Ruffo & John vs El tribunal

Ruffo, donde has aprendido esa maniobra, de la veintena de deportes de contacto que conozco esa maniobra es ilegal en treinta y cuatro. El caso es que, si bien repeles el golpe con tus dichosas almohadillas, esto también hace que el sujeto salga parcialmente repelido y empujado en una dirección contraria a la tuya, logrando finalmente aferrar con tu cadena parte la muñeca de tu contrario, aunque eso te es suficiente como para con tu fuerza arrastrarle hacia arriba. Desafortunadamente en el último momento el hombre en un alarde de escapismo consigue sacar su miembro de tan comprometida situación y escapar poco antes de que lo impactes con la pasarela, aun así, has notado un pequeño tirón en tus cadenas, por lo que es posible que el tío se haya tenido que dejar literalmente la piel, si recoges tu arma vera como efectivamente hay un pequeño rastro de sangre que igual convendría llevar a laboratorio.

Pero gracias a tu ingeniosa maniobra evitas que el hombre te lance el abanico que pretendía, no ocurre así con la molestia humo el cual te comienza a rodear. Si lo respiras, porque digo yo que lo harás notaras cierto matiz a jazmín o a perfume oriental, sea como sea, aunque te resulte agradable olerlo, en caso de inhalarlo podrás notar que este te produce una ligera tos y puede ser que comiences a tener un pequeño ligero malestar en el cuerpo, como si estuvieras punto de coger un catarro. Aunque nada de esto te impide reunirte con tu compinche en el piso superior.

Hablando del compinche, John, no se quien será tu creador o si realmente tu cabeza funciona con una CPU, pero hay que reconocer que has tenido un atisbo de originalidad en esa táctica, aunque sea una idea completamente alocada. Decides utilizar el primer disparo para así poder utilizar tu sistema, lamentablemente para ti, hay algo que inhibe la señal de tus circuitos, y justo cuando tu brazo estaba moviendo mecánicamente te comienzan a saltar unas alertas que puedes ver por la pantalla de tu ojo.

-Segmentation error: leak check : line 3000, cant process signal over…, junto a un chorro  de texto hablando acerca de una frecuencia. Hay que joderse, porque de no ser por eso, seguramente hubieras podido perforar ambas piernas. Por lo que te ves abocado a tomar el control manual en el último instante y a fiarte una vez de tu faceta humana, que al igual que aquel eslogan de desodorantes: “nunca te abandona”.

Aún con estas, consigues que tu segundo disparo fruto de la osadía, impáctala en el objetivo, ya que oyes un aullido de dolor haciendo más patenta que no se trata de otra cosa que una mujer ¿No será acaso tu amada?. Aunque hablando de dolor, no te veo en tu mejor momento, no se cuan rápido sangraras, pero acabas de ponerte un contador en tu contra, así que yo que tu andaría con más cuidado a partir de ahora, aunque supongo que tu eres más de los que dicen “quien no arriesga no gana”.
Vuelven a pasar varios segundos sin que consigáis detectar la presencia de los dos asesinos, quien sabe a lo mejor ellos han decido hacer piña también, lo cual no sería de extrañar, siendo una pareja de asesinos.
-Sea como sea al cabo de unos segundos percibís una pequeña premonición, un destello que os fulminará a ambos y recorrerá toda la pasarela, el destello serán al menso una decena de balas las cuales os amenazan de cuello para abajo y abarcan, en cuanto so apartéis si lo hacéis de la trayectoria de las balas, la pistola apuntará de nuevo a Ruffo la cual te seguirá disparando otra tanda de balas, pareciendo casi que con al forma de apuntar están tratando de separarte de tu compañero.

Simultáneamente a esta segunda tanda de disparos, al otro lado de la pasarela, una sombra aparecerá cayendo desde una altura superior y te tratará de propinar una patada en la cabeza John posiblemente aislado. Tras lo cual continuará con una kata de golpes propinados por lo que parece ser una katana oriental empuñada con su diestra que amenazarán con cercenarte los brazos. Finalizada la estocada, tajo ascendente y descendente, tratará de enlazar con un cabezazo a la vez que intenta clavarte una hoja oculta en su guantelete izquierdo a la altura del torso. Afortunadamente tu intuición te advierte con aproximadamente un segundo de antelación, por lo que tal vez tengas chances de salir de esta, si eres inteligente.  Tras esto ambos agentes se moverán en silencio y se tratarán de fundir con las sombras, tal vez sería una buena idea tratar de generar una pequeña ventaja, o mejor dicho, quitarse alguna desventaja. Ya que esa maquinaria sigue moviéndose por algo, y dudo que Armonia o su gente sean magos.

