Combate A Cuatro Bandas [Kyofu-Jin Surfer] [Pasado]

La oscuridad mandaba aquella noche en la zona. La luna estaba tapada por las nubes y el viento soplaba muy levemente. El enorme coliseo de combate se veía majestuoso como siempre pero vacío como era normal a esas horas. Algo estaba a punto de pasar en aquella isla alejada de todo. Se trataba de un acontecimiento especial para los miembros de Kyofu no yohei. Madara los había mandado a aquel sitio a encontrarse con una persona. Quería que ellos conociesen lo que era alguien cruel y cabrón y al mismo tiempo empezaran a hacer buenas migas con aquel tipo. Alguien que había sido comparado con el demonio. Un hombre que estuvo infiltrado en el gobierno mundial más de cuatro años y estuvo a punto de llegar a lo más alto a base de corrupción. Un cruel asesino capaz de eliminar todo rastro de vida sin importarle las consecuencias. Su nombre anterior era Kogáto, pero desde que se desveló a la humanidad usaba su verdadero nombre, Jin Uchiha Surfer.

El emisario del fuego y terror de los mares. Su cabeza actualmente rozaba la suma de los ochocientos millones ¿Por qué mandaba el dragón a sus chicos a ver a alguien así? Era su hermano y le había dado instrucciones de no matar a ninguno de ellos durante la prueba. En mitad de aquel enorme coliseo se podía ver una figura. Parecía tener una altura normal era algo corpulento aunque no demasiado. Vestía con una túnica negra y unos pantalones del mismo tono, por dentro una sudadera azulada. En sus pies unas sandalias de madera que guardaban unos calcetines blancos y en su mano una cadena. Dicho objeto estaba atado a su muñeca derecha e iba hasta una guadaña blanca. En la espalda llevaba amarrada otra guadaña pero roja como la sangre. Lo más siniestro era su máscara naranja, la cual tenía un agujero por el que se podía ver un ojo rojizo e intenso. Al lado de aquel oscuro tipo se hallaba un hermoso tigre de color naranja pálido, casi marrón. El animal era majestuoso y bastante grande, era su mascota, Feng.

En el bolsillo de aquel tipo había una cajita negra con unas doce bolitas amarillas, sus rumbles. También llevaba más máscaras escondidas por su ropa. Recientemente se había infiltrado en la marina con su apariencia de “Aomine”. A ellos no les mostraría aquel aspecto ni el de su verdadera cara, aunque esta aparecía en todos los carteles del mundo. Cuando el asesinó notó que unos pasos se acercaban, activó su haki de observación para percatarse de tres presencias. Se puse en pie y se quedó allí tranquilo. Debido a la oscuridad poco se podía ver pero en ese momento los dos enormes focos se encendieron iluminando el estadio. Él ya había movido hilos para que aquello funcionase. Esperó a que aquellos tipos llegaran mientras se mantenía totalmente serio con la guadaña blanca apoyada en el suelo, una sonrisa macabra surgió ahora de su rostro. Al menos eso no podía verse debido a su máscara. El ifrit notaba que la sangre le ardía, deseaba hacer la prueba con aquellos chicos y enseguida chasqueó los dedos. Una oleada de fuego surgió de la nada alrededor del asesino, prendiéndole en llamas pero no le pasaba nada, era totalmente inmune al fuego.

Por otro lado Madara ya les había dicho a ellos en todo momento que le llamaran Jin o Vader. Cualquier otro nombre haría al moreno ponerse hecho una furia. Había usado el nombre de Kogáto durante mucho tiempo y los conocían así por todo el mundo. Pero solo los más estrictos miembros del gobierno o aquellos que tenían contacto con él sabían que era Jin. El líder de la antigua división de Akatsuki que misteriosamente desapareció. Jin venció a su segundo al mando con facilidad tras rebelarse este contra él. Su secretaria desapareció y el Fenix dejó de dar señales de vida. Ahora solo quedaba él pero solo se las apañaba, en ese momento ya estaba deseando ver sangre y tripas. Se estaba emocionando y excitando más de la cuenta, era un asesino como pocos había en el mundo. Vivía para matar, hacer el mal y arrebatar las esperanzas a todo el mundo.

El espadachín se hallaba junto con sus otros dos compañeros. Habían ido a recoger a Ragerok que se había quedado en la isla donde conocieron a Madara. Nokotori se había situado en medio de aquellos dos y andaban pacíficamente hacia donde su líder les había indicado. Al parecer iban a conocer a un hombre bastante cercano al Shichibukai.

Todo estaba oscuro y el joven espadachín permanecía en silencio mientras poco a poco se acercaba a una gran estructura. La oscuridad no dejaba ver mucho sobre aquel edificio y apenas se apreciaban los detalles de éste. Más temprano que tarde cruzaron la puerta principal de lo que Nokotori pudo reconocer como un coliseo. El espadachín vestía con su atuendo de siempre y dejaba ocultas sus katanas por lo que pudiera pasar. La verdad es que Madara no había dicho qué iban a hacer allí y la incertidumbre envolvía al moreno, aunque sabiendo como es su líder probablemente tendría que sacar a pasear sus preciosas espadas.

Nokotori que iba el primero pasó por un gran portal que al cruzarlo pudo ver de nuevo el cielo y las estrellas. Estaban al aire libre pero esto no hacía que se pudiese ver mejor, todo lo contrario. La oscuridad lo rodeaba. Se quedó esperando a sus dos compañeros cuando de repente se encendió una potente luz que de primeras dejó sin vista varios segundos al espadachín haciendo que se llevara la mano derecha a sus ojos para poder protegerlos.

Cuando su vista se pudo acostumbrar a la cantidad de luz que había pudo ver dos figuras.  Una tenía forma humana y vestía completamente de negro, llevaba una máscara naranja que desentonaba bruscamente con su vestimenta. La segunda figura era la de un animal, era un tigre.

El espadachín seguía esperando a sus compañeros y se le quedó mirando fijamente al misterioso individuo. Éste desprendía un aura algo siniestra pero no consiguió asustar al espadachín. Miró al agujero que tenía en la máscara y vio un ojo de color rojo el cual le recordaba a Madara.  Pronto pudo ver como aquel desconocido hacía algo con la mano y de repente se prendía en fuego. Eso sí impresionó al espadachín, no parecía que sintiese dolor ante aquellas llamas.

-Oye tú. Imagino que debes de ser Jin. ¿Qué es lo que se supone que tenemos que hacer?

El espadachín se dirigió a él sin ningún tipo de respeto como es costumbre en él. Después de decir aquellas palabras escuchó a sus compañeros llegar por fin.

Qui Gon se encontraba con Nokoyuri y un tal Ragemoko, ese era el chaval al que habían ido a recoger. Era un chaval bastante extraño, la primera vez que lo vio le dio la impresión de que era un chaval bastante distraído y parecía tener la mirada perdida. Podría haber debido a un posible trauma por haberlo dejado tirado.

- ¡Ey niño! ¿A ti te dejan salir a la calle a estas horas? ¿No tienes miedo de los monstruos?

Qui Gon reía tras decirle estas palabras al chiquitín. Le echó uno de sus brazos por encima del hombro y le sonrió tratando de ser amable con él. Le puso la mano en la cabeza y lo despeinó un poco mientras seguía riendo.

- Espero que sepas pelear y no des problemas, chico. El mundo es un lugar peligroso. Si alguna vez estás en peligro no dudes en huir. Sirve más un cobarde vivo pero útil que un héroe muerto pero inútil.

El luchador volvió a reír fuertemente, Nokoyuti ya se les había adelantado y había entrado en una especie de coliseo. Las puertas eran bastante grandes y el cielo estrellado poco dejaba ver los detalles de aquella infraestructura. De repente se encendieron unos focos que cegaron un poco a Qui Gon. Dentro del coliseo había un hombre vestido de negro con una máscara naranja y una guadaña blanca apoyada en el suelo y otra colgada a la espalda, en su máscara solo podía verse se ojo de color rojo. A su lado se encontraba un tigre de color naranja pálido.

El individuo chasqueó los dedos y se envolvió en fuego, pero este no le afectaba para nada. Qui Gon se quedó boquiabierto. Cerró la boca, tragó saliva y se quedó mirando a Nokoyuri el cual había llamado a esa figura por el nombre de Jin. El navegante volvió a mirar a ese tal Jin directamente, viendo como el fuego no le quemaba, después dirigió su mirada hacia el tigre que había a su lado; es posible que fuese su mascota. Algo no le daba buena espina a Qui Gon en esa escena que estaban viviendo, así que estaba alerta a cualquier movimiento y sonido que pudiera percibir por parte de Jin y el tigre. A su vez echaba un vistazo a Nokoyuri y Ragemoko. Estaba algo preocupado por el chico así que se colocó más cerca de este sin dejar de mirar a Jin; clavando su mirada de forma seria sobre él.

Ragerok estaba feliz. A pesar de que se olvidaron de él en la playa debido a su manía de enterrarse en la arena, ahora estaba de nuevo con el joven y macabro espadachín y otro nuevo compañero, además de que durante el tiempo que estuvo en la playa esperando, sus heridas mejoraron notoriamente por el efecto cicatrizante del agua de mar.

Parecía que por fin tenían algo que hacer: Madara los mandó a ver a un tal Jin o algo así. Por como habló de él, parecía alguien fuerte así que eso emocionó al joven asesino.

Mientras pensaba en cómo sería aquel tipo, el nuevo compañero se le acercó a hablarle. Hizo un par de bromas debido a su aspecto juvenil. La verdad es que el asesino era el que menos edad aparentaba de todos.

-Es que mañana no hay cole, hoy puedo salir hasta tarde.-Rió el chico.

