Las minas de Auria [Moderado 4 - Freites]

Hallstat es una isla en guerra. Desde la desaparición de la emperatriz Iliana, el frágil orden que había logrado recuperar se ha quebrado en mil pedazos. Ahora diferentes señores de la guerra y candidatos al trono se disputan la tierra. El viejo ejército rebelde que se había opuesto a la emperatriz, liderada por el antiguo consejero del rey Derian lord Anthony Reichkrieg, ahora se ha convertido en una de las facciones más importantes de la isla. En este momento uno de los generales de lord Anthony mantiene bajo asedio la cuenca minera de Auria, en el interior de Hallstat. Es un lugar estratégico por sus minas de cobre y plata, donde además a veces se encuentran filones de un metal exótico llamado Glacitita, un material muy raro y apreciado por los herreros. Se dice que con este se pueden forjar armas capaces de congelar al contacto.

En medio de este caos muchos aventureros y buscavidas han venido para aprovecharse de las pobres gentes de Hallstat y llevarse lo que los señores de la guerra aún no han robado. Y uno de esos desgraciados eres tú. Armado únicamente con tu equipo y un mapa de la cuenca de Auria, te has decidido a embarcarte en solitario en la tarea de volverte el dueño de las minas de la región. Espero que tengas un buen plan para ello, porque empiezas desde cero y con duros competidores. Además del general enviado por lord Anthony, probablemente el conde Eichenhorn, señor de Auria, tenga algo que decir al respecto.

En este momento estás en el camino que lleva a la cuenca. Puedes ver los picos que la rodean, desde este lado apenas unas colinas de unos pocos cientos de metros, desde el interior de la cuenca unas inexpugnables barreras de piedra. Desde este lado, la zona sur, el único acceso viable a la cuenca es a través de un túnel que atraviesa las montañas y baja hacia el valle... al menos, que sepas según tu mapa. Sin embargo también es probable que en esa zona te topes con soldados de uno u otro bando. ¿A dónde irás?

mapa:

Y la guerra… ahora ha comenzado. Era una de esas ocasiones donde no podías desaprovechar la oportunidad. ¿La guerra dando oportunidades? Bastante curioso si lo piensas por un momento. Pero esa es una realidad para las personas egoístas, y una de ellas es Freites D. Alpha.

-Mantente alerta Suzaku, estos territorios no son míos, al menos no por ahora.

Mantuvo la mirada fija en la entrada a la cueva. Analizaba “los miles de escenarios que podrían ocurrir”, aunque el más obvio era encontrarse con soldados de los bandos que luchan por el territorio, ese sería el peor de todos. Alertar de su presencia era lo menos que este quería hacer, al menos no era el momento de darse a conocer y tampoco es que este quisiera que supiesen que un pirata se quiere apoderar de las minas de Auria.

-Pues lo lógico sería…

Indico a Súper ave que tomara hacia la derecha, hacia el este. Al ser el túnel una de las entradas principales hacia el valle, sería más que obvio que este estaría siendo vigilado por alguno que otro soldado. Pero por ahora exploraría alrededor de las montañas desde lejos, buscando una abertura o alguna especie de camino por donde este pudiese pasar y no fuese tan… Suicida.

Exploras la zona del este, adentrándote en las colinas. Es un terreno abrupto, cubierto de niebla y traicionero. Puedes ver de vez en cuando árboles, algunos bastante viejos. Si sabes de historia tal vez te llame la atención, dado que se supone que la isla fue arrasada y reconstruida hace menos de diez años. Son robles de buen tamaño, y alcanzas a ver alguna ardilla correteando por las ramas que desaparece de tu vista cuando pasas bajo su árbol. Es difícil ver mucho por la niebla, así que te ves obligado a acercarte bastante hacia el valle. Cuando te das cuenta, a tres metros escasos de ti el suelo se acaba abruptamente. Si te acercas podrás ver que el terreno desciende casi en vertical, y por culpa de la niebla no ves el fondo.

- Una vista impresionante, ¿no crees?

La voz, cortés pero fría, es de un hombre que está sentado en una roca a unos metros de ti. Está envuelto en una capa de viaje antigua y raída, y cubre su cabeza y rostro con una capucha. A pesar de eso alcanzas a ver varios largos mechones de pelo negro y un rostro pálido. Tiene las manos apoyadas sobre las rodillas en actitud calmada, pero probablemente te fijes en que apoyada junto a la roca hay una espada larga envainada en una funda negra. No parece una persona hostil, de todos modos. Tampoco dirías que sea un soldado. Su figura es demasiado delgada como para que oculte una armadura bajo la capa.

- Este no es el mejor camino para bajar al valle, joven. Aunque estamos en tiempos donde ningún camino es seguro. ¿Qué buscas en estas tierras? Puedo ver por tus ropas y tu animal que no eres de aquí.

