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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Sáb 6 Ene 2018 - 11:26}

El Albatros II surcaba las aguas colindantes a Little Garden con una parsimonia casi exasperante. O esa era al menos la opinión del agente. La urca mercante, una embarcación bastante lenta y anticuada, se mecía sobre las olas como un pato gordo en un estanque. Casi parecía imposible que hubieran avanzado tantas leguas en un navío tan precario. Sin embargo, Dretch no podía quejase. Ya de por si había sido una aventura que le concedieran un préstamo para aquella expedición. Los bancos no creían en clichés, supuestos, promesas, etc… Y aun así había conseguido el dinero. Nadie tenía porque saber de quién era el mecenas de aquella expedición, ni en lo que había tenido que hacer para conseguirlo.

Permanecía apoyado sobre uno de los mamparos de estribor ¿O era de babor? La verdad es que no tenía ni la más remota idea de navegación. Durante la travesía había observado el trabajo de los marineros y de Nyra, la capitana del Albatros. Teniendo en cuenta su elevado salario, esperaba que al menos supieran lo que se hacían. Y lo cierto era que, pese al estado la vieja embarcación, la profesionalidad de la tripulación compensaba con creces las deficiencias de la nave.

- Eh, Buerganor – escuchó una voz femenina a su espalda – Aquella de allí es Little Garden ¿Recuerdas nuestro trato?

Su mirada se posó entonces sobre una lejana franja de tierra que se divisaba en el horizonte. La isla parecía tener forma circular y en cada uno de sus extremos se elevaban dos montañas gemelas de un curioso color marfil, puede que se tratara de caliza. También podían divisarse algunos picos asilados, estos de un color más terrizo, más parecidos a volcanes que a pequeñas montañas. Pero si había algo que destacara por encima del resto era el inmenso manto verde que recubría todas las zonas de la isla.

- Tenía la impresión de que esperarías a terminar el trabajo para cobrar – se excusó el agente – Cuando tomemos tierra tendrás tu dinero, no antes.

“Y para entonces necesitare encontrar algún tipo de garantía para que no huyas con mi dinero o peor aún, con mi dinero y mis arañas” – pensó mientras se rascaba la nuca perezosamente. Por suerte sabía que Killian Vane ya se estaba ocupando de ese problema, el tiempo diría si el gánster de Cliff había sido lo suficiente perspicaz como para burlar las ambiciones de la capitana – “De hecho, hace un par de días que no sé nada de él ¿habrá muerto?”

El funcionario se giró hacia la capitana con una sonrisa. Nyra, que al parecer ya se había acostumbrado a las evasivas de Dretch, observaba con incomodidad al agente y al grupo de personas ajenos a la tripulación. No había que ser demasiado avispado para comprender que pertenecía a los Bajos Fondos. La mujer no era ninguna belleza, aunque debajo de toda esa suciedad se ocultaba un bonito rostro. Llevaba el cabello tan desaliñado que parecía una bandada de golondrinas aterradas hubieran anidado en él y, a pesar de ser de constitución media, era musculosa, fuerte y dura como el cuero de un zapato. Estaba jugueteando con un pequeño estilete mientras hablaba con el agente.

- Con eso me bastará, por el momento – añadió satisfecha mientras le devolvía la sonrisa. Acto seguido desapareció por la cubierta, en dirección al castillo de popa, mientras daba órdenes a diestra y siniestra a sus marineros.

A decir verdad, no contaba con demasiada gente de confianza para aquella expedición. Los científicos Norling y Zola; los dos colgados que afirmaban haber visto los especímenes de Jurassica Nephila en la isla, pero por su aspecto prácticamente podrían jurar haber visto elefantes rosas voladores. El iniciado Rexair Stark de la Cipher Pol también había accedido a acompañarlo, se trataba de un tipo bastante enérgico y lleno de motivación; una bomba de relojería si no se le mantenía vigilado. Por último, y no por ello menos importantes, Alphonse y Vilya. Aquel dúo era el más enigmático de todos ¿Qué pintaban allí un actor y aquella misteriosa mujer? Su viejo amigo le había asegurado que Vilya era una experta en este tipo de expediciones, pero Dretch no había pagado por sus servicios y por lo tanto no tenía ningún tipo de autoridad sobre ella.

El agente volvió a rascarse la nuca perezosamente. Tenía demasiados frentes abiertos y demasiada gente a la que contentar con aquella expedición ¿¡Dónde demonios estaba Vane!? Necesitaba más planes de contingencia. Para su desgracia no podía permitirse dudar. Aquel día, incluso sus errores tenían que parecer parte de un plan brillante.

Se separó del mamparo de estribor y dirigió sus pasos hacia la proa de la embarcación, donde Rexair, Norling y Zola mantenían una acalorada discusión. No era muy descabellado pensar que los científicos habían metido la pata con algún comentario referente a la extraña raza del felino. Hasta el propio Dretch había evitado indagar sobre su origen, pero con aquellos cerebritos… le costaba creer que no le hubieran preguntado cualquier barbaridad.

- Llegaremos a la isla en unos quince minutos – intervino – ¿Avisáis al resto? Deberíamos explicar más al detalle la misión y trazar una estrategia. A estas alturas ya no tiene sentido guardar el secreto, cuanta más información tengan más útiles se volverán.

“Y peligrosos…”


Última edición por Dretch el Jue 29 Mar 2018 - 0:46, editado 1 vez
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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Dom 7 Ene 2018 - 11:47}

Por un momento dudé de mi presencia en el navío. Al principio me parecía una buena idea embarcarme en esta aventura en la que podría conseguir algo de dinero para mis vacíos bolsillos y quién sabe si alguna alguna nueva amistad provechosa para el futuro. Además, poder explorar la famosa Little Garden, también llamada el "Jardín prehistórico", era una oportunidad que aparecía pocas veces.

Durante la exploración me encontraría bajo el mando directo del agente Dretch Buérganor, puesto que él era quién organizó el viaje, mi superior en la agencia del gobierno, y sobretodo se debe a que tuve que insistirle para que me dejara acompañarlo. Esto no significaba que lo hiciera gratis, pero aún demostrando al tuerto toda mi emoción y devoción me pareció que seguía dudando sobre mi compañía en la expedición.

Volviendo al tema de mis dudas, estas se apoderaban de mí lentamente. ¿Realmente valdría la pena soportar el poco placentero viaje por el mar para jugarme la vida en una isla llena de criaturas cretácicas por una promesa qué se la podría llevar el viento? Al principio pensaba que sí, sin dudarlo, pero desde que me subí al barco dejé de estar tan seguro, y en su mayoría fue por los acompañantes. Abordo del barco se encontraban la capitana y los marineros encargados del barco, pero estos no querían saber nada del resto y solo cumplían con su trabajo, de eso no había ninguna queja, y la capitana solo hablaba con Dretch para preguntarle por el dinero, cosa que el evitaba sin elegancia pero eficazmente. Este último, se pasaba el día pensando en sus cosas y se le notaba muy meditabundo, y durante esta travesía fue poco dado al contacto con los demás. Parecía que no nos quitaba el ojo de encima, pero me pareció completamente lógico dado que me había sobre un préstamo que había pedido para la ocasión, y si todo salía mal perdería mucho dinero. Por eso le dejaba a su aire y pensaba en esforzarme en cumplir bien mi papel, pero esto dejaba de compañeros a dos científicos un tanto excéntricos y dos misteriosas personas que no conocía de nada.

Los científicos fueron los peores. Nada más empezar el viaje no podían dejar de mirarme incómodamente, y cuando me empezaban a hablar no paraban de hacer preguntas sobre mi procedencia y características de mi cuerpo. Al principio les respondía educadamente y podía llegar a comprender su curiosidad, No todos los días se navega con un mink, pero en los últimos tramos del viaje ya resultaba exasperante. Me veían más como un sujeto de pruebas que cómo un ser vivo, y abordaban temas tales cómo mis deposiciones o el apareamiento de mi especie, datos que no les hacía falta saber y con los que mi paciencia llegó al límite.

En momento cercano a la llegada a la isla, ya no aguantaba más y empezamos a tener una discusión en la que me estaba costando tranquilizarme. En esto, se acercó mi superior informándonos sobre la proximidad a la isla e instándonos a llamar a los otros dos compañeros. Viendo una oportunidad para separarme de los infumables cerebritos, puse rumbo a la zona del barco en la que se hallaban el resto, un chico y una chica. La chica parecía fuerte, sus granates ojos denotaban peligro, y por su apariencia parecía poder ser de ayuda en la misión, pero el chico dejaba qué desear. Sin duda tenía un aire desafiador y duro, pero del estilo de ciudad. Siempre iba impoluto y bien vestido, y no parecía pintar nada en una expedición en búsqueda de exóticos insectos por una jungla tropical. Aún así, nos acompañaría en la exploración, suya era la decisión.