El nuevo estaba aconsejándole mientras se apoyaba en su hombro, y aunque Ragerok solía evitar que personas de su mismo sexo tuviesen demasiado contacto físico con él, en este caso lo permitió ya que aquel tío le transmitía buenas vibraciones.

Mientras ellos hablaban un poco, Nokotori se adelantó para llegar a una especie de estadio. La oscuridad invadía el lugar, hecho que hacía que el asesino se sintiese cómodo, pues alguien como él solía trabajar en las sombras.

De repente unos focos se encendieron, desorientando un poco a Ragerok. Con la vista aún acostumbrandose a la luz, el chico vislumbró dos figuras al otro lado. Un hombre y una especie de tigre. Aquellos dos imponían demasiado, más aún cuando el hombre empezó a arder.

-Ese...ese tío está ardiendo.

Antes de que Ragerok pudiese saludar, Nokotori tomó la delantera. El joven asesino se preparó para en cualquier momento sacar alguna de sus armas, puesto que no sabía cómo reaccionaría aquel hombre ante las palabras del espadachín.

Por fin los invitados habían llegado al lugar. Una sonrisa ladeada invadió el rostro del asesino. Su instinto asesino estaba despierto y deseaba ya sentir la sangre en sus manos o al menos presenciarla con sus ojos. La primera silueta le pareció fuerte y de buena estatura, se notaba que le daba a las pesas o que al menos era una persona fornida. El otro tipo resultó ser un moreno que disponía de armas filosas o al menos aquel hombre pudo ver una. La última era más bajita y parecía ser un adolescente o algo así. El moreno no pudo evitar relamerse despacio y acariciar su propia mano derecha usando la izquierda para ello. En menos de un minuto el tipo con más nivel de poder habló al enmascarado llamándole por su nombre, cosa que hizo al ifrit alzar una ceja. – Tú debes de ser Nokotori. Ya me dijo vuestro líder que uno de vosotros era impaciente y sádico. – El rojizo orbe del tipo de las sombras se clavó ahora en los del castaño fornido.

Aquel debía de ser Qui Gon y el último por descarte el asesino llamado Ragerok. Feng se puso en pie gruñendo y caminando hacia ellos, sin embargo un gesto con la mano de Jin hizo que el elegante animal se estuviese quieto. – Bienvenidos a los juegos sangrientos. El objetivo es un combate a cuatro bandas de todos contra todos. El objetivo es aguantar lo suficiente. Solo dos pueden quedar en pie, de modo que empecemos. – Dicho aquello esbozó una sonrisa irónica. Si pensaban aliarse los tres en su contra se pondría al cien por cien y los abatiría. Aquello era una prueba para que ellos mismos se entrenasen contra ellos y no siempre atacaran en grupo. Vader no tardó en empezar a soltar una suave carcajada para después arder con más potencia y saltar hacia atrás. El animal caminó hasta las gradas y se sentó a ver el espectáculo. Pobre de aquel que atacara a Feng, moriría. La tensión se respiraba en el ambiente y el antiguo agente comenzó a saltar hacia las alturas y a volar mediante el geppou.

Una vez estuvo a unos diez metros de altura, alzó los brazos y empezó a hablar de nuevo a aquellos chicos que había bajo él. – Empecemos el combate enseguida. – Dicho aquello echó su pierna derecha hacia atrás y sin pensarlo lanzó una terrible patada con fuerza hacia los tres. Del aire surgió una onda cortante de color azul que se dirigió hacia el chico más bajito (Ragerok). El objetivo era mostrar su crueldad atacando al eslabón más pequeño aunque a nivel de poder su mantra le decía que estaba muy igualado al fornido. – ¡Rankyaku! – Gritó mientras su ataque se dirigía hacia el asesino. Ahora él bajó hasta el suelo y colocó sus pies en el suelo. Agarró con fuerza su guadaña blanca y los esperó a ver si alguno le atacaba a él. – ¡Que empiece el juego! – Tras aquel grito lanzó con su mano libre un cañonazo de fuego frente a él. Ahora se veía a través de las llamas y se veía más tétrico.

Por lo visto aquel individuo conocía al menos el nombre del espadachín, algo que le sorprendió. Nokotori escuchó atentamente lo que Jin tenía que decir. Aquellas palabras eran música para sus oídos. No pretendía asesinar a sus compañeros pero si se las quería ver con ellos y pelear. Aunque en las batallas que habían tenido parecía que el loco espadachín estaba cegado por la sangre era costumbre en él observar a sus compañeros de reojo, por lo tanto sabía perfectamente qué estilos de lucha adoptaban sus colegas. No tenía predilección por ninguno de los dos y estaba seguro que podía vencerlos sin que entrañasen mucha dificultad.  A pesar de todo, Nokotori no tenía en mente aliarse con ninguno de los tres y pretendía quedar el solo en pie. Como mucho los dejaría K.O.

El espadachín se giró brevemente y observó a sus dos compañeros los cuales estaban situados a la espalda del moreno.

-Bueno, no me lo tengáis demasiado en cuenta…

El joven moreno miró hacia atrás de reojo y pudo ver como la luz que emanaba aquel individuo de sus llamas se intensificaba. Nokotori sonrió de lado y en ese momento supo que estaba preparado para atacar aunque como estaba de espaldas no sabía exactamente lo que estaba haciendo.  Para Nokotori las palabras de Jin parecían el sonido de un disparo anunciando el comienzo combate.  

El joven espadachín hizo caso omiso al Rankyaku de Jin y se abalanzó a por el más alto de los tres, Jhon. Mientras corría hacia Jhon en unos instantes llevó sus manos a sus dos katanas. Una vez estuvo frente a su oponente desenfundó sus espadas completamente mientras lanzaba un tajo al pecho de éste. El espadachín estaba conteniéndose demasiado, en otras circunstancias ese tajo hubiera ido a la garganta para intentar rebanarle la cabeza a su adversario. Tampoco quería matarlo o al menos eso pensaba y cuestionaba si podría seguir conteniéndose de esa manera.  

Una vez que lanzó aquel tajo a Jhon vio como una onda extraña se dirigía a su otro colega, Ragerok. El espadachín pensó en que se las arreglase el solito. No iba a intervenir por nadie. Justo cuando el ataque de Jin acabó empezó a notar una gran fuente de calor proveniente de su espalda. Jin estaba atacando. Con toda la rapidez que pudo saltó hacia la derecha dejando que el cañonazo fuese directamente hacia Jhon. Ya lo esquivaría. Aún así ahí no acababa todo, el fuego alcanzó a Nokotori y parte de su pantalón se prendió por la altura del muslo. Empezó a rodar ya que se encontraba en el suelo para apagar el fuego. No fue tan rápido esta vez y le provocó una quemadura algo jodida en el muslo. Escocía.

El moreno se levantó apoyándose en la pierna que no tenía la quemadura y miró a Jin.

-La verdad es que eso ha dolido… Y pensándolo mejor… Contigo no me tengo que contener en lo absoluto y si te mato pues bueno, ya me inventaré una excusa que darle a Madara.

Nokotori cambió rápidamente de objetivo y ahora se centró en Jin. Una vez que estaba del todo erguido, el espadachín clavó sus ojos rojizos en su nuevo contrincante y comenzó a reír.
Una vez más Nokotori mostró esa sonrisa enfermiza que suele adoptar cuando quiere matar a alguien o está deseando hacer sufrir a su enemigo.

-Pienso hacerte sentir el peor sufrimiento que hayas conocido jamás.

Jin anunció que iba a dar comienzo un combate a cuatro bandas, la bestia de este se fue a las gradas y se sentó a observar el espectáculo. Jin dio comienzo al combate lanzando una onda cortante a Ragerok y Nokoyuri se lanzó a por Qui Gon a toda velocidad intentando lanzarle un tajo al estómago.

- Así están las cosas… Qué le vamos a hacer.

Una sonrisa se dibujó en la cara del luchador. Interpuso su brazo izquierdo entre el tajo de Nokoyuri y él, bloqueando gran parte del impacto, pero esto no le libró de recibir unos cortes en los costados, rasgándole la ropa. Qui Gon había visto luchar a Nokoyuri y sabía que no se estaba empleando a fondo, sino los cortes habrían sido más profundos. De pronto un resplandor salió de la espalda de Nokoyuri y este se apartó rápidamente, Qui Gon instintivamente se tiró hacia el mismo lado que el espadachín. Una ráfaga de llamas había estado a punto de achicharrarle, por suerte pudo evadir la gran mayoría de ellas, pero su camiseta estaba ardiendo. Qui Gon agarró la camiseta por los cortes que le había hecho Nokoyuri y se la arrancó. La partió en dos trozos, se los colocó en los puños a modo de guanteletes y los empapó en la sangre que le brotaba de las heridas de Nokoyuri. No era una gran cantidad de sangre, pero lo suficiente como para teñirla levemente de rojo.

- ¿Así que solo pueden quedar dos en pie? Bueno… Veamos quien es más fuerte.

Qui Gon cerró los ojos dos segundos y colocó sus brazos en “X”. Durante el primer segundo inspiró, durante el segundo expiró y en cuanto los abrió se dirigió hacia el chico. Fue directo a darle un puñetazo en la nuca lo bastante fuerte como para intentar dejarlo KO. Luego se dirigiría a por Jin para intentar lanzarle una patada a la altura de la cabeza. Posteriormente lo lograse o no retrocedería dando dos saltos hacia atrás para alejarse de las llamas que rodeaban al ser con guadañas. Esta sería una pelea difícil para el luchador.