¿cómo funcamos?:

La cosa estaba jodida y en su contra. Tenía el otro brazo casi inutilizado, sin poder mover los dedos a excepción del pulgar. Su pierna había sido perforada y tenía una bala en su interior. Antes de poder hacer nada, en cambio, tuvo una extraña premonición. La sensación de que, si se quedaba allí mucho tiempo más, iba a morir de una forma bastante horrible. Sin embargo, antes de poder hacer nada, Ruffo pareció utilizar su poder para protegerles creando una especie de cúpula a su alrededor y diciéndole que tratara esa herida. Sin embargo, antes de que lo dijese, John ya había empezado.

Guardó la pistola de nuevo en su cartuchera para tener su mano buena libre. Entonces sacó la hoja oculta de la palma de la mano metálica, que como había comprobado antes todavía funcionaba, y la metió en la herida de bala. Salió sangre y el vaquero soportó el dolor tanto como sus implantes se lo permitían. Utilizando la hoja, sacó la bala de su interior. Por suerte su recubrimiento metálico evitó que la herida aumentase de tamaño, aunque si que debió aumentar un milímetro su profundidad. La bala cayó al suelo en un ruido metálico. Entonces, de un tirón, se arrancó la manga de su camisa.

Rodeó su pierna y la ató en un fuerte y apretado torniquete para detener el sangrado. No le dolía demasiado debido a su resistencia y sus implantes, pero no podía dejarse llevar por si le dolía o no. Tal vez así aguantase unos minutos más. Volvió a desenfundar la pistola y dio la señal. Ruffo saltó hacia delante enseguida, atacando, mientras que John se quedó atrás buscando alguna cobertura desde la cual disparar y recargar, mientras que disparaba hacia la primera presencia que no fuese Ruffo que detectase. Todo iba en su contra, pero no tenía pensado rendirse. No le habían programado para ello.

Una vez más Ruffo gracias a tu peculiar técnica, consigues repeler todos los disparos que os amenazaban con dejaros como un colador, y todo esto sin tan siquiera separarte de tu compañero, me da que John te va a tener que invitar a alago una vez que salgáis de esta, si salís claro.  Los disparos que te habían lanzado son repelidos en múltiples direcciones, cada cual más caótica que el anterior, por lo que no sería raro que alguno de los disparos hubiera dado al hombre que los percuto, aunque en esta ocasión no oís quejido alguno.

Por cierto, John, gracias a tu pulso mecánico y a tu sangre fría lograr sacarte el proyectil y hacerte ese remiendo, imagino que ahora podrás mover la extremidad con mayor facilidad, aunque no se hasta que punto no habría sido mejor tener algo que obstruyera la sangre.

Cuando terminar Ruffo, deshaces la burbuja y lanzas múltiples proyecciones a las zonas que te van guiando tu ambición, aunque solo consigues detectar a ratos a la pistolera, la cual no parece tener tanta amabilidad como su compañero en lo que respecta a su ocultación. Entre lo que realizas tu ataque podéis escuchar claramente como la mujer esta corriendo por la pasarela desde la que avistasteis los disparos. Lo que no sabes, puesto que la oscuridad ampara a la asesina, pero tienes la fortuna de impactar dos burbujas, es que dos de esas le han impactado en su hombro malo y en una zona cercana en la espalda, desgarrando parte de su traje y de su piel, siendo el primero el que se ha llevado la peor parte del golpe.

Pero mientras os centrabais en la mujer, o vuestras heridas, el hombre que en vista de que no que su compañera no había logrado separaros, defiende a la pasarela y lanza varios abanicos de cuchillas a John con el objetivo de que este no le dispare o de hacerlo, que no lo haga de una forma cómoda y a razón de verse atravesado por una decena de hojas con aspecto de plumas plateadas. Tras ese ataque, el hombre desenfunda lo que parece una de sus katanas, y sin mucha complicación lanza un corte que se dirige hacía unos diez metros de donde están tus pies Ruffo (cortándote por las rodillas), aunque en la trayectoria también esta tu pecho John. La onda es algo más lenta que vuestras “patadas cortantes” pero también parece más intensa. Aún así la onda esconde un propósito más oscuro, ya que el hombre realiza otra similar cerca de sus pies, cortando la pasarela por la mitad y haciendo que esta ceda a unos escasos tres metros de donde os encontráis, convirtiéndose en una rampa antes de caer precipitadamente hacia el suelo de la estancia, el cual no lográis a alcanzar a ver.

