Una horrible Semana Por Arabasta // Día 1 // [Kedra-Kira] [Privado]

Kira estaba  terminando de prepararse cuando  escucho unos ligeros golpes en la puerta y la voz del capitán diciéndole que ya se iban y que la esperaría  fuera.

Dándose prisa terminó de acomodar sus cosas.  La misión consistía en encontrar a cierto cazador que parecía haberle tocado la moral a Kedra y desaparecerlo del mapa. Pero primero debían buscarlo y el cabrón no tenía otro jodido lugar en donde estar que en algún rincón del reino de Arabasta.
No le desagradaban los sitios calurosos, pero ese desierto no era caluroso, era el maldito infierno con calefacción central a máxima potencia en un día de verano.
Se aseguró de guardar en su cinturón la que sería su mejor amiga en aquel paraje de sol y arena, su necesitada crema solar factor 50. A pesar de aguantar bien en calor en sí, su piel era demasiado blanca, por lo que se quemaba con facilidad y lo último que necesitaba era estar adolorida cuando encontraran a ese dichoso caza recompensas.

Vestía con ropa floja y de telas vaporosas muy ligeras, un pantalón que se amarraba en los tobillos y que flojeaba en las piernas  y una camiseta por encima del ombligo de manga corta. Ambos de color arenan con bordes dorados.
En la cadera descansaba su inseparable cinturón de cuero, ancho y con una gran hebilla en forma de aro y con las fundas especiales para sus extrañas dagas.
Llevaba el negro cabello recogido con sus palillos favoritos por encima de la nuca.
Cogió de encima de la cama un chal suave y ligero y se lo amarró a la cintura sabiendo que lo necesitaría para cubrirse la cabeza y la cara de la arena y el sol. Se metió al bolsillo su mp3 y se colocó sus auriculares alrededor del cuello.
Comprobó todas sus armas con minuciosidad.

- Dagas, listas. Navajas...en sus sitios, cuchilla, si. Bubíes... En su sitio, bien, lista.

Cogió una barrita de chocolate de la mesita y salió tranquilamente dándole un mordisco.
No podía llevarse su adorado vicio al desierto, se derretiría, así que pasaría tal vez días sin probar el delicioso dulce, eso le garantizaba un mal humor  considerable. Pero por el momento se conformaría con un último bocado.

Salió a la cubierta y  despidiéndose con un gesto de la mano de sus compañeros subió de un brinco a la barandilla de la borda y sonriendo de medio lado saltó a la arena. Callendo agachada.
Se levantó sonriendo y dando un último mordico al chocolate.

- Lista para la acción caramelo, ¿Hacia dónde vamos primero?

Miró al chico frente a ella que permanecía tranquilamente mirando a lo lejos.
Pudo divisar algún tipo de ciudad en el horizonte, pero parecía que recorrerían un buen camino antes de llegar, puede que cerca de una hora si llevaban un ritmo normal.
Suspiró y sacó su bote de crema, echándosela en los brazos y extendiéndola.


- Ya que voy a tener que patearme el desierto, espero que por lo menos me dejes jugar un rato con el tipo ese.

Kira sonrió cuando el castaño la levanto como si pesara menos que una pluma y en cuanto la besó sintió ganas de enroscarse a él como una serpiente y mandar la misión por el desagüe, pero debía controlarse, necesitaban recorrer un buen trecho para llegar a la ciudad y eso solo sería el principio.
Se relamió cuando la dejó en el suelo de nuevo y soltó una carcajada en cuanto le oyó decir que se la comería de postre en el desierto.

- Bueno, caramelo, eso será si no te como yo antes.

Sin dejar de recorrerlo con la mirada camino tras él, sus ojos cayeron por la fuerte espalda y llegaron más abajo. Si, definitivamente eso era un trasero de infarto y lo demás tonterías. Se trago las ganas de darle un buen apretón y caminó hasta alcanzarle.