Ragerok se encontró de frente con una onda cortante que le lanzó Jin. De nuevo se encontraba frente a un ataque que parecía que podría destrozarle si le daba de lleno. Una onda de tal calibre lo partiría por la mitad si le daba en una zona delicada. Sin dejar tiempo a que le golpease directamente, el asesino intentó esquivar y a la vez bloquear aquel maldito ataque. Sacó los puñales rápidamente y, mientras retrocedía todo lo que podía de un salto, hizo que la onda chocase con los puñales, impulsándolo brutalmente hacia atrás, lanzándolo contra la pared. La onda había causado grandes mellas en sus armas.

Tirado en el suelo, con la espalda pegada en la pared, miró sus manos sangrantes, un tanto temblorosas aún, sujetando los puñales, uno de los cuales parecía tener la hoja a punto de quebrarse. Miró más abajo y su ropa estaba rajada por todos lados, dejando ver heridas causadas por aquella onda. Si le hubiese dado directamente... El chico agarró la hoja del puñal más deteriorado usando la sudadera para no cortarse y terminó de partir la hoja, quedando la empuñadura y un pequeño pico de no más de 5 centímetros. Así quizás serviría para algo.

Mientras seguía apoyado con la cabeza agachada, escuchó como alguien se le acercaba. No sabía quién era, y en ese momento tampoco le importaba. Acababan de romper una de sus armas, y estaba cabreado. No le dio más importancia hasta que, cuando se acercó mucho a él, aquel sujeto intentó golpearle en la nuca. ¿Aquel loco quería dejarlo KO de un golpe? Era estúpido. Evitó el golpe directo que lo hubiese dejado inconsciente, pero aún así se llevó un buen puñetazo en la cabeza. Esto lo enfureció aún más. Y que encima aquel tío intentase escapar justo después de intentar dejarlo fuera de combate. Menudo figura.

-Vaya compañeros. Aprovechar cuando estás caído. Y encima después se va sin prestar atención a lo que sucede tras su espalda.

-Su espalda.

En ese momento Ragerok cogió el puñal que aún tenía hoja, y sin pensárselo demasiado, lo lanzó hacia el tipo que le atacó, el compañero nuevo que tan bien le había caído al principio, intentando clavárselo en la zona lumbar. Acertase o no, se levantaría, y usando las vendas que cubren su guadaña, se taparía las heridas de las manos, y se quedaría vigilante desde una distancia prudencial para ver como sus dos compañeros se abalanzaban contra el tipo de la máscara.

El combate había empezado y aquel espadachín había amenazado al enmascarado de forma algo directa. Jin no pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra. Ese tío tenía los suficientes huevos para decirle aquello a la mismísima muerte. Ahora decidió a caminar hacia él para empezar a combatir. Sin embargo este había empezado su propio combate con el castaño. Eso provocó un suspiro en el asesino y ahora fijó su vista en el asesino. Estaba tirado en el suelo y encima tenía aún algunas armas en mano. Al parecer su ataque había sido bastante bueno pero él pretendía partirlo en dos. Ahora notó como un aura se acercaba hacia él. Miró despacio y ahora pudo ver al castaño. Al parecer también había tratado de atacar al niño. Ahora solo faltaba evadir aquel ataque.

Su haki de observación le dijo que aquel hombre iba a darle una patada a la altura de la cabeza. En ese momento el enmascarado sonrió de lado para después susurrar despacio. – Tekkai… – Una vez dijo aquello hizo que su cuerpo adoptara la consistencia del hierro. La patada impactó en su máscara agrietándola levemente. Su buena técnica defensiva había funcionado bastante. De todas formas el luchador se alejó un poco al ver las llamas de fuego. Entonces un puñal apareció de la nada rumbo hacia Jin ¿Qué había pasado? Al atacar Ragerok hacia el castaño y este al haberse echado a un lado, el ataque se dirigió hacia el enmascarado. Este echó la cabeza a un lado notando como aquella cosa pasaba por su lado haciéndole un corte en la máscara. Ahora un pequeño fragmento cayó de ella dejando su ojo derecho, el cual era azulado. Chasqueó la lengua despacio y ahora dirigió su mirada al joven asesino. – ¿Sigues en pie? – De repente el moreno salió disparado hacia Ragerok. De sus extremidades surgieron unas llamas azuladas.

Además usó el Kamisori desplazándose a cuarenta metros por segundo, sin embargo debido a las Blue Fire su velocidad se duplicó hasta ochenta metros por segundo. Trató de pasar por su lado derecho e imbuir su pierna derecha en haki de armadura e intentar reventarle la cabeza de aquella forma. Una vez le diera la patada o no, estiraría el brazo hacia atrás y lanzaría un cañonazo de fuego rumbo a su pecho. Ahora llegaba el turno de atacar a otro. [Manual Prisa] El asesino se desplazó a toda velocidad hasta el espadachín moreno. Trató de ponerse frente a él y frenarse en seco. – ¡Bu – Una vez dicho aquello agarró su guadaña y con la mano derecha trató de lanzarle un corte a la pierna derecha. Sin embargo fue un amago y ese ataque nunca llegó a pasar. Con la mano libre imbuyó su dedo en haki armadura y trató de atravesar el hombro izquierdo de Nokotori. – Shigan… – Dijo al mismo tiempo que realizaba su ataque. El tigre mientras tanto empezaba a caminar hacia Ragerok gruñendo, también quería pelea.

Nokotori observaba como Jhon iba hacia Jin para batirse contra él. Quería ver como reaccionaba este sujeto ante este ataque y ver como peleaba. Jin se quedó quieto y recibió completamente el ataque de Jhon y esto al espadachín hizo que tuviese interés en él. No era el haki armadura que le había mostrado su líder con anterioridad. Era otra cosa. Jhon saltó hacia atrás. Jin no se inmutó por el ataque. ¿Qué es lo que había pasado? Luego después de vio como un puñal bastante familiar iba hacia Jin y rozaba su máscara haciéndole una muesca.
El espadachín parpadeó y Jin había desaparecido. Nokotori empezó a mirar hacia las gradas, hacia ambos lados y todo estaba normal. De repente reaccionó. Volteó rápidamente y vio que éste se encontraba frente a Ragerok. Pronto un cañonazo de un fuego bastante intenso se dirigió hacia su compañero asesino. Nokotori sonreía al ver como a sus otros compañeros se lo ponía difícil. Volvió a parpadear y vio como la máscara de Jin se encontraba frente al espadachín mirándolo con su ojo rojizo directamente. Acto seguido Jin intentó asustar a Nokotori cosa que no consiguió.
El espadachín sonrió y observó como Jin lanzaba un tajo hacia Nokotori que nunca llegó aunque éste puso su katana blanca frente a la dirección del tajo inexistente. Después de hacer esto escuchó a su oponente decir unas palabras. El espadachín notó que al decir esas palabras iba atacar de nuevo. Vio como su dedo se acercaba hacia él. El joven espadachín pensó que un simple dedo no le haría nada aunque viendo la potencia de su adversario tampoco debía confiarse demasiado.
El espadachín dejó darse en el hombro con el ataque de Jin. Éste acabó por perforarle el hombro pero ahora Jin estaba demasiado cerca del espadachín. Nokotori hizo una mueca de dolor y luego lo miró relamiéndose. El espadachín haciendo acopio de todas sus fuerzas lanzó un tajo con sus dos katanas hacia el cuello de su enemigo. El tajo de su brazo el cual estaba perforado iba con menos potencia, por eso intentó darle con la empuñadura en la nuca por si el primer tajo no le diese. Después de darle en la nuca intentaría estampar la rodilla en la cara de Jin. Hecho esto le diese o no, intentó rodar hacia atrás y observarlo.

Qui Gon estaba atónito, su oponente se había desvanecido frente a él, se escuchó un ruido tras él y vio como apareció por unos segundos para lanzar un ataque hacia el pobre chico. El luchador Observó su entorno para intentar idear un plan de ataque. Vio que el tigre se movía sigilosamente así que no le quitaría el ojo de encima. El chaval ya parecía tener su dosis de poder abrumador que recibir así que se dirigiría tras Nokoyuri o Jin.

- ¡Eh! ¡Chaval! Agacha la mollera que te la vuelan.

Jin se dirigió hacia Nokoyuri así que estaban los dos bastante cerca, era su oportunidad para intentar atacar a ambos. Se dirigió hacia ellos por la espada de Jin y le lanzó una parada a la altura del tobillo para intentar desestabilizarlo. El ataque no sería muy fuerte porque tenía la pierna lago dolorida tras la patada que le dio al enmascarado, era como si su cuerpo estuviese hecho de acero.

- No pases de mí, todos queremos diversión.

Tras esto el luchador le lanzaría un puñetazo a la altura de los riñones y tras esto se retiraría un par de pasos atrás para seguir observando todo lo que ocurriera a su alrededor, sobre todo al tigre.

- Por cierto, tu tigre quiere jugar, déjalo que se una, se le ve con ganas.

Mientras tanto Qui Gon reía como un poseso, al parecer se le había pegado parte de la locura sádica de Nokoyuri y Madara.

Ragerok miraba atónito lo que acababa de suceder: había roto la máscara de Jin y esto iba a tener consecuencias. Sin que le diese apenas tiempo a reaccionar, el enmascarado envolvió sus extremidades en unas llamas azules y salió disparado hacia él, intentando pegarle una patada brutal en la cabeza. El asesino no tuvo tiempo de actuar, solo pudo girar la cara para ver como la pierna de Jin impactaba en su rostro, con tan mala suerte de darle en el ojo. El impacto lanzó al chico por los aires, haciendo que diese varias vueltas por el suelo al caer y se arrastrase un poco antes de frenar.

