Una deuda que saldar [Privado CW]

Esperar más hubiera sido un error, aunque también lo era zarpar sin terminar de recuperarnos. Apenas habían pasado varios días desde lo de Gray Rock, y, tras recibir nuestros respectivos pagos por participar en la batalla, no tardamos en embarcar en el Atlas. El capitán había desaparecido, y no teníamos más opción que echarnos a la mar a buscarle.

Sentía que en cualquier momento me derrumbaría sobre el timón, pues tal era el dolor que azotaba mi espalda. No obstante, debía seguir allí para encauzar el barco en la dirección correcta. Entre todos pudimos conseguir algo de información, y como resultado final conseguimos deducir que pretendía asistir a English Garden tras la batalla en la isla. Así pues, pusimos rumbo en esa dirección sin demora.

Apenas quedaría un día de viaje para llegar, si mis cálculos no fallaban. Casi no me había separado del timón, y notaba el silencio sepulcral en el que estaba sumido el navío. No sería yo quien lo rompiese.

Eché un ojo a la mesilla junto al timón. Allí yacía el periódico, aun sin leer, mas podía ver desde mi posición los enormes titulares dedicados a aquel acontecimiento. Suponía que mis camaradas debatirían lo sucedido, aunque, realmente, apenas esperaba que alguno me diese una orden relacionada con el camino a seguir.

Un montón de papeles se encontraban entremezclados en el escritorio de mi camarote como si un vendaval se hubiese dado un garbeo por él, los cuales recogían toda la información que habíamos conseguido sobre Kimura y su aparente paradero. El muy estúpido no había aparecido tras los sucesos de Gray Rock, por lo que todos temimos lo peor hasta que apareció el primer indicio sobre un pelirrojo con la ropa hecha jirones que había sido recogido por las tropas revolucionarias cuando inició la retirada global en la guerra.  No es que fuese mucho por donde empezar, puesto que había más pelirrojos de lo que uno pudiese creer, pero fue el inicio de una ardua investigación que me tuvo prácticamente en vela desde el final de la batalla.

Al fin y al cabo no era un gran aliciente si nuestros enemigos lo habían capturado, por lo que no tardé en reunir a todos los miembros de la banda que estuviesen disponibles en Atlas para continuar nuestra investigación sobre el marine desaparecido. No es que estuviese cómodo dando órdenes a mis nakamas, estaba más acostumbrado a obedecer que a dirigir como un buen agente, pero sin el pelirrojo ni el peliblanco de por medio no me quedaba otra que mandar por poco que me gustase. Aunque por suerte, tras unos pocos días, encontramos una pista más o menos veraz que nos llevó hasta English Garden, por lo que no tardamos en prepararnos y echarnos a la mar.

- Despierta pequeñín - dije con voz suave mientras daba unos toquecitos a la esfera de mi nuevo reloj de pulsera. El aparto se abrió y apareció sobre este un pequeño caracol de color morado. - Contacta con Jay - proseguí mientras acariciaba su peculiar concha.

-¿Sí? - contestó rápidamente la voz del chico que decidió seguirme el día que me reencontré con Hayate. -¿Eres tú, jefe?

- Te he dicho varias veces que no me llames así, con Tobías es más que suficiente compañero - contesté con un tono monótono de voz. Siempre teníamos la misma conversación, pero el joven era bastante obstinado y pareció tomarlo como un juego que lo divertía. - Una vez que acabes con tus tareas, avisa al resto. Diles que nos reuniremos en el camarote del capitán.

- Eso está hecho, jefe. Acabo de dar de comer a Tuck y enseguida los reuno.

Me tragé la respuesta y cerré mi intercomunicador. No tenía ganas de pelearme con Jay hoy, por lo que agarré cada papel que podría ayudarnos en la investigación y salí directo al camarote de Kimura para prepararlo todo antes de nuestra llegada a la isla. Según nuestro navegante estábamos a un día u así de nuestro destino, por lo que ya era hora de ultimar los detalles.

Según nuestros datos más recientes un grupo de revolucionarios habían llegado a este lugar tras la guerra de Gray Rock y trasladaban a heridos con ellos. Con un poco de suerte Kim estaría aún entre ellos y se facilitaría el trabajo... Si es que aún estaba vivo.

-No seas pájaro de mal agüero... - me autorecriminé mientras esperaba a que mis nakamas fuesen apareciendo.

