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[Misión Heroica-West Blue] El guardián de las estrellas - Página 2 Empty Re: [Misión Heroica-West Blue] El guardián de las estrellas {Lun 15 Jun 2020, 02:22}

Sus labios dibujaron una sonrisa en el momento en que escuchó las palabras del doctor. Se lo habían llamado dos veces en un mismo día, y en ninguna de las ocasiones había sido él, así que la suya podía contar como una tercera. «Y eso que Lyrio no sabe lo del puñal», se dijo, suspirando mientras recorría con la mirada los distintos carteles que había allí colgados. Todos ellos eran más bien informativos, lo típico que un paciente se encontraría en la consulta del médico de familia, con representaciones precisas de la anatomía humana desde los músculos y huesos hasta órganos como el corazón. Siempre se había preguntado: ¿los utilizarían como chuletas o tan solo para distraer a la gente que atendían? Resultaban tan simples que cualquiera podía comprenderlos sin poseer conocimientos médicos, así que se decantaba más por la segunda opción. ¿Quién sabe? Quizá no eran más que otra forma de decorar la sala.

El pelirrojo ladeó la cabeza al escuchar la llamada de Abigail, girándose ligeramente por el lado del parche. No la veía, pero así daría a entender que estaba escuchando. Quería hablar con él, ¿pero de qué? A decir verdad, se hacía una idea del tema que querría tratar, pero prefirió esperarse antes de intentar hacer las veces de adivino. Además, también quería algo de ropa y, ciertamente, a él no le vendría mal.

—Claro, podemos hablar después —confirmó, antes de encaminarse hacia la puerta—. Ahora te traigo algo de ropa. Estaré aquí en menos de lo que se tarda en decir puñalada —añadió, con una sonrisa maliciosa. A esas alturas tenía que tomárselo con humor con tal de no enfadarse.

Salió de la consulta, y al momento Lyrio le abordó con gesto preocupado. Había visto a la agente Thomson con las ropas manchadas en sangre, así que no era de extrañar que se mostrase inquieto al respecto.

—¿Cómo está Elizabeth? ¿Se encuentra bien?

—Se pondrá bien —contestó él, con una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora—. Eli se ha visto en situaciones mucho peores, eso no es más que un rasguño. Yo voy a por algo de ropa para que pueda cambiarse, no se vaya a resfriar después de todo esto.

—Menos mal. —El investigador suspiró aliviado, asintiendo ante las palabras del agente—. ¿A por ropa? ¿Vas a salir? Entonces ten —dijo, caminando hasta la zona donde había estado sentado y tomando el paraguas que se había llevado del observatorio—. Si vas así volverás a empaparte y la ropa llegará mojada.

Kusanagi asintió, tomando el objeto por el mango y dándole las gracias antes de salir. De momento tendría que quedarse allí, bajo la custodia de la agencia, hasta que la cazadora y él pudieran escoltarle hasta su casa. El peligro ya debía haber pasado, así que dudaba que fueran a tener que preocuparse por más ataques en lo que restaba de noche.

Una vez fuera la lluvia volvió a cernirse sobre él, mojando las ya húmedas prendas de lo que quedaba de su traje. Ni siquiera se había molestado en recuperar la chaqueta —que aún debía estar en la sala de espera junto con Lyrio—, así que, ¿qué importaba? Su cuerpo se volvió translúcido hasta que, de un momento a otro, desapareció por completo. Una de las ventajas de su elemento es que no tenía color o forma, aunque resonaba como un zumbido. Era sonido, después de todo. Su trayecto le llevó de vuelta al motel donde ambos se habían hospedado aquellos días, adentrándose primero en el caos que tenía por cuarto a través de la ventana. La agencia les había dejado varios trajes de repuesto a ambos por si las moscas, así que luego tendría que escabullirse en el cuarto de la monja. No le hacía mucha gracia, pero dudaba encontrar ropas de su talla en otro sitio.

