Sweet Dreams [Privado Eris +18] {Miér 14 Ene 2015 - 1:50}

28/11/2013

Nada de lo acontecido en este tema sucedió en el rol. Imágenes del lugar se pueden encontrar aquí

Aquellos días hacía un Sol de cien mil infiernos, lo cual era algo tremendamente malo para Haine y su albinismo que le impedía salir al Sol. Por suerte, se encontraba en una isla paradisíaca en una casa con todo tipo de lujos, algo que para Haine era como ver a través de una cristal desde que era pequeño. Podía verlo, pero no tocarlo. En cualquier caso el calor era el característico de una isla tropical de ese tipo, haciendo que el cuerpo del albino estuviera a mayor temperatura de lo normal casi todo el día. Y, por si fuera poco, no podía darse un baño en las azuladas aguas de aquel mar pues se ahogaría.

La isla en la que se encontraban era muy pequeña, casi imposible de hallar si no era gracias a coordenadas o a una muy buena suerte como le había pasado a Haine. De hecho, fue casi un accidente. En cuanto Eris y él llegaron a aquella minúscula isla no podían creer lo que veían: Arena muy fina y blanca, palmeras adornando el centro de la isla y en el otro lado un hermoso edificio que no desentonaba con la estética de la isla y que parecía ser la "casa de verano" de algún magnate. "Pues ahora es mía", había pensado el peliblanco cuando la vio, entrando en ella sin más dilación.

El lugar parecía fundirse por completo en la armonía del ambiente, pues a pesar de que por fin el Sol se iba marchando y llegaba la tarde, el lugar no había perdido ni un solo ápice de su elegancia, sino que encima parecía encontrarse en su mejor momento. Luz tenue sobre la madera cobriza, un suave olor por todo el lugar que embriagaba las fosas nasales de Haine y el sonido de las olas bañando suavemente la arena de la playa. No había lugar como aquel.

La casa contaba con gran cantidad de habitaciones pero, sin preocuparse de dónde fuera Eris, él se quedó en la primera de todas y por la que habían entrado, la sala de estar, buscó durante unos segundos y abrió un mueble para sacar una botella de un vino que Haine jamás había oído hablar y sirvió dos copas, de las cuales una dejó en la mesa y la otra se la guardó en la mano, mientras esperaba en el sofá. Se desanudó la corbata y se abrió ligeramente la camisa, aquel clima era demasiado cálido y húmedo para él.

17/07/2014

No parecía tener la misma mentalidad que él cuando llegaron, aunque ni siquiera se acuerda de como lo hicieron pero... ¿Quién va a cuestionar el hecho de estar en una soleada playa de un mar tropical ? Soleada, por llamarla de una manera porque realmente estaba cayendo la noche ya. Y aún así ella, con aquel gato caminando detrás de ella tambaleante, recorrió los alrededores mientras él se internaba en la casa. No le gustaba el hecho de invadir una casa ajena pero, si estaba completamente desierta... Al menos podría pasar allí la noche. La arena blanca hacía que a pesar de estar cayendo el sol todavía hubiera una mediana claridad y tenía que girarse para regañar al felino que, sin atar, se distraía con pequeños bichos y animales, no separándose nunca demasiado de ella.

Así pues la chica se internó en la casa, a la espera de encontrar con facilidad al hombre, pero dejando en una habitación al felino que corrió patizambo a acostarse sobre un gran cojín. Cerrada la puerta donde lo guardó, solo para asegurarse de que no se escaparía en mitad de la noche, la mujer siguió andando por la parte exterior de aquella casa, que parecía más bien una terraza, sujetándose aquel corsé al andar. Hasta que escuchó un sonido relacionado con el vidrio. —Esto sería mucho más bonito si cuando nos metíeramos en el agua no nos pasase... Eso— ahogarnos, era la palabra que ella buscaba, pero se dio la vuelta, buscando a Haine en aquella habitación durante unos instantes antes de dar con él.

Sobre sus mejillas salió un rubor, producto de ver a aquel hombre ligeramente desaliñado pero atractivo. Aquella corbata medio abierta y aquella ropa oscura, su camisa, más concretamente, abierta un par de botones para dejarle ver su pecho. Ella nunca había reparado del todo en el albinismo de él porque era una cosa normal, pero no se había dado cuenta de la piel tan blanca que tenía. Era extraño, para ella, no obstante, sentirse atraída por algo así. Por lo que avanzó, esperando que lo que contuviera aquella segunda copa fuera alcohol y dándole un trago. Hizo una mueca amarga nada más beber, soltando una ligera risa después pero asintiendo, volviendo a dar otro pequeño trago para llevarse aquella copa hasta el otro sillón, mirando a Haine.