Apenas habían comenzado y ya sentía el calor, no le molestaba la temperatura, era incomodo pero no insoportable, lo que le desagradaba realmente era el sol que daba en su cara, sus ojos eran de color verde claro, por lo que el sol le resultaba molesto y la cegaba. Dio un bufido y se colocó una mano sobre los ojos para hacerse sombra.

Las prendas ligeras y flojas ayudaban con el calor y se sentía de buen humor a pesar de la molesta luz.

Pasaría un tiempo a solas con Kedra, tendría tiempo para descansar del ajetreo de la tripulación y aun encima podría jugar un ratito con el cazador cuando dieran con él.

Su mente se deleito imaginando que podría hacer con él, tal vez le cazaría como a un ratón y le asustaría antes de comenzar a cortar sus puntos más sensibles. Tal vez debería usar a Flies ¿O tal vez sería mejor comenzar con Scorpion? Ambas dagas eran perfectas para jugar antes de ponerse en serio con el trabajo.


Debía recordar dejarle con vida, el golpe de gracia le correspondía a su caramelo, aunque no podía prometer nada, se emocionaba demasiado cuando empezaba a jugar y a veces se le olvidaba parar antes de que sus juguetes acabaran desangrados o muriendo de dolor, literalmente.

Estaba pensando en si su presa gritaría como descosido o si por el contrario sería de esos estúpidos orgullosos que la obligaban a emplearse a fondo antes de ceder y mostrar sus gritos y esa expresión de dolo que tanto le gustaba.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando de la arena surgió algún tipo de bicho extraño, tubo que entrecerrar los ojos y hacerse visera con la mano de nuevo para distinguiera que se trataba de una especie de lagarto gigante y que los miraba como si ellos fueran algún tipo de insecto molesto.

Sonrió contenta, a ella le gustaban los animales, tal vez podrían usar aquel bicho de montura, eso les ahorraría mucho tiempo y esfuerzo.
Sin embargo el lagartón parecía no pensar lo mismo porque se lanzo a atacar al castaño.

- " Pobrecillo bicho, no sabe donde se ha metido"

Negó con la cabeza pensando en la mala suerte que había tenido el animal al atacar al tipo equivocado, cosa que confirmo cuando el cadejo negro desvió el zarpazo del bichejo como quien aparta una mosca molesta.

Después de eso, simplemente se quedó allí de pie y puso los auriculares activando la música mientras veía como intercambiaban un par de golpes, o más bien como el lagarto se empeñaba en intenta suicidarse atacando a kedra.


En un momento, después de haberle roto ya una pata y dejarlo medio lelo al estamparlo contra el suelo, el castaño la miro por encima del hombro y aunque no le escucho bien por la música que resonaba en sus oídos, adivinó que le estaba cediendo el trabajo de acabar con el testarudo animal, que herido y cabreado seguía empeñado en atacar.

Vio como Kedra hincaba una rodilla en el suelo y supo que era lo que quería, aburrida miro al lagarto gigante y suspiro, no le gustaba matar animales, pero dejarlo vivir seria una crueldad estando ya medio destrozado y ese capullo les estaba retrasando y eso le tocaba mucho la moral.

- Ok, caramelo, acabemos con esto de una vez, este jodido sol no es bueno para mi piel.

Aumentó el sonido de la música en sus oídos y cerró los ojos un segundo antes de sonreír y lanzarse hacia delante.

Apoyo un pie en la espalda de su capitán, cogiendo un buen impulso para llegar  lo más alto posible y se lanzó hacia el animal, desenfundando en el aire una de sus dagas extrañas, esta vez escogió a Hound.

Utilizando los picos de la empuñadura para penetrar la dura piel del animal, utilizó la daga para anclarse al bicho y así impulsarse hacia el cuello, donde cayó  agachada, aferrándose con la otra mano para no caerse ante la sacudida del animal que trataba desesperado de sacársela de encima.