Se desnudó con rapidez, tomando una toalla del pequeño baño con el que contaba la habitación para secarse. Tras ello se vistió con ropas nuevas y salió de la habitación con el paraguas, asegurándose de que no hubiera nadie por los pasillos. Sacó su pequeño truquito: su Llave Maestra para colarse en el cuarto de Abigail y en pocos segundos se hizo con otro traje, el cual se aseguró de cubrir con una bolsa para que la lluvia no lo empapase. Tras esto salió, cerró la puerta y se marchó del motel con el paraguas y las ropas, con toda la naturalidad del mundo. Tan solo le llevó unos minutos regresar, tras lo que le devolvió el paraguas a Lyrio y se aventuró a entrar en la consulta, eso sí, llamando a la puerta antes; no quería irrumpir y toparse con algo que, quizá, no debía ver. Aunque, con todo lo que habían pasado y las curas que le había hecho, ¿no habrían trascendido ese tipo de pudores ya? En fin, mejor no tentar a la suerte.

—Aquí traigo la ropa —anunció, viendo que la rubia se estaba el pelo y el torso, lo que le obligó a desviar la mirada rápidamente. No quería incomodarla—. Te la dejo por aquí —dijo, y depositó las prendas al lado de la camilla para que las tuviera a mano.

Tras ello volvió a girarse, retomando la lectura de los cartelitos por donde la había dejado. Así pasaría el rato hasta que hubieran terminado del todo. Cuando las labores del médico hubieran terminado...

—Doctor, ¿le importaría dejarnos a solas un momento? Hay algunos temas que debemos tratar antes de reunirnos con el señor Centauri de nuevo —sentenció, mirándole con gesto tranquilo.

—¡Ah! Claro, claro, no hay problema... yo ya he terminado por aquí —sentenció, tirando algunas vendas usadas y dejando en remojo sus utensilios quirúrgicos—. Iré a ver si vuestro amigo necesita algo.

Y tras esto se marchó, dejándoles a solas. Kusanagi la miraría entonces, apoyándose de espaldas a la pared y mirándola fijamente a los ojos una vez estuviera vestida de nuevo.

—Tú dirás.

«Aunque me hago una idea».


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[Misión Heroica-West Blue] El guardián de las estrellas - Página 2 Empty Re: [Misión Heroica-West Blue] El guardián de las estrellas {Lun 15 Jun 2020, 21:58}

El agente fue amable y salió para buscarle algo de ropa extra. No tardó demasiado en volver y, aunque el muchacho desvió la mirada, fue un acto reflejo el cubrirse con la toalla, y más reflejo fue lo de que su cara se volviera colorada. Siempre había viajado sola, y siempre había estado en su convento, no estaba nada acostumbrada a que la vieran cambiándose, al menos no estaba acostumbrada a que la vieran hombres, y mucho menos a que la trataran con cierto respeto.

Como se había molestado en llamar a la puerta no le dijo nada, pero la verdad es que agradecería un poco de privacidad.

Cuando terminó de secarse se cambió, y cuando se fue el doctor escuchó a Kusanagi. La conversación...

Salió a la vista del agente y lo miró con cierta firmeza.

Creo que sabes lo que te voy a decir —empezó, asumiendo que el agente era lo suficientemente listo y avispado como para al menos hacerse una idea de qué iba a tratar la conversación —. Sabes la religión que profeso, ¿verdad? Espero que seas consciente de lo mucho que odio mentir, y de lo doloroso que me resulta mentir, especialmente sobre este asunto —no estaba enfadada, solo molesta —. Lo encontré yo y debo mentirle en la cara. No me importa mentir sobre mi identidad pero, y estarás de acuerdo conmigo, es demasiado cruel no poder decirle nada. Hasta el pésame se siente falso. No pueden ni darle una sepultura verdadera, Kus, solo verlo es doloroso.

Aquella era básicamente la conversación que quería tener con él. Pero no acabaría exponiéndole solo lo que sentía sobre aquella necesidad de mentir al pobre Lyrio por orden del gobierno, no, quería pedirle algo en concreto. Se acercó al agente hasta quedar a un metro y algo, quería estar segura de que la miraba a los ojos.

Kus. Te lo voy a pedir por favor. Intenta no volver a obligarme a mentir en algo tan serio —pidió. Extendió la mano derecha e hizo un amago de agarrar al agente por la corbata, pero se contuvo y solo posó la mano en su pecho —. Por favor, para el futuro, ya no se puede arreglar el daño de hoy —dijo finalmente. La traducción sería algo como "intenta cambiar esa política".

Y gracias por traerme la ropa.

Lo soltó, le dejó tiempo para responderle si así lo deseaba y se dirigió a la salida de la clínica, donde les esperaba Lyrio. La lluvia ya estaba amainando, y en apenas unos minutos no quedaba rastro de la lluvia.