-Pues sí, es una vista maravillosa-. Dijo mientras dirigía la mirada a aquella figura que apareció repentinamente, Suzaku se había puesto algo inquiera y alerta por la presencia de aquel hombre. Alpha le acaricio el cuello para que esta se calmara. - Tranquila hermosa, el señor no nos hará nada. - Carraspeo un poco, puesto que aquel hombre no había actuado de manera hostil, no tendría por qué actuar de manera defensiva.- He escuchado que en este valle se está luchando por el control de las minas, y no he podido evitar preocuparme un poco por el bienestar de los mineros y herreros que se puedan encontrar en este valle, puesto que yo practico el arte de la herrería,

El pirata dio un salto para bajar de su ave quedando justo al lado de esta, fijo la mirada en la espada que se encontraba al lado del educado hombre. Le regalo una sonrisa amable, una muy honesta, salida desde el fondo de su corazón, si muy bien Freites es un personaje bastante tranquilo y amable. No tenía por qué no responder de manera odiosa una pregunta que venia con bastante educacion y palabras bien empleadas. Pero claro no siempre se tiene que decir la verdad completamente, por algo existe un término llamado “Verdad a medias”.

-Tiene usted una muy linda espada allí-. Dijo, pero de pronto volvió a colocar la vista de nuevo en la niebla que no le permitía ver más allá.- Esta en lo correcto usted, no provengo de estas tierras, pero no provengo de ningún sitio tampoco, puesto que el mar fue el testigo de mi nacimiento. Soy un herrero nómada en búsqueda de los materiales más fantásticos del mundo y eso me ha traído aquí. Pero mientras más tiempo permanezco en esta tierras, solo encuentro guerra y violencia por doquier, pero…- digirió la vista del nuevo al hombre de mechones negros – La única solución contra alguien que usa fuerza y se niega escuchar, es más fuerza. Un herrero es aquel que talla forja una voluntad en una espada, un deseo en un escudo y un destino en una lanza, pero detestaría saber que mis “hermanos y hermanas” están siendo esclavizados por deseos egoístas. Y de ser así, tendría que volverme el señor de este valle, aunque eso también sonaría como otro deseo egoísta ¿no lo cree?

Suzaku no le quitaba el ojo de encima al desconocido, estaba más que alerta en caso de que aquel hombre actuara de manera hostis, le lanzaría su martillo a Alpha para que este se defendiera si es necesario. Pero en cuanto al pirata, se encontraba tranquilo y despreocupado, solo tenia un deseo egoísta acompañado de una pequeña preocupación por sus hermanos y hermanas herreros, que a la larga también serían parte de algo gran, serian parte del gremio minero del “nuevo señor de Auria”

No parece moverse ni reaccionar a sus palabras, hasta que dices lo de volverte el nuevo señor de Auria. En ese momento la capucha se gira hacia ti. Sigues sin ver bien sus rasgos, pero ahora puedes ver que su pelo no es exactamente negro, sino ceniciento y lleno de canas. Probablemente sí que fue negro en otro tiempo. El hombre se levanta y recoge su espada. Se aparta a un lado la capa y engancha la vaina a su cinturón, revelando que bajo su vieja capa lleva ropas de cuero resistentes pero indudablemente de buena calidad. Una vez tiene la espada lista, se vuelve a envolver en la capa y dice:

- Interesantes palabras. ¿Pero tendrás el valor para respaldarlas cuando llegue el momento? Eres sólo uno y dos ejércitos se interponen entre ti y esa meta - durante un momento se queda en silencio - Sin embargo una sola persona, si tiene la voluntad de cambiar el mundo y poder en su mano, puede enfrentarse a miles. Buena suerte, joven.

El hombre se da la vuelta y se aleja, desapareciendo tras una roca. Por un momento quedas a solas, perdido en ese mar blanco, cuando de repente la niebla se dispersa tan rápido como había aparecido. Ahora puedes ver que estás al borde de la cuenca. La caída que hay hacia esta es larguísima, más de mil metros hasta el suelo. Sin embargo, a unos metros a tu derecha hay una estrecha senda que baja bordeando las montañas. Correrías el riesgo de resbalar y caer al vacío hacia una muerte segura, pero crees que podrías bajar si tienes cuidado. El problema es que Suzaku es demasiado grande como para que sea seguro que baje por ahí. Es decir, podrías arriesgarte, pero las posibilidades de que caiga son mayores. Siempre puedes dejarle por aquí e ir tú... si quieres bajar solo.

-Tendré lo que haga falta cuando la situación lo amerite, señor.

Y así como llego, se fue aquel amable caballero de espada bonita. Alpha suspiro, al parecer aquel hombre no pertenecía a ninguna de las facciones que se encontraba en la lucha por los dominions de Auria, un gran alivio. Suzaku se calmó un poco, picoteo un poco la cabeza de Alpha, como si le estuviese preguntando ¿Y ahora qué? Pues la respuesta, no se hizo esperar.