Ragerok estaba muy mareado. Muy difícilmente consiguió levantar la cabeza para ver algo que brillaba acercarse. Pero pasaba algo extraño, no conseguía averiguar a qué distancia estaba. Por lo que se apartó como pudo, justo a tiempo para ver como una bola de fuego impactaba a su lado, estallando y saltando llamitas para todos lados, algunas de las cuales cayeron sobre el asesino, que las apagó rápidamente para evitarse más daño. ¿Qué ocurría?¿Por qué le había costado ver a que distancia estaba? Se llevó la mano al ojo derecho, en el cuál sentía una pequeña molestia. Era raro, no veía su dedo acercarse. Tocó algo húmedo y alejó un poco la mano para ver que era, y tenía la mano llena de sangre. Entonces comprendió.

Su ojo. Su ojo había sido gravemente herido. No veía nada. El dolor estaba volviendo más intenso, y el joven comenzó a entrar en estado de shock.

-Mi…mi ojo. MI OJO. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

El asesino se levantó mientras reía. Aquello lo estaba superando. Recogió su puñal roto del suelo y comenzó a gritar como un poseso.

-Un buen compañero no permitiría que eso ocurriera. Tú no lo hubieses permitido. ¿Por qué ellos sí?

El chico entonces corrió hacia el nuevo, con el puñal roto en la mano, para cuando estuviese cerca, lanzarse entre sus piernas y con lo que quedaba de hoja, cortarle en la rodilla por detrás. Le diese el corte o no, Ragerok seguiría corriendo sin sentido, enloquecido por el dolor, el trauma de perder un ojo y además el apoyo de la voz de su cabeza.

Jin había logrado su objetivo. Se había cargado el ojo de su presa pues este se levantó gritando mientras se quejaba de este. Aquello además provocó una sonrisa sádica en el rostro del asesino, se había excitado en parte ante aquellos gritos. Su cañón de fuego había impactado cerca del castaño pero lo justo para no darle. Las llamas prendieron el suelo y empezaron a arder con fuerza. Ahora el marine se había desplazado hacia el espadachín para tratar de atravesarle el hombro. Consiguió completar su objetivo y su dedo sintió como la carne entraba en contacto con su dedo. La verdad es que estaba pasándoselo en grande pero de repente sus ojos chocaron con los rojizos de aquel tipo. Esa mirada de enfermo deseando sangre le hizo relamerse un poco. Le recordó de hecho así mismo pero ahora pudo ver con su haki de observación lo que pretendía hacerle.

El ataque de la katana iba a su cuello y el otro con la empuñadura a tratar de darle un fuerte golpe. Jin frunció el ceño y se quedó con la mente en blanco. No sabía qué diablos hacer ahora ante aquel ataque. De repente se le ocurrió una solución y rápidamente interpuso su mano en la trayectoria del arma. Esta ahora creció de tamaño y se volvió marrón, como si fuese una coraza. Había usado su habilidad de forma parcial para transformar su mano en la de su forma híbrida. Además la imbuyó en haki armadura. El corte pegó en su mano y al abarcar tanto radio el golpe le pegó también en esta. Al asesino sintió algo de dolor al notar como la sangre salía de su palma. Había conseguido retener gran parte del daño y por ello le escocía. Ahora con su mantra predijo el rodillazo y su acción fue usar su propia rodilla para estamparse contra la de él. La diferencia es que la de Jin iba imbuida en haki armadura para joder a su rival.

Una nueva voz llegó a los oídos de Vader. Se trataba del fornido y además al parecer trataba de atacarle. No tardó en girarse e interponer su propio brazo en la trayectoria del puño enemigo. El ataque consiguió arrancar un quejido de dolor de la boca del moreno y a continuación Jin se tiró a un lado para salir del medio de aquellos dos. Empezó a rodar por la arena de combate llevando la mano a su brazo, el cual le dolía un poco. Ahora se puso en pie frunciendo el ceño. Las palabras del castaño además iban dirigidas al asesino para que el tigre se uniera a la batalla. – Deseo concedido, figurita. – El moreno chasqueó los dedos y el tigre pegó un rugido. Saltó a la arena y corrió hasta colocarse al lado derecho de su dueño. Ahora debían combatir con dos peligros. A continuación vio como el tío tuerto se lanzaba a atacar al otro hombre. No tardó en soltar un suspiro para después cruzarse de brazos mientras ahora observaba a aquellos tipos. – No hay esperanza para vosotros y menos al lado de ese ridículo dragón. Ahora deseo que ardáis. – En ese momento el enmascarado empezó a arder con más intensidad y potencia.

El tigre parecía nervioso y deseando entrar en acción. El asesino ahora metió la mano en su bolsillo y sacó una pequeña perlita amarilla. A continuación metió aquel objeto por debajo de su máscara pero sin quitársela. No tardó en ingerirla y ahora sonrió de lado para después hablar en un tono de voz muy grave e infernal. Era como escuchar a hablar a un demonio. – Dejad que muestre un pequeño porcentaje de mi poder. – En ese momento el cuerpo de Jin empezó a crecer de forma exagerada. Su máscara estalló al igual que su sudadera y empezó a rodearse de escamas duras. Una terrible coraza se formó por encima de estas y sus manos y pies ahora eran garras afiladas. De la parte baja de su espalda surgió una cola larga y afilada. De su cabeza salieron dos cuernos largos y acorazados y su rostro tomó un aspecto demoníaco. La enorme bestia siguió aumentando su tamaño hasta tomar quince metros de alto. Ahora era una bestia terriblemente peligrosa. No tardó en relamerse y empezar a rugir con bastante fuerza. Su cuerpo ardía de forma exagerada y sus ahora dorados ojos estaban clavados en aquellos tres hombres. El tigre además parecía no tener nada de miedo y tan solo se alejó unos metros del enorme demonio para no caerse.

Su cola se movía de un lado a otro sin parar y en ese momento fue cuando el asesino abrió la boca. – ¡Hahahahaha! ¡Preparaos para morir insectos! – Ahora la situación parecía infernal para aquellos chicos. La pregunta era ¿Cómo iban a librarse del terrible monstruo ígneo? Eso ya era cosa de ellos pero teniendo en cuenta que Nokotori y Qui Gon estaban cerca y el otro chico había atacado al fornido, debían estar cerca. De todas formas el radio de alcance de aquella cosa era lo suficiente exagerado para darles. Se echó hacia atrás unos pasos y ahora abrió la boca y estiró las manos hacia delante. De su garganta salió un cañonazo impresionante de llamas hacia ellos. Además de cada palma de sus manos surgió una llamarada que se centró en los tres también. Una vez lo hiciera les diese o no, sonreiría de lado para después relamerse. – ¿Ahora entendéis lo que es un peligro? ¡No podéis vencerme! – Su voz volvía a sonar demoníaca y el tigre se relamió para después salir corriendo una vez pasada la llamarada. Se colocó frente a los tres a una distancia de unos diez metros y se puso a rugirles con autoridad. La situación ya era demasiado peligrosa y el combate se había puesto movidito. El asesino estaba deseando ver qué pasaba y cuál iba a ser el siguiente movimiento. Si se aliaban los tres usaría su máximo poder.

De todas formas ahora hizo que un aura dorada apareciera en su mano herida por los cortes y el golpe y poco a poco empezara a regenerarla hasta dejarla bien. [Manual Micaiah] A continuación su mirada se clavó en aquellos tipos. Esperaba que alguno estuviese fuera de juego pero de todas formas empezó a recordar cuando usó aquella forma por última vez. Había sido con el líder del CP9, un pequeño enanito que fue asesinado en la guerra gracias a él y unos cuantos rebeldes más. Jin era un superviviente y había sobrevivido muchos años con un precio impresionante por su cabeza y con una vida secreta en el gobierno. El motivo de vivir de este asesino era simplemente el hecho de matar y hacer el mal por el planeta. Su hermano le empezaba a joder más de lo habitual mandándole a aquellos tres para un jodido entrenamiento dónde no podía matar. Le daba absolutamente igual y pensaba hacer lo que le diese la gana. Después mandaría a Madara a tomar por saco de una vez por todas. El fuego de su cuerpo seguía encendido y su mirada fija en ellos. Era como una maldita bestia acechando a sus presas. Deseaba sentir sus gritos de dolor, ver como sus esperanzas se desvanecían y como caían y besaban el suelo.

El espadachín vio como su ataque impactaba en la mano de Jin y sonrió pero segundos después aquella sonrisa fue borrada. Su oponente paró el ataque con suma facilidad. Tenía bastantes esperanzas en ese ataque y esperaba mandarlo al otro barrio de una vez por todas. A su vez el rodillazo lo paró con su propia rodilla pero no solo lo paró si no que le produjo un dolor intenso en ésta. Justo después de haber fallado en el intento de asesinato de Jin vio como Jhon se acercaba hacia él para golpearlo sin mucho éxito. Volvió a parar el ataque con facilidad. Jin retrocedió varios metros y se alejó del espadachín y el luchador. Nokotori miraba a Jin fijamente y no tenía intención de rendirse.

La concentración del espadachín se vio interrumpida por unos potentes gritos de locura e histeria. Intentó averiguar de donde venían aquellos alaridos. Miro por todo el estadio y vio a su compañero Ragerok corriendo y gritando como un maldito chalado. Esto al espadachín le causó gracia al principio por la escena, poco a poco entendió la gravedad del asunto. Su compañero estaba herido gravemente y en shock. Vio como su ojo tenía un estado deplorable. Esto cabreó a Nokotori de sobremanera. A pesar de ser una persona fría y distante, con sus compañeros no lo era tanto y los tenía en estima a pesar de no demostrarlo. El espadachín estaba jugando con Jin pero ahora sí que se iba a emplear a fondo. Casi que se sentía a cargo de aquellos dos.

El espadachín ardía en furia. Normalmente había algo en él que no le dejaba entrar en completa ira. Casi siempre estaba conteniendo su odio. Esta vez se dejó llevar. Por segunda vez en su vida iba a dejar que toda su maldad fluyese por sus venas. Nokotori enfundó sus dos katanas.