—No te lo has pensado, ¿no? ¿Qué hubiera pasado si hubiera habido gente en la casa o en los alrededores?— le reprocha ella, mirándole de reojo mientras suspira, llevándose la mano al pecho casi al instante. No podía beber alcochol con un corsé apretando sus costillas y dejándole la espalda recta, tenía que descansar. Por eso se puso en pie, levantándose antes de darle la espalda a Haine. —Hazme un favor y desabróchame los nudos, anda...— susurró, ateniendo aque aquella camiseta con puntillas estuviera bien colocada debajo de su corsé. Esta se abría ligeramente en el escote pero era algo que siempre llevaba así y ya no era motivo de revuelo, pero esperó a que aquel hombre tirara de los nudos que sujetaban aquel corsé en cuatro puntos diferentes, posándose las manos ella sobre el abdomen, para sujetarlo.

28/11/2013

Lejos de cuestionarse lo que su compañera le pedía, el albino no hizo sino molestarse. Soltó un suspiro de desagrado y se levantó del sillón a ayudarla, mas no podía dejar de proferir sonidos de queja. —Prf... Prff... ¿Qué pasa? ¿No podrías quitártelo sino estoy yo?— dijo mientras se acercaba a ella por la espalda, bebiéndose la copa entera y arrojándola contra la pared más alejada de ellos, en otra habitación para evitar que se cortaran. Al fin y al cabo no eran sus copas, ni tenía intención de fregarlas después. —Si hubiera habido alguien en la casa les habría pasado lo mismo que a esa copa...— dijo maliciosamente. —Los habría mandado lejos.— concluyó con un humor típico de él mientras tiraba de un cordel de su corsé con lentitud pero eficacia.

Se dio la vuelta, no quería pasar demasiado tiempo mirándola pues no quería que pensara que trataba de ver nada cuando ella se desprendiera de ese corsé. Agarró otra copa y se sirvió más de aquel licor mientras exhalaba vaho por la ronda anterior que aún repercutía en su garganta. Podía haberse servido en la misma copa pero, ¿a quién le importaba? En aquella isla solo habían un perro perdido entre las palmeras, un gato perezoso en una habitación cercana, una chica semidesnuda y Haine. No había nada que... Espera, ¡una chica semidesnuda! Haine casi se atraganta con el vino cuando observó a Eris que, tras haberse quitado el corsé, se había quedado con tal solo una camisa y una falda. No le gustaba pensar en eso, le tenía mucho aprecio, pero no pudo evitar fijarse en su cuerpo disimuladamente mientras se terminaba su segunda copa de vino. Un ligero color rosado se había tornado en las mejillas del albino.

—Míranos... Somos patéticos.— dijo Haine segundos antes de levantarse, tomar la botella de vino y sentarse, o mejor dicho, dejarse caer en el mismo sofá que Eris. —Llevamos meses, años navegando juntos y no somos capaces de sentarnos uno al lado del otro.— decía mientras se servía una tercera copa y le rellenaba a la mujer la suya, hubiera bebido o no. Miró hacia abajo y se encontró con las piernas de Eris, las cuales observó como si se hubiera quedado mirando a la nada y no estuviera realmente fijándose en ella. El sonido del mar en sus oídos, la fragancia del ambiente, el alcohol y aquellas maravillosas vistas. Haine no tardó en tener un "problema" entre las piernas, que por suerte no se no se notaba demasiado pues llevaba vaqueros.

17/07/2014

No hizo más que reírse, dejando aquella prenda cuando la desabrochó en una mesa cercana, alejada de la ira que podrían sufrir las paredes por los copazos de Haine, que había hecho que saltara irremediablemente asustada cuando él tiró la copa. No obstante, se alisó aquella camisa, dándose cuenta de por qué no se solía quitar el corsé y es que la misma era ligeramente transparente. —Puedo quitármelo yo perfectamente, solo lo hice para saber si serías capaz— mintió —, eso y porque no quería tener que forzar mis brazos para llegar a los nudos más altos— siguió con una ligera risa antes de volverse a sentar en el sofá, echándose una segunda copa pues la primera había volado sin más. Aquel licor, fuera lo que fuera, le parecía bueno.

