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Preparaciones para un reencuentro Empty Preparaciones para un reencuentro {Miér 15 Mar 2023 - 23:57}

Tras un rato de búsqueda de huellas y de olfateo de Hayato, apenas había podido encontrar un par de huellas que salían de la ciudad y que parecían dirigirse por fuera del camino, como si fuesen a rodear la ciudad. Me incorporé y saqué unos billetes que le entregué al chico por haberme dado aquella información, era dinero para disfrutar de un par de comidas en aquella ciudad.

Me despedí del chico y comencé a avanzar siguiendo las huellas que había encontrado. Me iba moviendo rápido para intentar alcanzar lo antes posible al dueño de las huellas y sacarle información. Sin embargo, también avanzaba con cuidado para no perder el rastro o equivocarme con otro que allí pudiese haber similar. Según avanzaba comencé a notar un olor que posiblemente fuese de mi presa, en el momento en el que comencé a notarlo, comencé a avanzar de forma más precavida e intenté aguzar mis sentidos todo lo que pude para tener alguna pista más.

Seguí las huellas y el olor durante unos cincuenta metros más antes de que estas volviesen a entrar en la ciudad. A diferencia de la calle por la que había salido que era bastante bulliciosa, esta estaba casi desierta y el olor que notaba era bastante homogéneo y no demasiado agradable. Me recordaba a un olor como a carne en mal estado o cuando estaban limpiando tripas de algún animal o similar.

Seguir el rastro se me hizo bastante complicado y me movía más despacio parando y olfateando cada poco tiempo. Notaba como un montón de gente se me quedaba mirando, sobre todo cuando me agachaba a mirar el suelo e intentar oler algo. De pronto un tipo se acercó a mí justo cuando me incorporaba tras comprobar el rastro. Era un poco más bajo que yo y tenía unas pintas bastante desaliñadas.

-Eh, estas poniendo nerviosos al personal – dijo mientras señalaba a la gente que había alrededor –. Lárgate antes de meterte en problemas. – Acompañó estas palabras con unos toques de sus sucios dedos en mi pecho.

Sin decir ni una palabra le miré directamente a los ojos y pude notar que al contrario que mucha gente me sostuvo la mirada sin decir nada. Tras unos segundos giré hacia un lado y comencé a caminar por un pequeño callejón del que había notado el olor que rastreaba. Apenas entraba en el callejón cuando noté un olor familiar, era débil, pero sin duda había pasado por allí Hayato. Cerré los ojos y me centré en el olfato y el oído para ver de dónde provenía su olor. Pude escuchar como unos pasos se acercaban a mí y a la vez se desenvainaba una espada detrás de mí.

Me giré mi miré hacia dónde venían los pasos. El tipo de antes se acercaba con cara de pocos amigos y tenía claramente intenciones hostiles contra mí. La luz era escasa, pero me permitió ver que el arma que usaba no estaba en condiciones para combatir.

-Lárgate y déjame con mis asuntos, cuando los resuelva me iré sin causar problemas – Le dije llevando mi mano izquierda a la vaina de mi katana para prepararme para atacar si era necesario.

-Si hubieses hecho caso a la primera esto se podría haber evitado.

Se preparó y me lanzó un golpe descendente. Justo cuando comenzaba a bajar su arma di un paso hacia él y levanté el antebrazo derecho hacia el arma de mi atacante. Al haber tenido poco recorrido el impacto fue mucho menor de lo esperado por él y la armadura de mi antebrazo lo pudo soportar sin mucho problema. Tras un par de segundos haciendo ambos fuerza por ver quien ganaba el choque, el tipo aquel retrocedió un par de pasos.

-Te recomiendo que te retires, tras esto deberías haber notado que no puedes contra mí – le dije llevando mi mano derecha a la empuñadura de mi arma.

Noté que por un instante el tipo aquel dudó, sin embargo, se lanzó de nuevo al combate. Preparado como estaban en lo que el recortaba la distancia que nos separaba desenvainé y bloqueé su ataque, esta vez un golpe lateral sin ningún problema. Viendo que aquel tipo no se detendría, nada más notar que la fuerza de su ataque se reducía tras el bloqueo realicé un giro completo mientras me agachaba. Cuando lo hice intenté cortar por la mitad a aquel sujeto quien dio un paso hacia atrás.

Retrocedí un par de pasos y me coloqué en posición para empezar a tomar la iniciativa del combate. Pero no fue necesario. El hombre cayó de rodillas al suelo dejando caer su arma a un lado mientras se llevaba las manos al abdomen. Estas se empaparon de sangre, parecía que mi ataque había resultado efectivo.

-Te lo advertí – le dije retomando una postura normal y envainando el arma de nuevo.

El tipo aquel intentó levantarse nuevamente, pero con la herida que le había provocado le estaba resultando imposible, como si para levantarse tuviese que sujetarse bien la herida. Ignorándole al ver que no podía hacer nada más. Volví a mi cometido de encontrar a Hayato. Volví a centrarme en el olfato y el oído y cuando noté el olor comencé a seguirlo.

El rastro me guio por varias callejuelas del mismo aspecto asqueroso que el callejón en el que me había enfrentado al bandido aquel. El olor me llevó hasta una casa que su fachada estaba bastante estropeada, era de color blanco y la pintura estaba descascarillada y se caía a trozos, las ventanas y la puerta eran de madera que estaba igual de estropeada que la pared. Llamé a la puerta y esperé a que me abriesen.

Tras esperar unos minutos, un tipo, de aspecto bastante sospechoso abrió la puerta mientras se secaba las manos con un trapo bastante sucio. El olor que salía del lugar me recordó al de cualquier combate en el que había participado, sangre.

-Buenas, estoy buscando a un tipo con cuernos que sé que ha estado aquí. Quizás lo recuerde, llevaba una especie de tubo en la espalda.

-Aquí no hay nadie así. No estamos teniendo un buen día, así que váyase a joder a otro. – Me respondió de forma bastante desagradable.

El tipo aquel fue a cerrar la puerta, pero apoyé la mano en esta antes de que cerrase. Di un paso con la intención de entrar y noté como el tipo aquel hacía un mayor esfuerzo por cerrar la puerta.

-Disculpe, pero estoy seguro que está aquí, me dijo que estaría aquí. – Insistí.

-Que se largue. No sé nada de ese tipo que dice. Aquí no hay nadie así. Ahora márchate o llamo a la guardia.

Dejé de hacer fuerza y retrocedí para que cerrase la puerta. Algo no me olía bien y no era por el propio olor del local. Me agaché y cogí una pequeña piedra que marqué, luego me alejé de la casa. Cuando estuve oculto a las ventanas de la casa subí a un tejado y me volví a acercar para vigilar la casa.

Mientras esperaba ver algo, llegó un carro con dos personas y la carga cubierta por una lona bastante sucia. Posiblemente aquellos tipos fuesen traficantes de alguna cosa. Sin embargo, cuando vi la mercancía me sorprendió, eran cuerpos de personas. No era lo que me esperaba y me hizo plantearme más preguntas de las que ya tenía.  Esperé a que terminasen de bajar los cuerpos, no había rastro de sangre en el carro, lo que me hacía dudar que estuviesen muertos.

Cuando no había nadie en la entrada lancé la piedra por la ventana. El cristal de esta se rompió, pero por suerte la piedra quedó más o menos oculta dentro de la entrada. En apenas unos segundos el tipo que no me dejó pasar abrió la puerta para buscar a quien había lanzado la piedra, pero me mantuve lo más oculto que pude.

Cuando volvió a entrar esperé un par de minutos para que se calmase y luego hice un intercambio con la piedra. Aparecí encima de una mesa en mitad de la sala. La casa por dentro tenía un aspecto algo más limpio que el exterior. Esperé un momento antes de comenzar a moverme por si alguien se acercaba, por lo que agudicé el oído todo lo que pude.

El olor que había notado antes era más intenso ahora que me encontraba en el interior. Comencé a avanzar por el primer pasillo que vi. No tenía ninguna puerta y al final de este había una puerta por la que entraba luz. Me acerqué con cuidado y los cuerpos que había vis antes los habían puesto sobre mesas y los estaban atando. No vi a nadie allí dentro que se pareciese a Hayato, sin embargo, si pude escuchar algo que llamó la atención de una conversación entre dos tipos que estaban atando a una chica bastante joven.

-En el traslado anterior no sé qué haríais, pero uno no quedó bien dormido y la lio parda.

-¿Cómo que la lió?

-Pues que cuando le íbamos a preparar, se despertó montó un jaleo terrible. Parecía un demonio con esos cuernos. Golpeó a prácticamente todos y se largó.

-¿Os dio una paliza un solo tío? – preguntó sorprendido el segundo hombre.

-Incluso uso lo que llevaba en la espalda para ello. ¿Cómo no se lo quitasteis?

-No pensamos que fuese un arma. ¿hizo algo más?

-No, pero vino hace un rato un tipo extranjero con pintas de samurai preguntando por él. Bueno, vamos rápido con estos, que sino los restaurantes empezarán a quejarse y no tengo ganas de la visita de uno de sus empleados aquí.

Parecía ser que mi olfato no me había engañado, Hayato había estado aquí, y por suerte había marchado. De pronto un sonido como de alguien ahogándose me llamó la atención, cuando miré hacia allí uno de los impresentable esos tenía un cuchillo lleno de sangre en la mano y miraba a una mujer de mediana edad atada en la mesa que acababa de despertarse. La mujer estaba escupiendo sangre, sangraba por el cuello demasiado y parecía ahogarse con su sangre.

En ese momento me percaté de lo que acababan de decir. Iban a acabar con aquella gente para venderla como comida a restaurantes. Por un momento pensé en no meterme, pero parecía ser que eran los que secuestraban a gente, y eso no podía dejarlo pasar y si intentaba llamar a las autoridades no llegarían a tiempo para salvar a esta gente.

De pronto noté un potente golpe en la coronilla que hizo que entrase en aquella sala cayendo de bruces. Me intenté incorporar como pude, pero se me nublaba la vista un poco y me notaba mareado. Caí con una rodilla al suelo marqué mi espada y la comencé a agitar para intentar alejar a aquellos tipos de mí en lo que me recuperaba. Sin embargo, noté como se me abalanzaban por la espalda y me tiraban al suelo.

Me revolví todo lo que pude, pero noté que me conseguían quitar las armas, aunque no los clavos que iban en las placas de la armadura. Entre todos los allí presentes me cogieron y me colocaron en una de las mesas. Luego noté como uno me soltaba y comenzaba a atarme con unas cuerdas de forma muy fuerte para que no pudiese moverme.

