[Pasado/Privado] En busca de las ruinas [Crock y Madara]

Me encontraba en una isla, Okyu, mirando el cielo nublado que amenazaba tormenta. Estaba esperando a mi jefe, Madara, para cumplir una misión donde nos pagarían un buen precio. La misión consistía en adentrarnos en unas ruinas para encontrar una daga de oro, por la cual nos pagarían una suma de 20.000 Berrys. Estaba en la playa, con la guitarra entre las manos y mi gran espada clavada en la arena. Portaba una gabardina de color marrón oscura, al igual que un sombrero de Cowboy. Unos pantalones negros cubrían mis piernas, pero dejando ver mi cola reptiliana y, una cantimplora metálica se asomaba por uno de los bolsillos de la gabardina. Seguía esperando, mientras tocaba la guitarra y cantaba.



Poco a poco, el cielo se tornaba aún mas oscuro, mientras que yo cantaba, a la espera de mi jefe. Cuando acabé de tocar, saqué la cantimplora, llena de una muy buena bebida alcohólica y empecé a beber. Del cielo, empezaron a caer gotas de agua, pero pocas, tal vez no fuese una tormenta, si no una pequeña lluvia para limpiar mi escamoso cuerpo. Madara tardaba más de lo previsto, pero sabía que estaba al llegar, era hora de empezar otra de tantas misiones.

Un día espantoso, una música molona y por si fuera poco una moto acuática moviéndose a toda velocidad por el océano. Sobre esta se podía ver a Uchiha Madara, su melena al viento y su sonrisa arrogante. Sus rojizos ojos estaban a simple vista, no llevaba su armadura de placas, más bien un chaleco negro táctico y una camiseta de manga larga. Aumentó la velocidad de su vehiculo mientras iba soltando varias carcajadas, a su lado había un pequeño altavoz sonando. La verdad es que había logrado todo aquello quitándoselo a un despistado que se había dejado todo en la playa, incluidas las llaves de la moto.


No tardó mucho en llegar a la orilla, una vez allí aparcó el vehiculo de forma tranquila y salió de este caminando de forma épica. Mientras la música sonaba, este iba silbando despreocupado, había quedado allí con uno de sus hombres, Krok, el primero al que conoció. No tardó mucho en divisarlo, un cocodrilo cantarín se escuchaba a distancia. Estaban allí para recuperar una daga de oro, el precio no era mucho pero era lo que había, cuando lo divisó, sonrió de lado alzando la voz para que le escuchara.


- ¡Krok! ¡Vamos a ello socio!


Gritó ahora mientras empezaba a correr hacia el animal cantante. Su velocidad era buena, en ese momento sonó el estribillo de la canción qué llevaba “!To Hell” Saltó con la mano estirada para chocarla con su compañero y que aquello quedara súper épico y molón.

Mientras tocaba, una música épica empezó a llegar desde el mar. Empecé a ver al causante, era Madara con una de las canciones que mas me gustaban. Vino hacia mi, portando un altavoz y saltó a chocarme los cinco, mientras gritaba con pasión. Me levanté del suelo y lancé la guitarra al aire para poder chocar a mi jefe. Cogí la guitarra en el aire y empecé a tocar el solo de guitarra, mientras caminaba hacia el bosque. Los animales corrían al escuchar tal canción épica, abriéndonos paso entre los árboles sin que ninguno se atreviese a cruzarse en nuestro camino. Se escuchaban los sonidos de los monos de árbol en árbol, alejandose de nuestra posición. Era hora de buscar las ruinas y encontrar esa daga.

- Compañero.. ¡¡Es hora del Rock and Roll!! - Gritaba mientras seguía con la guitarra hasta el final, mirando a mi compañero.

Tras el choque de manos, ambos mercenarios continuaron su camino de forma tranquila por el bosque. La música animaba las ganas de completar el objetivo, la habilidad del cocodrilo con la guitarra era bastante buena. La canción continuaba y no parecía que fuera a parar, pues el moreno en ese momento la iba a reiniciar. El objetivo era fácil y debían pasarlo bien durante la búsqueda o se ahogarían en la rutina. Los dos llegaron hasta la entrada de la cueva, la daga debía de estar por allí, seguramente se encontrarían con algún animal salvaje o algo por el estilo. Madara sonrió de lado de forma engreída y paró la música.


- Bueno dejémonos de diversión y a trabajar. Somos una organización seria y no estamos para tonterías.

