Dos locas y un destino[privado-pasado][Jane Dayer-Mashiro]

Estaba sentada en la arena sin hacer nada, mirando al mar con la vista perdida, recordando el día en que me había convertido en una asesina despiadada que no tenía compasión ni por un bebé ni por nada en el mundo, bueno si, por los animales.

Miraba mis manos y mi espada llenas de sangre viendo como había acabado con un hombre que estaba haciendo daño a su mujer, aunque tambien la había matado a ella. Llevaba tanto tiempo sin que mi espada tocara la sangre que ya extrañaba ver sufrir a la gente ver el dolor en los ojos.

Solté una leve carcajada y me levanté rápidamente tenía ansias de acabar con más vidas, cogí mi espada y la guardé, esta vez me controlaría guardaría mis ansias para encontrar una presa mejor y así poder matarla, tenía que ir con cautela aun era demasiado pequeña para poder hacer eso y dar un paso en falso podía arruinarme completamente.

Me puse a caminar por el centro de la ciudad como si nada dando a aparentar la imagen de una pobre niña perdida para poder llamar la atención y sin meterme en líos, luego seguramente los acorralaría en un callejón y allí los mataría lentamente.

Llegué a la plaza un tiempo después había bastante ambiente, ideal para mi así podría escoger a mi presa detalladamente; me aparte hacia un callejón de la plaza esperando a ver quien podía coger.

Unas horas antes había bebido demasiado, lo cual me dolía bastante la cabeza y no tenía suficiente vista por lo cual de un momento a otro empezaría a tener visiones alucinatorias y no sería nada bueno para mí.

La cama era plácida y cómoda y así lo podía notar Mashiro sentada en ella. Pues es así como estaba, sentada en la cama junto a un hombre. pero el hombre no se movía, no respiraba, no hacia nada, solo la miraba con sus ojos abiertos y boca medio cerrada. Mashiro sonríe al mirarle mostrando sus dientes y su simple mirada fría de siempre. En su mano, un cuchillo con gran halo rojo que lo rodeaba aunque este caía y caía en el suelo en el que ya se podía distinguir una pequeña mancha carmesí que no seria lavada en unos buenos años. Las sabanas estaban totalmente rojas, la sangre caía por los extremos de la cama y Mashiro las tocaba, las notaba suaves y divertidas algo contrario a lo que eran, estaban espesas y asustarían al mas miedica.

Se levanto durante un momento, miro al cuerpo que ahora ya no la miraba si no que miraba a la pared sin inmutarse, con el gran agujero que tenia en el pecho que encontraba desnudo. Parecía que antes de la tragedia alguien iba a tener un buen momento, pero nunca se puede con ella al lado. relamió el cuchillo quitándole el halo rojo y cambiandolo por una pequeña capa de saliva que se secaría en unos segundos. Guardo el cuchillo de nuevo en el pequeño compartimento que tenia cerca de la bota y miro al cuerpo. Pensó que era demasiado precioso y que podría estar viéndolo todo el día, pero ella necesitaba algo mas, todo el día se encargaba de adultos, necesitaba una muerte mas...pequeña...mas infantil...

Se asomo a la terraza de la habitación, salio con una camisa semicerrada y su ropa interior inferior y nada mas, no le daba pudo salir así afuera y varias personas la miraron. Ella puso su mirada en varios niños de la zona, pero todos ellos iban acompañados de sus madre o eran realmente demasiado pequeños para matarlos todavía...pero se fijo en una mujerzuela que corría y corría desde la plaza principal. Rápidamente se escondió en un callejón que no podía ver desde esta pequeña terraza. Aunque no parecía demasiado pequeña a Mashiro la gusto demasiado y por eso en cuanto la vio sus ojos de pusieron brillante y volvió a sonreír. Entro en la habitación y busco sus pantalones que no tardo en ponerse y bajo de allí buscando el pequeño callejón donde la chica se había metido...y así... al menos... divertirse un momento.

Miraba y miraba pero nada encontraba, no había ni una sola presa que me llamase la atención, miré para atrás varias veces hacia atrás en el callejón por si venía alguien, pero no había nadie así que decidí esperar un poco mas por si veía alguna presa fácil.

