[Rol moderado] Un paseo en la isla de los barcos

La niña por fin parecía haberse tranquilizado, el joven interpretó el tirón como que la niña quería ser cargada así que cogió a la cría en brazos y lo más rápido que podía se dirigió hacia la ciudad.

Poco a poco el terreno fue cambiando volviéndose menos abrupto, cada vez los trozos de barco eran más antiguos y
parecían adecuarse al paisaje. Tras 1 o 2 horas de caminata la pareja por fin había llegado a la ciudad. El padre de la niña se encontraba nervioso esperando justo en la entrada de la ciudad.

El padre parecía haber visto a su hija, porque soltando lágrimas fue corriendo en dirección a Sato y a la pequeña. El samurái decidió dejar a la emocionada niña en el suelo para que corriese rumbo a su padre mientras el joven caminaba lentamente hacia la entrada.

Mentalmente Sato estaba pensando si los dos piratas restantes habían hecho caso a sus amenazas, lo más probable es que no volviesen a pisar la isla, o se las verían con él.

El padre abrazó a su hija con efusividad. Posteriormente se acercó al samurai con un gesto de agradecimiento y los ojos aún húmedos por la emoción. En cuanto estuvo a escasos dos metros, le dijo con un tono de voz ligeramente quebrado por la emoción:

- Muchas gracias, samurai. Lo prometido es deuda. Por favor, entra. -dijo al tiempo que señalaba una casa cercana, construida sobre el casco de un barco gigante.

Tras eso, el hombre entró en la casa, acompañado por la niña pequeña. Era una casa pequeña y acogedora pese a la humildad que transmitía. El hombre se metió en una pequeña sala y salió de ella con un paquete envuelto en paños. Se acercó al samurai de la máscara y le dijo:

- Creo que alguien como tú podrá apreciar lo que es esto. -dijo el hombre mientras se lo extendía al samurai. Entre los paños había una espada de hoja blanca completamente. El mango tenía un diseño simple y un acabado que recordaba a una caña de bambú. El hombre extendió frente a él la espada- Esta es Chikurin. Es una herencia familiar, de nuestros antepasados, que vivían en una isla del norte antes de venirse a este lugar. -el hombre le tendió la espada a Sato.

Nota sobre Chikurin:

Tras entregar la niña el padre invitó a Sato a entrar en su modesto hogar formado con una gran parte del barco.

Tras entrar el anfitrión cogió un objeto envuelto entre paños y tras ponerlo en frente de Sato descubrió que era: Chikuri, una de las 80 Wazamonos, sin duda era bella, un filo blanco como la nieve y un mango con aspecto de caña de bambú; hermoso.

Al parecer había sido una herencia familiar suya procedente del norte, Sato sabía que ese hombre le había regalado uno de sus mayores tesoros, no podía negarla o sería una falta de honor. Aparte, quería trabajr la idea de empezar a usar el estilo de tres espadas con su forma híbrida.

Mientras se arrodillaba y ponía la cabeza en el suelo Sato empezó a agradecer el enorme regalo que le habían hecho:

-No soy digno de tal honor, pero intentaré mantener  vuestro orgullo familiar con esta espada. Será utilizada bien, sólo conocerá la sangre de los desalmados, gracias por todo querido anfitrión. Si alguna vez necesita algo pregunte por Sato el famoso samurai de Hero´s Force.- dijo mientras se levantaba y le daba un apretón de manos al inquilino.

Se estaba dirigiendo a la puerta para irse, pero de repente giró sobre si mismo, aún tenía algo que hacer. Se acercó a la niña y tras darle un profundo abrazo por fin se fue de la casa.

Esperaba que nadie le volviera a causar problemas a esa familia, o si no su propia herencia iba a tomar cuenta de su sangre. A paso lento pero decidido Sato se dirigió a la pequeña barca con la que había llegado.

Tras emprender de nuevo el camino a casa Sato sacó su Den Den Mushi y llamó a Minato:

-Honorable jefe, ya estoy listo para una misión-

Sin duda al joven ganas no le faltaban, esta solo fue una de las muchas aventuras que le esperaban.

OFF ROL: Muchas gracias por la espada, no hay queja ninguna, genial moderación ^^