Cuando me dejaron completamente atado, estaba terminando de recuperar la claridad mental, notaba como el pelo lo tenía húmedo de la sangre del primer golpe y me notaba algo fatigado del esfuerzo de resistirme.

-Joder, ah…ah, ¿es el día de los tipos raros o qué?

-Desuéllalo el primero o nos dará más problemas.

-Hijos de puta, en cuanto me libre de las cuerdas os mato, así que corred – les advertí mientras levantaba la cabeza para mirarles.

Estaban todos tan fatigados como yo o más. Y mis palabras hicieron lo que me imaginaba que harían, hacerles reír. Como era evidente la situación en la que me encontraba amenazarles no era algo que se fuesen a tomar en serio dado que estaba completamente inmovilizado. Los tipos aquellos se incorporaron, uno cogió uno de los cuchillos y se acercó a mí con la intención de matarme.

Tranquilo, en apenas un minuto estarás muerto. Según comenzó a bajar el cuchillo a mi cuello realicé de nuevo un intercambio con mi arma, apareciendo esta en la mesa. El tipo aquel se sobresaltó y retrocedió un par de pasos. Sus compañeros comenzaron a buscar alrededor en busca de alguna explicación de aquello y dado que no me intentaba ocultar, me vieron.

-¿Cómo has hecho eso mocoso?

Sin decir ni una palabra comencé a avanzar hacia ellos. Me sentía bastante enfadado, no solo por lo que me habían hecho, sino por el hecho de hacer lo que hacían, sacrificando gente para que alguien pudiese cumplir un capricho estúpido. Saqué un clavo de la armadura, a la vez que lo marcaba y me comenzaba a agachar para ponerme en mi posición de combate habitual. Los tipos aquellos no esperaron a que hiciese nada y comenzaron a correr hacia mí. Sin embargo, era tarde para ellos.

Intercambié de posición el clavo con la katana y salté directo hacia mis oponentes. Como comprobé en el mismo momento en el que estuve a su altura, no eran buenos combatiendo, dado que cuando llegué hasta el primero no me opuso resistencia cuando intenté cortarle. Le provoqué un profundo corte en el abdomen di una vuelta para continuar con el giro del arma y di un corte en diagonal al siguiente tipo que fue del cuello a su cadera derecha.

Los dos tipos cayeron muertos al instante al suelo. Y los dos que quedaban se quedaron paralizados y me miraron sorprendidos. Noté como un hilillo de sangre bajaba por un lateral de mi frente por la herida abierta del golpe en la cabeza de antes. Retomé la posición inicial y me preparé por si me atacaban, pero cuando se les pasó el susto salieron corriendo hacia la salida. Corrí hacia ello todo lo rápido que pude y al primero le propiné un corte a media pierna que hizo que una de las piernas fuese amputada limpiamente.

Luego di un impulso hacia el que quedaba que acababa de llegar a la puerta e intentaba abrirla. Sin pensarlo le atravesé con una estocada en el centro del pecho, atravesando también la puerta. Solté el arma y el tipo quedó colgando inerte. El tipo al que le había amputado la pierna estaba gritando del dolor. Me acerqué hasta él y le arranqué una de las mangas de su camisa. La coloqué alrededor del muslo y apreté con un par de nudos para hacer un torniquete.

-Dime la dirección de este sitio.

-Gilipollas, ¿sabes acaso con quién te has metido? No te diré una mierda.

-Me lo dirás – Saqué otro clavo de la armadura y sin pensarlo se lo clavé en la pierna sana.

El hombre dio un nuevo grito de dolor que hizo que la gente que aún seguía atada reaccionase y comenzase a despertarse.

-Vale, vale, te lo diré.

El tipo me dijo la dirección y a modo de compensación le di unos golpecitos en la cabeza con el arma en la mano corté las cuerdas de la gente atada y les guie hasta la entrada de la casa. Luego buscando por la casa encontré en una habitación un den den mushi, el cual usé para llamar a la marina e informarles de los sucedido para que viniesen a ayudar a los que había rescatado.

En lo que venía la marina volví a hablar con el tipo aquel. Solo me interesaba saber una cosa más.

-¿Sabes dónde fue el chico de cuernos que te mencioné antes?

-¿Dices después de que nos diera una paliza y se marchase? Ni idea, ni me interesa. Supongo que a otra isla, cuando le dijimos que la herrería no hacía grandes encargos.

-Mmm. Tiene sentido. Bueno me marcho yo también. He pedido ayuda así que en breves vendrán a ayudarte.

Terminé de recoger mis cosas, y salí de la casa por una puerta trasera para no encontrarme con nadie. Una vez fuera me dirigí hacia el puerto. Era hora de encontrar la siguiente pista para alcanzar a Hayato.

Tras unas negociaciones con un capitán me permitió subir a su barco y llevarme a Yellow Spice. Tuve la suerte de que partimos en aquella misma tarde dado que el capitán tenía prisa por quitase de encima una carga que tenía que dejar en aquella isla. La verdad era que me había costado poco un transporte barato a la siguiente isla.

Mientras me encontraba en el barco solía salir a la cubierta a hablar con el timonel para así saber cómo íbamos y cuánto faltaba para llegar u otros pormenores de la navegación.  Este me solía responder sin poner ningún problema aunque si el capitán estaba cerca solía mantenerse callado.

Tras cuatro días de navegación, sucedió algo que no me esperaba. Mientras me encontraba en el camarote dormido, de pronto unas cuerdas me apresaron impidiéndome moverme y cuando me intenté incorporar un saco cubrió mi cabeza impidiéndome ver. Mis armas y la armadura no las tenía al alcance. Claramente me habían pillado con la guardia baja al igual que a todo el barco dado que no había habido ningún ruido durante la noche.

La forma en la que me ataron las piernas y los brazos hacía que no pudiese realizar ningún movimiento, ni tan siquiera tocar nada con las manos para usar mi habilidad.

-Una de las mejores capturas, señores. Nos ha pagado él mismo para hacerse esclavo.

Tras esas palabras hubo un gran número de risas y me permitió saber quiénes eran, los propios tripulantes del barco. Me había equivocado al subirme a aquel barco y tenía que encontrar la forma de salir de allí.

-Solo tengo una pregunta, cabrones. ¿Realmente nos dirigimos a Yellow Spice?

Al principio todos se quedaron callados al escucharme hablar con tranquilidad y preguntar una cosa extraña dad la situación en la que estaba. Lo suyo había sido preguntar un por qué, pero no me importaba, todos tenían motivos para lo que hacían al igual que yo los míos.

-Para tu desgracia sí – me respondió el capitán del barco.

Tras eso noté un golpe en la cabeza bastante fuerte que me dejó inconsciente.

Para cuando me desperté fue a base de unas patadas y tras hacer un gruñido estas pararon los tripulantes del barco iban hablando entre ellos organizando la descarga de la mercancía en el puerto. La voz sonaba extraña, como si se hubiesen puesto algo en la boca para hablar. Escuché el ruido de múltiples pasos y cadenas, presumiblemente de esclavos como me habían hacho a mí.

-Cuando bajen esos trae a tres contigo, este está demasiado fresco como para que lo traslademos igual que al resto.

Al tener el rostro cubierto no sabía ni de que hablaban ni con quién. Cerré los ojos y me centré en escuchar lo mejor que pudiese y aunque escuchaba algo no terminaba de entender lo que se decía. Mientras más me centraba en escuchar lo que decían, notaba como el olor se hacía más fuerte o las ataduras se hacían más presentes para mí. De la misma forma, notaba algo extraño en mi cuerpo y era como si mis músculos se llenasen de fuerza. Al notarlo intenté forzar las atadura con pura fuerza, pero fue inútil, no me permitían movimiento con el que hacer un mínimo de palanca y poder liberarme.

Mientras intentaba esto, escuché un paso bastante lejos, me quedé quieto y esperé. A ese paso le siguieron otros, hasta que al final sonaban como el de un pequeño grupo de personas. Mientras me centraba en ver a donde se dirigían pude escuchar burlas hacia mí y de cómo me habían capturado, como si hubiese sido una gran proeza.

-¿Qué planea hacer el capitán con las armas y la armadura?

-Ni idea, posiblemente lo venda para sacar algo más.

-Una pena, me gusta el conjunto. Aunque si me lo deja barato a lo mejor se lo compro yo. Hahaha.

Todos parecían bastante contentos, luego, me cogieron por las ataduras como si fuese un tronco y cargado de aquella manera me llevaron hasta un carro con otras personas por lo que pude escuchar. Sin embargo, lo que me sorprendió no fue aquello, sino que cuando salimos a la superficie, noté un olor extraño en el ambiente, no era un olor particular, pero me hizo comenzar a toser bastante y los ojos comenzaron a irritárseme.

-Intenta aguantar la respiración todo lo que puedas. – dijo un tipo que estaba en el carro conmigo –. En Yellow Spice hay una nube toxica que si se está demasiado tiempo expuesto y respirándola puedes morir.

Intenté hacer lo que me decía aquel extraño y poco a poco la tos cedió. A pesar de ello notaba un ligero mareo, imaginaba que por el gas. En el remolque íbamos completamente a oscuras, siendo imposible saber por qué zona de la ciudad estábamos. Intenté mantenerme concentrado en los giros que iba haciendo el transporte, pero cuando íbamos el decimoquinto giro más o menos perdí la cuenta y me encontré tan perdido como el resto de los que allí estábamos.

Durante el trayecto me percaté de que no había apenas ruido en las calles. Ni siquiera los que nos estaban transportando hablaban demasiado y su charla era algo intranscendente que no me serviría de nada para salir de allí.

Para cuando el carro se detuvo había pasado cerca de media hora. Aunque antes de que abriesen la puerta para comenzar a bajarnos pasaron casi cinco minutos. Cuando se abrieron las puertas se notaba en el aire un tono de color verdoso que no era muy agradable. Casi sin pensarlo hice una respiración honda, algo que noté que hicieron todos los que estábamos en el carro y tras eso comenzaron a vocearnos para que bajásemos.

Como pude me coloqué boca arriba y haciendo fuerza a la vez que flexionaba las piernas hacia el abdomen las estiré con fuerza, haciendo que me elevase en el aire y me colocase de pie. Aquello sorprendió a los bandidos y todos prepararon sus armas por si me revelaba. Uno de ellos, el más lejano a mí, efectuó un disparo que algo en mi cabeza me lo dijo, pero estando atado como me encontraba no pude evitarlo.

