Flea

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Condición: Sin muerte pero con heridas permanentes.
Escenario:
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Turnos: Karl - Shi - Karl...

Con amor en mi frente
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Puedo resolver todo lo que tenga en mente
- Ex:
Rylanor


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De repente escuchó un estruendo como de un elefante, y algo caliente y apestoso le calló en la cabeza. Con un quejido de asco, se sacudió el pelo para hacer caer el enorme excremento y vio a una mezcla entre elefante e hipopótamo alado en el aire. Puso una mueca de rabia, y por un momento pensó en perseguir y dar muerte al animal, pero ahora ya no podía hacerlo. Juntó las manos, y comenzó a murmurar frases y trabalenguas que empleaban los monjes para concentrarse y relajarse antes de meditar. Algo más calmado, dio un paso y notó algo calentito en el pie. Era el mismo excremento de antes. El marine se quedó quieto por unos instantes, y de repente gritó.
- ¡MALDITOS HIPOPOFANTES DE MIERDA! ¡QUE UN ANTILONEJO SE OS LLEVE A TODOS!
Como si le hubiese escuchado, una mezcla entre antílope y conejo asomó la cabeza entre unos arbustos. Karl estampó su mano derecha contra su cara y la meneó de un lado a otro, suspirando. En fin, después de eso iba a necesitar un baño. Siguió avanzando por el bosque hasta un pequeño lago. Rápidamente se desvistió, dejando su chaqueta de Almirante, su túnica de monje y sus cosas en una roca. Cogió sus sandalias de madera y se metió en el agua. Una vez en esta, empezó a frotar su calzado para limpiarlo bien, tras lo cual lo dejó en la orilla y comenzó a lavarse él mismo. Su cuerpo era muy musculoso y estaba lleno de cicatrices de guerra. Tenía en el hombro derecho un tatuaje negro de una extraña estrella de cuatro puntas.
Se sentía debilitado por el agua, pero mientras no se metiera en un sitio donde le cubriese no le pasaría nada. Cuanta más cantidad de su cuerpo estuviese bajo agua más débil estaría, así que el truco estaba en no sumergir todo el cuerpo de golpe a la vez. Esto era incómodo, pues le hacía pasar algo de frío, pero era mejor que nada. Cuando al fin acabó, salió del lago, juntó un montón de llamas caídas y activó su Human Beast para transformar su boca, sus pulmones y su garganta en las de su forma híbrida. Sopló un chorro de fuego sobre estas, encendiendo una hoguera. Aproximó a esta sus sandalias y se sentó al lado a secarse, dado que no era un día especialmente soleado.
- ¡MALDITOS HIPOPOFANTES DE MIERDA! ¡QUE UN ANTILONEJO SE OS LLEVE A TODOS!
Como si le hubiese escuchado, una mezcla entre antílope y conejo asomó la cabeza entre unos arbustos. Karl estampó su mano derecha contra su cara y la meneó de un lado a otro, suspirando. En fin, después de eso iba a necesitar un baño. Siguió avanzando por el bosque hasta un pequeño lago. Rápidamente se desvistió, dejando su chaqueta de Almirante, su túnica de monje y sus cosas en una roca. Cogió sus sandalias de madera y se metió en el agua. Una vez en esta, empezó a frotar su calzado para limpiarlo bien, tras lo cual lo dejó en la orilla y comenzó a lavarse él mismo. Su cuerpo era muy musculoso y estaba lleno de cicatrices de guerra. Tenía en el hombro derecho un tatuaje negro de una extraña estrella de cuatro puntas.
Se sentía debilitado por el agua, pero mientras no se metiera en un sitio donde le cubriese no le pasaría nada. Cuanta más cantidad de su cuerpo estuviese bajo agua más débil estaría, así que el truco estaba en no sumergir todo el cuerpo de golpe a la vez. Esto era incómodo, pues le hacía pasar algo de frío, pero era mejor que nada. Cuando al fin acabó, salió del lago, juntó un montón de llamas caídas y activó su Human Beast para transformar su boca, sus pulmones y su garganta en las de su forma híbrida. Sopló un chorro de fuego sobre estas, encendiendo una hoguera. Aproximó a esta sus sandalias y se sentó al lado a secarse, dado que no era un día especialmente soleado.
