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Aullando en el cementerio. Tormenta y traición [Nat y Drake] Empty Aullando en el cementerio. Tormenta y traición [Nat y Drake] {Sáb 7 Jun 2014 - 16:41}

Era una noche oscura. Negras nubes tapaban la luna llena y una lluvia fría impregnaba la tierra, calando hondo en el alma del camino. El graznido de los cuervos resonaba en toda la isla, y hacía eco en cada árbol marchito, en cada piedra desmoronada, en cada depresión del terreno, ahogada por el diluvio. En la umbría jornada, un espectro negro, con un mortecino brillo azul caminaba despacio, armado con el brillo y fulgor plateado de una espada. Encapuchado, avanzaba tranquilamente con la cabeza gacha, blandiendo a Yanna, reflejando en cada recoveco con su luz, iluminando la noche por allí donde pasaba, calcinando los cuervos que eran atraídos por su majestuosidad. Caspio se dirigía por aquellos senderos muertos tiempo atrás de aquella isla abandonada, ya sólo recordada como cementerio. Un lugar donde vivía el miedo y anidaban las almas perdidas de la gente fallecida antes de tiempo, arrancada de los brazos de la vida y los besos tímidos del alba. La noche perpetua reinaba sobre aquella isla cementerio, y Caspio sabía muy bien que nada bueno se podía esperar de aquel lugar, donde se sembraba odio y florecía dolor.

Buscaba el rumbo al camposanto, donde los últimos habitantes de aquel lugar tuvieron su último reposo, antes de marchitarse y caer en las garras del olvido. Mientras se dirigía hacia él no podía evitar pensar en todas las mujeres de su vida, cada hermosa muchacha que había sentido sus abrazos, y que estaban muertas. Yanna, asesinada por la espada que él mismo portaba en su costado izquierdo. Yun, y sus propias hijas, pasadas por la espada en cobro por su deuda de honor. Cada una de las mujeres que conoció en sus viajes, asesinadas en venganza por lo mismo. Había deshonrado su templo, y los últimos pupilos buscaban venganza contra él. Por ello había tenido que buscarlos uno por uno, haciéndoles saber a los restantes quién era el verdadero maestro. Sólo uno había conseguido escapar a la guadaña de Caspio, que se cernía cada vez más sobre él. Aquel alumno había huido y Nat sabía que entrenaba, conspirando por su muerte, cada día deseando vengar la victoria por sus maestros. La ventaja que tenía Caspio era que él era un maestro, mientras el otro era un pupilo. Sólo se convertía uno en maestro asesinando al maestro anterior, o venciendo a los otros nueve pupilos. Y no tenía aquella opción. También, según el código Sentoki, el maestro tenía derecho a tomar pupilo, al contrario que el alumno. Y él era el maestro del lobo. Y conocía un lobo que podría ayudarlo.

Se sentía traicionado por Derian, el ahora shichibukai, por no contar con él en la expedición de Ireos. Tal vez una traición tan fuerte como para que Drake rompiera sus votos, y así Nat contaría con un gran aliado. Él tampoco había sido convocado a aquella excavación, aunque no le dolía. Pese a que se sentía ultrajado, no le interesaba lo más mínimo Ireos, y la verdad fuera dicha, Derian le importaba menos aún. Sólo era un peón que se creía rey, y daba pasos en línea recta, muchas veces avanzando más de lo debido exponiéndose a un destino terrible. Caspio lo sabía, y no quería continuar como tripulante de aquel hombre. Eran parejos en el dominio de la Espada, así que podía defenderse por sí mismo.

De repente, el aullido de un lobo llamó su atención. No sabía qué demonios podía hacer un animal en aquellos lugares carentes de vida. Decidió seguir el sonido, y acabó entrando por el arco del cementerio. Era un lugar tétrico, oscuro, donde un lobo blanco estaba sentado sobre una tumba, mirando acia una lápida de mármol. Habría jurado que era un sonido lastimero el que aquel gigantesco canino profería, y reconoció al instante aquel animal.

