de los Zor-El. Este sin embargo, hincó ambas rodillas en la nieve y comenzó a rezar una plegaria al espíritu animal de su clan, mientras que su cabello de su cabeza comenzaba a crecer desmesuradamente formando lo que a groso modo parecía una grotesca esfera de cabello, la cual comenzó a vibrar repentinamente haciendo que esta comenzara a arder por diversos puntos, Mientras que el calor, el humo y las llamas amedrentaban hasta al último de los lobos.

Tan solo bastó uno de son molestos gruñidos para hacerlos huir de allí con el rabo entre las patas. Agotado, el cabello comenzó a desmoronarse y a deshacerse en ceniza, dejando a su pelo original ligeramente ennegrecido y apestado por el humo. Ya no dispondría de sus poderes para tomar la aldea, pero agredir a aquellas criaturas no era algo que sus ancestros habrían visto con buenos ojos.

Confiado, se acercó hacia el lugar en el que los lobos se habían apiñado instantes antes, en busca de algo que llevarse a la boca. Sin embargo, lo que allí encontró le dejó ligeramente desconcertado. Se trataba del cadáver de un hombre a medio devorar, nada que llamara su atención a simple vista. Sin embargo, toda su ropa esta serigrafiada con símbolos que el shandian no sabia interpretar, aunque cualquiera capaz de leer la lengua común se podría dar cuenta que pertenecían a un empleado del News Coo, probablemente un periodista.


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En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] Empty Re: En un pueblo nevado de cuyo nombre... [Maki & Ummak] {Dom 8 Mar 2020 - 20:30}

Pues no, a los monos no les daba miedo el bosque. Es más, a Maki si que empezaba a dárselo, con todos esos árboles tapando el cielo, las nudosas raíces enterradas en la nieve que le hacían tropezar malignamente y los horrendos demonios gritones que se habían puesto a perseguirle en cuanto había puesto un pie en sus dominios. Para empezar, ¿por que había tantos mandriles allí? ¿Y por qué estaban todos tan enfadados? A veces Maki pensaba que, por mucho tiempo que pasase viviendo en la superficie, nunca terminaría de acostumbrarse a los extraños seres peludos que la habitaban. Siempre le sorprendía cuantísimos de ellos intentaban devorarle.

Corrió sin saber hacia dónde avanzaba. En la oscuridad y con la ventisca todo parecía igual, así que solamente sabía que corría hacia el tufillo a humo. ¿Por qué? Porque el humo significaba fuego, y si el bosque no asustaba a los monos lo haría un buen palo en llamas. Nada había capaz de resistir un buen palo en llamas. Excepto quizás otro palo en llamas...

Un mandril se abalanzó sobre él y trató de darle un bocado en la cara. Maki se cayó al esquivarlo y tuvo que ponerse en pie entre trompicones antes de que se lo comiera el mono. "Maldita sea, Augustus. ¿Cómo puedes estar asustado de unos animalejos?", se dijo. Luego miró la cara de mala leche del animalejo, sus enormes dientes unidos por hilillos de baba, escuchó sus chillidos de locura rabiosa y ya tuvo su respuesta.

Pero no, no podía permitirse tal ofensa. Era un revolucionario, un oficial de la Causa. El Oficial Makintosh no huía de los monos. Ya estaba decidido: le atizaría en el hocico al próximo que viera.

Una luz ardió muy cerca de donde estaba y hacia allí corrió. Vio varias sombras salir disparadas entre las siluetas de los árboles, e incluso varios de los mandriles huyeron ante el fuego repentino. Pero en cuanto se apagó Maki vio a otro. Había un mono en el suelo, plantado a dos patas junto a un bulto tirado en la nieve, seguramente esperándole para cogerle con la guardia baja mientras sus compañeros le perseguían. Qué listos eran esas cosas. Se iban a enterar.

-¡¡¡AHHHHHH!!! -gritó, lanzándose contra aquel simio que tenía una cara un tanto familiar.

El pensamiento de que ese mandril era igualito al surfero melenudo de la revolución llegó un segundo después de que lanzase un puñetazo contra su jeta.


Maki:


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