Worick L. Arcangelo

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Aquella maldita isla me sacaba de quicio, desde que llegué no pararon de aparecer extraños animales uno tras otro: Lovejas, Hipofantes, Antilonejo, etc; desde luego aquella no era una isla ordinaria y mucho menos una a la que alguien iría por propia voluntad. Por otro lado la vegetación parecía de los más normal, una isla tropical llena de palmeras con cocos y mucha arena. Mientras caminaba hacia el interior del bosque me atacó un pequeño grupo de Lovejas, una mezcla entre lobos y ovejas, que trataba de tomarme como merienda, ya que el sol empezaba a caer a mis espaldas y la noche empezaba a oscurecerlo todo. Los malditos animaluchos no supusieron mucho problema pues aunque eran muy agresivos, parecían más ovejas que lobos y esto ayudo bastante.
Tras un buen rato caminando pude divisar un pequeño claro iluminado al frente, adelanté el paso acercándome hacia la luz y cuando por fin llegué al límite del bosque no creía lo que mis ojos veían, era un hombre. En efecto no estaba solo en aquella maldita isla de animales extraños, en verdad lo agradecía, pero no estaba seguro aquel hombre iba a ser amistoso. El hombre sentado junto a la hoguera no me ofrecía mucha confianza, así que, echando un vistazo alrededor pude ver rápidamente que nuestro encuentro podía tornarse algo no muy amistoso, teniendo en cuenta que aquel hombre era marine y yo no me llevaba muy bien con estos. Aquel hombre no parecía ser alguien débil desde luego: cuerpo definido, gran estatura, un montón de cicatrices y un tatuaje. No quería iniciar una pelea y menos en un lugar como aquel, así que mi silueta salió de entre las sombras del bosque y se me pudo ver claramente. Una túnica negra con la capucha echada, con pantalones, botas y guantes a juego; por último una máscara de gato cubría mi rostro como ya era costumbre para mi.
Me acerqué a aquel hombre hasta una distancia prudente, para poder encender un cigarro tranquilo, justo antes de seguir acercándome. Una vez cerca de la hoguera y de él, le dirigí unas amistosas palabras:
- Vaya, me alegro de no ser el único que esta en esta extraña isla. - Dije justo antes de pegar una larga calada al cigarro. - Me han dicho que debía pasar por esta isla a hacerme cargo de una alma descarriada, por cierto no me he presentado soy Shi. - Le dije mientras arqueaba mi cuerpo en señal de respeto. - Te importaría si me uno a tu cena, tengo tabaco y historias que contar, además no tengo nada que hacer mientras busco a mi víctima. - Le dije mientras le ofrecía tabaco y una sonrisa, si las cosas no salían bien siempre podría pelear. -
Tras un buen rato caminando pude divisar un pequeño claro iluminado al frente, adelanté el paso acercándome hacia la luz y cuando por fin llegué al límite del bosque no creía lo que mis ojos veían, era un hombre. En efecto no estaba solo en aquella maldita isla de animales extraños, en verdad lo agradecía, pero no estaba seguro aquel hombre iba a ser amistoso. El hombre sentado junto a la hoguera no me ofrecía mucha confianza, así que, echando un vistazo alrededor pude ver rápidamente que nuestro encuentro podía tornarse algo no muy amistoso, teniendo en cuenta que aquel hombre era marine y yo no me llevaba muy bien con estos. Aquel hombre no parecía ser alguien débil desde luego: cuerpo definido, gran estatura, un montón de cicatrices y un tatuaje. No quería iniciar una pelea y menos en un lugar como aquel, así que mi silueta salió de entre las sombras del bosque y se me pudo ver claramente. Una túnica negra con la capucha echada, con pantalones, botas y guantes a juego; por último una máscara de gato cubría mi rostro como ya era costumbre para mi.