El disparo me impacto en el hombro derecho. Al recibir aquel ataque volví a caer al suelo. Los otros que se encontraban atrapados comenzaron a bajar del carro mirando al suelo y sin decir nada por lo que pudiese pasar. Cuando terminaron de bajar el tipo que me había disparado se subió al carro y se acercó a mí.

-¿Este es el mierdas con pinta de samurái que habían traído? – No escuché respuesta, pero el tipo aquel aprovechó para darme una patada en mitad de la espalda – Pues que patéticos son los samuráis. Traedme el gancho yo lo llevo a su celda.

Tras un par de minutos escuché algo metálico que le lanzaron al tipo aquel. Supuse que me arrastraría hasta alguna celda, sin embargo, de pronto noté un dolor muy agudo en mi pie izquierdo. Aguanté como pude un grito, pero eso hizo que empezase a hiperventilar por el dolor, noté nuevamente como aquel aire intoxicado comenzaba a entrar en mi cuerpo y hacía que empezase a toser y al no poder controlar la respiración, empecé a marearme hasta que vomité.

-Hahaha – se comenzó a reír el tipo aquel - ¿y si lo dejamos para ver qué es lo que pasa si dejas a alguien demasiado tiempo al aire libre?

-Max, el jefe lo quiere para vender y esas dos heridas le van a hacer perder dinero por no estar en condiciones, no lo empeores o lo pagarás.

-Tu siempre quitándole lo divertido a la vida.

-No se la quita, peor yo te la quitaré a ti – le contesté.

En ese momento dio un tirón del gancho y el dolor se intensificó. Parecía divertirse al verme sudar por aguantar el tener que gritar de dolor. Dio un par de tirones más, pero al ver que no hacía nada comenzó a arrastrarme usando el gancho. No se molestó en tener cuidado al moverme y el bajarme  del carro no fue diferente. Caí al suelo de espaldas, haciéndome daño en los brazos dado que los tenía atados a la espalda y en la cabeza.

Noté como la sangre volvía brotar de la cabeza. Entre el golpe en la cabeza y el dolor que tenía generalizado por todo el cuerpo me hacía estar al borde de la inconsciencia. Parpadeaba bastante y la vista se me desenfocaba. De pronto mi vista se volvió negra y no supe de nada más hasta pasado un buen rato.

Cuando desperté seguía completamente atado. Notaba todo el cuerpo entumecido y agarrotado. Notaba la humedad del aire y que esta se pegaba a mi cuerpo enfriándome. Intenté incorporarme pero me resultó imposible, aunque el moverme un poco me hizo recordar un poco todo. Seguía completamente atado y noté dolor intenso en dos partes del cuerpo, en el pie y en el hombro derecho.

-Es verdad, estaba herido y capturado. – Pensé en voz alta –. Tengo que encontrar la forma de salir de aquí cuanto antes y recuperar mis cosas.

Pero para poder lograr eso, lo primero era poder soltar mis manos y así poder usar mi habilidad. Al igual que había hecho en el carro en el que nos había transportado haciendo fuerza con las piernas tras levantarlas pude ponerme en pie, aunque no fue una gran idea dado que el dolor del pie se intensificó bastante.

Aguanté el dolor y para ello me centré en calmar mi respiración. Una vez en pie me intenté mantener en equilibrio sobre el pie que no estaba herido. Una vez ya me había calmado y conseguía mantenerme equilibrado comencé a hacer fuerza en las muñecas y manos para intentar aflojar los nudos.

Noté como la respiración se iba haciendo más brusca, sobre todo cuando intentaba forzar la cuerda. Los oídos se me aclararon y los olores se hicieron más nítidos. No sabía bien que era lo que pasaba, pero me notaba de aquella forma hacía más fuerza durante apena un momento.

A medida que hacía cada vez más fuerza notaba como la cuerda me hacía más daño. Debían de estar despellejándose las muñecas. Poco a poco noté como la cuerda se iba aflojando o quizás por el roce entre ella se había debilitado. Volví a tomar aire y usando toda la fuerza que pude forcé una última vez la cuerda de la muñeca que cedió y se rompió. Al instante, toda la cuerda que me rodeaba el cuerpo se aflojó y me permitió moverme lo justo para retirármela.

Me sentía cansando. Había perdido sangre y había gastado mucha energía en poder romper la cuerda. Me senté un momento para reponer fuerzas y me centré nuevamente en la respiración para intentar forzar que las heridas sangrasen menos a la vez que las presionaba. Me estaba bien empleado todo aquello por relajarme más de la cuenta, y era un error que intentaría no volver a cometer. Ahora debía de centrarme en escapar cuanto antes de la isla y retomar la búsqueda de Hayato, más ahora que sabía que estaba relativamente cerca y por fin se había escapado de sus secuestradores.

Escuché unos pasos que se acercaban a la celda, me levanté y recogí la cuerda preparando un nudo corredizo y me coloqué a unos de los lados de la puerta para que no me viese quien entrase. Los pasos se detuvieron a la entrada y dejaron algo frente a la puerta.

-Cuando terminemos de repartir la comida tenemos que venir a darle de comer a este.

Perfecto, ahora sabía que iban a venir dos personas e iba a poder prepararme un poco aunque fuese. Observé la celda, no tenía mucho que ofrecer lo único que podía usar era la cuerda. Me mantuve en posición dado que era lo mejor que podía hacer en aquel momento y esperé pacientemente. Tras cerca de media hora de espera volví a escuchar pasos acercarse hacia mi celda.

Comencé a respirar de forma más profunda, como lo había hecho cuando estaba atado y todo se volvió más nítido, como si mis sentidos se agudizasen un poco, los pasos eran de dos personas como me había imaginado. Antes de entrar se pararon ante la puerta.

-No, vamos a sentarlo primero, luego le metemos la comida.

Tras decir aquello la puerta se abrió y entraron los dos hombres. Una vez dentro se dieron cuenta de que no estaba en el suelo y justo cuando miraron a los lados corrí hacia el que tenía más cerca y le propiné una patada en la boca del estómago con toda mi fuerza para que chocase con el otro tipo. Gracias a la sorpresa aquello resultó a la perfección y los dos salieron volando contra la pared. El golpe me sorprendió hasta a mí, que pensaba que no tenía tanta fuerza como la que había empleado.

Me quité de la cabeza aquel pensamiento  dado no tardarían en reponerse de aquel golpe. Abrí un poco el lazo de la cuerda y metí ambas cabezas en este luego tiré de la cuerda y comencé a estrangularles a la vez. Eso hizo que comenzasen a intentar resistirse, pero tenía una gran ventaja sobre ellos. Estaban tirados en el suelo y yo de pie, con un pie apoyado en el nudo mientras con los brazos hacía toda la fuerza que podía. Intentaron forcejear pero no consiguieron zafarse de mi presa y tras un minuto ambos dejaron de hacer fuerza con la piel de la cabeza morada.

Busqué entre lo que llevaban y solo encontré las llaves de las puertas. Cuando los moví un poco, pude ver que uno de ellos llevaba parte de mi armadura, se la quité y me las puse. No las habían tocado y los clavos que las perforaban por los bordes seguían ahí. Fui a la puerta y cogí un cuenco que tenía agua con unos pedazos de algo, que supuse que serían de pan. No tenía un gran sabor, pero sin duda era mejor que no comer nada.

Me notaba extraño, no solo por las heridas, pero me notaba, como cargado, de hecho, sentía como los pelos del brazo los tenía erizados. No era por frío. Era algo diferente que no sabía explicar. Comencé a avanzar por los pasillos abriendo todas las puertas que me iba encontrando, fuesen de otros presos. Quería encontrar el resto de mi armadura y mis armas antes de marchar de allí.

Mientras avanzaba comencé a notar ruidos y voces, parecía que los guardias del lugar ya se habían enterado de lo que había pasado e intentaban poner orden. Comencé a moverme más rápido. Casi de casualidad encontré una sala, en ella había otro de aquellos bandidos tenía una espada en el cinto y el resto de partes de mi armadura. Entré decidido en la sala aunque cojeando por la herida del pie.

-¿Tu eres el que ha ocasionado tanto caos? – Preguntó desenfundando el arma.

-Y qué si lo soy, vengo a por lo que es mío. – Le dije señalando la armadura –. Así que devuélvemela y dime donde están mis armas.

-Ni de coña, no es buena, pero está bien hecha y tus armas el jefe las vendió, no sé dónde estarán, la artesanía samurai se vende sola.

No le contesté, lo más seguro era que estuviese diciendo la verdad. Había escuchado a algún bandido ya decir que las quería para él. Adopté mi posición de combate, algo que hizo que el tipo aquel se detuviese un momento al ver que estaba prácticamente a cuatro patas. Me impulsé con el pie en buen estado lo más rápido que pude.

Al verme saltar contra él, dio un paso atrás para poder tomar espacio, por suerte para él al no estar en buenas condiciones, le dio tiempo para poder responder a mi movimiento y realizó un movimiento vertical para intentar cortarme por la mitad. Sin embargo, no era alguien novato en combate y pude girar en el último momento antes de que me diese su arma.

No perdí el tiempo y soportando el dolor en el pie herido realicé un movimiento ascendente para intentar golpearle. Tuve suerte y en lo que recuperaba posición del ataque pude asestarle un golpe en la mandíbula. No dejé que se repusiese y mientras daba un par de pasos hacia atrás, apoyándome en las manos hice un barrido con la pierna, pillándole con solo una apoyada en el suelo. Al golpearle este cayó al suelo.

Era mi momento, me abalancé sobre él colocando una pierna sobre el brazo con el que sujetaba la espada. Teniendo un brazo inmovilizado y yo encima de su pecho ahora le era imposible defenderse. Aun así me sorprendió que con la mano libre intentó agarrarme para quitarme de encima de él. Con una mano se la sujeté, pero no aguantaba por completo su fuerza dado que era mi brazo herido. Sin perder el tiempo con la mano libre saqué un clavo de la armadura y se lo clavé en la garganta y luego se lo retiré.

La sangre empezó a salir y dejó de hacer fuerza con su mano libre para llevársela al cuello e intentar parar la hemorragia. El tipo comenzó a toser sangre, parecía que con aquella herida sangre se le estaba colando a los pulmones y le hacía ahogarse. Esperé sobre él un par de minutos atento a si venía alguien o mi oponente conseguía reponerse. Sin embargo, nada ocurrió y el hombre murió. Me senté a su lado y respiré algo más tranquilo para intentar recuperar fuerzas.

