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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] - Página 2 Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Miér 27 Nov 2019 - 4:35}

Su compañero tenía razón y la Marina no tardaría en llegar a la mansión destrozada en la que estaban. Sinceramente, Katharina se había sobrepasado al destruir gran parte del edificio y, encima, Liliana Raiis conocía su rostro. No quería que la involucrasen con el atentado, por lo que tendría que tomar una decisión. De alguna u otra forma debía tratar con la chica, bien quitándole la vida o encontrando otra alternativa. Como sea, no tenía demasiado tiempo para andarse con reflexiones profundas sobre el deber y la ética. Realmente no tenía motivos para dejarle vivir y acabar con el problema de raíz era la forma más sensata de manejar el asunto, sin embargo, decidió tomar otro camino.

Dio un salto hacia donde estaba Liliana y la miró con frialdad, estudiando a la chica.

—Bien, nos vamos.

Le golpeó con fuerza medida la nuca y Raiis perdió el conocimiento, estuvo a punto de caer como saco de papas de no ser porque Katharina cogió su cuerpo y se lo echó al hombro. Ahora podría sumar otro delito más a su larga e interminable lista de crímenes, aunque estaba segura de nunca haber cometido secuestro.

—Lo hiciste bien, Lance, al final conseguiste la información que necesitamos. Por fin daremos con Kavernish.

El ladrón de órganos se refugiaba en una subasta humana, un gran edificio de apariencia cupular, paredes verdes y unas pocas ventanas. La entrada principal era vigilada por cuatro hombres de aspectos intimidantes, vestían trajes negros muy elegantes y llevaban gafas de sol. Uno parecía el clon del otro y así con el resto, como si hubiesen sido fotocopiados por una máquina de hacer humanos. Ahora, había que tomar en cuenta la fuerza del asesino contratado por el ladrón como punto de referencia. Nada le aseguraba a la pirata que no tendría que volver a enfrentarse contra alguien así, por lo que entrar por la puerta principal no era una idea demasiado sensata. Por otra parte, alguien tenía que ocuparse de Liliana que dormía como borracho post fiesta.

Era inteligente suponer que también había guardias en el interior del edificio y a medida que se acercasen al jefe las cosas se tornarían más difíciles. Podía pasarse el resto de la tarde pensando en un plan, reflexionando sobre las estrategias enemigas y jamás hallar los órganos robados, o podía actuar y listo. Debía confiar en su fuerza y arremeter contra ellos sin importar si se trataba de una idea sensata o no, aunque lo consultaría con su compañero.

—¿Estás de acuerdo con un ataque frontal? Puedo acabar con esos cuatro antes de que den la alarma, o podemos infiltrarnos —le dijo a Lance sin dejar de estudiar los movimientos de los guardias—. Ya hemos hecho demasiado ruido como para que Kavernish no sepa que vamos tras él.

Esperaría la respuesta del muchacho y actuaría; si se mostraba de acuerdo con un ataque imprudente y arriesgado, se abalanzaría sobre los guardias de la subasta y cortaría sus cabezas.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] - Página 2 Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Sáb 30 Nov 2019 - 21:59}

Mientras yo trataba de escapar por la ventana como buenamente podía, Katharina ya se hallaba fuera del edificio, con una muchacha sobre el hombro, desmayada. ¿Era…, la muchacha esa? Sí, la chica Raiis, la que había presenciado todo. ¿No debería estar muerta desde el primer segundo en que nos vio o, mejor dicho, nos vio hacer eso? Es decir, quizás estaba muerta, pero entonces la causa de la defunción había sido alguna sin consecuencias externas y, viendo lo que Kath me había demostrado hasta el momento, lo veía bastante innecesario de su parte. Así que aquella mujer seguía viva y, en el peor de los casos, sobreviviría a este encargo que teníamos en nuestras manos, pudiendo delatarnos con todo tipo de detalles. Y, sinceramente, no me apasionaba la idea de que mañana por la mañana esa señora pudiera estar al otro lado de una barra, en un interrogatorio, dando testimonio de nuestra pequeña aventurita con todo tipo de detalles. ¿Un retrato robot de mi persona en todo Shabaondy? Ja, ja, ja. No.

— ¿Vas a llevarte a esa chiquilla con nosotros…? — La mueca de desagrado en mi cara era evidente. — ¿Y si nos busca problemas? Porque yo no los quiero. — Señalaba con cierto asco a la muchacha, que posaba sobre mi compañera, con cierto miedo de que ella se lo tomase de mala manera.

No hubo aparente respuesta, quizás por el tono que utilicé, o quizás porque ella no vio necesario decirme nada, así que supuse que ella lo tenía controlado. Aunque, viendo sus carteles de Se busca…, cualquiera diría que no le importaba otro delito en su lista, así que algunos escalofríos comenzaron a recorrer y cruzar mi espalda repentinamente. Al menos me había halagado por mis acciones, y aquello, inexplicablemente, lograba ayudarme a no ser tan negativo. Así que, haciendo un esfuerzo de optimismo, agité mi cabeza de un lado para otro, tratando de hacer desaparecer aquellos pensamientos como podía, y comencé a correr tras ella, alternando mi forma con la etérea para no quedarme demasiado atrás.

No tardamos mucho en llegar a nuestro destino: una subasta humana que, aunque no era muy famosa, ya había escuchado su nombre un par de veces. No era ninguna sorpresa su forma o, mejor dicho, su arquitectura, ya que presentaba la misma que se repetía en todos los edificios pensados para aquella labor: pocas ventanas, un ventanal en el techo que tenía forma de cúpula para alumbrar más y unas paredes que combinaban lo discreto con lo llamativo. Simplemente, querían hacerse notar pero, a la vez, no dejar entrever los trapicheos que sucedían allí dentro. Al fin y al cabo, por mucho que los Tenryuubitos obligasen a todo el Archipiélago a normalizar la esclavitud y la venta de personas, seguía siendo un delito penado que los marines se esforzaban en ignorar. De la misma forma, unos gorilas taponaban todas y cada una de las entradas, algo también típico de estos trabajos, para impedir la entrada a pobres y curiosos que no fueran a comprar nada. Aunque, a juzgar por la cantidad de ellos, quizás habían un par más debido a las noticias que le podían haber llegado a Kavernish, preparados más para entorpecernos el paso que para frenarnos, pues, de haber obtenido información, ya debería saber de lo que éramos capaces. Bueno, de lo quera capaz Katharina, pues yo tenía más bien poco que ofrecer a nuestra dupla.

