[Pasado][Mura y Aka] Día de caza

La bestia mostró una afilada hilera de dientes, cada cual más puntiagudo que el anterior, mostrando la boca de lo que podía considerarse todo un depredador. Una estructura perfecta para desgarrar, arrancar y mutilar a cualquier presa. O al menos así sería si se tratase de los dientes de un depredador. Akagami bostezó, abriendo ampliamente la boca mientras estiraba los brazos y las piernas, recostado en el tronco de un árbol y con una pequeña lagrima bailando en los límites de sus párpados. Se restregó el ojo izquierdo con una mano mientras se le aclaraba la vista. Había vuelto a quedarse dormido.

¿Que dónde estaba? Si la memoria no le fallaba habían llegado hacía escasas horas a la Isla de Dawn, con la intención de conseguir algunos suministros para el barco. Habían comprado algo de fruta, agua, ron, tabaco... Incluso Lanx había movido sus hilos para encontrar a algún proveedor de esos que vendían sustancias de dudable calidad y a los que visitaba tan frecuentemente. Como aún estaban cargando las cosas al barco, el pelirrojo les había dado el día libre. Mientras tanto, él y su compañera más reciente, Murasaki, se encargarían de conseguir la carne para el viaje. ¿Y qué mejor forma de conseguir carne para dos depredadores que cazando? Ninguna, claramente. Ahora solo quedaba una cosa por averiguar... Si no se encontraba con él, ¿dónde se había metido?

Ni siquiera sabía cuándo se había quedado dormido. Su compañera decidió adelantarse, él pensó que estaría bien tomarse un descanso y... ¡Puf! Ahora estaba ahí, tras lo que parecía haber sido una siesta de aproximadamente una o dos horas. Tan solo esperaba que la chica de ojos púrpura no se hubiese metido en problemas el tiempo que él había estado... "Ausente". No le preocupaba demasiado en cualquier caso, pues sabía que ella podía apañárselas por sí sola. Se puso en pie tranquilamente al tiempo que se encendía un cigarro, echando un ojo a sus alrededores mientras tanto. Soltó una bocanada de humo antes de disponerse a hablar.

- ¡Gato! ¿Dónde andas? -dijo en un tono algo elevado, de modo que si estaba lo suficientemente cerca podría escucharle.

Un enorme felino de pelaje anaranjado avanzaba arrastrando una bella presa entre sus fauces, un ciervo de una importante envergadura, mayor incluso que la de ella, aunque al ser uno de los mayores depredadores felinos eso no era problema. Menos con el cabreo que llevaba, ya que no solo había tenido que dejar escapar a cinco hermosas liebres a causa de la tiquismiquis de Rito, sino que su querido capitán que iba a venir a ayudarla con la caza estaba desaparecido, ¿dónde narices estaba estaba? Una cosa estaba clara, pensaba cantarle las cuarenta.

Siguió avanzando hasta notar un olor familiar. -¡¡Ahí está!!- Pensó, acelerando el ritmo, más aún al oír que la llamaba gato otra vez, ¡GATO! ¿Cómo podía serle tan difícil diferenciar entre un gato y un puma? Si la diferencia era obvia. La chica bufó, apretando con fuerza su mandíbula en el cuello del animal que había capturado, para saltar al estar lo suficientemente cerca de él, con intención de echarle una buena bronca.

-¡¡¡ESTÚPIDO AKAAA!!!- Gritó transformándose en humana justo cuando iba a caer sobre él, con el ciervo, cayendo sobre su espalda.

