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Una voz que me hizo enmudecer [Privado Ren Inuy] Empty Una voz que me hizo enmudecer [Privado Ren Inuy] {Vie 3 Abr 2015 - 1:48}

Dexter recordaba aquel día como si fuera ayer. "¿Cuánto tiempo hace ya de eso?", pensó para sí el dragón, mientras trazaba líneas apenas visibles en un plano recién comenzado. Su vista estaba perfecta, pero su mente se nublaba por momentos, producto de los recuerdos de un primer día del año algo ajetreado. Recordaba aquel día, y no podía evitar pensar en lo que deseó que sucediera aquella noche cuando tuvo la miel en los labios. "Concéntrate", se dijo con determinación, y durante unos segundos lo consiguió, pero pronto las nubes del recuerdo volaron al East Blue, volaron al Baratie...

El Shichibukai había comenzado el año en el Baratie, como muchos otros. La ropa que para la mayor parte de la gente era "elegante", para el Dragón no era sino ropa de diario. Tergales planchados con raya única, negros como el hollín, a juego con unos zapatos de punta italiana brillantes como el ónice. Sobre su pecho camisa blanca y corbata roja, cubiertos por un chaleco negro, ajustado al torso. Lo único que lo hacía destacar en la sobriedad de la noche era aquel abrigo de pelo, blanco y negro, que llevaba a su espalda. Dexter llevaba aquel abrigo desde hacía años, tal vez desde antes de empezar con la caza, y sin duda mucho antes de hacerse pirata. ¿De verdad rompía tanto un abrigo de gala en aquella noche de fiesta? No, pero era un símbolo. ¿Qué hacía un Corsario en el East Blue? Sin duda el temor por lo que acechara en el lugar y por lo que el pirata desease hacer se repartían a partes iguales en el ambiente. No era muy agradable verse reducido a alguien temido y odiado, pero tenía a su tripulación. ¿Qué más necesitaba?

-Música- dijo, sin esperar a que nadie le dirigiera la palabra. Se retiró el abrigo y lo dejó en la percha más cercana. Si algo bueno tenía ser una figura pavorosa era que difícilmente se atreverían a robarle. Una ventaja con la que no contaban todos esos pretenciosos que ahorraban todo el año para pasar una agradable velada agarrando su bolso o vigilando su abrigo, y por un momento soltó una carcajada. Tendió una mano hacia el Mêtre y sin mediar palabra pidió su mesa, dejando un bonito billete en el bolsillo del hombre-. Y no se preocupe, ya estoy retirado. Sólo robo y mato por necesidad.

Con una sonrisa soberbia en el rostro tomó su mesa. Había venido solo, pero una mesa para cuatro vacía era un bello canto a la soledad. ¿Arias tristes? Una vez leyó un libro así, aunque no recordaba de qué trató. "No hay que ser un genio para imaginarlo", dijo su mente con cierta crueldad, y Dexter bajó a la realidad de bruces, casi indignado por el poco respeto que su mente le demostraba. Un poco molesto, observó el lugar. Había estado más veces, pero las mesas habían sido apartadas, y en el centro lo que siempre había sospechado como escultura cubierta se desveló. Más de cincuenta tubos en escalera, y un teclado al pie de ellos, haciendo de corazón a aquel esbelto cuerpo musical. ¿Habían preparado un concierto de año nuevo? La cuestión se ponía interesante. "Espero que sea un buen músico".

-Disculpe caballero- lo interrumpió la voz de un camarero-. Como entrante contamos con sopa de cangrejo y nueces, salpicón de centollo o revuelto de gambas con ajetes tiernos y salsa de limón. Ahora que comienza la velada, ¿Qué desea?

-Cenar a media noche es horrible. Tráeme un vaso de bourbon, con tres hielos y deja dos dedos en el vaso. Quiero música.

El hombre abandonó la mesa, y el dragón observó. Era una noche casi perfecta, sólo necesitaba que estuviera ahí lo que buscaba.



