"Pedir permiso" [LIBRE]

Llegué al cuartel marine del South Blue. El guardia estaba tumbado en el suelo, incosciente atado a una tuberia en un callejón. Yo entré hechando la puerta abajo para llamar la atencion de los marines.

- Parece que se han dado cuenta de mi posición.

Los marines venían y venían mientras yo estaba escondido en un cuartito que tenían ahí. Exploré varios instantes el cuarto y en un armario encontré trajes de la marina. Me puse uno, salí del cuartito y esperé a los marines apoyado en la pared con los brazos cruzados. Aver si por lo menos podría pasar desapercibido.

Era una tarde que se presentaba aburrida, en la cual me encontraba en la cubierta del barco, tumbado en el suelo y fumando un cigarrillo cuando comencé a pensar en si mis dotes a la hora de camuflarme servirían para adentrarme en un cuartel de la marina.

La verdad, no tenía ninguna gana de buscar problemas, pero la tarde se presentaba tan aburrida que sin pensar salté a una barca, bajé al agua y comencé a remar hacia el cuartel general de la marina más cercano.

Tras dos largos días llegué a una isla en la cual me habían informado de que había un cuartel de la marina. Estaba siendo demasiado fácil desembarcar, pero ya pensaría en eso en otro momento, tan solo quería encontrar un marine, robarle su traje y adentrarme en el cuartel disfrazado.

Una vez había desembarcado, me convertí en sonido y comencé a moverme por el aire, no quería llamar la atención, y sin duda alguna ese era la mejor forma de conseguirlo. Tras varios minutos flotando ví a un marine algo distraido y asustadizo, parecía como si fuese novato, era el tipo indicado para tumbarle y apoderarme de su ropa.

Recompuse mi cuerpo, cayendo así frente a el, pero antes de que el tipo pudiese dar la voz de alarma dí un veloz puñetazo hacia su vientre, con tal fuerza y tal velocidad que no pudo evitar despayarse y quedarse apoyado en mi puño. Con algo de sutileza lo deje en el suelo, arrebatandole el uniforme de la marina y poniendomelo velozmente.

Con gran comodidad comencé a caminar y caminar, mirando de un lado a otro para hacerme una idea de los alrededores por si me descubrían. Tras varios minutos caminando llegué a un patio en el cual todos corrían de un lado a otro y decían algo de un intruso, era imposible que me hubiesen descubierto tan pronto, por lo que decidí esperar para ver si se trataba de mi persona o de cualquier otra.