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Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] Empty Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] {Dom 17 Ene 2016 - 20:16}

"Esto es molesto..." Pensaba para sí mismo, mezclado entre la gente que transitaba las calles con calma, siguiendo sus quehaceres rutinarios o, simplemente, dando un paseo para despejarse del trabajo. Ojalá pudiera despejarse él también. De hecho, estaba seguro de que podría hacerlo... Después de bañar el suelo con sangre. No con cualquiera, sino con la del remitente de aquella inesperada carta que había llegado a su despacho. Maldición, ¿qué interés podía tener alguien en él? Todo ese secretismo le ponía de los nervios. Porque, claro, ¿qué mejor forma de atraer a un asesino infiltrado en la propia marina que sugerir la posibilidad de desenmascararle? Estaba claro que, de no ser así, simplemente habría declinado la oferta tras arrojar el documento al fuego de la chimenea. Resopló mientras desviaba la mirada, posándola sobre un hombre de mediana edad que pegó un pequeño brinco. ¿Tanto se notaba su molestia? ¿En él, quien apenas dejaba entrever algo de lo que guardaba en su interior?

Guardó las manos en los bolsillos de la chaqueta y siguió caminando, dirigiéndose al lugar de reunión; una de las múltiples casas de Water Seven. ¿Acaso era un idiota? ¿Cómo se le ocurría invitar a alguien como él a su propio domicilio? Porque, definitivamente, nadie en su sano juicio alquilaría una vivienda de ese calibre para una simple reunión. Al menos, no a alguien que se viera tan necesitado de dinero como para chantajearle a él. Tal vez no fuera una ayuda económica lo que buscaba pero, de todos modos, no creía que fuesen a hablar lo suficiente como para averiguarlo.

Como precaución y por llamar lo menor posible la atención, acudió a la Ciudad del Agua con un aspecto bastante urbano. Una chaqueta oscura, con capucha, así como unos pantalones vaqueros de una tonalidad similar, llevando tan solo una camisa bajo la prenda superior, así como un colgante. No iba armado, o eso hacía ver a simple vista, pues un sable en la cintura no era el mejor complemento cuando se trata de pasar desapercibido. Sin embargo, aún conservaba unos cuantos cuchillos ocultos bajo la ropa. No esperaba necesitarlos, realmente, pues había llevado con él una interesante cantidad de dolor, adquirida tras una de sus últimas misiones por cortesía de unos amables piratas de poca monta. Pero bueno, nunca se era lo suficientemente precavido.

Aspecto, para mayor aclaración:

No le llevó más de un cuarto de hora alcanzar el punto de encuentro y, desde luego, su desconcierto fue aún mayor al ver el estado de la vivienda. Impecable, desde luego, así como lujosa. Estuvo a punto de encaminarse hacia el interior del jardín cuando, sin más, un hombre que se encontraba en uno de los jardines colindantes le llamó la atención, saludándole alegremente y acribillándole a preguntas. Por un momento sintió la necesidad de apuñalarle allí mismo, pensando que tal vez fuera su objetivo, pero logró controlarse a tiempo. Sin embargo, pese a que fuera irracional, sentía un extraño odio hacia ese tipo, como si su simple presencia le molestara. ¿Tan irritante era? Kuro se limitó a responder algunas de las preguntas. ¿Cliente? ¿De qué cojones estaba hablando ese imbécil? No le quedó más remedio que seguirle el rollo, aunque consiguió un dato interesante. Más concretamente, un nombre. Yarmin, quien parecía ser el dueño de la casa y su próxima víctima. "Aunque ahora que me ha visto, tal vez tenga que ocuparme de él después... O podrá relacionarme."

- Ha sido un placer pero, si me disculpa... Tengo un poco de prisa -le cortó el azabache, empleando el tono más amable que fue capaz de fingir, mostrando un amago de sonrisa antes de dar media vuelta y proseguir su camino.