Me acerqué a aquel hombre hasta una distancia prudente, para poder encender un cigarro tranquilo, justo antes de seguir acercándome. Una vez cerca de la hoguera y de él, le dirigí unas amistosas palabras:
- Vaya, me alegro de no ser el único que esta en esta extraña isla. - Dije justo antes de pegar una larga calada al cigarro. - Me han dicho que debía pasar por esta isla a hacerme cargo de una alma descarriada, por cierto no me he presentado soy Shi. - Le dije mientras arqueaba mi cuerpo en señal de respeto. - Te importaría si me uno a tu cena, tengo tabaco y historias que contar, además no tengo nada que hacer mientras busco a mi víctima. - Le dije mientras le ofrecía tabaco y una sonrisa, si las cosas no salían bien siempre podría pelear. -
Rylanor


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En cuanto se hubo secado se puso sus pantalones y fue a buscar comida. Recogió frutas en el bosque, cazó un extraño animal que parecía una mezcla entre cerdo y gallo y se lo llevó a su fogata. Calentó agua en una olla que llevaba consigo y comenzó a pelar y cortar las frutas transformando sus dedos en cuchillos con el Kuro no Arm. Las fue dejando caer en la olla para que impregnasen con sus jugos el agua y le dieran sabor. Tras eso se dirigió al animal, y comenzó a desplumarlo. Tras eso fue despedazándolo, sin tener muy claro cuales serían las mejores piezas de carne ya que era una mezcla de ambas razas. Finalmente se decantó por cortar un poco del lomo y cocerlo en la olla.
Llevaba un rato cocinando. El sol ya se estaba ocultando, y pronto tendría su cena. Entonces se fijó en una figura oscura saliendo del bosque hacia él. Transformó sus ojos en los de un león empleando su Human Beast, lo que le permitió distinguir sus rasgos aun en la penumbra y estando este lejos. Llevaba una extraña máscara y iba envuelto en una túnica. Devolvió sus ojos a su estado normal para que no viese nada raro al acercarse, y se puso alerta. Tenía toda la pinta de ser un ataque. ¿Quién le habría enviado? Se presentó como Shi, un asesino enviado a aquella isla para eliminar a alguien. Le ofrecía tabaco, a parte de su compañía, a cambio de cena. Si él era su presa, desde luego no lo podría haber hecho mejor para acercarse a él. Karl no le iba a decir que no a su pequeño juego. Si pretendía envenenarle o algo así, mal iba.
- Gracias, pero he dejado de fumar hace tiempo - dijo, rechazando el cigarro con un gesto - Mi nombre es Karl. Encantado, Shi. Y dime, ¿quién es tu presa? No me gustaría tener de postre un intento de asesinato - bromeó, con una carcajada.
No se fiaba del chico. Se había quitado la máscara para fumar, revelando su rostro. Era joven, muy joven. Más incluso que su hijo. Los chicos eran muy precoces en aquellos años. Con su edad, él jugaba a ser pirata (aunque pensara que era uno), y aquel se dedicaba ya a segar vidas. Era natural que los jóvenes saliesen de casa a navegar muy pronto, pero que se lanzasen a una vida de delitos y contratos de asesinato a tan corta edad... Cogió un cuenco y un cucharón y le sirvió una ración de caldo.
- Eres joven para ser asesino, Shi. ¿Cuántos años tienes? Yo no tomé mi primera vida hasta los diecinueve, y fue en defensa propia, en cierto sentido.
Llevaba un rato cocinando. El sol ya se estaba ocultando, y pronto tendría su cena. Entonces se fijó en una figura oscura saliendo del bosque hacia él. Transformó sus ojos en los de un león empleando su Human Beast, lo que le permitió distinguir sus rasgos aun en la penumbra y estando este lejos. Llevaba una extraña máscara y iba envuelto en una túnica. Devolvió sus ojos a su estado normal para que no viese nada raro al acercarse, y se puso alerta. Tenía toda la pinta de ser un ataque. ¿Quién le habría enviado? Se presentó como Shi, un asesino enviado a aquella isla para eliminar a alguien. Le ofrecía tabaco, a parte de su compañía, a cambio de cena. Si él era su presa, desde luego no lo podría haber hecho mejor para acercarse a él. Karl no le iba a decir que no a su pequeño juego. Si pretendía envenenarle o algo así, mal iba.
- Gracias, pero he dejado de fumar hace tiempo - dijo, rechazando el cigarro con un gesto - Mi nombre es Karl. Encantado, Shi. Y dime, ¿quién es tu presa? No me gustaría tener de postre un intento de asesinato - bromeó, con una carcajada.