-Excelente… - Fue la primera palabra que salió de su boca al ver la enorme caída que le esperaba si cometía un error. Con su percepción busco alguna manera de bajar, y claro que encontró algo, pero algo un poco/bastante peligroso. La senda era bastante estrecha pero se podría pasar con mucho cuidado, pero Suzaku ya era otra historia. Se armó con su martillo, este lo colgaría en la parte interior de su poncho. Tomo el mapa y lo estudio por unos momentos más, las minas se encontraban por aquí y lo que parecía un poblado por acá. Si quería llegar sin ser descubierto, el camino “suicida” era la mejor alternativa. Tal vez una muy tonta para muchos, pero muy inteligente para otros.

-Suzaku- El enorme ave reacciono a la voz del pirata, le prestaba totalmente atención.- Es momento de ser inteligentes, sé que desde hace mucho tiempo no tienes un lindo valle donde correr con toda tu velocidad, pero créeme, nos daré un regalo cuando este sea nuestro nuevo territorio - El ave asintió, era una fortuna tener una super ave tan inteligente y bien adiestrada, “gracias mama” - Este es el plan: este paso posiblemente me lleve al pueblo que está indicado en el mapa, sigue explorando y busca alguna manera más segura de que tú puedas bajar, te esperare en el pueblo, asegúrate de no ser vista y si encuentras algo útil en el camino guárdalo en tus bolsos. - Medito por unos momentos mas mientras acariciaba el pico de su fiel compañera -  Lo mas probable  es que este  dominado por alguno de los bandos, ten en mente que estaré por las cercanías mas no más adentrare en caso de que los enemigos estén allí. Esto es un campo de guerra, y si queremos ganar, debe buscar a los comandantes de esta tierra y tomar sus vidas. Por que obviamente no me darán estas tierras de buena manera. Ahora, ve.

El super ave obedecería las órdenes del pequeño y seguirá buscando una ruta mas segura para ella. Alpha se dispondría a bajar por aquel sendero, con mucho cuidado y esperando lo mejor. Y aquí, inicia la guerra.

Tras enviar a tu ave a buscar una ruta segura que podría no existir, te dispones a bajar por la senda. El camino al principio parece más sencillo de lo que creías; te basta con no arrimarte al borde y tener cuidado con no tropezar para recorrerlo. El problema empieza cuando en tramos empieza a estrecharse, en otros te encuentras con piedras de tamaño medio bloqueándolo (que pasas por encima, pero te ralentizan y obligan a que seas más cuidadoso) y en algunas partes directamente falta un cacho y tienes que sortear agujeros de medio metro. Sin embargo en el fondo no son más que impedimentos menores teniendo en cuenta que es el comienzo del día, estás descansado y que como no ha llovido en los últimos días, el camino estaba seco y el suelo era firme. De todos modos el descenso te lleva toda la mañana. Cuando al fin pones los pies en las praderas de la cuenca, ya ha pasado mediodía y te ruge el estómago del hambre.

Además de que necesitas encontrar comida, estás cansado. Llevas horas sorteando obstáculos y saltando huecos, y esa clase de ejercicios acaban desgastando al cuerpo. Pero bueno, seguramente era un problema con el que contabas. Si hubiese sido un camino fácil, habría habido soldados vigilándolo, ¿no crees? En fin, tras limpiarte un poco el polvo del camino observas tus alrededores tratando de orientarte y descubrir en qué parte de la cuenca estás. A tu izquierda puedes ver a lo lejos el comienzo de un bosque. Los primeros árboles están a unos cuatrocientos metros o así. A tu frente, no sabrías decir a qué distancia pero no menos de un kilómetro, ves el lago Grünensee. Tanto a tu espalda (duh) como a tu derecha se alzan las grandes paredes rocosas que rodean la cuenca minera. Con estas indicaciones deberías saber localizar más o menos en qué punto del mapa estás, ¿no? Es hora de que decidas qué hacer, antes de que empieces a encontrar apetitosa la hierba.

El descenso por la montaña había logrado su cometido, era momento de resolver el siguiente problema que tenía por delante, su apetito. Si muy bien está cansado, se tomó unos momentos para respirar, sacudirse el polvo y tratar de tomar un poco de aliento, ya que la montaña no había sido muy amigable con él.

-Relajado… concentrado… los problemas todos tienen soluciones.  

Reviso el mapa una vez más, por el ambiente que le rodeaba, pudo ubicar su posición. Analizo una posible ruta factible evitando para evitar ser detectado. Cogió en dirección al bosque, a la izquierda, trotando no muy rápido para no gastar energía de más, sin bajar la guardia. Si muy bien el descanso le había caído bien, aun no se había recuperado por completo. Debía buscar alimento, fruta era lo más indicado. Buscar cazar algún animal simplemente era gastar mucha energía, y Alpha no era el mejor cocinero del mundo, ¿triste no?