Entonces, me ofreció entrar por la fuerza. Ella tumbaría a los cuatro antes de poder dar la voz de alarma, y entraríamos como si tal cosa y, a decir verdad, la idea no me disgustaba. Tras todo lo sucedido a lo largo del día, un poco de fuerza bruta para ahorrarnos trabajar más me parecía hasta factible, sobre todo viendo la velocidad y poder que manejaba la mujer. A juzgar por lo que ya había visto, no creo que pudiera confiar en encontrar una entrada sin supervisar, y repetir lo que había hecho en la mansión de los Raiis sería una temeridad. Si había cuatro mastodontes en la puerta, ¿qué tenía que estar pululando por dentro? Ni loco iba a atravesar yo solo aquel lugar, rodeado de gente que me tenía en su lista de objetivos.  Suspiré y asentí con la cabeza, viendo como antes de que pudiera levantar el rostro, Kath ya estaba en camino con el arma sacada.

En un mísero momento había logrado cercenar los cuerpos de los pobres guardas, que ahora se encontraban tirados por el suelo. Mis vellos se erizaron ante la idea de que, si aquellas personas, con aquel tamaño, preparación y experiencia, habían perdido la vida en un solo segundo, a saber lo que me podía deparar mi futuro si seguía así. Ahora mismo parecía estar en el lado favorable de la balanza, pero nunca se sabía cuándo iba a cambiar, y a ocupar el sitio en el que ahora estaban los cadáveres. Una vez hubo terminado, me acerqué con velocidad y fui a abrir la puerta. Como si de un ataque nuclear se tratase, antes de siquiera posar la mano sobre el pomo, comencé a escuchar una alarma que, con casi toda seguridad, estaría dejando sordos a los oyentes. Abrí la puerta, descubriendo que debía de tener toda la razón, pues el sonido era tan estridente que quizás podía cruzar todo el manglar.

—Perfecto, no teníamos suficiente con el señor de antes, como para que ahora siga el terrorismo sónico. — Mis oídos dolían desde el grito que había experimentado, el cual había vivido desde una habitación distinta. Así que Katharina, que lo había sufrido de frente, tenía que tener aún menos ganas que yo de entrar allí. — ¿Tú crees que la alarma es por culpa nuestra…? — Quizás era su forma de mantenernos alejados o, en el mejor o peor de los casos, dependiendo de sus intenciones, no éramos los únicos con los que hoy Kavernish estaba teniendo problemas.

De todas formas, estaría preparado para entrar en el momento en el que mi compañera diese la orden, independientemente de si aquel ruido me iba a molestar tanto como pensaba o no.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] - Página 2 Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Dom 1 Dic 2019 - 17:37}

Los hombres apenas pudieron desenvainar sus armas para enfrentar a la bruja, quien nada más llegar había reducido al grupo a la mitad. Uno de ellos intentó defenderse, pero la guadaña de Katharina fue más veloz. El último quiso huir para vivir un día más, sin embargo, la pirata apareció en frente de él y el filo de la Hoja de Argoria le cortó la cabeza. Estuvo a punto de soltar una sonrisa de satisfacción cuando una alarma comenzó a sonar, manifestándose como un chirrido brutal que llamaba la atención de todo el manglar. Los oídos le dolían más que nunca, después de todo, había recibido de lleno la técnica del asesino. En cualquier momento comenzarían a sangrar, pero estaba tan cerca de cumplir su objetivo que detenerse ahora no tendría sentido.

—Puede que me hayan visto a través de las cámaras de vigilancia —le respondió a su compañero—, así que es probable que sea nuestra culpa. Nuestra prioridad es encontrar a Kavernish y recuperar los órganos robados, pero también deshacernos de la puta alarma. Causaste un apagón en el parque de diversiones, seguro que puedes controlar esto.

Los peligros que aguardaban en el interior de la casa de subastas eran desconocidos, no podía siquiera imaginar lo que Kavernish les tenía preparados. Los ruidos fuertes le impedían concentrarse para canalizar maná y lanzar hechizos. Además, el dolor que sentía en sus oídos no le ayudaba en nada. El asesino de los muñecos había sido un gran oponente con un estilo de lucha muy peculiar. Jamás hubiese esperado que le atacase con una técnica sonora como esa.

Sabía que a su compañero no le agradaba el hecho de que hubiese dejado vivir a Liliana Raiis, pero tampoco tenía que actuar para complacerlo. Ahora mismo significaba un problema, puesto que no podía dejarla ahí en el suelo. Despertaría e iría con la Marina, informaría de todo y un nuevo delito se sumaría a su extensa lista. Ahora mismo dudaba del camino que había elegido para la chica, de sus propios motivos por haberle perdonado la vida. Lo suyo hubiese sido cortarle la cabeza y listo, un problema menos del que preocuparse, pero Katharina tenía pensado otros planes para Liliana. Agotada, suspiró y reunió energía mágica para lanzar una esfera violácea hacia uno de los cadáveres.

—Cuida de Liliana Raiis, la chica que duerme ahí entre los arbustos —le ordenó a su nuevo sirviente—. ¿Estás listo? —le preguntó a Lance luego de voltearse hacia él.

Esperaría a que lo estuviese para entrar a la casa de subastas, llevándose una gran sorpresa.

El pasillo conducía a una enorme sala con un escenario de madera y decenas de butacas de terciopelo. Lo único que podía oírse era el chirrido agudo de la alarma que hacía que la bruja quisiese destrozarlo todo, pero terminaría llamando demasiado la atención. Bueno, el sonido de la alarma ya de por sí era delatador, pero una casa de subastas reducida a cenizas lo sería todavía más. El interior estaba tenuemente iluminado por las pequeñas luces que había en las murallas de piedra. Y lo más curioso es que no había una sola alma. Ni guardias ni compradores, nada de nada. Se viese por donde se viese, indicaba que se trataba de una trampa.

Era inteligente asumir que Kavernish sabía que lo que estaba pasando, después de todo, ese hombre tenía mucha influencia en el bajo mundo. Pero ¿qué clase de trampa les estaría esperando? Sin esperar a que las cosas se tornasen más extrañas de lo que eran, Katharina desenvainó su arma y miró con recelo el salón.

—Separémonos —le dijo a Lance—. Primero nos ocuparemos de la alarma y luego buscaremos a Kavernish. —Comenzó a descender las escaleras que llevaban al escenario cuando se detuvo a la mitad para voltearse hacia su compañero—. Si te ves sobrepasado, huye. Somos criminales y velamos por nuestras propias vidas, no héroes que la arriesgan para que canten sobre nuestras hazañas.

