Entre dragones [Asder y Mura][Privado/Pasado]

Una visita inesperada en el barco de los Red hizo que la pelirroja se separara de ella en su viaje por un tiempo. ¿Quién iba a decir que Sumire le haría una visita en tan poco tiempo? Seguramente acabasen viajando juntas en el barco. Al menos ocupa menos que su capitán transformado o que la conejita. ¿Quién sabía? Era una misterio casi igual al hecho de que la dragona la buscase. "¿Habrá pasado algo?"

Mura disfrutaba de las vista y de la velocidad montada a lomos de su escamosa amiga. Aunque no podía evitar pensar en el pequeño Owl y en Eagle, la cual seguramente hubiera querido venir también. "Lo siento, pero no quiero exponeros a nada peligroso." pensaba.

-Esto es increíble, Sumire.- Dijo mientras extendía los brazos fingiendo ser un pájaro en lugar de un puma. -Pero, ¿por qué me has ido a buscar?- La dragona se limito a mover la cabeza en dirección a una mancha de color verde, con dos zonas blancas en medio. Una isla, debía ser importante para ella si lo que quería era ver esta. Recordaba las islas que Aka dijo que podrían haber visitado en su camino, y el nombre de Little Garden le llamó la atención. Por lo visto era la casa de Fang y el lugar donde ella encontró a Sumire. 

-No será esta....- no tuvo tiempo a preguntar a la dragona que ya estaba descendiendo, quedando sobre una de las estructuras de hueso blanco que ocupaban el centro de la isla. La pelirroja bajo de encima suya al instante, olisqueando el aire de la isla. -No hay duda.- Dijo sonriente.-Aquí es donde te encontré, ¿verdad? Pensar que ya han pasado dos años...- 

La pelirroja acarició el hocico de Sumire y se dispuso a bajar de un salto al suelo. ¿Pensaba suicidarse? Más bien quería lucirse, frenando su caída con ayuda de sus botas especiales en el momento oportuno. Lo que no esperaba era caer tan cerca de..¿Qué o quién era? No lo sabía, pero parecía dormido. "Espero no haberle despertado."

Como temía Murasaki, la criatura junto a la que acababa de aterrizar se había despertado por el ruido provocado al tocar el suelo. Un ser enorme que superaba en altura incluso a Sumire. "¿Qué es? ¿Un gigante? " Se preguntó mientras lo miraba. Lo lógico hubiera salido marcharse corriendo a algún arbusto por miedo a ser comida, cosa que quizá hubiera hecho de no ser porque el grandullón acababa de llamarla chiquitina y eso era algo que no le gustaba. Bajita, enana, pequeña. Peso si tenía una estatura normal para su especie. Por muy gigante que fuera eso no era algo que le fuera a permitir.

La chica se acercó a él tomando carrerilla con intención de saltar sobre él, primero a su rodilla, luego a su panza y acabar sobre su hombro. -¿A quién llamas chiquitina? ¡Yo tengo un tamaño normal!- Bufó. -¿No será que tú eres demasiado grande?...¡Oye! ¡¿Me estás escuchando?!- Gritó molesta. Aquel ser parecía estar hablando consigo mismo y haciendo caso omiso a lo que la chica le decía. Igualito a su capitán. ¿Qué manía tenía todo el mundo de ignorarla? -¡Oeeee!- "Cómo siga ignorándome le clavo a Ikari en el hombro, ya verá que gracia." Pensó antes de decantarse por contestar a su segunda pregunta, aunque dudaba que este le escuchara. -Hemos venido a visitar un lugar, aquí es donde nació Sumire.- Comentó mientra se acomodaba, sentada con las piernas cruzadas.

Hablando de Sumire, esta debía estar a punto de llegar tras su dueña. Después de todo, había saltado sin previo aviso de encima suya. "Espero que no se piense que la he olvidado..." Pensó mientras se rascaba la nuca y soltaba un suspiro. -¿Tú qué haces aquí? ¿Es esta tú casa?-

La joven se encontraba observándome con sus pequeños ojos. Parecía algo enfadada o molesta, ya que se acercó hacia mi con velocidad. Dio un salto hacia mi rodilla, para después alcanzar mi vientre y por último mi hombro. No entendía que quería aquella enana, al menos no hasta escuchar sus palabras en mi oreja, gritando. Ahora lo entendía, parece que no le gustaba que se metieran con su tamaño, tal vez tendría complejo con eso... Y por si fuera poco, me estaba llamando a mi grande. Que yo sepa, yo era normal, tal vez un poco alto, pero nada más. Según por lo que decía, allí es donde encontró a Sumire, que ni idea de quien era. También tenía curiosidad por saber que hacía allí, así que debía responderle.

