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Unas vacaciones no tan vacaciones [Privado: Yoko - NGC] Empty Unas vacaciones no tan vacaciones [Privado: Yoko - NGC] {Jue 22 Sep 2016 - 19:09}

Su vista se clavó en la magnificencia de la isla que desafiaba todas las leyes de la naturaleza. Enormes cuerpos rocosos flotaban sobre el vasto océano y las nubes, como si se tratasen de algodones de azúcar, entregaban un paisaje único y digo de ser conocido por él. Llevaba vestido un traje abierto y cómodo, además de ser sumamente liviano cuyos colores pálidos, como el celeste claro, jugaban perfectamente con sus pantalones holgados, que parecían un verdadero pijama, de color carmesí. Su vestimenta, a pesar de no protegerlo de los intensos rayos del sol, le confortaba pues el calor le sentaba horriblemente mal.

Mientras avanzaba por una de las cuantas rocas de la isla, pudo ver, en lo más alto del valle, un pueblo. Parecía sacado de fantasía, los colores y estilos de las estructuras de este dejaron encantado a Ryan. Sin apresurar el paso, llegó calmadamente inspeccionando cada lugar. Se fijó en todo lo que había en el medio, en el ánimo de la gente, en los gritos de los bebés y en las risas de las mujeres que se juntaban en las calles a conversar. Sonrió plácidamente al sentirse orgulloso por haber llegado hasta ese lugar.

Hace un par de semanas, había mostrado un carácter iracundo hacia sus subordinados. La muerte de Garragelish lo devastó, no lo superaba del todo; al saber que ya no estaría más con él, entró en un estado de negación. Una de sus amigas le recomendó que debía viajar y estar un tiempo ausente, que las cosas seguirían estando igual. De esa forma emprendió un viaje hasta Baltia, la ciudad donde sus ojos quedaron completamente enamorados.

Una mujer de extrema belleza entró a lo que parecía ser una posada. Llevaba vestido consigo una túnica blanca, dejando a la vista la parte lateral de sus senos; en la cabeza llevaba un cinto que apretaba ligeramente el cabello castaño que caía en forma de cascada hasta sus caderas. Ryan sintió que el corazón le explotaba al sentirse privilegiado de ver semejante mujer. Respondiendo a sus instintos naturales, avanzó hasta quedarse frente a la posada. De posada no tenía nada, sino que era más bien un bar. Lo miró y nuevamente sonrió.

–Vaya... Hasta en un lugar de fantasía existen los bares – comentó para sí mismo –. Supongo que debo entrar.

Al abrir las puertas notó el olor a alcohol. Había mucha gente, todo tipo de personas se reunían en el antro para festejar quien sabe qué cosas. Sin embargo, supuso que se trataba de un trago completamente distinto pues su olor era diferente a todos los que conocía. Se sentó en la barra y miró al hombre que estaba a cargo, le pidió, de la mejor forma que pudo, un trago de lo que todos tomaban. El hombre, de piel morena y ojos verdes, sacó una botella completamente negra y desde ella caía un líquido blanco similar a la leche. Finalmente terminó de rematarlo con unas gotas de color rojizo que le dieron un toque especial al producto que, orgullosamente, servía.

Antes de poder darle un sorbo, el hombre le habló.

–Veo que no eres de por aquí. Como consejo: ten cuidado con ese trago – comentó sonriendo alegremente –. Muchos caen borrachos la primera vez...

–No te preocupes, no soy como los demás – aseguró confiadamente el muchacho –. ¿Cómo se llama?

Mientras limpiaba uno de los vasos el hombre le dio el nombre del trago: Estella.

–¡Suerte con eso! Y por cierto... ¡Bienvenido a Baltia!

Le gustaba que las personas fueran enérgicas y alegres, él no lo era, pero no por eso estaba en contra de que las personas fuesen así. De hecho, odiaba a la gente amargada. Miró su trago y lo tomó de un solo sorbo. El líquido se deslizó por la boca hasta llegar a la garganta, y fue ahí, en esa parte de su cuerpo, que sintió el ardor más fuerte de su vida. Tosió fuertemente y su cara se tornó ligeramente roja. El hombre de la barra rio escandalosamente al ver cómo su cliente luchaba con fuerzas para no vomitar.

Ryan lo miró directamente. Su mirada denotaba una mezcla de furia, vergüenza y risa.

–Me llamo Baldür – comentó el hombre mientras le servía otro –. Y ese trago es mi especialidad. Lo conocemos como la Estrella Roja, una vez que pasa por tu garganta... Bueno, ya sabes lo que ocurre.

–Me has ganado – sonrió el vampiro –. No me esperaba algo tan fuerte.

