Fear Liath
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Akuma no mi
Varios
La mañana era cálida y los rayos de sol comenzaban a entrar por la ventana de mi camarote, afuera, las gaviotas cantaban indicando que ya estábamos cerca de la isla. Todo aquello, cualquier persona lo hubiera considerado hermoso, pero a mí, me daba asco, ya que si por mí fuera, estaría todo el día nublado y lloviendo, con el sonido de fondo, de los gritos de mis presas agonizando, eso sí que era un dulce sonido. Estaba llegando a la isla en la que parecía ser, que un shichibukai iba visitar, según me comentaron iba a hacer algún tipo de negocio y querían que vigilara por si saboteaban el acuerdo. No era una misión que me gustara especialmente, eso de estar bajo las órdenes de un shichibukai, pero era mucho mejor que las de reconocimiento en islas perdidas.
- Ya hemos llegado - dijo uno de los tripulantes del barco en el que navegaba.
Recogí mis cosas y salí al exterior, observando que el barco ya había llegado a puerto y que ya habían plegado las velas del barco. - Esperad en puerto, mientras la misión está en marcha - le dije al capitán del navío. Baje por la rampa y me encamine al muelle en el que llegaría el shichibukai. Según me dijeron se llamaba Dexter y no llevaba demasiado tiempo en ese cargo, pero lo tenían en gran estima, seguramente porque lo consideraban peligroso, si no se habrían encargado de él hace tiempo.
El puerto estaba con mucho ajetreo y muchas de las personas que estaban allí, cuchicheaban al verme o al pasar a mi lado, algo a lo que no le daba importancia, aunque estaría atento a cualquier cosa que se saliera de la normalidad. Ya que iba a estar de niñera, me divertiría a la más mínima ocasión. Ya por fin a lo lejos observe que el barco del shichibukai estaba llegando, tenía curiosidad por saber qué tipo de persona era, aunque pronto lo descubriría.
- Ya hemos llegado - dijo uno de los tripulantes del barco en el que navegaba.
Recogí mis cosas y salí al exterior, observando que el barco ya había llegado a puerto y que ya habían plegado las velas del barco. - Esperad en puerto, mientras la misión está en marcha - le dije al capitán del navío. Baje por la rampa y me encamine al muelle en el que llegaría el shichibukai. Según me dijeron se llamaba Dexter y no llevaba demasiado tiempo en ese cargo, pero lo tenían en gran estima, seguramente porque lo consideraban peligroso, si no se habrían encargado de él hace tiempo.
El puerto estaba con mucho ajetreo y muchas de las personas que estaban allí, cuchicheaban al verme o al pasar a mi lado, algo a lo que no le daba importancia, aunque estaría atento a cualquier cosa que se saliera de la normalidad. Ya que iba a estar de niñera, me divertiría a la más mínima ocasión. Ya por fin a lo lejos observe que el barco del shichibukai estaba llegando, tenía curiosidad por saber qué tipo de persona era, aunque pronto lo descubriría.
Dexter Black
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Un barco lamía el mar mientras avanzaba, cercano a la costa, a punto de atracar. Enormes alas en el mascarón, y un orgulloso dragón con ojos de Zafiro al frente. La vela de popa mostraba la Jolly Roger de los Blue Rose pirates y sobre la cabeza de la bestia, el verdadero Zafiro Negro observaba. "Ya estamos cerca", pensaba mientras la nave se acercaba al puerto de Lnvel, el reino donde su verdadera historia dio comienzo. Había ido a capturar un criminal y terminó como uno. Tal vez aquel día entrara como criminal y saliera cazando uno, aunque no terminaba de verlo del todo posible. Acababan de nombrarlo Shichibukai hacía poco, y con el título la fama despertaba, llamando a los más pomposos lameculos de todas partes, y aquel día no era especial.
El rey de Lnveel, Boñigoncio Enésimo o como se llame, lo había llamado a su corte para pedirle un favor. No era algo muy común, pero que solicitara su presencia y se presentara en persona ante alguien era lo que, a nivel de realeza, se podría entender como besar las nalgas con pasión. Le gustaba la idea, la verdad, de que los reyes se postrasen ante él, aunque tampoco le importaba demasiado si lo hacían o no, pues con la libertad de su cargo le sobraba. Sin embargo, una buena cena siempre era motivo para dar el gusto a los nobles, aunque tuviera que llevar medio Cipher Pol como niñera. Al menos todos disfrutarían de una agradable velada, siempre que no se liara demasiado.
-Ése debe ser el que me espera- dijo, en voz alta, mientras se estiraba, listo para saltar al encuentro del agente, que llevaba lo que, a simple vista, parecía una máscara. ¿Qué tan secreto sería ese hombre como para mantener su identidad oculta de una forma tan llamativa?
Sin pensarlo mucho más, saltó al muelle y aterrizó en un madero sólido, haciéndose ligero daño en el pie, aunque nada que le impidiera moverse con su elegancia natural. Se acercó sin mucha parsimonia al hombre y lo saludó amablemente.
-Buenos días, agente- dijo con calma-. Deberíamos ir yendo ya hacia el palacio, ¿No cree? Tenemos cosas que hacer y si la recepción se alarga mucho igual no llegamos a la cena- sabía que era de buena mañana, pero con los reyes nunca se sabe.
El rey de Lnveel, Boñigoncio Enésimo o como se llame, lo había llamado a su corte para pedirle un favor. No era algo muy común, pero que solicitara su presencia y se presentara en persona ante alguien era lo que, a nivel de realeza, se podría entender como besar las nalgas con pasión. Le gustaba la idea, la verdad, de que los reyes se postrasen ante él, aunque tampoco le importaba demasiado si lo hacían o no, pues con la libertad de su cargo le sobraba. Sin embargo, una buena cena siempre era motivo para dar el gusto a los nobles, aunque tuviera que llevar medio Cipher Pol como niñera. Al menos todos disfrutarían de una agradable velada, siempre que no se liara demasiado.
-Ése debe ser el que me espera- dijo, en voz alta, mientras se estiraba, listo para saltar al encuentro del agente, que llevaba lo que, a simple vista, parecía una máscara. ¿Qué tan secreto sería ese hombre como para mantener su identidad oculta de una forma tan llamativa?
Sin pensarlo mucho más, saltó al muelle y aterrizó en un madero sólido, haciéndose ligero daño en el pie, aunque nada que le impidiera moverse con su elegancia natural. Se acercó sin mucha parsimonia al hombre y lo saludó amablemente.
-Buenos días, agente- dijo con calma-. Deberíamos ir yendo ya hacia el palacio, ¿No cree? Tenemos cosas que hacer y si la recepción se alarga mucho igual no llegamos a la cena- sabía que era de buena mañana, pero con los reyes nunca se sabe.
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