Al oír mi voz, los dos personajes misteriosos cuyas intenciones desconocía, giraron sus cabezas para fijarse en mí. Les informé sobre la inminente llegada y la reunión con Dretch. Dicho esto volví con mi superior a la espera de escuchar todo lo referente a la misión y de más órdenes de su parte. Por un lado me encontraba ansioso por bajar para explorar y por otro temeroso de lo que pudiera pasar, pero sin duda quería demostrarle al agente de qué era capaz un novato como yo.
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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Dom 7 Ene 2018 - 17:40}

Necesitaba unas vacaciones, hace mucho tiempo que las necesitaba. Esperaba que estas fuesen un amable viaje con mis recién encontrados familiares, pero Maxymilian prefirió quedarse a controlar la situación en Lithos para tratar de inculcar un poco de sentido común en sus habitantes. Intenté hacerle cambiar de parecer, pero fracasé. Sabía que aquellos idiotas no aprenderían jamás, les había dado muchas oportunidades para ello y prácticamente me habían escupido en la cara. No, esos estúpidos solo se subyugarían ante el terrible futuro que les había preparado: El progreso.

Podría haberle comentado a Tortollian que se viniese, pero preferí que se quedara en la isla para ahorrarme la desagradable compañía de sus apestosos gatos. Mi meta era relajarme para volver con fuerzas al hogar, las suficientes para volver a ser feliz… o al menos parecerlo ante la gente que sí me importaba.

El destino me brindó la oportunidad de cumplir mis deseos de la mano de un viejo amigo, el agente Dretch Buerganor, y de “buerna” gana me uní a su expedición. Pero claro, no era idiota, no iba a cruzar los mares para llegar a una isla prehistórica con una mera mochila con mudas de ropa; incluso con mis muchos objetos recién re-heredados, debía realizar unos cuantos preparativos extra.

En primer lugar, atesoré más de un mes -que para mí durarían casi un año- de provisiones en mis pétreas entrañas, asegurando la miríada de latas y botellas en despensas cerradas y ancladas que me ahorrarían más de un disgusto si, por algún contratiempo, la gravedad se convertía en mi enemiga. De manera parecida traté al resto de mi muy variado equipo para evitarme más de un disgusto. También compré materiales de pinturas – que según mis cálculos daban para más de tres semanas de apasionada inspiración-, a los que me dedicaría al completo nada más pisar la isla. ¿Pelear estando de vacaciones? No, para eso ya estaba el último preparativo: La mano de obra.

Hubiera pagado por ver la  cara de todos los maleantes que se parasen en los ilegales panfletos del mercado negro. Entre todas aquellas absurdas peticiones de armamento, drogas  y sexo había clavado un orgulloso documento de papel grueso y filigrana azulada que publicitaba, como en el más prestigioso de los periódicos, una formal oferta de empleo. ¿Cuántos de aquellos villanos habrían salido corriendo asustados pensando que se trataba de una trampa? Muchos, quizás demasiados, pero por suerte solo me hacía falta que contestara alguien con valentía y pasión. Pero Vilya Suceleb no parecía tener ninguna de ellas…

Aquella exótica muchacha me dio una buena mala impresión; parecía una mujer seria y capaz en la que podría depositar mi confianza, y casi mi vida, si, claro está, le daba suficientes razones para que no me asesinara nada más verme. Su oscuro semblante y sus rojos ojos helaban la sangre, pero tras esa invernal sensación inicial llegaba la dulce primavera. Era vivaz, alegre y tenía encanto rural arraigado en su alma.  Aunque solo dos días duró mi contento, hasta que comprobé que esta abierta actitud conllevaba la ausencia de toda formalidad. De vez en cuando daba las gracias, pero rara vez pedía las cosas por favor o respetaba el más mínimo acto protocolario. Su presencia, o más bien sus irrespetuosos actos, empezaron a darme urticaria. Intenté que esto no se notara, pero desde luego no volvería a ser el apasionado y alegre actor que se esforzaba por sacarle una sonrisa. "Sólo será trabajo", me dije, y casi pude escuchar las carcajadas de las sádicas nornas. ¿Era demasiado pedirles encontrar una mujer de mi contento? Bueno, de contento mutuo.

Encima de todo, cuando nos reunimos con Dretch y le expliqué el porqué de mi encantadora, aunque no del todo, empleada, me esperaba la compañía de más seres estrafalarios. ¿En qué demonios estaba pensando Buerganor? El dueto de científicos que le acompañaba parecían más bien cobayas de dudosos experimentos farmacéuticos; el “hombre gato” me recordaba, y no para bien, a Tortollian; y el último desgraciado, el único con el que podría haber mantenido verdadera cordialidad aparte de Dretch, fumaba.  Para evitar todo contacto con la soez y “barriobajuna” tripulación, pasaba mi tiempo libre tomando el sol en cubierta como un vulgar turista, contemplando las olas entrechocar con la roñosa madera del “Albatros” y, cómo no, retratando a mis muchos acompañantes.

-Iré a por mis cosas- dije tras un leve cabeceo en señal de agradecimiento-. Si me disculpa, señorita Sûlceleb- dije formalmente, aunque nuestra presencia no compartía conversación alguna.

En mi pequeño camarote no quedaban muchas cosas; tan pocas y mundanas que cabían bien organizadas en una única maleta. Aproveché para cambiarme rápidamente de traje, optando por un set de tres piezas blanco rematado por un sombrero que pronto dejaría de estar impoluto. Al fin y al cabo debía seguir pareciendo un idiota ante todos ellos, un simple actor que se había metido en un lugar que no dudaría en devorarle. ¿Qué mejor para adornar aquel papel que irse manchando de barro y quejándose por ello? Seguro que preferirían dejarme en el campamento, solo y tranquilo…


Aquella expedición sería, y debería ser, un paseo, uno en el que podría dibujar y relajarme. ¡Por fin, unas buenas y merecidas vacaciones! Y si en algún momento las cosas se ponían imposibles para encontrar aquellas arañas, tenía un as bajo la manga, uno que haría la caza demasiado aburrida.


Preparado y dispuesto, busqué la compañía del resto del equipo con la mano sobre mi cabeza cubierta.

-Discúlpenme, estaba con los últimos preparativos- mentí alegremente-. ¿Estamos todos listos para desembarcar?- añadí con un bien ensayado entusiasmo. El agente Dretch parecía querer decirnos algo, algo que quizás fuera importante... Pero yo sabía de algo mucho más importante que ni se le había pasado por la cabeza.


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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Mar 9 Ene 2018 - 16:21}

El barco era de lo más interesante, no por su construcción, que no llegaba a ser ni la mitad de majestuoso que el Panteón, si no por la gente que en el viajaba. El primero que más llamaba la atención era el tipo que me había contratado, Alphonse Boss, una especie de hombre de negocios-artista que no parecía ser demasiada cosa y que además tenía una curiosa costumbre de desaparecer para hacer algo que nunca se sabía muy que era. Además de eso tenía un irritante sentido del protocolo, pero mientras pagara me aguantaría las ganas de darle.

Por otro lado, estaban dos tipos que parecían bastante colgados y de los que me había propuesto sacar información valiosa de investigaciones y el gobierno. No debía ser difícil dada su apariencia y aparente estado mental sería coser y cantar camelarlos en unos cuantos días en la selva, y más si lo que fuera que los tenía en ese estado salía de alguna planta que anduviera por la zona. Además de ellos estaba la capitana del barco, una mujer de no demasiada buena reputación y que vendería a su madre por sacar dinero y alcohol. Sin duda no era la mejor la opción para traer a una misión con gente del gobierno.

Finalmente, los dos agentes. El primero y en apariencia jefe de la expedición del que no sabía mucho, bueno, no sabía mucho de ninguno de los dos. Parecía serio y calculador, pero tendría que hablar con el un rato para sacar mejores conclusiones. Y luego estaba el animal parlante, mucho más interesante, pero igual de enigmático. Los científicos lo tenían acosado a preguntas, por lo que me mantenía a cierto margen y trataba de escuchar para saber más de su procedencia y su fuerza. Quizás aprendería más una vez estuviéramos en tierra y lo viera usando sus habilidades de verdad.

Finalmente, la isla apareció en el horizonte y el líder de la expedición pareció, por fin, dispuesto a compartir con el resto más información de la que habíamos recibido hasta ahora. Había estado leyendo sobre las plantas de la isla y alguna parecía bastante interesante, además de tener varios mitos sobre plantas de extrañas propiedades. Si era posible, usaría aquella expedición para mis propios fines además de para lo que se me había contratado. Me acerqué a la mesa donde se encontraba aquel chico y esperé, clavando mis rojizos orbes en él.