El tigre por lo visto bajó de las gradas y pretendía unirse al combate. El espadachín ni siquiera notó la presencia de la bestia. Estaba extasiado por todo lo que sentía, emoción, ira, odio. Escenas macabras pasaban por la cabeza de aquel loco hombre. Todo lo que vivió era recordado y además no inconscientemente. Él mismo estaba alimentando ese odio, ese sentimiento. No auguraba nada bueno. En esos momentos al espadachín le daba igual absolutamente todo. Sólo pensaba en una cosa. Matar y torturar.

Jin empezó a arder con más intensidad que antes. Al parecer estaba chuleándose y a Nokotori no le agradaban las personas así. Es cierto que estaba enajenado de casi todo pero seguía siendo consciente de lo que le desagradaba y además esto lo enfurecía muchísimo más. Jin echó mano a su bolsillo y se comió una especie de caramelo amarillo de forma redonda. Una vez más Nokotori observó una habilidad parecida a la de su líder Madara. Jin empezó a crecer de manera exagerada. Ahora tenía una apariencia demoníaca. Parecía el mismísimo Satanás que había llegado y exigía sus almas. Estaba envuelto en llamas y además bastante potentes. Ni corto ni perezoso el espadachín observando a aquella gigantesca criatura empezó a reír a carcajadas.
-CUANTO MÁS GRANDES SOIS MAS FUERTE ES LA CAIDA, RECUERDA ESO CUANDO TENGA MI ESPADA ATRAVESANDO TU ASQUEROSO GAZNATE JODIDO MONSTRUO. HASTA AQUÍ HAS LLEGADO.

El espadachín se encontraba junto a Jhon y la enorme bestia se preparaba para atacar. Él sabía de sobra que el ataque de ese bicharraco iba a ser de proporciones bíblicas. Sabía perfectamente que la muerte estaba agarrando a sus compañeros y a el del cuello, no obstante no podían dejar que esto acabase aquí. Pensó rápidamente en qué podría hacer y se le ocurrió algo. Se pegó a Jhon y puso una mano en su espalda.

-Tú. Haz acopio de toda tu velocidad. Agarra al enano fuera de control y llévatelo. Si hace falta déjalo KO. Nos vamos por donde hemos venido. Corre hacia la puerta por donde entramos antes, eso mitigara lo que sea que esté preparando ese monstruo. Suerte.

En ese caso Nokotori hubiera hecho lo que le dijo a Jhon pero anteriormente peleando contra Jin se lastimó la rodilla y cargar con una persona fuera de control junto a esa lesión iba a ser una locura. Cuando terminó de decirle esto a Jhon echó a correr como podía hacia la entrada del coliseo. Una vez el espadachín estaba llegando una gran fuente de calor se aproximaba hacia él. No iba a mirar hacia atrás para comprobar si sus amigos estaban a salvo o iban tras él. Confiaba en ellos. Una vez llegó a atravesar el arco de la puerta se tiró al suelo dejando pasar una gran llamarada la cual le provocó quemaduras bastante serias en la espalda. Nokotori gemía de dolor que esto le provocó. Pero éste dolor poco a poco fue sustituido por ira y rabia. Se levantó cabizbajo. Ni siquiera observó si sus compañeros estaban ahí. Cuando acabó aquel ser de atacar el espadachín apareció de nuevo por el marco de la puerta. La ropa estaba chamuscada, estaba lleno de arañazos, su espalda estaba en un estado bastante terrible. Aún así aquel hombre estaba de pie al borde del colapso. Su cuerpo estaba siendo movido por un gran instinto asesino y la furia de ver como un compañero suyo había sido lastimado. Aprendió a apreciar a sus amigos ya que nunca ha tenido. Caminaba a duras penas pero aun así lo hacía. El tigre se colocó frente a él y empezó a rugirle. El espadachín alzó la cabeza y miró a la bestia a los ojos. Aquella mirada fulminaba a cualquiera. La sonrisa que brotaba de éste era enfermiza y sádica. Era horrible.

Desenfundó sus dos espadas y se puso en pose de combate frente a la bestia y a aquel demonio. Nunca se había enfrentado a algo tan grande y tan peligroso. La sensación que lo invadía lo excitaba más aún, le encantaba sentir que la muerte estaba frente a él. Salió despedido hacia el tigre con intenciones de acabar con éste. Mientras corría puso sus katanas a un lado y se dispuso a cortar la cabeza de la bestia. Le diese o no al tigre intentaría subirse a su lomo como si se tratase de un caballo.

Jin paró con éxito todos los ataques del luchador, Qui Gon apenas podía creerlo, este iba a ser un combate difícil. Jin llamó a su bestia a luchar, se tomó una especie de canica y aumentó de tamaño, era un poder parecido al de Madara. Entonces Nokoyuri se puso tras el navegante y le dictó unas instrucciones.

Qui Gon sin pensárselo y confiando en su compañero corrió hacia Ragemoko, este se coló entre sus piernas y le hizo un corte a la altura del muslo por detrás, esto hizo que su pierna sangrara por esa parte. El asesino intentó volver a salir corriendo gritando como un loco. Qui Gon se interpuso en su camino y agarró la muñeca con la que sujetaba su puñal destrozado y se lo echó al hombro para sacarlo de allí, pero haciendo esto y dado el estado deplorable de su compañero se clavó el puñal en el hombro derecho. Qui Gon sujetó entonces más fuerte a Ragemoko.

- ¡Tranquilizate! ¡Echartemos un vistazo a ese ojo en cuanto podamos, pero antes debemos salir de aquí! Vivos y juntos. No volveremos a pelear entre nosotros nunca más a no ser que nosotros mismos lo deseemos.

Qui Gon corrió a toda prisa hacia la puerta, el tiempo apremiaba y las heridas no ayudaban demasiado. El luchador se dio cuenta a pocos pasos de la puerta como una luz emanaba de su espalda así que agarró al chico y lo tiró tras la puerta, acto seguido saltó hacia ese mismo lado pero parte de las llamas le alcanzaron en el brazo izquierdo produciéndole quemaduras, su armadura estaba al rojo vivo y tuvo que quitársela rápidamente. Una quemadura en forma de su armadura se le fijó en el brazo produciéndole muchísimo dolor. Qui Gon gritó, pero más que por el dolor gritaba de rabia e impotencia.

- Esto no se va a quedar así. ¡Tú! ¿Estás bien? ¿Puedes luchar? Saldremos de esta todos vivos o moriré en el intento.

Qui Gon se quitó el puñal que tenía clavado en el hombro y se lo devolvió al chaval mientras hablaban. Se quitó los trozos de camiseta que tenía enrollados en las manos y los colocó en el hombro y en el muslo bien apretados. Miró como su armadura se enfriaba, estaba deformada y no podría volver a usarla de momento.

- Maldito hijo de puta. Ha llegado la hora de acabar con esto. Prepárate.

Qui Gon volvió a entrar al coliseo, todo estaba calcinado y ante él se alzaban Jin y su tigre. Nokoyuri ya estaba peleando con todas sus fuerzas contra el tigre, era un feroz combate, pero uno de sus enemigos estaba desocupado. Qui Gon corrió hacia él atento a sus movimientos intentando evadir sus posibles ataques, tras esto intentaría situarse tras Jin e intentaría trepar por su espalda hasta llegar a su cabeza para golpearle con su puño izquierdo en la nuca, posteriormente bajaría por la parte del pecho golpeando en una zona cercana al corazón con todas sus fuerzas.

- ¡Cuanto más grande, mayor es la zona para un golpe mortal!

Tras esto si el luchador se situaría a la izquierda de Jin, a unos 5 metros de distancia y observaría como le iba a Nokoyuri con el tigre para posteriormente fijarse de nuevo en Jin.

Jin se acababa de convertir en un bicho gigantesco, pero eso de poco importaba al joven asesino. Acababa de herir a su objetivo y éste, en lugar de huir o caer, o intentar contraatacar, lo agarró fuertemente y se lo subió al hombro mientras corría. Ragerok le clavó el puñal en el hombro pero ni aún así aquel tipo lo soltó. El chico escupía y soltaba votos por la boca. Su cabeza era un nido de cuervos revolucionados en ese momento. Escuchó que el tipo le decía algo pero solo escuchó algunas palabras sueltas.

"Vivos" "juntos" "no volveremos a pelear". El chico se calmó un poco. Entonces fue consciente de la bestia que había aparecido en el lugar. Vio como una luz empezaba a surgir de la boca y las manos del monstruo, y sin que le diese tiempo a hacer nada, Qui Gon lo lanzó para alejarlo de las llamaradas que surgieron. El chico cayó boca abajo, y pudo sentir como una llamarada le pasaba por la espalda. Se quitó corriendo la sudadera que estaba ardiendo, y la tiró lejos, junto a su guadaña cuyo metal estaba al rojo vivo. Su espalda y sus piernas habían sufrido grandes quemaduras. A duras penas se levantó para acercarse a su compañero.

La voz de su cabeza se había callado. Ahora veía las cosas un poco más claras. Mientras se acercaba se dio cuenta de que de todos era el que más daño había recibido, y que probablemente sería el primero en caer. Ahora eso era lo de menos. Aunque fuese el primero en caer, no se iba a ir sin dar un poco más de pelea.

-Lo sien...

El tipo lo cortó preguntándole si aún podía combatir. Ragerok simplemente asintió y cogió el puñal que Qui Gon se acababa de quitar del hombro. En ese momento se sintió bastante mal, y recobró las ganas de combatir para al menos ayudar a que sus compañeros pudiesen salir victoriosos.