Unos pocos metros y allí estaba, frente a la puerta, aún sintiendo la mirada del entrometido vecino clavándose en su nuca, observándolo todo. ¿Por qué la gente era tan cotilla? Parecía una maruja de pueblo. Extrajo la carta con aquel extraño dibujo, un arlequín que portaba un arma y una taza, en la cual un muffin con corona parecía tomar un baño. Aquello era tan perturbador y raro al mismo tiempo que podría haber sido digno de él, pero el nombre que acompañaba la imagen le impedía llegar a tomarse en serio el asunto. "L.O.V.E.M.U.F.F.I.N". No quería ni preguntar por el significado de aquellas siglas, ya que lo más probable es que fuera una estupidez o, simplemente, no tuviera ningún contenido oculto. Se guardó el documento de nuevo en uno de los bolsillos interiores de la chaqueta y llamó al timbre, esperando a que alguien le abriera. Tocaba aparentar normalidad... Por el momento.
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Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] Empty Re: Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] {Mar 19 Ene 2016 - 2:48}

Las manzanas casi estaban listas. Del horno salía un dulzor agradable y el caramelo empezaba a borbotear en aquella olla. ¿En qué momento se le había ocurrido hacer de amo de casa? Quién sabe, tal vez con el tiempo se estuviese ablandando, pero le apetecía hacerlo. Se sentía muy bien en la cocina aquel día y, hora tras hora, cada vez más su satisfacción aumentaba. "Huele delicioso", sentenció antes de probar la mezcla edulcorada, roja como la fresa y dulce hasta puntos insospechados. Sacó las manzanas del horno, arrugadas ya y calientes, atravesadas por un largo hilo trenzado, y las echó en la mezcla de azúcar que estaba preparando. Las manzanas eran pequeñas, casi lo suficiente como para comerla de un bocado, aunque habría que llevar cuidado por si acaso se atragantaba algún melón que quisiera comerla entera. Al fin y al cabo, tras rebozarlas en caramelo, su volumen aumentaría.

-Bueno, esto ya casi está- dijo, dando vueltas a la fruta aprovechando el hilo. La verdad es que había sido una idea grandiosa colocárselo, así evitaba mancharse las manos y podía voltearlas con mayor facilidad. A todos les encantaría aquello, y tras su pequeña contribución estarían deseosos de probarlo.

"Una, dos, tres...", contó hasta dar con siete manzanas ya envueltas. Una para cada uno de sus siete invitados, incluyendo a su último fichaje para L.O.V.E.M.U.F.F.I.N. y unos amigos que ya eran parte de la organización de por vida. La octava y última era para él. Ya que pasaba todo ese trabajo al menos disfrutar de ello, qué menos.

-¡Ya voy!- gritó cuando escuchó a sus compañeros de reunión. Habían estado dormidos un buen rato, se sorprendió de que no se despertaran antes, aunque por otro lado tampoco le terminaba de extrañar.

Comenzó a caminar con la bandeja de las manzanas, y en un silencio sólo roto por el ruido de choques entre el cristal que había en su bolsillo se acercó a sus ruidosos invitados. Todos estaban atados de pies y manos, con las muñecas alzadas y colgados del techo, en una posición erguida y bastante incómoda, aunque su comodidad no era algo prioritario en aquel momento. Meterles la manzana en la boca sí.

El primero se resistió, pero cuando empezó a arrancarle dientes con un alicates se mostró mucho más complaciente. Aunque para asegurar le arrancó un ojo y se lo hizo tragar previamente a insertar la manzana en su boca. Los demás no se negaron, y hasta parecían agradecer en silencio que fuera tan piadoso con ellos. "Qué bien hice en elegir piratas para esta ocasión", se dijo mientras ataba los hilos a la nuca de sus acompañantes, y los aseguraba con grapas quirúrgicas. Debía doler, porque todos hicieron amago de gritar y se retorcieron bastante, pero por suerte puso la manzana antes que la grapa y todo quedó en un ruido ahogado. Era maravilloso, porque con el tiempo el caramelo se derretiría y permitiría que se ahogasen, debido a que no podían deglutirlo. Su lengua estaba atrapada bajo una manzana. No pudo evitar sonreír.

-¡Adelante!- gritó cuando escuchó cómo llamaban a la puerta. Aquel hombre era muy puntual, le gustaba.

Cuando Kuro entrase podría ver la escena completa: Seis hombres desnudos y maniatados, colgados del techo verticalmente y con una manzana en la boca, sin obviar la precisa cicatriz de un corte poco profundo en el cuello, todos a la misma altura. Delante de ellos, un hombre bastante alto con un traje negro y una bandeja de plata en la mano, esperando a que su nuevo invitado tomase el presente que le ofrecía. A un lado de la puerta, fácilmente visible, un revólver con una bala en la recámara, aunque este detalle sólo lo conocía el anfitrión.

-Buenos días, señor Kuro- diría una vez abriese la puerta-. Tengo preparado un juego para usted y yo. La ruleta Rusa. Sin embargo, como ambos somos demasiado valiosos para arriesgar nuestra vida en algo tan pueril, he preparado un pequeño escenario para nuestro juego.