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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Vie 26 Ene 2018 - 20:30}

Cuando el agente y los científicos se pusieron en movimiento, Nyra dio unas cuantas órdenes a sus muchachos. En apenas un abrir y cerrar de ojos, los marineros habían improvisado una modesta mesa con algunos barriles y tablones que había apilados a lo largo de la cubierta. Mientras esperaba a que los integrantes de la expedición y la tripulación se apiñaran junto a la mesa, jugueteó nervioso con los dos anillos de plata de su mano diestra. No estaba acostumbrado a ser el centro de atención y no era algo a lo que quisiese acostumbrarse.

Al cabo de un rato, el ambiente se había distendido. Como Dretch había imaginado, las conversaciones giraban en torno a los posibles tesoros y criaturas que podrían encontrase en la isla, y a todo lo que harían con su parte del botín. El agente se arregló los puños de la gabardina, mientras se aclaraba la garganta con una tosecilla.

- Bueno, supongo que a estas alturas no es ningún secreto que está en una expedición de saqueo – explicó – Little Garden es, en teoría, una tierra virgen que no pertenece a ningún gobierno conocido. No me importa lo que hagáis con su flora y su fauna, siempre que abandonemos la isla con dos especímenes de Jurassicas Nephilas. Tanto si os perdéis en la jungla, como si quedáis atrapados en arenas movedizas o a merced de algún depredador… No habrá rescate.

Dicho eso, dio un paso hacia atrás y dejo que ambos científicos tomaran la palabra.

- Gracias agente Buerganor – dijo Zola – Como ya sabrán las ejemplares que perseguimos se extinguieron hace millones de años, sin embargo el peculiar clima de esta isla ha hecho que puedan medrar apaciblemente. Pero hay un pequeño inconveniente, en el pasado estos insectos se alimentaban de meganeuras. Como ya sabrán, estos insectos del orden maganisoptero sí que están oficialmente extintos… Por lo que las Jurassicas Nephilas de Little Garden han evolucionado para adaptarse a su nuevo hábitat.

- ¿Qué nos quieres decir con eso exactamente? – atajó la capitana con un tono cortante.

-  La adaptación al ambiente motiva cambios evolutivos, señorita Nyra – respondió Norling – Lo que mi compañero quiere decir es que, en una isla habitada por criaturas jurásicas, los ejemplares han tenido que adaptar su dieta a la fauna local. Lo que en su día fueron arañas del tamaño de un puño, hoy podrían tener el caballo de un pura sangre… Realmente no sabemos lo qué nos encontraremos.

- ¡Un momento! – exclamó el agente – ¿Cómo es eso de que no sabéis como son? Me dijisteis que habíais visto al menos un par de ejemplares.

- Nunca dijimos tal cosa – se excusó Zola – Vimos restos de tejehierro entre la maleza, pero por supuesto no nos acercamos a preguntar si había alguien en casa. El tejehierro es la seda que producen esas arañas, un hilo tan duro o más que el acero que en contacto con la humedad se vuelve terriblemente pesado. Esa jungla tiene una concentración de humedad demasiado alta como para correr el riesgo de quedar atrapado en una de sus redes…

El agente realizó una mueca, molesto. Para colmo, miró a su alrededor y comprobó que no había ni rastro de Vane. Poco a poco se iban acumulando los problemas…

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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Mar 30 Ene 2018 - 21:07}

Al volver con Dretch lo encontré en una mesa formada por barriles, apoyado en ella y jugando con los anillos de su dedo. Parecía nervioso. A lo mejor era de esas clase de personas a las que no los gusta hablar en público. Al poco tiempo fueron llegando todos y juntándose alrededor de la mesa redonda. Empezaron a surgir chismorreos sobre lo que podríamos encontrar en la isla. Tal y como indicó Dretch al empezar a hablar, ya menos nervioso que hacía un momento, la isla no había sido tocada por la mano del hombre y podía esconder algunas rarezas, pero no sin motivo. Se trataba de una isla prehistórica, habitada por criaturas que se suponían extinguidas y albergaba peligrosos misterios en el interior de sus junglas. Había que andarse con ojo.

Sin duda ya todos habrían pensado que encontrar unas arañas en mitad de una selva como aquella no tarea fácil, pero cuando los científicos hablaron hubo un giro de los acontecimientos. Resultaba que cabía la posibilidad de que las arañas, en un principio inofensivas, hubieran alcanzado tamaños cerca de los dos metros o más, lo que también conlleva un aumento del resto de sus características. Esa noticia facilitaba la búsqueda pero no la captura, por lo que era una noticia agridulce, muy agridulce.

Al parecer el agente encargado de la exploración no estaba informado de este "pequeño" detalle. Los científicos no parecían del todo confiables, y ahora lo estaban demostrando. Una arruga de molestia apareció en mi frente, pero enseguida me relajé y pensé en positivo. Había más posibilidades de encontrar a esas arañas, lo que en principio iba a suponer un gran esfuerzo y muchos días de trabajo, quizás semanas. Ahora todo era más sencillo. Solamente hacía falta ser capaz de capturarlos, y para eso estaba aquí.

Con seguridad sería capaz de tumbar a esas arañas, después de todo aunque fueran grandes las arañas tienes muchos puntos débiles. De modo que me despreocupé de ello, pero mi mente enseguida buscó otro problema. Los habitantes de la isla. Estos eran todos criaturas de la prehistoria, y eso era peligroso. Un solo dinosaurio podría causar estragos en un gran área si se descontrola. Para ello pensé en hacer uso de mi habilidad como usuario, pero la idea no me agradaba, y la única persona en la que confiaba lo suficiente para mostrar mi poder era Dretch. De repente, pensé en una posibilidad:ç

- Conociendo el detalle que faltaba sobre estas criaturas, seguro que su búsqueda será más sencilla, además que debido a su tamaño no habrá ninguna complicación para reconocerlos. Propongo que nos separemos en parejas, yo con el agente Buérganor y Vilya con Alphonse, para abarcar más terreno. También hay que recordar que las arañas deben encontrarse en un estado de salud decente, con el que puedan sobrevivir. - dicho esto le guiñaría un ojo al chico trajeado para ver como reaccionaba ante ese gesto, tan solo por curiosidad, y esperaría a oír las respuestas y proposiciones del resto.


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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Miér 31 Ene 2018 - 20:01}

“Pues parece que aún falta un rato”, pensé al ver a la tripulación moviendo cajas y toneles para montar una austera mesa de reuniones.

Tomando asiento en un pequeño barril que aún hedía a pepinillos en vinagre, esperé a que el Sr Buerganor diera las directrices de una misión de la que no pensaba formar parte. A medida que hablaba y era, por decirlo de alguna manera, interrumpido por sus compatriotas científicos, me empezaba a dar cuenta del poco control que tenían sobre la situación.

“ ‘Meganeura la que va a darme a mí como sigáis con los nombres científicos sin explicar nada”, pensé divertido. Pero al menos los investigadores, aparte de leídos, demostraban tener una cualidad que la mayoría de intelectuales solían perder: sentido común. Habían hecho bien en salir por patas en vez de asegurarse de que existiesen aquellas criaturas, por muy contraproducente que aquello fuera para la misión actual. Quizás, y solo quizás, les había menospreciado sin razón… a todos. Bueno, a todos no; la sombría cazadora me había dado suficientes razones para repudiarla.

-O en vez de crecer para adaptarse a sus presas han podido optar por crear una especie de sociedad primitiva en la que aúnan esfuerzos para cazar presas de mayor tamaño y alimentarse de ellas…- expuse como buen escritor de ciencia ficción-. Pero eso ya lo veréis – Y no veremos- cuando vuelvan al lugar donde encontraron las telarañas. Lo que a mí me gustaría preguntar no tiene mucho que ver con los arácnidos, aunque sí con los bichos. ¿Tenemos que vacunarnos de algo? –inquirí con un pequeño matiz de temor bien fingido-.Porque ustedes han estado ya aquí, y a lo mejor se les ha olvidado comentar algo así.- Al igual que se les había pasado decir que no sabían siquiera el aspecto de lo que habían venido a buscar.

Y cómo si hubiera accionado un pequeño interruptor en la mente de los científicos, estos se sonrieron con cierta estupidez. Zola, el pelirrojo del dinámico dúo de descuidados y excéntricos listillos asignados a la misión, se levantó de la mesa rápidamente.

-Creo que tengo aún unas cuantas dosis… Ahora vuelvo- añadió a la vez que desaparecía en las entrañas del destartalado navío. No parecía que estuviese diciendo la verdad, sino que más bien esperaba que lo que había dicho fuese cierto.

Respirando hondo y tras tamborilear con mis dedos un par de veces sobre las tablas, continué con mi lista de incógnitas que necesitaban ser respondidas.

