Zuko el héroe

El sargento se ajustó la corbata del traje, algo incómodo. La última vez que llevó un traje completo fue en su última misión como Cipher Pol. Sin embargo, lo que llevaba en esta nueva ocasión, no se parecía en nada al traje oscuro de tres piezas que solía llevar entonces. Aquella vez llevaba un traje azul claro a rayas sobre una camisa blanca, con una corbata a juego con la americana. Suspiró, nervioso. Más de una vez su mano fue directa a su bolsillo, buscando un paquete de tabaco inexistente.

“¿Dónde…?” -se preguntaba, confuso -”Ah, ya… esa recluta me hizo quemarlo…”

Chasqueó la lengua, algo enfadado. Aunque en el fondo estaba agradecido por el pequeño empujón que le habían dado para dejar el tabaco. Por primera vez en mucho tiempo, la misión que le habían mandado no era un ataque, ni tampoco vigilar o patrullar cierta zona. Tenía que motivar a un grupo de nuevos reclutas recién graduados en el South Blue. Un discurso público.

“Tranquilo… tranquilo…” -se repetía a si mismo sin parar.

Se encontraba detrás del escenario montado en las afueras de Villa Furigana. Una enorme pantalla de televisión detrás de un escenario de madera, donde se vería en grande a quien estuviera hablando en el escenario. Zuko podía escuchar el gentío y como el Capitán del cuartel le hablaba al micrófono, siendo su voz amplificada. Frente al escenario estaban los jóvenes reclutas y alrededor civiles observando con orgullo el evento. Aunque el sargento pudo ver a un par con rostros de enfado.

“No a todo el mundo le caen bien los marines…”

—Recuérdame, Sargento mayor… -preguntó Zuko al marine que le estaba colocando un micrófono con auricular en el oído -¿Por qué yo?

—Fuiste el primero de tu promoción. El más rápido, más fuerte… Eres más fuerte que varios capitanes, y sigues siendo sargento. Supongo que el capitán quería darte un pequeño empujoncito para que empieces a ponerte las pilas.

Zuko suspiró. No le gustaba hablar en público. ¿Qué iba a decirle a esta gente para motivarles? No era como si fuese un tema presente en sus pensamientos. Él simplemente actuaba, no pensaba en el por qué. Ni siquiera le había dado tiempo a prepararse nada y, cuando se lo dijo al capitán, solo recibió por respuesta un “improvisa”.

—Aunque… yo creo que hay un motivo más.

—¿Un motivo más?

—Sí. Creemos que una banda de piratas planea atacar el evento. Si algo ocurre tal vez tu presencia sea útil.

El chico asintió. Aquel dato adicional le hizo pensar que tal vez no sería tan malo asistir a aquella peculiar misión.

—… y ahora -resonó por los altavoces- alguien que dedicará unas palabras a vuestra graduación. ¡El sargento Zuko Kasai!

Los reclutas empezaron a aplaudir. El dragón tragó saliva y se dirigió a las escaleras para subir al escenario. Vio por el rabillo del ojo como aparecía él mismo en la pantalla, caminando hacia el atril. Se puso frente a este y los aplausos cesaron. Un leve pitido en su oído le indicó que su micrófono había sido encendido.

—Buenas tardes -su voz fue amplificada-. Antes de unirme a la marina yo...

—¡Cuidado!

El sonido de un disparo llenó el aire. Zuko sintió un fuerte impacto y dolor en el abdomen justo antes de que el capitán lo embistiera y tirara al suelo. Se llevó las manos al abdomen, donde sentía aquel dolor. Sangre. El capitán se quitó de encima suya enseguida, mirando la herida. Después, miró hacia atrás.

—¡El tirador está entre los árboles! ¡Buscadlo!

El dragón escuchó como los marines se levantaban de sus sillas y empezaban a correr, directos a los bosques que rodeaban la villa y a los civiles volver corriendo a sus casas. El chico se levantó haciendo una mueca de dolor.

—No te preocupes… -le dijo al capitán cuando vio su rostro preocupado-. Puedo aguantar el dolor.

—Holaaaa. ¿Se me oye? -sonó por los altavoces.

El sargento se giró y vio, en la enorme pantalla, a una persona. Un hombre de mediana edad con el rostro lleno de cicatrices cosidas y el pelo totalmente verde, casi parecía falso. El extraño hombre tenía una sonrisa de arrogante satisfacción en el rostro.

—Veo que si. ¡Saludos! Soy un pirata. Mi nombre es Scy F. Ictyon, recompensa de… ¿cuánto era, capitán?

—Cincuenta millones… -dijo el capitán marine entre gruñidos.

El pirata soltó una fuerte risa de loco que hizo a Zuko estremecerse.

—Así es. Puesto que vosotros habéis traído a vuestra… mascotita dragón para proteger vuestro eventito… yo he querido crear algo para contrarrestarlo. ¡Mirad!

Un potente rugido se oyó tras ellos. Se dieron la vuelta y vieron a lo que el dragón tan solo podía describir como un monstruo. Increíblemente musculoso y de dos metros y medio de alto, de piel oscura y mirada perdida. Aquella cosa era humana. O lo fue alguna vez.

—Tal vez tú no lo sepas, dragón, pero yo… soy un científico. Y eso que tienes delante es mi última creación. Lo llamo… lo llamo… ¿cómo era? Bueno, lo he olvidado. Lo importante es que está diseñado para soportar el máximo de tu fuerza, dragón. He estudiado todos tus casos y misiones. Esta criatura es resistente, ignífuga y además… Tiene el poder de una fruta del diablo. Es… una fruta artificial que creé, pero será suficiente… cada golpe que le des… será absorbido. No importa cuánta fuerza pongas, la absorberá. ¿Quieres probarlo?