Cuando llegó al escenario para explorarlo una extraña sensación recorrió su cuerpo. Se echó hacia un lado justo a tiempo para salvarse de una herida mortal, pero no consiguió esquivar por completo la daga que le apuñaló a la altura del riñón. Soltó un grito ahogado de dolor y retrocedió por mero instinto.

—Si hubieses muerto con ese ataque esto no sería una venganza satisfactoria.

El asesino con el que había luchado se encontraba de pie frente a ella, pero ¿cómo…? Estaba segura de que lo había derrotado, era imposible esquivar el disparo de su arma. Sin embargo, lo que sus ojos veían no era ninguna alucinación ni un espíritu del más allá. El dolor que sentía en su cuerpo era tan real como el hombre que estaba frente a ella.

—¿Estás dispuesto a morir por segunda vez bajo mi mano? Perfecto —comentó la bruja, soltando una sonrisita petulante.

El hombre de los muñecos se abalanzó sobre la pirata, realizando una especie de torbellinos cortantes. Katharina no pudo soportar la fuerza de su ataque y salió disparada hacia atrás, incrustándose en la pared. El asesino persiguió a su presa y desató una ráfaga de puñaladas proveniente de todas direcciones. Tardó en crear un muro de hielo que le protegió de la mayoría de los ataques, pero la daga del hombre le perforó el hombro. El ruido le impedía concentrarse para actuar con rapidez y contraatacar. Necesitaba que Lance encontrase la alarma y la desactivase.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] - Página 2 Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Miér 18 Dic 2019 - 22:38}

Y, al final, decidió que debíamos de entrar sin más dilaciones. Sinceramente, parecía ser la decisión correcta, pues quedarse allí esperando a que la suerte brillase únicamente para nosotros iba a ser una pérdida de tiempo, el cual no podíamos precisamente desechar en nuestra misión. Antes de dirigirse a la puerta, Katharina aprovechó para, nuevamente, revivir uno de los cadáveres que aún seguían tibios, y ponerlos a proteger a la chica que, al parecer, habíamos adoptado sin razón alguna más que los propios caprichos de la albina. De alguna forma, el enfado por dejar a aquella mujer viva aun sabiendo todo lo que había pasado en la mansión atenuaba la sorpresa que sentía por ver a un señor muerto levantarse y realizar acciones mínimamente complejas. Es decir, hoy mismo había visto otro cadáver que seguía órdenes, de la misma mano que el actual, pero no parecía que fuera a acostumbrarme pronto a que la barrera entre la vida y el más allá se difuminase de esta forma.

Una vez hubo terminado por ese lado, y el gorila estuvo frente a la muchacha que debía guardar, marcó el paso hacia el pasillo que nos marcaba la entrada del edificio de subastas. Poco a poco, y para mi sorpresa, el ruido de la alarma cada vez se intensificaba más y más. ¿Por qué me sorprendía? Bueno, era algo lógico que, mientras menos distancia te separa de un altavoz, el sonido sea más fuerte, pero a estas alturas, aquello ya hacía vibrar el suelo ligeramente más allá de la puerta. Sentir cómo a cada paso que daba, y que me adentraba en el lugar, el terremoto que conformaban las ondas de alerta se iba marcando más y más, hasta el punto de molestarme para andar, me incomodaba. Es decir, ¿realmente hacía falta recorrer este pasillo? A juzgar por la situación, solo un loco o un sordo podía estar en el salón, y nuestro querido Kavernish no parecía ajustarse a ninguno de los dos criterios, al menos por lo poco que conocíamos de él, así que toda esta caminata no nos llevaría hacia él, ¿no?

Los pasos nos terminaron por llevar a una gigantesca sala que recordaba a la de cualquier otra subasta. Todas parecían estar realizadas por el mismo arquitecto, pues las características que las diferenciaban de otros sitios estaban bastante claras, y resaltaban sobre el resto. En este caso, quizás era peor aún, pues me sentía incómodo en una sala completamente cerrada como era aquella, pero quizás el miedo a poder ser asesinado en cualquier momento opacaba aquella otra negativa sensación. Por otro lado, muy a favor de la lógica que había utilizado, el interior estaba desierto por completo. Siquiera había un guardia que se hubiera quedado rezagado, o alguien vigilando para evitar que cualquiera aprovechase el caos para causar un desastre. Y, si seguíamos aquella línea de pensamiento, las dos posibles causas de aquella situación era que alguien hubiese atacado antes que nosotros, algo bastante poco probable, o que el dueño de la gran edificación ya supiese de nuestras intenciones, y hubiera buscado una solución acorde. Era la de los cobardes, desaparecer, pero también parecía ser la más efectiva de todas. Con la espinita clavada de esta interrogante, mi compañera sugirió dividirse para abarcar una zona de búsqueda más amplia y, en vistas de que mi oído estaba a escasos minutos de rendirse y sangrar, ya tenía claro mi objetivo.

Con prisa, ya que valoraba todos y cada uno de mis sentidos, asentí y comencé a correr hacia la primera puerta que vi, la cual se ubicaba cerca del pasillo que ya había recorrido para entrar. La luz que allí había, más irregular que en el salón, era bastante más intensa y agresiva para los ojos, y aquello, más que darme una mala impresión, me alegró. Era la sala de monitores, donde podían chequear si los esclavos estaban todos y cada uno en su sitio —que, por cierto, se veían desmayados en el suelo de sus respectivas celdas, quizás a causa de haber soportado aquel estruendo minutos y minutos— o si todo estaba en orden en la habitación principal. Solo monitores, y algún que otro botón que no me dejaba muy clara su función, pero no parecían tener nada que ver con lo que a mí me importaba en aquellos precisos instantes, a menos que le echase un poco de imaginación y fuerza bruta. Con una sonrisa, fruto de sorprenderme a mí mismo con aquel maravilloso ingenio, tomé una de las pantallas y tiré de ella. A pesar de su peso, pues no eran precisamente planas, logré arrancarla tras un par o dos de tirones, y tiré el dispositivo al suelo, fijándome en lo que sí que había dejado detrás: la alimentación. Buscar la fuente de todo el ruido, en aquellos precisos instantes, me parecía una locura, y apostar a una jugada en la que no podía perder nada me parecía lo más sensato.