-Supongo que el saber cuántos vamos a ir a la isla dependerá de las vacunas, así que…- chasqueé la lengua-. ¿Qué papel tiene el gobierno en todo esto?- dije atreviéndome a preguntar aquello que no debía. Era parte del papel hacer una pregunta tan estúpida y de tanto riesgo, pero quien no se arriesga no gana-. Lo digo porque se están refiriendo al señor Buerganor como “agente” y porque los científicos suelen formar parte de una organización grande… Que a lo mejor me estoy equivocando- No era tan tonto como para cerrarme toda vía de salida de aquella peligrosa temática.

Dejando bastante tiempo para que me dieran una respuesta, o más bien una excusa, lo suficientemente mascada, interrumpí el sepulcral silencio a nuestro alrededor con una rápida distracción.

-Con respecto a cómo atraparán a esas criaturas creo que la señorita Sûlceleb podrá darnos unas cuantas lecciones, ¿no es así?- Porque le pagaba para ello, o al menos tenía la intención de.


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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Miér 14 Feb 2018 - 17:05}

Me pasé el rato escuchando como iban surgiendo los planes, las dudas y como los científicos parecían más bien distraídos y olvidadizos, hasta el punto de olvidar que poseían una vacuna. Hasta que me llegó el turno de hablar instada por mi contratante, gesto que le agradecí antes de iniciar mi divagación acerca de lo que hacer. Algo en todo aquel asunto no me gustaba nada, y menos que los dos agentes del gobierno hubieran decidido ir por su cuenta, pero no podía decirlo abiertamente, sería peligroso.

-Bueno, antes de empezar con los métodos de caza sería conveniente saber que tamaño van a tener para poder prepararlo todo, por lo que sugiero que dediquemos tiempo a la exploración, divididos como bien decís, pero acompañado cada grupo por uno de los dos científicos. Avisando al otro grupo de encontrar restos de la seda o incluso algún posible individuo antes de hacer nada, ya que, para no fallar en la captura, o dañar al animal en cuestión de forma irremediable, hay que analizar varias cuestiones. Por poneros un ejemplo, ¿sabemos si su veneno podría romper las fibras de una red? O si esa red fuera metálica y no la deshiciera ¿dañaría a los animales al revolverse? Por eso, aunque implique una estancia algo más larga, insisto en hacer la exploración antes de la partida de caza, pero supongo que es usted quién decide.

Estaban locos para salir de caza sin siquiera saber como era su presa o sus características. De cualquier forma, nuestro tenía ventaja debido a que yo sabía como rastrear, si eran de un tamaño desproporcionando siempre podía usar mi forma completa para igualar las cosas, eso sin mencionar que mi aliento seguramente se podía encargar de esas fibras naturales para liberarnos. Incluir al científico además me daba seguridad de que no se fueran a marchar sin nosotros, además que eran los que tenían conocimientos de esos bichos.


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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Lun 19 Feb 2018 - 0:10}

La cubierta del Albatros parecía un gallinero donde hubiera entrado, durante la noche, un zorro. Todos discutían sobre el porvenir de la incursión. El griterío de los marineros volvió al agente a la realidad. Aquella era su expedición y no dejaría que aquellos desarrapados de Nyra decidieran su propia implicación en la misma. Necesitaba encontrar una forma de hacerse imprescindible o tanto Rexair como él estarían en graves problemas.

“Que malo es ser bueno” – pensó con amargura. Si Vane había abandonado el barco, necesitaba un nuevo socio que se encargara de Nyra y su chusma marina. El temor a ser abandonados en tierra cuando hubieran capturado a las dichosas arañas era real ¿Quién en su sano juicio habría aceptado aquel transporte? Comenzaba a arrepentirse de no haber valorado más opciones.

Entremedias del griterío, una voz se alzó por encima del resto. El agente reconoció en seguida el particular tono de Alphonse, el cual comenzó a cuestionar las implicaciones de las fuerzas gubernamentales.

- El Gobierno no sabe nada de este viaje, no al menos de mi boca – atajó, ya que era posible que indirectamente tuvieran alguna sospecha – Por lo que a todo el mundo respecta, esta es una expedición privada. Rexair, Norling y Zolah están aquí porque yo los invite personalmente a formar parte de este viaje. Por lo que podría decirse que son mis invitados y, puesto que tú has financiado parte de la expedición, también son los tuyos. Aunque yo no intentaría tantear su lealtad, señor Caponne – espetó llamándolo por su apellido, para entrever que había hecho sus deberes.

Aprovechando el jaleo producido por el reparto de las vacunas, el agente se aproximó hasta Rexair y, tapándose disimuladamente la boca, comenzó a darle instrucciones:

- Mira al frente y finge indignación – le advirtió – Necesito que hagas algo por mí. Nadie nos garantiza que vayamos a salir de aquí con las arañas. Nyra debe de algún eternal pose para salir de esta isla, necesito que te hagas con él para tener algo con lo que negociar. Haz lo que sea necesario, pero esa brújula tiene que acabar en nuestro poder antes de que todo esto acabe.

Para cuando centró de nuevo su atención en la discusión. Esta vez era Vilya quien hablaba y gran parte de los marineros parecía asentir con pasmosa vehemencia a sus palabras. Un detalle que no pasó desapercibido para Dretch. Aquella mujer, cuya lealtad había sido comprada con Berries profesaba algún tipo de admiración y respeto entre los marineros del Albatros y, a diferencia del resto de invitados, a ella no parecían verla como una intrusa.

- Tanto Alphonse como yo queremos que esta expedición llegue a buen puerto. Por lo que, como interesados, cada uno llevaremos un bote y elegiremos de entre toda la tripulación a nuestros intrépidos expedicionarios. Los que no resulten elegidos permanecerán a bordo del Albatros. Este barco es nuestra única vía de escape y no lo arriesgaremos bajo ningún concepto.

Mientras Alphonse terminaba su elección de marineros, Dretch se aseguró de contar en su grupo con: Zolah, Rexair y cerca de una decena de marineros que componían entre su mayor parte a los oficiales de Albatros, incluida la propia Nyra. No quería que nadie leal a la capitana permaneciera al mando del navío durante su ausencia. Aunque para ello tuviera que lidiar con aquellos cuestionables tipos en mitad de la jungla…

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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Miér 21 Feb 2018 - 13:48}

Antes de que le diera el turno de palabra de la señorita Sûlceleb, Dretch osó robarlo con descaro, osadía y mala educación. Por supuesto, su interrupción era necesaria para el contexto de la situación, pero su desagradable y desacompasado tuteo acompañado con la mancha de la “hospitalidad” de la que quería hacerme cargo eran actos imperdonables. “¡Cómo osa hacerme responsable de semejante pifia de expedición! No debí haberle dado ni un mísero berrie, pero claro, antes era mi amigo… O al menos algo parecido.”, me encontré pensando mientras hacía el esfuerzo por que mi rostro siguiera interpretando al bobo ricachón, que simplemente lanzó una mirada pícara y divertida ante una información que, además de hiriente, era jugosa. Y aún más peligrosa.

Las vacunas llegaron mientras mi cazadora repetía lo poco profesional que era la falta de información sobre la presa, añadiendo que sería mejor realizar una primera fase de exploración antes de meternos en la boca del lobo. Me complacía que mi trabajadora fuese más competente que los inútiles que había traído el agente, así se dejaba patente que “mi parte” de todo este descabellado y mal organizado plan era la única que realmente valía la pena.
Siendo el primero que reclamó la vacuna, y tras constantes preguntas marcadas de nerviosismo sobre los efectos secundarios y la esterilidad de la aguja, que menos mal que hice, casi le quité las ganas a todos de pincharse. Tras siete largas y dolorosas punzadas en las que no acertaban en el sitio justo y entre mil quejidos en falsete, había sido inmunizado a costa de un largo moratón en mi brazo izquierdo ahora cubierto con un septeto de gasas y pegajoso esparadrapo.

-Genial, francamente genial- me quejé, levantándome de la improvisada silla.

Pero había obtenido algo más a costa de aquella agonia, no del todo fingida… había robado un susurrado secreto que pretendía ocultarse de todos como un violín que desafinaba en medio de una ruidosa orquesta. “Bueno,bueno…¿Es que no has hecho nada bien, Dretch?”, me dije. Pero sí había hecho una cosa en condiciones.

Cuando llegó el turno de escoger el grupo expedicionario que nos acompañaría, tenía bastante claro quiénes iban a formar parte del mío. Vendrían conmigo mi “arco a sueldo”, luego Zorling, el único científico que quedaba, y…

-Y…- Todos parecían deseosos de unirse a la caza bajo el liderazgo de la encapuchada de ojos carmesí, pero no estaba allí para contentar a ninguno-. La señorita Nyra, ¿verdad?

