La costa alejada de la ciudad - [Pasado - Brianna]

El mar hoy está tranquilo, fue tan solo ayer por la noche que hubo semejante tempestad que azotó las costas de la isla de Yotsuba. Siempre que hay una tormenta de ese calibre, la playa es testigo de lo que trae el mar adentro, trozos de madera de algún navío accidentado, tesoros, criaturas marinas y en algunos casos… personas. El gato gris tuvo suerte, pues su navío no fue reducido a madera destrozada, un par de abolladuras y una vela rota, encallado en la arena se hallaría, a un lado, un cuerpo pequeño y repleto de pelaje mojado, era Link inconsciente, el destino le había sonreído tras haberle deparado un destino tormentoso la noche anterior, sobrevivió a su primer obstáculo por los pelos.

Es un día soleado, las pocas nubes de tormenta se pierden en el horizonte a mar adentro, el sonido de las olas tranquilas empuja y recogen el cuerpo del pequeño felino, a medida que Link recupera poco a poco la conciencia, la potente luz del sol le ciega sus delicados ojos, lo que le hace levantarse con mas demora, soltar un quejido y finalmente sentarse sobre la arena.

Cuando finalmente sus ojos se acostumbrar a la claridad, es capaz de ver en dónde se encuentra, poco a poco se empieza a levantar y tratar de ubicar sus cosas, pero las mismas están regadas alrededor, si bien está aún vestido, su escudo, su arco y barco están repartidos a unos cuantos metros de él, es por ello que se dedica a caminar un poco tambaleante hacia sus preciados objetos que con tanto esmero se hizo con ellos.

Recogería el escudo y limpiaría la arena que estuviese alrededor, por suerte, el símbolo de su querido pueblo aún estaba impreso en el cuerpo, su arco, estaba en buenas condiciones, nada que resaltar, pero su barco… bueno, salvo lo anterior mencionado, todo lo que pudo encontrar en su interior era el resto de sus ahorros que no servirían para reparar y conseguir la vela nueva y sus instrumentos para realizar licores.

En ese momento, el pequeño gato gris saldría de su camarote y escalaría el mástil para llegar a lo alto de su barcaza, de esta manera tendría una mejor vista de lo que había a su alrededor, pudo vislumbrar que no muy a lo lejos se hallaba una ciudad cerca de esta misma costa, así pues, se puso a pensar en cómo podría ocultar la barcaza antes de ir a ese lugar, pues necesitaba conseguir dinero para repararla. Sentado en el mástil se quedaría Link a medida que meditaba mirando hacia la ciudad.

Llevaba tiempo navegando, su búsqueda de conocimiento no tenía limites y no le gustaba quedarse encallada demasiado tiempo en un lugar. Por ese motivo sus viajes la solían llevar de una isla a otra, de un mar a otro, en aquel momento se encontraba cerca de la isla Yotsuba y decidió que sería mejor atracar y pasar la noche allí para evitar que la tormenta que se avecinaba aquella noche pudiera llevarse su barco consigo. Si eso sucedía, no tendría forma de continuar con su viaje y sinceramente, no le apetecía quedarse tirada en medio del mar o en una isla desconocida de la cual no pudiera salir. Por lo tanto, cuando estuvo cerca de la isla atraco su barco y decidió pasar la noche en su camarote para asegurarse de que el barco, aun amarrado en puerto, estuviera en perfectas condiciones.

Aquella noche no durmió apenas, la paso vigilando las velas, replegando las, cuidando del mástil y del resto de equipamiento que había en su barco. Una vez la tormenta hubo pasado decidió ir a la ciudad para comprar algunos víveres y tal vez alguna cosa nueva de ropa, se notaba que necesitaba cambiar un poco el vestuario, sobretodo por que lo que tenía ahora mismo estaba un poco mojado y lleno de suciedad ya que la lluvia no era tan limpia como debería. Cuando llego a la ciudad compro algunas cosas y después volvió a su barco, no obstante escucho a algunos de los pescadores hablando de algunos naufragios en cierta zona de isla y algo preocupada por su había alguien herido decidió ir a echar un vistazo.