-Hola Drake. ¿Tú también estás molesto con Derian?- Le dijo mientras envainaba la espada.


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Aullando en el cementerio. Tormenta y traición [Nat y Drake] Empty Re: Aullando en el cementerio. Tormenta y traición [Nat y Drake] {Jue 19 Jun 2014 - 17:56}

Un trueno sonó de repente en aquella terrible noche, dando el inicio de una gran tormenta, la lluvia comenzó a caer sobre aquel cementerio. La noche solo acababa de empezar y el día aún tardaría en llegar. Las diversas gotas de agua caían sobre aquella persona, un chico de pelo castaño, de ojos dorados y tez normal. Su ojo izquierdo estaba atravesado superficialmente por una cicatriz que se hizo en el combate contra aquel cyborg peliblanco. Llevaba una sudadera negra con una capucha puesta, además de unos pantalones negros y unas botas del mismo color, era una de las pocas ocasiones donde estaba vestido. Su mirada era muy seria y parecía melancólico. No portaba ni su guadaña ni sus guanteletes, tampoco sus nunchakus, no portaba ninguna arma de las que solía llevar consigo. Su brazo izquierdo estaba tapado por unos vendajes blancos y parecía algo menos musculoso que su brazo derecho. Lo había perdido en la batalla contra los gyojines, pero gracias a Nat y Alex lo había recuperado. También había despertado aquella maldita personalidad que se hacía llamar Slayer. Todo se había vuelto algo loco desde hacía ya tiempo y estaba trastornando al chico lobo, se encontraba muy confuso.

No pudo evitar soltar un suspiro. –Ojala estuvieras aquí. –Susurró despacio mientras apretaba su puño derecho y miraba una tumba frente a sus ojos. Esta era algo más grande que las demás y ponía “Quigon” en la lápida. Aún recordaba como su mejor amigo antes de conocer a Nat, murió mientras entrenaban el haki armadura por primera vez. Aquel maldito teniente comandante apareció con sus artilugios eléctricos y acabó con la vida del musculoso rubio amigo del chico lobo. El castaño vengó su muerte atravesando el corazón de aquel tipo, pero el dolor que sentía por no poder ver a su amigo era muy grande. De repente se transformó en su forma completa mientras daba un enorme aullido lamentándose. Acto seguido escuchó la voz de Nat y notó su olor. Enseguida volvió a su forma humana mientras se giraba observando a su hermano mayor. Frunció el ceño al escuchar sus palabras, todo el mundo le traicionaba, los mal nacidos de Sons Anarchy, los cuales iba a eliminar sin pensárselo. La mala rata del gyojin rubio por cobarde. Encima estaba muy enfurecido ya que la primera vez que viajó con Derian, iban a investigar Ireos juntos. Aquello no resultó por la falta de poder.

Ahora que tenían poder para adentrarse sin peligro, el vampiro parecía haberse adentrado sin contar con él y eso le había molestado muchísimo al chico lobo. Empezaba a pensar que ya era innecesario. El castaño no era muy listo, pero con aquella personalidad despertada, su inteligencia ahora era distinta, calculaba muy bien las cosas. Tal vez Derian solo quería llegar a la cima utilizándole para sus propios medios como un mero objeto o incluso podría planear mantenerle a su lado solo para su beneficio. Era una situación donde el lobo no pensaba dejarse usar, al fin y al cabo el dios de la destrucción era un puesto que el chico castaño se estaba reservando para sí mismo. –“Somos Drake, Somos Dios” –pensó mientras ahora observaba al hombre de mercurio, el único al que ahora podía dar toda su confianza junto a Alex y Minathy. Sonrió de lado girándose y observando de nuevo la tumba de su amigo pasando la mano por esta, después observó a Nat. Cerró su ojos bueno y le observó con el de la cicatriz para después contestarle. –No esperaba verte por aquí, pero me alegra de que seas tú el que haya venido. La respuesta es sí. ¿Qué te trae por este cementerio hermano mayor? ¿Quizás alguna tumba a la que visitar? –Dijo el chico mientras cambiaba su rostro a una expresión agradable y amable.
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