- Bueno... Tan solo pasábamos por aquí, así que decidimos durmir un rato. - Dije para que justo al acabar, me molestara Dova. "¡Maldito inepto! Se dice dormir. ¡Dormir! De, o, erre, eme, i, erre. ¿Tan difícil es para ti hablar bien?" - ¡Cállate! ¡Ya me tienes harto con tus correcciones! - Grité. Sabía que aquella chica no podía escuchar a Dova, pero ya me estaba hartando y mi paciencia tenía un límite.

Entonces traté de agarrar a la pelirroja para bajarla de mi hombro y tras hacerlo, volvería a mi forma humana. Un humo denso y blanco me rodearía y, cuando desapareciese, quedaría Dova y yo separados. Dova era un dragón rojo de diez metros y yo una bestia de cuatro metros con bioingeniería. Miré a aquella chica, sorprendido, y no pude evitar quedarme boquiabierto al ver que había crecido.

- ¡¿Cómo has hecho eso?! ¡¿Cómo has crecido de repente?! - Le dije ignorando lo que había sucedido. Realmente ella no había crecido, sino que yo al separarme de Dova, había encogido.

- Cada día ere más idiota. - Dice Dova lanzándome un golpe con su cola a mi espalda. - ¿No ves que lo que ha pasado es que tú has encogido? Eres un estúpido.

-¡¿Q-Q-Qué Diablos haces?! ¡¡¡SUÉLTAME!!!- Gritó la chica mientras pegaba patadas al aire, bastante molesta por como había sido agarrada. Ni siquiera Keima o Bakagami la hubieran tratado así de mal en todo el tiempo que habían estado juntos. Al menos aquella extraña criatura la dejo en el suelo como le había pedido aunque seguramente no porque ella lo pidiera. Nada más estuviera libre pensaba pegarle tal golpe en la espinilla que se lo pensaría dos veces antes de agarrar a cualquiera como lo había hecho con ella. Aunque sus planes se vieron interrumpidos cuando del cuerpo de la criatura salió un extraño humo, rodeándolo y haciendo que a la chica se le erizara el pelo y soltara un bufido similar al de un felino. Tanto ser llamaba en gato hacía que se comportara como uno a veces.

Al dispersarse el humo, la chica pudo observar que el gigantón había desaparecido o, mejor dicho, se había dividido en dos. Por un lado una versión reducida del anterior, sobre el que había estado (no era tan grande como Sumire, pero seguía siendo una cosa enorme) y un dragón el doble de alto que su amiga alada. -¿Hay más dragones en esta isla?- Se preguntó a sí misma fijando los ojos en el lagarto de escamas rojas. ¿No se suponía que aquel lugar era el hogar de criaturas prehistóricas? ¡¡Los dragones no son prehistóricos!! Además, parecía que aquel dragón y el otro ser se conocían, ¿eran amigos? A saber. Viendo como el dragón molestaba al humano (con razón) cualquiera lo diría. "Qué par más extraño...."

Los dos delante de Murasaki siguieron con sus discusiones, las cuales ella no entendía ya que aún no sabía hablar dragón. Ya le diría a Akagami que le enseñara (en teoría debería saber hablarlo). Un rugido heló los aires, seguramente Sumire por fin había alcanzado a ver a Mura, la cual se escondía fácilmente por la alta maleza del lugar, aunque no porque ella quisiera. -¡¡SUMIREEEE!!-La llamó la chica agitando los brazos, como si ignorara a los otros dos por completo. "Sácame de este lugar de locos."

- ¡Oye, qué sea la última vez que me golpeas! - Grité a Dova mientras mis brazos empezaban a rodearse de llamas. - Espera... Estoy oliendo algo extraño.