De entre todo el ruido que los altavoces emitían, pude distinguir un par de golpes y otras sacudidas varias, a las que no le terminé de dar importancia por la proximidad a cumplir mi deseo del momento. Con la mano derecha tomé el cableado, el cual había perdido el recubrimiento de seguridad por haber arrancado la máquina, y con el brazo izquierdo hice una especie de circuito en mi cuerpo. Conteniendo la respiración, traté de emitir un chispazo energético que fundiese toda la maquinaria del lugar, pero debido al cansancio no lo lograba. Cada vez más molesto, apretaba el cobre más y más, sin lograr ningún resultado. Con rabia, comencé a gritarle a la nada, esperando que aquello cambiara algo:

—¡VENGA, LANCE, HAZ ALGO, POR DI--¡ — La puerta se abrió de un golpe y la impresión de mi cuerpo hizo que mi instinto pusiese en funcionamiento lo que quería. La pared brilló por un segundo, para luego quedarse a oscuras la sala, y yo sentir como, en el absoluto silencio que parecía haber quedado por la ausencia de molestas alarmas, un par de manos me cogieron y me lanzaron hacia la puerta. Mi cuerpo impactó contra el marco de esta y un gemido de dolor se me escapó, para que luego fuese levantado nuevamente y saliese disparado hacia las butacas, arrastrándome a gran velocidad hasta quedar en mitad del salón, dolorido, recostado en el pasillo entre filas. — C-Creo que ya está… — Dije lo más alto que pude, con un tono mitigado por el dolor que sufría en aquellos precisos instantes. Allí, tirado en el suelo, abrazando mi torso con un solo brazo, esperaba que mi compañera demostrase tener la solución como las anteriores veces, mientras veía como las luces de emergencia comenzaban a encenderse una a una.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] - Página 2 Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Dom 5 Ene 2020 - 0:35}

La sangre manaba de su cabeza y solo podía sostener la espada con su mano derecha, pues tenía el brazo izquierdo completamente destrozado; uno de los muñecos del asesino se lo había roto. El suelo del escenario estaba agrietado y lleno de peligrosas astillas, trozos de madera que se alzaban como verdaderas picas. El marionetista sabía que una de las debilidades de la espadachina era el ruido, puesto que este no le permitía concentrarse para conjurar un hechizo, obligándole a desarrollar un combate que dependía completamente de sus capacidades físicas. Y por si la alarma no fuese suficientemente molesta, el hombre parecía estar mucho más decidido que en el encuentro anterior. La bruja suponía que la muerte del chico que le acompañaba era la causa de su furia salvaje.

Levantó la espada para defenderse y la vibración que recorrió su brazo bueno le causó un gran dolor. Resistió el impacto y miró desafiante a su oponente. Intentó crear una lanza de hielo, pero el ruido le impedía visualizar ágilmente cualquier cosa. El asesino le propinó una fuerte patada en las costillas, seguramente rompiéndole más de una. Esta fue tan veloz que el aura de Katharina no alcanzó a congelar su pierna, dejando nada más que una débil capa de escarcha. La bruja retrocedió e intentó contraatacar, pero sus movimientos eran fáciles de predecir y esquivar. Lanzó una estocada y esta fue bloqueada con facilidad, recibiendo un codazo en el rostro y la sangre empezó a brotar de su nariz. Katharina se tambaleó hacia atrás y apenas pudo reaccionar a la rápida daga que buscaba su corazón, usando su brazo roto —y debiendo aguantar el dolor— para desviarla. El hombre conectó un duro rodillazo en la boca del estómago y luego trazó un corte, rajándole superficialmente el pecho.

—¿Qué pasa? ¿Ya no sonríes, bastarda?

Revistió de haki el filo de su arma y realizó un tajo diagonal, intentando alcanzar al escurridizo asesino, pero apenas pudo cortar la chaqueta que llevaba. Volvió a atacar, ignorando el dolor y focalizándose en la victoria. El choque entre aceros provocó un pequeño cráter bajo los pies de los contrincantes y astilló aún más el suelo. Cada vez que las armas chocaban, el ambiente se dañaba más y más. La bruja estaba siendo superada por el endurecimiento de su oponente, y apenas podía mantener activo su débil haki de armadura. Una estocada le rozó la mejilla y una patada le agarró por sorpresa, golpeándole el rostro y quedando medio atontada. Fue entonces que, por primera vez en el combate, el hombre consiguió conectar un golpe limpio. La daga atravesó varios centímetros el estómago de Katharina, escarchándose poco a poco. La bruja soltó un gemido seco y tosió sangre sin poder evitarlo. Se alejó torpe y lentamente, tambaleándose de allá para acá, intentando reunir las fuerzas para aún sostener la espada.

El asesino esbozó una sonrisa de oreja a oreja y miró tétricamente a su adversaria, la misma chica que intentaba estropear los planes de Kavernish. Los dedos del hombre estaban hinchados por culpa del frío que manaba el cuerpo de la bruja, pero parecía no importarle en lo absoluto. Daba la impresión de que el asesino había perdido la cordura y estaba cegado completamente por la venganza. Mientras la espadachina luchaba por mantenerse de pie y seguir luchando, el hombre se reía escandalosamente como si el combate ya hubiese sido decidido. Y es que una enorme marioneta de casi cinco metros apareció en el escenario, portando un machete en su mano derecha y una especie de columna vertebral en la otra. No tenía ojos y tenía la boca cosida, de sus deformes hombros colgaba una capa raída y negra, su cuerpo de madera estaba lleno de cientos de finos y largos vellos. Bajo su dorso podían verse cuatro gruesas piernas de metal con toda clase de compartimientos, los cuales seguramente escondían armas mortales.

Revenge —susurró el asesino—. Quitarte de en medio es solo el primer paso para completar mi venganza —gritó entre medio del ruido, pero incluso en esa situación la bruja podía entender cada una de las palabras que salían de su boca—. ¡Y luego iré a por ese mocoso! Lo despellejaré vivo y usaré su cadáver para crear una nueva marioneta.

El gigantesco monstruo de madera alzó la extraña arma que blandía en su mano izquierda. La espadachina se protegió con su espada, llevando al límite su haki de armadura y resistiendo lo que su maltrecho cuerpo le permitía. Apenas pudo echarse hacia atrás para evitar ser apuñalada una vez más, aunque la daga se introdujo medio centímetro en su estómago. El machete de la criatura le atacó desde el flanco derecho, la pirata usó su arma para defenderse y salió despedida, rompiendo cuantas butacas estuvieron en su camino. La bruja se levantó una vez más y le dedicó una mirada rebosante de odio a su enemigo, quien frunció el ceño y se sintió intimidado, como si en realidad él fuese el que estaba contra las cuerdas. La actitud de su oponente le molestó tanto que soltó un gruñido y se abalanzó hacia ella, corriendo a toda velocidad para terminar dando un salto y aprovechar el impulso para ejecutar un tajo aéreo. Katharina sonrió confiadamente y se preparó para recibir el ataque del asesino. Dirigió toda su voluntad al filo de su arma, mezclando el haki de armadura con su Espíritu del Conquistador. El choque liberó rayos negros y agrietó profundamente el suelo de madera. Ni siquiera la imponente marioneta pudo resistir el Haki del Rey de la bruja, retrocediendo poco a poco. Y el hombre no consiguió penetrar la férrea defensa de la chica, rugiendo con demencia y furia, luchando por quitarle la vida.