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Una voz que me hizo enmudecer [Privado Ren Inuy] Empty Re: Una voz que me hizo enmudecer [Privado Ren Inuy] {Mar 21 Abr 2015 - 15:09}

-Partamos hija el tiempo es indomable. Clamo su maestro, que observaba como la pequeña musa aun jugaba con banalidades en su espejo. –Tenemos que llegar al puerto cuanto antes, allí nos llevaran. Impone nervioso, ajeno de la cautela que lo caracterizaba, por momentos su maestro tenia un deje de paternidad. –Tranquilo ya estoy lista. Entona con su belfo carmesí, más que un color de labios parecía un altar para afrodita. Caminaron bajo el encanto de Morfeo, que lentamente hacia de las calles penumbras en soledad. Se dibujo en el cielo un chiflido que atemorizo a ambos, el barco estaba anunciando su aventura. El júbilo que derrochaban ambos en su trote los hizo llegar a tiempo y montar en el titán de madera. Con la primera bocanada de aire y vigoroso rompió las crestas del mar para perderse en el inmenso manto añil.

Baratie un apartado de mundo que dejaba mudo a muchos y que enaltecía el ego de unos tantos. Y allí estaba Ren, compuesta y vigorosa traga con sus obres la inmensa fachada del lugar. El nuevo anuario no seria más que un espectáculo de sus manos y voz, regalaría a unos cuantos apoderados una porción de cielo.

Preciosa sirena, dama fatal, mujer amante, capricho de dios, delirio de muchos, copa vacía… Venus toco el manto de astros y dejo una estrella en el lugar. Ni muy alta ni muy baja lo suficiente para que sus enormes pechos resaltaran bajo el escote de su vestido. Hebras añiles llovían bajo sus hombros estrictamente en fila. Un moño pasional intenso trazaba la regla de su cabello, haciendo juego con sus obres delineados con asfalto. Naturalmente ruborizada producto de la excitación y fervor, que entonaban los presentes en el lugar. Su primaveral presencia era opacada con un vestido ajustado hasta la cintura y en copa hacia sus rodillas. El albino de pintas negras no hacia más que marcar el vicio de la joven. Veinte centímetros mas alta, azabache taco aguja le regalaba una pisada de de fuego.

Dos piernas erguidas y cubiertas por las mieles del deseo se dejaron ver tras la puerta que encerraba un espectáculo de antaño. Los obres inquietos y babeando por  tal banquete presenciaron una estrella fugas en cubierta. La musa añil entro con pisada firme devorando las miradas de todos los presentes y mostrando todos sus atributos con piel de durazno. En un rapto de demencia, buscando el escenario, tompezo con un perchero y ofreció al suelo, de madera lustrosa, el capricho blanco y negro de algún apoderado. El silencio entono entonces y todos dirigieron la vista a la mesa de un muy apuesto de gala. –Lo siento. Rompió la música del silencio la musa colocando el abrigo de una forma muy desprolija en el perchero.

-Ren ¿verdad? Interrumpió el metre del lugar que con gran caballerosidad tomo el bolso de la tenor. Sus obres no dudaron ni un segundo en contemplar el inmenso escote de la peli azul. –Acompáñame la mesa para usted esta servida. Una escaleras de caños dejaba el suspiro Orfeo encarnado en un órgano de pie, un órgano que hacia palpable la curiosidad de la gente, un órgano que deseaba ser tocado por la sirena añil.  Pocos percataron la audición de Ren con el precioso teclado, hasta que el delirio de sus manos arremetió contra el instrumento.
Las hebras abrazaron las teclas, las manos entonaron el solfeo mas pintoresco, el mudo sonido de la perfección ofrecieron los presentes. Impactados obres en casería de lo absurdo dieron con una sirena iluminada por una única luz, una sirena que derretía el teclado con solo tocarlo. El barco parecía elevarse hasta el manto de dioses en el cielo… tal vez el la estaba escuchando. El microfono furioso apunto de eclosionar fue calmado con miel, la voz de la joven hizo vibrar el impecable piso y el vino en las copas danzo con la polifonía de querubines.


Podría permanecer despierto sólo para escucharte respirar,
Mirarte sonreír mientras duermes
A lo lejos, y soñando.
Podría pasar mi vida en esta dulce claudicación,
Podría quedarme perdido en este momento para siempre.
Ya que, cada momento que pasé contigo
Es un momento que valoro mucho.

No quiero cerrar los ojos,
No quiero quedarme dormido,
Porque te extrañaría,
Y no quiero extrañar nada.