No tardé en darme cuenta de que alguien había aparecido a hacerme compañía junto al timón. Bizvan. Tras lo que había sucedido, era el que más se había implicado para tratar de integrarme en la flota, aunque todavía me costaba algo adaptarme. Era necesario que fuera fuerte, y más en estos momentos en los que el capitán, la brújula del grupo, estaba desaparecido.

-Buenos días, señor -dije, con la cabeza gacha. Dudé por un momento si era correcto no referirme a él por su nombre-. Debo quedarme aquí, junto al timón. Si el engrasado de los mecanismos causase que girara, podríamos vernos a la deriva, completamente perdidos -argumenté con seriedad-. No me gustaría probar mis conocimientos de cartografía de esa manera. Por eso alguien debe quedarse a sostener el timón.

En ese mismo instante, Bizvan me ofreció un par de frascos, asegurando que uno ayudaba a cicatrizar heridas y otro era un analgésico. Tomé este último y lo miré con un disimulado escepticismo.

-Eh, gracias, señor. Me llevaré este. No tengo heridas abiertas, afortunadamente.

"Solo en mi orgullo", pensé.

-Respecto a la oferta de comida, señor, creo que debería abstenerme. Es mejor no distraerse demasiado.

Sujetando fuertemente el timón con una mano, comencé a hojear distraídamente el periódico con la otra, llegando al ecuador de este, donde se hallaba el montón de recompensas. Encabezaba la pila de papeles Dexter Black, junto a los suyos, con cantidades que podrían hacer que los mayores magnates de los Blues se ruborizasen. Seguí pasando, hasta llegar a Arribor Neus. Sentí un desagradable escalofrío recorrer mi espalda y adelanté bastantes hojas en un acto reflejo. La casualidad quiso que encontrase allí a la peliblanca que había conocido en Johota. Aquello me entristeció sobremanera, aunque no dejé que ni un solo músculo de mi rostro se moviese para evidenciarlo.

Súbitamente, un chico al que aún no conocía irrumpió en el espacio en el que nos encontrábamos.

-El señor Thorn les llama, señores.

"¿A ambos?" me pregunté. ¿Sería necesaria mi presencia?

Esperé a la respuesta de Bizvan. Mientras, encaré al chaval con gesto austero y ordené:

-Necesito que aguantes el timón y que no dejes que se desvíe. Volveré pronto a hacerme cargo de él.

Otra vez más. Mis habilidades no habían sido suficientes en la guerra de Grayrock y había caído inconsciente por las heridas. Al menos mirando el lado positivo había logrado hacer algo, cosa que no había podido hacer en Sideros debido a mi nulo poder. Los piratas habían sido demasiado poderosos en la base y poco pude hacer. Ahora, mis compañeros y yo teníamos que volver a encontrar al capitán Kimura una vez más. Al parecer desde Grayrock había entrado en paradero desconocido. ¿Habría muerto en batalla o habría vuelto a meterse en alguna cruzada personal como la última vez? Desconocía la respuesta.

Me hallaba en mi camarote leyendo libros de medicina y sacando brillo a mi armadura. Últimamente me había tomado un largo tiempo alejada del grupo y del mundo en general, tenía muchas cosas en la cabeza y pocas ganas de trabajar. Esperaba que este extraño estado mental desapareciera como las hojas en el otoño. Además todavía me encontraba atrapada en el cargo de sargento desde hacía mucho tiempo. Si no me daba prisa hasta el nuevo, quien ya era sargento, me superaría en rango.

¿Acaso sería sano volver a mi ciudad un tiempo para reflexionar lo que quiero hacer con mi vida? ¿Acaso me había hartado de tantos fallos en mi trabajo y de ser débil? Necesitaba despejar mis dudas tan pronto como me fuera posible. Sin embargo aún debía encontrar a mi capitán, se lo debía aunque no parara de darnos disgustos a todos. Solo esperaba que al menos estuviera sano y salvo.

De mis pensamientos me sacó un par de golpes a mi puerta. Alguien estaba llamando. ¿Quien podría ser? ¿Alguno de mis compañeros que se están preocupando de mi larga ausencia? Di permiso para que pasara.

-Sargento Ciaran, señora - Un muchacho entró en mi habitación realizando el saludo militar a lo que respondí de igual modo - El señor Thorn la llama al despacho del capitán, parece que es urgente -

- Entendido soldado, iré cuanto antes. Gracias por tus servicios - Dije levantándome para ir rauda al camarote del capitán Hayate.