El asesino soltó una sonrisa sombría y miró a la bruja con malicia, como si estuviese a punto de hacer algo. Una lanza salió disparada a toda velocidad del estómago de Revenge, cruzando en un segundo el campo de batalla. El proyectil atravesó a Katharina, quien salió despedida hacia atrás causa de la fuerza del disparo. Y fue en ese momento que el silencio llegó a la habitación. Alcanzó a escuchar las palabras de su compañero, pero temía que fuese demasiado tarde. El ruido le había impedido concentrarse y, pese a no querer admitirlo, su oponente era muy hábil en cuestiones físicas. La bruja sentía que la vida se le escapaba poco a poco, el cuerpo entero le dolía y apenas podía mantener los ojos abiertos. La punta de la lanza había penetrado la pared y Katharina no podía moverse ni alcanzar su arma, la cual estaba a diez metros de ella.

—¡Es el propio destino que quiere ver mi venganza! —rugió al ver aparecer a Lance, acercándose lentamente a él. Quitó de en medio todo lo que le estorbaba y pronto alcanzó al chico con la enorme marioneta a modo de guardaespaldas—. Jamás te perdonaré, mocoso. Pagarás en esta y en tus próximas vidas por haberme arrebatado a mi hijo.

El monstruo de madera levantó el gigantesco machete, preparándose para cortar por la mitad al pequeño ladrón que había conseguido desactivar la alarma. Quizás hubiese podido moverse, protegerse o huir, pero la bruja decidió quedarse con la duda. En compañía de un grito poco menos gutural destrozó la lanza con su mano desnuda, usando la fuerza de su Haki del Rey para luego salir disparada hacia donde la marioneta. Una enorme espada de hielo se interpuso entre el muchacho y el machete, soltando un chirrido atronador. Conteniendo el dolor e ignorando lo dañado que estaba su cuerpo, le propinó una fuerte patada en las costillas al asesino, empujándolo varios metros para luego seguirle aun sosteniendo la espada recién creada. En medio del camino giró sobre sus tobillos para esquivar un disparo fortuito de la máquina de madera, canalizó maná y le devolvió el favor al asesino, creando una lanza de hielo de quince metros de longitud y lanzándosela con brutalidad. El arma no solo le atravesó el pecho, sino que partió su cuerpo a la mitad, separando su dorso de las piernas y llenando el escenario de sangre.

La bruja cayó sobre sus rodillas y canalizó energía mágica una última vez antes de que todo fuese negro, potenciando con sus últimas energías el pequeño círculo mágico que apareció frente a su mano.

—Es tu turno, Lance —le susurró antes de desplomarse contra el suelo, perdiendo el conocimiento.


Última edición por Katharina von Steinhell el Dom 12 Ene 2020 - 18:40, editado 1 vez


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] - Página 2 Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Vie 10 Ene 2020 - 20:19}

Nada mejoraba, ni parecía dar señales de ello. El tórax parecía que reaccionaría a cualquier movimiento se rompería o, de no ser así, sería porque ya estaba partido para comenzar. Aquel impacto que me había levantado del suelo y con el que habían barrido el salón con mi cuerpo resultaba casi monstruoso si tenemos en cuenta que el ya proclamado enemigo fuerte estaba ahí al lado, peleando con mi compañera. Bueno, más que peleando… Era casi unilateral, con Katharina en el bando perdedor y aquello parecía más una broma de mal gusto que la propia realidad. ¿Se estaba dejando ganar por alguna razón o qué coño pasaba?

Como si el trajeado hubiera escuchado mis palabras y hubiera decidido actuar en consecuencia,  decidió finalizar el combate de un ataque que, en casi cualquier caso, hubiera concluido con una muerte. Una gigantesca lanza recorrió lo que hasta hacía unos minutos había sido el escenario de, quién sabe, a lo mejor un local de subastas de esclavos bastante famoso en su momento, pero de lo que quedaban simples astillas y trozos de madera que conformaban un puzzle imposible. Igual que atravesó el aire, no tuvo miramientos a la hora de hacer exactamente lo mismo con el cuerpo de la bruja, que terminó clavada a una pared, con una mueca de dolor casi inhumana y un estado igual. Un escalofrío se paseó por todo mi cuerpo con el mero pensamiento de que, tras ella, venía yo, y mis porcentajes de poder siquiera pelear por mi vida pasaban porque el mismísimo Dios decidiese salvarme en aquellos momentos. Y yo era ateo.

Nuevamente como un telépata, aquel señor giró su cuello de una forma atroz hasta fijarse en mi cuerpo tirado, relamiéndose como un tigre que tiene a un ciervo desangrándose frente a sus ojos, incapaz de hacer otro movimiento más que mirar  hacia todos lados de forma nerviosa y compulsiva. De una forma tranquila para haber estado peleando hasta hacía unos segundos, pero con claros dejes de tensión y psicopatía en sus pasos y gestos, se comenzó a acercar a mí, haciendo que el monstruo que tenía por protector siguiese su camino. Este gigantesco ser creado únicamente para provocar pesadillas, ante el gesto del que ahora sabía que era el padre de aquel al que había asesinado horas antes, tomó una postura ofensiva e intimidante. Casi golpeando el suelo con mi puño derecho traté de tomar un punto de apoyo y levantarme para irme, en un estado de pánico tal que me estaba olvidando de que contaba con los poderes de mi fruta. Antes de poder hacer más movimientos, sus ojos y brazos dictaminaron cual iba a ser mi destino, provocando que el machete que portaba la marioneta tomase inercia y comenzase a dirigirse hacia mí. ¿Iba a terminar partido a la mitad…? No quería que mi vida, aunque triste y vacía, terminase de aquella forma, y menos por haberme tratado de hacer respetar en una misión que no estaba dentro de mis posibilidades.

