Amón "Locust" Caine - El gatillo más rápido -ID

La mente de Amón es una peculiaridad misma en su propio funcionamiento. En sus propias palabras “nunca está solo” y eso es debido a que en un mismo cuerpo habitan dos personas. Dos entes que difieren en ciertos aspectos de sus personalidades. Por un lado se encuentra Amón mismo, centrado y paciente hasta cierto punto, en especial cuando se encuentra de cacería; pero no le dura demasiado, siendo propenso a perderse en sus propias ansias por dar un buen golpe al primero que se le cruce.

No se toma prácticamente nada muy seriamente, en especial los problemas de los demás pues carece de la empatía como para que le importe. Aún así ve la necesidad de aliarse con alguien si la situación lo amerita pero nunca apegándose al otro; en su mente solo son medios para un fin y una vez conseguido buscará cortar los lazos que los unan.

Por otro lado está su otra personalidad, a la que ha llamado Locust. Este lado suyo es completamente caótico, encontrando una fascinación completa en el sufrimiento ajeno y en la cacería humana. Para Locust todo lo que importa es la satisfacción de sus pasiones más primitivas, en especial la violencia, la cual lo embriaga y lo hace entrar en un estado de frenesí.

A diferencia de Amón, Locust no tiene paciencia para nada, teniendo la ira a flor de piel y dispuesto a saltar ante la menor provocación, cosa que Amón encuentra molesto la mayoría del tiempo pues suele desembocar en problemas. Sin embargo comparten un sentido del humor sádico y agresivo, a veces sarcástico que no mide momentos y volviendo a ambos unos “boca flojas” que terminan diciendo cosas impropias y provocativas. Además ambos son obsesivos con sus presas hasta el punto de negarse a dejarlas escapar aunque eso signifique arriesgar la propia vida, siendo Locust el más insistente en este punto.  

Cabe destacar que Amón ve a Locust como si se tratara de un fantasma con su misma apariencia y lo mismo en viceversa dependiendo de quién entre en posesión del cuerpo y se vuelva la personalidad dominante. Es así que varias veces puede escucharse a Amón tener una conversación con Locust y parezca que habla al aire.

Gustos:

Desagrados:

 

Habilidades:

 

Torpeza:

Pudiendo considerarse alto con su metro ochenta y atlético como todo buen cazador debe ser, los largos años de entrenamiento no pasan desapercibido después de todo aunque eso sería lo único estéticamente positivo de su cuerpo.

De pelo castaño y con un rostro como si estuviera tallado en piedra, mandíbula cuadrada, nariz aguileña y ojos grises pequeños pero fieros no resulta muy atractivo o amigable para la mayoría de las personas aunque el rasgo que siempre denota más es su sonrisa; una sonrisa amplia y burlona, adornada con hileras de dientes algo más afilados y puntiagudos de lo normal que suele esgrimir casi todo el tiempo. Su mismo rostro parece una advertencia o incitación a la violencia aunque pocas veces lo muestra, prefiriendo mantenerlo cubierto con una máscara blanca que da la idea de asemejarse a un cráneo, dejando los ojos como dos pozos negros siniestros y un tercero con forma de “V” alargada en donde debería estar la nariz y la boca.

Por si eso no fuera suficiente para asustar a algún que otro niño lleva sobre si una gabardina de cuero negro que le llega hasta la mitad de la pantorrilla, con capucha y mangas largas. Debajo viste una chaqueta negra y ceñida con tres correas con hebillas plateadas a cada costado; lleva un cinturón con sujetadores en los cuales depositar su arma principal y los cargadores con municiones de respaldo, adornado con una hebilla con forma de cráneo conformado por un círculo metálico, dos agujeros negros en el centro y tres pequeñas púas que sobresalen de la parte inferior del mismo.

Siguiendo la misma temática viste unos pantalones negros ceñidos, terminando en un par de botas negras al estilo militar que se ajustan hasta la mitad de la pantorrilla con punta metálica y para hacer juego unos guantes igualmente negros que dejan al descubierto las puntas de sus dedos.

No mucho se sabe de la vida de Amón antes de que su maestro lo encontrara en el East Blue; un niño de ocho años con la mirada perdida en el cielo y una sonrisa afilada de oreja a oreja tarareando alguna especie de tonada musical infantil mientras flotaba boca arriba sobre un madero entre los escombros encendidos de lo que debió ser una embarcación civil. Intuyendo lo que podría haber pasado tomó al pequeño y se lo llevó.