Mientras te acercas al bosque, cruzas la carretera imperial que atraviesa la cuenca. Por suerte para ti ninguna patrulla te da el alto, aunque a lo lejos ves la entrada del túnel sur y a un par de soldados montando guardia. No sabes si te han visto, pero es probable. En todo caso no te han seguido. Tras eso te internas en el bosque a recoger frutas y bayas. Igual no ha sido tu idea más lúcida; eres un herrero, un hombre de civilización. Ni siquiera sabrías diferencias una baya venenosa de una apta para el consumo. Sin embargo es tu día de suerte, y no sólo encuentras frutas que reconoces, sino en buena cantidad y sin tener que moverte mucho. Saqueas totalmente varios arbustos de moras y lo acompañas de unas nueces que cascas contra tu martillo. No sé si es comida de tu agrado, pero estás bastante hambriento, así que no creo que le hagas ascos.

Ya ha pasado el mediodía, y tras comer aumenta tu sed. Tal vez deberías haberte traído una cantimplora... ¿o sí lo has hecho? En cualquier caso, tal vez te interese saber que al lado del arbusto te das cuenta de que lo que creías que era un pequeño hoyo es una huella sobre tierra húmeda. No sabes de qué es o si es reciente, no es tu área de especialidad. Pero yo que tú no me quedaría a comprobarlo. Esa huella es del tamaño de tu cabeza y casi tan profunda como la mitad de tu antebrazo. De hecho tras mirar un poco el terreno puedes comprobar que hay algunas más por la zona. No creo que tras eso quieras quedarte por el bosque, pero... por otro lado, con cosas así sueltas, seguramente los soldados no se metan por esa zona. En fin, decídete sobre lo que hacer. Y recuerda: el tiempo es un factor esencial. Decide un rumbo y ponte en camino.

Mientras comía, Alpha sentía como el hambre desaparecía poco a poco. Las vallas y nueces no eran algo que le desagradecen, de hecho el sabor le parecía bastante agradable al pirata. Un solo golpe no muy fuerte en contra de su martillo, y las nueces se abrían muy fácilmente, las vallas jugosas, de hecho se guardo unas cuantas para el camino.

Pero pronto la sed haría acto de presencia.

Mientras revisaba su bolsillo para asegurarse que su cantimplora estaba allí (y por suerte no la había olvidado), una imagen sacudió sus pensamientos por un momento. Una huella, de proporciones gigantes, no tenía idea de que animal o cosa se trataba, pero no era seguro adentrarse allí en el bosque. El pirata trago saliva, no tenía miedo, pero su cuerpo si generaba tención, sabía que en el momento que este pisara el territorio de aquella criatura, sería el quien se convertiría en la presa de algo… fuerte. - No es el momento - se dijo a si mismo. Si muy bien sabía que cualquier criatura no estaría prepara para tratar de devorar al hombre temperatura, no era ni el lugar ni el momento de intentar enfrentar a algo de tal magnitud. Alpha adoraba los desafíos, pero ya seria para otro día.

Era momento de trotar de nuevo, en dirección al lago. El plan era tomar agua, llenar la cantimplora y seguir el camino. No tenía más alternativa, confiaba plenamente en Suzaku y que lograría llegar al punto de reunión, debía ser rápido. ¿Y si se encontraba con alguien? Bueno, pelear era la última opción siempre.

Tras tu corta aventura por el bosque decides poner rumbo al lago. Probablemente ha sido una idea juiciosa no exponerse a ese animal, pero salir a las praderas tiene sus consecuencias. Más aún cuando no se toman precauciones y hay al lado una carretera. En el momento en que sales y cruzas el último arbusto, vas a dar de bruces con un convoy compuesto por tres carros tirados por mulas, llenos de cajas. Junto con los conductores, subido al carro del medio, va un hombre con ropas grises y un chaleco de cuero. Lleva un carcaj a la espalda con un arco y una espada ancha envainada al cinturón.

- Compañero, no tienes pinta de campesino ni de soldado. Voy a tener que pedirte que te identifiques.

Por su forma de hablar bien podría ser un soldado. Es decir, a todas luces lo es, o como mínimo un mercenario. Te fijas en que lleva un símbolo que no reconoces en el chaleco, un oso amarillo sujetando una corona.

Y aquí vamos otra vez. Era muy fácil para ser cierto, pero era mejor que fuera difícil a que simplemente. El plan de no ser descubierto había fracasado, pero la misión aún no había terminado. Para el mundo, él es un simple nómada que viaja por el mundo en búsqueda de los materiales más fantásticos, pero el mismo sabía que su camino lo convertiría en uno de los más grandes piratas que la historia jamás tendrá y este era un pequeño simple paso para completar ese sueño. Es momento dialogar.