Dejaría la bandeja a un lado, no sin antes ofrecerle tomar una de las manzanas, y se acercaría para estrecharle la mano, así como cerrar la puerta si él no lo había hecho inmediatamente.

-Mi nombre es Yarmin Prince, y creo que tenemos mucho de qué hablar- concluiría, tendiéndole la mano.
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Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] Empty Re: Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] {Dom 24 Ene 2016 - 18:10}

El azabache escuchó desde el interior una voz que le invitaba a entrar, y no pudo evitar que una macabra sonrisa se dibujara en su rostro por un momento. Casi parecía una reunión de viejos conocidos y todo, cuánta amabilidad y alegría por su parte pese a dirigirse a un asesino como él. Fue entonces cuando trató de girar el pomo, descubriendo así que la puerta estaba abierta. Aquél tipo daba la impresión de ser bastante descuidado. O, por el contrario, despreocupado. Pero en fin, ese no era su problema, moriría pronto de todos modos. Empujó la puerta una vez escuchó cómo la cerradura cedía y se adentró con cautela en el domicilio, esperándose por parte de su anfitrión algún tipo de jugarreta. Nadie era tan estúpido. Sin embargo, lo que sus ojos captaron a continuación le maravilló y confundió a partes iguales.

- ¿Esto es en serio? -murmuró de forma imperceptible mientras observaba la fiesta que su acompañante se había montado. ¿Qué clase de reunión era esa?

Frente a él se encontraban siete hombres. Séis de ellos maniatados y amordazados con lo que parecían ser manzanas, por no decir que todos carecían de prenda alguna que cubriera sus cuerpos. Al lado de estos, y con una expresión aparentemente calmada, casi amigable, un joven de porte elegante y considerable estatura, con cabellos dorados y vestido de traje, quien le dio la bienvenida despreocupadamente, justo mientras él cerraba la puerta tras de sí. Aquel tipo estaba chalado, definitivamente. ¿Pretendía jugar junto a él a la ruleta? Es decir, no era una idea que le desagradase, especialmente cuando, al parecer, aquellos que tendrían todas las papeletas de llevarse un tiro entre ceja y ceja serían sus desgraciados compañeros. No tardó en darse cuenta de que un revolver reposaba sobre uno de los lujosos muebles que decoraban la sala, justo al lado de donde él se encontraba, perfectamente visible y a su total disposición. Sería tan, pero tan fácil deshacerse del problema en ese mismo instante. Tan solo debía tomar el arma y volarle la tapa de los sesos.

- Me presentaría, pero supondré que ya sabéis lo suficiente de mí como para que eso se vuelva completamente innecesario -le dijo, mientras una siniestra sonrisa comenzaba a ensancharse en su rostro, clavando su mirada de zafiro en la del contrario, quien había comenzado a acercarse.

El resto de juguetes pareció comenzar a gimotear, revolviéndose levemente, como si trataran de zafarse de sus ataduras, hecho que hizo que Kuro se fijara en el mismo tipo de corte que presentaban todos y cada uno de ellos en el cuello. Al parecer, la diversión había comenzado antes de que él hiciera acto de presencia. Ni siquiera esperó a que Yarmin terminara de acercarse. Tomó el revolver y apuntó al rubio con él, para instantes después ladear ligeramente el brazo hacia un lateral y apretar el gatillo. El arma se disparó y la bala pasó cerca del trajeado joven, impactando en el cuello de una de las piñatas humanas, haciendo que comenzara a ahogarse con su propia sangre, convulsionándose. El marine soltó una pequeña risa maniática.

- Vaya... Parece que hoy es mi día de suerte -comentó, observando la mano del contrario mientras bajaba el arma, cuyo cañón humeaba un poco. Guardó silencio unos segundos y, finalmente, le estrechó la mano. No entendía por qué, pero por algún motivo la curiosidad pudo con él, y sus palabras sonaban realmente intrigantes- Sí, desde luego que sí. Tengo preguntas, de las cuales espero respuestas, así que este será el trato: seré benévolo contigo por ahora, incluso accederé a jugar un poco. Sin embargo, si tus respuestas no me convencen... -su expresión se encrudeció, volviéndose mucho más fría y siniestra- Hoy habrá siete cadáveres en esta casa. Y te aseguro que me tomaré mi tiempo con el último de ellos.