No obtuvo respuesta alguna, aunque pronto pudo percibir la presencia de la chica-puma. No se movió del sitio, simplemente permaneció allí, fumando mientras esperaba a que esta llegase hasta él. ¿Habría tenido éxito en la caza? Ya que su presa había muerto, no era capaz de percibir al ciervo con su haki de observación, aunque supuso que si volvía era porque había finalizado. Probablemente le esperase una buena bronca, cosa un tanto irónica. "Un capitán recibiendo el sermón de su tripulación. Cualquiera que lo viese..." pensaba mientras su mirada permanecía fija en el cielo, o al menos los pedazos de este que se entreveían por las ramas. No tardó en escuchar el furioso grito de su compañera al tiempo que predecía su acción. El pelirrojo se echó rápidamente hacia un lado, dando un paso hacia su izquierda a tiempo para esquivar a la chica y al enorme cuerpo del animal.

- Por fin vuelves -añadió el chico, soltando una bocanada de humo al hacerlo- Ya empezaba a preocuparme. Trata de no gritar, no es necesario -concluyó hablando con una tranquilidad que haría creer a cualquiera que no comprendía el cabreo que tenía la joven pirata.

Echó un vistazo al ciervo, que era de un tamaño bastante considerable. A veces le sorprendía la fuerza de su compañera que, pese a no ser nada comparada con la de él, seguía siendo realmente impresionante. Tan solo había que comparar su tamaño y el del animal. Estaba bien para empezar, pero un ciervo no serviría para alimentar a todo el barco durante mucho tiempo. Teniendo en cuenta cómo comían, probablemente no duraría más de tres o cuatro días, siendo optimistas.

- Buen trabajo, aunque necesitaremos unos cuantos más como este... O incluso más grandes a ser posible. Ya sabes cómo son los demás -prosiguió sin hacer mucho caso a la actitud de la chica de orbes púrpura- Te acompañaré, iremos más rápido si lo hacemos juntos.

Y acto seguido se echó el ciervo a los hombros, como si no pesase más que una simple hoja, al tiempo que comenzaba a caminar tranquilamente. "No será difícil localizar las futuras presas" pensaba el chico mientras mantenía activado su haki de observación, lo cual facilitaría la cacería, pues se ahorrarían el rastreo y el tiempo que ello suponía. Y para qué engañarnos, también le serviría para evadir las posibles ofensivas de la chica.

La chica dejo salir de sus labios varias blasfemias hacia su capitán, junto a algún que otro bufido, el cual recordaba la naturaleza de esta. -Ya se que con uno no basta, pero no soy un dragoncillo de treinta metros de altura, que pueda llevar veinte de estos bichos, soy un PUMA. Al menos yo si estaba haciendo mi trabajo.- Dijo molesta mientras comenzaba a caminar con los brazos cruzados. Tenía muchas ganas de volver al ataque, pero en ese momento no sería capaz de golpear a su capi y que le doliera, ya se vengaría de otra forma.

Durante un buen trecho se centro solo en seguir los andares de Akagami, esperando a que le indicará que había presas en la zona, también estaba atenta pero, ya que el chico había estado holgazaneando, ahora le tocaba a ella vaguear un poco, aunque mantenía sus felinos oídos atentos a cualquier sonido.

-Esta noche quiero el trozo más grande de carne, EL MÁS GRANDE.- Dijo antes de prepararse a cazar, su olfato junto con la mirada de Akagami le confirmaban que varios herbívoros de gran envergadura estaban cerca de ahí. -Veamos quien caza más.-

- Como quieras -contestó ante su petición. Esta chica comía demasiado.

No tardó en percibir la presencia de varios animales, aparentemente de gran tamaño, a no más de quince o veinte metros entre la maleza, a cubierto. Miró a su compañera de lado, la cual le había retado a ver quién era capaz de cazar más presas. Como siempre, pudo notar ese brillo que adquirían sus ojos ante la posibilidad de poner a prueba sus capacidades. Echó un rápido vistazo a sus alrededores, memorizando el lugar, al tiempo que dejaba el cuerpo del ciervo sobre la rama de uno de los árboles, para que ningún carnívoro aprovechase y se diese un festín en su ausencia. Volvió de nuevo junto a su compañera, tirando la colilla del cigarro al suelo y apagándola con el pie.