-Saludos- Dijo muy amablemente, regalándole una cálida sonrisa al hombre que llevaba el símbolo del oso.- Soy Alpha, soy un nómada, y me encuentro de paso. Actualmente admiraba la belleza de este valle, recogía unas bayas y nueces para el camino - Dijo mientras se sacaba algunas del bolsillo para mostrarlas, era una señal de que sus palabras no contenían mentiras.- Me disponía a buscar un poco de agua del lago y seguir mi camino, pero en el momento que me he descuidado recogiendo las frutas mi transporte me ha abandonado, me disponía a ponerme en su búsqueda una vez llenara mi cantimplora, probablemente mi compañera también tenía sed y ha cogido un poco mas allá del lago. Ya sabrá usted cómo se comportan las monturas últimamente, necias y testarudas.

Estaba preparando mentalmente para cualquier situación que se avecinara. Por fuera mostraba una calma y una tranquilidad absoluta. Por dentro estaba listo para buscar cualquier alternativa en caso de que las palabras no fueran convincente, después de todo el ya lo había pensado, pelear era la última opción.

El hombre arquea mucho una ceja y niega con la cabeza confuso. Te mira como si estuviese dudando si le mientes a la cara o si estás loco - ¿De qué hoyo has salido tú? Estamos en guerra. Este valle no es el lugar apropiado para pasear - suspira y te mira de arriba a abajo, parándose en su tu martillo - No parece que vayas desarmado, pero supongo que un hombre que vive en el camino tiene sentido que esté listo para posibles inconvenientes - tras eso se te queda mirando unos segundos y habla algo con el conductor del carro en el que va, en susurros. Tras eso vuelve a girarse hacia ti y se cruza de brazos - Está bien, puedes irte. Te recomendaría marchar de este valle cuanto antes. Yo voy a ser benévolo y dejarte ir, pero si te cruzas con patrullas probablemente te quiten tu arma, cantimplora y comida para apoyar el esfuerzo bélico del lord Protector. Yo en tu lugar mantendría un perfil bajo y buscaría una manera de salir de aquí. Desde el túnel norte deberías poder hacerlo... aunque probablemente allí sean las tropas del conde Eichenhorn las que te frenen e intenten cobrarte tributo.

Tras eso el hombre da orden al convoy de que continúe y los carros se ponen en marcha. El soldado se despide de ti con un gesto de la mano y vuelve a su tarea de... bueno, quedarse sentado en el carro holgazaneando hasta que pase algo relevante. Tú haces lo mismo y te pones en camino, y salvo que hayas cambiado de planes, llegas al lago tras una caminata. Era una extensión de color verde azulado de gran tamaño, y en una de sus orillas puedes ver la villa de Auria. En otro caso te habrías encontrado con una ciudad de casas de madera blanca muy hermosa, pero en este momento lo que ves en el horizonte son columnas de humo surgiendo de diferentes puntos de la ciudad y la distintiva forma de un campamento de guerra rodeándola. Auria está bajo asedio.

Estás a una buena caminata de la ciudad, probablemente tardarías al menos una hora y media andando si tienes intención de ir. En caso contrario, es hora de que expongas tus planes y los pongas en marcha.

-Eso… ha estado cerca.

El buen caballeo había permitido seguir el paso al pirata. A decir verdad el hombre le había caído bien, tenía el presentimiento que lo encontraría, que lo volvería a ver en algún momento, pero quien sabe si eso ocurriría tarde, o temprano.

-Que tenemos aquí…

Se encontró con un hermoso claro, de un distinguido color verde con tonos azules. Alpha se quedó por unos segundos admirando la belleza del lago, bebió del agua para calmar la sed y lleno su cantimplora hasta el tope, giro la tapa y antes de retirarse, algo llamo su atención. Un hermoso poblado, maderas blancas, la belleza de las edificaciones eran evidentes, pero en el horizonte el humo era señal de que la guerra está ocurriendo. Alpha se colocó la mano derecha el pecho, respiraba profundo y su aliento soltaba un poco de vapor, que se disipada al segundo, pero la temperatura se le había subido un poco. La guerra estaba justo frente de él, su otro lado que rompía con su naturaleza tranquila le pedía a gritos ir y pelear. Por suerte, aun no tenía un enemigo en frente.  

“Vamos Alpha, cálmate, disfrutas de la batalla y ella esta tan cerca que puedes olerla… pero debes pensar. Respira, calmante, analiza, no solo heredaste el ansia de guerra por tu madre, también heredaste la calma y en análisis de tu madre. Aun no tienes un enemigo con quien luchar, no aun. Per eso, debes cálmate un poco”

Coloco la rodilla derecha en el suelo y observo el mapa una vez más. Si la ciudad de Auria estaba bajo ataque y gran parte de los soldados se encontraban en el norte, tal vez las minas hayan sufrido un bajón en sus defensas.

-Sí, es el momento… hermosa Suzaku, espero que puedas encontrar mi rastro y entiendas que el plan cambiado. Encuéntrame, sigue mi rastro. Es momento de ir a por las minas.

Con mucho cuidado y fijándose que no se topara con nadie de nuevo en el camino, se adentró en el bosque. El pequeño peli largo tenía la guardia totalmente arriba, se dirigía a la mina. Observo todo a su alrededor buscando huellas, rastros de animales, todo lo que le permitiera aprender lo que necesitara para triunfar en este escenario. Ya que la ciencia llego en un punto donde era realmente inútil, y el arte del montaraz, sería una nueva herramienta con la que necesitaba contar.