Porque aún si soñara contigo,
El más dulce de los sueños no alcanzará.
Aún así te extrañaría,
Y no quiero extrañar nada.

Acostado cerca de ti,
Siento latir tu corazón.
Y me pregunto con qué estás soñando,
Me pregunto si será conmigo.
Luego, beso tus ojos y agradezco a Dios que estemos juntos
Y sólo quiero estar contigo
En este momento para siempre, para siempre, siempre.

No quiero extrañar ni una sonrisa,
No quiero extrañar ni un beso,
Ya que sólo quiero estar contigo,
Aquí mismo, contigo, como ahora.
Sólo quiero tenerte cerca
Sentir tu corazón muy cerca del mío,
Y permanecer aquí, en este momento
Por el resto del tiempo.
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Una voz que me hizo enmudecer [Privado Ren Inuy] Empty Re: Una voz que me hizo enmudecer [Privado Ren Inuy] {Mar 12 Mayo 2015 - 14:10}

Pasaron unos minutos, y el Shichibukai no perdía de vista el instrumento. Viento recorriendo cada tubo, y la música más pura pasando por el fuelle del órgano. Tocar un piano no era comparable a la dificultad de aquella majestuosidad, y tan sólo unos pocos lograban coordinar la entrada de aire con una digitación excelsa para hacer sentir el placer de la música en los corazones de los oyentes. Si de verdad habían encontrado a alguien que pudiera atrapar el alma de la gente y moverla al compás de su música la velada iba a ser verdaderamente productiva y muy grata. ¿Pero y si no sabía tocarlo? Si hacía daño al oído podía fastidiar aquella primera noche del año. Miró con cierta tristeza su vaso de bourbon, temeroso de estar perdiendo la noche allí.

Bebió un trago de su bebida, y notó mientras paladeaba el regusto avainillado del licor cómo de repente todas las miradas se fijaban en él. Habría sonreído, pero estaba más centrado en disfrutar del vaso que del resto de la humanidad, hasta que se dio cuenta de por qué lo miraban. En la entrada, para maravilla de sus ojos, junto al perchero donde cinco segundos antes reposaba su abrigo, una belleza de grandes pechos se encontraba, con el chaquetón a sus pies, como el mundo. Maquillada dejando su rostro exquisitamente marcado y acompañada de un moño azul, que coronaba el cuerpo de aquella mujer. Casi le perdonaba que hubiera tirado el abrigo al suelo, casi.

-No pasa nada- dijo, restando importancia a que su abrigo favorito hubiera sido tirado por los suelos. Tampoco quería asustar más a la gente de lo intimidada que ya se sentía con su presencia. No era malo, al fin y al cabo, aunque en ocasiones disfrutara pareciéndolo. "A ver si no tarda mucho", pensó dando un par de vueltas al bourbon en el vaso, impaciente por escuchar a quien fuera que tocaría una de las grandes joyas musicales hasta la fecha inventadas.

A sus oídos llegó el nombre de "Ren", un susurro de viento en su cara y una ligera sonrisa apareció en su rostro. "Así que ella será quien amenice esta velada. Se la ve dispuesta", pensó, observando de nuevo, no sin lujuria, el cuerpo pecaminoso de la mujer que se acercaba sin pausa al órgano. Nadie parecía interesado en la mujer que curioseaba con casi lascivia el teclado y acariciaba con algunos mechones el teclado, ansiosos por sentir en ellos el poder de la música.

Sonó la primera tecla, y un soplo cálido inundó la escena. Y un segundo acorde, arpegios acompasados y un viento que inundó la estancia para dejar paso a la voz de una cantante que lo dejó embobado. Era algo más grave que soprano, pero tenía un registro que llegaba a superar las notas en tres octavas a una cantante media de voz aguda cuando quería. Cada segundo de canción embelesaba más al Pirata, que se inclinaba hacia delante en su asiento por tener más cerca el sonido de aquella voz, el cantar de aquel órgano...

"¿Cómo puede ser tan genial?", se preguntó cuando el fin de la música se acercaba, y mientras todo el público aplaudía sutil y delicadamente, Dexter habló con emoción.

-Otra más, por favor- dijo con palabras llanas un deseo tan profundo que casi se echó a llorar de la emoción. ¿Había encontrado a la música perfecta que llevaba tanto buscando? Era perfecto-. Y que esta no termine.



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