Una apacible tarde en el bosque... ¿o no?

Alice decidió que ya llegaba de investigar por aquel día y que lo mejor era que parara para comer. Se suponía que había ido a ver una ruinas de un pueblo abandonado, pero ni siquiera había logrado encontrar el asentamiento. Cosas de no ser arqueóloga, suponía. Quizás debería dedicarse a algo más productivo que ir por ahí tratando de averiguar su propio pasado. Mientras caminaba por el sendero terroso iba fijándose en si había algún buen lugar para descansar un rato y luego proseguir con la búsqueda. El sol abrasador la estaba quemando lentamente y tenía la desagradable sensación de que la piel acabaría desprendiéndose a tiras. Se tiró varias veces del cuello de su camiseta, como intentando liberarse del sofocante calor que se empeñaba en atacarla. Las katanas rozaban sus piernas a medida que avanzaba...

En cierto momento, el camino se bifurcó. ¿Derecha o izquierda? "Izquierda siempre" pensó y allí se fue. Por buena o mala suerte aquel sendero no proseguía, sólo llegaba a un pequeño claro metido en el bosque, completamente cubierto por árboles no demasiado altos pero que ofrecían una buena sombra. Se sentó al pie de uno de ellos. Oía agua correr cerca, como si hubiera un riachuelo fuera de los límites del claro. Podía ser útil, si se le acababa la que llevaba.

Quitó la mochila de su espalda y sacó un poco de comida y prácticamente la "devoró". Seguía escuchando el agua, pájaros cantando y todas esas cosas que se oyen en los bosques, pero los ojos se le iban cerrando despacito. Suspiró y se tumbó al lado del árbol, con las manos debajo de la cabeza. No, no por ello se quedaría dormida. No iba a permitirse quedar indefensa. A pesar de no ver nada, aguzó el oído, expectante, aunque le parecía poco probable que alguien se acercara por esos lares.

-"Corrupto" -pensaba yo mientras respiraba hondo...e inspiraba con una frecuencia muy baja.

El aire...se turnaba y turnaba cada vez más suave, ¿Podías dejar de sentirlo?, recordaba las palabras de aquel hombre de aquella isla, ¿Cuánto tiempo habría pasado?, ya algunos años... El día era expendido, pese ha haber una ligera brisa, como había dicho su sensei, el aire aveces era agradable cuando soplaba la brisa, pero otras veces era doloroso, como cuando un tifón arrasa todo a su paso. Todo en el mundo era una espada de doble filo, podía producir el placer más esquisito y deleitar todos nuestros sentidos, como oprimirnos el corazón, hacernos un nudo en la garganta o escupoieramos sangre.

-“Elimina tus placeres y eliminaras tus pesares...” -recordaba otra vez las palabras de su maestro.

Hacía ya unos pocos meses que había vuelto al trabajo tras “mi desaparición”, había tenido un par de trabajos con la Cipher Pol, pero no era sin duda lo mismo que hacía unos años...Cuando trabajaba con Amelie. ¿Habría desaparecido todo lo que había querido en este mundo?

Me encontraba en medio de un precioso estanque meditando y tratando de quitarme las dichosas impurezas de la ciudad, durante estos últimos años había conseguido controlar todos mis vicios, ya no necesitaba fumar tanto, ni beber café o algún licor cada segundo, incluso hacía más de 8 años que no me chutaba cocaína. Aún así sentía como la corrupción metropolitana, negra y densa como el petroleo, bombeaba otra vez por mis venas. Aún así no había conseguid desengancharme de un vicio que me ataba y me oprimía..., decían que el amor es la droga más peligrosas de todas, por eso yo estaba enganchada a Amelie de por vida, y aunque me hubiera acostado ya con otras para olvidarla siempre pasaba lo mismo...

Por eso me encontraba haciendo ese ejercicio de relajación, tratando de olvidar todos esos vicios y purificar un poco...mi alma, bueno aunque lo que más quería es descansar y meditar un poco en que dirección iba a tomar ahora mi vida.

Abría los ojos a cada rato, dejando intervalos de duermevela entre las aperturas. A cada rato que pasaba el sol se había movido un poco pero ella no lo veía claro. Sólo podía intuirlo por los casi imperceptibles cambios en la luz. Abrió los ojos por enésima vez, los cerró de nuevo y se estiró, como si fuera un gato. Alargó los brazos por encima de su cabeza y las piernas hasta donde fue capaz. Arqueó su espalda formando un puente sobre el suelo e inspiró profundamente, hinchando el pecho, que se elevó unos centímetros. Después, como un globo que se pincha, volvió de golpe a su posición inicial. Se incorporó como pudo, con desgana y quedó apoyada sobre sus manos, inclinada hacia detrás. Algunos rayos de sol que se colaban entre las hojas y las ramas templaban su piel blanca como porcelana.

"¿Para qué intentar dormir si en realidad he de estar alerta?" Sería mejor que intentara hacer algo productivo con su tiempo. "Eso es, daré un paseo y luego me iré por donde he venido." Se levantó, sacudió su ropa y pensó en un posible destino. Cerca sonaba agua.