No fueron más que unos segundos pues aún tenía que salir de allí, así que le quité mi armadura y me la coloqué. Luego cogí su espada. Era más pesada que a lo que estaba acostumbrado, pero me serviría  para defenderme. De pronto algo en mi cabeza me dijo que no estaba solo. Esperé un momento, no escuchaba nada. Si había alguien era extremadamente silencioso. Sin embargo, noté que algo que no sabía explicar bien, pude percibir como algo se movía, era como si notase como iba moviendo el aire a pesar de que no hiciese ningún ruido.

Me giré y vi como alguien enmascarado me lanzaba un corte al cuello. Conseguí apartarme casi por completo, recibiendo un corte superficial en el cuello. Quien fuese dio un salto hacia atrás, sin embargo, yo lo di hacia adelante para evitar que se alejase. Al ver que no le dejaba espacio, volvió a tomar la iniciativa y pasó al ataque nuevamente. Esta vez estaba más preparado y bloqueé un par de ataques con la espada.

Era alguien que parecía más entrenado en el combate que el resto de los que había visto. Sabía lanzar los ataques y eran precisos. Además de eso era alguien rápido pues esquivaba con la misma facilidad con la que atacaba. El problema era que me encontraba en desventaja con la herida del pie y del hombro. De alguna forma sabía por dónde se iba moviendo, seguía notando como movía el aire o algo similar según lo hacía. Eso y la voz que de vez en cuando me decía donde atacaría me igualaba las fuerzas con el asesino.

Tras unos minutos intercambiando ataque en el que no conseguíamos tocarnos el uno al otro. Detuvo su ofensiva y se paró a analizarme. Aquello comenzaba a suponerme un gasto de energía que en caso de conseguir escapar necesitaría. No podía gastar más fuerzas.

-¿Eres de los que ven el futuro? – dijo una voz femenina tras la máscara.

-¿Ver el futuro? – dije extrañado.

-Haki de observación, mantra, Kenbunshoku haki, como quieras llamarlo – respondió mientras comenzaba a caminar en círculos a mi alrededor en guardia.

-¿De qué hablas?

-Hablo de esa habilidad para saber mi siguiente ataque, yo entreno para mejorarla, pero parece que tu habilidad es mejor que la mía dado tu estado. ¿Quién te ha entrenado?

-Nunca he tenido un maestro que me enseñe nada y no sé de qué me hablas.

No esperé más y esta vez tomé la iniciativa. Realicé un ataque ascendente que bloqueó con facilidad. Sin embargo, aproveché la cercanía para con la otra mano darle un puñetazo en el lateral de la rodilla. El golpe apenas impactó pues la chica movió la pierna lo justo para que el golpe se convirtiese en un simple toque. Recuperé espacio  entre ambos por si intentaba hacer un contraataque, sin embargo, cuando me fijé en ella, esta había hincado la rodilla, como si el toque le hubiese hecho algo.

-Maldito, ¿qué me has hecho? No siento la rodilla apenas.

Trató de levantarse, y con esfuerzo lo consiguió. Estaba claramente coja, pero no sabía el motivo, no le había llegado a hacer nada, no consciente de ello. Se apoyó sobre la pierna buena y tras dar un grito saltó sobre mí. Detuve con facilidad el ataque, al igual que los que le siguieron. Mientras intercambiábamos ataques, de vez en cuando notaba como sus armas conseguían golpear mi armadura, e incluso provocarme algún corte superficial, aunque era algo reciproco.

De pronto, los dos nos giramos hacia la puerta, acababa de entrar el tipo que me había disparado y arrastrado con un gancho. Volvía a llevar una pistola en la mano. Sin dudarlo saqué un clavo de la armadura y se lo lancé. Este le dio en el hombro derecho, pero de una sacudida se lo quitó. La chica tiró al suelo algo que estalló y un humo salió de ella, una bomba de humo. Debía ser algún tipo de kunoichi.

Noté como se movía y dejaba la estancia. El tipo aquel apareció de entre aquel irritante humo. Los ojos me estaban llorando. El humo aquel no era normal y parecía desaparecer con bastante facilidad. El tipo aquel estaba similar a mí, con los ojos rojos y llorosos y además también tosía. Di un golpe con el lateral del meñique en la espada y cambié mi posición con el clavo que le había lanzado. Estando ahora en su retaguardia pude notar su confusión cuando comenzó a mirar hacia los lados en mi búsqueda. Sin pensarlo le di una estocada por la espalda.

No fue muy certera dado que tenía los ojos irritados, sin embargo, no fue un fracaso total. Le atravesé justo por debajo de las costillas del lado izquierdo. El tipo aquel se giró bruscamente haciendo que la espada cortase un poco más. Aquella acción no debía de haberme sorprendido, pero fue lo suficientemente rápida como para que no me diese tiempo a quitarme y me dio una patada lateral con más fuerza de la que pensaba. Me llevé las manos al lugar en el que me había golpeado. No parecía grave, pero era posible que tuviese algún daño en la costilla, aunque fuese débil.

En lo que me recomponía, pude ver como con cuidado se iba retirando la espada para luego empuñarla él. No parecía nada contento, de hecho parecía más cabreado que nunca y lo que era peor, parecía en condiciones aún de combatir.

-Se te acabó la suerte mierdecilla.

Y tras eso se lanzó contra mí. No me resultó complicado evitar el primer ataque que hizo, pero pareció que fue una finta dado que me lanzó una patada que me impacto en mitad del pecho. Salí volando unos metros hacia atrás hasta chocar con la pared. Con el golpe noté como un dolor agudo apareció en la espalda. Posiblemente me hubiese roto algo, pero aún podía moverme. Me levanté justo en el momento en el que el tipo aquel levantaba la espada para volver a atacarme.

Sin esperar a que comenzase su movimiento, me moví lo más rápidamente que pude para colocarme a su espalda. No logré mi objetivo, pero fue lo suficiente como para golpearle tras la rodilla y hacer que cayese de rodillas.

El arma todavía la tenía el alto cuando cayó de rodillas y según la iba a bajar le agarré la muñeca, lo que hizo por alguna razón que perdiese la fuerza en esta y la soltase. Aproveché el momento y con otro rápido movimiento cogí el arma en el aire y la giré para que la punta apuntase hacia el suelo, aprovechando la posición y la ventaja de mi posición le hundí la espada justo por encima del esternón, y clavando el arma hasta el fondo.

El hombre tosió un poco de sangre y luego cayó hacia adelante muerto. Respiré hondo pues me notaba un poco cansado. El dolor continuaba y tenía pinta de que aquello escalaría a más. Apenas tuve un minuto para descansar cuando aparecieron por la puerta cuatro hombres con rifles. Al verme no se lo pensaron y comenzaron a apuntarme. Casi por puro instinto, me tiré al suelo y coloqué el cadáver el hombre al que acababa de matar delante de mí como cobertura.

Los disparos se escucharon en la sala y pude notar el impacto de las balas en el cuerpo inerte. Aproveché el momento en el que comenzaron a recargar para usar otro clavo de la armadura y marcarlo. Lo lancé por detrás de ellos y volví a coger cobertura, ya oculto hice el intercambio con el clavo cuando comenzaron a disparar. Parecía que había tenido suerte con la coordinación y no se habían dado cuenta, pero aquello no dudaría mucho. Comencé a correr por las instalaciones nuevamente en busca de alguna salida por la que volver a salir.

Tras un rato encontré una ventana abierta de forma abatida. La inspecciones para intentar abrirla más y poder e intentar salir pero resultó imposible, busqué en la habitación algo pequeño que cupiese por el pequeño hueco de la ventana. Encontré una especie de atizador para la chimenea que había al lado, sin embargo, en el extremo parecía más un símbolo que la punta normal del atizador. No me costó llegar a la conclusión que era para marcar un producto al rojo vivo.

No perdí tiempo investigando y pasé el atizador por la ventana después de marcarlo. Una vez fuera me acerqué hasta la chimenea, cogí una bocanada de aire y me intercambié con el atizador. Por fin me encontraba fuera. Ahora tenía que buscar una forma de llegar al puerto que parecía ser una zona más segura respecto al gas tóxico y además podría marcharme, el problema era que no sabía exactamente por donde podía estar.

El barullo dentro de la casa se hizo más intenso. Parecía que había mucha más gente de la que en un principio me había imaginado. Tal y como estaba no podía contra tantos oponentes. Sin perder más tiempo comencé a correr por la calle intentando buscar algún tipo de cartel o algo que indicase por donde estaba el puerto. Mientras corría intentaba respirar lo menos posible y aguantar el aire, pero era algo complicado.

De pronto escuché varios disparos. Noté como algo me golpeaba en varios sitios, por la espalda, en las piernas y en el suelo. Parecía ser que me seguían. Los disparos de la espalda casi todos habían dado en la armadura, pero los de las piernas me habían dado en zonas no protegías, pero por suerte no eran en zona que me pusiesen en un peligro mayor al que ya estaba. Intenté correr más rápido, pero era algo imposible, posiblemente me acabasen alcanzando dado mi estado.

De alguna forma algunas explosiones que sucedieron por las cercanías me ganaron algo de tiempo distrayendo a mis perseguidores, aunque no por mucho tiempo. Gracias a eso y que me hacían alejarme de allí por si eran enemigos pude de casualidad encontrar un rastro hacia el mar. Notaba el aire menos denso y percibía el olor a salitre del mar. Me arriesgué y comencé a respirar más a menudo para saber si seguía en la dirección correcta, y así fue.

Cuando llegué al puerto corrí hacia alguien de los que parecía del lugar. El tipo al verme casi sale corriendo, no le culpaba, de normal no era alguien a quien la gente se acercase por gusto, con las heridas que tenía mucho menos. El hombre se agachó y me pidió que no le hiciese nada.

-No le voy a hacer nada, solo necesito que me diga cuanto se tarda en llegar a la siguiente isla y cuál es el barco de aquellos bandidos. - Dije esto último señalando a un bandido que estaba llegando a lo lejos.

-No sé cuál es su barco y a la próxima isla es un día o dos.

-Gracias. Vaya a esconderse.