Con maletín en mano Brianna se dispuso a cruzar el tramo que la separaba de aquel lugar donde habían encontrado los restos de los naufragios a pie. Al llegar se puso a buscar algún superviviente — ¿hola? ¿hay alguien aquí? — como médico que era no quería dejar a nadie desatendido, pero si nadie respondía, si no encontraba a nadie a quien atender, seguramente se marcharía para retomar sus viajes. La verdad es que por el momento, había tenido suerte con la gente a la que había conocido y con los lugares que había visitado, aunque no podía decir que todos estuvieran igual de cuerdos, en general, el mundo estaba un poco loco y bueno, de alguna forma, la doctora también disfrutaba analizando el comportamiento del ser humano, ya que había tanta gente diferente con tantas personalidades y actitudes que uno nunca se aburría si se ponía a estudiar algo parecido.

Luego de pensarlo bien, lo mejor sería ir a la ciudad, aunque por dentro sentía cierto nerviosismo el tener que relacionarse con otros, pues Link no era especialmente comunicativo. Sin embargo, algo en su campo de visión atrajo su atención, una mujer que se había acercado a su naufragio; el gato gris se percató que parecía algo preocupada, por su tono de voz, podría estar relacionado con la tormenta de hace poco. El gato se planteaba si mostrarse ante ella, tomando en cuenta que se acercaba a su naufragio, lo mejor sería demostrar que era el dueño de los restos de la barcaza, muy a su pesar esta seguía teniendo cosas valiosas para él en su interior y no le gustaría que se llevasen sus pertenencias.

Dio un salto del mástil y cayó frente a ella, mirándola intensamente por unos segundos, la mirada de un gato para llamar la atención, luego de ello, levantaría su patita para agitarla de lado a lado a modo de saludo. Era el típico saludo de Link, nada que destacar salvo la mirada un tanto intensa que suele tener con la gente. Se había presentado, señalaría la barcaza con la misma patita y luego se señalaría él mismo. – Mío. – Para no dejar cabos sueltos, con un tono de voz agudo y gatuno, el gato gris dejaría claro que había venido en esta barcaza y, aunque estuviese en una pieza, debajo de su empapado pelaje se hallaban las magulladuras que lo probaban.

Encontrarse con una especie de gato humano no era algo que esperaba, recordaba haber leído algo sobre eso en alguno de sus muchos libros. Era una raza diferente y si no recordaba mal, se llamaban Mink o una cosa parecida. La verdad es que no lo recordaba del todo bien. Tampoco es que ahora mismo necesitase recordar el nombre completo o perfecto de esa raza, por el momento necesitaba saber si se encontraba bien. Estaba claro que aquella embarcación casi destruida era de nuestro amigo el gato y Bri no podía dejar a alguien con posibles heridas internas solo. Aunque si se negaba a dejar que le revisase no tendría nada que hacer y terminaría por marcharse.

Ya había pasado por demasiados problemas como para meterse en más por su propia cuenta. Ya le perseguían demasiados, suspiro levemente y entonces lo miro de arriba abajo — ¿te encuentras bien? yo, soy médico, vine a ver si había alguien herido en la playa tras la tormenta ¿quieres que te revise? — le mostró el maletín intentando que comprendiera que ella era un doctor que podía ayudarle si tenía alguna herida. Pero tampoco estaba segura de que pudiera entenderla realmente. Parecía que tenía un vocabulario limitado o al menos que no lo usaba demasiado a menudo con la gente.