En aquellos tiempos Amón no era muy hablador, revelando únicamente su nombre al anciano. Al principio creyó que sería parcialmente mudo o tendría algún retraso mental pero una noche mientras acampaban una voz familiar lo despertó y sin hacer muchos movimientos escuchó en silencio; tras unos segundos reconoció que se trataba del niño y que parecía estar hablando con alguien más pero cuando a la mañana siguiente se levantó a revisar los alrededores no encontró pruebas de la visita de algún tercero, no había huellas de ningún tipo ni rastro alguno de animal o persona. Se sentía desconcertado al respecto y cuando le preguntaba parecía que sus palabras caían en un pozo o se las llevaba el viento, quedando sin respuesta alguna.

Aún así esperó, con paciencia aguardó y tras cuatro meses consiguió su respuesta.

Como solían hacer acamparon a las afueras de un poblado, en medio de un frondoso bosque y se dispusieron a dormir. El anciano cerró los ojos y dormitó, era de sueño ligero por lo que ante el mínimo ruido su mente volvió en si pero no abrió los ojos. Nuevamente escuchaba al chico hablar, esta vez se lo escuchaba bastante emocionado y no tardó en oír el característico sonido del crujir suave de las hojas al ser aplastadas por los desnudos pies de una persona hasta que se detuvieron en seco a pocos metros del anciano; este abrió los ojos y se levantó con una sonrisa en los labios mientras la punta del cañón de su pistola sobresalía por debajo de su manta, apuntando en medio de los ojos de Amón que lo miraba con rabia mientras sostenía en una mano un cuchillo.
-¿Con quién hablabas, chico? -Fue todo lo que preguntó. Podía ver el destello asesino en los ojos del niño, lo mismo que había visto el día que lo había encontrado- Vuelvo a preguntarte ¿Con quién hablabas? -
-¡Eso no te importa, viejo! -Respondió furioso el chico y dio un paso hacia el anciano pero él ya lo veía venir, sus ojos lo observaban como si todo sucediera muy lentamente por lo que no le costó mover ligeramente la pistola de dirección y apretar el gatillo, disparando la bala contra el filo del cuchillo y haciendo que el mismo saliese volando por los aires, fuera de la mano del muchacho. Amón gritó de rabia y retiró la mano del arma, sobándola con la otra mano mientras maldecía.
-¡Dime con quién, Amón! -Insistió y fue como si la cara del niño cambiara, sus ojos parecían haberse vuelto más salvajes y sus fosas nasales se expandían cada vez que respiraba.
-¡Amón no! ¡Locust!-Volvió a lanzarse, esta vez con las manos extendidas. El anciano lo recibió con una patada en el pecho que hizo al niño caer de espaldas al suelo, llevándose ambas manos al lugar donde había recibido el impacto, jadeando-¡Te… mataremos… viejo!-Fue entonces que comprendió lo que tenía en frente, una bestia salvaje llena de rabia, una bestia que podría formar.
- Si desea matarme deben hacerse más fuertes ¡Háganse más fuertes y mátenme! -La mirada del muchacho cambió, volviendo a ser los ojos fieros pero controlados de un principio.

A partir de ese momento el anciano se dedicó a entrenar al niño, instruyéndolo en el arte de la “cacería”. Enseñándole a disparar un arma y las técnicas propias de los de su clase, a ser paciente y a transmitir pavor a las presas, sorprendiéndose gratamente de que Amón y Locust resultaban tener un instinto innato para ello. Numerosas fueron las cosas que le transmitió y aún más fueron la cantidad de veces que el pupilo quiso asesinar al maestro pero nunca lo conseguía. El anciano lo observaba orgulloso tras cada intento, reconociendo que se acercaba al momento del paso.

El día llegó tras varios años. Amón había sido enviado a cazar a un matón común y tras dos días de búsquedas y varias muertes innecesarias consiguió llegar a su objetivo. Disfrutó de cada momento, cada agujero que hizo en el cuerpo de su presa hasta que se sintió satisfecho y arrastró el cuerpo al campamento como prueba de su logro. Apenas llegó se percató que algo no estaba bien, la fogata no estaba encendida y no quedaba ninguna de las pertenencias del Anciano. Por más que buscó no encontró rastro alguno, solo un estuche de madera entre unos arbustos y dentro una pistola plateada de mango negro junto a una nota con una sola palabra escrita de puño y letra de su maestro.

