Kei Godman
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Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me encuentro en el bar Timonel, una de las pocas tabernas que suelen abrir hasta tan tarde un martes en pleno noviembre. La verdad que esta semana de descanso que me ha mandado la Marina me esta sentando de maravilla, algo que me sorprende ya que hace tiempo que tanto tiempo libre no me esta quemando el cerebro. Puede que tenga que meterme en alguna que otra bronca más para que la administración decida que debo tomarme otra de estas vacaciones espirituales.
Esos cabrones piensan que un rato en una isla encantadora y sin mucho movimiento va conseguir que no le parta la boca, otra vez a uno de esos niñatos que se pasean por el cuartel con aires de superioridad. Es que es verlos y sentir lástima por sus vidas, no durarán ni un segundo enfrente del enemigo. Se cagarán vivos.
Pero hay que decir que Isla Copo es una de las islas más tranquilas que he visitado nunca. He llegado esta tarde al puerto de la única villa que se encuentra al sur de la isla, una pequeña aldea que por lo que me han contado en el viaje vive totalmente para el comercio. Después de haber visitado un par de lugares emblemáticos de la villa, me he hospedado en el hostal para tras dejar el equipaje sentarme en un pequeño bar para cenar. Cuando han cerrado me han avisado que el único bar que esta abierto hasta muy tarde entre semanas es el Timonel.
Y aquí me encuentro bebiendo a medianoche, en un bar casi vacío.El lugar no es muy grande, un antro cualquiera, que no tiene un porqué para abrir hoy ya que la caja que hará no creo que será muy cuantiosa. Bueno, si tiene un porqué: Amanda, la dueña del local. Desde que he entrado hace una hora más o menos lleva el triple de copas que yo he tomado. Se ha acabado la primera botella de ron y ya va por la mitad de la segunda.
Es una mujer alta con la melena cortada a la altura del cuello, tiene un aspecto de mujer con carácter pero que sabe como tratar con la clientela.Tiene 38 años y esta soltera. Y esto lo se ya que desde que he entrado al local no ha parado de hablar conmigo y preguntarme sobre mi pasado. Es algo que siempre pasa ya que una cicatriz que atraviesa una cabeza siempre tiene una historia interesante que contar. Me lo he estado pasando muy bien con ella y puede que hoy acabe lejos de mi hostal, ya que si no me falla mi instinto, a ella también le he atraído.
Lleva un rato diciéndome que es un placer encontrarse con gente tan amable por estos lugares, ya que la mayoría de los extranjeros que acaban en ese bar son pura escoria. Al igual que los locales, que los que van a su bar son los más requemados de toda la isla. No le falta la razón a la mujer, en ese momento hay 10 personas en la taberna incluyéndonos a nosotros dos.Tres chicos de mi misma edad, que bailan en una esquina del lugar junto a otras dos chicas; los cinco pasan de dos en dos a los baños cada 5 minutos para poder seguir en lo alto desde el sábado que empezaron la fiesta. Justo en la otra esquina se encuentran tres personas que debido a la poca luz que hay en ese lugar no puedo saber ni el sexo ni la edad que tienen. Por último hay un hombre al fondo de la barra donde estoy sentado, lleva dormido desde que he entrado.Huele a alcohol desde aquí.
Amanda me esta contando que este último es su hermano, el verdadero dueño del bar, que desde la muerte de su padre no ha podido superar su adicción a la bebida. Yo la miro con ternura, le digo que es lo normal y que en ese momento lo único que se puede hacer es apoyarlo en todo lo posible. Ya la tengo en el bote, me levanto de la silla y justo cuando voy a besarla una de las siluetas que no distinguía empieza a gritar mientras una botella sale disparada por la ventana rompiendo todo el ventanal.
Acto seguido se abre la puerta del bar y entra un hombre….
Esos cabrones piensan que un rato en una isla encantadora y sin mucho movimiento va conseguir que no le parta la boca, otra vez a uno de esos niñatos que se pasean por el cuartel con aires de superioridad. Es que es verlos y sentir lástima por sus vidas, no durarán ni un segundo enfrente del enemigo. Se cagarán vivos.
Pero hay que decir que Isla Copo es una de las islas más tranquilas que he visitado nunca. He llegado esta tarde al puerto de la única villa que se encuentra al sur de la isla, una pequeña aldea que por lo que me han contado en el viaje vive totalmente para el comercio. Después de haber visitado un par de lugares emblemáticos de la villa, me he hospedado en el hostal para tras dejar el equipaje sentarme en un pequeño bar para cenar. Cuando han cerrado me han avisado que el único bar que esta abierto hasta muy tarde entre semanas es el Timonel.
Y aquí me encuentro bebiendo a medianoche, en un bar casi vacío.El lugar no es muy grande, un antro cualquiera, que no tiene un porqué para abrir hoy ya que la caja que hará no creo que será muy cuantiosa. Bueno, si tiene un porqué: Amanda, la dueña del local. Desde que he entrado hace una hora más o menos lleva el triple de copas que yo he tomado. Se ha acabado la primera botella de ron y ya va por la mitad de la segunda.
Es una mujer alta con la melena cortada a la altura del cuello, tiene un aspecto de mujer con carácter pero que sabe como tratar con la clientela.Tiene 38 años y esta soltera. Y esto lo se ya que desde que he entrado al local no ha parado de hablar conmigo y preguntarme sobre mi pasado. Es algo que siempre pasa ya que una cicatriz que atraviesa una cabeza siempre tiene una historia interesante que contar. Me lo he estado pasando muy bien con ella y puede que hoy acabe lejos de mi hostal, ya que si no me falla mi instinto, a ella también le he atraído.
Lleva un rato diciéndome que es un placer encontrarse con gente tan amable por estos lugares, ya que la mayoría de los extranjeros que acaban en ese bar son pura escoria. Al igual que los locales, que los que van a su bar son los más requemados de toda la isla. No le falta la razón a la mujer, en ese momento hay 10 personas en la taberna incluyéndonos a nosotros dos.Tres chicos de mi misma edad, que bailan en una esquina del lugar junto a otras dos chicas; los cinco pasan de dos en dos a los baños cada 5 minutos para poder seguir en lo alto desde el sábado que empezaron la fiesta. Justo en la otra esquina se encuentran tres personas que debido a la poca luz que hay en ese lugar no puedo saber ni el sexo ni la edad que tienen. Por último hay un hombre al fondo de la barra donde estoy sentado, lleva dormido desde que he entrado.Huele a alcohol desde aquí.
Amanda me esta contando que este último es su hermano, el verdadero dueño del bar, que desde la muerte de su padre no ha podido superar su adicción a la bebida. Yo la miro con ternura, le digo que es lo normal y que en ese momento lo único que se puede hacer es apoyarlo en todo lo posible. Ya la tengo en el bote, me levanto de la silla y justo cuando voy a besarla una de las siluetas que no distinguía empieza a gritar mientras una botella sale disparada por la ventana rompiendo todo el ventanal.
Acto seguido se abre la puerta del bar y entra un hombre….
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