[Pasado][Grupal][Maximilian - Xemnas y Xira Death]Conociendo mundos peligrosos: Poniendo en riesgo a toda una isla

Baterilla parecía ser una isla tranquila y acogedora para los viajeros. Había llegado allí con mi bote pequeño, dejándolo oculto por una costa deshabitada para no llamar la atención. Me había gustado lo primero que vi, una vegetación amplia donde recostarse y disfrutar de la brisa suave del viento. Al llegar al pueblo nadie se interesó en mi como era ya costumbre, mi presencia no era para nada ostentosa ni intimidante ya que no era un pirata agresivo ni busca pleitos como la mayoría de los corsarios que se lanzaban al mar por esos días. Busque un buen lugar donde poder comer algo y descansar ya que las piernas me estaban doliendo por caminar tanto y encontré un restaurante en un esquina. Entré y noté al instante que el ambiente era tranquilo y silencioso. Las personas hablaban entre ellas y algunas reían en voz baja, tratando de no ser tan expresivos a la hora de hablar. Mire a la derecha y había una mesa vacía a la que me dirigí para sentarme. Deje mi guitarra a un lado y revise mi bolsillo para ver de cuantas monedas disponía. El dinero era suficiente para comprarme un buen almuerzo y deje de preocuparme por eso.

El hombre que estaba en la mesa mi derecha fumaba un cigarrillo mientras leía el periódico semanal. En su mesa estaba un cenicero de metal y al otro una taza de café. Traía lentes y parecía disfrutar mucho de lo que estaba haciendo. Dos mesas delante había una pareja que hablaba uno muy cerca del otro.

-Nada fuera de lo normal – pensé mientras un camarero me veía desde el otro lado del restaurante y se acercaba a pasos apresuras a donde estaba.

El hombre era alto y con un bigote prominente. Esta vestido con una corbata negra con pantalones del mismo color y una camisa negra. Su cabello estaba bien ordenado y se había peinado con todo el cabello hacia atrás.

-Buenos días señor, ¿qué se va a servir?

-Mmm ¿que tienen de postre?

-A bueno, tenemos pasteles, dulces y helado

-Una sopa caliente de carne, dos trozos de pan y un helado

-Enseguida le traigo su orden, caballero – dijo con su voz chillona

Solo esperaba que la comida de aquel lugar no me decepcione ya que tenía muchas ganas de comer algo bueno ese día.

Un barco se acercaba a aquel lugar del Sur, los Death volvían de unos de sus trabajitos y ahora iban a pasar un buen rato en uno de los restaurantes más famosos del lugar. Baterilla tenía uno bastante bueno y por ello iban hacia allá. El navío era pequeño pero habían conseguido viajar gratis, aunque el rubio no sabía el por qué de esa amabilidad. Tal vez su hermana tenía algo que ver en aquello, pero prefirió no preguntar, simplemente se hallaba en la borda sonriendo de forma ilusionada mirando el mar. Los delfines saltaban contentos y las gaviotas pasaban por el cielo haciendo sus típicos y molestos sonidos. Ese día el chico no llevaba la camiseta puesta dejando ver un cuerpo bastante fornido y musculoso, tan solo llevaba un pantalón negro largo, sus botas y su enorme espadón a la espalda. Xira estaba dentro del barco, o ese pensaba el joven, tal vez de equivocaba. Sin embargo al ver que estaban llegando al muelle, se acercó al pasillo que daba al interior y pegó una voz mientras soltaba después una carcajada amable.

- ¡Ya veo el restaurante! ¡Yo me adelanto y voy cogiendo sitio en la barra!

Tras aquellas palabras salió corriendo hacia la borda y sin pensárselo pegó un salto, sin embargo el peso de la espada le jugó una mala pasada y le frenó en pleno aire. Sus ojos se abrieron como platos soltando un pequeño quejido y acabando en el agua, una vez allí se puso a mirar los peces pasar con una sonrisa. Bajó un poco y se fijó en la cantidad de cosas interesantes que había bajo el mar. Había corales, pulpos e incluso cangrejos, los cuales se desplazaban por el suelo lleno de arena. En ese momento pensó que se olvidaba del restaurante y nadó hasta el muelle hasta salir empapado, pero le dio igual y empezó a correr rumbo hacia el enorme restaurante mientras oba soltando carcajadas por el camino. Cuando por fin divisó la entrada, aumentó la velocidad, el Sol ya le había secado algo aunque el pantalón seguía igual. Nada más llegar se fijó que había bastantes personas pero la mayoría de ellas parecían normales, por ello se sentó en la barra dejando a su lado una silla libre. Después soltó una carcajada nueva y levantó la mano pegando una voz bastante alta y llamando así al dueño del local.