Entonces, un grito me sacó de este ensimismamiento y, un segundo después el machete fue repelido hacia el lado contrario y, en comparación a la alarma, el sonido que podía surgir de esto resultaba casi una sátira. La silueta de Katharina apareció frente a mí, golpeando con contundencia y odio al enemigo, que fue empujado lejos de mí y, posteriormente, atravesado por otra lanza creación de la bruja, como si una suerte de karma hubiera tomado cartas en el asunto. Pero tratar de karma las claras capacidades de mi compañera era reírme de ella, pues era la primera que había creado, de la nada, un milagro. Ahora, con miedo de ser aguafiestas, tenía que pedir uno nuevamente, porque una sombra comenzó a aplaudir desde el fondo de la sala, igual que alguien al final de una película que le ha gustado. Y, a juzgar por su sonrisa, la caída de Katharina era el colofón de toda esta escena.

A lo mejor impulsado por la necesidad de salvar mi propio culo, o en una explosión de solidaridad, forcé mi cuerpo a levantarse y plantar cara. Apoyé todo mi cuerpo en el brazo derecho y, oyendo crujir mi espalda, mis piernas y manos sirvieron como las bases para despegarme del suelo y volver a mi metro sesenta de altura, adoptando una postura de combate automáticamente. O algo que se le pudiera parecer, ya que mi ignorancia acerca de las batallas cuerpo a cuerpo y mi terror hacia aquel sujeto capaz de lanzar mi peso como si se tratase de un papel no me dejaban concentrarme precisamente. Entonces, este comenzó a andar mientras hablaba:

— ¿No vas a despertar a tu compañera? — El tono era claramente de burla, pero tomé el comentario como una perfecta invitación para hacerlo. — Tú solo no pareces siquiera un entrante. Aunque, en el estado en el que ella se encuentra, me sorprendería que hiciera más que tú.

Hinqué la rodilla justo al lado del hombro de Katharina y coloqué una mano sobre el pecho de ella, en lo que parecía ser la zona del corazón por su posición respecto a los pechos, abrazándola con la otra. Respiré profundamente y, concentrándome todo lo que era capaz en una situación como aquella, reconduje mis corrientes energéticas a favor de las extremidades, haciendo que a ratos se concentrase en las palmas. Aprovechando ese instante en el que podía utilizar mi habilidad al máximo, emití una descarga sobre el cuerpo ensangrentado de la chica, que sufrió una convulsión pero no pareció reaccionar. De una forma terriblemente pesimista, y escuchando los pasos que ya se encontraban a unos pocos metros, decidí abandonar aquella tarea y empezar a buscar una forma de escapar de aquella situación.

— Bueno, parece que va a ser más aburrido de lo que planeé. Pero tampoco es que haga esto para divertirme, es un deber, ¿no? — Las luces de emergencia, aun iluminando, no llegaban al punto de ser tan útiles como los focos con los que nos habíamos topado al entrar, así que mi visión se encontraba en un claro hándicap. — Te diría de dar tus últimos pasos en el escenario y tener una muerte digna de teatro, pero creo que tus amiguitos nos han negado esa posibilidad. — Su risa inundó el pabellón y, a la vez que sus dientes, el resto de la cara terminó de aclararse, demostrando ser Kavernish, aquella persona a la que habíamos venido a buscar. ¿Y aquel hombre, ahora partido en dos, era su mero guardaespaldas…? — ¿Entonces bailamos? Pero dudo que sepas más de un paso.
Inmediatamente después de esto, su cuerpo desapareció y, repentinamente, mi visión estaba ocupada completamente con su rostro, causando que se me escapase un grito de impresión y terror.

— Lento. — Nuevamente lo perdí de vista, aunque esta vez era simplemente una parte de él. Traté de dar un paso hacia atrás para tomar distancias de aquel enemigo, pero sentí como mi cuerpo, comenzando por la tripa, se deshacía trozo a trozo. Afortunadamente, en electricidad. No tuvo la misma suerte el lugar tras de mí, cuyas butacas salieron disparadas violentamente hacia el escenario, dejando un claro en el patio. — Así que logia, eh… Llevo mucho tiempo sin utilizar haki de armadura, pero parece que va a tocar desempolvarlo. — De la misma forma que antes, su puño se tornó negro como el mismo vacío, y mi cabeza comenzó a dolerme de la presión. Algo dentro de mí me decía que, de recibir el golpe de lleno, no me iba a levantar. — ¿Preparado? Espero que no. — Antes de siquiera poder recolocarme o pensar en cualquier estrategia, volvió a repetir el proceso anterior, pero esta vez fui capaz de reaccionar. A lo mejor, más que verlo o sentirlo, simplemente actué en consecuencia, haciendo uso de la memoria corporal fruto de haber recibido el mismo ataque segundos atrás.

Mis manos, casi de forma instintiva, cubrieron mi abdomen e imitando al rival se cubrieron de un gris bastante pálido, pero que pareció cumplir su cometido cuando recibí el puñetazo y no fui atravesado. A pesar de ello, sí que recibí el golpe y, como si de una de las butacas anteriores me tratase, comencé a volar junto a ellas.

— ¡Qué pena, eh! ¡Tienes madera, chico! — Dejó ver una sonrisa burlona. — O tenías. ¡Buen vi--…! — Entonces, inundado por el dolor de tener seguramente varias costillas rotas y, quién sabe, la columna tocada, mi espalda golpeó una superficie y mi visión se oscureció.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] - Página 2 Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Dom 12 Ene 2020 - 19:34}

Todo estaba en silencio, ¿hacía cuánto que no sentía frío? Le era una sensación… extraña, hasta ese momento había olvidado cómo era. Y ahora no podía dejar de tiritar. Las heridas le escocían y los huesos rotos le demandaban quedarse en el suelo, esperando por un milagro; uno que jamás sucedería. Así que, entre quejidos y maldiciones, logró levantarse. Una densa niebla le impedía ver más allá de su mano, y todo parecía tan… solitario, era como si solo estuviese ella. A pesar de haber usado un hechizo de sanación, la profunda herida del estómago no dejaba de sangrarle. ¿Qué había pasado con la pelea? ¿Y Lance? Gritó, pero sus palabras se perdieron en el vacío y no hubo respuesta alguna. No tardó demasiado en comprender qué estaba pasando. Había sido atravesada por una gigantesca lanza. ¿Acaso era posible que su pequeño cuerpo resistiese un impacto así? Había usado sus últimas fuerzas para evitar que Lance muriese por su incompetencia, después de todo, el asesino era su oponente. No podía recordar nada luego de eso, ni siquiera si el combate había terminado.