Dio un respingo entonces cuando él se dejó caer a su lado, haciendo que ella soltara un bufido como el de un gato, dejando su copa en la mesa para inclinarse ligeramente, quitando también los nudos de sus botas, sacándolas sin más movimientos. —Eres un jodido borde, ¿lo sabías? No tienes consiciencia de nada en lo que se refiere a las personas— "y mi familia tiene la culpa", quiso añadir, pero no lo hizo. Se acomodó, apoyando un codo en el sofá para cruzarse de piernas, mordiéndose el labio distraídamente para observar hasta donde llegaba la mirada perdida de aquel hombre. No pudo más que alzar una ceja, ligeramente divertida, para volver a hacerse con su copa y bebérsela de un trago. Odiaba estar en una situación así con él pero... Estiró las piernas, a la altura de los pies, desperezándose también como un felino.

—Lo normal no es que miréis las piernas sino los pechos pero eh, lo comprendo— asiente ella —, aunque también podrías tratar de mirarme a los ojos si piensas hablarme— respondió. No le importaba sonar borde con él, no le importaba hacerle enfadar. ¿Por qué? Porque no le parecía una reacción normal. Pero se rió. —Y si no somos capaces no es culpa mía, es tu sentido de caballero el que no te dejó dormi inocentemente en la misma cama conmigo.— sí, ella tenía que añadie la parete de "inocente". Se bebió aquella segunda copa, a sabiendas de que estaba bebiendo demasiado rápido para lo que ella era. Pero hizo amago de más, echándose otra copa. —Simplemente por comodidad— asintió, levantando una pierna para colocárla sobre las de Haine, echando la cabeza ligeramente hacia atrás, relajada, dejándose caer un poco más sobre el sofá, pero estirando de su falda, para que no viera nada que no debiera.

28/11/2013

El alcohol tomado de aquella forma podía afectar muy rápido el cuerpo de alguien con tan poco fondo como Haine, que a pesar de que ya no era un niño en ese ámbito nunca había destacado por su aguante. Cuando ella le habló tardó unos segundos en procesar aquella información, tras lo cual abrió los ojos como platos y la miró como intentando disculparse. —¡Hey, hey! ¡No te estaba mirando! ¡Me quedé empanado, eso es todo!— mintió aumentando ligeramente la rojez de sus mejillas, hecho que disimuló tapándose la cara con la mano y, como no, con la copa para que no resultara sospechoso, dando un nuevo trago de aquel líquido y ya iba por la cuarta copa en tan solo unos minutos. Debería parar un poco o empezaría a sentirse mal, o peor aún, empezaría a sentirse demasiado "bien".

Cuando ella decidió ponerse más cómodo Haine tuvo que estirarse, pues los pantalones cada vez le apretaban más y no quería que se notara. La camisa lo tapaba lo suficiente así que no tenía por qué verlo, además de que en parte le avergonzaba que le pasara aquello con Eris. —Bueno, tampoco te pases de ponerte cómoda.— se quejó él, pues tampoco quería que abusara de él para quedarse con toda la comodidad de aquel sillón. Con toda la tontería ya habían acabado con más de la mitad de aquella botella, el Sol se había ahogado en el horizonte y la temperatura había bajado un par de grados. No hacía frío, sino todo lo contrario, todavía hacía algo de calor en aquel lugar pues era del climo tipo verano. Las puertas de cristal correderas estaban abiertas, dejando pasar brisas de aire que trataban de enfriar la alta temperatura del cuerpo de Haine en vano.

Se echó hacia atrás apoyando la espalda en el sofá, desanudándose más la corbata y suspirando para levantarse el flequillo que le caía sobre la frente. Alzó los brazos y los colocó por detrás de Eris, poniéndose más cómodo él también mientras cerraba los ojos y pensaba en dónde estaban. Nadie podría oírlos, ni siquiera aunque apuñalara a su compañera y esta gritara de dolor, nadie podría salvarla. Si bien esto no era lo que pensaba, por su mente pasó la idea de apuñalarla de otra forma, fantasías que los hombres tienen con muchas mujeres cercanas, pensamientos fugaces que no pasan de eso en la mayoría de las ocasiones. ¿O tal vez sí? El albino miró por el rabillo del ojo a su compañera, tragando saliva para acariciar un mechón de pelo que se había despeinado para jugar con él casi inconscientemente.