- ¡Jefe póngame un tazón del mejor ramen de ternera que tenga en todo el restaurante! ¡Acompañado de un perrito caliente y un vaso de agua!

Aquel hombre no tardó mucho en ponerle lo que había pedido con una gotita anime que le resbalaba por la cabeza. Sin pensárselo, Xemnas empezó a comer mientras adsorbía literalmente los fideos con una cara de hambre impresionante. Era increíble la velocidad con la que lo hacía, incluso bebía a veces agua al mismo tiempo. La mayoría de las personas decidieron ignorarlo, dijeran lo que dijeran a él le daba lo mismo y seguía de forma voraz como si no hubiese un mañana.

El mozo regresó con lo que le había pedido en una bandeja. Coloco la sopa primero en la mesa y luego un plato con dos trozos de pan tostados y calientes para terminar con el helado. Esta venia en un gran vaso en forma de cono que terminaba en su base plana y circular de vidrio.  El helado era de vainilla con una cereza en la punta y el olor a dulce combinado con la vainilla me generaba una agradable sensación de placer.

-Que le aproveche – dijo el mozo mientras se daba media vuelta y se alejaba de donde estaba.

Parecía no haberle importado que fuese un forastero y que estuviera vestido como estaba, ya que en el restaurante no había muchas personas que vistieran de una forma peculiar. Cogí la sopa y la acerque a mí. Debido al calor de la comida me quite la gabardina que cubría mi cuerpo y esperando que nadie viese mis dos katanas, me las quite de la cintura y las acomode debajo de la silla donde estaba sentado. Cogí la cuchara de metal y la metí en la sopa notando que esta tenía una buena consistencia y un agradable aroma a especias. Me lleve la cuchara a la boca y sentí el sabor de la sal, el tomate y algunas otras verduras. Estaba claro que el restaurante tenia mejor comida que cualquier taberna a la que frecuentemente solía ir al llegar a un pueblo. Volví a llevar la cuchara a la sopa y repetí la acción varias veces.

Cuando acabe la sopa, acerque a mí el pan y el helado para seguir comiendo. De pronto, noté que el silencio se había apoderado del lugar. Las personas que normalmente estaban hablando miraban sus platos con los ojos casi cerrados y agachaban la cabeza. No llegué a comprender por qué pero pude ver que en la puerta había un hombre de mediana estatura, de rostro pálido y cabello corto. Su rostro ya no era el del joven y parecía tener unos 40 a 50 años. Tenía un sombrero blanco y vestía de terno gris, camisa negra con una corbata roja, zapatos negros y un abrigo negro encima del terno. Fumaba un puro grueso color marrón que despedía un humo bastante grande. Dio unos pasos y detrás de él aparecieron tres hombres vestidos de terno negro con gafas oscuras, camisas blancas y corbatas negras. El hombre que había entrado primero camino hasta una mesa alejada del resto acompañado por los tres hombres quienes apartaban las sillas que estaban en el camino, cuando llegó a su mesa se sentó, mientras su escolta se sentaba en tres mesas diferentes alrededor suyo. Cuatro hombres más vestidos de la misma manera entraron al restaurante y se colocaron detrás del hombre que parecía ser su jefe. Afortunadamente el local bastante grande para albergar tanta gente.

Los mozos habían desaparecido de mi vista muy posiblemente porque aquel hombre era alguien importante.  Mientras miraba a mí alrededor me percate que en la barra había dos personas que comían sin ninguna preocupación. Solo les veía las espaldas y aunque no fue difícil diferenciarlos el cabello rubio casi color del oro era igual en ambos. Por la silueta de una de esas dos personas, uno de ellos era una chica, la cual vestía de una ropa bastante apretada que la hacía muy provocativa. En cambio el otro, tenía en su espalda una gran espada, lo cual me dio a entender que era un guerrero o tal vez un pirata igual yo.
De la puerta que conducía a la cocina salio un joven camarero. Tenía lentes y parecía muy nervioso para ser el primero del personal del restaurante para dar la cara. Rápidamente se acercó a la mesa donde estaba el tipo que recién había entrado y por el silencio que había en lugar pude oír o que decía.