Agarró fuertemente el puñal y salió a la arena. Qui Gon corrió hacia el monstruo directamente. Además, Nokotori estaba luchando contra el tigre de Jin. Tenía que decidir a quién atacar. Consideró su fuerza actual, y su equipamiento. La guadaña estaba en la entrada y el puñal con hoja estaba cerca de donde estaba el tigre peleando contra Nokotori. Finalmente vio la opción más viable el coger el otro puñal también y ayudar a Nokotori para luego ver si Qui Gon necesitaba ayuda.

El chico corrió para coger el puñal, esperando no ser visto por el animal, ya que estaba entretenido con Nokotori, y Ragerok sabía cómo moverse sin hacer ruido. Se diese cuenta o no, el asesino no frenaría hasta llegar al arma. Con los dos puñales ya cogidos, el asesino se lanzó corriendo en dirección a Qui Gon, pasando detrás del tigre intentando desequilibrarlo de una patada pegada al suelo, haciendo resbalar sus patas.

Al llegar cerca de Qui Gon, con la vista de su ojo bueno nublada por el cansancio y la pérdida de sangre, preguntó mientras miraba a Jin.

-¿De verdad vamos a salir vivos de ésta?

El asesino se quedó mirando como aquellos chicos recibían quemaduras por sus cuerpos debido a su enorme ataque. Ahora el que parecía volver a la carga no era otro que el propio Nokotori. Aquel sádico no se cansaba de recibir al parecer y eso no hizo más que provocar al demonio. Sin embargo no se puso a atacarle a él. Se lanzó a por el tigre. Jin frunció el ceño y ahora con su mantra pudo predecir las intensiones de aquel hombre. Por otro lado notó una presencia corriendo tras él. Al parecer ahora iba a tener que esforzarse como nunca por derribarlos de una vez. Lo primero que hizo fue hacer que su enorme cola se enroscara alrededor del tigre y se envolviera en llamas solo por la parte exterior. Al mismo tiempo la imbuyó en haki armadura. Los cortes del espadachín impactaron de lleno en su enorme cola. La sangre empezó a surgir debido a la espada pero no atravesó más de dos centímetros.

Su haki de armadura le había defendido. Debido a aquello la patada de Ragerok también se la llevaría la cola al estar el tigre dentro protegido. Mientras se relamía sintió como algo le estaba escalando por la espalda. Era gracioso pues aquel loco debía estar achicharrado después de escalar quince metros de fuego. Debía de tener buena fuerza de voluntad. – ¡Tekkai Kempo! – Gritó ahora aquella bestia mientras su fortaleza aumentaba mucho más que la vez anterior. El golpe en su nuca entre la defensa, el haki armadura que usó para imbuirse y su coraza apenas le hizo un daño notable. El del pecho tuvo un efecto similar pero con la diferencia de que al demonio se le escapó un quejido de dolor mientras daba un paso atrás. No pudo evitar rugir con fuerza mientras fruncía el ceño al ver que todos habían atacado a su tigre y a él. Ahora sus dorados ojos se clavaron en los rojizos del espadachín. – ¡Me gustas! ¡Tienes unos ojos de loco! ¡Eso me recuerda a mí mismo! Sin embargo voy a terminar con el combate. – Una vez dijo aquello desenroscó su cola del tigre para liberarlo.

Se quedó mirando a los tres pensando en quién atacar ahora y ya lo tenía decidido. El capullo que le había golpeado en la pierna anteriormente y ahora le había dado dos golpes. El fornido parecía estar demasiado nuevo comparado con los otros dos. Llegaba el momento de atacarle a él un poco. Ahora fijó su mirada en él y sin pensarlo activó su técnica de velocidad. – Kamisori… – Salió a cuarenta metros por segundo hacia él. Su objetivo era colocarse frente a él para después estirar su garra derecha imbuida en haki armadura. Soltó un zarpazo con toda su potencia posible para tratar de provocar cortes graves a aquel tipo y de paso lanzarlo por los aires. Lo lograse o lanzaría después una patada al aire lanzando una onda de choque que fuera tras él para que la caída fuese más violenta. [Manual Genkidama]. Tras aquello se giró gruñendo mientras miraba a sus otros dos invitados. El tigre salió corriendo por ellos entre rugidos. Se tiró a por Nokotori pero en ese momento un gritó de Jin le detuvo. – ¡Quieto! ¡Nokotori es mío! ¡Tú búscate otro! – El animal pareció enfadarse un poco por ello.

Feng ahora corrió a por Ragerok, esperaría a estar lo suficiente cerca para tratar de lanzarle un zarpazo con toda su fuerza en el cuello. Jin por su parte ahora se desplazó hasta quedar delante del espadachín moreno. Sus dorados ojos le miraban de forma intensa. – ¡Un ataque más! ¡Solo uno y estaréis aprobados! – Dijo mientras rugía con fuerza dejando escapar una enorme risa. Ahora estaba pendiente del espadachín ya que era el que más poder desprendía. No le quedaba mucho tiempo en aquella forma pero aprovecharía el momento. Su cuerpo no dejaba de arder ni un solo momento y aquello ya era peligroso. La arena tenía rastros de fuego por todos lados.

El espadachín se estaba enzarzando en una feroz pelea contra el animal, quién lo diría. Para ser una animal combatía muy bien parecía que estaba bien entrenado. No obstante el enorme demonio paró todos los ataques que lanzó el espadachín hacia el tigre con su enorme cola. Aún así debería haberle hecho algo de mella a Jin. Vio como su compañero Ragerok intentaba atacar pero sin mucho éxito debido a la cola de Jin. Nokotori frunció el ceño y dio varios paso hacia atrás para pensar en una nueva estrategia para combatir.

El enorme demonio gritó unas palabras que el espadachín no sabía que significaba. Al parecer Jhon estaba escalando por la espalda de éste. Ese hombre debía estar calcinado y muy a su pesar dio por muerto a su compañero. El calor que desprendía aquella cosa era enorme y aún estando lejos se notaba mucho. De repente el demonio se dirigió a Nokotori comentándole algo sobre sus ojos.

-Tal vez por eso tengo tantas ganas de clavarte mi espada Jin. Porque nos parecemos…

Cuando pudo ver que su colega Jhon no había muerto soltó un leve suspiro. No sabía que diablos intentaba al escalarle la espalda y si hizo algo apenas se notó. Jin parecía tenerlo en la mira y se dispuso a atacarle. El espadachín no tuvo mucho tiempo para observar la pelea ya que el tigre se abalanzaba de nuevo a por éste. Se escuchó un enorme estruendo y luego la voz de Jin retumbar por todo el estadio. El diablo dijo que el espadachín iba a ser suyo y esto a Nokotori le hizo sonreír de lado macabramente.

Una vez que el tigre cambió de objetivo y se dirigiese hacia el asesino Jin se desplazó frente al espadachín. Éste se le quedo mirando a las piernas y debido a su gran altura tuvo que alzar la cabeza. Miró a sus ojos de color dorado de manera desafiante. Empezó reír como un maldito loco.

-¿Un ataque…? Pues hagamos que ese ataque lo disfrutes con todas tus ganas.

El espadachín dejó sus hombros caer, agarró sus espadas y se puso en guardia. Una vez hecho esto salió corriendo hacia su oponente y se posicionó tras su pierna derecha donde debería tener los tendones. Saltó y dando un giro intentó cortárselos para que pudiese desestabilizar a aquel mastodonte. Por muy grande que fuese si conseguía cortar el punto de apoyo de aquella cosa iba a caer o al menos ponerse de rodillas. Una vez hecho esto intentó dejar clavada su katana de color morado detrás de la articulación de la rodilla para poder paralizarla.

Nokotori conocía bien la anatomía humana y esto le hacía muchas veces preparar una estrategia dolorosa y buena para poder hacer sufrir, torturar y además hacer que su oponente no tuviese tanto campo de movimiento. El espadachín aún sintiendo tanto calor proveniente de aquel ser hizo todo esto. Pensaba que con ese ataque tendría la victoria asegurada. Una vez terminó de atacar se alejó del monstruo lo suficiente para que el calor no le hiciese cada vez más daño.

Confiaba en que la espada no sufriese demasiado daño al hacer ése ataque. Cuando se alejó se puso de nuevo frente a Jin y volvió a adoptar una postura de combate. Alzó su Katana de color blanco sobre su cabeza. La sujetaba con una mano y mientras sonreía levantó el brazo libre haciendo un gesto algo chulesco. Estaba provocando a Jin para que viniese a atacarlo

-Vamos gigantón, ven de una vez.

Una vez Qui Gon tocó el suelo pudo darse cuenta de la gravedad de sus heridas. La rabia del momento había nublado parcialmente sus sentidos y apenas podía notar el dolor en ese momento. Poco a poco iba siendo consciente de lo realmente grave de su situación. Su ropa estaba totalmente quemada, solo unos pocos hilachos chamuscados permanecían colgando de su cadera. El pelo se había quemado por completo y su piel estaba de color rojo y por algunas partes era un rojo negruzco. Las quemaduras eran bastante graves y el dolor que ahora volvía a su estado consciente lo estaba invadiendo. Su cuerpo se estaba paralizando debido al dolor y la vista empezaba a nublarse.

Pudo ver como el Ifrit se dirigía hacia él con una velocidad pasmosa, pero para Qui Gon fue como verlo a cámara lenta. El dolor y el cansancio empezaron a apoderarse de él y poco más pudo hace que intentar poner sus brazos frente a él para minimizar lo máximo posible el impacto pero no pudo ser. Su mirada se fijaba en el infinito, era como si estuviese viendo algo por detrás de aquel demonio de fuego. El zarpazo impactó de lleno en el pecho del luchador logrando hacerle una brecha que le atravesaba desde la clavícula izquierda hasta la parte derecha de la cadera. Salió disparado hacia atrás con una fuerza descomunal pero sin llegar a chocarse contra la pared pues este aún lograba mantenerse en pie. Con los brazos frente a su cara, su cuerpo quemado y su pecho sangrando bastante empezó a perder la vista, cada vez veía más y más borroso. Pudo abrir levemente un ojo para ver que aquella bestia volvía al ataque, le lanzó una patada a lo lejos y el luchador supo que era el fin del combate para él. Sería un milagro si saliese vivo de esta. Colocó sus brazos en equis e intentó aguantar lo máximo posible aquella onda de choque.