No se fiaba del chico. Se había quitado la máscara para fumar, revelando su rostro. Era joven, muy joven. Más incluso que su hijo. Los chicos eran muy precoces en aquellos años. Con su edad, él jugaba a ser pirata (aunque pensara que era uno), y aquel se dedicaba ya a segar vidas. Era natural que los jóvenes saliesen de casa a navegar muy pronto, pero que se lanzasen a una vida de delitos y contratos de asesinato a tan corta edad... Cogió un cuenco y un cucharón y le sirvió una ración de caldo.
- Eres joven para ser asesino, Shi. ¿Cuántos años tienes? Yo no tomé mi primera vida hasta los diecinueve, y fue en defensa propia, en cierto sentido.
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Por suerte para mí aquel hombre parecía ser bastante paciente sobre todo teniendo en cuenta la situación, yo era un asesino enviado a aquella isla desierta y él un marine de alto rango, pero por si esto fuera poco yo tenía casi claro que él era mi objetivo pues al fin tenía su mismo nombre. Karl, ya había oído ese nombre antes de que me contrataran incluso tenía la sensación de nostalgia que sentía cuando recordaba algo que sabía en mi otra vida. ¿ Quién era, por qué me sonaba ? Estas preguntas me serían contestadas muy pronto, aunque antes no iba a malgastar la comida que aquel marine había preparado, así que la tomé y empecé a conversar con él olvidándome un poco del tema del asesinato:
- Pues me temo que yo empecé antes que tú, pero realmente no recuerdo nada de todo eso, desperté hará unos meses en una isla y por suerte para mí fui entrenado en el arte de las sombras, tenía otras opciones hasta que descubrí mi pasado, no me resultó fácil y acabó por dejarme sin más opción que vivir la vida de este modo. - Dije mientras entre pausas para comer aquel caldo, que no estaba nada mal, desde luego aquel hombre tenía grandes cualidades. - Tengo claro que esto me va a traer problemas, es más se que ahora mismo teniendo en cuenta tu posición y mi declaración, acabaremos por pelear pero bueno espero seguir hablando hasta saciar mi hambre, supongo. Si me permites la pregunta, aquella chaqueta de allí parece bastante pesada, teniendo en cuenta la cantidad de medallas... ¿ Qué cargo ocupas en la marina ? - Dije con un tono de curiosidad, realmente tenía claro que iba a tener que pelear con aquel hombre, pero desde luego dejando de lado nuestros "bandos", no parecía una mala persona. -
Una vez le formulé la pregunta me levanté y me acerqué al lago para mirar como mi aspecto se reflejaba en sus aguas, lo que se veía no era realmente mi aspecto pero yo realmente lo sentía como tal. La oscura y larga túnica que cubría desde mi cabeza hasta mis rodillas, que ondeaba por las últimas brisas del atardecer y entre toda esa sombra mi cara, o mejor dicho mi falsa cara, una máscara de gato que yacía indiferente, como yo. Tras todas las cosas que me habían pasado hasta llegar a esta isla no tenía claro cual de nosotros era el auténtico Shi, si el que murió o el que se oculta bajo esta máscara y vive la vida en pos de un propósito tan egoísta. Me senté junto al agua para esperar la respuesta del marine o su ataque, fuera cual fuera su reacción ya había tenido el placer de conocerle, un buen hombre capaz de brindarle ayuda incluso a un asesino, la muerte decidiría el resto.
- Pues me temo que yo empecé antes que tú, pero realmente no recuerdo nada de todo eso, desperté hará unos meses en una isla y por suerte para mí fui entrenado en el arte de las sombras, tenía otras opciones hasta que descubrí mi pasado, no me resultó fácil y acabó por dejarme sin más opción que vivir la vida de este modo. - Dije mientras entre pausas para comer aquel caldo, que no estaba nada mal, desde luego aquel hombre tenía grandes cualidades. - Tengo claro que esto me va a traer problemas, es más se que ahora mismo teniendo en cuenta tu posición y mi declaración, acabaremos por pelear pero bueno espero seguir hablando hasta saciar mi hambre, supongo. Si me permites la pregunta, aquella chaqueta de allí parece bastante pesada, teniendo en cuenta la cantidad de medallas... ¿ Qué cargo ocupas en la marina ? - Dije con un tono de curiosidad, realmente tenía claro que iba a tener que pelear con aquel hombre, pero desde luego dejando de lado nuestros "bandos", no parecía una mala persona. -
Una vez le formulé la pregunta me levanté y me acerqué al lago para mirar como mi aspecto se reflejaba en sus aguas, lo que se veía no era realmente mi aspecto pero yo realmente lo sentía como tal. La oscura y larga túnica que cubría desde mi cabeza hasta mis rodillas, que ondeaba por las últimas brisas del atardecer y entre toda esa sombra mi cara, o mejor dicho mi falsa cara, una máscara de gato que yacía indiferente, como yo. Tras todas las cosas que me habían pasado hasta llegar a esta isla no tenía claro cual de nosotros era el auténtico Shi, si el que murió o el que se oculta bajo esta máscara y vive la vida en pos de un propósito tan egoísta. Me senté junto al agua para esperar la respuesta del marine o su ataque, fuera cual fuera su reacción ya había tenido el placer de conocerle, un buen hombre capaz de brindarle ayuda incluso a un asesino, la muerte decidiría el resto.
