Sin ayer no hay hoy | [Presente] | [Lowell y Titania]

La noche había pasado relativamente tranquila, y es que solamente se vio arruinada con la ilusión de un mal sueño. Bueno, en verdad no fue del todo una pesadilla sino más bien un horrible recuerdo. A veces Titania veía mientras dormía su pasado, revivía sus traumas e incluso rememoraba aspectos que en situaciones normales habría olvidado irremediablemente, pero siempre los olvidaba una vez abría los ojos. Nunca se preocupó de ese aspecto de su noche habitual ya que confiaba en la capacidad de su mente para tranquilizarse y neutralizar esas emociones antiguas que le invadían momentáneamente el pecho.

Abrió sus ojos y se materializo para su vista una ventana por donde entraba tibiamente los rayos del sol entre las brechas que dejaba la cortina. Se giro y vio la pared recubierta de ese color tan propio quizás de su anfitrión, del cual se acordó pocos segundos más tardes de admirar tranquilamente el muro pintado. Minutos más tardes se volvió a voltear hasta mirar el techo, que por cierto le parecía bastante elegante y tradicional para lo que respectaba esa casa.

Pero no aguantó mucho más tiempo así y se levantó. No era del tipo de personas que disfrutaba en una cama, al contrario, era del estilo que se deprimía entre cuatro paredes. Esto es un hecho irónico dado que se ha pasado más de la mitad de su vida encerrada en celdas, cuartos y salones en contra de su voluntad.

Una vez arriba se fue directa al baño. Allí se aseó y se peinó, realizando su típico moño despuntado. Luego regresó a la habitación y se alistó para completar su rutina diaria. Pero antes que nada pasó por el salón para ver cómo estaba el hombre pez aquel que la había sacado a sorpresa de su vida.

Bajó las escaleras pensando en cómo hablarle ese día tras todo lo ocurrido, pero eso fue para nada ya que Lowell seguía roncando como un desgraciado. Esto sacó una mueca de asco en su cara que pronto transformaría en su habitual indiferencia. Daba igual, supuso que así sería mejor y podría continuar siendo ella misma en un poco más de tranquilidad. Por sí, hasta el momento en el que bajó del salón disfrutó de un silencio que hace mucho que no escuchaba y que empezaba a necesitar como el respirar.


Sin hacer ni una pizca de ruido traspasó rápida el salón y salió por la puerta. Al abrir la madera vio el día que le esperaba y se maravilló, no cabía duda que el sol a estas alturas lucía más brillante y vivo que antes, y eso le encantaba aunque no cambiara para nada su cara. Y así es como empezó su nueva -pero también vieja- rutina de cada día, pues sin más empezó a hacer algunos estiramientos para enseguida ponerse a correr suavemente. El ejercicio físico mañanero se lo había auto-inculcado para estar en forma siempre, dado que su cuerpo era la base de su profesión desde hacía ya cinco largos y tortuosos años.

Y así comenzó su entrenamiento diario, corriendo por fin libre por el paseo de la playa con el sol de acompañante y sin pensar más en su desgracia nocturna, pues por fin había pasado una noche sola en una cama espaciosa sin aguantar ronquidos o manoseos de asquerosos hombres.

Los minutos habían pasado como las gaviotas en el océano para la rubia, veloces y sin dejar mucha constancia de su paso atrás. Y por suerte para ella eso no resintió para nada su cuerpo, el cual pese al ejercicio estaba con las mismas energías que a primera hora de la mañana. Parecía realmente como si hubiera tenido un gran desayuno y una muy buena noche, algo que no había sido ni por un lado u otro desgraciadamente. Aunque a esto debo remarcar algo muy importante, y es que era libre. Se había quitado años de su pasado en una sola noche, y todo gracias a él.

Fue entonces cuando se acordó del rubio. Se detuvo a un costado del paseo y miró el profundo y gigantesco mar. Sentía en su interior como un fuego imparable se abría paso desde su corazón a todo su cuerpo, marcando músculos y tendones, órganos y sistemas. Nada se libró de esa sensación, la cual la hizo explotar de alegría que disimuló inmediatamente pero que estaba ahí guardada, para dentro de un rato. No iba a dejar que nadie la viese en ese estado de euforia.

Se alejó de la multitud y se dirigió a un pedazo de costa donde las rocas sobresalían, adentrándose en las aguas dando un sitio de seguridad y tranquilidad para hacer lo que deseaba desde hace varios años.

¡¡Aaaaah!!- gritó estando en el extremo más alejado de aquel saliente de piedras en la agua salada.

Gritaba a la nada, a los cuatro vientos y a todo el mundo en sí, quería hacer saber a todos que era libre. Ella era Titania, es Tia, y será a partir de hoy siempre libre. Lo juró delante de la toda poderosa marea, que parecía ponerse más contenta a medida que ella hablaba, pues las olas arremetían más alegremente en la pared natural que ofrecían las piedras cortadas.