De pronto aquella chica extraña empezó a gritar un nombre, como si fuese una loca. No podía entenderla, pero mi haki de observación captó algo. Había una presencia cerca, así que me puse en guardia. "¿Tal vez esto sea una emboscada?" Pensé mientras apretaba mis puños. Debía estar alerta, no sabía que se podía esconder a los alrededores. Miré de reojo a Dova y me di cuenta de que él también sabía que había algo. Su olfato era mejor que el mío.

- Ten cuidado, pequeña. Hay algo alrededor. - Dije a la chica mientras activaba la visión térmica de mis ojos cyborg.

Me di cuenta de una silueta extraña y lancé otra mirada a Dova. ¿Estaba alucinando? Parecía que había otro Dova por ahí, pero más pequeño. "¿Otro dragón?" Me dije a mi mismo. Estaba dudoso de lo que mis ojos veían, no podía ser real. ¿Era un sueño y aún seguía durmiendo? Rápidamente llevé mi mano derecha al pecho para pellizcarme con fuerza, soltando un quejido de dolor.

- ¡No estoy durmiendo! - Grité. - ¡Hay otro dragón cerca! - Debía atraparlo, debía formar parte de mi tripulación y de mi familia. Se dibujó una sonrisa macabra en mi rostro y fruncí el ceño. Estaba realmente emocionado.

Comencé a caminar lentamente para acercarme y así verlo más de cerca. No era extremadamente grande como Dova, así que imaginé que aún era un dragón joven. Notaba a Dova raro, movía su cola con velocidad de lado a lado mientras soltaba fuego por sus orificios nasales. ¿Estaba alterado? Debía hacer algo. ¿Y si intentaba atacar al otro dragón?

"¿Qué pretenden?" Las orejas  felinas de la chica se pusieron de punta al tiempo que su cola se erizaba, en el momento que el....¿Hombre? Ni siquiera tenía claro de que clase de criatura se trataba, la advirtiera de un peligro que resultó ser su compañera. ¿Acaso no la había escuchado al llamarla?  Además, el dragón que acompañaba al grandullón también se estaba comportando de manera extraña, como si estuviera enfadado...o (como diría Akagami) "en celo".  "Más vale que no intenten hacerle algo o lo pagaran muy caro." Pensaba al tiempo que activaba ambos Hakis y transformaba sus piernas en las de su forma híbrida.

-¡Oye, grandullón! ¡Oyeeeee! ESCÚCHAME GIGANTÓN.- Llamó a la criatura delante suya, maldiciéndose por dentro. Si no hubiera bajado hasta ahí ahora no tendría que preocuparse de que esa criatura parlante, que ni siquiera se había presentado y tenía menos luces que un faro en un día soleado, fuera detrás de Sumire. Sí al menos la escuchara, quizá pudiera lograr que entendiese que era su compañera y por tanto no debía cazarla...aunque lo mismo intentaba capturarlas juntas al ver que poseía una Akuma no mi. Por la inteligencia que mostraba poseer, lo mismo se pensaba que era un ser "mágico" que vivía en aquella isla, aunque ya le había dejado claro que solo estaba de paso. "AAAAGH, ¿POR QUÉ  DIABLOS SIEMPRE TIENE QUE PASAR ALGO? ¿NO PODÍAMOS TENER UN DÍA TRANQUILO PARA VARIAR?" Gritaba en sus adentros mientras se imaginaba golpeando a algún marine para desahogarse. Aunque ¿Quién la culparía? Tampoco exageraba en cuanto a que cada día sucedía una u otra cosa. Pero que intentaran cazar a Sumire era el colmo. ¿Cazadores de dragones? Lo que faltaba. ¿Lo próximo qué sería? Armarios que llevaran a otros mundos?

Como fuera, no iba a quedarse de brazos cruzados viendo  como el grandullón hacía lo que le placía. Nada más vio que este se dirigía con sigilo hacía la dragona, la chica de cabellos anaranjados, comenzó a correr, cogiendo impulsó a base de apoyar las patas en el tronco de los árboles que les separaban, logrando así saltar por encima del contrario, para interponerse entre él y Sumire. -No se que pretendes, pero no dejare que le hagas nada.- Dijo mirándole con el ceño fruncido, antes de bufar, mostrando los dientes.