Tampoco es que algo así le pudiera extrañar, al ser alguien diferente a lo normal, seguramente hubiera sufrido cierto acoso o molestia por la gente que lo rodea. Esperaba que al menos se dejase examinar, parecía que tenía algunos rasguños aunque tampoco podía tenerlo demasiado claro teniendo en cuenta que no veía mucho con tanto pelo y tanta ropa encima. Por el momento, solo le faltaba esperar una respuesta por parte de aquel hombrecito gato, si accedía a ser revisado, se encargaría de que ninguna herida pudiera ser un problema a la larga, si no se dejaba o si se ponía agresivo, se marcharía sin dar opción a mucho más.

El gato gris se mantendría observando a la mujer, sin romper en ningún momento contacto visual, era la primera vez que interactuaba con un humano como tal y si ya le costaba relacionarse con los suyos, con otras especies era simplemente algo impensable para él, una criatura solitaria que creció en un pueblo dejado del señor, viviendo con su tío y jugando en el bosque en solitario la mayor parte del tiempo. Nerviosismo, se podría decir que era el sentimiento predominante en Link, también curiosidad por la criatura relativamente alta, obligándose a tener que levantar la cabeza para poder mirarle a los ojos.

Sobre las preguntas que le hizo, el gato gris pudo obtener información que le resultaba interesante sobre el humano. Era un médico y hablaba su idioma, ya por ahí la situación esclarecía un poco, así que para dar una respuesta a la primera interrogante sería un asentamiento y para la segunda, otro asentamiento con la cabeza. El gato gris señalaría las zonas donde sentía dolor. Su cabeza y espalda baja, teniéndose que remover el escudo y arco del gancho que tenía en la espalda para permitir a la médico hacer su trabajo, no sin antes quitarse la gabardina naranja y revelar así su túnica verde, bastante vistosa, que también tendría que quitársela para revelar su espalda, quedando solo con el protector de cuero y pantalones púrpuras.

Terminaría de romper el contacto visual para permitir al médico hacer su trabajo, sabía como funcionaban estas cosas, en su pueblo de cuando en cuando recibían a un médico elefante para atender a las personas mayores y poco más.

Por como se comportaba Brianna podía notar que no se había puesto agresivo y que al menos había entendido sus palabras. Eso la hacía sentir un poco mas tranquila, no quería tener problemas y si el gato humanoide o lo que fuera realmente, ponía de su parte, mejor. Se acerco un poquito más a él y comenzó a observar los arañazos y golpes que tenía por el cuerpito. Parecía que la tormenta lo había zarandeado bastante y que seguramente se habría golpeado contra el barco varias veces. Tal vez en una de ellas se hubiese golpeado la cabeza, por ese motivo seguramente le dolería y tal vez hubiera perdido el conocimiento lo que le llevaría a recibir mayores golpes.

Cuando tuvo acceso a aquellas zonas movió suavemente su pelaje con los dedos para poder contemplar los golpes en su piel — parece que son simples contusiones y rasguños y viendo que pudiste moverte bien al bajar del mástil diría que no tienes problemas derivados del golpe en la cabeza — saco de su maletín algunos ungüentos y demás utensilios necesarios para poder curarle. Comenzó aplicando en una gasa un poco del contenido de un botecito, que tenía dentro una sustancia violácea con un olor a flores, bastante agradable. — Puede que escueza un poco, pero te ayudará a aliviar el dolor y a evitar infecciones — después comenzó a aplicar aquella medicina en sus heridas.

Una vez que las cubrió con aquel potingue lo guardo y saco unas gasas o venditas. Se aseguro de cubrir las heridas de mayor importancia con ellas y después volvió a colocar las cosas en su maletín para cerrarlo — con esto será suficiente, pero te recomiendo no moverte demasiado, sería bueno que descansaras al menos hoy para evitar que pueda complicarse el tema de tu cabeza — no estaba segura de como funcionaría el cuerpo de un Mink pero un golpe en la cabeza podía ser peligroso y más siendo él tan pequeñito.