- Si insistes -dijo con indiferencia- El margen será de veinte minutos. Las piezas que consigamos tendremos que traerlas aquí. Yo dejaré las mías en ese árbol, y tú en aquél -siguió, señalando los árboles que se encontraban en lugares opuestos del pequeño claro- El montón que pese más, gana. Tú darás la señal.

Tras esto se hizo crujir el cuello, ladeando la cabeza levemente y llevando una mano a este, cerrando por unos segundos los ojos. A simple vista no parecía estar haciendo nada fuera de lo normal, pero lo cierto era que se estaba concentrando para saber la posición de aquellas presencias. ¿Trampa? Bueno, la chica no había dicho nada sobre que no pudiese usar su haki, aunque tampoco abusaría demasiado. Le daría una pequeña oportunidad de ganar.

- ¿A qué esperas? Voy después de ti.

Sabía que contra su capitán lo tendría difícil, era un lagarto alado después de todo, un dragón por mucho que ella se empeñara en llamarle lagartija. Pero su cabezonería y quizá su admiración por él que hacían que quisiera demostrarle su valía, causaron que le retara de forma tan tonta. Bueno, acabaran como acabasen iban a obtener un gran festín, pero sin conejos, cosa que seguía molestando a la chica.

-¿A mí señal? ¿Ventaja? ¿Tan pocas posibilidades de ganar cree que tengo?- Se mordió el labio molesta por esas ideas. Quizá no fuera más que un gato ante sus ojos, pero era uno de los felinos depredadores más fuertes y ágiles, además estaban en su terreno.

Cerró los ojos un momento, olisqueando el lugar con intención de localizar antes de empezar, alguna posible presa, para abrir luego los ojos, trasformándose en su forma híbrida. -Bien, empecemos ya.- Dijo momentos antes de salir hacia una zona de bosque en lugar de del claro, cosa que podría resultar raro para su capitán, o no. Lo que su capitán no sabía era que ese ciervo no era el único que había cazado, otra cosa era no haber transportado todos de golpe. ¿Trampa? Bueno, el tenía mayor ventaja en cuanto a fuerza, así que no debería importar demasiado.

Metió las manos en los bolsillos y permaneció en el sitio mientras observaba a la chica alejarse a toda velocidad, internándose en el bosque. Permaneció así unos segundos, con la mirada perdida en la dirección que había seguido su compañera. "No noto ninguna presencia por allí" pensó, esbozando una ligera sonrisa. Tan solo había dos opciones lógicas ante aquella actitud: o bien su olfato le había fallado o, por el contrario, tenía algo preparado. Lo segundo le pareció lo más probable pues, al fin y al cabo, la chica no era torpe precisamente. "Tramposa" pensaba al tiempo que reía levemente. Eran piratas, el juego limpio no iba con ellos.

Comenzó a caminar hacia las presencias, concentrándose en ellas para no errar su posición. No era tan rápido como la chica sobre tierra, pero nadie dijo nada sobre volar. De su espalda crecieron dos alas doradas, extendiéndose para estirar los músculos de estas. Sin más dilación echó a volar, alzándose sobre los árboles mientras se dirigía rápidamente hacia las presas más cercanas: otro ciervo y un par de ardillas. Fue directo hacia el ciervo, pues coger a los pequeños animales le llevaría demasiado tiempo para lo que iba a poder obtener de sus cuerpos. No tardó en caer en picado sobre la pobre criatura, rodando por el suelo con ella para, instantes después, partir su cuello en un rápido movimiento, matándola al instante.

- Primera presa -susurró para sí mismo al tiempo que la cargaba a hombros y volvía hacia el claro a un trote ligero.