Entre tanta ida y venida, la tarde ha ido avanzando. Tal vez no seas ya un experto explorador, pero como persona con al menos dos dedos de frente te das cuenta de que va siendo hora de planear qué vas a hacer para pasar la noche. Es decir, no tienes tu montura, no has logrado encontrar un techo donde dormir, no tienes más cena que algunas bayas que te han sobrado... al menos tienes la cantimplora llena. Pero pasar la noche al aire libre sin ninguna clase de preparación no es la mejor de las ideas. Podrías acabar cogiendo un resfriado. En fin, dejando a parte dilemas de ese tipo, te has adentrado en el bosque en dirección a las minas del oeste. Por el camino intentas fijarte en tus alrededores para familiarizarte con el bosque. Aún hay muchas cosas que se te escapan, pero acabas viendo algo que te llama la atención: las mismas pisadas enormes de antes, siguiendo unas huellas de algo más pequeño. Dirías de todos modos que el animal "pequeño" debe ser como mínimo del tamaño de un perro muy grande. Y de hecho sus pisadas te recuerdan a las de un perro. Tal vez te interese investigar sobre esto, o dejarlo estar.

El joven detallaba todo lo que podía con sus sentidos, el olor del bosque, el color de la naturaleza, la forma del suelo, era todo totalmente nuevo para él, trata de familiarizarse lo más pronto posible, pero aun así, detalles se le escapaban. Pero entre detalle y detalle, se volvió a encontrar con las huellas de la enorme criatura que se había encontrado con anterioridad, pero esta vez parecía estar siguiendo a un animal más pequeño, por la forma de las pisadas se trata de un perro… ¿un lobo tal vez? quien sabe, las pisadas de esas dos especie de canes eran tan parecidas para el pirata, aun estaba muy verde, no sabría diferenciar si las pisadas provenían de un perro realmente grande o un lobo de gran tamaño, aun el oficio de montaraz se le complicaba, pero ir el memorizando las formas de las huellas seria un buen primer paso para el y su aprendizaje.

“Al parecer mi enorme amigo está cazando su comida… ¿Debería echar un vistazo? “

La noche ya hacia acto de presencia, y el único lugar seguro apuntado en el mapa parecía ser las ruinas, ya era un hecho que durante el asedio a la cuidad posiblemente las defensas de las minas pudieran haber disminuido, pero dejarían a uno que otro guarda a la defensiva, ya el estudio de la naturaleza quedaría para después, pero Alpha si se tomaría la molestia de memorizar el lugar donde ha visto las huellas, vendría después a investigar con más calma sobre la criatura que reina en esta parte del bosque, pero por ahora su travesía a las minas continua, con mucho cuidado, y sin bajar la guardia, evitando a toda costa toparse o ser visto por alguien más.

Moverse por terrenos agrestes sin sendas no es fácil cuando no estás entrenado. Por el camino te encuentras zonas donde la espesa vegetación te impide seguir avanzando, desniveles que te obligan a dar un rodeo, y en general no puedes ir recto. Debido a esto cuando llegas a la zona de las minas hace un rato que ha caído la noche. Tienes hambre y diría que frío, pero probablemente activaste el poder de tu akuma para calentarte en cuanto empezó a bajar la temperatura, así que voy a dejar pasar eso. El caso, la entrada a las minas es una serie de cuevas en la pared montañosa en las que alguien se ha tomado la molestia de poner portones de madera. Además hay una atalaya de madera donde puedes ver la luz de una antorcha y la sombra de alguien en la parte superior de la estructura. También hay un par de edificios que aventurarías a decir que probablemente sean barracones y un almacén. Por último, te fijas en que han levantado un cerco en torno a la zona de las minas. Parece que ha sido hecho apresuradamente. No hay movimiento en la zona aparte del vigía de la atalaya, al que de vez en cuando oyes silbar una canción.

El camino no fue para nada fácil, el terreno inestable, grandes desniveles, la abundante vegetación, todo se volvía un obstáculo mientras más el joven avanzaba, pero a la vez, todo se volvía un aprendizaje.  Todo quedaba en la memoria de Alpha, la forma del terreno, el olor de la naturaleza, cierto animalito amistoso que se topó con el camino, todo quedaba allí, poco a poco se familiarizaba con la naturaleza y mientras las ocurría, más le cogía el gusto, pero todo pasaría de ser un plano bastante tranquilo, a un escenario donde este joven, tenía que preparase para lo peor. Las minas estabas ya en a si vista.

“Al fin te encontré.”

Allí estaba las minas, y justo en frente de ella estaba un campamento, dos barracones, algo lo que a simple vista parecía un almacén, una atalaya y todo eso separado por un cerco no muy alto. Alpha comía unas cuantas bayas mientras analizaba la situación, luego introdujo unas nueces en su boca, apaciguó la sed con el agua y el frio claramente era contrarresto por su akuma no mí.

