Guerra de pandillas [Libre][Pasado]

El lugar se quedó en silencio luego de que la puerta se abrió bruscamente. Un tipo vestido con una camisa roja, pantalones negros con tirantes y botas de cuero, avanzó hasta colocarse delante de un grupo de hombres bebían en la barra. El sujeto que llegó no venía solo. Seis tipos más lo acompañaban vestidos de la misma forma que él. Algunos empezaron a marcharse de la taberna y otros se quedaron como espectadores curiosos. El grupo de amigos que bebían sus espumosas cervezas se volvieron para ver a los recién llegados. Los que habían estado bebiendo vestían con camisetas blancas con las palabras “Blanco y negro” grabadas en sus pechos, pantalones jeans y zapatos deportivos blancos.

- ¡Beni, hijo de puta! – dijo el que parecía ser el líder de los recién llegados - ¡Te metiste con mi hermana, pagaras por eso!

- Cálmate, galán – dijo el sujeto de cabello rubio bien aceitado -. Todos saben que tu hermana es una puta, ni que le hubiera quitado la virginidad.

Sus compañeros rieron, mientras que uno de los que lo acompañaba tomó con su mano un recipiente de vidrio y lo rompió sobre la cabeza del líder del otro grupo. La sangre brotó de la herida y los integrantes de ambos grupos se abalanzaron los unos contra los otros, gritando y golpeándose. Alguno de los espectadores se veía inmiscuido y decidía participar defendiendo a uno de los dos grupos. Pronto más de 20 personas luchaban entre ellas frente a mí.

- ¿Por qué será que cuando llegó a un lugar, hay problema? – me pregunté en voz baja mientras me agachaba para que una botella de licor no me diera en la cabeza.

Me encontraba en Sicilia, haciendo turismo por muchos de sus lugares que, aunque industrializados, seguían teniendo su encanto. La gente parecía ir a su bola y no prestarme mucha atención, así que decidí aprovechar y entrar a una taberna en busca de algo de agua, ya que el paseito me estaba dando una sed increíble.

*¡AGH! Que asco de lugar, todos son tan pedantes y es todo tan toxico que solo quiero arrancarles la cabeza y hacer sushi con ellos.

*¿Solo ves lo malo o que? Puede que esté algo sucia sí, pero las plazas centrales son muy bonitas con animales y más cosas.

*¿Quieres que termine de odiar totalmente este sitio o que?

El ambiente del lugar no ayudaba mucho a Flowey y lo que pasó a continuación ayudó aún menos. Un grupo de macarras empezó a meterse boca en lugar hasta que una persona rompió una botella en la cabeza a otro. En nada menos, se formó un gran barullo en el lugar y la gente que por ahí estaba empezó a unirse a cada uno de los bandos.

*¡Vaya! ¡Parece que esto se anima!

*Agh, ya me ocupo de esto.

Unos cables salieron de mis dedos y dí un golpetazo con ellos al suelo, provocando un gran estruendo que silenció momentáneamente el lugar y la gente se quedó mirándome mientras terminaba mi vaso de agua y me daba la vuelta.

-No hay remedio con la gente así... Susurré para mí.

-Parad de pelear ya como niños pequeños y explicadme la situación, por favor. Dije con una cara seria y decidida.

*Me hubiera gustado probar la armadura que recibimos por aquella misión. No hice mucho caso a Flowey y me quedé esperando la respuesta de alguien.

En mi mesa, había una fuente con unos pequeños cuadraditos de queso bañados en una salsa caliente que desprendía un agradable olor. Pinché uno de ellos con un pequeño cerillo de madera y lo llevé a mi boca. Estaba exquisito. El griterío continuaba y los golpes se repartían de aquí para allá. Sin darme cuenta alguien exclamó una orden para que todos se detuvieran y fue muy extraño que en ese preciso momento todos dejaran de pelear. Una especie de... cabra pequeña parlante, vistiendo ropas comunes estaba de pie mirando a todos los presentes. De sus dedos brotaban largas extensiones de lo que parecían ser una material extraño. “Creo que no debiste haber dicho eso”, pensé fijando mi atención en tan particular ser. Los hombres se miraron los unos a los otros y se separaron por un segundo, solo para tomar una clara actitud peligrosa contra el pequeño ser. Absolutamente todos los hombres sacaron de sus cinturas pistolas con las que apuntaron a la pequeña cabra parlante. Llevé mi mano derecha a la empuñadura de mi katana izquierda mientras con mi mano derecha cogía una taza de té que me habían servido antes y bebía un sorbo.

- ¡Quien carajos te has creído, pequeña bestia del infierno! – gritó uno de los líderes que antes había estado luchando.

- A ver ustedes, manada de inútiles. Dejen de comportarse como niñas – dijo una voz grave desde algún lugar.

En la puerta se habían hecho presentes un grupo bastante peculiar de tipos vestidos con trajes negros, camisa blanca y lentes oscuros. Todos los tipos de la taberna, parecían haber entrado en un estado de nerviosismo porque poco a poco, fueron guardando sus armas y regresando a sus lugares. Un hombre de pequeña estatura, con cabello ensortijado a los costados de su cabeza, con un bastón en el que apoyaba ambas manos fue caminando despacio desde la puerta hasta quedarse de pie en medio del lugar.

- Don Lucani – dijo el tipo que antes le había gritado al pequeño niño cabra -. Estábamos resolviendo un problema, lamento haberlo molestado con mis acciones.

- Hay muchacho, si no fueras hijo de tu padre, ya estarías nadando en el mar con una piedra atada al cuello – el hombre pequeño golpeo el suelo con su bastón- . Llévate a tu grupito a otro lado y no vuelvan a causar problemas.