Zuko gruñó con la mano en la herida. Se colocó en posición y, sin previo aviso, desapareció frente a los ojos del capitán, utilizando el soru. El dragón reapareció frente al monstruo y, con un grito por el esfuerzo, descargó un potente puñetazo con toda su fuerza a su estómago. La bestia no se movió.

—¡Ya lo ves! -gritó el pirata entre risas-. Mi pequeño te matará y después arrasará con la villa. Es… sencillo, ¿no crees?

Y, tras una última risa, apagó la pantalla. El dragón maldijo, mirando al monstruo que parecía respirar con dificultad. A su alrededor estaban los reclutas marines que habían vuelto del bosque, desistiendo de su búsqueda. Uno de ellos desenfundó un sable y empezó a correr hacia el monstruo.

—¡Para! -gritó Zuko alzando un brazo hacia el recluta, que se detuvo. Su voz aún resonaba por los altavoces-. Esta cosa está hecha para aguantar mi fuerza, si intervenís os matará. Manteneos alejados. ¡Capitán! -se giró hacia el escenario-. Busca a ese bastardo. Yo acabaré con el monstruo.

El capitán asintió y se marchó. Varios reclutas fueron con él, otros decidieron quedarse a ver el espectáculo. El monstruo parecía clavar su mirada en el sargento e ignorar a los reclutas. Seguramente tendría unas órdenes muy claras sobre a quién atacar y cuando. Si Zuko perdía iría contra la villa. No podía permitirse perder.

Dirigió un fuerte puñetazo al pecho del monstruo, que lo recibió sin inmutarse. Aquella cosa empezó a mover sus brazos, de forma tosca y lenta, intentando atacar al ágil dragón que, a pesar de su herida, parecía aún ser capaz de moverse. El chico lanzó varios ataques dirigidos a distintos puntos, para comprobar si alguno de ellos no podía absorber bien los golpes. Cabeza, hombros, brazos… cada golpe soltaba una onda expansiva de fuerza que abrumaba a los presentes, pero la bestia no se movía un solo milímetro.

—¡CAETE YA! -gritó, amplificado por el micrófono que llevaba.

Una punzada de dolor lo hizo distraerse. El monstruo aprovechó y lanzó un potente puñetazo directo a la herida de bala. Zuko gritó y cayó hacia atrás, volando varios metros y chocando contra suelo de espaldas. Intentó levantarse, temblando ligeramente y maldiciendo para sus adentros. Podía oír los pasos de la gigantesca bestia caminando hacia él.

—¡Vamos, sargento Zuko! -gritó un recluta -¡Tú puedes!

A la voz del recluta se le unieron más y pronto todos estaban gritando y pidiéndole que ganara. Zuko se levantó frente al monstruo y llevó un puño hacia atrás, para luego soltar una enorme oleada de llamas contra el monstruo. La bestia salió de entre el fuego, intacto. No podía dejar que aquella cosa atacara la villa.

—¿Aún está vivo? -dijo la voz del pirata tras él. Había vuelto a la pantalla-. Mátalo para que podamos empezar la masacre, va.

Zuko lo ignoró y, con un grito, saltó contra el monstruo, provocando que los ánimos de los reclutas aumentaran. El dragón empezó a golpear, encadenando puñetazo tras puñetazo, sin parar al monstruo. Cada golpe descargaba una onda expansiva a su alrededor, fruto de la enorme fuerza del dragón.

—¿Es qué estás sordo? -decía el pirata-. ¡Puede absorber tus golpes!

—¡Exacto! -la voz del dragón por los altavoces silenció durante un momento al gentío-. Absorbe la fuerza, no la anula. ¡Eso significa que debe haber un límite de lo que puede recibir!

El dragón empezó a acompañar los golpes con haki, mientras golpeaba con toda su fuerza. Los ánimos y vitoreos volvieron. El monstruo empezaba a retroceder y cada golpe que recibía empezaba a afectarle cada vez más. La bestia volvió a dar un fuerte golpe a la herida de bala y Zuko retrocedió, aguantando el dolor. Entonces dio un fuerte golpe al monstruo en la cara. Aquella vez no pudo resistirlo.

El dragón dio una fuerte patada en la barbilla de aquel monstruo cuando su cabeza se movió a un lado por el puñetazo. La bestia salió disparada hacia arriba por la potente fuerza del sargento. El marine empezó a subir utilizando el geppou a toda velocidad hasta ponerse por encima del monstruo. Entonces, con ambas manos, golpeó con todas sus fuerzas el cuerpo del ser. La bestia se estrelló contra el suelo, levantando polvo y creando grietas en este, hundiéndose en un agujero. Zuko aterrizó a su lado y lo comprobó. Ya no podía moverse. Había vencido.

—Un miembro de la marina… -dijo entre jadeos-. Siempre debe ganar para proteger a los débiles y defender la justicia… incluso cuando todo está en su contra.

Y cayó de espaldas, afectado por el dolor del balazo y los golpes. Zuko pudo escuchar como alguien llamaba a un médico y la total falta de voz del pirata, el cual parecía haber cortado la conexión al ver que su creación perdía. Sin aquel monstruo ya no podían ganar. La villa estaba salvada.

Ha sido todo un poco... Plus Ultra... Pero bueno. Cuando te despiertas en el hospital to'masacráo el capitán que te acompañaba está ahí, a tu lado. Te dice que los testimonios de todo el mundo te han hecho hueco en el evento. Tú te quedas con cara de gilipollas, pero eso: estás invitado, PLUUUUUS UUULLTRA.