-Buuennnaaasss, bueeeenas tardes señor- dijo el chico titubeando

El tipo que estaba sentado en la mesa golpeo suavemente el puro y dejo caer las cenizas en un cenicero de cristal que estaba en frente.

-Trae una café caliente y un pastelillo muchacho, esperó que esta vez no te equivoques como la última vez

-No,no,no,no señor, lamento lo que paso en su última visita

-Bueno que esperas – dijo mirándolo y haciendo un gesto para que se vaya

Mientras el muchacho se apresuraba a ir a la cocina, el hombre que estaba en la mesa siguió fumando.

El rubio seguía tragando con voracidad mientras sentía como su hermanita se sentaba a su lado, ella ahora se había pedido un perrito caliente y empezó a comérselo de forma lenta y algo extraña. Sin embargo el joven era algo cortito y no le pareció tan raro, por lo que soltó una carcajada tranquila y se puso sobre la barra en cuclillas justo en frente. Parecía estar delicioso y él no veía otra cosa que no fuera un delicioso pedazo de carne, por lo que abrió la boca de forma amplía y pegó un enorme bocado al perrito de su hermana. Se tragó más de la mitad quedando por unos segundos muy cerca de ella, después se separó masticándolo y volviendo a su sitio mientras lo degustaba y finalmente se lo tragaba con velocidad, después sonrió de nuevo colocando su brazo por encima de los hombros de la rubia.

- !Jajajajaja! Estaba delicioso hermanita, mira que tratar de comértelo sin dejarme ni un poquito…

Vaya cara que tenia a veces, había estado a punto de comérselo entero y todo de no ser porque ella ya tenía lo que quedaba en la boca. Ahora se cruzó de brazos y puso los pies sobre la barra con mucha comodidad, como si estuviera en su propia casa vamos, las miradas ahora aumentaron y uno de los camareros se molestó un poco como era normal. Se acercó a él despacio y con una gota anime comenzó a sonreír como quitándole importancia al asunto, pero aún así tenía que avisar al rubio de que aquello estaba mal. Tomó algo de aire y empezó a hablarle en un tono amable y tranquilo mientras mantenía las manos cruzadas tras la espalda de forma cómoda.

- Disculpa joven pero no puedes poner los pies así. Esto es un restaurante y los demás clientes podrían enfadarse por ello, ten en cuenta que la gente come aquí y no les gusta que haya pies ajenos dónde ponen la boca ¡Jajajaja!

El chico lo entendió y asintió de forma amable, al pedirle las cosas de esa forma no podía negarse pues al no haberle tratado bien nadie salvo su hermana, siempre trataba de hacer amigos de todas las formas posibles. Justo cuando iba a pedir algo más para comer, escuchó detrás suya como un hombre con gafas de Sol y pelo blanco amenazaba a un niño pequeño, era un tipo de altura bajita, vestía con un traje rojo y un pantalón verdoso. Esa ropa no pegaba para nada, sin embargo ese no era el caso, dicho señor tenía al pequeño cogido del cuello de la camiseta y le regañaba por un motivo tonto.

- Chico te he dicho que para jugar en mi isla debes pagarme, soy el líder de la mafia Gyukai y no me gusta que pasen estas cosas.

Los llantos del niño ahora aumentaron debido al miedo, el rubio se quedó mirando tranquilamente y se levantó de la silla. Todos miraban asustados a ese hombre, o al menos la mayoría y algunos camareros, sin embargo Xemnas se puso detrás, alzó el puño hacia arriba y lo bajó con fuerza. Estrelló sus nudillos en la cabeza de aquel hombre estampándolo contra el suelo de forma violenta, para después soltar una carcajada algo infantil.

- !Deja al chico hombre!