Deambuló entre los confines de ese desolado mundo, buscando algo a lo que aferrarse. Todo su cuerpo le decía que ya era hora de descansar. Había hecho suficiente, ¿verdad? A pesar de no haber arremetido contra el Gobierno Mundial, les había dado muchos problemas. ¿No era razón para tirar la toalla y ponerse a dormir? Tenía la impresión de que luchaba por un mundo que le detestaba, y tampoco podía culparlo; había quitado decenas de vidas y había arruinado cientos más. Estuvo a punto de tirarse al suelo y esperar que finalmente su hora llegase, que el túnel y la luz apareciesen para llevársela y finalmente descansar por el resto de la eternidad. Sin embargo, aún había demasiadas cosas por hacer como para rendirse. Freya jamás se lo perdonaría. El último recuerdo que le dejaría al mundo no sería el de una incompetente que fracasó en recuperar unos órganos. Aún era demasiado pronto para abandonar la lucha. Debía levantarse y terminar lo que había empezado.

 Un gigantesco pentáculo dorado apareció en el techo de la habitación, llamando la atención del hombre que estaba a punto de conectar su golpe final. Al mismo tiempo que su espíritu recorría toda la estancia, el círculo mágico convocado lanzaba una descarga de luz dorada hacia Lance y Katharina. Su cuerpo desprendía un aura terrorífica, maligna, capaz de paralizar de miedo a cualquiera que estuviese cerca. Sus heridas habían dejado de doler, aunque la del estómago aún no había terminado de cerrarse. Y probablemente no lo haría sin cuidados médicos, pero ahora estaba en condiciones de seguir peleando.

—Me hubiese encantado haber hecho una entrada más épica, pero cuando te estás desangrando en el suelo no tienes demasiadas opciones —le dijo al hombre del traje, tomando su arma y dejando caer sus ojos sobre él. Si el círculo mágico no hubiese aparecido en ese momento, si no hubiese desplegado la verdadera naturaleza de su haki del rey, probablemente Lance yacería muerto. ¿Lo había salvado una vez más?

Si bien había preparado el conjuro para evitar morir en los próximos minutos, este no le había devuelto las energías ni había forma de que le hubiese despertado. Alguien más lo había hecho y, considerando quiénes estaban en la habitación, esa persona debía tratarse de Lance. Al final, el pequeño había resultado ser muy útil. Y por lo mismo no lo dejaría morir, sería un desperdicio dejar partir a semejante diamante en bruto.

—No dejas de sorprenderme —respondió el desconocido, aplaudiendo lentamente—. Venciste dos veces a mi mejor hombre, y aún con tus heridas estás dispuesta a pelear conmigo. Eres impresionante, Steinhell.

—Así que tú eres Kavernish —le espetó la bruja, frunciendo el ceño y empuñando con más fuerza la espada.

—Sí, exactamente. ¿Por qué no hablamos un poco? Estoy seguro de que te interesará mi propuesta.

—¿Por qué hablaría contigo luego de haber apaleado a mi compañero? Podría acabar ahora mismo contigo y llevarme cincuenta millones.

Kavernish soltó una sonrisa maliciosa, casi burlesca.

—Podrías llevártelos, sí, en caso de que lograras vencerme. —Lion se alejó del muchacho y caminó lentamente hacia Katharina—. ¿Ese bastardo solo ofreció cincuenta millones por mi cabeza? —El hombre soltó una sonrisa fingida, amarga—. Me parece un insulto…, pero quien debería sentirse insultada eres tú. El doctor te mandó a recuperar los órganos que supuestamente le robé, ¿verdad? Muchos lo han intentado, pero todos han fracaso y ninguno ha llegado tan lejos como tú y el chico. Es cierto que le robé al doctor, pero no fueron unos órganos que podría conseguir en cualquier lugar… y por un mejor precio.

Al escuchar a ese hombre comenzaba a creer que había sido engañada por el doctor, que en realidad se trataba de un negocio mucho más turbio. Había sido difícil llegar hasta ese punto y no estaba segura de si alguien contrataría semejante seguridad para proteger unos órganos robados, es decir, casi parecía ser más rentable entregarlos que pagarle a un asesino como el que había enfrentado hacía unos pocos minutos. ¿Debía seguir escuchando las palabras de Kavernish? Debía actuar con inteligencia. Podía enfrentarlo, pero en su estado actual nada le aseguraba que se quedaría con la victoria. Y si ella fallaba, Lance moría. En principio, había sido contratada casi como una mercenaria y no dudaría en cambiarse de bando si ello significaba una mejor paga.

—¿A qué te refieres con que soy yo quién debería sentirse insultada?

—Fuiste completamente engañada, Steinhell —respondió Kavernish con una risita burlesca—. Lo que le robé está valuado en más de quinientos millones, aunque estoy seguro de que podría sacarle doblar esa cantidad, encontrando al comprador correcto —dijo él con las manos en los bolsillos. A pesar de parecer no defenderse, la bruja no podía identificar ninguna apertura—. A cambio de hacer las paces, y con el fin de evitar que este problema se haga más grande, le ofrezco 50 millones a cada uno. Y como gesto de buena fe, te ofrezco un favor que podrás cobrar en cualquier momento. Sin embargo, esperaría contar contigo y con el chico para resolver cierto asunto pendiente que me queda en esta isla.

—Fu, fu, fu, podría acabar contigo y vender por mi cuenta eso que tanto has estado protegiendo.

—Supongamos que logras vencerme, ¿crees que soy tan idiota para traer conmigo lo que “tanto he estado protegiendo”? Jamás lo encontrarías, Steinhell. Acepta mi trato, nos podemos beneficiar mutuamente. Resulta que ya no tengo un guardaespaldas y me gustaría contar con alguien como tú: fuerte, decidida, perseverante. Acepta, y tus heridas y las del chico serán tratadas, tendrán cobijo hasta que las aguas se hayan calmado y, entonces, darán el golpe final.

La oferta, sin lugar a duda, era mucho mejor que la del doctor y evitaría seguir enemistándose con uno de los criminales más influyentes del Bajo Mundo. A cambio, tendrían que trabajar para Kavernish. Debía tomar una decisión, pero ¿en qué se basaría? ¿En el honor? ¿La codicia? ¿O la supervivencia?

—Está bien, pero me dirás qué es lo que le robaste al doctor. Sin mentiras, Kavernish, fui engañada una vez y no toleraré que suceda lo mismo.

El hombre del traje guardó silencio un largo minuto, mirando fija e inexpresivamente a Katharina.

—Un arma biológica.