17/07/2014

Acabó dejado aquella tercera copa vacía en la mesa al darse cuenta de que era demasiado alcohol para ella. Sus mejillas comenzaban a estar ligeramente enrojecidas por el calor aportado con ese licor extraño, aunque en realidad tenía una poco de frío. Cuando abrió los ojos aparentemente sorprendido ella esgrimió una de aquellas enigmáticas sonrisa que solía poner cuando tenía razón y, simplemente, se encogió de hombros. Le daba igual cuanto se disculpara o cuanto quisiera decir como excusa pues para ella sus gestos habían hablado suficientemente bien. Pero le vio beber, ligeramente colorado también disimulando con la copa y las manos. Sí, automáticamente ella pensó que también se trataba del efecto del alcohol que, sin más, había comenzado a hacer efecto en el delgado cuerpo del albino, pero no lo comentó, porque ambos quedarían como idiotas si se decía que casi se habían “puesto contentos” con media botella de vino.

Pero ella se estiró, posando una pierna sobre las de él haciendo casi de manera automática que Haine se estirara. Ella alzó una ceja, cuando habló, pero se inclinó hacia delante, apoyando también la otra pierna sobre las de él y haciendo que su cuerpo quedara un poco más cerca. En parte aquel gesto se dio porque la joven había sido víctima de una corriente fría que había penetrado hasta sus huesos, haciéndola estremecerse. Pero no tardó en notar la mano de él, acariciando un poco de su pelo. Parecía jugar con él y, debido a todo lo que ella podía sentir por él no dijo nada. Se quedó callada, manteniendo aquella posición unos segundo antes de darse cuenta de que -pues era algo anormal- no le había respondido con bordería sus últimas palabras. —¿Después de sentarte tú en el sofá en el que me había sentado yo al principio me dices que tampoco me pase de ponerme cómoda? No seas idiota...— termina, riéndose para estremecerse levemente, avanzando un poco más hacia él.

—Jodido corsé y jodida chaqueta— protesta, poniendo los ojos en blanco durante unos segundos. —¿Cómo es posible que haga esta brisa? Estamos cerca de la playa, pero no debería de ser para tanto— dice ella. Y si más apoya la cabeza sobre el brazo de él. —Seguro que tú tienes la culpa— refunfuña, girando el gesto para morder ligeramente la piel del antebrazo de él, dejándole una pequeña fila de dientes no demasiado marcados, pero sí visibles. Se ríe después de forma suave, entornando los ojos a la espera de como se pueda vengar él.

28/11/2013

Se sintió algo cohibido cuando sintió los dientes de Eris mordiendo su piel. Era muy extraño como parecía estar desarrollándose todo aquello, muy anormal de cómo solían ser en la realidad. No se llevaban mal, pero nunca se habían "llevado tan bien". —¿De verdad tienes frío? Bueno, si no fueras con tan poca ropa quizás tendrías calor, como me pasa a mí.— mencionó mientras se airaba la camisa y la envolvía con su brazo tumbándola ligeramente hacia él. Acto seguido y como castigo por haberle mordido él curvó toda su columna para dejar su boca muy cerca de la cara de esta, mordiéndole la oreja con delicadeza para no hacerle daño. —¿No te han enseñado que no se muerde a la gente?— le preguntó tras soltar la oreja y volver a su posición inicial, aunque un poco más apegado a ella.

Por su cabeza pasó la fugaz pregunta de "¿Por qué estaba haciendo aquello?". Sin embargo aquella cuestión desapareció de su cabeza tan pronto como volvió a mirarla, de arriba a abajo ya sin apenas disimulo alguno, mientras su mente buscaba un tema que tartar para romper el silencio. —No cierres la ventana, yo estoy asado...— le pidió mientras miraba a la cantidad de lugares por lo que podría entrar una brisa. Lo cierto es que aquellas brisas le estaban dando la vida, porque el calor de su cuerpo lo acabaría matando si no tenía algo de aire. Lo mismo tenía incluso fiebre.

Se pegó a la piel de Eris, tomando su mano para arrastrarla por el pecho y cuello del hombre hasta que este suspiró agradecido. La temperatura de la piel de la joven era como un calmante ante el ardor que sentía, pero por alguna razón estaba también haciendo que su corazón se acelerara y repartiera más sangre por su cuerpo. ¿Qué tendría aquella chica que le afectaba tanto?