Todo para luego quedarse en silencio admirando esas aguas. Ya había descargado todo lo que tenía en su corazón y era hora de volver, porqué quien sabe, a lo mejor Lowell se estaría preocupando por ella y no quería que eso pasase. No quería que nadie mostrara ese sentimiento por ella.

A medida que avanzaba por las calles de vuelta a su nuevo hogar, si se le podía llamar así, recordaba poco a poco su pasado otra vez por medio de las miradas acusadoras de las personas. Los ojos que la observaban la juzgaban, y eso afectaba en cierta medida a la rubia que poco a poco se repuso a esa "felicidad" y volvió a ser ella misma. Después de todo pensó que no podía ser de otra manera, ella era como era y debía seguir siendo así para poder sobrevivir.

Abrió la puerta principal de la casa oliendo la comida que seguramente su "cliente" habría preparado.

Menuda sorpresa-. Decía aquello mientras avanzaba hacia la mesa con ese caminar tan suyo. Firme, con pisadas fuertes, sin tambalearse y con la cabeza alta. Eres muy amable, pero dime-. Se sentó mientras decía aquello para luego seguir hablando mientras cogía la servilleta de tela que estaba delante de sí misma. ¿Qué quieres conseguir de mí?-.

Pese a que suene malintencionada la pregunta, la experiencia le decía que nadie se comportaba así por pura cortesía, y por edén algún objetivo tendría el muchacho que estaba delante de ella. Desde luego había tenido una existencia dura.

Luego entrelazó sus dedos enfrente de su rostro y apoyó los codos encima de la mesa. Estas acciones estuvieron acompañadas de una mirada seria y fría que a su vez era capaz de penetrar los ojos de Lowell, el cual mantenía una actitud muy singular para Titania. Ella intentaba analizarlo pero no podía, algo se lo impedía con fuerza, los movimientos del chico no eran parecidos a ningunos que ella había visto jamás, o al menos en cuanto a intenciones se refería.

Sea como sea, estaba dispuesta a conseguir respuestas sí o sí.

Vale, llegados a este punto a la rubia le comenzó a dar miedo el tipo. Muchos pensamientos le invadieron de golpe la cabeza cuando dijo "bastante tiempo", hasta el punto incluso de sorprenderla haciendo que abra más de lo normal los ojos. A la par que esto sucedía el muchacho se reía. Se notaba que era un espécimen extraño, demasiado quizás para que Titania consiguiera llegar a sus verdaderas intenciones en caso que estuviera mintiendo, cosa que parecía que no. ¿De verdad ese iluso quería pasar mucho tiempo a su lado? No cuadraba nada a la lógica de la mujer, que rompiendo la unión de sus manos y recomponiendo sus gestos faciales volvía a la normalidad. Luego habló, respondiendo a la estúpida pregunta de Lowell.


Sí, tengo muchas de hecho-. Su tono era serio y fijo en una cosa, conseguir respuesta clara.

Pero justo en ese instante en el cual ella se adentraba más en la conversación, su estómago rugió como muchas veces lo había hecho desde años atrás. Decidió otorgar silencio a sus primeros bocados para saborear lo que tan bien olía, haciéndose a la idea de que ese plato estaría muy bueno. Y así fue, cuando dio su primer bocado le encantó. Todo estaba realmente bien sazonado y con una armonía entre todos los sabores digna de un gran cheff, lo cual después de unos segundos extrañó muchísimo a la rubia, que básicamente se preguntaba con quién demonios estaba.

Volvamos al tema- dijo dejando un poco de lado los cubiertos después de haber comido una buena parte del plato y sentirse con más fuerza -si era posible- para proseguir. ¿La única persona que te va a acompañar? ¿A dónde?-. Se limpió la boca y dio un trago a su bebida para seguir hablando: ¿Está relacionado con lo que dijiste ayer de viajar por el mundo, por casualidad?-.

No se lo podía creer. Ese muchacho de aspecto desastroso decía la verdad anoche, y eso fue una gran sorpresa para ella, que ocultando sus emociones -como siempre, vaya- seguía observando al hombre pez. Tenía mil preguntas más que hacerle, pero consideraba que por el momento que respondiera a ellas ya era algo. Estaba confusa y, a decir verdad, muy nerviosa.

¿Eso estaba pasando de verdad? ¿O sólo era una alucinación suya provocada por una de las múltiples drogas que Madame Mei usaba en las chicas? Titania todavía no se lo podía creer. Era tan... tan como lo había soñado que le resultaba surrealista. Ir isla por isla, océano por océano e incluso ciudad por ciudad, era una cosa que nunca la había pensado porqué lo daba por imposible. Ella siempre prefirió los objetivos cercanos y tangibles, mas porqué eran fáciles de conseguir y no daban lugar a decepciones. Ir por el mundo sin un plan previo o un capital económico de trasfondo era una locura. Entonces cayó en una cosa, y es que la palabra "Locura" cualificaba muy bien a Lowell.