No tuve que repetírselo dos veces. Y que se escuchase un disparo facilitó las cosas para que se marchase. Por mi parte, seguí corriendo hacia los barcos, atento a alguno que estuviese zarpando, para que no pudiesen atraparme los bandidos en tierra. Y pareció que llegué en el momento perfecto, pues había uno que estaba zarpando. Saqué otro clavo de la armadura y cuando estuve relativamente cerca del barco que había zarpado, lo marqué y tras una respiración profunda lo lancé con todas las fuerzas que pude.

Me giré para ver la ventaja que tenía respecto a mis perseguidores, y no era mucha. El más cercano estaba a unos cincuenta metros. Se detuvo y me empezó a apuntar con el rifle nuevamente. A esa distancia era difícil que fallase y que yo lo esquivase. Sin embargo, teniendo los sentidos más atentos a todo, escuché como el clavo golpeaba la madera del barco y sin pensarlo di una palmada a la vez que el tipo aquel disparaba y yo me intercambiaba con el clavo.

La bala golpeó el clavo y yo apenas si pude sujetarme a la barandilla de la popa. Ahora era imposible para ellos el pillarme. Le tendría que explicar al capitán el problema que tenía y le tendría que compensar por llevar un polizón a bordo y con suerte podría tratar las heridas. Subí con dificultad a la borda del barco y miré alrededor para ver si encontraba al capitán, pero no vi a nadie con ese distintivo.
Sasaki
Vicealmirante
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Preparaciones para un reencuentro Empty Re: Preparaciones para un reencuentro {Jue 16 Mar 2023 - 0:00}

Intenté moverme con cuidado, no quería que nadie me viese hasta que hablase con el capitán. De pronto se escucharon unas puertas cerrarse con brusquedad de la cubierta de abajo y alguien comenzó a hablar.

-Me acaban de llamar de la base. Parece ser que tenemos un polizón a bordo, y parece que fue el tipo de las espadas que capturamos antes de llegar a la isla. Atentos y si os lo encontráis matadle, nos darán una buena suma por su cabeza.

Habían tarado poco en enterarse de que estuviese allí. La isla aún se veía a lo lejos. Debía de mantenerme lo más escondido posible y evitar cualquier contacto con nadie. Iba a ser un viaje largo y peligroso. Volví a la barandilla de popa y puse una marca en la parte externa, si me pillaban y tenía que desaparecer rápido lo mejor era tomar precauciones. Echo esto, esperé al mejor momento para intentar meterme en las bodegas para buscar algo con lo que tratar las heridas.

Un banco de niebla se hizo presente y era bastante denso, lo que me daría algo de ventaja. Comencé a moverme por las cubiertas del barco hasta la puerta que daba acceso al interior. El nivel de tensión que tenía era excesivo, nunca me había sentido de esa forma. Casi podía escuchar la respiración de algún tripulante cuando estaba relativamente cerca y además, a veces podía notar por donde se movían.

De pronto noté un movimiento frente a mí y relativamente cerca. Me aparté y me coloqué tras unos barriles que encontré allí al lado. La persona que salió era baja y tenía el pelo largo. Su figura por un momento me pareció conocida, pero no su rostro. Se quedó parada en la posición en la que había estado hacía unos momentos y luego miró directamente hacia donde me encontraba escondido. Parecía que tendría que empezar a escapar antes de lo previsto.

La persona ahí parada hizo una especie de sonrisa y luego se marchó. Aquello me resultó extraño, sin embargo, lo agradecí. Seguí mi camino al interior del barco y sin abrir ninguna puerta fui mirando en las puertas que estaban entreabiertas hasta que descubrí las dos salas que más me interesaban, la cocina y lo que parecía la sala de curas, aunque bastante rudimentaria. Me centré y respiré hondo aguantando un poco la respiración para intentar escuchar algo dentro. No parecía haber nada, ni tampoco de que nada se moviese dentro.

Me dispuse a entrar y noté como se me erizaban los pelos del brazo justo cuando iba a tocar la puerta. Noté que alguien entraba al pasillo en el que me encontraba. Aunque me intercambiase a la posición de la marca de la popa el tipo aquel me había visto. Sin pensarlo más entré en la sala de curas y cerré la puerta. Pude escuchar como daba la voz de alarma y  comenzaba a aporrear la puerta para intentar entrar. Busqué rápidamente unas vendas y unas gasas así como una botella de suero. En ese poco tiempo escuché como las voces se habían multiplicado. Salir por ahí era algo imposible, dejé una marca escondida en una estantería y abrí el pequeño ojo de buey que había en la pared de la sala. Cambié mi posición para estar de nuevo en la popa del barco.

La niebla se estaba desvaneciendo. Debía da darme prisa antes de que volviesen a encontrarme. Me eché el suero por las heridas y las sequé con las gasas, luego como pude me coloqué las vendas. El dolor se había aliviado ligeramente. Pero iba a ser complicado librarme de él. De todos modos ahora se me planteaba algo aún más acuciante, que era el conseguir comida.

Mientras me mantenía escondido en la popa, pude escuchar como el capitán daba órdenes para mantener a todos en alerta y crear turnos de vigilancia, además, estuvo hablando con el timonel para dar media vuelta y volver a la isla. Aquello era algo que no podía permitir volver significaría mi muerte segura a pesar de tener más lugares donde esconderme.

Pasé el resto del día colgado de un cabo para evitar ser visto y esperar a que las cosas se calmasen un poco. Quizás por la noche tuviese más suerte en mi siguiente incursión. Mientras me mantuve escondido comencé a meditar sobre lo que había sentido mientras escapaba de aquella prisión. De alguna forma había conseguido percibir el movimiento de la gente que estaba cerca, además cuando había tocado a uno de los guardias en la pierna, este había caído de rodillas como si se la hubiese inutilizado, o la extraña sensación en la que los sentidos los había notado más sensibles.

Lo de los sentidos era lo que más sentido tenía para mí, tras un momento de reflexión, me había dado cuenta de que justo antes de tener aquella sensación había respirado de forma diferente. Y como había aprendido hacía tiempo, el saber respirar te daba acceso a un montón de habilidades. Sin embargo, dado que tenía tiempo, comencé a pensar en que había sido lo otro.

Lo de notar el movimiento de la gente no era como lo que me había explicado la mujer aquella de lo que había llamado haki, dado que una cosa era predecir lo que iban a hacer y otra diferente notar como hacen un movimiento. Algo más debía de estar implicado en ello. Quizás fuesen el tener los sentidos más sensibles y mediante el aire notar en la piel como se movían, pero no tenía sentido, estaba vestido y mi piel no estaba expuesta al aire.

Me rasqué la cabeza y noté como la estática de tener la mano cargada por bajar por la cuerda erizó un momento el pelo. “Espera, ¿y si es la estática?” pensé mirándome la mano, al entrar en este mar me había encontrado con un animal parlante que usaba la electricidad y me había dicho que era posible que yo también la estuviese usando. Cuando me había dicho aquello no quise sacarle de su error dado que lo que había hecho había sido el cambiar mi posición, pero quizás él hubiese visto algo que yo no había notado hasta aquel momento, si era cierto, solo tenía que buscar la forma de usarlo de forma más voluntaria.

Cuando se hizo de noche, esperé a que las voces que había por cubierta se redujesen y luego subí, lo primero que debía hacer era corregir el rumbo. Por suerte el timonel no se encontraba en aquel momento, aunque estaba seguro de que habría dejado a alguien atento. Quité la sujeción del timón y poco a poco para evitar un movimiento brusco del barco corregí el rumbo para que se dirigiese nuevamente a la siguiente isla. Cuando terminé me escondí nuevamente, un minuto después alguien pasó por ahí y se detuvo un momento frente al timón, no pareció darse cuenta de que el rumbo se había cambiado ya que siguió caminando haciendo su ronda.

Lo más discretamente que pude bajé hasta la cubierta principal y me adentré nuevamente en el interior del barco, esta vez con un destino fijo, la cocina o la bodega de provisiones. El hecho de que se encontrasen todos durmiendo me facilitó las cosas, parecía que los que habían puesto en aquel turno solo estarían en las cubiertas y no vigilando por dentro. En apenas cinco minutos encontré la bodega con provisiones. Aproveché a comer algunas frutas y un poco de jamón cocido que encontré.

Cuando terminé moví unos barriles y coloqué una marca para poder regresar más adelante. Debía descansar, antes de seguir haciendo cualquier cosa, pero necesitaba ganar algo más de tiempo para cuando despertasen y comenzasen a dar la vuelta. Intercambié mi posición con la que tenía en el exterior del barco y comenzando nuevamente desde ahí me dirigí hacia el obenque de estribor para subir hasta velas. Si tras aquello no me pillaba nadie tendría suerte.

A medida que llegaba hasta una vela paraba y con cuidado para hacer el menor ruido posible fui desplegando las velas. El viento no estaba completamente a favor, pero si permitía que se moviese más rápido. Seguí subiendo hasta la cofa, donde una respiración profunda me dio a entender que el vigía estaba demasiado relajado. Sin embargo, cuando entré en la cofa este se despertó y por impulso, con la palma de mi mano golpeé en su garganta. El tipo se llevó las manos a la garganta y aproveché para noquearle y dejarle inconsciente, le quité las armas que tenía, un sable y una pistola, la pistola la lancé lo más lejos que pude al mar, no era un arma que me gustase. Despojado de sus armas y lo que pudiese ser útil, cogí un clavo de la armadura lo marqué y lo lancé hacia la proa del barco, mientras el clavo desaparecía en la oscuridad marqué el tipo aquel y luego lo intercambié con el clavo.

No se escuchó ningún ruido de que algo cayese al mar, y parecía que cuando hice el cambio el clavo estaba sumergido. Me senté y descansé un rato. Me encontraba bastante cansado. Más que por la actividad que había hecho, por el tener que usar tanto la habilidad y demás cosas.

Un jaleo me despertó, estaba amaneciendo, me asomé por la cofa y vi que había bastante gente en la cubierta. El que el día anterior había sido el timonel acababa de ver que no seguíamos el curso que él había marcado, y el capitán estaba echándole la bronca a los que estaban de guardia por tener el velamen desplegado.

Me centré en la respiración y tras un par de respiraciones hondas, noté como sus voces llegaban mejor hasta mí. El timonel estaba hablando con el capitán. Parecía ser que sin saber cuánto tiempo llevábamos con aquel rumbo le era imposible el saber donde nos encontrábamos exactamente. El capitán permaneció en silencio unos momentos, luego le ordenó intentar poner rumbo nuevamente hacia la isla.