17/07/2014

Ella no hizo más que alzar las cejas, mirándole con una ligera seriedad, antes de que la mano de él la acercara a su cuerpo. Irradiaba calor por todos sus poros y para ella era algo de agradecer, mas no le dijo nada, no se rebajaría después de lo que le había dicho. —¿Qué clase de reproche es ese? Estoy seguro de que me has visto con menos ropa como para ponerte nervioso— bromeó ella, porque realmente no creía que eso pudiera pasar, el ponerse nervioso Haine, vaya. Pero no añadió nada más porque sintió el aliento de él sobre su oreja, mordiéndole. La mujer se estremeció, haciendo que tuviera que entornar los ojos para poder suspirar livianamente, tratando que no se diera cuenta. ¿Tenía acaso él idea de lo que le gustaba que la mordieran? Casi rozaba la excitación aquel gesto.

Pero volvió a morderle delicadamente, otra vez sobre el brazo. —No tuvimos buenos referentes educativos— le respondió ella un poco sobria después mientras observaba sus gestos para verle airearse aquella camisa. Tuvo que desviar la mirada pues, a pesar de que creía sentir frío tuvo la sensación de que se sonrojaba. Y lo hacía simplemente por verle así. Ya le había pasado antes y se había tenido que aguantar con ello. Pero cuando la dijo que no cerrara la ventana y tomó su mano ella alzó una ceja, curiosa. Casi estuvo tentada a retirarla cuando sintió la piel de sus pecho y su cuello bajo las yemas de sus dedos pero pronto alzó la mano que faltaba. Recorrió de forma paralela los movimientos que la otra mano hacía, aunque en sentido contrario.

Aunque aquello fue suficiente para ella, nerviosa, poniéndose en pie para ir a cerrar la ventana. Los pasos hasta la misma se le hicieron cortos. —Tú puedes quitarte algo de ropa, pero aquí no hay demasiado que ponerme— advirtió ella, mientras miraba toda la estancia para dar con una mullida cama. Cuestión de alcohol en sangre ella dio unos cuantos pasos hasta la misma, dejándose caer ya descalza sobre ella, suspirando sonoramente mientras cerraba los ojos. —¿Habías elegido esta habitación tú? Porque desde luego esta será mi cama— susurró ella, casi como si jadeara durante unos instantes boca abajo, mullida entre las sábanas y las almohadas claras.

28/11/2013

Sentir la mano de Eris por su pecho le había provocado algo más que alivio por el calor que sentía, le había hcho perder la cabeza. Ella se había levantado para cerrar la ventana de la casa, además de aconsejar al peliblanco que se deshiciera de ropa si tenía calor. Hizo caso de lo que ella había dicho, pero antes de eso agarró la botella y terminó todo el contenido de la misma, sabiendo que para hacer lo que iba a hacer no estaba suficiente alterado. Escuchó sus palabras desde la cama, por lo que se levantó y dejó la botella vacía que volcó sobre la mesa sin romperse, pero haciendo un sonoro golpe. La dejó así mientras se quitaba la camisa sin preocuparse demasiado de la integridad de los botones, pero tampoco de forma apresurada ni nerviosa. También se retiró los zapatos y calcetines para quedarse únicamente con los pantalones y la ropa interior.

Se acercó a ella, estaba tumbada boca abajo en la cama. El alcohol le estaba haciendo efecto, pero su mente sabía que aquello no lo estaba provocando el alcohol sino sus sentimientos hacia ella. —¿Sabes? Soy un idiota.— comenzó a decir mientras llegaba hasta donde se encontraba y apoyaba una rodilla en la cama para acercarse más a ella. —Tenías razón aquella vez en el barco, hace ya algunos meses... Pero ahora creo que podré compartir la cama contigo—anunció mientras se tumbaba encima de ella, colocándose encima de ella con las piernas abiertas pero sin apenas mantener contacto. Su boca se dirigió rápidamente a la parte posterior de su cuello, que estaba al descubierto, y la besó mientras terminaba de acercar su cuerpo al de ella.

Ambas cinturas se habían juntado ahora, permitiendo que ella pudiera notar en sus carnes cómo se sentía Haine en aquel momento. Acercó su boca a su oreja, se había percatado que de una forma u otra le había gustado que le mordiera ahí, por lo que lo repitió pro de una forma más sensual y erótica que antes. —Siento que mi corazón va a salirse de mi pecho...— le susurró a Eris al oído mientras le dejaba comprobarlo, pues su pecho estaba pegado a la espalda de ella.