Dejó su trofeo junto al otro, sobre otra de las ramas del árbol. No quería que el excesivo peso las partiese y todo su trabajo se echase a perder. "¿Cómo le estará yendo a ella? Casi no puedo esperar para ver su truco" se preguntaba mientras volvía a alzar el vuelo para ir a por la siguiente. No le había llevado mucho tiempo, tres o cuatro minutos, aunque la verdad era que no estaba acostumbrado a ese tipo de actividades. La chica sabía mucho más que él en ese aspecto.

Vio a su capitán descender con su primera presa. Ella apenas volvía de recoger lo que buscaba, aunque no esperaba tener la suerte que tubo. Al ir a por otro ciervo, este menos corpulento que el anterior, el cual estaba a un par  de minutos de su posición, se encontró un par de perros salvajes tratando de alcanzarlo.

"Pobres" pensó mientras se lanzaba sobre ambos, habiendo cambiado a forma híbrida al hacerlo, degollando a ambos en segundos. Claro que para llevar a ambos junto al ciervo, tuvo que apañarse con lianas que colgaban de los árboles para atar a los tres y tirar de ellos, lo que le quitó un minuto de tiempo.

Esperó a que el chico alzara el vuelo otra vez, para poder colgarlos en su árbol. Observó entonces que el otro ciervo que había traído ella estaba en el árbol del chico. -Tsk...ese no cuenta.- Murmuró. Pensaba recordar a su capitán que el primer ciervo, el cual había cazado ella, no contaba para ninguno, cuando acabarán la caza.

Nada más dejo a los animales, volvió a salir corriendo, esta vez hacia una zona algo más alejada, esta vez atraída por una presa viva, un jabalí, al cual quizá tardaría un poco más en llevar de vuelta al árbol.-Esta noche tendremos un festín.-Pensó mientras sonreía lamiéndose los labios.

El pelirrojo continuó su cacería tranquilamente, sin preocuparse demasiado por el tiempo o por la presencia de la chica. Simplemente siguió el mismo procedimiento que con la primera captura: volar sobre el bosque, buscar las "voces" más fuertes con su mantra y descender sobre ellas para capturarlas. Era un dragón al fin y al cabo, el cazador perfecto tanto por tierra como por aire. ¿Quién podría tratar de rivalizar con él? Fuerza desmedida, compensando la diferencia de agilidad que había entre ellos con su capacidad de surcar los cielos. No era por echarse flores, pero el pelirrojo era un rival a quien tomarse muy en serio. Escasos minutos antes de que el plazo hubiese terminado había formado un buen montón, con cinco ciervos (sin contar el cazado anteriormente por la chica), seis jabalíes y dos lobos que habían intentado saquear su botín, el cual no se podía sostener ya sobre las ramas del árbol.

Decidió que aquella cantidad de carne sería suficiente, por lo que no prosiguió con la cacería. ¿Darle algo de ventaja, tal vez, a su compañera? Puede, aunque igualmente lo iba a tener bastante difícil. En los intervalos de tiempo que ella no estaba se dedicó a analizar las presas que traía. Las primeras le llamaron bastante la atención, pues eran animales muy grandes como para no haber podido percibir sus presencias anteriormente, al comienzo de aquella competición. Analizó las heridas que les había provocado la chica tanto con colmillos como con sus garras, así como la temperatura de los cuerpos, comparándolas con las de sus capturas. No era médico, por lo que no podía sacar excesiva información de aquello, pero había una gran diferencia entre aquellas presas y las suyas. No pudo hacer más que limitarse a esbozar una pequeña sonrisa.

- Pirata -susurró, volviendo a su árbol y sentándose al lado de su montón, encendiéndose un cigarrillo mientras esperaba el regreso de la chica.

Ni siquiera había contado cuantos animales tenía su montón. Tampoco le importaba mucho el resultado del reto, pues ganara quien ganase tendrían la despensa llena durante unas cuantas semanas, lo cual eran noticias más que agradables para sus oídos (y su estómago). Por ello mismo permaneció allí, sin moverse, expulsando bocanas de humo por entre sus labios y alguna que otra pequeña llama, por simple aburrimiento. "Cinco minutos".