En cuanto la onda impactó le echó los brazos hacia atrás, y lo repelió hasta hacerlo impactar contra uno de los muros calcinados del coliseo. Dio un espaldarazo contra aquellas paredes negras y las resquebrajó. Sonaron varios chasquidos, al parecer se había roto algunas costillas. La herida del pecho cada vez sangraba menos. Aquella onda de choque había cerrado algo la herida pero esta seguí sangrando. El luchador cayó al suelo boca abajo como un saco de patatas. No podía sentir nada a su alrededor. Veía borroso, los oídos le pitaban, su piel quemada no le permitía sentir el tacto y su nariz solo olía a quemado. Estuvo unos momentos a punto de caer inconsciente pero algo le hacía permanecer consciente. Tras un rato en el suelo e inmóvil alzó la mirada como pudo moviendo un poco la cabeza. No podía ver bastante bien pero pudo discernir la figura de Jin y la de probablemente Nokoyuri. Los destellos de la katana del espadachín parecían delatar que se trataba de este. Pero a quien no veía por ningún lado era a Ragemoko. “Espero que esté bien” pensó el fornido mientras luchaba por permanecer consciente. Debajo de él ya había empezado a formarse un charco pequeño de sangre pero dejó de crecer. Al parecer la sangre que estaba debajo de este había empezado a secarse y cada vez sangraba menos. O eso o se estaba quedando sin sangre. Pero pasara lo que pasara no quitaría la vista de sus amigos. Debían salir de allí vivos y juntos.

Qui Gon había caído, y Nokotori se enfrentaba cara a cara a Jin. "Qué cojones tiene." Pensó Ragerok."Es una pena que yo no haya podido seguirles el ritmo". Ragerok no era fuerte. No lo suficiente. Y en esa pelea estaba la prueba.

El chico pudo ver como el tigre venía directo a por él. "Este es mi final." Tenía la vista cada vez más nublada. Entornó un poco los ojos y se posicionó como pudo para recibir el impacto del zarpazo del tigre. Con sus puñales puestos en cruz, se dispuso a interceptar aquel zarpazo que iba directo al cuello. Las manos del asesino temblaban porque la pérdida de sangre y las quemaduras hacían que cada vez sintiese más frio, y todo le estaba resultando mucho más complicado. La zarpa del animal impactó de lleno en las dagas, y comenzaron a forcejear. Era un forcejeo inútil, pues el animal acercaba cada vez más sus garras al cuello, mientras Ragerok perdía poco a poco más y más fuerza.

El cansancio y la pérdida de sangre cada vez pasaban más factura a Ragerok. Empezó a escuchar de nuevo la voz de su cabeza, a la cual se unieron la de su hermana, la de su maestro, la de aquella chica de la taberna...Hablaban de forma desordenada y eso desconcentraba más al asesino, que podía sentir ya como las garras le estaban cortando la piel. Todo se iría pronto a la mierda. De repente la de su hermana se hizo más clara, aunque seguía siendo inteligible. Su hermana. Necesitaba encontrarla. Volver a verla. En un último esfuerzo consiguió desviar la garra del tigre, que se redirigió a su cara, dejándole una herida notoria que de seguro dejaría marca.

Ni siquiera le dio tiempo a gritar de dolor. Tras dar un paso atrás, el chico cayó de espaldas, inconsciente. El cansancio y el desangre habían podido con él.

Ahora solo quedaba uno de ellos en pie. Nokotori y Jin se enfrentaba cara a cara. Y una pregunta se podía respirar en el ambiente: A pesar de la diferencia de poder, ¿quién de los dos sería la mejor representación de la muerte?

La pelea estaba siendo muy interesante. El fornido había salido volando tras achicharrarse vivo. El golpe que recibió por parte de la forma emperador del fuego fue brutal. Sin embargo el demonio todavía sentía su aura. Al parecer estaba vivo. Ahora volvió la cabeza mirando a su precioso tigre. Éste había derribado al asesino y ahora rugía triunfante. Lo que el animal trató de hacer a continuación fue abrir la boca y tratar de comerse la mano de su presa. Obviamente apartaría la daga con la zarpa pues no iba a comer hierro. Lo lograse o no, se dirigiría hacia las gradas y se quedaría allí quieto tras haber cumplido su cometido. Uno lo había descalificado Jin y al otro Feng. Hacían un gran dúo de combate pero todavía quedaba un único ataque para sentenciar la pelea.

Las palabras del moreno hicieron al Ifrit sonreír de forma sádica y enfermiza. Quería clavarle su espada y ahora comenzaba la defensa del enorme ser de fuego. Debido a su mantra pudo saber las intenciones de su enemigo pero con muy poco tiempo de acción. De modo que cuando éste se metió entre sus piernas, giró de forma violenta recubriéndose de haki armadura y realizando el tekkai kempo. El corte impactó en la zona de las espinillas de sus patas. Apenas fue gran cosa por la enorme defensa pero lo justo para que escociera. El enorme ser trató de echarse ahora hacia atrás cuando de repente sintió una pinchada dolorosa al mismo tiempo que flexionaba las rodillas. Al haberse movido la espada del moreno quedó clavada en la pierna del enmascarado por encima de la rotula. No se había esperado aquel ataque y ahora el enorme monstruo empezó a rugir de rabia.

Perdió el equilibrio cayendo al suelo entre quejidos que parecían del mismísimo demonio. Su fuero ardía con más fuerza debido a la rabia y el dolor que sentía. El tigre en ese momento estuvo a punto de saltar a la arena pero entonces una risa le detuvo. El asesino comenzó a reír de forma macabra mientras poco a poco iba tomando un tamaño mucho más pequeño. Se puso en pie mientras el fuego desaparecía y su cola se ocultaba en su espalda. En pocos segundos se dio la vuelta dándole la espalda al espadachín a una distancia de uno ocho metros. Ahora se notaba que estaba en la forma humana. Su guadaña pudo verse ya que había estado atada a su brazo y al ser inmune al fuego le daba igual que esta estuviese ardiendo. Ahora metió su mano libre en el bolsillo de su destrozado pantalón sacando una máscara blanca con tres agujeros en forma de “6” en ésta. Se dio la vuelta observando a Nokotori. Su ojo derecho era rojizo mientras que el izquierdo azulado con franjas.

Trató de dar unos pasos pero entonces sintió un dolor inmenso en la pierna. Aquel corte había sido bastante eficaz. Empezó a cojear un poco mientras ahora su pecho estaba al descubierto. Tenía un cuerpo fornido y trabajado pero no muy exagerado. Simplemente estaba en su peso y bastante marcado. – Dejarte vivo sería un peligro en un futuro. Sin embargo voy a arriesgarme. Tan solo dos quedamos en pie. De modo que la prueba está superada. – Ya no había necesidad de hacer otro ataque pero el capullo de la máscara le gustaba tener siempre la última palabra. De modo que ahora apoyando la pierna buena en el suelo dio un salto y en pleno aire pegó dos patadas con buena velocidad. De estás salieron un par de ondas cortantes que formaban una equis, además estaban imbuidas en su haki armadura. – ¡Rankyaku star! – Gritó mientras estas se lanzaban a por el moreno. Le diesen o no, el enmascarado sonreiría de lado.

Aquello le había divertido bastante a decir verdad. – Supongo que ayudaras a tus compañeros. Creo que eso es lo qué nos diferencia, Nokotori. Yo no tengo amigos. – Dicho aquello formó en su rostro una sonrisa sádica mientras ahora chasqueaba los dedos y su cuerpo se prendía de fuego de nuevo. El tigre empezó a caminar hasta llegar al lado de su dueño. – ¿Algo qué decir antes de que me vaya? – Finalizó diciendo y cambiando su aura por si alguno de aquellos hombres tenía haki de observación que no le reconocieran más.

Nokotori había conseguido lo que quería. Había herido al gigantesco demonio aunque no del todo como él quería. Consiguió desestabilizar al enorme diablo y el espadachín se encontraba muy contento. No parecía invencible como a simple vista parecía. Aunque en cierto modo también pensaba que Jin no usó todo potencial. Daba miedo pensar que ese individuo ocultaba todo su poder contra ellos. La verdad es que habían acabado muy mal tanto él como sus compañeros. Miró a su alrededor y vio como Jhon y Ragerok estaban tendidos en el suelo sin moverse siquiera. El espadachín estaba tambaleándose un poco por el cansancio. Hasta ahora había seguido el combate por su ira y odio que hizo que su cuerpo apenas sintiese el dolor pero esto le estaba costando el mantenerse en pie ahora mismo.

Jin una vez en el suelo se retorció de dolor para luego ir poco a poco cambiando de nuevo a su forma humana. Estaba dándole la espalda al moreno. Era muy precavido respecto a la hora de no mostrar su cara… Algo ocultaba. Nokotori no le dio demasiada importancia y vio como se colocaba una máscara de color blanco para después por fin girarse ante éste. Además pudo observar como tenía un ojo de cada color. Aquel hombre era un puro enigma.

El espadachín se alegró y se sintió algo aliviado al escuchar que había superado y terminado la prueba de una vez por todas.

-Recuerda que en ese futuro nos veremos las caras. Espero poder pelear contra ti en otra ocasión. Otra ocasión en la que pueda hacer que te emplees a fondo.