Algo había ocurrió que desconcertó todo el lugar. Un niño estaba entre las manos de un tipo que vestía de una forma que casi me hace vomitar. El pequeño intentaba liberarse pero el tipo lo tenía cogido del cuello de la camiseta y lo regañaba. El niño lloraba sin cesar debido a la reprimenda que le estaba dando aquel sujeto pero eso no acabo ahí, el chico que antes había visto en la barra con la otra chica se colocó de pie y camino rápidamente hasta estar detrás de sujeto de traje rojo. Lo golpeo violentamente contra el suelo, estampando su cabeza contra el suelo para luego reírse de una manera poco peculiar. Me quedé mirándolo, no sabía por qué pero presentía que todo iba a terminar mal. El tipo del terno gris seguía fumando su puro relajo, mientras uno de los hombres vestidos de negro se ponía de pie y caminaba hasta el tipo que estaba estampado en el suelo. Lo cogió del cuello y lo arrastro hasta la puerta del lugar y lo lanzó hacia fuera. Se colocó en medio del restaurante y dijo con una voz muy tétrica:


-Todos, fuera


Todos los clientes salieron corriendo sin dudarlo, para que en el lugar solo quedáramos unas pocas personas, entre ellas el chico de cabello rubio, su compañera, el tipo de traje gris y los otros 7 de vestimenta negra y yo. El sujeto que había dado la orden de que todos se fueran cogió una silla y la colocó a unos metros frente a su jefe, mientras volvía al lugar donde antes había sentado.


-Chico, toma asiento –  dijo el jefe con el puro entre los dedos




Algo me decía que todo esto pronto se volvería demasiado peligroso o tal vez solo me equivocaba, no lo sabría hasta que viera como reaccionaba ese muchacho.

La situación había dado un cambio bastante grande, el hombre al que había atizado salió por la puerta gracias a un tipo que lo lanzó con violencia. Xemnas se quedó algo confuso al haber visto aquel comportamiento en el hombre y estuvo a punto de decirle un par de cosas, sin embargo un tipo bastante tétrico dijo que salieran todos. No podía creérselo, la gente salió por patas de aquel bar, tan solo quedaron aquellos hombres, el tipo del puro en la boca y otro hombre moreno. Acto seguido escuchó las palabras de aquel hombre que le ofrecía tomar asiento en aquella silla. Los nervios del muchacho aumentaron un poco debido a lo que estaba pasando, se sentó observando a aquellos hombres totalmente callado, la verdad es que no quería poner en peligro a su hermana y si debía hacer algo tendría que darlo todo en aquel lugar de la isla.

- ¿Qué ocurre?

Dijo el chico mientras tragaba saliva y llevaba su mano derecha al bolsillo mientras que la izquierda la dejaba a la vista, no perdía de vista a ninguno de ellos. La verdad es que se estaba empezando a pensar lo peor, después de unos segundos dirigió su mirada al hombre de melena larga (Max) y entrecerró los ojos para después mirar al hombre del puro. Aquello apestaba a muchos problemas, pero que a muchos. Tal vez hizo algo que no debió, pero no podía permitir que se metieran con el crío pequeño, le recordaba mucho a su infancia y era algo que no estaba dispuesto a dejar pasar a nadie inocente. Si iba a tener que pelear al menos lo haría sabiendo que se había alimentado bastante bien y como un loco, pero a decir verdad continuaba con hambre.

El sujeto que fumaba el puro expulso una gran cantidad de humo para luego sonreírle al chico que estaba sentado frente a él. No quería llamar la atención de nadie así que no me moví en absoluto. La tensión comenzaba a crecer en el restaurante ahora vacío y tenía la idea de podría presenciar algo que obligaría a actuar.

-¿No sabes quién soy verdad? – dijo la voz del sujeto del puro – si me imagino que no – hizo una pausas y fumo otra vez – yo soy el dueño de esta ciudad y en esta ciudad se hace lo que yo diga, si no te gusta chico, tendremos un pequeño problema pero este no es el caso – se quitó el puro de la boca y lo golpeo suavemente en el cenicero – te doy las gracias por lo que hiciste con esa basura del de Gyukai, no me gustaba para nada, siempre se estaba metiendo en mis asuntos pero gracias a ti parece que el problema conmigo ha terminado, ahora tu tendrás el problema. Considerarlo un regalo de mi parte el advertirte que el Gyukai no es algo para tomarse a la ligera, tal vez deberías tratar de huir o no saldrás vivo de esta isla

El tipo se recostó sobre su silla y después de un momento dijo:

-Ahora lárgate y déjame tranquilo – su voz resonó en el restaurante vacio mientras agitaba la mano en un gesto de desagrado

Algo había oído sobre los problemas que había en Baterilla y la guerra de mafias que se libraban casi a diario pero nunca me imaginaba el ser testigo de una situación complicada con alguno de ellos. Esperando que no me tomaran en consideración, tomé mis cosas y salí del lugar rápidamente. Mientras cerraba la puerta con una calma inmensa para no producir ningún ruido que pudiera delatar mi salida del lugar, pensé el chico que estaba dentro con la otra mujer y los mafiosos. Tenía la cabeza agachada mirando el borde de la puerta y cuando esta se cerró, suspiré con tranquilidad. Me giré y cuando levanté la cabeza una veintena de hombres con aspectos de maleantes estaba frente a mí, armados con mazas pesada y otros con cuchillos y espadas en mano.

-Ammm, perdone me retiro – dije con una sonrisa

Uno de ellos, un hombre bastante alto y brazos grandes me cerró el pasó diciéndome:

-El jefe dijo que tú saldrías primero y que debíamos darte una paliza de muerte

-Perdonen pero están equivocados de persona

-¡A él muchachos!

El grito del hombre lo encendió a los demás, los cuales levantaron sus manos en el aire y se fueron en contra mía con gran agresividad. Suspiré resignado por aquella confusión pero no podía permitirme que esos hombres lastimaran a alguien. Desenvaine mi katana derecha y en un rápido movimiento corte a los dos primeros que se me acercaron, mientras que uno más se lanzaba a golpearme la cabeza con una maza. Me moví a un lado y la maza se estampo contra el suelo. Lo corte en el abdomen con rapidez mientras que otros tres aparecían para rodearme con cuchillos en mano. Los desarme y los deje inconscientes con fuertes golpes en el cráneo con la parte de mi espada que no cortaba. Uno tras otros fueron cayendo y cuando terminé con todos me volví a uno que me sujetaba la parte del tobillo del pantalón. Su rostro lleno de dolor me decía que pronto se quedaría inconsciente. Me agaché para mirarlo de cerca.

-Quien…eres – dijo mientras su cabeza se movía lentamente de un lado hacia el otro.

-No soy quien golpeo a tu jefe, se han equivocado de persona – le dije sonriéndole

-Maldi…

Antes de que terminara de decir su última frase, sus ojos se cerraron y su cabeza golpeo el suelo. Me puse de pie y miré la triste imagen que había creado en la calle con todos los cuerpos de los hombres que habían intentado golpearme o incluso matarme de alguna manera.

-Todo fue una confusión, lo siento – dije mientras hacia una reverencia para no sentirme culpable por lo que había pasado

Las palabras de aquel tipo ni siquiera inmutaron al rubio, el cual mantenía una mirada seria en todo momento ante las palabras del mafioso líder, el cual seguía fumando su puro con calma. Al parecer en la isla había varias mafias y él la sabía liado golpeando al tipo de antes, la verdad es que le daba igual pues se lo merecía, por si fuera poco aquel hombre le dijo que se largara de la isla o iba a acabar muy mal. En ese momento Xemnas sonrió de lado mientras ahora se ponía en pie y observaba a otro hombre salir por la puerta, no le dio importancia y soltó un suspiro mientras cerraba los ojos. Se puso a pensar que no era idea estar allí con su hermana, pasaron unos segundos hasta que volvió a abrirlos con tranquilidad y calma, les dio la espalda a aquellos hombres de manera lenta y calmada. Después de unos momentos su sonrisa se amplió bastante y fue cuando dejó salir aquellas palabras de su boca, las cuales iban en un tono desafiante e hiperactivo.

- Será divertido ver como lo intentan y como se van a casa con la cabeza agachada y con el rabo entre las piernas.

Dijo de repente muy seguro de sí mismo mientras ahora caminaba hacia la salida con toda la calma del mundo, estiró la mano abriendo aquella puerta de madera y se dirigió al exterior entre silbidos y pasos lentos. Nada más salir pudo darse cuenta de la escena, el chico que había salido antes que él estaba combatiendo, bueno más bien finalizando pues ya solo le quedaba uno cuando el rubio salió, las palabras que dijo después le dieron a entender todo. Se habían equivocado y al parecer habían atacado a aquella persona que no tenía nada que ver, no pudo evitar llevarse la mano derecha a la nuca y rascarse un poco sabiendo que el culpable era él. Dio unos cuantos pasos hacia aquella persona que le había hecho el enorme favor y se quedó mirándole de forma seria, después de unos cuantos segundos mostró una sonrisa amable y amplía. Acto seguido soltó una carcajada mientras le dirigía la palabra de forma tranquila y en un tono medio para que le escuchara sin problema alguno.