Buscó el riachuelo guiándose por su oído. El agua era cristalina y diversas plantas crecían en sus orillas. En el punto en que estaban apenas le llegaría el agua por el tobillo. Se arrodilló en el suelo, manchando sus rodillas de tierra, para recoger agua con las manos y lavarse la cara. Después prosiguió con el paseo. Caminando por la orilla vio como el caudal crecía a medida que avanzaba y el río (porque ya merecía aquel nombre) desembocaba en un estanque.

No se acercó de todo al agua por el riesgo que entrañaba. Decían que en el agua dulce no se corría tanto peligro como en la salada pero no sabía si fiarse. Se le dilataron las pupilas de golpe. Había un hombre en el estanque. No debía verla; trató de buscar un sitio seguro entre los árboles...

Las heridas de mi torso habían desaparecido por completo, pero aún si palpaba con la mano ahí, era como si le faltara algo, como cuando te  queda una cicatriz...Pero no había cicatriz, sentía que me habían arrebatado algo, pero cuando miraba todo estaba allí.

Lentamente me reincorpore de mi posición de meditación y me puse de pie sobre la piedra del estanque, me puse erguido, mire al frente, respire e inspire, redistribuí mi peso para evitar perder el equilibrio.

Hice el primer movimiento dejando colgando mis brazos y levantándolos hacía adelante como si tratase de empujar un muro invisible durante unos 3 segundos antes de volver a relajar los brazos. Los movimientos los realizaba de una manera lenta, con tranquilidad con poca prisa. A fin de cuentas en eso se basaba el Tai Chi.

Tras realizar esos movimientos cambie a otro, primero avanzaba mi mano derecha hacia atrás deslizando el pie paralelamente, descalzo, por la áspera piedra, mi mano izquierda avanzaba hacía adelante como si quisiera juntar las manos.
Tras realizar ese movimiento pase a realizar el segundo movimiento, primero con mi pie derecho me deslice retrocediendo lo que había echo antes, mientras invertía el movimiento que habían echo mis dos manos anteriormente hasta colocarme en la posición opuesta.
Luego dejando mi brazo derecho caer, describí con el una curva hacía atrás ,al mismo tiempo que retrocedía con los pies de manera paralela.
Ahora tocaba el cuarto movimiento, básicamente consistía en agacharse, flexionando la piernas mientras alzaba los brazos, como una pájaro antes de volar.
En el quinto me reincorporaba avanzando hacía la derecha, sin duda era fácilmente confundible con él primer movimiento.
En el sexto simplemente subía mis manos tratando de juntar ambas palmas mientras echaba mi pierna izquierda hacía atrás. Para finalmente, en el séptimo movimiento juntar las palmas de mis manos como un rezo mientras mantenía las rodilla izquierda en alto, flexionando la pierna.

Había acabado por hoy, volví a lavarme el rostro. Cuando comencé a oír el ruido de unas pisadas que hacían crujir las hojas secas de los árboles. En efecto, había alguien observándome, últimamente tenía la vista bastante agudizada y el oído también. ¿Sería por aquella fruta que ingerí? Evidentemente no había otra explicación posible. De un salto llegue salí del estanque y pisando la orilla me dirigí hacía donde tenía la camisa, la cual me abroche metódicamente ignorando por completo aquella mirada curiosa:

-Se puede saber... ¿Qué pretendes?, no busco problemas así que me gustaría que dejarás de esconderte, eso sin duda facilitaría las cosas -dije mientras me terminaba de abrochar la camisa ponía la chaqueta, palpando que mis pistolas gemelas continuaban ahí.

Aguarde debajo del árbol atento a cualquier movimiento. Al fin y al cabo posiblemente estuviera hablando con un criminal.

Entre la arboleda podía observar con calma a aquel hombre del estanque. Lo veía describir varios movimientos o figuras con una extraña lentitud, como si tuviera todo el tiempo del mundo. ¿Era aquello lo que llamaban Tai Chi? Le gustaría saber hacerlo. Por desgracia tenía mucha paciencia pero sólo para ciertas cosas. Y meditar... no creía que estuviera entre ellas. Pero quien sabe, puede que se llevara una sorpresa.

Empezaba a tener calor. A pesar de encontrarse cerca del estanque el día se había tornado demasiado asfixiante para ella y probablemente su piel no tardaría en estar roja, quemada. Volvió a mirar al chico y se movió un poco del sitio. ¿Sería peligroso?

Debió descuidarse y hace algún ruido, quizás con las hojas secas que se hallaban a sus pies, porque el hombre se movió rápidamente hacia donde tenía su camisa y se la puso, abotonándola lo más rápido posible. El hecho de que lo hiciera le hizo gracia y soltó una risita. Quizás llegara a decirle el porqué le parecía tan gracioso.

De repente le habló y Alice pegó un respingo. Conque sí que la había descubierto. Se metió rápidamente detrás del tronco de un árbol y llevó las menos a las empuñaduras de sus katanas, que soltaron un chasquido. ¿Huir, salir de buenas, salir de malas?

Soltó las katanas y salió de detrás del árbol pero sin ir a su encuentro, por supuesto. No estaba muy claro que pudiera fiarse. Se encogió de hombros y se apoyó de lado contra el árbol, descubriéndose. Señaló con el índice la camisa que llevaba puesta el chico.

-No sé quien eres ni cómo te llamas... pero estabas mejor sin ella -dijo entre risas, bromeando. Se ve que hoy tenía un buen día y un mejor humor.