Tras esto hizo girar el revolver en su mano y se lo ofreció, de nuevo con una expresión de falsa amabilidad. Se mantendría atento a sus movimientos por lo que Yarmin pudiera intentar. No se fiaba de él, y nadie en su sano juicio se expondría tanto si no tuviera algún tipo de plan. Tras esto tomaría una de las manzanas y se tomaría la libertad de darse un paseo por la instancia, observando con detenimiento el lugar, así como a los hombres, comprobando su estado, así como los posibles resultados que tendría el hecho de ser amordazados de aquella forma... Pensamiento que produjo en él cierta aprobación.

- ¿Quiénes son?
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Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] Empty Re: Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] {Dom 6 Mar 2016 - 21:26}

-Buen disparo- no tuvo que torcer el gesto, supo que había acertado. El sonido amortiguado de la bala que inicialmente lo ensordeció, el notar cómo se apagaba la respiración de una de sus víctimas y, más importante, cómo el olor a sangre comenzaba a manar a su espalda... No pudo evitar cerrar los ojos mientras por un instante se deleitaba en el aroma de aquella marea carmesí-. Aunque, la verdad, no sabemos mucho de ti. Sólo que eres un asesino y que tienes grandes habilidades que podrían ser puestas a disposición de la Asociación.

Observó cómo prontamente el Marine perdió el interés... No sin antes amenazarlo, claro. Era ya tan típico aquello que hasta estaba esperando que se quitase la ropa y le propusiese tener sexo... "Ay, Ili-chan, qué pequeña y noble puta eres", pensó por un momento con cierta nostalgia, haciendo un pequeño recorrido por la habitación, cerciorándose de que el hombre aquel estaba muerto. Tomó su pulso, trató de sentir un débil aliento y nada. Aunque claro, con la manzana también iba a ser difícil descubrirlo. Lamió de su pecho la sangre que caía desde la frente, con mucho cuidado de no mancharse ni el traje ni la boca.

-La sangre de encéfalo es la mejor- comentó, saboreando una última gota-, ciertamente le has acertado de lleno. Sabía que invitarte no iba a ser un error, aunque claro, eso de amenazarme... Si vamos a trabajar codo con codo creo que deberíamos evitarlo. Sería contraproducente, vaya.

Paseó por la sala, acariciando el rostro de cada uno de los delincuentes vivos, que miraban con desesperación cada facción del príncipe, sabiendo que iban a morir. Lo hubieran aceptado o no, iba a suceder. Pero eso... ¿Eso que captaba en sus ojos era esperanza? El más joven tenía un atisbo de duda, como si creyese que no iba a morir, que él iba a renunciar a aquella macabro espectáculo para dejarlo libre.

-No puedo ver esos ojos sin sentirme mal- dijo, finalmente, esperando que Kuro los mirase-. Voy a por una cuchara, ahora vengo.

Su tono había cambiado, y se mostraba algo más serio. Cuando volvió, su voz fue melodiosa, y hasta tarareaba una cancioncita, que quedó ahogada por los gritos de su víctima.

-Tranquilo, no grites. No, en serio, no grites o me follaré tu cráneo a través de esa cuenca vacía. Tengo asuntos que tratar, así que más os vale portaros bien. A los cinco. Tal vez uno sobreviva si nos dejáis hablar de negocios.

Como un rey en su trono, Yarmin dejó caer su cuerpo sobre el enorme sillón de cuero, tirando la cuchara al suelo esta vez a los pies de Kuro. Tal vez él la usara con mayor habilidad, aunque no creía que fuera a disfrutar tanto como él lo había hecho. Cruzó las piernas y miró a los ojos del moreno, observando detenidamente al que sería una de sus piezas maestras en el ajedrez que comenzaba a construir.

-Son seis criminaluchos, piratas que llegaron para pedir a los carpinteros de esta isla un buen barco, y se toparon con la poderosa mano del gobierno. Porque así hacemos las cosas en el Gobierno que tú me ayudarás a encontrar- sonrió-. Sé que no he terminado de responder a lo que necesitas, ¿Pero qué sería de la vida sin misterio? Cuando terminemos la fiesta, podemos hablar tranquilamente de negocios en mi biblioteca, lejos de tanta... distracción. ¿Qué me dices, Kuro Watanabe?
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Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] Empty Re: Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] {Lun 26 Dic 2016 - 18:29}