¿Cual podría ser el tema de la convocatoria? Porque era obvio que era una reunión de los Crimson para discutir acerca de algo y seguramente sería acerca de Hayate. En escasos minutos me planté en la puerta del camarote, toqué y entré. Al parecer ya se habían reunido todos, sonreí forzosamente y me uní a la reunión.

- Buenos días, chicos. ¿Cual es el motivo de la reunión? ¿El estatus del capitán?

Agarré todos los papeles necesarios y me encaminé directamente al camarote de Kimura. Tenía tiempo suficiente para llegar primero y prepararlo todo mientras Jay terminaba su tarea y los iba a llamar, aunque no pude evitar una rara sensación de nostalgia que me atenazó el estómago durante el trayecto. No podía evitar sentir que la banda se encontraba en un estado crítico tras las continúas desapariciones de nuestro mandatario. Era la pieza común que podía mantener a un grupo tan variopinto como este unido... Y sin él temía no tener lo adecuado para mantenerlo todo a flote hasta que diésemos con él.

Por una extraña razón me veía obligado a proseguir con esta tarea, ya que sobre todo, por encima de mi admiración y lealtad hacia el pelirrojo, confiaba firmemente en el objetivo y principios de los CW. Puede que muchas veces no hubiésemos dado la mejor imagen posible al resto de brigadas y demás, pero siempre nuestra intención era la de hacer lo correcto... Aunque por otro lado quizás solo fuese algo que me había repetido a mí mismo una y otra vez para que todos los sacrificios y sin sudores no pareciesen en vano...

Todas esas sombras habían comenzado a rondarme la mente como dudas devastadoras, pero por suerte aún podía mantenerlas alejada de mi mente mientras tuviese algo más importante que hacer. Cuando quise salir del torbellino mental en el que se convirtió mi cabeza ya estaba enfrente de la puerta del capitán. Desde su desaparición casi nadie había pisado allí. Creo que todos nos sentíamos como profanando algo que no era nuestro, pero tras pensarlo detenidamente algo me dijo que la investigación debía organizarse desde allí. Al fin y al cabo ese lugar había sido el epicentro de una parte de la vida del marine... Y sentía que haciéndolo así era más especial. Seguramente solo fuera un atajo de patochadas, pero aún así allí empezaríamos.

Generé un poco de sirope que no tardé en alargar y endurecer para luego pegarlo en un espacio vacío de la pared del camarote, tras el escritorio del capitán, el cual seguí manipulando hasta que quedó formado una especie de tablón de anuncios en los que fui pegando todos los papeles con información relevante que habíamos conseguido. En ellos se recogían datos de distintos locales de la isla que trataban con el bando revolucionario. Entradas y salidas estaban reflejadas en unos pequeños mapas pintados a mano, mientras que en los documentos que coloqué justo al lado salían datos del personal como la supuesta relación que tenían con los revolucionarios. Cada uno mantenía tratos distintos de distinta índole, por lo que debíamos decidir cual era nuestra mejor opción para empezar y la forma en la que enfrentaríamos los problemas venideros. Nunca se podían preveer todos los imprevistos, pero cuanto más preparados fuésemos mejor.

Antes de poder seguir pensando que podíamos hacer llegó el primero de mis nakamas. La simple presencia del moreno allí conseguía tranquilizarme un poco. Si con alguno de ellos había tenido más misiones y dispares encuentros había sido con él. Me gustaba creer que en él podía depositar toda mi confianza cuando las cosas se ponían duras de verdad, ya que si había averiguado algo después de tantos años durante su compañía es que detrás de ese semblante serio y actitud extraña, es que había un corazón leal y bondadoso. No pude evitar sonreír amigablemente mientras correspondía a su saludo con un asentamiento de cabeza. No es que no tuviese ganas de charlar con él, compartir mis dudas incluso de forma privada, pero sabía que el resto no tardarían en llegar, como bien se mostró con las respectivas llegadas del peliblanco y la guerrera, y debía mantener todo mal pensamiento alejado de mi cabeza mientras durase esto.

