Entre perdón y justicia [Moderado 6]

Las alarmas están encendidas, en un movimiento rotatorio de luces rojas y naranjas que van iluminando la sala a ratos, una de las cargas que habías colocado a detonado de la propia acción frenética sin que os haya afectado. Lamentablemente, las plataformas por las que discurre vuestra peculiar cacería no han sufrido la misma suerte, aún así, aún queda mucho perímetro por el que seguir peleando y moverse.

Pero retomemos donde lo habíamos dejado, Alain había propinado una patada a Giotto la cual encaja en lo que parece ser una leve relajación del agente, golpeándole el costado y propinando que salgas volando una serie de metros, tal vez deberías encontrar una forma de frenar antes de que te alejes más o te estampes contra unas de las paredes, aunque claro, eres usuario, aunque la velocidad a la que viajas si es un problema. Ahora pasamos a ti Kus, si bien tu corte es un movimiento inteligente te olvidas de un pequeño detalle, y es que la plataforma sobre la que estabais es de rendija, por lo que algunos de los haces chocan con la plataforma y se desvían, otros rebotan y algunos se filtran a través de la rendija traspasando y rozándote dos de los haces, uno en el rostro y otro en el hombro. No se si habrás recibido alguna vez un disparo, pero es una sensación muy similar a la de un disparo con una bala al rojo vivo. Si bien la herida de la mejilla no debería ser un problema, la del hombro puede que te perjudique un poco durante el resto del enfrentamiento.

Por último, la plataforma desciende peligrosamente sobre el revolucionario, el cual vuelve a desvanecerse en esa “soru masterizado” apartándose la trayectoria de la plataforma, la cual cae sobre dónde estaba anteriormente arrastrando el suelo donde se estaba situando y obligándolo a saltar a una planta adyacente. Lamentablemente, esta vez apenas tiene tiempo justo como para girarse a encarar el dúo de ondas de fuego que has lanzado. Y en un ejercicio de maestría digna de un oficial, logra atizar a la primera para desviarla con una potente onda de choque con su izquierda y desviar la segunda con un movimiento similar, aunque con un movimiento más pulcro y menos acerado que el primero, en este segundo movimiento percibes un sonido metálico, similar al que habría sonado si alguien hubiera detenido la onda con una especie de espada o acero ¿Tal vez deberías fijarte más parta averiguar el origen?

Tal vez sea un ciborg, aún así, el primer tajo a originado un pequeño arañazo en su mano derecha, de la cual comienza a brotar líquido rojo. El oficial aprieta y abre su mano, como comprobando que efectivamente puede moverla al completo antes de desaparecer ante vuestros ojos, en tu caso pelirrojo, escucharás un zumbido a tu espalda al medio segundo, tal vez incluso menos. Si logras girarte, verás que se trata del oficial, el cual con su puño en alto y imbuido en un color negro se a posicionado a tu espalda, aunque de estar usando mantra, tal vez tengas un segundo y unas milésimas a tu favor, aunque es muy probable que incluso con esas tengas dificultades de evadirlo al completo.

-Silver Chariot- murmura antes de lanzar un puñetazo el cual dibuja una extraña fuerza a su alrededor. Del golpe surgirá una onda de choque tremebunda, con una potencia lo suficientemente fuerte como para reventar el casco de un galeón por completo, tras propinar el golpe el castaño retrocederá en una caída hasta caer encima de una plataforma o cualquier sitio de apoyo, aunque en la caída parece estar preparando algo, ya que el tintineo se vuelve a oír..

No sabes quien a entrenado a este tipo, pero es muy posible que tengas que pedirle un par de consejos, después de todo, ha forjado a un verdadero héroe, uno al cual parece que le quedan un par de trucos debajo de esa camisa suya.

La intermitencia de la ruidosa alarma de aquella fábrica comenzó a sonar, emitiendo un sonido agudo que, en el peor de los casos, atraería a la guardia de aquel delincuente con el que gobierno había hecho un pacto de no agresión otorgándole el título de Shichibukai. El bueno de Giotto, aunque para su compañero seguramente ya era algo extremista, seguía sin ser capaz de entender porque el gobierno permitía que unos delincuentes camparan a sus anchas en sus distintos territorios. ¿Para qué? Quizás Alain tenía razón y el gobierno necesitaba un cambio, pero esa transformación debía darse desde dentro y el revolucionario era otro cáncer que extirpar.

Entretanto, Alain golpeó su cuerpo de lleno, sin tan siquiera poder defenderse, más allá de intentar adoptar una postura en la que la patada fuera menos dolorosa, aunque sin mucho éxito. La patada se incrustó en los músculos de Giotto, enviándole por los aires varios metros.