"Así que es eso", pensó, observando al contrario como quien estudia el comportamiento de un nuevo organismo, tratando de averiguar sus patrones e intenciones. Su asociación había puesto los ojos sobre él, pero aquello tan solo hizo que el marine se mentalizase, poniéndose alerta. Habían logrado averiguar cuál era su verdadera naturaleza, sin importar lo meticuloso de sus métodos y el cuidado que había puesto en sus actos durante todos esos años. Quizá el nombre fuera ridículo, pero era innegable que la gente de Yarmin, ya fuera el cabecilla u otro títere, sabía moverse. Podrían haberle seguido la pistra tras Mahvan o incluso llevar vigilándole desde el mismo instante en que ingresara en la Marina, pero aquello carecía de sentido. No habrían esperado tanto en intentar contactar con él de ser así... A no ser que quisieran asegurarse de que el chico dejara de ser tan sospechoso y poco fiable a ojos de sus superiores. Muchas posibilidades pero pocos caminos a seguir. Tendría que ser cauto.

- Bueno, uno no olvida lo aprendido durante toda una vida -respondió él, siguiendo con la mirada al rubio, quien decidió acercarse al cadáver del pobre pirata que se había llevado el disparo. Alzó una ceja. Su anfitrión era una caja de sorpresas, sin duda. ¿Canibalismo? ¿Hematofilia? Daba igual el motivo, aquello había sido perturbador dentro de los convencionalismos sociales. Al menos en islas como Water Seven. Para él fue, sin embargo, agradable ver que no era el único ser de "mente abierta" en el lugar. Sin duda el trajeado sabía ganarse bastante bien a su público- No es una mala opción, aunque en lo personal soy un poco más clásico. Se mancha demasiado y, por lo general, no se puede degustar junto a la melodiosa voz de la víctima, como es el caso.

Cualquiera habría pensado que aquellos dos hombres eran unos desquiciados, con una mente rota y un alma oscura, pero nada más lejos de la realidad. En un mundo de locos, ¿Quién sino el cuerdo era considerado el menos cabal? Tan solo había que saber apreciar otros horizontes y explorarlos, como parecían haber hecho ellos dos. Sin embargo, aún quedaba por averiguar hasta qué punto llegaban los límites del placer en Yarmin. Lo vio marchar y, poco después, tan solo los gritos de la víctima y la voz despreocupada del joven pudieron escucharse en la sala. Kuro no perdía detalle alguno e incluso parecía disfrutar con aquella visión. Podía sentir el dolor de aquel pobre desgraciado desbordando su cuerpo, lo que provocó en el marine un placentero escalofrío recorriendo su columna. Una vez el otro terminó, arrojando la cuchara a sus pies, el azabache se inclinó y la tomó entre sus dedos. Se mantuvo en silencio, sin siquiera devolverle la mirada, mientras hablaba.

- Supongo... Que los negocios pueden esperar un poco -respondió, ahora sí, mirándole con una sonrisa aviesa- Pero no esperes ablandarme con presentes como este. Las condiciones del trato se mantendrán inalterables.

Se dirigió con calma frente al joven que había sido desprovisto de su visión. La verdad es que las posibilidades eran más que numerosas, y parecía que su anfitrión quería que disfrutase sin importar cuánto pudiera manchar. Observó las cuencas vacías, relamiéndose ante la idea de dejar fluir el dolor, permitir que se extendiera por cada vena y cada capilar a todos los rincones del cuerpo. Pero, ¿Emplearía para ello el ya causado? ¡Claro que no! Sería desperdiciar el trabajo del rubio y, como buen torturador, bien sabía que su trabajo no era el de aliviar, sino el de dañar. Se dio el gusto de introducir la cuchara en la cuenca, más por diversión que por búsqueda de un punto en concreto, lo que supuso que el juguete comenzara a revolverse en el sitio, siendo sus gimoteos ahogados por la manzana.

- Siempre me han gustado los ruidosos.

Apoyó el índice sobre la manzana caramelizada, manchándose un poco el dedo. Poco a poco un extraño fluido granate comenzó a extenderse a lo largo de esta, abriéndose paso en el interior de la boca y colándose por el paladar, directo hacia la faringe y, desde ahí dividiéndose. Una pequeña cantidad ascendería hasta las fosas nasales mientras que el resto descendería por la garganta. Sería doloroso, sin duda, y asfixiante, pero no dejaría que su víctima muriera tan pronto. No había aprendido a controlar el dolor para dejar que la diversión concluyera tan pronto. El hombre temblaba y se revolvía en espasmos, probablemente sintiendo fuertes punzadas de dolor. No podía tomar aire por la boca, y siempre que intentara respirar por la nariz obtendría con ello un poco más de aquel líquido en sus pulmones, el cual se transformaría en dolor una vez llegara a estos, impidiendo que se ahogara. El resto observaba con horror la escena, pero Kuro no les prestaba atención, solo sonreía. Tras un rato cesó el juego, no queriendo gastar demasiado de su poder aún. Miró hacia la parte inferior del hombre y, finalmente, la cuchara que aún sostenía en su mano derecha. Siguió una carcajada y, tras ello, de nuevo, gritos.
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Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] Empty Re: Me gusta cómo piensas... [Yarmin y Kuro] {Mar 23 Mayo 2017 - 12:11}