- Bien, mis queridos nakamas - comencé con voz tranquila mientras dejaba el panel y me situaba delante del escritorio de Kimura. No me atrevería a sentarme en su sitio, si estuviese Gusi ya lo hubiese profanado de alguna manera, pero yo sencillamente no podía y por ello me senté en el reborde del escritorio. - Como ya podéis imaginar esta incursión es debido a la desaparición de nuestro capitán. Se que para todos nosotros ha sido un golpe duro, ya sea de una forma u otra... Pero por eso mismo he de agradeceros que aún así nos mantengamos unidos sin su presencia - proseguí a modo de introducción mientras mi mirada vagaba de uno a otro, intentando leer lo que sentían en sus rostros. - Me conocéis lo suficiente para saber que no estoy a gusto dando órdenes. Precisamente sigo a Kimura porque sus intereses de hacer un mundo mejor eran tan parejos a los míos que no tenía que preocuparme por más que aconsejarlo cuando se me necesitaba, pero nunca más de ahí fueron mis funciones... Y por eso que os haya llamado a todos aquí. Me hubiese gustado contar con el resto de nuestros aliados, pero me fue imposible contactar con ellos. El enlace directo lo tenía Kimura... Así que debemos adaptarnos a la situación por muy precaria que se nos presente. Confío en vosotros para que aún así todo salga bien, por lo que aquí estamos para que decidamos cual sería nuestra mejor opción para dar no solo con nuestro capitán, si no con nuestro hermano de manada que tanto ha hecho por nosotros y por los ciudadanos de este extenso mar.

Comenzaba a notar la ausencia de saliva en la boca, pero creía necesario que les contase todo desde el principio, así como abrirme un poco para que comprendiesen que iba a darlo todo por ellos y por el capitán. Para mí ya eran más familia que compañeros y temía que si la banda se rompía, también lo hiciesen parte de los lazos que nos habían unido.

-Ahí he colocado toda la información que hemos podido reunir sobre los contactos que tienen los revolucionarios que habitan en la isla. Quizás haya más locales que desconocemos e incluso puede que ni siquiera las pistas sobre los revolucionarios que se pudieron llevar a Kimura sean ciertas, pero hasta ahora es la mejor información que tenemos y navegando hacia arriba y abajo sin sentido no vamos a conseguir nada. Solo será cuestión de tiempo que nuestros superiores den el caso por perdido y nos manden a nuestras misiones como siempre, por lo que debemos actuar cuanto antes con lo que tenemos.

Di unos segundos de silencio para que la información calase en la cabeza de mis compañeros, como para intentar salivar un poco y así no perder la voz de tanto hablar. No estaba muy acostumbrado y la sensación de hacerlo todavía se me antojaba extraña.

- Hasta ahora tenemos información de tres locales distintos, bastante detallada si nuestros espías han hecho bien su trabajo, pero de la que debemos incluso dudar a medias si queremos estar preparados para cualquier cosa, a pesar de que nos valga como base sustancial. Yo tengo un par de ideas al respecto de como actuar, pero antes quiero saber que pensáis. Como ya os he dicho mi intención no es mandar, nunca lo ha sido, por lo que exponed vuestras ideas hasta que demos con un plan a seguir con el que estemos todos cómodos.

Tras eso me callé y preparé para el aluvión de ideas de mis nakamas. No sabía como sería acogido mi discurso por ellos, ni si quiera si había algo que les molestase de mi forma de actuar... Pero si no los escuchaba nunca lo averiguaría.

-De acuerdo, señ... Bizvan -respondí tratando de acostumbrarme a actuar tal y como me había pedido. Al fin y al cabo era una orden. Había escuchado perfectamente lo que había dicho, aunque preferí fingir que no lo había hecho.

Seguí al espadachín, en silencio, tratando de evitar una conversación forzada. Observaba y aprendía de sus gestos. Su amabilidad despachando a sus subalternos. Sus pasos firmes y equilibrados. La danza del humo que emergía de su boca. Podría decir que el camino hasta el camarote del capitán se me hizo relativamente largo, aunque ver al grandullón resultaba ameno. Contemplaba cada detalle, tratando de abstraerse de una realidad que, en el fondo, se le hacía complicada de afrontar incluso con su característica sonrisa. Eso creía ver yo, al menos.

No tardamos en llegar a la puerta del camarote, donde nos encontramos con la guerrera rubia. Ciaran, si no me equivocaba. Incliné la cabeza al verle en señal de respeto. Pese a que realmente no lo había visto, suponía que, siendo ella la doctora en funciones de la flota, había sido quien me había podido alejar de Neus en Gray Rock cuando este me hirió. Ojalá hubiera podido ser más apto para cumplir mi deber. De ese modo, quizás no estaríamos en esta situación.