El espadachín tenía respeto hacia Jin y en cierto modo se veía como él en un futuro no muy lejano. Siendo poderoso y un adversario que solo pronunciar su nombre la gente huyese temblorosa y despavorida.

El joven moreno enfundó sus catanas y se apoyó en una para no perder el equilibrio y no caer al suelo debido al cansancio. Nokotori observaba a Jin tranquilamente pero algo andaba mal. Estaba mirándolo muy callado. De repente éste dio un salto hacia arriba y lanzó dos patadas al aire. De la potencia de sus patadas salieron dos ondas cortantes en forma de equis que se dirigían hacia el espadachín. El moreno se quedó mirando unos segundos antes de poder creer lo que estaba viendo y reaccionar. Cuando espabiló de una vez Nokotori entendió que estaba siendo atacado. La controversia de las palabras que le dijo antes Jin lo confundió por unos momentos. Las ondas que lanzó Jin ya estaban demasiado cerca para poder esquivarlas o desenfundar sus espadas para al menos poder bloquearlas como es debido. Sin pensarlo demasiado puso sus armas enfundadas en forma de equis similar a la forma de las ondas lanzadas por su oponente y se preparó para lo peor.

El espadachín recibió de lleno el golpe con sus katanas. La funda de éstas aun siendo duras acabaron partidas en mil pedazos y acabaron las hojas recibiendo la mitad del golpe. Nokotori amaba esas espadas así que dejó de hacer presión para dejarlas caer y recibir lo que quedaba de potencia él mismo poniendo sus brazos en forma de cruz. Acabó con la ropa despedazada y miles de cortes en los brazos. No obstante salió disparado varios metros hacia atrás rodando. Su cuerpo no podría recibir ningún ataque más o ahí acabaría todo.

Varios minutos después de que el espadachín se quedase tendido en el suelo se puso apoyado en su rodilla izquierda y jadeando por el cansancio. Miles de punzadas de dolor recorría su cuerpo. Era un milagro que estuviese vivo. El joven miró a los ojos a Jin.
-No creas que esos dos idiotas son mis compañeros y los acepto porque no me queda otro remedio. Yo siempre estuve solo y nadie me tendió la mano exceptos ellos y Madara. Es bien cierto que soy capaz de todo… Al igual que tú. Algún día podrás encontrar gente como ellos y compartir tu oscuridad como yo estoy haciendo. Poco a poco.

Las últimas palabras del espadachín parecían un susurro para que no se llegase a escuchar. Se levantó torpemente y mostro una mueca de dolor por todas sus heridas. El espadachín se encontraba en un estado deplorable y estaba cubierto de polvo mezclado con sangre de los cortes que se había llevado a lo largo de la batalla.

-Espero que recuerdes esto. Algún día te venceré.

Nokotori había encontrado un perfecto rival para superarse a si mismo.

Aquellas manchas borrosas seguían combatiendo, de pronto una nueva mancha se unió a la batalla, probablemente sería el muchacho, pero al parecer otra más grande la había derrotado y esta última cayó al suelo. Habían derrotado al chico y ya solo quedaban Nokoyuri y Jin. Jin volvió a su forma original o eso le pareció a Qui Gon, la mancha gigantesca se volvió de pronto pequeña y se fue. Qui Gon estaba algo feliz porque al menos uno de los tres había podido sobrevivir a esa paliza en pie, pero fue pronto para cantar victoria. Mientras los ojos de Qui Gon se iban cerrando lentamente vio como la sombra borrosa que era Nokoyuri se desvanecía rápidamente. Esto hizo que se pensara lo peor, el luchador no podía aguantar en ese estado por mucho tiempo hizo un último esfuerzo en poder visualizar donde estaba Nokoyuri, miró hacia todos lados desde su campo de visión y allí estaba, tendido en el suelo, pero poco después se movió. Estaba vivo y esto hizo que Qui Gon pudiera estar más tranquilo.

Ya era hora de que empezara preocuparse por sí mismo. La herida del pecho no sangraba más. Había perdido mucha sangre pero podría recuperarse con algo de suerte. Las quemaduras deberían de tratarse durante un tiempo y la herida del hombro a pesar de haberse cauterizado un poco debido a las llamas del monstruo no se había cerrado del todo y debería de curársela posteriormente. Parecía que aquel tipo llamado Jin no pretendía hacerles solo una prueba sino darles una paliza y esto sería algo que recriminaría a Madara. El líder debería dar explicaciones por esto, mandar a unos simples reclutas contra una bestia así debería de tener alguna explicación. El fornido esperaría alguna compensación a cambio de semejante peligro y más vale que fuese buena.

Los últimos pensamientos del fornido antes de caer inconsciente fueron los de qué haría una vez salieran de aquel lugar, probablemente nada más recuperarse iría a tomarse una buena jarra de hidromiel a cualquier lugar cercano y comería como si fuese su último día de vida. Quizás llamaría a sus compañeros de banda y los invitaría a algo. Pero eso no eran más que planes de futuro, primero deberían de salir de ahí con vida y Qui Gon esperaba que Nokoyuri les ayudara a salir de allí.

Ragerok estaba inconsciente. Todo aquel combate, todas las heridas que había sufrido, el cansancio físico y mental que supuso lo habían dejado KO. Tumbado en el suelo, inmóvil, un muñeco de trapo ofrecería más resistencia que él. Y por si fuera poco, aún no había acabado la cosa.

El tigre se acercaba a él, poco a poco. No contento con haberle dejado su marca en la piel, el tigre ahora buscaba un bocado que llevarse a las fauces. Ni corto ni perezoso, actuó de la forma más ruin que puede hacerlo un ser. Aprovechando el estado en el que se encontraba el joven, se acercó a su mano izquierda y poco a poco la abrió con las zarpas para apartar el puñal. Al principio la mano ofrecía resistencia, pero logró abrirla para quitarle el arma, y tras esto, comenzó a morder la mano para arrancarla. Forcejeó y forcejeó hasta que lo consiguió, y se la tragó de un bocado para después marcharse.

Aquello hizo que durante unos segundos el chico recobrase la conciencia para volver a caer redondo. Aquello era demasiado. Realmente se habían enzarzado con el asesino. Herido, quemado y mutilado. Y todavía podía darle gracias a dios por no haber muerto, aunque poco le faltaba para ello. Las heridas poco a poco dejaban de sangrar, pero necesitaba salir de ahí. Necesitaba descansar unos cuantos días, y necesitaba enfrentarse a la realidad de no tener ojo ni mano. Las cosas no podían ir peor para el chico.

Sus compañeros también estaban muy heridos, pero al menos mantenían su cuerpo entero. Nokotori consiguió resistir hasta el final. Intercambió unas palabras con Jin antes de que este se fuera, y así fue como acabó ese infierno.

Los ojos del asesino se clavaron en los del espadachín. Pudo ver como su ataque dejaba en malas condiciones al moreno pero aún así este se defendió bastante bien. Una siniestra sonrisa adornó ahora el rostro del enmascarado que bajo aquella máscara parecía una especie de psicópata. De repente el soldado de Madara le dijo unas palabras que le hicieron alzar una ceja mientras escuchaba. Jin había estado solo también hasta que apareció su hermano para tratar de ayudarle. Sin embargo en la mente del asesino la compasión y el compañerismo no existían. Tan solo colaboró con su antiguo líder, el yonkou Legim. Llevaba muchísimos años sin verle y aquel tipo era el único que le ofrecía desafíos interesantes y sangrientos. Aunque seguramente para que no la liara. Ahora nada podía parar al hombre que engañó a todo el gobierno mundial. Aquel tipo conocido como Kogáto Uchiha había muerto para convertirse en su verdadero ser, Jin Surfer.

Ahora escuchó las últimas palabras. Estás afirmaban la victoria de Nokotori en un futuro. Sin embargo no había nombrado la palabra muerte, simplemente vencerle. Un escalofrío de emoción recorrió ahora la columna vertebral del enmascarado. Ardía en deseos de que ese momento llegara para tener un combate sádico e intenso. Por el momento estiró la mano acariciando la cabeza de su tigre. – Buen chico… – A continuación volvió a mirar a aquel hombre para después entrecerrar los ojos despacio. – Nokotori. No me olvidaré de tu nombre. Aprovecha las enseñanzas de Madara ya qué pronto mi guadaña habrá atravesado su corazón. – Una vez dijo eso se dio la vuelta dándole la espalda a todos y empezando a caminar hacia la salida. Estiró su mano un momento y lanzó cuatro cañonazos de fuego para reventar los focos. En poco tiempo aquello volvió a quedar a oscuras. Sin embargo los distintos rastros de fuego iluminaban el lugar lo justo para que se viera.

A continuación salió de allí mirando hacia el cielo nocturno. No pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra. Él nunca había sonreído de forma amable salvo cuando era un agente infiltrado. Cosa que hacía para disimular. El enmascarado se metió por algunos callejones hasta salir a un enorme bosque oscuro y meterse en éste. Sus pasos eran silenciosos como buen asesino y su presencia era cuanto menos poderosa. Tal vez su hermano se tomaba la amenaza a broma si aquel espadachín se chivaba. Sin embargo solo Jin sabía que iba a finalizar con la vida de Madara. No se iba a permitir tener línea de sangre con nadie. Aquella basura alada no era digna de hacerse llamar hermano mayor de él. Encima era un puto mercenario, una rata que buscaba el dinero cuando lo más hermoso era el dolor de las personas y la sangre. El enmascarado sonrió de lado para después quitarse despacio la máscara y guardarla. Sacó de su otro bolsillo una amarilla con marcas negras tribales y se la puso. Ésta solo dejaba ver su ojo rojizo. Continuó andando perdiéndose en la noche y camuflándose en la oscuridad. La noche había sido interesante y sangrienta. El tigre además ya había cenado pero le esperaba una doble ración por haber peleado con valor.