Apenas le quedaban dos minutos para volver a su árbol y dejar las últimas presas que había obtenido, para intentar igualar a su capitán, en cuyas presas no se había querido fijar. Sabía que ambos habían usado algún que otro truco, y realmente, por buena cazadora que fuera, tenía que admitir, con rabia, que no tenía muchas oportunidades de ganar a un dragón de 30 metros de alto, por mucho que no usara todo su potencial. Aún así, se negaba a rendirse.


En los dieciocho minutos que habían pasado, había acumulado: cinco ciervos, algo más grandes que el primero, dos lobos, tres jabalíes y un animal cuya raza desconocía, similar a un caballo pequeño, pero mucho más "gordo". En esos momentos, apuraba los pocos segundos que se iban perdiendo, para llegar lo antes posible con su última presa, un animal que recordaba a un toro, pero mucho más grande, que se encontró, rezagado de su manada, bastante antes de ir a buscar a Aka con su primer ciervo y, que le entorpecía bastante el avance. A pesar de ello, logró alcanzar el árbol, dejándose caer, literalmente, de forma que casi se dio de bruces con la cara en el tronco de este, quedando el pesado animal sobre ella.

Tardó un poco en apartarlo, quedando boca arriba, tratando de recuperar el aliento, esperando las burlas de Aka por su "aterrizaje forzoso".

El chico, cansado y aburrido de esperar, se había quedado dormido. Estaba teniendo un sueño bastante extraño... Algo así como un torneo de lucha entre animales. Siendo más específico, entre los animales que acababa de cazar. El escenario era una especie de cazuela, y el perdedor permanecía en esta para ser cocinado. Un tanto macabro tal vez, pero delicioso tanto para su vista como para el estómago. Un fuerte estruendo le sacó de su letargo, haciendo que tuviese un pequeño espasmo al despertarse. Activó su haki de observación por puro instinto, aunque lo que vio le hizo dibujar una imperceptible sonrisa en su rostro mientras observaba a su compañera, la cual permanecía tirada en el suelo con un curioso animal sobre ella.

- No sabía que te gustaba dormir con animales encima -le dijo mientras alzaba ligeramente la ceja, ¿tal vez mofándose?- Siento decirte que son para comer, no para que duermas con ellos.

Tras añadir ese último comentario se puso en pie, sacudiéndose la ropa para quitarle la tierra y demás que pudiera tener encima. Se acercó a ella tranquilamente y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Mientras tanto observó con curiosidad el resultado de la cacería, pudiendo comprobar que había conseguido una cantidad de presas similar a las de él, aunque juraría que había cazado algunos jabalíes más que ella. En cualquier caso, poca importancia tenía.

- Bueno, parece que he ganado. ¿No? -dijo sin saberlo realmente, solo para comprobar su reacción.

Miró en dirección a su capitán el cual, debido a su expresión y su tono de voz, estaba claro que trataba de contener la risa. Era bastante normal debido a la posición de la chica. Ella misma se hubiera reído a carcajadas si fuera Akagami el que se encontrase en aquella situación. Sin embargo, siendo ella la víctima de las burlas no le parecía gracioso.

Se quedó observando, malhumorada, como su capitán se levantaba y acercaba para tenderle su mano y ayudarla a levantarse. "no soy ninguna damisela en apuros." Pensó al tiempo que se levantaba ella sola, pateando por la humillación al pobre animal muerto.