Tras esas palabras miró a su compañero a los ojos de forma seria, la escena del cocodrilo con aquel sombrero era demasiado épica. La fiesta parecía haber acabado por el momento y el moreno se había puesto serio, no paraba de mirar a su compañero. Tras unos segundos no pudo aguantar la risa y pulsó el botón volviendo a poner la música a toda pastilla mientras gritaba.


- ¡Era broma tronco! ¡Investiguemos la cueva al más puro estilo Rock and rol!


De nuevo comenzó a caminar internándose en la cueva con la melodía puesta. Si había alguna criatura, era fijo que la iban a despertar, la música retumbaba con fuerza en el interior de aquel lugar. Era un sitio tétrico lleno de grutas y cavernas, sin embargo seguían un camino central algo más oscuro que el resto, no veían, pero al moreno le daba lo mismo.

Mientras caminábamos con la música, espantando a las fieras que se pudieran interponer en nuestro camino, mi jefe sonrió de lado y apagó la música, cortando el rollo totalmente, mientras me decía unas palabras. Me miraba seriamente, hasta que no aguantó más y soltó una carcajada y volvió a poner la música.

- Ya me lo esperaba.. ¡Seras cabrón! Jajajaja. - Decía entre risas.

Empecemos a caminar hasta la cueva, que era realmente oscura, con la música y yo, tocando la guitarra. Empecé a escuchar unos sonidos extraños, así que paré de tocar y miré a mi compañero.

- Creo que no estamos solos, hay algo o alguien más.. Y al ser una daga de oro, tal vez pueda haber mas gente en busca del tesoro. - Decía mientras me agachaba.

Seguí adelante y podía ver como una luz, a lo lejos, brillaba con escasas fuerzas, lo que me hizo pensar.. "Eso no es un animal.. Debe haber alguien." Le hice una señal a Madara para que se fijase en aquella luz, no sabíamos cuantos ni quienes podrían ser, por lo cual deberíamos ir con precaución.

Los pasos de los mercenarios continuaban por la cueva, el ruido pronto se calmó. El reptil había dejado de tocar su guitarra y el líder había apagado el instrumento. Frente ellos podían verse unas luces, seguramente personas. Las palabras de Krok tenían sentido, podían estar buscando la daga perfectamente. De repente aquellas luces empezaron a acercarse cada vez más, dos hombres al parecer. El de la derecha era un tipo de dos metros, de cuerpo fornido y pelo rubio, con unas gafas de sol que tapaban sus ojos y un traje negro con corbata y camisa blanca. El otro era un hombre de estatura media, su cabello era moreno y sus ojos azulados, además vestía con una camisera blanca y un pantalón azul marino. Pasaron por al lado de ambos mercenarios y sonrieron tranquilos, él que parecía ser el moreno llevaba en la mano algo que hizo que el moreno frunciera el ceño. Una hermosa daga de oro reluciente, aquello era lo que andaban buscando y no podían dejar que aquellos dos se lo quedaran.


- Krok, el ratón al final era más grande de lo que pensaba. Tuvo qué morir rápidamente antes de ser un problema. Iba a llevarse el queso que andaba buscando.


Dijo ahora a modo de código, representando al tipo de dos metros como el ratón y que lo exterminara rápidamente. Aquello era asesinato y un delito muy serio, pero después de esconder los cadáveres en la cueva, nada podría pasarles. En cuanto aquellos dos pasaron por al lado, el moreno en un rápido movimiento colocó su brazo alrededor del cuello del tipo más bajito, el cual poseía la daga. Lo tiró con fuerza a un lado y comenzó a golpearlo con fuerza, el hombre se defendía, ambos habían empezado una pelea, esperaba al menos que el cocodrilo hubiera entendido el mensaje y estuviera con el otro.

Parece que el jefe se había dado cuenta también de aquella gente, así que paró la música. A medida que se acercaban, vimos que eran dos personas y uno portaba la daga dorada. A medida que se acercaban, Madara me dijo algo en clave, que fui capaz de entender, así que cuando el grandullón estaba lo suficientemente cerca, empecé a sonreír. Miré a mi compañero y asentí la cabeza, al mismo tiempo que llevaba mi mano derecha a la empuñadura de mi arma. Mi cola empezó a pasar entre mis piernas y agarró el pie del grandullón, para así tenerlo sostenido. Empecé a relamerme la boca y luego le lancé un corte veloz en vertical, pero aquel tipo sacó unas especies de garras, con las que paró mi ataque. Parecía que íbamos a pelear por la daga, confiaba en mi compañero, así que el grande iba a ser mi comida.