Soy una mujer de palabra- dijo cogiéndola copa de helado. Y no me tiro hacia atrás nunca-. Puso el helado de fresa con deliciosa pinta a un lado y prosiguió: Te seguiré-.

Ese muchacho decía cosas muy extrañas insinuando que ella era débil y otras tantas que le recordaron muchas cosas de hace no tanto tiempo. Lo primero no lo iba a discutir, pues tenía razón y no lo podía negar. Lo segundo ya era algo más personal. Toda su vida había sido rechazada por la sociedad, sea cual sea el lugar donde estuviera, y podía imaginar y/o sentir exactamente a lo que el hombre pez se refería.

¿Y cómo piensas ganarte la vida en esa tremenda empresa* que planeas hacer por todo el mundo?-. Pregunta justificada si miramos alrededor. Pues el lugar no era un palacio precisamente.

Pero todo sea dicho, dos cosas jugaban a favor del rubio en esos momentos: una era que cocinaba muy bien, y la otra es que era extremadamente fuerte. Lo demostró derrotando a Mei en el burdel junto a sus gorilas. Por ese sentido no se tendría que preocupar, y en caso de que él no estuviera si cumplía con lo dicho de enseñarle defensa propia, no tendría que temer nada. Estos argumentos se presentaban a favor, y no pudieron ser más para acabar de convencerla.

Pensándolo mejor- dijo a la vez que creaba ciertas dudas y tensión en el ambiente. Creo que no quiero helado-. Dejó la copa a un lado e instantes después continuo: ¿Y cuándo zarpamos?-.

Digo "Empresa" como sinónimo de "Viaje" o "Campaña".

Este muchacho no dejaba de cogerla desprevenida con cada frase suya y no era precisamente por su coherencia en los planes a largo plazo, sino por todo lo contrario y más. Y es que Titania empezó a destripar cuidadosamente cada palabras del rubio e intento darles sentidos, explicación, pero sobretodo solución. Como cazarrecompesas podía pasar ya que reconociendo la valía del tipo había que decir que era fuerte, como trabajador no lo conocía tanto como para juzgar esa faceta, mas donde chocó realmente con la lógica de la muchacha fue en lo de dormir. Pero ese pensamiento se lo guardó ya que viendo el panorama, ese era el menor de todos sus problemas. Aunque no dejó de darle vuelta.

Supongo que no-. Respondió viendo la sonrisa del hombre pez a la vez que cedía a su comentario que hacia respecto a la fuerza de sí mismo y la inteligencia de ella. Ambas cosas eran cierta después de todo.

Aunque su compostura se vio ligeramente afectada cuando escuchó la insinuación de que el joven aquel no tenía ninguna embarcación, y que tampoco tenía siquiera la idea de hacerse con una pronto. Pero todavía con esas le siguió oyendo atenta, quería conocer mejor la mente de aquel con el cual compartiría vida a partir de ahora y en adelante.

Así que básicamente, propones que viaje de isla en isla en tu espalda-. Escéptica como siempre, Titania solamente se limitó a decir lo que pensaba mientras buscaba alguna solución dentro de su cerebro.

Posteriormente vio como el muchacho recogía la mesa y dejaba su copa de helado con su respectiva cuchara, dedicándole después esas palabras que hacían referencia al honor de todo cheff, a lo que ella sencillamente respondió suspirando y mirándolo fríamente, más que le helado si cabía. Pero entonces fue cuando se le ocurrió una idea para evitar estar en peligro en sus viajes marítimos, además claro está de darles cierto margen económico al principio. La idea podría sonar muy arriesgada, y lo era la verdad, mas valía la pena intentarlo al menos. Si eso salía bien, lo que se llevaban.

He dicho que no quiero- dijo a la par que le mantenía la mirada al hombre pez. Esa cosa rojiza engorda-.

Acto seguido chasqueó con la lengua y se levantó. Sin decir muchas cosas se dirigió a la habitación para hacer la cama. Pero cuando llegó hasta el cuarto se vio con un paisaje extraño, y es que el lecho ya estaba acomodado y listo para otra velada ahí. Pocas veces -por no decir que ninguna- la rubia se había encontrado eso, y realmente le gustó el detalle de Lowell, al cual por cierto inmediatamente después de observar ese hecho le dedicó unas últimas palabras antes de salir de nuevo por la puerta.

No quiero tener que preocuparme una vez en el mar porqué te haya dado por hacer de héroe ayer, así que ve al médico y sigue sus instrucciones-. Decía aquello con un tono serio y firme. Pasado mañana zarpamos-. Todo parecía a que ella tendría que dar las órdenes para que el muchacho pudiera optimizar su rendimiento y sus sueños, porqué al fin y al cabo ella misma pensaba que eso era lo mejor.

Inmediatamente luego se fue, cerrando la puerta sin mucho cuidado y volviendo a suspirar pesadamente.