-El viaje a la Isla Banaro es corto, si llegamos a esa isla, el poder acabar con él o atraparlo nuevamente será imposible. Quiero que esté en el barco todo lo posible y si estamos en Yellow Spice mejor.

Luego se puso a dar órdenes a sus hombres, para ir a máxima velocidad y recuperar el tiempo perdido. Cuando terminó comenzó a llamar a alguien, pero nadie respondió. Al no tener respuesta, el capitán llamó a tres hombres y les mandó subir hasta la cofa. Parecía que mi estancia allí había llegado a su fin. Me puse alerta y centré todos mis sentidos en notar cualquier cosa según subiesen. Nuevamente, volvía sentir como algo entraba dentro de mi radio y notaba como se iba moviendo, en este caso subía por los cabos.

Lo primero que se me pasó por la cabeza fue cortarlos, de esa forma tendría una forma de mantenerme seguro en el barco, pero si lo hacía la estabilidad del mástil se vería comprometida y era complicado que luego pudiese llegar a la siguiente isla. Busqué una segunda opción, que fue la de cambiar mi posición a otro sitio del barco, sin duda era la mejor en aquel momento, sin embargo, conllevaba el riesgo de que hubiese alguien y se acabarían los lugares seguros.

Notaba que ya casi habían llegado a la cofa. No me quedaba de otra ya. Cambié mi posición a la de la sala médica. Según aparecí, me percaté de que había una persona ahí dentro, que como era evidente me miró cuando aparecí allí de pronto. Me moví rápido para ir a por él, pero él la sorpresa se le pasó rápido y mientras gritaba que me encontraba allí echó mano al cajón de la mesa.

Cuando estaba a punto de llegar hasta él me apuntó con un arma y apenas pude evitar el disparo directo al pecho que realizó. Me impactó en un lateral del abdomen. Me eché a un lado para tomar cobertura mientras me presionaba la nueva herida. Unos ruidos provenientes del otro lado de la puerta se escucharon, parecía que comenzaba a venir alguien. No tenía tiempo para perder, por lo que salté de nuevo hacia mi oponente, esta vez ya preparado para próximos disparos que pudiese hacer.

Efectuó dos disparos antes de llegase hasta él. Cuando estuvimos cuerpo a cuerpo, este intentó retirarse, pero, fui más rápido y con el arma que había obtenido del vigía le propicié un corte en la pierna que hizo que cayese de bruces perdiendo el arma en el proceso. Me puse sobre él y apoyé el sable en la espalda para amenazarle. Un tipo bastante grande irrumpió en el camarote de forma brusca. Era bastante más corpulento que yo y de mi misma altura.

-Ni te muevas o lo mato.

El tipo se paró en seco, sin embargo, dio un pequeño paso a un lado casi imperceptible. En ese momento noté como algo se movía tras él aunque no conseguí ver que era. Noté como la tensión aumentaba. Entonces todo sucedió muy rápido. El tipo aquel dio la voz de alarma de que me encontraba allí, cuando empezó a hacerlo, levanté el cuerpo del tipo sobre el que estaba y un balazo le atravesó para quedar detenido en mi armadura pectoral.

Ya no tenía rehén, algo que no pasó desapercibido para el tipo corpulento, quien se lanzó contra mí sin ningún tipo de arma. Rodé hacia un lado para evitar la embestida y además librarme del cuerpo inerte del otro tipo. En lo que me levanté el bandido se puso a mi lado y comenzó a lanzarme golpes que iba esquivando con bastante soltura, aunque notaba que me iba arrinconando en una esquina del camarote.

Cuando di un paso atrás para intentar alejarme y tomar aire para una contra, choqué contra la pared. Cuando esto pasó pude ver que el bandido hizo una mueca de sonrisa y un pensamiento atravesó mi cabeza rápidamente. Falso puñetazo con el brazo derecho para realizar un gancho ascendente con la otra mano.

No me daba tiempo a realizar un ataque para vitar el que iba a hacer él así que bajé ambas manos para detener el gancho que iba a darme. Para lo único que sirvió aquello fue para que no me golpease directamente, ya que con la fuerza que tenía comenzó a levantarme con bastante facilidad, lo que hizo que me fuese rozando por toda la pared. Cuando tuve medio cuerpo por encima de él di una voltereta hacia él pasando por encima de su cabeza- cuando la pasé me apoyé en sus hombros y dando un giro le golpeé con la rodilla en la nuca.

No fue un golpe fuerte, o por lo menos, no para la reacción que continuó. El enorme bandido, de pronto cayó de rodillas y luego de morros contra la esquina. Parecía inconsciente, dado que no se movía. Por mi parte, me notaba enérgico. Como si me hubiese cargado como un fuego al que le echan más lecha cuando se está apagando.

Las voces volvieron a mis oídos, parecía que algunos de los bandidos comenzaban a bajar. Me puse en posición para combatir. Notaba como mi cuerpo comenzaba a entrar en tensión como en alguna otra ocasión cuando había combatido, aunque esta vez la notaba diferente. Como si notase mejor lo que había a mi alrededor. Notaba al bandido derrotado en el suelo y como su corazón aún palpitaba, notaba como bajaban los otros aun si estos no estuviesen haciendo ruido. Cerré los ojos y me centré en aquella sensación aún más. Y sin abrir los ojos y con toda la velocidad que me permitieron mi piernas comencé a correr los pocos metros que había hasta las escaleras por la que bajaban. Estas quedaban en otro pasillo hacia mi izquierda, pero me daba igual, mi intención no era subir aún.

En apenas un par de parpadeos llegué al cruce de pasillo mientras daba un salto desde lo bajo que había comenzado la carrera. Justo en ese momento había notado como el cuerpo de alguien estaba en aquella posición. En el salto agarré la cabeza del tipo aquel y la impulsé contra mi rodilla. Cuando se produjo el impacto, noté en la rodilla como algunos huesos de la cabeza del tipo aquel se rompían bajo esta y lo curioso era que no me había dolido.

Sin abrir los ojos y aprovechando mi punto de apoyo antes de que comenzase a caerse giré en el aire y extendí la pierna con una mezcla de instinto y de conocimiento y noté como algo la golpeaba, luego un sonido metálico de algo que caía al suelo sonó. Abrí los ojos y parecía que había bloqueado el movimiento de un ataque con una espada del compañero del tipo al que acababa de golpear.

Ambos nos agachamos rápidamente para recuperar el arma, y al estar yo aún en el aire, mi enemigo la cogió antes. Di un paso hacia atrás, lo que hizo que el bandido creyese que tenía una mayor ventaja sobre mí y avanzó hacia mí a la vez que me daba una estocada. Intenté desviarla, sin embargo, me rozó en un lateral del abdomen. Por contra para él, dejó su mano demasiado cerca de mí y le agarré con fuerza por la muñeca para que no hiciese movimientos y tras una respiración profunda apreté con toda la fuerza que pude y la giré de tal forma que el chillido de dolor que soltó el tipo aquel se tuvo que escuchar en todo el navío, sin contar que soltó el arma inmediatamente.

Cuando le solté se arrodilló sollozando y yo para coger su arma y sin dudarlo se le clavé entre la escápula y la clavícula, acabando con él casi en el acto. “Dos menos” pensé mirando la espada mientras la movía para adaptarme a su peso dado que no era una espada normal para mí y era diferente para mí. Escuchaba como alguien gritaba en cubierta seguido de pasos apresurados. No podía quedarme mucho en donde estaba, ellos eran bastantes más y en algún momento bajarían a por provisiones o cualquier cosa.

Respiré hondo y volví a notar aquella sensación extraña, aunque comenzaba a hacerse bastante natural. De pronto un sonido me sacó de esa relajación tensa que estaba teniendo. Cuando vi lo que era, no tuve tiempo de reacción y una explosión se produjo con bastante fuerza. El poder de la explosión hizo que saliese volando hacia atrás un par de metros hasta que choqué contra una pared. En el vuelo, noté como varias astillas se me habían clavado en el proceso de otras paredes.

Sin tener muy claro que es lo que había pasado y un horrible pitido en los oídos. Noté la visión borrosa. Notaba como la cabeza me hacía amagos de irse y según me intentaba incorporar tenía que volver a hincar la rodilla para no caerme de bruces. Me llevé la mano libre a la cabeza y me froté los ojos para ver si conseguía despejarla, pero no funcionó, luego me tapé el oído para intentar que el oído dejarse de pitar, y tampoco funcionó. De echo, noté como estaba sangrando.

Mi situación era mala y estaba por empeorar. Apenas pude ver u oír como alguien bajaba las escaleras hacia la bodega en la que estaba. Por suerte, antes de que realizase un disparo con el arma que llevaba me caí al suelo por falta de fuerzas. Noté unos pasos que se acercaban con la mano apoyada en el suelo. Parecía que mi final estaba por llegar, en ese momento, y por pura inercia intercambié mi posición con la marca que tenía en la cofa.

Noté el aire fresco del mar y como mucha luz de pronto entraba en mis ojos y me cegaba más de lo que estaba. Y antes de poder reaccionar a nada, una mano sujetó mi mano armada y otra mano me cerró la boca.

-Calla si quieres vivir, te daré algo de tiempo hasta que se te pasen los efectos de la explosión.

Apenas si había podido entender lo que había dicho aquella persona, pero, por un momento reconocí la voz. Le hice caso y me intenté relajar un poco, aunque intenté estar lo suficientemente alerta por si intentaba algo raro la extraña persona que decía ayudarme. En ese tiempo en el que la mente se libero del estrés me di cuenta que la voz era de la kunoichi a la que me había enfrentado cuando escapaba de mi cautiverio. En ese momento abrí nuevamente los ojos y comencé a colocarme para estar en guardia, sin embargo, ella me detuvo al momento.

-No te voy a hacer nada, pero me has estropeado el viaje, quería huir también de la isla y ahora estoy en una posición un poco jodida por tu culpa.

-¿Y por qué no me has matado?

-Mientras te busquen a ti, más tarde se darán cuenta de que también soy un polizón.

-Mátame o entrégame y eso les dará igual.

- Sí, es posible, pero no quiero comprobarlo.

Tras eso me dio un ligero golpe en el hombro, que tal y como estaba noté molestias donde me tocó.

-Por cierto, aún me duele la rodilla, me debes sacar de esta en compensación.

-¿Te fiarías de mí?

La chica se me quedó mirando como si sopesase lo que le acababa de decir. Aunque a medida que pasaban los segundos se hizo una sensación incómoda para mí.