La robusta mujer se detuvo un momento, desafiándome con la mirada como si pretendiese ver más allá de mi elaborado disfraz. Subí y bajé mis cejas acompañando el gesto de una lasciva mueca de esperanzada expectaci. La salvaje sonrisa de superioridad y malsana diversión que afloró me dejó bien claro que no sospechaba nada, aunque sin duda pensaba aprovecharse.

-Por supuesto, señor Capone. No me vendrá mal estirar las piernas-dijo, y pude apreciar la sutileza del juego de palabras.

Pasó un buen rato hasta que hice pasar la tonta risilla de mandíbula caída que reforzaba aún más la soberbia caracterización del lujurioso patán, y pasó otro rato más hasta que este se dio cuenta de la expectación del resto de los presentes.

-Y ya está. No quiero más gente- declaré tan campante.

Los rostros de la tripulación al completo se quebraron en muecas de estupefacción y descontento. Hubo hasta alguna anónima queja verbal entre el gentío.

-¡Entendedme!- respondí-. No quiero que me… que nos…- “No, eso no”, di a entender que pensaba mientras hacía malabares con las excusas de una mente calenturienta-. Que importunéis a la señorita Sûlceleb con vuestras ruidosas presencias. Seguro que trabaja mejor sola, y para defenderme ya cuento con las maravillosas atenciones de vuestra capitana. Ale, ale, menos quejas- Batí la mano frente al rostro-. ¡Vámonos ya que el tiempo es oro!- exclamé con impaciencia, lanzándome hacia los botes que debíamos usar para llegar a nuestro selvático destino.

Era un movimiento arriesgado, pero ya había cometido unos cuantos y, la verdad, valía la pena si podía "estropear" los planes iniciales de Dretch y su desagradable y gatuno compañero. "A la mierda las preocupaciones morales, estoy de vacaciones".

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-Me gustaría más compañía, si no las guardias van a ser bastante cansadas para todos. Al menos necesitaré de cuatro marineros más, y alguno extra si no va a querer hacer guardias té, jefe. Además, estoy segura de que nos serán muy útiles a la hora de capturar o transportar a los animales. Dicho esto, capitana elija a los hombres que nos acompañaran, salimos en media hora. – Me giré hacía el jefe. – Jefe, saldremos en dirección a la costa con el bote, me gustaría saber si necesitas algo más de tiempo para prepararte o con el tiempo que he dado está bien.

Dejaría un tiempo prudente para que me respondiera y poder responderle de ser necesario. Si no pasaba nada más extraño me dirigiría a mi camarote a terminar de hacer la mochila y volver a subir a ver la tripulación asignada. Me pasaría antes a por el científico, no lo dejaría en aquella bañera por nada del mundo, era mi seguro y una posible gran fuente de ingresos. Al llegar a la cubierta me encontré con cinco fornidos y sonrientes marineros cargando el bote con algunos suministros necesarios para la exploración, sin duda alguna eran los que habían sido elegidos.

Una vez todo listo, y si los agentes del gobierno no se oponían, saldríamos rumbo a la costa de la isla. Nada más llegar repartiríamos la carga entre todos, pudiendo hacer una excepción con el científico, Nyra y el señor capone. Los marineros querrían igualar mi carga o dejarme sin ninguna, cosa que no permitiría que pasara. Aún estaba tratando de descifrar si su admiración era por mis antecedentes y mi pertenencia a Kyofu, o por mi belleza. De cualquiera de las maneras eran un gran activo.


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Y después de una larga charla insustancial donde se habían escuchado más reproches que ideas y soluciones, llegó la ronda de las vacunas. El primero en pedirlas fue el señorito Capone. ¿De verdad pensaba participar en la exploración de la isla? Si apenas podía soportar un leve pinchazo de una jeringuilla, dudaba que sirviera de mucho una vez llegáramos a tierra. Afortunadamente para él contaría con Vilya, quién poseía un aire salvaje y parecía poseer capacidades más que aptas para participar en la expedición.

El resto de participantes hacían cola para obtener la sustancia que les salvaría la vida en caso de contraer una enfermedad tropical. Yo, sin dudarlo ni un segundo, me iba a situar en la cola para recibir la inyección, pero mi superior y encargado de la expedición se interpuso brevemente en mi camino. Apareció de repente, como si de una sombra se tratase, se acercó discretamente a mí y me susurró. Lo primero fue una orden, que cumplí instantáneamente. Miré al frente, fingí indignación, y continué escuchando. Debía conseguir un eternal pose que estaba en poder de la capitana, y debía conseguirlo lo antes posible ya que podría ser la única forma que tendríamos para salir de la isla en el no insospechado caso de que Nyra nos la jugara.

Una vez que terminó de hablar asentí levemente y se marchó tan rápido como había aparecido. Se movía con velocidad y sigilo, como si llevara toda la vida haciendo lo mismo. La verdad es que parecía una maniobra convincente, y si nadie nos había escuchado, no tendrían por qué sospechar de la actuación.

Yo continuaba en la cola, esperando a ser traspasado por la aguja, mientras le daba vueltas a mi cabeza para encontrar la mejor forma de hacerme con la brújula. Si al dividirnos en grupos para explorar conseguíamos que Nyra nos acompañara, no tendríamos que preocuparnos próximamente por conseguir el objeto. Mucho mejor, podía intentar hacer migas con la capitana para intentar conseguir algo de aprecio y que no nos dejara tirados. Pero la fortuna no nos sonrió en ese aspecto. Si Alphonse poseía alguna habilidad, lo demostró al usar su persuasión con la capitana para que le acompañara. Eso no me gustaba nada. No solo tenía que pensar en otra forma de hacerme con el eternal pose en un tiempo récord, sino que además el estirado señorito podría pensar que no éramos necesarios para la partida de caza y crear un complot para deteriorar el plan del agente Buérganor.

No podía permitir que esto pasara y puse en marcha otro plan que, aún habiéndolo improvisado en un breve lapso de tiempo, estaba seguro que funcionaría. Para ello tendría que hacer cosas que no me gustaban, pero si quería salir bien parado de esta isla, debía hacerlo.

El primer paso sería el más odioso para mí. Ya se estaban preparando los botes para desembarcar en la isla, pero Alphonse estaba metiendo especial prisa a su grupo. Aproveché esa oportunidad, y cuando la capitana del navío iba a subir hice que me tropezaba con un trozo de cuerda que había colocado con anterioridad en el suelo. Al "tropezarme" choqué con ella, y se molestó. Entonces, al estar en contacto con ella, le dije:

- Qué piel más suave... ¡GARCHUUU! - y ese mismo instante me estuve restregando con ella tal y como lo hacía con otros minks en mi isla natal. Mi intención era poder cachear su cuerpo porque solo había dos posibilidades, o bien que el eternal pose estuviera guardado en su camarote privado, o bien que lo portara ella misma. Usando la excusa del saludo de mi tribu, registré prácticamente en su totalidad el cuerpo de la capitana, comprobando que no había rastro de la brújula. Una vez me separé de ella, se había puesto sonrojada y aborchonada, y fue directa a su barca sin mediar palabra. Yo aproveché para dirigirme a mis compañeros de bote, que estaban empezando a subir en él, para avisarles que de me iba a retrasar.

- Disculpadme, pero acabo de recordar que no cambié la arena de la caja. Si no lo hago empezará a oler muy fuerte, y nadie querría que oliera fuerte, ¿no?

Una vez dicho fue directo a la zona de camarotes. Me aseguré que no me siguiera nadie. El resto de tripulantes se encontraban en la cubierta terminando los preparativos de los botes y jugando a juegos de marineros. Me dirigí al camarote de Nyra e intenté abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave. No me había dado cuenta de esa posibilidad ni siquiera cuando inspeccioné a la capitana, pero dudaba de haberla podido robar igualmente, mis habilidades como ladrón no eran muy consumadas. Así que decidí forzar la puerta. Desenvainé mi espada, ejecuté un tajo vertical y corté el pestillo de la puerta. Está se abrió suavemente y yo me colé con cautela. No me llevó mucho tiempo dar con el preciado objeto. Se en encontraba en la segunda gaveta del escritorio de la habitación. Cuando lo recogí, me percaté de unos documentos que se encontraban debajo. No podía creer lo que había encontrado, y decidí llevármelos como prueba incriminatoria.

Salí de la habitación, la puerta la tranqué cómo pude, y volví al bote. Si se daban cuenta de que alguien se había colado en el camarote, me daba igual. Si las cosas se volvían en mi contra y en la de Dretch, teníamos suficientes bazas para hacer frente a las dificultades. Una vez en el bote dije:

- Pues creo que ya he limpiado toda la mierda. ¿Partimos?