17/07/2014

Aquellas mullidas sábanas blancas, eran lo más cercano al cielo para Eris. Un blando colchón, tantas almohadas… Y solo podía pensar en internarse entre ellas y dejarse llevar, como si estuviera realmente inconsciente durante días. Aunque al menos tendría que dejar al gato suelo, para que este no se muriera de hambre en aquella habitación. Tal era su ensoñamiento, además del hecho de que estaba empezando a entrar en calor, que la mujer no dio más que un respingo cuando aquella botella volcó sobre la mesa. Pero sabía lo que Haine había hecho y desgraciadamente, no le gustaba: se había bebido la mitad de una botella de aquel “licor raro” de golpe. ¿Era aquello buena señal? Dependiendo de cual querría que fuera la respuesta. Tanto así que la mujer giró ligeramente la cabeza para mirarlo cuando sintió el balanceo de un peso más sobre la cama, su rodilla para ser exactos. —Lo eres— le confirmó rápidamente antes de que pudiera decir nada más.

Pero alzó las cejas, cuando notó el calor de él sobre su cuerpo, no demasiado cercano todavía. No quiso responder a aquello pues la rabia hubiera embargado sus venas. ¿Por qué? Porque dormir al lado de otra persona le resultaba una estup… Un beso en el cuello la desconcertó del todo, haciendo que tuviera que entornar los ojos para situarse mejor. Aunque lo siguiente la pilló todavía más desprevenida. Cuando se iba a girar para soltarle un merecido guantazo (aunque no lo quisiera hacer) el hombre se tumbó sobre ella y no solo pudo notar el calor de su piel abrasando la de ella a través de la ropa sino que además sintió aquel problema que nacía en la cintura del hombre y que era ligeramente nuevo para ella. Cerró los ojos unos segundos mientras tragaba saliva. ¿A qué estaba jugando él?, sí, eso era lo que se planteaba ella.

—No irá demasiado lejos en esta posición— susurró un tanto seca ella, aunque realmente no fuera su intención pero el desconcierto la había llevado a eso. Pero se alzó sobre sus brazos, presionando el cuerpo de él hacia arriba para que le hiciera espacio y poder girarse, queriendo volver a sentir el calor de él sobre el cuerpo de ella y, con suerte, palparlo con la yema de los dedos. Eso u obligarle a dormir. —Estás borracho, mucho más que yo, estúpido— le reprochó pues los efectos del alcohol solían hacer estragos de aquella manera en el cuerpo de un hombre y ella lo había comprobado pues, después de todo, había pasado bastante tiempo en el mar. —Pero acércate, si te pegas a mí quizás evitemos que tu corazón salga corriendo— susurró entonces ella, haciendo acopio de todo el valor que tenía pues no, esa no era la Eris normal. Seguramente llegados a ese punto ya lo habría achicharrado a la menos golpeado pero se lo debía, por haber matado a aquel primer amor que tuvo.

28/11/2013

—Cállate, no estoy borracho.— negó el albino mientras dejaba que ella se diera la vuelta. Sus ojos contemplaron el rostro de ella, haciendo que su corazón comenzara una lucha interna entre dos frentes que no podía evitar. Por un lado, ver aquel rostro tan conocido desde hacía tiempo y asociado a una familia que lo había tratado tan mal le provocaba rechazo, a pesar de su hermosura. Además, era su hermana adoptiva de alguna manera, pues aunque Haine se había negado a llevar el apellido Takayama y había rechazado por completo a su "familia" bajo la ley eran "hermanos". Precisamente aquello era el otro frente de la pelea interna de su corazón, y es que precisamente Eris era la única que alguna vez había tenido espacio dentro del selecto grupo de "aprecio" que Haine podía tener aquel momento, además que el hecho de pensar en ella como una especie de hermana con la que la sangre no estaba relacionada le provocaba cierto... morbo.

En cuanto ella se acomodó boca arriba en la cama él no pudo evitarlo y sin hacer caso a los pensamientos negativos en su cabeza la besó, junto sus labios con los de ella al tiempo que sus brazos rodeaban su cabeza y acariciaban su espalda en la cama. Su corazón parecía estar a punto de desbordarse pero él no apartó su boca de la de ella, manteniendo el contacto casi ardiente que se había producido entre ambos.