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Karl se sirvió un tazón y empezó a comerse su ración rápidamente, a grandes tragos. Entonces se levantó, algo aburrido por tanta cháchara. Estaba claro que o a su oponente le gustaba interpretar personajes extravagantes para darle mayor dramatismo a las escenas o realmente era un tipo muy turbio que había perdido su memoria. Ni siquiera le había reconocido, aunque fuese por el enorme "Almirante" en letras grandes que podía leerse en su chaqueta. Se crujió el cuello y los nudillos y declaró:
- Ya estoy aburrido de esto. Levántate y atácame de una vez.
Había decidido que aquel juego no le gustaba. Si el otro en verdad estaba allí para asesinarle y estaba jugando con él, no estaba sabiendo hacerlo bien. Era aburrido y patético. En el caso de que no fuese una actuación... bueno, le debería una disculpa por llamarle aburrido, aunque no por intentar arrancarle la vida. Se colocó en posición defensiva y le esperó.
- Ven cuando quieras. Te espero.
- Ya estoy aburrido de esto. Levántate y atácame de una vez.
Había decidido que aquel juego no le gustaba. Si el otro en verdad estaba allí para asesinarle y estaba jugando con él, no estaba sabiendo hacerlo bien. Era aburrido y patético. En el caso de que no fuese una actuación... bueno, le debería una disculpa por llamarle aburrido, aunque no por intentar arrancarle la vida. Se colocó en posición defensiva y le esperó.
- Ven cuando quieras. Te espero.
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La cosa había tomado el camino que me esperaba, Karl había acabado toda su paciencia o realmente ahora mostraba su verdadera personalidad. No tenía claro que había ocasionado este cambio tan radical, pero desde luego este no era el mejor momento para pensarlo, íbamos a empezar una pelea en la que yo tenía todas las de perder. No me había acercado a aquel hombre con la intención de pelear con él, pero el trabajo era el trabajo, así que dije:
- Lamento que las cosas sucedan de este modo, en otras circunstancias seguro que habríamos disfrutado de una agradable comida. - Dije mientras estiraba mis extremidades y hacía crujir mis nudillos. - Pero el trabajo es el trabajo, no puedo rechazar este contrato aunque quiera, es el primer paso hacia mi objetivo. - Tras decir esto tomé mis dagas y realicé reverencia hacia el marine. - Gracias a por la comida, ahora comprobemos cual es la barrera entre alguien como yo y uno de los hombre más fuertes del mundo. -
Tras decir esto lancé mi daga dejando correr la cadena, si la esquivaba tiraría de ella para tratar de golpearle mientras volvía, quería comprobar cual era la diferencia entre él y yo, qué me separaba de la gente más fuerte del mundo.
- Lamento que las cosas sucedan de este modo, en otras circunstancias seguro que habríamos disfrutado de una agradable comida. - Dije mientras estiraba mis extremidades y hacía crujir mis nudillos. - Pero el trabajo es el trabajo, no puedo rechazar este contrato aunque quiera, es el primer paso hacia mi objetivo. - Tras decir esto tomé mis dagas y realicé reverencia hacia el marine. - Gracias a por la comida, ahora comprobemos cual es la barrera entre alguien como yo y uno de los hombre más fuertes del mundo. -
Tras decir esto lancé mi daga dejando correr la cadena, si la esquivaba tiraría de ella para tratar de golpearle mientras volvía, quería comprobar cual era la diferencia entre él y yo, qué me separaba de la gente más fuerte del mundo.
- AM - U~ōkingu to ritān
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