-Está bien, intentaré que no vuelvas a la isla y que te largues de aquí. Pero no te metas en lo que decida hacer, simplemente quedate escondida y listo.

-Te tomo la palabra, samurai.

-No soy un samurai, aunque voy tras uno que es idiota.

Cerré los ojos un momento y cuando los volvía abrir, la chica me zarandeaba ligeramente.

-Oye, ¿ya tienes un plan? En breves habremos dado media vuelta al barco por completo y ha pasado ya casi medio día desde que viniste.

Me había quedado dormido, aún me dolía gran parte del cuerpo. Y el que estuviesen dando la vuelta ya suponía un problema.

-Si, si, ya tengo un plan de ataque.

-¿Y se puede saber cuál es? – Preguntó casi con miedo de querer saber la respuesta.

-Sí, atacar. - Informé levantándome.

-Tu eres idiota, hay como cincuenta bandidos buscándote, estás echo una pena tras la explosión. No aguantarás ni un golpe contra cualquiera aunque tengas haki de observación.

-Ya te dije que no sé que es eso, bueno, voy a cumplir mi promesa.

Y salté de la cofa hacia la cubierta. Sabía que mi estado era bastante malo, pero íbamos a volver a una isla que sería mi tumba, y antes que eso estaba la muerte. Según caí al suelo, tuve que hincar la rodilla y apoyarme en el suelo pues un dolo intenso se reavivó en mi costado, posiblemente tuviese alguna costilla rota. Mis oponentes no se hicieron esperar y comenzaron a aparecer en cubierta unos cuantos.

Me incorporé llevándome la mano a las costillas mientras la otra agarraba firmemente la espada. Comencé a hacer respiraciones más profundas pero ligeramente más despacio al ritmo normal. Noté como la sangre fluía mejor por mi cuerpo y me llenaba los músculos de energía. Me coloqué en una posición habitual par combatir, bastante agachado.

Tras un par de segundos estuve a punto de lanzarme contra el tipo que tenía enfrente, sin embargo, mi instinto me decía que no era una buena idea, por lógica que pareciese. Por ello, salté hacia un lateral, pillando por sorpresa al bandido que allí había. Sin dificultad realicé un corte ascendente que profundizó en el bandido, el cual tras mi paso quedó tendido en el suelo.   Hecho ya el primer movimiento, comenzó la batalla, no esperaron a que recuperase una buena postura, como era de esperar.

Comencé a esquivar y bloquear los ataques que me llegaban como podía, al igual que los devolvía si veía la oportunidad, lo cual era extraño.  Notaba como mi cuerpo comenzaba a querer rendirse. Necesitaba un pequeño respiro y entre tantos tipos no iba a poder tenerlo y no podía poner en riesgo a la chica volviendo ahí. Hice acopio de las fuerzas que pude y cuando devolví un ataque con el que pude derribar a un bandido aproveché y salté por encima de este para seguir corriendo. Lancé la espada después de marcarla, que ya estaba bastante deteriorada, hacia el timón mientras corría hacia las bodegas del barco.

Los bandidos me persiguieron como esperaba, de pronto las bodegas se abrieron de golpe y tres tipos armados con pistolas aparecieron y efectuaron un disparo. Apenas vi esto, y justo cuando abrieron fuego cambié mi posición para estar sobre la espada. Aquel espacio que había ganado me permitió no solo coger aire, sino poder cambiar nuevamente el rumbo del barco. Aquello desestabilizó a todos que perdieron el equilibrio. Fijé el timón con un cabo y volví a prepararme para seguir combatiendo. Tenía que acabar con los tiradores antes de que me viese envuelto por todos lo que iban con espadas y machetes.

Sin esperar a que viniesen ni esperar su invitación corrí hacia ellos mientras aún estaban levantándose. Salté por encima de alguno que aún no se había puesto en pie y caí frente a los pistoleros. Estos hicieron el amago de apuntarme, pero yo había sido más rápido y estaba efectuando ya un corte que les alcanzó el cuello, aunque no les decapitó.  No esperé a que cayesen y tras una patada al más cercano para que cayese a la bodega me giré para enfrentar nuevamente a los que estaban armados con armas cuerpo a cuerpo.

A pesar de que había reducido su número en tres o cuatro, la situación contra ellos no había mejorado y por si fuese poco, ya estaba anocheciendo. Eso último no tenía por qué ser algo malo para mí, dado que la oscuridad podría darme una pequeña ventaja.

Hice frente como pude a los tipos aquellos y volví a cambiar mi posición, esta vez a la bodega donde almacenaban la comida. Allí en un saco metí varias cosas que pudiesen comerse en el momento y antes de que alguien pudiese darse cuenta de que estaba allí, cambié mi posición a la cofa nuevamente.

Allí estaba la kunoichi. No parecía de buen humor, menos aún después de haberle asustado con aquella repentina aparición.  Me mantuve sentado y tras apoyas un momento la cabeza comencé a relajarme.

-Menuda la que tienes ahí montada. – Dijo entre susurros –. Y tras ese giro no creo que tarden en volver al rumbo anterior.

-La noche pasada ya no sabían donde estaban, dudo que quieran seguir arriesgándose a cambiar el rumbo. Por cierto, toma. – Le pasé el saco con la poca comida que había podido llevar – Dijeron que para la siguiente isla eran un par de días de viaje, el jugar con el timón, como hemos echo, puede haber supuesto la perdida de medio o un día como mucho. Podríamos llegar mañana, quizás.

La chica me miró con desconfianza por lo que decía, no parecía fiarse de mis cálculos y dada la situación era bastante comprensible. Sin embargo, mis conocimientos en navegación y como había seguido el curso de los acontecimientos me llevaba a aquellos cálculos.

-Voy a dormir un poco para recuperar fuerzas, si cambian el rumbo me avisas.

Me relajé y sin esperar a que contestase me dormí. No sabía exactamente cuanto tiempo había pasado, pero dudaba que fuese mucho, aún me dolía todo y no me notaba descansado. La chica me dijo que estaban yendo hacia el timón y otros estaban comenzando a subir. Respiré hondo y me desperecé como pude. Me incorporé un poco y noté un ligero mareo, además, al hacerlo, noté el sitio donde estaba un poco húmedo, toque la humedad y la olí. Parecía ser sangre. No me había percatado cuando me dormí, pero ahora que me revisaba un poco, era cierto que tenía bastantes heridas, bastantes más de las que pensaba.

Tiré la espada marcada hacia la popa del barco en dirección al timón y antes de que llegase a la cubierta cambié mi posición sobre la espada. Había llegado allí antes que ellos y ahora podría defender la posición. Otra ventaja de aquella situación fue que no hubiese tantos enemigos como a los que me había enfrentado durante la tarde, apenas eran tres. Ellos rápidamente desenfundaron sus espadas y avanzaron haca mí.

Tras un intercambio de golpes mi espada se acabó rompiendo, aunque no me impidió acabar con ellos con relativa facilidad. Cogí dos de las espadas de ellos y antes de que me pudiese preparar y girarme de donde podía venir algún bandido. Noté una perturbación a mi alrededor.  Salté hacia adelante por puro instinto y pude escuchar un golpe contra la madera de la cubierta. Me giré y pude ver como un tipo enorme había golpeado el suelo justo donde estaba antes. Lo reconocí al instante, era el tipo que noqueé en el camarote donde estaba el médico.

Me lancé contra él con una de las espadas por delante para intentar acabar rápidamente con aquello mediante una estocada. Sin embargo, no funcionó, reaccionó más rápido de lo que me había pensado y don una poderosa patada me desarmó una de las manos. Di un paso atrás mientras sacudía la mano del dolor. Me puse en guardia y esperé a su siguiente movimiento.

Como imaginé no tardó en venir hasta mí con la intención de darme una patada lateral. Fui a saltar hacia un lado para esquivarla, pero la pierna me falló y me resbalé quedando a merced del golpe, aunque me dio tiempo a poner los brazos en cruz para reducir el impacto. El golpe, por alguna razón me dolió menos de lo que esperaba y solo me hizo retroceder un par de pasos, impidiéndome realizar un contraataque. Miré la pierna y pude ver que esta estaba sangrando, posiblemente de las heridas del anterior combate.

Me preparé para continuar, y me puse nuevamente en guardia. Noté como la tensión en mi cuerpo iba aumentando a cada paso que daba mi oponente para el siguiente ataque por si mi cuerpo seguía sin reaccionar como yo quería. La notaba de tal forma que los pelos del cuerpo lo tenía erizados.

El enorme tipo en vez de una patada esta vez arremetió con un puñetazo como el primero. Con la mano desarmada golpeé su muñeca para desviarla, aprovechando con la otra para provocarle un buen corte desde la mano al codo, luego di nuevamente un paso hacia atrás. Sacudió su mano un momento mientras la miraba, sin embargo, volvió a por mí. Esta vez no le dejé atacar y me adelanté, di un paso largo y realicé un corte horizontal que esquivó levantando la pierna, y sin esperar, terminé de avanzar hacia él dándole un puñetazo con todas mis fuerzas en el lateral de la rodilla.

EL bandido tuvo que retroceder dando un salto, sin embargo, cuando apoyó la pierna tuvo que hincarla, como si le fallase. Aquello no me pasó desapercibido. Teniendo en cuenta la fuerza y resistencia que tenía el que le hubiese provocado aquello con un solo puñetazo se me hacía extraño, algo más debía haber.

No le tregua y volví a cargar contra él. Claramente le había afectado ya que pasó a estar a la defensiva y se aseguraba de que no le tocase, sin embargo, con la pierna en aquel estado no pudo seguirme el ritmo y unos momentos después había conseguido darle un profundo corte en el lateral del costado. Intentó mantenerse en pie, pero acabó cayendo con mucha dificultad para respirar.

El combate me había resultado bastante cansado a pesar de no haber durado demasiado. Me acerqué al cuerpo que aún tenía una espada del los tres primero y la recogí. No me dio mucho tiempo a pararme, pues estaban llegando más bandidos. Cogí aire para intentar estar lo más relajado que pude, sin embargo, mantuve el aliento unos instantes para aumentar la tensión en mi cuerpo.  Cuando llegaron a la cubierta en la que me encontraba solté el aire. Forcé las piernas a estar en tensión contante, notando la misma sensación que antes y corrí todo lo que pude contra ellos.

Al principio les pillé un poco desprevenidos y a los dos primeros les conseguí golpear, al primero con una de las espadas a la altura del cuello, mientras que el segundo consiguió bloquear la espada, aunque aproveché para darle un puntapié en la cabeza a la altura del oído, cayendo este al suelo inconsciente.  