-”V…E…N…” -Leyó lentamente en voz alta, siguiéndola con los ojos varias veces antes de aplastar la nota entre sus manos y echarla a un costado, tomar el arma y revisar la munición para volver a ingresarla y quitar el seguro mientras una sonrisa se formaba detrás de la blanca máscara que llevaba sobre el rostro- Que empiece la cacería -

Armas:Una pistola plateada de mango negro

Spoiler:

Descripción estilo de lucha: La mayoría del mundo piensa que no hay técnica detrás del uso de las armas de largo alcance como las pistolas, que simplemente se trata de apuntar y disparar. Para el común de la gente eso puede ser cierto pero no para los verdaderos “cazadores”; no para los que se hacen uno con su arma de la misma forma que lo hacen los espadachines, sus principales presas, contra los que deben estar preparados en todo momento. Así nació el Ryōshidō, con el fin de hacer a los tiradores guerreros integrales y aptos de enfrentar a cualquier enemigo que se le cruce delante suyo.  
 
-Nombre: Ryōshidō (Camino del Cazador)

-Ejecución: ”Un buen cazador debe ser un buen guerrero, capaz de saber enfrentarse a cualquier presa en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia”, bajo esta máxima se fundamenta todo el Ryōshidō. Un arte complejo y a la vez difícil de entrenar, principalmente porque al hablar de presa se refieren a otras personas; eso hace que no sea una corriente muy bien vista en la mayoría del mundo y que sus maestros sean igual de celosos a la hora de elegir a sus pupilos, no cualquiera es apto tanto física como psicológicamente para enfrentar los retos de la cacería humana.

El Ryōshidō trata al arma como una extensión más del cuerpo, de la misma forma que un brazo o una pierna; de ahí que se derivan tres estilos de pelea que todo practicante debe dominar:

Arashi (Tormenta): El estilo predilecto, basándose en la precisión de los disparos y englobando todos los ataques de larga distancia. La mayoría de practicantes confía plenamente en esta forma de pelea, manteniendo una distancia considerable del enemigo en todo momento y abrumarlo con ataques sucesivos.

Hanmā ( Martillo): Necesario como fundamental, cuando las distancias fallan y el oponente entra en el cuerpo a cuerpo el Hanmā es la respuesta. Valiéndose del arma como protección se la emplea para desviar o bloquear los ataques enemigos. Bajo este estilo se busca, no únicamente disparar sino golpear con el arma al enemigo de cualquier forma; incluso el uso de las manos o pies como medios auxiliares para dañar al rival son válidos.  

Hadaka (Desnudo) El último y menos difundido entre los practicantes. Trata el peor de los casos, cuando el arma falla o es arrebatada y hay que enfrentar a la presa en cuerpo a cuerpo. Al crear este estilo, los maestros sabían de antemano que la resistencia física del cazador no es equiparable a la de un combatiente experimentado por lo que este estilo no se trata de suprimir al oponente, sino de defender al cazador. Valiéndose de su velocidad y reflejos, el usuario debe poder desviar y esquivar los ataques hacia su persona hasta encontrar la oportunidad de hacerse con un arma o hallar una vía de escape.
Profesiones:
Primaria

Tirador:

Secundaria

Herrero:

Científico:

Pertenencias: Un walkman con auriculares, varios casetes con sus grupos favoritos de música, un den den mushi para tomar trabajos, unos lentes de sol con las lentes como redondos perfectos y pequeños.

Rango social: Pues no vive en una casa hecha de oro pero tampoco le falta el pan de cada día por lo que podría clasificarse como clase media.

Alineamiento:  Neutral Malvado con tendencias al caótico malvado

Banda: Ninguna

Mar de origen:East Blue

Botín de partidas:Ninguno de momento

Sueños: Sus sueños son muy simples realmente; en principio crear el arma perfecta, aquella que equipare poder destructivo, versatilidad y utilidad. Desea usarla para conseguir sus máximas metas, matar a su maestro y cazar a la presa suprema aunque todavía debe encontrarla.

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