Hormiga en busca de aliados [Moderado nivel A - Kaín]

La brisa del norte era algo que siempre había agradado a Kaín. Su olor le recordaba a su hogar, que tanto tiempo hacía que no visitaba. Releyó la carta una vez más mientras sus piernas colgaban de la baranda del barco mercante en el que había subido para llegar a su destino. La isla de los travestidos, el reino Kamabakka, hogar del legendario Emporio Ivankov, una figura importante de la era pasada.

El cazador nunca había pisado aquella isla pero, para variar, no le picaba la curiosidad. Los travestidos le parecían gente extraña y, en cierto modo, desagradable, pues eran hombres que le recordaban a mujeres, y hacía un tiempo que Kaín no podía soportar pensar en mujeres, pues dolorosos recuerdos afloraban en su mente con gran fuerza.

El cazador saltó al muelle en cuanto el barco estuvo a su lado, sin esperar a que este se detuviera. Una vez allí, el peliblanco, sin saber que haría su contacto para encontrarlo, decidió que lo mejor sería alejarse un poco del mar y se adentró hasta el principio del muelle. Con un sencillo salto alcanzó un balcón de un edificio de dos plantas y con otro subió al tejado, donde dejó los pies colgando y se sentó a esperar a su contacto, poco entusiasmado, pues no había nadie en el muelle (o al menos no se veía nadie desde su posición) salvo los que habían venido en el barco con el.

Kaín no podía soportar ver el sufrimiento gratuito, por lo que, con un movimiento de la mano, generó una ráfaga de viento lo bastante potente como para lanzar al agua a aquel hombre en llamas a gran velocidad. Si el hombre salía, tal vez Kaín lo ayudara con las quemaduras, pero mientras tanto, se quedó observando a los pintorescos okamas. Le resultaba muy divertido mirar desde aquella posición, aunque le extrañó que nadie se fijara en un hombre vestido de un modo masculino y con ropa oscura, que contrastaba tanto con el colorido del lugar.