En caso de que tratéis de saltar a una pasarela adyacente o simplemente caigáis con la pasarela, la mujer, algo más recompuesta os dará una salva de diez disparos aprovechando o bien la vulnerabilidad de vuestro salto o la de vuestra caída desde un piso superior al que os disparo la vez anterior.

Ahora estáis juntos, por lo que deberías ser menos vulnerables a una confrontación directa, por cierto, tal vez deberías buscar la llave que gire las tornas de esta situación, la cual puede que este clavada en algún elemento del escenario, tal vez un panel, aunque claro como suelen decir en estos casos, quien no busca, no encuentra. Aunque cuidado con como usas vuestras ambiciones, ya que dado el caso podrán fallar en el peor de los instantes, usar vuestra concentración con cabeza.

Por suerte en aquel combate el vaquero tenía la ayuda de su compañero que parecía tener unos poderes y habilidades más vistosas que las suyas, que se centraban en simplemente apuntar y disparar. Al menos por ahora. Aprovechó los momentos en los que Ruffo le cubrió para recargar las balas que ya había gastado de la pistola. Aquellos abanicos que habían lanzado fueron detenidos por las cadenas del agente, aunque uno de ellos simplemente se desvió y consiguió cortar la piel sintética que cubría el cráneo metálico de John. El corte, que iba desde su nariz hasta su sien, pasando por su pómulo bajo el ojo, se abrió mostrando bajo la piel el brillante acero que lo protegía.

Se agarró a Ruffo tal como dijo, utilizando el pulgar de su mano metálica. Le costaba más agarrarse, al no poder mover del todo bien el resto de los dedos por culpa del disparo, pero fue un agarre lo suficientemente fuerte como para poder utilizar al otro agente de punto de apoyo para poder disparar mejor. Estiró el otro brazo apuntando de nuevo a las presencias que no eran Ruffo, concretamente a los puntos bajos para poder acertar en sus piernas. Tarde o temprano tendrían tantas balas en las mismas que no podrían caminar más. O eso esperaba. Tras disparar se dirigió a Ruffo.

—Hay que buscar algo, tal vez haya algún interruptor o un panel para encender las luces. Esto es una locura y ni siquiera sé si va a funcionar, pero... Tampoco nos queda otra.

Buscó volver a acceder a aquella habilidad que había conseguido, detectando aquellas presencias. Sin embargo, buscó utilizarla de otra forma. Hasta ahora se había empeñado en separar su lado mecánico de su lado humano, pero tal vez aquella no era la solución. Tal vez debía unir ambos. Se concentró en su propio cuerpo, en la energía que corría por sus circuitos, tal vez buscando ser capaz de detectarla con aquella nueva habilidad. Tal vez, solo tal vez, si era capaz de ver la misma tal vez podría sentir la energía correr entre los cables que podría haber a sus alrededores. Cables de energía que llevarían hacia un panel de control de las luces para poder encenderlas de una vez por todas.

El plan de las cadenas te vuelve a funcionar bastante bien Ruffo, ciertamente tienes entre manos un arma igual de confiable que tus almohadillas y gracias a tu audaz maniobra logras dar una posición relativamente cómoda a John de disparo. John tú por tú lado no desaprovechas tu oportunidad y disparas guiándote por tu ambición.

Aún así se acumulan varias desventajas, un poder recién descubierto, una posición que si bien es plausible no es idónea y la no por menos importante destreza de tus oponentes, por el ruino, o mejor dicho por la ausencia de este te aventuras a decir que has dado un disparo, aunque como viene siendo habitual no percibes el lugar exacto de donde has perpetrado el disparo. Lo que no podéis hacer nada es evitar la lluvia de fuego que cae sobre vosotros, aunque tal vez gracias al leve balanceo de la cadena lográis evitar una consecuencia letal, a ti Ruffo te da un disparo en el hombro y otro en el antebrazo, mientras que a ti Jonh dado que estas apoyado en Ruffo solo te roza una de las balas por cerca del honmbro dejándote una herida más para la colección, espero que a tu chica le gusten los robots con cicatrices.

Pero no desesperes, pues en ocasiones son cuanto más presión se tiene cuando la verdadera sale a flor de piel, y es que en tu caso consigues bien por suerte o bien por tu extraña naturaleza despertar algo inédito y completamente genuino, y es que sientes por todo tu cuerpo la electricidad de un circuito de una máquina que se encuentra al fondo de una pasarela.