Kuro había tomado la cuchara. Qué iba a hacer con ella era una pregunta que lo intrigaba, pero en lugar de preguntar se convirtió en uno de los cinco observadores que contemplaban la escena. Ocho ojos temiendo acabar como el juguete del Marine, dos admirando las técnicas que utilizaba. No pudo evitar sonreír cuando los gritos ahogados impregnaron el lugar, en un tono mucho más elevado del que esperaba escuchar a través del caramelo. Al parecer, lejos de aceptar su destino, pensaba seguir revolviéndose. Incluso cuando su nariz comenzó a enrojecer y a sangrar por... ¿Qué acababa de hacer Kuro? Con un simple dedo lograba verdaderas maravillas. Si no fuera por esa tendencia enfermiza al sadomasoquismo sería una gran pareja sexual, y si pudiera controlar esas manos... Incluso, podría plantearse.

-Tienes que enseñarme a hacer eso- dijo, con una sonrisa, mientras cerraba los ojos. Había algo que quería probar, algo que deseaba saber si era real o en los viejos libros de Ennies Lobby sólo había recogidas leyendas.

Se abstrajo de los chillidos de cerdo y de las cadenas entrechocando mientras los "intactos" se afanaban por huir. Se concentró en su miseria, en cómo se sentían, en lo que más deseaban y lo que temían. No sabía lo que era, pero con cada idea su mente se iba vaciando, hasta que sólo pudo escuchar voces. No eran voces elocuentes, ni muy altas. Sonaban débiles, pero al mismo tiempo desesperadas. Poco a poco, sin ver nada pudo ir haciéndose una imagen especular, pero distinta a lo que había en la estancia. Muy distinta.

No había manzanas, ni ropa ni ninguna clase de instrumento. Tampoco veía brazos, ni cuerpos, sólo sombras de humo rojo y, en medio de todo, dos negras. Una él mismo, tan oscura y absorbente que zarcillos de la escasa luz que emitían los desgraciados se combaba hacia él, mientras la oscuridad de Kuro hacía algo similar, aunque no tan intensamente. ¿Tal vez estaba sintiendo sus voluntades poco a poco formarse o...?

Y entonces algo lo distrajo. Uno de los tipos escupió la manzana y comenzó a gritar, aunque duró poco. Yarmin ya tenía el cuchillo a mano, y en menos de un segundo desde que la distracción se efectuó ya había un cuchillo atravesando su tráquea, a la altura de su nuez, con la fuerza justa para sólo rajarle la garganta, evitando que los pulmones se encharcaran de sangre... Demasiado pronto, claro.

-Caballero- dijo, en un tono neutro, levantándose lentamente mientras arañaba el cuero repujado con las uñas, provocando un leve pero molesto sonido-, ¿no conoce usted los límites de la buena educación? Uno no puede escupir su comida, ni gritar cuando está a la mesa.

Sus pasos eran lentos y silenciosos, su sonrisa amable y temible. Sus intenciones, malas y peores. Presumiblemente, peores que peores. Se acercó con cuidado, y arrancó el cuchillo con delicadeza. Incluso, a pesar de sus gritos de dolor, cuando abrió una boca para que el delincuente pudiera respirar pareció hacerlo con una calma pasmosa, como si no fuera con él, casi como si lo hastiara. ¿Cuántas veces habría hecho eso? Muchas, tantas que ya ni recordaba, pero eso no era lo importante. Lo importante era el camino que siguió e cuchillo después.

-Ahora no puedes gritar- dijo. Era de mala educación gritar-, pero mereces un castigo.

Abrió la boca de su víctima y agarró la lengua rápidamente. No iba a cortarla, claro que no. La perforó con un picahielos, y comenzó a tirar. ¿Cuánto aguantaría? Estaba deseando averiguarlo, y sobre todo, de ver la cara del dueño mientras poco a poco iba siendo sólo las partes del hombre que solía ser.


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