—¿Seguro que estás bien? Podemos llevarte a donde estés alojándote y ya está —dijo Lyrio, en un tono de preocupación. Kusanagi ya le había dicho que estaba bien, pero el muchacho aún se preocupaba.
Estoy bien, es más, comer no me vendrá nada mal —respondió —. En cuanto se nos una él podremos irnos

Kusanagi no tardaría en reunirse con ellos y, cuando estuvieran los tres, saldrían en dirección al restaurante. Después de todo, su trabajo aún no había acabado, debían protegerle hasta el final... y ese final llegaba cuando Lyrio atravesara la puerta de su propia casa. El camino hasta el local estaba bastante despejado y no le extrañaba, fuera quien fuera el responsable estaba enviando equipos pequeños pero discretos, la primera vez tres, esta vez dos... dudaba que fueran a encontrarse ningún obstáculo más.




Pasivas* a tener en cuenta:
Spoiler:


*Las habilidades pasivas y Power Ups están resumidos, en la ficha está su descripción completa.
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[Misión Heroica-West Blue] El guardián de las estrellas - Página 2 Empty Re: [Misión Heroica-West Blue] El guardián de las estrellas {Mar 16 Jun 2020, 12:14}

Su semblante se volvió serio, completamente distinto al tipo de expresiones que había mostrado a lo largo de las últimas dos misiones. Por naturaleza, el agente siempre se veía calmado y afable, algo que solo cambiaba cuando la situación requería de su entera concentración o de tratar temas serios; aquella conversación abordaría uno de ellos. Cuando la cazadora empezó, el pelirrojo tan solo asintió. El tema de conversación iba a ser Lyrio y, más concretamente, el no haber podido decirle nada sobre la muerte de su amigo. Era algo que había estado afligiendo a su compañera durante todo el día, por lo que no le pillaba por sorpresa. ¿Qué podía decir? Compartía el pensamiento de Abigail: no le gustaba en absoluto tener que mentir con esa clase de cosas, pero no tenía la autoridad o influencia suficientes como para cambiar la metodología del Cipher Pol. Comprendía por qué se hacía así pero estaba, como mínimo, igual de incómodo que ella. Quizá a otros agentes les diera igual, pero para Kusanagi no era plato de buen gusto jugar con la verdad sobre la muerte de un ser querido.

Cuando se acercó hasta él su mirada se clavó en sus ojos, aquellos orbes celestes a través de los cuales podía ver su frustración. Se apartó ligeramente de la pared al ver que se acercaba, en silencio, aunque no se esperó aquella mano en su torso. No lo había pasado por alto: su mano había amagado un agarre, pero parecía estar conteniéndose. Era la primera vez que la rubia adoptaba un perfil tan serio, lo que denotaba lo importante que era lo que le estaba diciendo... no, pidiendo.

Trató de apartarse entonces, tomando nuevamente distancia tras haberle dado las gracias por la ropa, pero la diestra del agente fue más rápida que ella. La sujetó por el antebrazo, con suavidad pero evitando que se alejara, aún sin desviar la mirada.

—Lo siento, Abi —le dijo, y esta vez se aseguró de que sus poderes impidieran que el sonido saliera de aquella sala—. Sé que no ha sido plato de buen gusto para ti y sabes bien que tampoco lo es para mí... pero las órdenes son órdenes —sentenció. Sabía que aquellas palabras no le iban a gustar en absoluto, pero no se iba a quedar ahí. No ante una petición tan sincera por su parte—. El Cipher Pol... no, el Gobierno Mundial tiene métodos con los que no estoy de acuerdo. Este tipo de mentiras tan solo son la punta del iceberg, aunque supongo que es algo que ya te habrás podido imaginar. En más de una ocasión he pensado en tirar la toalla y abandonar la agencia, y es que entre mis compañeros no hay demasiados que se opongan a estas medidas. —Soltó su brazo entonces, dejando que tomara algo de distancia si quería. Sus labios esbozaron una leve sonrisa—. Si no lo he hecho es porque sé que alguien debe cambiar las cosas; es el único motivo por el continúo siendo un agente. Escúchame bien: te prometo —e hizo hincapié en esta palabra— que haré todo lo posible para que nadie tenga que volver a hacer esto. Tienes mi palabra.