Aguardó unos segundos más en esta posición, no quería separarse de ella en ningún momento pero debía hacerlo si quería dejarla respirar. Además, todavía estaba el hecho de que ella podía reaccionar clavándole un puñal en el pecho, pero no le importaba y habría merecido la pena. Ahora sí se separó, dejando tan solo un palmo de distancia de sus labios para volver a besarlos en caso de que ella apreciara la idea. Suspiró, tenía mucho calor y le estaban entrando ganas de deshacerte de toda aquella ropa, pero sobretodo de deshacerse de la de Eris. Observó su rostro, la curvatura de su mandíbula, su nariz, sus ojos y finalmente sus labios. Tras esto recorrió con la mirada su cuello hasta pararse por unos instantes en su pecho, aún cubierto por la camisa, para volver a mirarla a los ojos.

¿Qué sería lo siguiente? La cabeza de Haine contemplaba la bofetada como la mayor posibilidad, pero deseaba con toda su fuerza que aquello jamás acabara, que la noche se hiciera eterna y viviera en aquella cama con Eris por el fin de los días, cuerpo con cuerpo, labios con labios, dos corazones latiendo intesamente el uno por el otro.

17/07/2014

No dijo nada, por miedo a que el hombre la respondiera. Miedo de que dijera algo de forma que pudiera hacerla perder su calor pues, fuera como fuera, ella quería tenerlo allí aquella noche. Le daba igual si solo se quedaba al otro extremo de la cama, pero… La besó. Ella tenía una sonrisa en los labios por las palabras de él pues el alcohol también había subido a su mente y ya se encontraba haciendo algunos efectos propios del mismo. Pero permitió aquella unión entre bocas mientras alzaba una mano para acariciar el pelo de él con ligera suavidad. Fue un resorte, descubriendo que las hebras de aquel blanquecino pelo tenían un efecto relajante para ella. Le encantaba acariciar el pelo de Haine y lo había descubierto en una posición un tanto… Rara, para ello. Pero no dijo mucho más, sino que permaneció con los ojos cerrados hasta poco después de que sus bocas se separaran por fin. Pero cuando se separó ella se quedó con la boca entreabierta.

Su respiración estaba ligeramente acelerada pues, solo un beso podía producir ese efecto en ella viniendo de él. Pero le miró, sin separar aquella mano que había subido hasta la cabeza mientras contemplaba aquellos ojos acariciando con suavidad el cuerpo de ella. Porque sí, incluso los ojos pueden acariciar. Pero aquello no fue más el contrapunto que la hizo retirar aquella mano, dándole un tortazo con la palma abierta sobre la mejilla. —Estás borracho, idiota— le espetó ella —, y estás besando a quien es tu hermana legalmente… ¿Estás idiota de verdad o qué narices te pasa?— termina ella a media voz, antes de apoyar las manos sobre la cadera de él, rodeándole con una de sus piernas para que no pueda levantarse, pero acerca sus labios, levantando ligeramente la cabeza de la propia almohada para unir sus labios con los de él.

A pesar de todo eso, entreabiertos, busca su lengua dentro de su boca, tirando de la cintura del pantalón de él hacia ella y buscando de paso, entre sus cuerpos. Buscaba aquel botón y aquella cremallera que sabía que la separaban de poder pegar piel con piel todo su cuerpo con el de Haine, aunque no contaba con que ella se encontraba casi enteramente vestida. Pero no separó su bocas, en un beso pasional pero con fuerza, rencor, porque eso es lo que sentía ahora hacia él. Rencor porque no hubiera hecho aquello antes.

28/11/2013

Aquella bofetada le hizo más bien que mal, pues a pesar de que él lo negaba si que se le había subido un poco el alcohol a la cabeza. Con aquello su mente despertó y le hizo activar la alarma acerca de lo que estaba pasando. Parecía como si dentro de su cabeza algo hubiera hecho "click" y le hubiera hecho volver al planeta y comprender que aquello estaba mal. Y qué bueno fue que ahora lo comprendía todo. Cuando volvió a orientar su rostro hacia ella sintió sus labios de nuevo unidos, incluso su lengua rozando contra la suya, bailando juntas casi de forma inconsciente para disfrute de aquel hombre. Las piernas de ella parecían estar sujetándole para que no se levantara, y se sorprendió al comprobar lo rápido que iban sus manos. Aquello no podía continuar así.