Me forcé a no detenerme, el cansancio se comenzaba a profundizar más. Con un giro sobre el suelo me lancé contra los siguientes que estaban subiendo, sin embargo, algo bloqueó el ataque, deteniéndome en seco. Intenté recuperar una posición defensiva, pero una patada me dio en mitad del pecho y me lanzó volando hacia atrás hasta que choqué contra la barandilla de cubierta.

Me costaba respirar y lo que me preocupaba más, notaba un escozor en el pecho bastante intenso.

-Tienes suerte mocoso, esa mierda que llevas en el pecho te ha salvado de una muerte segura.

Levanté la cabeza y pude ver a un tipo de más o menos mi altura, aunque mucho más musculado, parecía un boxeador por su aspecto, sin embargo, la patada que me había dado sin duda me hacía pensar que a lo mejor me equivocaba.

-Bueno, el viaje se te acaba ya. No sé donde nos habrás llevado, supongo que solo querías que nos perdiésemos en mitad de la nada y posiblemente lo hayas conseguido. - El tipo comenzó a avanzar hacia mí – Y si no fueses mercancía extraviada, habrías sido un gran tripulante de mi barco. Resistir estos días de travesía tu solo contra el mundo, has matado a unos cuantos, incluso a Timothy, mi segundo al mando.

-Ah, ah, quizás me hubiese resultado más fácil si hubiese estado en condiciones. Ah, ah – respondí respirando con dificultad.

-Je je je. Si como no. ¿Es ese el tipo de escusas que ponen los samurais cuando van perdiendo?

-Idiota, no soy un samurai. Y no pongo escusas, a fin de cuentas os he ido derrotando ¿no?

-Bueno, pues entonces hasta aquí has llegado. – Amenazó comenzando a acercarse –. Soy el capitán y ya me has provocado demasiados problemas. Y si tienes pensado irte a otro lado, que sepas que ya tengo preparados hombre para que nada más te vean disparen.

Según dijo esto subió sus puños en forma de guardia, como si de un boxeador se tratase. Con algo de esfuerzo me levanté y me puse en posición. Al hacerlo, el capitán se detuvo a apenas un par de metros de mi posición. Notaba como la ropa se me iba mojando con la sangre que salía de todas las heridas. No quería ser yo el que iniciase aquel combate, algo me decía que no iba a ser sencillo dar la talla en aquel momento contra un oponente como él. Por otra parte, tampoco debía esperar demasiado, habían subido media docena de bandidos y si decidían atacar a la vez que aquel tipo no llegaría a ver el amanecer, de eso estaba seguro.

De pronto el capitán dio un paso rápido hacia mí e intento darme un puñetazo desde arriba dado que no tenía otra opción dada mi posición. Al verlo, apenas me dio tiempo a moverme para esquivarle. Y eso había pensado pues el apenas me había rozado pero noté como en la cara se me generaban unos cortes. Rodé para volver a tener espacio entre los dos y me llevé una mano a la cara. Efectivamente me había cortado la cara en varias zonas.

-Vamos samurai, no huyas, ¿dónde está tu honor como guerrero? – Se burló volviendo a ponerse en guardia.

¿Tenía alguna técnica cortante? Era lo más posible pues en los puños no tenía nada, y pensándolo, tampoco tenía nada en las piernas como para hacerme un corte como el de antes.  este combate iba a costarme caro. Debía ser lo más defensivo que pudiese y contraatacar si veía la ocasión. Cambié la posición de una de las espadas cogiéndola al revés.

Como esperé, el capitán no se detuvo esta vez y comenzó a lanzar golpes bastante potentes y rápidos. Para no arriesgarme hasta ver como usaba su técnica fui evitándolos mediante unos saltos rápidos hacia atrás. En ese momento noté como algo se movía a mi espalda y con el último salto di una voltereta también hacia atrás. El resultado fue que choqué con uno de los subordinados del capitán, aunque no sin antes escuchar un disparo.

Me levanté rápidamente y pude ver que el tipo con el que me había chocado había intentado dispararme. Pero aquella pequeña distracción fue un error.

-¡Niku minsā! – escuché detrás de mí.

Me giré con toda la velocidad que pude y apenas me dio tiempo a bloquear unos puñetazos consecutivos dirigidos al pecho. Al detenerlos con las espadas, una de ellas se rompió y uno de los puñetazos lo recibí en el brazo, donde me produjo un corte bastante profundo. Por otra parte, aquello no me había venido del todo mal, pues al bloquear los ataques con las espadas, pude notar que lo que sonaba al chocar era metal contra metal, lo que quitaba de mi cabeza el que pudiese ser una técnica.

Me quedé con el trozo de espada que me había roto, y marqué ambas espadas, si me hacía soltar alguna tendría una forma de evitar un ataque, pero tampoco podía hacer eso para evitar sus ataques, parecía que ya sabía como funcionaba más o menos mi habilidad y no tenía fuerzas para estar usando la habilidad constantemente.

El capitán de los bandidos volvió a lanzarse contra mí, sabía que tenía la ventaja en aquel enfrentamiento, más aún sabiendo que como intentase alejarme mucho de él sus hombres intervendrían en mi contra.  Fui evitando como podía todos los ataques que me lanzaba, aunque más de una vez no conseguía evadirlos y me generaba algún corte nuevo. Y a pesar del cansancio que tenía me fui acostumbrando a sus movimientos, pudiendo verlos mejor y si me centraba mucho en él podía como escuchar lo que haría a continuación, lo que me facilitaba el que pudiese predecir mejor su próximo movimiento.

Notando aquello, el que realizara alguna contra se hizo más frecuente, aunque sin éxito de herirlo pues parecía que su piel estaba hecha del mismo hierro que el de una espada. Lo más seguro era que tuviese la habilidad de una akuma no mi como yo. Tras un rato bastante largo de combate en el que principalmente me dedicaba a esquivar los ataques del tipo aquel se me ocurrió algo que en su momento me había llamado la atención, y que ahora se me pasaba por alto y era que aunque lo había hecho sin querer, había puesto mi voluntad en un ataque contra un enemigo. Quizás en un momento desesperado como este me pudiese servir aquello.

Me preparé y cuando vi la oportunidad realicé un contraataque. En aquel golpe puse toda mi voluntad para que pasara sus defensas, y como había sucedido la vez pasada, conseguí provocarle un corte, no muy profundo en el pecho. El capitán se quedó sorprendido al ver que estaba sangrando y había logrado pasar sus defensas. De la misma forma sus hombres comenzaron a mirarse entre ellos alucinando por mi logro, el cual ellos parecían creer imposible.

Aquello no parecía haber sido una buena idea, pues el bandido pareció entrar en una especie de furia berseker y comenzó a atacar de una forma más violenta y rápida. Había perdido precisión y tenía más espacios abiertos en su defensa, pero el contraatacarle era mucho más complicado. El combate se iba prolongando y mi cansancio ya me había llevado al límite, casi no podía moverme, aunque el que mi oponente estuviese tan furioso había echo que se cansase más rápido, aunque se le notaba aún más fresco que a mí.

Los subordinados del bandido parecieron notar aquello y se atrevieron a empezar a atacar de vez en cuando y solo si su capitán estaba lejos de ellos. Nuevas heridas fueron apareciendo en mi cuerpo, dejándome ya cada parte de mi cuerpo marcada por una herida que comenzaba a sangrar, siendo estas no demasiado graves, pero dolorosas.

El cielo comenzó a hacerse ligeramente más claro. Parecía que quedaba poco para el amanecer y había podido mantener el rumbo del timón. Solo esperaba que la isla estuviese cerca, aunque si todo seguía igual, no creía que la fuese a ver. Unos pasos y gritos detrás mio me hicieron volver a la pelea, sin embargo, se callaron antes de que me girase.

-Me ha parecido ver que hay una isla en el horizonte – Dijo la voz de la kunoichi detrás de mí.

Sin decir nada le toqué en el hombro, en señal de que agradecía lo que había echo, pero aproveché para marcarle. Ella se puso a enfrentar a los bandidos que quedaban en la cubierta, mientras que me mantuve esquivando al capitán. Tras una esquiva, vi delante de mí, y detrás del bandido algo enorme que se acercaba al barco. No podía ser. La chica se había equivocado y la isla estaba mucho más cerca.

Íbamos a chocar contra un acantilado de la isla. Tras esquivar una última vez al capitán, lancé ambas armas con toda la fuerza que pude hacia lo alto del acantilado, que con la poca luz que había ya del nuevo día, se podía intuir. Una patada lateral me hizo salir volando unos metros y me generó un nuevo corte. Por suerte la placa evito que me cortasen el brazo.

Cuando recobré un poco el sentido el barco comenzó a chocar contra la isla y por tanto a destruirse. Aproveché aquel momento para cambiar mi posición y el de la kunoichi por el de las espadas que había lanzado.

Caí al suelo y pude oler la hierba fresca que crecía en lo alto del lugar, mientras que de fondo se podía escuchar el ensordecedor crujir de todas las maderas del barco y los gritos de sus integrantes cayendo al mar. Sonreí y comencé a respirar más relajado centrándome, con el remanente de energía que me quedaba, en mantener las heridas controladas.

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estamos?

-A salvo, en la isla. Ya cumplí mi promesa, ahora si me ayudas a ponerme de pie, cada uno podrá seguir su camino.

-No puedes caminar en ese estado, se te abrirán más las heridas que tienes.

-Estoy controlando el sangrado no te preocupes.

La chica hizo caso omiso de lo que le decía y comenzó a vendarme cual momia dada la cantidad de heridas, luego me metió un líquido en la boca extremadamente amargo y se sentó a mi lado.

-Sabes, no pensé que fueses a poder contra el capitán, por lo que había escuchado tenía el poder de convertir su cuerpo en filos, como los de una espada. ¿Usaste el Haki?

-Y vuelta la burra al trigo. No sé de que me hablas.

La chica tras un suspiro de incredulidad, me explicó lo que eran los haki y los tipos que había. Todo de forma muy básica y contado para niños, como si fuese tan idiota como para no entenderlo de otra forma. Quizás a Hayato hubiese que explicárselo así, pero de momento comprendía las cosas bastante bien. Unas horas después, la chica se levantó y se despidió antes de marcharse. Por mi parte esperé un rato antes de levantarme con mucha dificultad y comenzar a caminar cojeando por los límites de la isla hasta que encontrase algún puerto.

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