A su espalda estaba la mujer de cabellos hermosos y una figura divina. ¿Quién era? Por algún motivo sintió interés en ella. Sin embargo, en la otra esquina, alejada de la barra, se encontraba otra chica de indudable belleza. ¡Vaya paraíso en donde se encontraba Ryan!
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Unas vacaciones no tan vacaciones [Privado: Yoko - NGC] Empty Re: Unas vacaciones no tan vacaciones [Privado: Yoko - NGC] {Jue 22 Sep 2016 - 20:28}

Abrí los ojos y parpadeé varias veces seguidas. Froté la cabeza, esta me dolía si tocaba alguna parte, como si tuviese chichones. Miré a todas partes para ver donde me encontraba, pero no conseguía situarme. Estaba en una habitación pequeña, solamente entraba un rayo de luz gracias a una pequeña escotilla en lo alto de la pared. Me levanté con cuidado y me quedé mirando fijamente la puerta.

Seguía sin recordar que me había pasado. Estaba con algunos moratones en algunas zonas del cuerpo, pero no eran graves. La verdad es que en el cubil que estaba no había nada, solo la cama y una mesilla. Me acerqué a la pared y di un par de saltitos intentando llegar a la escotilla, pero estaba demasiado alta para mí. Me dirigí hacia la puerta y en cuanto puse la mano en el pomo sentí que la estaban abriendo. Me eché hacia atrás y una mujer apareció.

-¡Oh! Veo que ya estás recuperada, que bien. – Exclamó emocionada la señora. No entendía nada de lo que había pasado. - ¿Te encuentras mejor? ¿Necesitas algo?

-S-sí, estoy bien. – Asentí nerviosa con la cabeza. - ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy?

-Perdona mis modales, soy Aella, una curandera. Esta es mi casa, estás en Baltia. – En ese momento abrí los ojos como platos. No tenía parar en esta isla durante mi camino. ¿Cómo había llegado aquí? Lo último que recordaba era… era… el mar y un barco. - ¿Cuál es tu nombre, niña?

-Yoko. – Dije, todavía pensando en lo anterior. No estaba muy concentrada en la charla, me sentía dispersa y tardaba en reaccionar a las palabras. – Perdón.

-Oh, no te disculpes. ¡Ven! – Que mujer más enérgica, pensé sonriendo al verla comportarse así. La seguí rápidamente, ya me sentía mejor al estar moviéndome. Quería preguntarle cómo había venido a parar aquí, pero ella misma se me adelantó. – Los que te trajeron fueron muy majos. – Dijo mientras servía dos tazas de té para las dos. Le pegué un buen sorbo a la mía, estaba delicioso. – Pues eso, me dijeron que te habían visto luchando contra dos hombres… ¿o era contra tres? No lo recuerdo. Ibas en el mismo barco que ellos, los mercaderes escucharon el jaleo y decidieron acercar el barco hasta allí, pero antes de llegar te habían tirado al mar y vieron cómo te hundías. Por suerte lograron encontrarte y traerte hasta aquí. Temieron por tu vida.

Otra vez no. ¿Otra vez habían intentado asesinarme? Estaban por todas partes… ya no sabía de quién fiarme. Eché una mano a la cabeza suspirando. Lo peor es que seguía sin recordar nada de nuevo. Tenía esa facilidad de olvidar los momentos malos cuando me atacaban y me dejaban muy mal. Agh, que asco todo.

Acabé mi taza de té en silencio y después me levanté. Quería agradecerle a la señora lo que había hecho por mí así que le dejé un par de monedas sobre la mesa. Esta negaba con la cabeza de que no las quería, pero acabó cediendo.

-Muchísimas gracias por lo que has hecho por mí. – Dije sonriendo. – Ahora debo irme, ya estoy bien y no quiero seguir incordiando por aquí.

-Disfruta de Baltia mientras puedas, niña. Es un lugar precioso.

-¡Lo haré! – Exclamé contenta mientras cogía mis armas que estaban en un sofá.

Abandoné la casa y, una vez fuera, miré en todas direcciones. Era un lugar espectacular, pero no tenía ni idea de cómo salir de aquí. No iba a mentir con qué no tenía miedo. Me gustaba estar en los sitios llenos de gente, es como si me sintiese más segura. Comencé a caminar por una gran calle transitada observando cualquier detalle. La gente parecía feliz viviendo aquí. Eso me gustaba, nada de violencia y miedo. La verdad es que estar en los cielos debía ser muy tranquilo. Quizás estaría bien vivir aquí… en un futuro no muy lejano, cuando me retirase de la caza. Pensé sonriendo.

Al girar la calle me topé con una taberna que tenía un gran cartel. Parecía ser un lugar llamativo. Abrí la puerta y entré, provocando un contraste con la luz del exterior y la baja luminosidad que tenía el local. Cerré la puerta con cuidado y me acerqué hasta la barra. Mirando todo como si fuese algo nuevo para mí, que inocente.