El inicio de la pasarela la podéis intuir perfectamente pese a la prueba de agilidad que estáis realizando y este conduce a una especie de panel iluminado tan solo por una rojiza luz de emergencia, la cual por un azar del destino os muestra que hay una llaveen un panel de mandos al lado de una palanca de mano bajada. Si os aproximarais veréis que se trata del panel de control de la sala en la que os encontráis, de hecho, los elementos que he mencionado parecen indispensables para restaurar el sistema eléctrico del lugar y con ello dar un poco de luz al asunto en el que estáis inmersos.

Pero al parecer vuestros amigos no os van a poner un camino de rosas, ya que la mujer desde una nueva posición, aunque no muy alejada de la primera, descarga otra salva de diez disparos a todo aquel que cruce la escalera, aunque esta vez procura apuntar de las piernas para abajo. Mientras que el hombre se abalanzará sobre el primero que trate de cruzar la pasarela tratando de darle un primer tajo, tratando de golpear con la primera de sus hojas duales a la altura del cuello para posteriormente propinar otro tajo horizontal a la altura del pecho, tratando de finalizar la maniobra con una de las que sus más habituales piruetas hacia atrás, lanzando un par de cuchillas.

Hagaís lo que hagaís tener mucho cuidado.

―¿En esa luz roja? ―pregunté a mi compañero una vez me informó de lo que creía haber identificado. No tenía demasiado claro cómo lo había hecho, pero quedaba claro que aquello era lo que nos permitiría afrontar aquella situación con mayores posibilidades de éxito―. Yo me encargo ―dije, consciente de que los disparos que había recibido me lo dificultarían notablemente. Mi sangre había manchado la pasarela después de que mi cuerpo fuese perforado en dos lugares diferentes, obligándome a gritar de puro dolor.

Fuera como fuese, no era momento para detenerme a valorar mis heridas. Ya podría hacerlo cuando todo aquello concluyese si todo salía bien. Confiando en que John me cubriese durante mi movimiento, me lancé hacia delante dispuesto a accionar el mecanismo del panel eléctrico. Sin embargo, no cabía esperar que nos permitiesen hacerlo sin más. Escuché el sonido de los disparos apenas hube dado los primeros pasos, obligándome a detenerme para, de nuevo, hacer girar mi cadena como una hélice frente a mí.

El sonido metálico me indicó que había acertado a interceptar varias balas, pero un nuevo y lacerante dolor recorrió mi muslo derecho y mi pierna izquierda, obligándome a hincar la rodilla. La tiradora había revelado su posición, por lo que tal vez John pudiese abatirla si hacía gala de la excelente precisión que no dudaba atesoraba.

Por otro lado, mis problemas no acababan ahí. Pude apreciar a mi rival directo en cuanto se encontró suficientemente cerca. Empleé una de mis almohadillas para frenar en seco uno de los cortes, el que pretendía segar mi cuello y dejarme allí como un cadáver. Al segundo sólo pude reaccionar reculando un par de pesos, pero nada impidió que un tajo no demasiado profundo pasase a adornar mi torso. Con cuatro disparos encima aquello resultaba casi insignificante, aunque no podía negar que un violento escozor recorría mi pecho en casi toda su extensión.

Antes de que tuviese oportunidad de responder volvió a esfumarse, lanzando dos nuevas dagas hacia mí. Me había comenzado a mover, de modo que una de ellas erró para impactar en la propia pasarela. La segunda, por el contrario, se clavó en mi costado y me hizo gemir una vez más. ¿Cuántas heridas me iban a causar aquel día? De cualquier modo, el panel de control no se encontraba demasiado lejos de mí y nada se interponía entre nosotros.

Me sobrepuse al infernal dolor como pude, recorriendo los últimos metros con toda la velocidad que pude para tantear las palancas y botones que poblaban el panel. Lo hice hasta que creí encontrar la palanca que permitiría devolver la luz a la zona. Tal vez así pudiésemos exponer mejor la localización de los misteriosos sujetos. No me lo pensé y la accioné, rezando para que John no se hubiese equivocado en su apreciación.

—¡Al fondo, esa luz roja! Hay un aparato, puede ser el que nos permita encender las luces—exclamó sin perder el tiempo.