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A pesar de mis intentos por minimizar el número de tipejos a los que probablemente tuviésemos que enfrentarnos en algún momento, Villya mandaba. Al menos ‘solo’ fueron cinco los que nos iban a acompañar, que sumados a la fornida capitana formaban un musculoso y compacto pelotón de élite.

Mi disgusto se sumó al del papanatas al cual interpretaba, al fin y al cabo le habían chafado toda probabilidad de mantener un salvaje sexo selvático. Encogiéndome de hombros, pero sin cambiar la amargura en la comisura de mis labios, acepté el terrible destino que la cazadora había sugerido.
-Yo siempre estoy listo- mascullé, un poco molesto.

Quería pisar la isla cuanto antes, y sin más dilación apremié a los botarates a que cargaran lo más rápido posible las pocas provisiones que llevaríamos a un campamento temporal en la isla. Mis palmadas y exigencias de imbécil rico se vieron solo detenidas cuando el Sr Stark, que tenía poco de señor, toqueteó vilmente a Nyra. Bueno, toquetear se quedaba corto.

Le hubiera gritado en virtud a mi mascarada, pero la acción de aquel engendro gatuno me había desconcertado. No solo se había revelado como un mink, o al menos alguien conocedor de sus peculiares ‘modales’, sino que también había descubierto una curiosa debilidad de la cabecilla. Algo en mi interior mostró una larga sonrisa de afilados dientes.

Sin querer perder un segundo más de mi valioso tiempo, y temeroso de que aquel lapsus se pasara demasiado rápido y la burda y repugnante excusa de Rexxair fuera desmantelada, empujé a la cuadrilla al bote como a un rebaño de obstinadas ovejas.
Tras un breve viaje en una barca que flotaba bastante menos que el Albatros II, algo que hasta dicho momento consideraba imposible, llegamos a Little Garden.

La pequeña playa de arena blanca en la que atracamos se extendía tímidamente hasta la negra y densa jungla de la isla. Las palmeras, árboles y helechos conformaban una verde arboleda que amenazaba con devorarnos desde la distancia, inclinándose hacia nosotros cada vez que se mecía con la tenue brisa marina. Sin duda muchos escritores hubieran comparado esta inquietante visión con las fauces de una bestia, aprovechando el símbolo para relacionarlo con la salvaje naturaleza de la isla… pero yo tenía otro símil que me parecía, no más apropiado, pero sí más original. Aquel umbral separado por el contraste de luces no era más que el abrir de telón de una gran aventura. Una, por primera vez, feliz. Sí, eso debía ser, y eso era.

-¡Allons-y, muchachos! ¡Allons-y!- dije marchando al interior de la selva. ¿Qué le importaba a un idiota encabezar la aventura? Los idiotas suelen ser valientes, y es precisamente porque son idiotas.


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Parecía que mi contratante al fin tenía ganas de marcharse, ya que se puso a apremiar a todo el mundo tras la extraña muestra de, ¿afecto? por parte de uno los agentes que parecía ser en parte gato. Quizás fuera por algún tipo de trauma con la sexualidad animal, o simplemente por que ya se había cansado de esperar allí y que le dieran ordenes o le dijeran que tenía que hacer. Fuera lo que fuera ya estábamos en marcha, surcando las cristalinas aguas que conducían a las inmaculadas arenas blancas de la isla.

Nada más pisar la arena también fue el primero en bajar, parecía que habíamos desatado a su explorar interior y ahora estuviera en una fase de excitación similar a la de un niño que ha consumido grandes cantidades de azúcar. Si el bajón tras esa euforia inicial era similar al del azúcar, tendríamos que cargar con él, cosa que dejaría en manos de uno de los marinos. Apenas con el tiempo justo para repartirnos las provisiones el señor Alphonse se encamino hacía el interior de la selva diciendo algo en algún idioma raro o con un significado que desconocía, quizás fuera una plegaria o algo. Por mi parte, me pegué al científico para ir tras el loco de avanzada.

Justo tras de mí la capitana y sus hombres comenzaron a caminar. Al poco de adentrarnos en la selva pude notar como no había sendero alguno, o zonas de menos vegetación que pudieran indicarnos la dirección a seguir, por lo que tendría que usar la imaginación, y algún truco si quería hacer que fuéramos por donde yo quería. Alphonse estaba a menos de un metro delante de mí, por lo que esperaba que al menos mirara cuando dijera de esperar un segundo. Usando mi control sobre las plantas, que, aunque limitado en mi forma humana, era suficiente como para hacer que un par de zarcillos nuevos de un helecho se enroscaran sobre mi dedo. Una vez hecho esto trataría de ponerme al frente del grupo, esperando que la razón se impusiera por unos segundos a la emoción de mi jefe.

Según avanzábamos la cosa se iba complicando, la vegetación se hacía más densa y el avance se volvía más lento, hasta el punto de casi perder de vista a quien caminaba justo detrás. Llegados a este punto tuve que pasar al plan B, o lo que es lo mismo, pasar a mi forma híbrida. En esta podía apartar las ramas de nuestro camino para que nadie se perdiera y pudiéramos acelerar el camino. El científico se quedó boquiabierto, al igual que los marineros. Nyra sin embargo permaneció impasible, puede que ya hubiera tenido noticias de mis poderes antes de este día. Solo me quedaba por ver la reacción de Alphonse.


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Desconocía si Rexair era capaz de llevar el trabajo de Vane, pero llegados a aquel punto, no le quedaba más remedio que confiar en las habilidades del felino. Su estancia a bordo del Albatros se estaba demorando más de lo que a él le gustaría. Para bien o para mal, cuanto antes encontrara y enjaulara a una de esas enormes arañas antes podría comenzar a experimentar sus primeras prendas de tejehierro. Aún no había perdonado al Gobierno Mundial por no financiar su expedición y, aunque Dretch no era un hombre especialmente rencoroso, se sentía dolido por aquella traición.

“Llegará un día en que todo lo que toquen mis agujas se convierta en oro. Ese día veré como suplicáis por mis creaciones. Espero que para entonces haya aprendido a negar tan bien como vosotros” – se dijo a si mismo, pensando en todos aquellos tipos del gobierno que le habían negado su apoyo.

Cuando llegó a sus oídos que Alphonse le había brindado a Nyra una oportunidad de minar aún más su ya escasa autoridad, no se enfadó. Al fin y al cabo, Alphonse Capone era de las pocas personas que había creído de verdad en su causa. No sería tan idiota de ganarse la enemistad de su único aliado en aquel barco. En aquel caso, que la capitana marchara junto a Alphonse, Vilya, Zorling y el resto de marineros elegidos… Tan solo suponía un problema para Rexair; por otra parte, al agente le suponía una gran ventaja, el segundo pago se realizaría cuando pusieran un píe en la isla y, al estar divididos en grupos diferentes, nada le impedía seguir usando el dinero como medida de presión. Tenía tantos frentes abiertos, que no daba abasto tratando de desarrollar estrategias.

Para cuando terminó de divagar, se encontró con el rostro sonriente de Rexair. Alzó una ceja confuso, pero cuando este le habló, quedó claro al instante que habia cumplido con su parte de la misión. Resultaba tan inverosímil que aquel dia algo fuera según lo planeado, que ni tan si quiera se molestó en preguntarle cómo demonios había logrado hacerse con el eternal pose.

- ¡Todos a bordo de bote! – exclamó a su grupo, los cuales obedecieron con desgana la orden.


*****


Con el ceño fruncido, Dretch se encontraba situado en la popa de la barcaza que habían fletado desde el Albatro. Desde aquella posición privilegiada, propia de los capitanes, se aseguraba de que cada uno de los hombres que había elegido se extenuaran hasta la saciedad. En lugar de desembarcar sin más, como habia hecho el grupo de Alphonse, ellos habían dado un rodeo a la isla para tratar de tomar tierra en la parte más septentrional de la isla. Sabia de muy buena tinta que, un hombre extenuado era más manejable y leal que uno ocioso.

Trataba de otear con su ojo sano un lugar adecuado para desembarcar, sin embargo, la espesa vegetación en volvía la línea de costa. Parecía que por aquella zona no había un solo palmo de tierra que la exuberante vegetación de Little Garden no hubiera colonizado ya. Hartos de tanto remar sin un rumbo fijo, finalmente decidieron por unanimidad, tomar tierra en una de aquellas sobrepobladas orillas.

Caminaban en silencio, el suelo de la jungla absorbía sus pasos, tierra húmeda amortiguada por hojas de helechos. Bajo sus botas, las ramitas crujían al ritmo de sus pasos. Dretch se movía sin pensar, no había un camino que marcará la marcha. Pero al ser en el encargado de abrir la marcha, caminaba con confianza, como si siguiera algún camino marcado en algún lugar de su subconsciente. Trataba de apelar por todos los medios que podía a que, el extraño poder que en ocasiones profetizaba su muerte, lo guiará a través de los árboles.