Ante su último comentario, el cual parecía ser más para aumentar su rabieta que otra cosa, se mantuvo indiferente y contestó con total tranquilidad. -Habría que pesar ambos montones para saber quien es el ganador y no tenemos a nadie aquí presente para hacer de juez. Aunque....- Una pequeña sonrisa, la cual dejaba ver sus colmillos, algo más largos de lo normal debido a su akuma. -Si te ocupas tú de llevar todo al barco, aceptare mí derrota. Ca-pi-tán.-

Miró a su compañera con una sonrisa ladina, ladeando ligeramente la cabeza al ver que no aceptaba su ayuda para levantarse. "Definitivamente, es una Demon." Escuchó indiferente su propuesta y, una vez terminó de hablar, echó un vistazo a ambos montones para estimar cuánto pesarían. Tras eso recorrió con la mirada las plantas y árboles que había en la zona y, tomándose unos pocos segundos para pensar, asintió.

- Está bien, yo me ocupo. Así que considérate como una perdedora -dijo con su habitual tono de indiferencia mientras se alejaba en una dirección que parecía completamente aleatoria, sin darle mucha importancia a la chica.

Dos o tres minutos después volvió con un buen montón de hojas de gran tamaño así como con algunas lianas, soltando el enorme montón en el suelo frente a él y sentándose frente a este para comenzar a trastear con ello. Tras cinco minutos más había concluido con su tarea, creando dos grandes "mantas" vegetales, las cuales tenían en cada esquina lianas sueltas. Se puso en pie y fue colocando los animales sobre estas sin mucho esfuerzo. Hecho esto, cerró las bolsas atando las lianas para justo después desviar la mirada a la chica, dedicándole una amable sonrisa.

- Nos vemos en el barco -y acto seguido se transformó en un enorme dragón dorado, tomando ambas bolsas con las patas delanteras y alzando el vuelo, lo cual le supuso algo de esfuerzo aunque no tardase más de unos segundos. Tras eso voló dirección al barco, a baja altura para que los habitantes de la isla no le viesen. Por suerte estaba anocheciendo, lo que dificultaría que le localizasen mientras volaba. ¿Que podría haber llevado a la chica sobre él? Sí, pero aquello sería un pequeño castigo por su prepotencia y sus formas que, aunque no le molestaban, le daban la excusa perfecta para divertirse un poco.

Masculló un par de blasfemias al ver como su capitán se marchaba, dejándola a ella atrás, para que volviera a pie. Realmente eso le era indiferente volver a pie, ya que debían de estar a apenas treinta o cuarenta kilómetros de la costa en la que habían amarrado el barco, lo que supondría un camino de una media hora como máximo. Sin contar que los pumas son animales nocturnos también. Pero estaba cansada de ir de un lado a otro y consideraba que se merecía ser llevada, ya que había pasado la mayor parte dl tiempo cazando sola.

Se tomó unos segundos para calmarse, esperando a que Akagami saliese de su rango de visión, para transformarse y ponerse en camino. Le agradaba más la forma de puma que la de humana, a pesar de que al principio la repudiaba por sentirse un monstruo por tener esa habilidad. Sin duda ser medio bestia tenía sus ventajas. Tomó impulso y empezó a correr entre los árboles, sintiendo la hierba bajo sus patas, aspirando los aromas del bosque (la madera de los árboles, la hierba, el olor de las pequeñas flores silvestres,...) y disfrutando d los sonidos nocturnos que le recordaban a una canción relajada.

Habiendo pasado veinte minutos desde que salió, a pesar de poder seguir sin problema durante unos minutos más, se detuvo regresando a su forma original. Se encontraba cerca de un pequeño riachuelo que recordaba haber pasado con Aka al irse de caza. Se tomó algo de tiempo en beber de sus cristalinas aguas y refrescarse las piernas antes de seguir. Se hubiera bañado también o, mejor dicho lavado ya que no podía disfrutar del agua como un humano normal, pero no quería preocupar a sus compañeros atrasándose más.

Se enfundo de nuevo las botas, volvió a su forma felina y apretó el ritmo siguiendo el cauce del agua, llegando al barco cuarto de hora después, cansada y con un hambre feroz. "Espero que el capitán no se olvidará de mi parte de carne" Pensó antes de subir a bordo y saludarles a todos.