Última edición por Katharina von Steinhell el Lun 13 Ene 2020 - 20:06, editado 1 vez


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] - Página 2 Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Dom 12 Ene 2020 - 23:38}

Volví a abrir los ojos apresuradamente, como aquel que parpadea en una batalla y pretende no perder ni un segundo, o  el que se despierta de un sueño en el que cae y cae, sin poder ver el fondo, con miedo de morir aplastado por la mismísima gravedad. Tan rápido como fui consciente de que estaba tumbado en una cama, observando un techo blanco con ciertos desperfectos, traté de reincorporarme lo más rápido posible y mirar a mi alrededor. Aun a pesar de mis deseos, y la férrea voluntad que decidía llevarlos a cabo, el cuerpo había tomado una decisión y no era rebatible por el momento. La espalda me impedía hacer aquel movimiento brusco que me hubiera gustado y, a través de la amenaza del más puro dolor, me estaba castigando con estar allí recostado, forzado a mirar nuevamente a aquel blanco.

Miré a mi alrededor, girando el cuello dentro de un margen que, aunque cualquiera hubiera dicho que no era recomendable debido a los crujidos que desvanecían el silencio de sala, podía realizar sin sufrir algún perjuicio inhumano. Es decir, el cuerpo me avisaba que no debía forzar y que mi deber, como alguien que deseaba vivir y no sufrir traumas permanentes, era simplemente limitarse a dormir y mirar por la ventana. Bueno, si la hubiera. Una vez me fijaba en la habitación era difícil identificarla con cualquier tipo de edificio ya que, aunque se trataba de un cuarto más que decente para una cama y un transfusor, nada de lo que decoraba el lugar llegaba a darle un sentido. Una escalera de mano por allí, una mesa llena de botes, metales, tornillos y tuercas; hasta podía vislumbrar al fondo un armario entreabierto lleno de ropa de bastante mal gusto. Realmente, la luz brillante pero algo apagada de la bombilla únicamente servía para marcar siluetas y, gracias a la forma de la propia lámpara, iluminar el techo. Y, ahora, una cama junto a material médico, que suponía que había sido llevado al lugar con el único objetivo de poder tratarme a mí en el momento. Pero no se habían dignado a dejar una campanita, un DDM, un transmisor o cualquier dispositivo que me permitiese llamar la atención de quien fuera que hubiese al otro lado de la puerta para que me atendiese.

Pudieron pasar horas, minutos, segundos o cualquier lapso de tiempo hasta que la iluminación de la habitación cambió. La bombilla que me llevaba alumbrando aquel rato simplemente se fundió y, al verme atrapado en un cubículo como aquel a oscuras, simplemente reaccioné como no se me había ocurrido hasta el momento. Grité. Al instante, un señor que fui capaz de reconocer abrió la puerta, iluminando la habitación lo suficiente como para que el pánico me abandonase y, una vez pude mirarlo para agradecerle, volví a gritar. A riesgo de empeorar mi condición, mi cuerpo se movió por sí solo, clavando ambas manos en el colchón y, cambiando mi mueca a la del más puro sufrimiento, me moví hacia atrás y traté de sentarme para no estar tan indefenso. Entonces, él reaccionó poniendo las manos frente a su pecho, dejándome atónito:

—Ey, ey. ¿Crees que si quisiera hacerte daño te hubiera dejado dormir plácidamente en esa cama que es mía? — Realmente tenía un punto en todo aquel asunto. Había atravesado aquella puerta como si se tratase de su propia casa, así que la idea de que me hubiera podido hasta ahogar con una almohada en el tiempo que estuve dormido no era tan extraña. Es más, ahora mismo podría hacer lo mismo y, desafortunadamente, no podría oponer demasiada resistencia.  — Verás, he hablado con tu ‘’representante’’. — Hizo el gesto de las comillas con ambas manos mientras tomaba asiento en uno de los lados de la cama que no estaba ocupado por mis pies. — Es decir, con Steinhell. — Enarqué una ceja, sin saber muy bien a quién se refería. Quizás conocía el nombre, pero, quizás por el miedo o quizás por los eventos antes de desmayarme, ahora mismo no aparecía ninguna relación en mi cabeza. — Con la bruja. — Bajé la ceja, formando una figura bastante sólida de Katharina en mi mente y asintiendo. — Verás, el doctor este que te contrató te engañó, y blablablá, detalles que ya le he contado a ella y que te puede decir, y esas cosas. En resumen, no os he matado a cambio de que esta vez hagáis un trabajo para mí. — Y, como si mis ojos se tratasen de una cama elástica, la ceja volvió a subir. ¿Tenía que ayudar a este hombre, que la última vez que tenía memoria me quería matar y casi lo logró? Desconocía cómo había salido de la situación, ni el paradero de Katharina y, peor aún, lo que iba a ser de mí tras aquello. Así que enfadarle no me convenía. — Es simple, no te preocupes. He visto algo en ti y en ella. Unas luces, brillantes a más no poder. Cegadoras. — Comenzaba a gesticular demasiado con las manos y no sabía distinguir entre si estaba actuando nefastamente, o sinceramente emocionado por lo que decía. — Os voy a dar un tiempo para salir de esta isla, abandonarla sin dejar rastro. A efectos prácticos para los habitantes de la isla, has desaparecido bajo mi puño, así que nadie tratará de buscarte a menos que esté loco. — Su sonría creció repentinamente. — Vete, cría algo de fuerza, consigue quizás algún aliado, y vuelve siendo útil para la gente de nuestro nivel. — Me señaló con el dedo, sin saber muy bien qué me quería transmitir con eso. — Si sigues tal y como estás, no creo que pases ni la primera puerta sin haber muerto varias veces, así que aprovecha esta oportunidad que te brindo y retorna a Shabaody como alguien que tenga algún provecho. Créeme que el negocio conmigo te valdrá la pena.

Tal y como terminó la frase, sin siquiera una despedida por educación, tomó la puerta que había dejado abierta y salió, cerrándola a su paso y dejando la habitación a oscuras, obligándome a gritar de nuevo y que entrase alguien a cambiar la maldita bombilla. Me tumbé nuevamente en mi cama, descansando, a la espera de que mi espalda se recuperara para tomar un barco y abandonar aquella endemoniada isla. Así, saldría de allí con una lección que me marcaría tanto física como psicológicamente por un tiempo, y un DDM personalizado que me permitiría comunicarme con Katharina para acordar nuestra vuelta a la isla. No pensaba traicionar a aquel hombre, menos cuando había demostrado una fuerza tal como aquella.


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