La criatura se encontraba cerca, de alguna forma podía sentirla.

Un leve chasquido sonó a lo lejos, apenas perceptible. No le dio importancia; había tal diversidad de sonidos a su alrededor… Los ruidos formaban parte de la jungla.

Y luego se volvió oyó otra vez.

Sin detenerse del todo, el agente inclinó el rostro y prestó atención. Varias ramitas se quebraron bajo la presión de algo pesado. No era un animal mediano como un león o un tigre correteando por la maleza. Tampoco era humano. Los pelos de la nuca se le erizaron y le dedicó una mirada a Rexair y al resto de expedicionarios.

- Formad en círculo alrededor de Zolah, ya – susurró

Dretch contuvo el aliento y escrutó la maleza forzando al máximo su ojo sano. Exhalando el aire que había acumulado en sus pulmones, se llevó la mano hacia el interior de su gabardina y extrajo su revolver. Sus dedos acariciaron el gatillo del arma, preparados para desenfundar y disparar en apenas un suspiro. El volumen del ruido fue aumentando a medida que la criatura atravesaba el follaje con pisadas fuertes. Fuera lo que fuera aquella cosa, estaba a punto de abalanzarse sobre ellos.

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Una vez dentro de la barca para desembarcar en Little Garden, me situé al lado de Dretch. Querría haberle dado ya el Eternal Pose, pero me fue imposible. Había muchos marineros que podrían habernos observado y hubiera resultado muy sospechoso, además, Dretch andaba atareado pensando en cual podría ser el mejor lugar para desembarcar, escudriñando en cada metro de la costa buscando la zona con menos maleza. Al final, después de un largo rato remando, no habíamos encontrado aún un sitio adecuado, y los marineros empezaban a cansarse. Me intercambié con uno de ellos que parecía demasiado exhausto y en ese momento se decidió que dejásemos de dar rodeos y que llegásemos a la costa lo antes posible.

- ¡Un, dos! ¡Un, dos! - insistía a los remeros, aumentando cada vez más la velocidad -. ¡Un, dos! ¡Un, dos! Vamos retrasados. Debemos darnos prisa para llegar a la isla, ¡vamos!.

Pusimos una alta velocidad, y cuando nos acercamos a la costa donde pensábamos desembarcar, disminuimos la velocidad. Algunas olas movidas por alguna extraña corriente nos desplazaron un poco, pero llegamos a tierra sin ningún problema.

Una vez en tierra, nos internamos en la espesa maleza. Yo iba por delante, con mi espada cortando todo lo que se nos interpusiera. No era tarea fácil, había demasiadas ramas, lianas, y demás flora y el avance era lento, además que no sabíamos muy bien a donde dirigirnos. Y de repente escuché un ruido.

El ruido parecían pisadas, y no de un pequeño animal extraviado. Y se iba acercando, haciendo cada vez un ruido mayor, y más grave. En ese momento miré a Dretch. Él también lo había escuchado, y esperando órdenes, le escuché decir que rodeásemos a Zolah. Cierto era que el científico resultaba indispensable en la isla y había que protegerlo, pero de nada valía formar un círculo alrededor suyo si no nos enfrentábamos al peligro inminente. Y yo, temiendo por el fracaso de la expedición, decidí colocarme al lado de Dretch, que estaba preparado para sacar su revólver.

- No gastes munición, no sabremos cuando hará falta -. Le dije mientras pasaba a convertirme en la forma híbrida de mi akuma.

Una vez trasformado, corrí y me abalancé sobre la criatura que se nos estaba acercando. En mitad del salto observé su enorme cabeza, pequeños brazos, gran cuerpo, y fuertes piernas. Me agarré a su cuello usando todas mis extremidades, dejando la cola libre. Por un momento parecía que intentaba domarlo para usarlo de montura, pero ni intentándolo lo habría conseguido. La bestia se movía agitadamente, intentando librarse de mí. Movía la cabeza furor, intentaba alcanzarme con sus cortos brazos, e incluso se chocaba contra árboles de la isla. Nada de esto consiguió que me soltase, y en cambio empecé a morderle el cuello, por distintas partes, y arrancando bocados de su carne a la vez que inoculaba mi veneno.

Entre forcejeo y forcejeo, ya me estaba cansando de la criatura, y el veneno tardaría demasiado en hacer efecto, por lo que decidí acabar con ella de una vez. Con mi cola prensil, agarré la espada que colgaba de mi cinturón, y le corté cuello lo más cerca de la mandíbula que pude. Fue efectivo, resultando fatal para la bestia, que cayó muerta al suelo, desangrándose.


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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Lun 2 Abr 2018 - 23:13}

A medida que avanzábamos a través de la jungla el aire se hacía más y más espeso. En un principio la humedad, dulce y cálida, era un respiro del salado viento del océano, pero pronto dejó de ser así. Desde luego, el blanco teflón y los mocasines no eran un atuendo apropiado, y mucho menos para un "paná" nobiliario. Me enjugué el sudor, agradeciendo la lenta marcha que me permitía tomar tantos respiros como quería y necesitaba.

No puse objección alguna a que la cazadora liderase la comitiva, al fin y al cabo era su trabajo. Pronto me quité la chaqueta, aliviando el ahogo que mis vestiduras me causaban. Abanicandome con el sombrero, única pieza acertada de mi ábito, tan sólo di una pincelada de asombro en el agotado rostro de mi personaje.

-Bueno... Había hablado de las zoans, pero no de zoans que encima diesen poderes. ¿Acaso no existe límite para esos absurdos poderes del demonio? - me quejé-. Que no es que me queje- rectifiqué viendo que el camino se haría mucho más cómodo para el ricachón que interpretaba-, pero esto le quita un poco la gracia a la aventura.

Sin querer que mis palabras fuesen vistas como un desafío a su liderazgo ni como nada más que un ñoño llanto de un debilucho, dediqué un breve soliloquio mascullado al tópico egoísta y envidioso de alguien que ansiaba los asombrosos poderes del diablo.

Y mientras tanto...

Todo estaba en su sitio. La sala principal era poco más que un largo pasillo. Había apostado los caballetes con todo lo que necesitaba para pintar; tan solo me faltaba tener más manos. De las paredes hice nacer negras armaduras a mi imagen y semejanza, avatares de oscuro metal que cumplirían mis órdenes con temible eficiencia. El primer paso era coger la paleta, la mía y las otras cuatro. Debía ser fácil, aunque tuviera que coordinar el movimiento de cuatro seres adicionales, tan solo debía ejecutar los mismos movimientos. Una y otra vez.

Secuencialmente, los pulgares de metal encontraron el hueco en el instrumento, rotándolo para dejarlo caer cómodamente sobre la palma. El siguiente paso era coger el tubo de óleo verde, fondo y el alma de la primera creación. Cinco tapones cayeron al suelo, y cada uno de ellos tomó un camino distinto.

-No voy a poder limitarme a tomar un único camino- reflexioné notando cómo el caos se reía de mí-. Va a ser más difícil de lo que creía...


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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Miér 18 Abr 2018 - 12:55}

Como un espectador más se tratase, Dretch observó la lucha entre Rexair y aquel lagarto. Después de todo, ni la criatura era tan grande, ni parecía tan amenazante por lo que supuso que debía de tratarse de algún espécimen bastante joven. Al igual que el resto de integrantes de la expedición, el joven búho se relajó y volvió a esconder su arma en su cartuchera sobaquil. Aunque le concedía cierto alivio el sentirse a salvo, también podía sentir un poco de repulsión. Uno simplemente no podía acostumbrarse a ver como un gato con pelo, escamas y lengua bífida salvaba el día, por muy buenas que fueran sus intenciones.

- No- No vuelvas a hacer eso sin avisar – dijo el agente, mientras ponía su mano diestra entre su ojo sano y la figura grotesca en la que ahora se había convertido Rexair.

El reptil yacía sobre un chaco de sangre en mitad de la jungla y ahora, en gran parte por culpa de veneno y las heridas, daba sus últimos coletazos de vida. Zolah, el científico patán, se aproximó hacia la bestia sin ningún tipo de reparo. Al principio Dretch trató de frenarlo, sin embargo, como peletero que era se percató del mismo detalle que el investigador. En su pata derecha, cerca de lo que se suponía que era su tobillo, su piel mostraba dos incisiones paralelas. No parecían demasiado profundas, sin embargo, toda la zona de la extremidad parecía infectada por algún tipo de sustancia corrosiva.

- Me temo que nuestro amigo no intentaba cazar, más bien estaba huyendo de algo – matizó el científico, levantando las sospechas de los cobardicas – Hoy es nuestro día de suerte, tenemos una autopista hacia el cubil de una Tejehierro ¿No es sencillamente fabuloso?