Lancé un zarpazo con mi mano izquierda hacia la cara de aquel tipo, mientras con la derecha hacía fuerza para conseguir vencer su defensa con mi espadón. Mi compañero estaba luchando con el otro tipo, lo cual lo hacía emocionante. Teníamos que acabar con esta gente para cobrar la recompensa y así hacernos un nombre en la historia.

Los golpes entre el moreno y aquel nombre seguían. Un puñetazo impactó en el rostro del hombre de ojos claros, que soltó fácilmente la daga. Madara trató de cogerla lo más rápido posible pero la rodilla de su oponente se clavó en su estómago. Hizo un esfuerzo humano por no vomitar y escupió algo de saliva al mismo tiempo que caía de espaldas, pudo ver como su compañero ya había comenzado el combate con aquel tipo. Esperaba que no le fuera mal, de repente observó que el idiota con el que luchaba tomaba la daga dorada y se abalanzaba hacia él, tratando de clavársela en el cuello. Aquel esfuerzo iba a ser totalmente en vano, el filo del arma chocó contra una especie de barrera, un brillo azulado comenzó a salir del cuerpo del dragón negro, sus ojos brillaron en rojo. Una especie de costillas se formaron a su alrededor del cuerpo del moreno, el chico enemigo se echó hacia atrás. La defensa del poder de Madara era impresionante, de repente una luz azul salió hacia arriba.


- ¡Grrrr!


Una especie de figura humanoide surgió de repente de aquellas costillas hacia arriba. Era de un tamaño de siete metros, atravesó el techo de la cueva saliendo a la superficie y haciendo que fragmentos de piedras empezaran a caer. Madara se hallaba dentro de aquella cosa, esta tenía una espada en cada mano, en la barbilla tenía dos cuernos extraños que iban hacia abajo, sus ojos brillaban en un blanco intenso, todo el cuerpo de aquella cosa era azul oscuro. El monstruo agitó su espada de la mano derecha y una terrible onda cortante surgió de repente partiendo en dos al chico que no daga la daga. Mientras tanto el moreno permanecía en el interior de las costillas de aquella cosa, con los brazos cruzados y con gesto serio. Una vez hubo completado el asesinato, tomó la daga con su mano. El enorme monstruo desapareció como si nunca hubiera estado, después miró a su compañero para ver como le iba en su batalla contra aquel tipo

Conseguí rasgar su cara con mis zarpas, pero el maldito seguía resistiendo, como si no sintiese dolor. De repente, un extraño olor se formó en sus brazos y me empujó con fuerza con su arma, lanzándome al suelo. Sus brazos se tornaron de color negro, parecía haki armadura y lanzó sus armas al suelo. Arremetió un fuerte puñetazo a mi estómago que me dejó sin respiración. Era fuerte, sin duda, no podría col él. Me levanté como pude y le lancé un corte en horizontal a su brazo derecho, pero lo paró como si nada, abriendo una pequeña herida en él. Sin duda, debía ser el poder del Haki.

- Vaya, así que tienes haki... - Decía mientras jadeaba.

Mi compañero creó un aura que hizo derrumbar varias rocas del techo, pero acabó con su enemigo, así que yo debía hacer lo mismo. Con mi cola agarré el brazo izquierdo de mi enemigo y empecé a lanzar cortes a su brazo derecho. Este los paraba gracias a su haki, poco podía hacer contra alguien así, solo se reía mientras recibía los golpes. Me lanzó un cabezazo que pude parar con mi arma, pero me hizo soltar mi brazo. Esta vez me aparté y le lancé un corte al pecho, pero este imbuyó su pecho en haki, así que decidí cambiar el rumbo y dirigirme a su brazo derecho, que conseguí cortar. Aquel tipo empezó a gritar mientras con su brazo izquierdo se sujetaba la herida, así que acabé cortando su cabeza cuando estaba distraido. Miré a Madara y le dirigí unas palabras.

- ¿Nos vamos ya?