Ruffo, casi como si hubiese sabido desde antes lo que iba a decir, se puso en marcha. El cyborg lo siguió desde muy cerca. Ruffo era quien estaba recibiendo la mayoría de ataques, quedando John como una especie de apoyo en la retaguardia, disparando cuando hacía falta. Si aquel era su rol, aquello era lo que iba a hacer. El vaquero, como agente del cipher pol que era, sabía lo que era luchar desde el sigilo, utilizando las sombras de aquella manera. Y, como tirador que era, lo odiaba. Pues disparar significaba revelar tu posición al adversario si no lo conseguías matar o si había más de uno. Y aquello había hecho aquel asesino al disparar a Ruffo.

Se asomó desde detrás suya por su izquierda en cuanto disparó y pudo localizar su posición. Disparó tres balas en aquella dirección todo lo rápido que pudo, esperando dar en algún punto vital. Sin embargo, el salir de detrás de Ruffo hizo que recibiese una bala en el hombro, que lo empujó ligeramente hacia atrás. El vaquero apretó los dientes. A él le habían criado explicándole que era incapaz de sentir dolor, y si bien aquello no era del todo cierto, pues John tenía más de humano de lo que el Profesor le había contado, la mente era capaz de hacer maravillas.

John interpretaba el dolor como poco más que una molestia. No podía ignorarlo del todo como si no existiese, pero no era suficiente como para hacerle plantearse siquiera el detenerse. No lo iba a hacer, tuviese un balazo, dos o tres. El otro asesino atacó a Ruffo desde más cerca, a lo cual el vaquero buscó aprovechar aquella cercanía, donde le era más fácil ver donde estaba su enemigo. Con velocidad disparó, de nuevo asomándose desde detrás de Ruffo, y apuntando a la cabeza del asesino que lo había atacado, buscando acabar con él de una vez por todas.

Siguió pegado a Ruffo mientras este se acercaba, malherido, a aquel panel de control. En cuanto llegó a este se dio la vuelta, pegando su espalda a la suya y, en el instante en que las luces se encendiesen, dispararía a la cabeza del primer asesino que viese que continuase con vida.

Haces una carga heroica como pocas Ruffo, y si bien es cierto que no salen indemne. consigues llevar a cabo con la tarea que te has cargado a la espalda y consigues accionar la palanca, tras lo cual escuchas el sonido de algo apagándose, lentamente veis como toda la maquinaria se detiene y toda la cadena de montaje se detiene a los pocos segundos. Acto seguido, escuchas el sonido de arranque, efectivamente acabas de iniciar un reinicio que ilumina a toda la sala y no deja lugar a la penumbra.

Tu por tui parte John consigues responder al fuego cruzado, cuando la luz se enciende de nuevo ves el estado de la mujer la cual tiene disparos en una pierna, torso y una zona entre el pecho en el hombro, estando en una condición casi igual de penosa que la tuya. La mujer esta dejando un reguero de sangre tras la cobertura en la que se encuentra, no sabrías decir si está muerta o al borde de esta, pero puedes estar seguro de que no os dará problemas.

Por último, el otro asesino, veis como lentamente se comienza a transformar en una especie de monstruo alado, un murciélago para ser exactos. Este comienza a sobrevaloras entre el entramado de pasarelas con gran gracilidad y se dirige hacia su compañera, si nadie se lo impide, la tomará y tratará de agarrarla entre sus piernas antes de comenzar a volar tras lo cual intentará abandonar el lugar dirigiéndose a gran velocidad hacia el pasillo por donde entrasteis, y un detalle aún más importante, en las mano de la mujer podéis ver una especie de cilindro con un botón, la mujer que baila entre la inconsciencia y conciencia podría pulsarlo en cualquier momento y por cierto John gracias a tu extraño nuevo don detectas una serie de cargas dispuestas por todo el recinto.

Espero que aún os queden algo de energías para terminar la faena, pero sonreír, pues las tornas parecen estar a vuestro favor.

La luz volvió por fin. Sus ojos se ajustaron a la nueva luz para ver como una de los asesinos se arrastraba por el suelo, malherida y sangrando por los disparos dados por el vaquero. El otro, en cambio, empezó a cambiar de forma hasta convertirse en una horrible rata voladora que iba dispuesta a salvar a su compañera. El vaquero preparó el tambor de su revólver para disparar y dio un rápido tiro apuntando a sus alas para agujerear sus membranas y evitar que pudiese volar. Entonces empezó a correr con una ligera cojera, intentando ignorar por completo el dolor que sentía en el disparo de la pierna, hacia la mujer malherida.

Llegó justo al mismo tiempo que el murciélago y lo embistió con el hombro, para alejarlo de la mujer, reincorporándose enseguida.