De repente noté unos pasos detrás mía y cuando miré vi que era un hombre joven de pelo negro negro y gafas de sol, guapo para mi gusto pero al fin y al cabo era un hombre, entonces me puse hacia una esquina y me senté en el suelo llorando como la niña pequeña que era, de mis ojos salían lagrimas cristalinas, lloraba y lloraba hasta que el hombre se acercó y me preguntó:

-Ey, jovencita porque lloras?-yo le miré levemente llorando, aunque por dentro me estaba riendo a carcajadas no sabia donde se había metido, mi plan de llorar y dar pena siempre funcionaba con todos, ingenuos e idiotas; así que le respondí:

-Me...he perdido y...no se don...de estoy-dije mientras frotaba mis ojos, así que el hombre me tendió la mano y cuando me levanté, saqué mi espada por la espalda para que no se diese cuenta de lo que hacía, así que en cuanto se giró le clavé mi espada en por su espalda atravesándole el corazón.

Cuando lo hice mi interior ya sentía calma y paz por haberlo matado, mi espada quedó manchada pero no me importaba solo quería ver el sufrimiento de la gente, con mis dedos toque la sangre de mi espada e hice una J.D en la pared, mis iniciales, lo hacía con todas mis victimas para que vieran quien lo había echo en cualquier lugar.

Más tarde decidí adentrarme en el callejón y allí me di cuenta de algo, me pareció ver una chica rubia a lo lejos, era la presa que quería, sería interesante deshacerme de ella y así me largaría de esta isla para buscar otras presas, ya había dejado suficientes huellas en ella; así que me acerqué lentamente para que no se diese cuenta.

Iba bajando las escaleras del piso corriendo, casi se tropieza varias veces con los escalones. Estaba algo cansada, pero con mucha sed de sangre. Su anterior víctima no era mas que un simple mercader que había conseguido seducir en la taberna de aquí al lado. Un trabajo demasiado fácil y poco divertido pero al menos había hecho que tuviese mas tiempo para pensar. Finalmente recorrió todas las escaleras bajando y llegando al portal a donde abrió la puerta lo mas rápido que pudo y se dirigió corriendo hacia esa plaza que había visto desde la terraza. El camino era demasiado largo pero gracias a su buena velocidad no le costaría mucho llegar. El sonido del cuchillo enfundado que tocaba y tocaba con su pierna era agradable para ella pues significaba que estaba corriendo para matar a alguien. De repente su rostro volvió a mostrar esa sonrisa tan "dulce" pero a la vez tan sádica que solía mostrar casi todas las veces que veía a alguien tan interesante.

Tras mucho correr la sádica rubia llego finalmente a la plaza y empezó a buscar. Sabia que esa pequeña moza se había metido por uno de los callejones de la plaza pero ya no se acordaba exactamente de cual era. En su cabeza solo podía imaginársela a ella morir y ya esta. Por fin encontró la entrada al callejón donde la había visto por ultima vez...y justamente la vio...pero no la vio como antes corriendo sino que matando a un hombre que le había tendido ayuda. Parecía que ella también era de la calaña de Mashiro.
La chica que mashiro había estado persiguiendo y ya consiguió encontrar fue lentamente acercándose hacía ella justamente como Mashiro también hacía. Poco a poco las dos mujeres estaban mas cerca entre sí y seguramente la confrontación comenzaría, Nuestra rubia, mostró una sonrisa antes de acercarse a ella y como sino hubiese visto nada la dijo

-Buenos dias....pequeña...¿Te has perdido?.

Mis manos todavía estaban llenas de sangre, me gustaba sentir el contacto de la sangre en mi piel a la hora de matar, me había convertido en un monstruo pero ya no me importaba, matar me daba placer y me relajaba.

-Buenos días....pequeña...¿Te has perdido?

Levanté mi cabeza despacio para mirar a la rubia e hice una mueca con una sonrisa de medio lado, avancé un poco más hasta quedarme a un metro aproximadamente cerca de ella.

-Si...-la observé de arriba abajo y dubitativamente me dio la impresión de que ella era la presa que buscaba, era perfecta para ser una víctima-pero...eso no es lo que importa ahora...

Me eché hacia atrás sin quitar mi sonrisa desafiante hacia esa rubia y me acerqué a un lado mientras comenzaba a tocar la pared suavemente y la miré:

-Sabes? Esta pared quedaría perfecta...con sangre...y con mi firma...-quería una presa y ella era la ideal, no la iba dejar escapar así que me transformé en mi forma animal de lince y me puse frente a ella, para ver lo que podía hacer solo quería ver correr la sangre-...