Una tormenta feroz que atentó contra la vida del gato gris, en su primer día que abandonaba la isla en donde se crio y creció, dejando atrás su pueblo, su tío y el bosque, para aventurarse en lo desconocido como su padre lo hizo en algún momento, él y como muchos otros que se lanzan al mar abierto, buscan cumplir sus sueños sin importar el riesgo que ello conlleve. El pequeño gato cerró sus ojos mientras era examinado, no podía evitar sentirse a gusto por la mano humana, se sentía seguro ahora, emitiendo ronroneos cuando no tocaban zonas lastimadas.

Luego del examen inicial, la humana hablaría y Link volvería a mirarla fijamente a los ojos, asintiendo nuevamente, la verdad es que estaba en buenas condiciones, fue afortunado, como si hubiese nacido en la casta de la buena fortuna. Lo siguiente ahora era aplicar un ungüento y vendar y vaya que la humana tenía razón en la parte de escocer. – Yeurgh. – Emitiría el gato con una voz chillona pero masculina a modo de quejido, cerrando uno de sus ojos y entrecerrando el otro, la nariz arrugada mostrando un claro semblante de dolor. En el pasado ya había sido tratado antes ¿Cuántas aventuras habrá vivido en las que no hubiese salido ileso?

Volvería a mirarla fijamente. Asintiendo una vez más ante sus palabras, comenzó a rebuscar en sus pertenencias por una bolsa de berries, sin saber cuánto debía de pagarle por sus servicios, así que prefirió darle la mitad, 2500 berries en monedas, en una pequeña bolsa de cuero. Luego se giraría en dirección a la que vio la ciudad y señalaría con su patita en esa dirección, trataba de comunicarle algo a la humana, pero no sabía cómo hacerlo, así que la mejor forma era simplemente señalar lo que le causaba interés, la ciudad a lo lejos, necesitaba ir allí y pensaba que en tierra de “humanos” el mejor guía era una humana.

Sabía que le iba a escocer, se lo había advertido, pero estaba claro que alguna reacción debía tener por parte del pobre paciente. Y aunque esperaba la reacción ante el ungüento, no esperaba la reacción anterior a eso, cuando se encontraba examinándolo, ¿había ronroneado? Por un momento la sorprendió, Bri no puede decir que este acostumbrada a que sus pacientes le ronroneen pero la verdad es que había sido gracioso e incluso tierno. Una vez que termino de guardar las cosas en el maletín decidió que tal vez, unas nuevas caricias aliviaran el mal estar que le estuviera causando el escozor de sus medicinas. Así que llevo su mano a la cabeza del gato y le dio unas cuantas caricias de manera suave aunque sin perder uno solo de sus movimientos.

Al parecer quería ir hasta la ciudad, pero a la doctora le preocupaba que fuera una distancia demasiado larga para alguien como él y en las condiciones que se encontraba. No quería que se esforzara demasiado, lo pensó un momento y al final tomó una decisión — esta bien, pero te acompañare, no me gustaría que te comenzases a encontrar mal a mitad de camino y estuvieras solo, aún no sabemos si estas en condiciones de viajar mucho, incluso preferiría que descansases más que ponerte a andar — pero comprendía que quedarse allí, en una playa casi desierta no era el mejor plan cuando tampoco tenías un techo sobre tu cabeza, su barco estaba bastante destrozadito.

Le ayudo a recoger sus cosas y después se levanto de la arena y se sacudió levemente la ropa — si en algún momento te cansas, si necesitas descansar o si quieres que te lleve un rato del camino solo tienes que pedirlo — le ayudaría a llegar hasta la aldea y tal vez también le echaría una mano en buscar alojamiento o lo que quisiera realmente buscar allí. No estaba segura de cuales eran sus planes o intenciones, pero si podía echarle una mano y estaba dentro de sus capacidades lo haría. Le gustaba ayudar a la gente, era algo que no podía evitar, después de todo había pasado por momentos duros y muy dolorosos en su vida, momentos en los que se vio completamente sola, sin nadie que la ayudara. Sin un solo apoyo, amigos, familia, la dieron de lado y ahora, ahora que ella podía ayudar a los demás no quería abandonarlos como hicieron con ella.