—¡Ve a por él! —le gritó a Ruffo. Sabía que el otro agente había recibido más daño y seguramente se merecía más méritos, pero el vaquero había visto algo y no podía alejarse de la mujer.

Le pisó la muñeca con fuerza, del mismo brazo de la mano que portaba aquello que parecía ser un detonador. Se agachó y se lo quitó de la mano como pudo, al poder mover tan solo el pulgar de su mano metálica, sin dejar de pisarle la muñeca, y lo observó. Tal vez le sirviese para ver como podría desactivar los explosivos que detectaba. Sin siquiera mirarla a los ojos, giró la pistola alrededor de su dedo, apuntó a la frente de la mujer en el suelo y disparó la que esperaba fuese la última bala del día. Entonces volvió a girar el arma alrededor de su dedo en una exhibición de habilidad justo antes de dejarla caer en su cartuchera para guardarla.

—Dame un respiro... —dijo llevándose un puro a la boca y encendiéndolo. Entonces miró a Ruffo, para ver si ya había acabado con la rata voladora, y ayudarle en lo necesario.

¡Luz! No podía creerlo; al fin veía lo que había a más de medio metro de mí. Desprovista del refugio de la oscuridad, la pareja que tantos problemas nos había estado causando no se antojaba como una amenaza tan grande.

John había visto a la perfección el movimiento del... ¿murciélago? y había disparado en dirección a sus membranas para frustrar la acción. Desconocía cuál sería el siguiente paso del que se acababa de convertir de nuevo en mi oponente en exclusividad, pero lo cierto era que no pensaba darle tiempo para que elaborase un plan de acción alternativo.

Cojeando y malherido, me lancé hacia él en un intento de anticipar su trayectoria. No necesitaba llegar a una distancia que me permitiese combatir cuerpo a cuerpo; sólo situarlo al alcance de mi acero. Siendo consciente de todo lo que nos rodeaba, medir las repercusiones de una hipotética explosión para evitar morir sepultados por toneladas de acero resultaba algo bastante más abordable.

Con esa idea en mente, agité mi cadena durante mi desplazamiento y la arrojé en su dirección. No era preciso darle; únicamente que el último eslabón no se hayase demasiado lejos de él en el momento en que tuviese lugar la detonación. Canalicé mi energía a través de Chain of Destiny en el momento preciso, produciendo una explosión medida que, si bien seguramente no estaría libre de causar algún daño colateral, debería ser insuficiente para echar abajo la estructura. En cuanto al bicho volador, lo cierto es que no podía decir lo mismo acerca de los daños que esperaba sufriese.

John te mueves bastante bien ignorando el dolor como buenamente puedes, y si bien los disparos no parecen ser suficientes como para que la criatura deje de volar, si conisgues detenerla lo suficiente como para placarla y separarla de tu compañero, aunque le llevas alguna que otra marca de regalo, ya que en comparación con ese hombre lo tuyo no es el cuerpo a cuerpo.

Afortunadamente para ti Ruffo ataca con sus habituales cadenas, el cual le propina un golpe con su cadena que lo arroja varios metros lejos, salvando a ambos de la detonación del último eslabón de la cadena, sepultándolo bajo un amasijo de hierros. De forma más o menos simultanea John logra perpetrar un tiro entre ceja y ceja a la asesina dando buena cuenta de su vida.

Las cargas continúan situadas y con el estropicio que habéis originado, no sería de extrañar que tuvierais que marcharos lo más raudo posible, aunque, por cierto, si todavía tenéis algo de humanidad tal vez no estaría de más que tomarais al desmayando murciélago, después de todo es posible que tengáis muchas preguntas que requieran de cierta respuesta. Aún así la situación es delicada, por lo que nadie os puede culpar de lo que ocurra ahí, tenéis la información de las investigaciones y habéis protegido las instalaciones lo mejor que habéis podido, por lo que nada ni nadie os puede recriminar algo.

decidaís lo que decidaís, podreís volver de regreso al tren sin ningún tipo de percance, a vuestro regreso vereís como vuestra compañera Ellie se encuentra desmallada en el vagón enfermeria y esta siendo tratada de varias heridas y un veneno bastante potente. Respecto al resto de frente, por lo que escuchaís, la operación ha sido todo un exito por lo que parece que no hay demasiada prisa en cuanto a la elaboración de vuestros informes, por lo que tal vez, y una vez qos traten la heridas, queráis disfrutar de un más que merecido descanso.