Cuando el científico, que apenas lo separaban un par de centímetros de la pata infectada del reptil, se separó espasmódicamente del animal y volvió la vista atrás. No fue precisamente caras entusiastas lo que encontró.

- ¡¿Qué uno de esos bichos ha tratado de comerse a esa cosa?! – espetó airado uno de los expedicionarios – Conmigo no contéis.

El individuo giró sobre sus talones en dirección a la embarcación, sin embargo, no fue un camino lo que se encontró. Frente a él se encontraba Dretch, totalmente arremangado y con su dedo índice cubierto de sangre. Los ojos del cobarde se abrieron como platos y cayó desplomado sobre un manto de helechos.

- Solo hay un camino posible os guste o no, no es algo negociable – explicó sosegadamente mientras se limpiaba la sangre de su dedo en la espalda del tipo abatido – Rexair, tu caminas en frente, no pareces tan distinto a uno de esos reptiles. Serás nuestra carnada, Zolah ira en el medio escoltado por el grueso de la tripulación y yo iré detrás para asegurarme de que nadie más piensa en voz alta. Te daremos algo de distancia. Recuerda, por muy grandes que sean, tan solo son arañas… No sabemos cuántas hay así que nada de matarlas ¿Entendido?

El agente aguardó con el índice en alto a que el grupo se organizara, el plan marchaba sobre la seda, nunca mejor dicho. Sin embargo, aún no habían atajado el tema de la captura, aquel seguía siendo el principal problema. Aunque la tripulación se había hecho con algunas redes de pesca y algunos arpones y el mismo contaba con sus Cross Tails, sospechaba que aquellos métodos serían insuficientes para someter a los arácnidos. Tendrían que improvisar algo sobre la marcha.
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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Mar 8 Mayo 2018 - 10:26}

¿Que le quita un poco la gracia? Esto le quita toda.

-No he venido aquí para dar un amable paseo por el campo- me quejé, pagando así mis frustraciones artísticas con el resto del elenco-. Me voy por otro camino, quien quiera vivir realmente una aventura épica que me siga, y quien no que no me moleste.

Y dicho esto me adentré hacia la arboleda salvaje, nunca domesticada por la mano del hombre ni los poderes del demonio. Por supuesto, me tomé un pequeño momento para comprobar la localización en mi magnífico mapa, no fuera a ser que en verdad me perdiera y acabara en algún peligro del que no pudiera salir solo.

Por suerte, mi magnífico objeto me permitía localizar todo peligro vivo, o al menos los suficientemente grandes, evitándome así los incómodos encontronazos con los enormes reptiles de la isla -que según la leyenda no eran pocos, la verdad.

Aunque hubiera preferido estar solo con mis pensamientos y mi arte para que las musas no se encontraran distracciones, sabía que esto no era nada sabio. Si había algún contratiempo, y conociendo mi propia y repugnante debilidad, sería conveniente disponer de ayuda. El problema era decidir quién podría prestármela.

Al único que conocía, aunque nunca puedes conocer del todo a un agente del gobierno, era a Dretch, y sin tener otra opción mejor decidí ir en su búsqueda. Por suerte el magnífico plano me daba su localización, o lo que yo creía que sería, pues en veinte kilómetros a la redonda no había más presencia de "Humanoides".

A medida que daba mi incómodo paseo lleno de giros y repentinos requiebros para apartarme de la trayectoria de los peligrosos puntos de sangre fría, seguí intentando trazar las pinceladas sobre los lienzos en blanco. Toda la belleza del mundo me resultaba inspiradora, quizás porque era consciente de la propia inmundicia que colmaba mi alma, empapándola de su hedor y haciéndola tan pesada y desagradable de llevar como la ropa mojada.

Conseguí esbozar un triste árbol en cada cuadro, uno solo y abandonado por el resto. No estaba contento.
-Todos necesitamos un amigo- me dije, deseando acabar con su soledad tanto como con la mía.


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Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] Empty Re: Expedición Textil I. Tras la pista de los nefastos arácnidos [Boss - Dretch - Rexair & Vilya] {Miér 11 Jul 2018 - 18:19}

Tras unos instantes de confusión la partida de incursión se ordenó en tres grupos: vanguardia, escolta científica y retaguardia. Dretch organizó a los maltrechos marineros mediante sutiles asentimientos de cabeza y gestos para que tuvieran los ojos bien abiertos. Si los dos grupos no eran capaces de mantener la concentración en su presa, difícilmente podrían evitar convertirse ellos mismos en víctimas.

A cada paso que daban a Dretch le quedaba más claro que aquella senda no había sido hecha por un ser pensante, o al menos no por uno que estuviese cuerdo. Raramente el rastro continuaba en una trayectoria recta, las huellas ascendían y descendían por la maleza, describían curvas, se cruzaban y volvían a cruzarse una y otra vez sin ningún propósito evidente. Si había algún indicio o señal que indicara el camino, Dretch era incapaz de identificarlo, por lo que delegó en el mink tomar todas las decisiones del itinerario. Y, aunque tenía fe en Rexair, poco a poco la inquietud comenzaba a corroer su determinación.

“Ya no pueden estar tan lejos” – se dijo a sí mismo a modo de consuelo mientras se obligaba a seguir adelante.

Los marineros avanzaban en silencio, con los nervios tensos y los sentidos aguzados. A cada paso que daban el air se volvía más húmedo y apestoso, el olor a putrefacción comenzaba a inundar sus fosas nasales. Las botas crujían a menudo sobre pilas de huesos. El agente enseñaba los dientes a cada sonido, pues se preguntaba que criaturas podrían sentirse tentadas de investigar el ruido.

El grupo se adentró más en la espesura, pisando cada vez con más cuidado entre las pilas de desperdicios. En la vanguardia Rexair se detuvo para orientarse, en ese momento, Dretch escuchó un rumor. Era muy leve y no tan distinto que el sonido de las pisadas que tanto tiempo había estado escuchando. Alzó una mano a modo de advertencia.

- Que nadie se mueva – susurró – No estamos solos.

Los marineros se detuvieron y volvieron las cabezas de un lado a otro, esforzándose por detectar el más leve movimiento entre la espesa vegetación que los rodeaba. El agente se alejó del grupo y, sin mediar palabra se internó en la maleza para averiguar cuál era la amenaza. Los minutos de espera se hicieron eternos. Mientras que Rexair parecía absorto examinando el terreno y Dretch exploraba los alrededores, el desgobierno comenzaba a aflorar de nuevo entre los maltrechos tripulantes de Albatros. Puede que tan solo el temor a ser devorados por alguna de las criaturas de la isla les hiciese mantenerse en su puesto. Apenas pasaron unos quince minutos cuando se despejó la primera de las incógnitas. El joven Búho surgió de uno de los setos acompañado de otro hombre y, aunque al principio se sintieron amenazados, en seguida reconocieron el rostro de Alphonse.

- Yo no veo que hay de malo disfrutar de la naturaleza y en dibujar plantas, esta es mi expedición ¿recuerdas? – refunfuñaba el actor mientras un estresado Dretch le forzaba a caminar hacia el grupo de marineros.

Gracias a aquel comentario inocente, la tensión se relajó en el grupo, incluso se escuchó alguna carcajada de fondo ¿Qué demonios hacia aquel famoso en mitad de la selva ajeno a cualquier peligro? Ninguno tenía la respuesta, sin embargo, su actitud inocente y despreocupada del peligro resultó ser un bálsamo reparador para la moral del grupo. Por desgracia para todos, aquella sería la última buena noticia del día. Desde la vanguardia, un acalorado Rexair se abría paso entre la columna de marineros.

- ¡No están! – gritó mientras se encontraba a medio camino del agente.

Dretch frunció el ceño y trató de atajar hacia su compañero.

- ¿Has perdido el rastro? ¿Has mirado en las copas de los arboles? – inquirió – Puede que caven galerías bajo nuestros pies…

- No, ese no es el problema ¡He encontrado su guarida! ¡El problema es que literalmente no están ahí! – exclamó, aunque las contemplar la cara de estupor de su compañero se apresuró a dar más detalles – ¡Han matado a las más grandes pero no hay ni rastro de las crías!

En aquel momento la mente de Dretch comenzó a atar cabos. Tan solo él y sus benefactores de los Bajos Fondos sabían de su expedición. Había sido engañado. Sintió como la rabia y la frustración comenzaban a tomar el control de sus pensamientos por lo que, ignorando cualquier tipo de precaución, gritó y descargó toda aquella frustración lanzando un puntapié contra una de aquellas pilas de huesos. La expedición había terminado.

Tan solo una persona se atrevió a hablar tras aquel momento, la voz de Alphonse.

- Vaya decepción de vacaciones.
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