El rubio tuvo que actuar rápido, así que convirtió todas y cada una de las células de su cuerpo en puro fuego, convirtiéndose en su forma elemental y desplazándose hacia una de las plataformas situadas algo más abajo. Desde allí tenía una perspectiva perfecta, tanto de Kusanagi como de Alain, y tan solo tenía que esperar al momento propicio para actuar. «Para derrotar a este individuo vamos a tener que tomárnoslo en serio», se dijo con seriedad.

Nuevamente volvió a desaparecer de la vista de todos. «Que incordio de tío», pensó con indignación. Giotto estaba cansado de que usara siempre la misma maniobra: desaparecer, aparecer y golpear. «Parece más un agente del gobierno novato que acaba de aprender su segundo kenpo que un soldado experimentado. Pero lo peor es que parece funcionarle».

El agente también desapareció, descendiendo a una plataforma inferior, esperando que Kusanagi hubiera salido de aquel ataque tan devastador. Por su parte, del cuerpo de Giotto emergieron una gran cantidad de motas fosforescentes que se esparcieron en un amplio radio de veinte metros.

—Pioggia di fuoco —murmuró, abalanzándose rápidamente hacia Alain.

Una vez frente a él haría el amago de golpearlo con la izquierda para buscar que le bloqueara o esquivara, para engancharlo con su derecha y darle un rodillazo en la boca del estómago, del cual emergería una gran cantidad de fuego para quemarlo.

Todo apuntaba a que la estrategia del pelirrojo funcionaría a la perfección: la plataforma se precipitaba sobre Alain a un ritmo vertiginoso, con él mismo utilizando uno de los fragmentos a modo de cobertura, dispuesto a responder rápidamente una vez el rebelde tratara de escabullirse. Sin embargo y tal vez por lo concentrado que estaba en seguir los veloces movimientos de su oponente, Kusanagi había pasado pro alto el detalle de que la superficie de las plataformas no era más que un entramado de rejillas; es decir, que su función como cobertura resultaría ineficiente. Los haces de luz que perforaron su piel dieron buena cuenta de ello, sirviéndole de aviso.

Apretó los dientes para contener un quejido, manteniéndose en el aire mientras buscaba al oficial con la mirada. Lo había perdido de vista tan solo por un instante, pero hasta eso resultaba más que suficiente en su situación: estaban frente a un adversario formidable. Sus propios instintos le avisaron del peligro que se cernía sobre él, algo que también pudo detectar gracias al zumbido que se había producido a su espalda. Giró sobre sí mismo con rapidez, tan solo para cruzar su mirada con la del revolucionario, quien ya se abalanzaba contra él para asestarle su mejor golpe y borrarlo de la ecuación que intentaban resolver. Un segundo fue cuanto tuvo para responder. Su cuerpo se desmaterializo, explotando en todas direcciones para formar un aluvión de ondas sónicas que se dispersaron, separándose unas de otras y dejando que el puñetazo de Alain pasara entre ellas y, así, también la potencia de su golpe. Segundos después, el agente recompondría su cuerpo a una distancia prudencial, materializándose en pie sobre una de las plataformas, aún empuñando la espada de Nick.

—Eso ha ido por un pelo —murmuró, más para sí mismo que con la intención de que alguien lo escuchara.

Era la primera vez que hacía uso de aquella cualidad de su fruta, la cual le confería la capacidad de librarse hasta de aquellos golpes que iban imbuidos con la voluntad de sus adversarios. Pese a ello, había tocado de cerca la derrota. ¿Cómo podía un hombre demostrar semejante agilidad y a su vez poseer tan extraordinaria fuerza? Las capacidades de Alain seguían siendo un enigma, aunque la idea de que contara con algún tipo de implante seguía en su cabeza. Quizá no en el brazo, pues le había visto sangrar un momento antes.

Fue entonces que Giotto pasó a la ofensiva, pero el rebelde ya se encontraba preparando su siguiente movimiento: el tintineo volvía a sonar una vez más con el castaño como epicentro. Sentía curiosidad, pero no dejaría que esta pusiera en peligro a su compañero. De este modo, concentrándose en la propia posición del oficial, configuró una fuente de sonido externa junto a la cabeza del revolucionario, la cual produciría un sonido tan agudo e intenso —y únicamente perceptible por él— que esperaba sirviera para doblegarlo, dándole así a su compañero el tiempo que necesitaba.

Un control como aquel del sonido requeriría de toda su concentración, de modo que se vio incapaz de hacer nada más. Debían aprovechar su superioridad numérica si querían salir victoriosos... antes de que los secuaces del Shichibukai hicieran acto de presencia.