- Gracias por haberme hecho el favor de quitármelos de encima, te lo agradezco mucho !Hehehehehe!

Dicho aquello se fijó en dos más de aquellos tipos que llegaron por una de las calles, al parecer iban trotando y con prisa, llegaban tarde a la fiesta. Cuando vieron a sus compañeros de esa forma no pudieron evitar gruñir y correr hacia el rubio y el moreno, ahora le tocaba el turno a Xemnas, se fijó en que ellos disponían de dos porras de combate, parecían las típicas que disponían los guardias en los eventos. No se lo pensó dos veces y cuando estuvieron lo suficiente cerca sacó su enorme espadón lanzándoles un golpe a ambos con la parte roma de la espada, aquella enorme arma sumada al buen uso del devastador fue muy eficaz. Impactó contra el torso de uno dejándole tirado y sin respiración por el golpe y pegó en el rostro del que era más bajito, haciéndole sangrar por la nariz y tirándole también. No pretendía matar a nadie pues era algo que no le gustaba para nada, una vez se hubo ocupado de ellos, pegó un largo suspiro para después guardar su arma y estirar su mano hacia el moreno mientras le sonreía amistosamente.

- Me llamo Xemnas.

El chico que antes había estado con su hermana salio del restaurante muy tranquilo. Dos tipos aparecieron para atacarlo pero ellos no pudieron hacerle frente debido a su enrome espada. Fueron unos cuantos movimientos para que el muchacho los dejara inconscientes al igual que a los otros. Xemmas era su nombre y parecía ser alguien en quien se podía confiar. Normalmente no era una persona que confiaba en el resto pero aquel muchacho tenía algo que me hacía verlo con cierta falta de recelo. Le estreche la mano con una sonrisa y respondiendo a su presentación también hice la mía.
 
-Soy Maximilian – dije con gran ánimo
 
Era un poco más pequeño que yo así que no me sorprendería fuese incluso más joven. Justo en el momento en que bajaba la mano e iba a decirle para irnos a otro lado ya que la situación requería que no estuviéramos allí, dos disparos hicieron que dejara mi letargo y me volviera hacia atrás. Por el otro lado de la calle dos hombres llegaban caminando. Uno de ellos tenía un sombrero negro y una pañoleta en roja en el cuello, con una gabardina marrón y pantalones de cuerpo, una camisa con delgadas lunes negras y botas algo desgastadas. Tenía en su mano dos revólveres y sus brazos estaban cruzados, apuntando sus dos pistolas a los lados de donde salía un leve humo lo cual indicaba que habían sido recién usadas. El otro era un hombre inmenso, musculoso, que cargaba con un hacha de doble hoja en la mano derecha. La mitad del tronco superior descubierta y la otra hasta las piernas tenían una vestimenta de pieles con insignias de animales. En la espalda traía tres espadas largas y su cabello era gris al igual que su barba. 

Mercenario 1:

 

Mercenario 2:

“Vaya, esto se pone interesante pero me preguntó si será bueno meterme en este asunto”
 
Ambos hombres siguieron caminando y apresuraron más el paso cuando estuvieron a unos metros de donde estaba. El tipo que cargaba el hacha lanzó un poderoso ataque que esquivamos Xemmas y yo moviéndonos a cada uno a un lado. Su hacha doble se estrelló contra la tierra mientras que  la sacaba y se dirigía hacia Xemmas para atacarlo. El sujeto de las pistolas aparecía justo delante de mí y me apuntaba con sus pistolas colocándolas a la altura de su cintura. Sus rápidos disparos me hicieron correr una cierta distancia para luego desenvainar mi espada y cargar contra él. Me detuvo con una de sus pistolas la cual parecía tener un pequeño gancho debajo del caño que estaba bastante bien afilado ya que debido a un descuido el pequeño gancho me hizo un corte en el brazo izquierdo.