“Uno solo… y silva muy feo además.”

El pirata trataría de acercase todo lo más cerca posible a la atalaya sin abandonar su escondite, el bosque en estos momento era su aliado en este intento de infiltración, la paciencia era una virtud y a Alpha se le daba muy bien eso. Quería tener a la vista a la persona que se encontraba en la sima de la afiliación, solo un descuido, o en el mejor de los casos que se quedara dormido, aunque esto último lo dudaba un poco, si habían dejado a aquel sujeto encargado de la vigilancia, seguramente tendría un buen aguante. ¿O tal vez no?

“Veamos qué tan bueno eres, después de todo tu vida depende de ello, mi buen vigía”

Vigilas desde tu escondite al vigilante. No parece que baje la guardia, aunque te fijas en que va haciendo "rondas". De vez en cuando se va paseando por la atalaya y vigila otra dirección. ¿Qué harás? La noche va pasando, y aunque llenas tu estómago con bayas vas teniendo hambre. Es decir, lo único que has comido en todo el día ha sido moras y nueces. Y aunque comiste suficiente al mediodía para saciar el hambre, ya ha pasado toda la tarde y la noche. En fin, no es que vayas a morirte de hambre, pero ten en cuenta que si ahora no cenas nada más, deberías al menos hacer un desayuno contundente.

¿Qué vas a hacer?

“Te tengo…”

El patrón de vigilancia de aquel hombre había sido analizado por el pirata, siempre el mismo, daba en vueltas de manera circular por la atalaya. Ya era momento de actuar, aunque siempre manteniendo la guardia. pero no antes el joven comió su última baya que le quedaba y guardar su cantimplora, era momento de actuar.

Se quitó los zapatos para realizar la menor cantidad de ruido durante su carrera, los dejaría guardados en uno de los compartimientos internos de su poncho. Espero justo el momento de que la ronda del vigilante cambiara dejara la dirección del bosque y se lanzó en una carrera lo más silenciosa que se le fuera posible, al llegar cerca de la barricada dio un salgo. Cayendo de pie lo más ligeramente posible, esperaba tener resultado. El objetivo era llegar debajo de la atalaya sin ser descubierto y una vez allí echar uno que otro vistazo rápido a su alrededor, quería estar seguro de no ser descubierto.

¿De haberlo logrado? Se era momento de comenzar su ataque, subiendo las escalaras con paciencia y en silencio. Esperando que el hombre se situara del otro lado de la escalera para así proceder con una táctica un poco simple, pero a la vez cruel, o tal vez no lo era tanto. Quería tomar del cuello aquel sujeto y realizarle una mata león (Sujetar el cuello desde atrás para asfixiarlo) mientras colocaba la mano en su boca para que no pudiese gritar por ayuda, haciendo inca pie en que Alpha le golpearía justo atrás de las rodillas para que cayera y sujetando con toda su fuerza, mientras calentaba sus brazos unos ciento cincuenta grados, los suficientes para calentarle el cerebro mientras le ahogaba con las fuerzas de sus brazos.

¿ocurrirá? Eso te lo dejo a ti contarlo, narrador.

Logras atravesar el campo sin ser detectado y empiezas a subir en silencio la atalaya. No es sencillo, de vez en cuando las escaleras crujen. Sin embargo llegas arriba sin que el guardia te escuche y lo agarras brutalmente por la espalda. No contento con intentar ahogarlo, empiezas a cocerle la cara mientras lo derribas y pones contra el suelo. El hombre intenta gritar y moverse, pero lo sujetas mientras el calor y la asfixia hacen su trabajo. Finalmente notas que deja de moverse después de unos espasmos. Cuando lo sueltes, verás que que les has dejado unas quemaduras horribles en la cara y el cuello. De hecho parte de su piel medio derretida se despega de su cuerpo cuando te separas de él, y queda pegada a tu mano y el brazo. A pesar de las quemaduras, ahora que estás junto a él te das cuentas de que es muy joven. No debe tener más de quince o dieciséis años, y no va con armadura ni equipo de soldados, sino con ropas de trabajo y un rifle de cerrojo viejo y oxidado. Bueno, y ahora que te has cargado al minero que sólo hacía su trabajo y vigilaba de noche, ¿qué haces?

“Gracias por el gran esfuerzo, y lamento que te toparas conmigo. Ya sabes, cosas del negocio”

Alpha dio un pequeño suspiro botando algo de vapor por sus labios ¿Realmente no le importaba acabar con una vida de alguien tan joven? La respuesta seria una sola, y esa era un rotundo no. Así es, ni una pizca de remordimiento, él era un obstáculo que le impediría lograr su objetivo, aunque si, era totalmente una lástima que alguien mandara a un chico tan joven a realizar un trabajo tan importante como el de montar guardia.