Entramos en la habitación con la lentitud de un condenado que no quiere llegar al patíbulo, callados y evitando el contacto visual. Allí estaba Tobías, organizando unos papeles en una maraña de una sustancia viscosa que habría generado. Ese debía de ser el poder de un usuario.

Como era de esperar, el agente comenzó a entonar una arenga destinada a impulsarnos a buscar al líder de la flota. No obstante, no pude evitar sentirla como si de una reprimenda a mi ineptitud se tratase. Más que motivarme, me sentí invadido por una extraña desdicha, una especie de presagio que me indicaba que algo no estaba bien, y podía ser posible que no volviera a estarlo. Sacudí la cabeza ligeramente para intentar alejar esos pensamientos, aunque sabía que era cuestión de tiempo que volviera afectarme.

Tobías continuó explicándonos todo cuanto había conseguido averiguar del paradero del marine. No sabía si realmente opinar... Me sentía verdaderamente cohibido y temía soltar alguna tontería, mas logré sobreponerme a mi timidez y hablé en un tono de voz bajo:

-Si me permitís... Creo que la clave está en conocer el estado actual del capitán... Si estuviera herido, lo más probable es que se encuentre apresado en la localización más fortificada. Mas es imposible saber eso ahora.

Me acerqué ligeramente a la exposición que había improvisado Tobías.

-Lo más prudente sería averiguar que traman los revolucionarios asentándose aquí. ¿Solo están reabasteciéndose? ¿Tendrán una base o algún punto de escucha en estos locales? Quizás sería una buena idea identificar donde han estacionado su navío. Si está en el embarcadero, podremos intentar acceder al registro para saber el plazo de estacionamiento. Si no... Podemos intentar seguir la pista.

Nada más llegar al camarote, saludé a mis compañeros. Observé al nuevo y pensé si ya estaba bien de sus heridas aunque, si ya estaba en pie, suponía que estaba totalmente recuperado. Le devolví el saludo sonriendo y me dispuse a atender a lo que el sustituto del capitán Kimura, Tobías, quería decirnos. Mis creencias resultaron ser ciertas. La reunión era para organizarnos y encontrar a Kimura, lo cual no me sorprendía para nada. Era la segunda vez que los Crimson se reunían para este asunto. Con la partida del capitán, decidimos entre los que quedamos quien sería el líder provisional y no había mejor candidato para ello que Tobi. Es fuerte e inteligente, solo había el pego de que era CP y un agente no podía liderar una flota de marines. Era por ello que Biz era el nuevo capitán formalmente pero el verdadero, entre las sombras, era Tobías.

Aún me extrañaba que Gusi y Yoshi ya no estuvieran con nosotros. Gusi fue quien me reclutó para la flota y conocí a Yoshi en una misión en la que fuimos a cazar piratas. Echaba de menos los buenos momentos con ellos, sobre todo en aquel recinto de Gusi en las tierras del Yonkou Dexter. Ahora las cosas habían cambiado. Habíamos perdido a dos grandes nakamas pero habíamos ganado otro. También otro aliado se nos unió, cierto CP que conocí en Gray Rock pero que cuyo nombre no recordaba o ni siquiera había escuchado.

Volví a escuchar con atención lo que íbamos a hacer. Al parecer existía la sospecha de que Kimura podría haber sido secuestrado por los revolucionarios en la isla de English Garden. Sin embargo, era solo eso, una sospecha. Pero estaba de acuerdo con echar un vistazo y ganar cualquier tipo de información útil. Si no encontrábamos nada que nos llevara a él, al menos podíamos acabar con una celula rebelde. El agente Tobías nos dejó que hablásemos y decidamos por donde empezar. Permanecí callada hasta que todos hablaron. La idea de buscar en el embarcadero algún navío revo de Wyrm me pareció interesante y acertada, al menos para comenzar la búsqueda. También lo que aportó Biz me parecía bien.

- Todas las ideas me parecen fantásticas. Como dice Biz, sería una buena idea separarnos en grupos de dos. Yo en uno y Biz en otro. ¿Ahora como organizamos los grupos en caso de seguir con esa idea? - No dí ninguna otra idea ya que en los asuntos de espionaje y ese tipo de cosas yo era bastante inútil, solo servía para labores de fuerza o contención. Me sentía como una tonta, pero al menos sería útil en cierto modo. Ahora solo quedaba esperar a lo que diría Tobi. Estaba segura que aportaría algo más interesante y lógico. Al fin y al cabo, era un espía del CP. Estaba en su salsa.