El combate se estaba prolongando entre el cocodrilo y el otro hombre, que parecía poseer haki. El chico dragón estaba luchando por meterse o no, cierto era que no quería que dañaran a su compañero. Pero tampoco quería que este dependiera siempre de él, eso podía ser molesto en el futuro. Los ataques que se intercambiaban eran feroces sin duda alguna, pero tras varios segundos, el reptil se hizo con la victoria decapitando al tipo del haki. Ahora sí que estaba todo hecho, ya podían largarse de aquel lugar cuando quisieran, las palabras del cocodrilo dijeron precisamente eso. El moreno observó su daga despacio pegando después un pequeño suspiro y la guardó en el bolsillo, ahora debían dirigirse a cobrar, por lo que asintió despacio mientras caminaba a la salida.

- Eso parece, será mejor que nos dirijamos cuanto antes a la playa y de allí pongamos rumbo hacia el cliente. Podremos irnos en mí la lancha que traje.

Tras aquellas palabras, el moreno comenzó a caminar hacia el bosque por el que habían llegado, de esa forma podrían irse cuanto antes de allí, aunque aún quedaba llegar a la playa y podían pasar muchas cosas por el camino. Nadie estaba seguro en aquel mundo de locos y menos un par de mercenarios que acababan de cargarse a dos civiles y encima derribado una cueva, aunque eso último había sido cortesía del líder mercenario. Su mirada iba observando todo a su alrededor, ahora no podía permitirse el lujo de poner canciones, habían matado y debían largarse sigilosamente sin que nadie supiera nunca que habían estado allí. Esperaba que su compañero pensara con la cabeza y no tocara su instrumento, estaban jugándose su anonimato, si ya empezaban tan pronto con recompensas, su plan se iba a ir al garete. Había sido un descuido usar el poder de su aura tan pronto y ahora debían largarse.

El mercenario avanzaba junto a su amigo cuando de repente escuchó sus palabras, al parecer había más enemigos en la zona. En ese momento el moreno pegó un suspiro y se colocó en posición de combate, observando como ahora los animales empezaban a surgir, aquellos gatos iban en solitario, pero estos iban en manada. Tal vez aquella daga era algo más, el chico dragón frunció el ceño y miró fijamente como otras dos atacaban a su compañero, este por su lado observó a la blanca y a la otra negra. Iba a divertirse un poco con ellas, pero no iba a mostrar el poder de su fruta, podría apañárselas sin utilizar esas habilidades.

- Bueno pues parece que vamos a tener que acabar con estas inútiles. Un animal no puede vencer a alguien como nosotros, estamos por encima de ellas en la escala, intenta terminar cuanto antes.

Dicho eso observó como la pantera negra saltaba hacia él, su fuerza era cuatro veces superior a la de un humano normal, por lo que estampó su puño en la cara del animal. La sangre le salpicó de forma leve, a continuación le pisó el cuello al animal acabando con su vida. Al distraerse, la blanca se le echó encima, puso sus manos en sus mandíbulas forzando con ella tirado en el suelo tratando de mantener los dientes alejados. La mirada del moreno era de furia, de repente las costillas azuladas se formaron repeliendo al animal hacia un lado debido al potente escudo, el felino ahora retrocedió unos segundos pero después se lanzó a por el mercenario. Ese iba a ser su fin, el moreno giró sobre si mismo golpeándola con una fuerza impresionante con su pierna derecha, partiéndole el cuello con violencia. El animal cayó seco, ahora el líder miró al cocodrilo.

- Vamos socio acaba rápido.

El cocodrilo había acabado su trabajo también, tan solo debían largarse de allí, ahora empezaron a caminar alejándose del bosque y no tardaron mucho en llegar a la playa. Ahora el moreno se montó en la lancha que había robado y esperó a que el cocodrilo lo hiciera, después metió la llave de forma tranquila y la giró varias veces, aunque al parecer ahora no arrancaba. Eso provocó que el mercenario frunciera el ceño y le diera pequeños golpes.

- Vamos arranca maldito cacharro. Debemos largarnos y cobrar la pasta por esta maldita daga, vamos cabrona arranca de una jodida vez.

Tras unos golpes más, la maldita lancha consiguió arrancar, cosa que hizo sonreír de lado al chico dragón. Ahora pisó el acelerador de forma tranquila y el vehículo comenzó a moverse a toda velocidad surcando el mar. Ahora tan solo debían llegar hasta su objetivo y cobrar por la maldita daga que habían conseguido. El precio había sido la matanza de dos vidas humanas y unos cuantos animales, tampoco era para tanto, pero de todas formas el moreno ya estaba satisfecho y tranquilo.

- ¡Bueno es hora de cobrar Crok!