El pirata dejo caer el cadáver con mucho cuidado, este cargaba un rifle viejo oxidado, era increíble que mandaran a alguien tan joven con armas de un calibre tan patético, era inaceptable.

“es increíble ¿Qué clase de “líder” es lo suficientemente estúpido como para usar a alguien tan joven e inexperto para la vigilancia? Este joven en un futuro podría haber sido un soldado de gran utilidad con el entrenamiento adecuado, pero sacrificar un diamante en bruto así… sin importancia… estas tierras necesitan cambiar… si… lo matare… matare a el señor de esta tierra… matare a aquel que puso a esta promesa en el lugar momento equivocados y a todos lo que lo apoyen… si… lo matare… pero por ahora, su arma me sera útil y su cuerpo, puede que lo sea mas adelante”

Dio otro suspiro para calmar sus ansias de guerra. Negó con la cabeza y se dispuso a calentar un poco sus brazos y manos para limpiar los restos de piel de su cuerpo, estos cayeron sobre el cadáver del joven, era increíble lo horrible que resultaba el daño que podría causar la Netsu Netsu no mí, pero estaban hecho el uno para el otro, como un sabio dijo una vez: “cada herrero consigue su bien martillo”. El pelilargo tomo el rifle colgándolo en su espalda. Con mucho silencio y cautela se dirigió al almacén, era momentos de buscar recursos y tal ver archivos que le dieran algo de información de lo que se encontraba dentro de la mina. La noche era joven aun, aun tenía muchas cosas que hacer para reclamar estas tierras.

Tras asumir unas cuantas cosas y quedarte con el rifle, bajas de la atalaya y te vas al almacén. El problema que te encuentras es que la puerta está cerrada con una cadena y un candado. La madera no parece muy resistente, así que si no te importa hacer ruido no tendrías problema en romper un par de tablones y abrirla. Sin embargo eso echaría a perder todo el cuidado que has tenido en cargarte al vigía sin llamar la atención, ¿no crees? Si echas un vistazo alrededor del edificio podrás ver que las pocas ventanas que hay son muy pequeñas y están demasiado altas para acceder. ¿Tienes algún plan para entrar? Por suerte para ti, mientras no hagas ruido no deberías tener problemas en probar diferentes ideas. Por el momento, el tiempo te sobra. La noche es larga.

“genial…. Lo que me faltaba”

Un candado y una cadena se interponía en el camino del pequeño, lo mas seguro es que muchos dirían: “pero Alphaaaa ¿Por qué no usas tu poder para fundir ese hierro? seguro es muy fácil para tiiiii” (inserte voz de niño rata quejándose). Pues no, no lo es. Una cosa era derretirle la cara de una persona y otra cosa era derretir el acero, y el pequeño aún no producía los suficientes grados para lograr dicha hazaña, al menos no por ahora. dio un rodeo por alrededor de la edificación, detallaba todo, pero la verdad es que le edificio resulto ser mas simple de lo que el se esperaba.

“ventanas pequeñas, dos por cada lado. Aunque saltara para intentar, nada me asegura que estén abiertas y no es la mejor idea romper los cristales. Pero qué tal si…”

El herrero tomo la cadena con la mano derecha y la levanto lentamente. La jalo solo un poco, el objetivo era tenerla tensada con fuerza pero sin hacer movimientos bruscos que produjeran ruido. Poco a poco fue aumentando la temperatura de su mano, transmitiendo el calor al acero, buscaba calentarlo, hacer ceder la madera como si de mantequilla se tratase, subiría la temperatura poco a poco con mucho cuidado, no quería pasarse de la raya y quemar todo el almacén como un idiota.

Probablemente hubiese sido más rápido si además hubieses apoyado la otra mano en la madera y la hubieras calentado directamente. De esta manera tienes que esperar a que toda la cadena se caliente y que luego esta transmita el calor a la madera. De todos modos, aunque te lleva unos veinte minutos, acaba dando resultado. La madera empieza a humear, se ennegrece en torno a la cadena y con un suave tirón cede. Es posible que el truco no te hubiese funcionado con unos tablones más resistentes o en mejor estado, pero ha salido bien. Abres la puerta y entras al almacén, encontrándote con... ¡sorpresa! Oscuridad. Sin embargo hay una lámpara de aceite al lado de la entrada. Una vez la enciendes (si es que usas eso y no otro método), puedes empezar a explorar el lugar. Hay enormes cantidades de mineral en bruto. Sobre todo ves cobre, pero también algo de plata y tras indagar un poco, algunos lingotes de un metal gris claro que destella con tonos azulados al recibir luz. Además encuentras una carreta pequeña que podría llevar una persona sin necesidad de animal de carga. Tras insistir e indagar un poco más, encuentras un armario cerrado con candado, que una vez abras, descubrirás que es la despensa. Hay queso, carne en salazón, patatas, castañas y pan duro. También encuentras unas cuantas botellas con un líquido negro con un olor agradable.