El grupo de camisas rojas se marchó inmediatamente con un notable nerviosismo. El otro grupo se quedó tratando de ayudar a su líder quien sangraba por la cabeza.

Parece que poco después de dar la orden la gente se encaró hacia a mí, mientras que eso pasaba y la gente sacaba sus pistolas lentamente, yo dirigí mis manos hacia los mangos de mis espadas mientras mantenía una mirada segura, total, tenía a mano el llavero de mi armadura dreagnaut por si la cosa se ponía fea. Justo cuando iba a desenvainar y mi electro estaba chispeando por todo mi equipo un grupo de personas trajeadas y la gente que me amenazaba se calmó súbitamente.

Tuvieron una corta conversación y el tío que me encaró se fue con el rabo entre las piernas, es una pelea que me ahorraba. Solté mis espadas y me dirigí hacia la persona que estaba sangrando atravesando la multitud de gente que había por ahí.

-¿Estás bien? No debiste insultar así a alguien, pero lo que ha hecho ese hombre es inhumano. Ven, deja que te eche una mano. Tras eso metí mi mano en el bolsillo y saqué un vial regerativo, no creo que yo fuese a darle mucho uso y esa herida parecía grave.

-Ten, te sentirás mejor. Aunque... solo lo usaré si me juras que no lo volverás a hacer. El hombre entre gritos de dolor y quejidos asintió y derramé un vial sobre el, instantáneamente la herida desapareció y con ella el dolor.

Una vez terminado el barullo, simplemente pedí un refresco en la barra y me senté en una de las mesas que había en el local, las cuales no estaban llenas de dientes rotos o con sillas destrozadas y simplemente me limité a descansar y atender a lo que pasase, por si había que volver a la acción, ya que el hombre bajito con traje y sus guardaespaldas... no me daban ninguna confianza.

Seguía sin hacer absolutamente nada y solo me limitaba a mirar lo que estaba ocurriendo frente a mí. El chico que parecía una cabra ayudo al herido y luego se marchó a la barra. No me imaginaba que un habitante de los Mink podía estar tan lejos de su propia tierra. Uno de los hombres vestidos de negro se fue acercando hasta donde estaba yo. Lo miré cuando se detuvo justo frente a mi mesa. Era un enorme mastodonte de piel clara, con lentes oscuros y un bigote pequeño.

-El señor Lucani desea tomar una bebida. Quiere tu mesa – dijo colocando sus manos sobre la mesa.

No le hice caso y seguí comiendo los pequeños aperitivos que estaban en la mesa. El hombre pareció molestarse y golpeo la mesa con fuerza.

-Te he dicho que queremos tu mesa – repitió con un tono de voz claramente agresiva.

Seguí ignorándolo, lo cual generó que las venas de la cabeza se le hincharan y su cara adquiriera un color rojo de la rabia. Lanzó un golpe en mi dirección y lo bloqueé con mi katana enfundada. Me puse de pie rápidamente y le di un golpe muy rápido en el estómago. Cayó de rodillas y un hilo de saliva se le escurría por la comisura labial derecha. Rápidamente fui rodeado por más de esos tipos de traje.

-Alto – dijo el pequeño hombre apareciendo frente a mí.

Lo miré a los ojos y sentí su clara malicia. No me gustaba para nada su sonrisa.

-Solo quiero tomar una bebida, joven viajero. Lamento que mis hombres sean tan molestosos.

No le respondí y me limite a tomar mis cosas para marcharme. Salí de entre el grupo de hombre que me había rodeado y me acerque a la barra para pagar la cuenta. El encargado estaba bastante nervioso y no parecía reaccionar a todo lo que había pasado en tan solo unos momentos. Deje el dinero sobre el mostrado y me coloque la guitarra sobre la espalda. Me giré y me marché del lugar sin volver a mirar atrás. Como odio a esos tipos, pensé mientras caminaba por la calle que me había llevado a la taberna. Era necesario que buscara otro lugar para poder estar tranquilo y que no tuviera tanta gente como ganas de matarse entre ellos.

Los matones de aquel tipo se dedicaron a molestar al espadachín con guitarra que había en una mesa de atrás y este se mostró impasivo, aunque derrumbó a un matón de un golpe con la funda de su katana cuando este empezó a gritarle.

No tardó mucho en recoger sus cosas y largarse, ese hombre tenía un aura de misterio a su alrededor bastante curiosa, me llamaba la atención.

*Solo es un don nadie mas que maneja un arma dijo Flowey, aunque yo no pensaba igual. Me apresuré a pagar mis cosas, me levanté de la barra y salí a la calle junto aquel tipo.

-¡Oye espera! Dije mientras me acercaba a el, -Ha sido bastante guay como le has plantado cara a aquellos mafiosos, mi nombre es Asriel y el tuyo? Dije a esperas de su respuesta.

De pronto, como si tratara de alguna especie de maleficio extraño, escuché la voz de alguien y vi al pequeño ser oveja acercándose a mi mientras estaba caminando en la calle. Lo observe por un momento con un poco de cuidado, pero luego de algunos segundos decidí que no representaba algo de peligro o al menos esperaba que no lo fuera.

- Creo no deberías ir de aquí por allá pequeño Mink, a la gente podría interesarle tenerte de mascota.

Le sonreí y luego llevé mi mano derecha al bolso que llevaba detrás de mi cintura. Saque una pequeña bolsa con galletas redondas que me gustaba comer siempre para pasar el rato, era quizá uno de los viciosos que podía adjudicarme.

- ¿Te interesa acompañar?, debo hacer algo antes de que anochezca y un poco de ayuda no me vendría mal - dije moviendo la cabeza de un lado a otro en gesto de pensativo para recordar lo que tenía que hacer.