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Unas vacaciones no tan vacaciones [Privado: Yoko - NGC] Empty Re: Unas vacaciones no tan vacaciones [Privado: Yoko - NGC] {Jue 22 Sep 2016 - 21:22}

El trago estaba realmente bueno, demasiado para ser considerado real. Ya con el segundo que bebió el sabor de este se volvió magistral y ya iba por el tercero cuando de repente entró una chica. La sangre despertó el instinto depredador del vampiro haciendo que controlarse fuese complicado, la recién llegada estaba impregnada en ese olor. ¿Tenía heridas? Posiblemente. O quizás se trataba de una asesina, en ese entonces el mundo estaba lleno de gente rara.

Miró disimuladamente hacia ella. En un principio pensó que no se comparaba a la mujer de cabellos castaños, pero no pudo evitar pensar que realmente era bella. Un cuerpo esculpido, casi como si se tratase de un ángel, cabellera roja y un tamaño que Ryan consideró digno de un duende. Al menos eso pensó. Se trataba de una chica más, entonces, ¿por qué debía fijarse en ella? Sonrió hacia sí mismo. Constantemente visitaba diversos bares, de todo tipo, y siempre, pero siempre, sucedían cosas extrañas; desde peleas hasta fugas por encontrarse en un bar infectado de marines.

Debía recorrer toda la isla y para eso necesitaba más información. Llegó hasta ese lugar por recomendaciones, y hasta ese momento le gustaba mucho. Si lograba cambiar el mundo, y tuviera que elegir un lugar donde vivir, seguramente sería ese aunque el calor no le gustaba mucho. Tal vez un sitio helado era la mejor opción, pero siempre pensó que eran zonas muy desmotivadas y que jamás hacían buenas fiestas. Tal vez él debía cambiar ese aire fiestero que siempre llevaba calcado en la sonrisa.

–¿Cómo puedo viajar de “roca en roca”? – preguntó de repente Ryan.

El hombre de piel morena lo miró sorprendido. Todos los habitantes sabían cómo viajar, no así el extranjero que estaba sentado frente a Baldür.

–Vaya, sí que eres nuevo en esto, ¿verdad? – sonrió cálidamente – No te preocupes, es realmente sencillo. En Baltia contamos con aves gigantes que usamos como medio de transporte. Puedes pedir una en el puerto de la ciudad.

Debo viajar, pensó inmediatamente. A primera vista inspeccionó el pequeño pueblo y no pudo descubrir ningún puerto, entonces, solo quedaba la opción de que tal lugar se encontraba en una zona mucho más concurrida, algo así como una ciudad. ¿Qué tan lejos podía quedar? Recordó que se encontraba en un valle, una hermosa llanura con árboles realmente altos y muy hermosos; las hojas de estos se intercalaban entre colores verdes, amarillos e inclusos algunos rojos otoño.

Lo mejor del bar era sin duda alguna el balcón que había en el segundo piso, eso fue lo que comentó el dueño del bar (quien era el mismísimo Baldür). Desde allí, sentado en alguna banca, se podía observar un mar de nubes, el viento te acariciaba dulcemente el rostro mientras tu vista se deleitaba con el inmenso paisaje cubierto de árboles. Sin embargo, como dijo él, el pueblo en donde se encontraban no era la zona más alta y que para viajar y pasar de “roca en roca” debía subir y seguir subiendo.

–Si partes en este momento, probablemente llegues al ocaso.

Ryan vio su reloj y eran recién las dos de la tarde, eso solo podía significar que se trataba de un vasto recorrido. Quizás la mejor opción era dormir de día y viajar de noche donde su vista trabajaba mejor y el sol, además del calor, no lo incomodaban constantemente. Al comentarle que pensaba viajar de noche, el rostro de su nuevo amigo se colocó serio y férreo como una roca. “Ladrones”. Sí, eso fue lo que escuchó. Los ladrones concurrían el valle para robar, en su mayor medida, a los extranjeros, pero tampoco descartaban a los pobres residentes.

No le asustaba en lo absoluto tener que enfrentarse a un par de simples ladrones. Estaba acostumbrado a lidiar con cosas más peligrosas, para un conocedor de la muerte eso no significaba reto alguno. Pero la expresión del hombre no cambiaba.

–Por tu bien, es mejor que partas a primera hora. El viaje estimado, por lo general, es de unas ocho horas caminando.

–Entiendo, pero no me gusta viajar de día. Lo encuentro incómodo... El calor, el sudor y todas esas cosas. No van conmigo. ¿Tú qué opinas?

Miró hacia su lado y se encontró con la muchacha pelirroja que entró, aquella que llevaba el olor a sangre en su cuerpo. Para un humano hubiese sido normal, ni siquiera se habría dado cuenta, pero para un vampiro... Las cosas cambian.
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