Y tras esto se apartó él, rascándose la nuca y suspirando mientras echaba un rápido vistazo a la consulta. Supuso que aquella misión no pondría fin a la colaboración de la cazadora, no todavía, pero esperaba no tener que volver a pisar aquel sitio porque la hubieran herido. Ladeó la cabeza para mirarla de reojo.

—Y no hay de qué. Lo último que necesitas es pillarte un catarro... y no te lo tomes a mal, pero preferiría no tener que seguir haciendo de enfermero —bromeó, tratando de romper el hielo y haciéndole un gesto hacia la puerta—. Ve adelantándote, Lyrio seguía preocupado por ti. Yo salgo ahora.

Unos segundos después de que Abigail saliera, el agente se uniría a ellos. Como se había imaginado, el señor Centauri insistió en que la mujer descansase, pero esta se negó. Parecía hambrienta y, no iba a mentir, él también. Acompañar al investigador hasta el restaurante fue una labor mucho más sencilla y tranquila, y es que ya no parecían tener que preocuparse por ser asaltados. La cena transcurrió con tranquilidad e incluso con ciertos ánimos, hasta que algo que no se esperaban ocurrió durante la misma: en agradecimiento, Lyrio desveló algunos datos que, por la expresión de sus rostros, ni el pelirrojo ni la rubia se esperaban. Dijo que era un secreto, pero que se lo confiaba por haber puesto su vida en riesgo para proteger la suya. Parecía que habían hecho bien su labor.

Acompañar al científico hasta su casa fue algo que no les llevó más de unos minutos y, tras un rato despidiéndose, ambos agentes volvieron al motel. Una vez en su cuarto, el pequeño den-den que tenía sobre la mesilla de noche comenzó a sonar.

—Agente Yu —sonó a través del caracolófono, con una voz artificial pero un tono inconfundible.

—Markov, señor —saludó Kusanagi, con un nerviosismo creciente en él. Era incapaz de oprimirlo cuando se trataba de su superior.

—He oído que habéis cumplido satisfactoriamente, no esperaba menos. Quería que supieras que el Cipher Pol ha decidido pagaros por ello de una forma... especial. Estoy en camino para reunirme contigo y con la señorita Mjöllnir.

—¡¿En camino, señor?! —Si ya estaba nervioso, ahora sentía miedo.

—Sí. Hemos considerado que os merecéis un «trato especial», así que voy a ir a enseñaros algo que, sin duda, os será bastante útil de aquí en adelante. De hecho, estoy bastante seguro de que tu compañera quedará satisfecha con este pago; va a poder hacer uso de él en sus trabajos habituales.

—Trato especial... —Alzó una ceja, aunque no tardó en hacer sus propias conexiones—. ¿Va a entrenarnos, señor?

—Efectivamente.

Se hizo el silencio durante unos segundos. El agente aún recordaba su proceso de instrucción a manos de Markov, y es que si bien era como un padre para él, sus adiestramientos eran famosos por ser unos de los más duros en toda la agencia. Muchos iniciados habían tirado la toalla al vérselas con él, y no era para menos: se había convertido en un filtro perfecto para distinguir entre aquellos que valían para el trabajo y aquellos que no.

—Señor, en ese caso, tengo una petición para usted —dijo repentinamente, inspirando y preparándose para ello. Pocas veces había exigido algo—. Sé que no se puede adiestrar en el arte del rokushiki a los civiles, pero Abigail ha demostrado una entrega y lealtad inusuales. Ha ido en contra de sus propios principios con tal de cumplir la misión y lo ha seguido haciendo hasta el final. Sea lo que sea que vaya a enseñarnos, señor... —Tomó aire, mentalizándose para lo que le iba a pedir—. Asegúrese de que sea algo difícil de imitar. Me da igual si eso implica adiestrarla solo a ella. Se lo ha ganado.

De nuevo el silencio, un lapso más corto, que fue interrumpido por una carcajada.

—Ignoraba que echaba tanto de menos mis entrenamientos como para pedirme endurecerlos, agente Yu —se mofó, ante lo que el parcheado suspiró con resignación—. Muy bien, dado que pareces tan convencido y que veo que es importante, pensaré en algo acorde. Tendréis noticias mías pronto.

Kusanagi sonrió, asintiendo aunque no pudieran verle.

—Sí, señor.


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