No dejaría que Eris tomara la iniciativa, si bien había gustosamente perdido la batalla de la seducción y la tentación, no perdería "los pantalones" en la cama. Metaforicamente, por supuesto, puesto que no encontraba el momento para desabrocharlos botones y deshacerse de aquella prisión que trataba de contener lo inevitable. Irguió su cuerpo cuanto pudo, separándose lastimosamente del contacto de su boca para tener mayor maniobrabilidad y sostenerse sobre sus rodillas. Cuando estuvo estable, llevo sus manos hasta su pecho y agarrando con fuerza la camisa estiró con todas su fuerzas desgarrando parte de esta y arrancando los botones por parte de la otra, haciendo que uno de los botones pasara realmente cerca del albino, amenazando con golpearle en un ojo. Pero no le importó, delante de él ahora estaba el busto de Eris, justo como a él le gustaba. No era plana del todo, pero no tenía unos grandes senos sino algo que pudiera manejar con una mano.

Sin pensárselo dos veces lanzó su mano diestra para tocarlos a través del sujetador, durante solo unos segundos, mientras volvía a acercarse hasta la boca de ella para fusionar su lengua con la suya de nuevo. Tras esto y debido a la proximidad entre los dos cuerpos, sus manos quedaron libres y dispuestas para hacer lo que ella estaba intentando. Pero fue a ella a la que se le desabrocharon los pantalones primeros, ahora solo quedaba quitárselos y en cuanto ambos estuvieran desnudos se produciría la magia.

17/07/2014

Aquel tortazo que ella le había dado a él había servido para despertarla. Sí, también a ella, de aquella pesada ensoñación en la que sus cuerpos se rozaban con parsimonia para… Para darse cuenta de que no era parsimonia solo con lo que se rozaban sino que también había implícito algo de lascivia en ello. No obstante ella había empezado aquel nuevo beso y le había tratado de acercar mucho más a su cuerpo así que, cuando se vio correspondido no pudo haber momento mejor. Mejor porque en ello había visto reflejado cierto deseo que siempre había tenido para con el hombre y que, por primera vez, estaba cumpliendo. Pero él separó sus labios, haciendo que ella gruñera suavemente de manera disconforme. Estiró de su camisa blanca, una de las dos prendas que solo se interponían entre su piel y ella, mas ahora estaban más cerca. Más, más y más. Había tirado de su camisa hasta hacer que los botones salieran disparados, dejándola desmadejada y pendiendo de sus hombros mientras comenzaba a acariciar su pecho.

¿Qué pretendía con eso? Al sentir las manos sobre su pantalón ella se mordió los labios. Necesitaba no solo sus manos, sino también parte de la necesidad que ella sentía. Y aun con eso consiguió levantar la restricción que se oponía… Se movió con suavidad quitándose lo poco de camisa que quedaba haciendo que esta se despertidgara por uno de los lados de la cama. Pero sintió como su pantalón era desabrochado, pensando en echarle en cara la sensación de necesidad que estaba pudiendo comprobar. Pero no lo hizo. En vez de tocarle con lentitud dirigió sus manos hasta su propia cadera, quedando entonces al estirar hacia abajo de los pantalones y acabar retirándoselos con los pies. Sí, la desnudez ya era palpable en ella, cubierta por dos pequeñas y oscuras prendas que mal hacían su propósito de “esconder”. Pero entonces se dedicó a él, centrada en aquellos labios que la habían vuelto a buscar. Quería saber lo que se sentía el estar piel con piel.

Bueno, quería saber lo que era estar piel con piel, pero con Haine. Solo con él y con nadie más. Aquella frase clasista la había permitido llegar hasta allí sin ningún tipo de traba. Pero no, eso no era lo interesante. Tras mordisquear sus labios ella movió las manos para acariciar las zonas por donde se encuentran todavía tapadas por la ropa de aquel vaquero. Tanteó con las yemas las formas que se escondían bajo aquel relieve, suspirando al sentirlo pues si la excitación era por ella… Merecía la pena la carrera. Así pues tanteó el enganche, desabrochando el botón y la cremallera del pantalón de él pero haciendo amago de tirar hacia abajo pues, de manera inmediata después de que esa prenda desapareciera ella querría estar mucho mucho más cerca.

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