Chasqueo la lengua molesta.


- Deja de joder y muérete de una vez, puto bicho.

Sacando a escorpión de su funda, penetró la piel del cuello en un costado, justo para perforar la yugular. Y sonriendo al sentir la sangre salpicando su cara utilizo a Hound para degollar lo que quedaba del cuello.

El lagarto se revolvió adolorido, tratando de atraparla con sus fauces, pero kira era bastante rápida y solo saltó en el momento oportuno evitando las dentelladas y mantuvo el equilibrio con los brazos cuando la bestia calló hacia delante dándose de bruces contra la arena con un agónico bramido final.

La asesina dio un saltito y cayó con elegancia frente al castaño.

- Listo, tanta tontería para un puto bicho, seguro que ni siquiera es comestible.

Guardó las dagas en sus fundas correspondientes  después de limpiarlas contra la arena y sacarles los restos con la prenda que colgaba de su cintura.

- ¿Seguimos caramelo?

Los dorados ojos del asesino observaban como la chica terminaba con la vida de aquel maldito lagarto, eso le provocó una pequeña sonrisa ladeada pues adoraba que su compañera fuera así de sádica y tuviera esa sangre fría. La vio bajar al suelo y en ese momento dio dos pasos hacia ella, se quedó mirándola fijamente para después llevar su mano derecha a sus cabellos y revolvérselos un poco al mismo tiempo que mostraba sus afilados dientes como cuchillas. Lo mejor fue cuando su haki de observación le alertó de una presencia que iba a salir de sus pies y por el olor debía ser otro maldito lagarto de eso, no podía distraerse mucho más con esas cosas. Debía terminar con su objetivo y perder energías en el desierto era una tontería pues seguramente habría muchas de esas cosas, sin pensárselo se relamió despacio y estiró su puño derecho a un lado, observando a Kira despacio para después mostrar una sonrisa algo macabra. La masacre debía continuar fuese como fuese y un jodido animal no iba a parar a la mismísima pesadilla de la oscuridad.

El brazo del cadejo comenzó a brillar en un tono rojizo intenso, además una especie de cabeza de dragón se formó en su extremidad, era una terrible aura de energía. El temblor que notaba la bestia en ese momento por el cuerpo no hacía más que excitarle a hacer aquello, sentía las ganas de ver la sangre del monstruo desparramada por el suelo. Esa cosa estaba cada vez más cerca e iba a lamentar su salida, de repente bajo los pies del lobo negro surgió una afilada hilera de dientes dispuestos a despedazarlo. – ¡Soul Of Dragón! – Gritó de repente el castaño lanzando su más poderoso puñetazo hacia abajo, impactándolo en la frente del lagarto y estallándole la cabeza literalmente debido a la onda de choque que le introdujo. Las arterias y venas volaron como si de un festival se tratase, bañando totalmente al asesino y probablemente a la joven corsaria. El cadáver del reptil cayó hacia atrás y quedó inerte en el suelo, el brazo del luchador echaba un poco de humo debido al esfuerzo e incluso sangraba un poco, pero su propio líquido carmesí se camuflaba con el de su presa. Ahora debían continuar el viaje sin pararse por culpa de aquellas cosas.

Al puño dorado le quedaban horas de vida, debía ser más rápido y llegar a la ciudad lo antes posible, de modo que ahora soltó una pequeña carcajada y saltó lo más alto que pudo. Al aterrizar ya no era un humano, más bien una especie de perro negro, musculoso y de ojos rojos como la sangre. Miró a la chica y soltó un gruñido para después hacerle un gesto y que se montara en su lomo, si lo hacia la llevaría a toda velocidad por el desierto rumbo a la ciudad. Además un aura blanca empezó a invadir su cuerpo totalmente, dándole una velocidad impresionante la cual podía ir a unos veinte metros por segundo o quizás más, ya solo faltaba que su chica se montase.