Un brindis por los caídos [Diario de evento]

- ¿Cómo es posible que no te hayas enterado? – inquirió estupefacto uno de los iniciados al recientemente ascendido agente auxiliar– El señor Lochver te hizo llamar a su despacho hace ya al menos una hora, estás acabado.

Dretch Buerganor hizo una mueca al escuchar la noticia. La cara colorada, el rictus desolado de su boca y su mirada fría dejaron entrever que algo feroz venia de muy adentro y no iba a quedarse ahí. Hubo un silencio cortante que se expandió por el aire y el agente decidió que era hora de que se vieran las caras de nuevo.

Las ojeras alrededor de su ojo sano parecían más profundas sobre su pálida piel; imágenes confusas de su adiestramiento en la Cipher Pol se mezclaban en su cabeza con el blanco de las paredes estucadas del edificio de la agencia mientras cruzaba el corredor hacia el despacho del señor Lochver.

Se detuvo un instante en el umbral, maldijo al gobierno y se quedó allí, con su rencor abierto. Dretch miró el picaporte de la puerta del despacho, se sacó una de las manos de los bolsillos de la gabardina y la hizo girar despacio sobre el pomo.

El despacho del señor Lochver impresionaba. Grande, de techos altos con las paredes repletas de títulos y fotos de personas influyentes del North Blue posando junto a Ledon Lochver. Aquella habitación representaba la completa ausencia de humildad de su jefe, un auténtico cretino. Ledon se encontraba sentado en un cómodo sillón junto a su escritorio. Apenas había cambiado en un año, seguía siendo el mocoso delgado, fibroso, vestido también con esa suerte de cuidada elegancia que otorga el ir siempre al mismo sastre. Continuaba aparentando unos dieciséis años y su rostro aniñado y pálido irradiaba una luz mortecina como si se aplicara polvos de talco, lo que le producía una expresión helada y calmosa.

Ya había trabajado con Ledon Lochver en el pasado, se trataba de un tipo petulante con rasgos de megalómano. Hacia un año había trabajado de igual a igual junto a él y otros agentes en la secreta Operación Wanglong, pero por azar del destino este había sido ascendido a líder de división. No era ningún secreto para el resto de la agencia la animadversión que estos dos sujetos se profesaban mutuamente. Ambos habían sido discípulos del antiguo líder de la división, el infame Renred Zargdrun.

- Toc toc – bromeó Dretch al entrar – Lamento haberte dejado tirado, bueno no, realmente no lo lamento. Salí afuera-  dijo apoyándose sobre el marco de la puerta.

- ¿Qué habías salido? ¿Para qué? – Preguntó su superior con cierto desdén.

- ¿Para qué iba a ser? Ahora soy un agente auxiliar tengo varios equipos a los que apoyar, ya no trabajo solo. No puedo servir al estado si estoy aquí lamiéndote el culo.

- Eres… eres… - tartamudeo Ledon, empalideciendo – ¡Eres un traidor! ¡Haré que te fusilen! ¡Lo haré yo mismo! ¡Tendrás tantos agujeros en el cuerpo que parecerás una malla de rejilla!

Dretch respondió con una sonrisa.

- Como líder de división que eres, tienes derecho a intentarlo – dijo mientras mostraba una larga aguja de ganchillo – pero harías bien en recordar lo que sucedió la última vez que intentaste ponerme la mano encima.

Las palabras cayeron sobre Ledon como un latigazo. Se estremeció de rabia animal, pero logró sobreponerse a las provocaciones de su invitado. Ledon era un digno sucesor de Renred, otro asesino psicópata más.

- Estas suspendido de empleo y sueldo hasta nueva orden, puedes retirarte.

Sin embargo, el agente no se movió de la puerta.

- ¡Ah! Pero se lo de Khikahan – Dretch alzó un dedo con gesto de advertencia –  Ese hombre es todo un prodigio, pero ambos sabemos que no es el adecuado, Lochver. Creo que nuestro mutuo odio puede beneficiarnos en este caso – cruzó los brazos – Necesitas a un agente que represente a nuestra división ¿Me equivoco?

Ledon se irguió en la silla.

- Así es ¿Y qué? ¿Acaso sabes cual es su misión?

Dretch se encogió de hombros.

- Entré en la Chiper Pol para convertirme en un héroe y no me importa morir si es por aquello que juré proteger, la buena gente. Tú estás ansioso por orquestar mi muerte, te estorbo. Da la impresión de ambos tenemos algo que ofrecernos.

Ledon gruño de impaciencia.

- Ve directamente al grano plebeyo ¿Qué propones?

- Borra a Khikahan y elígeme a mí en su lugar, ambos sabemos que si me envías allí de alguna u otra forma me perderás de vista para siempre. Tanto si te equivocas, como si aciertas con mi elección siempre saldrás beneficiado.

- Tu ni tan siquiera dominas el rokushiki y eres un indisciplinado, ni lo sueñes. Supón que hago que te encierren y te torturo hasta que estés dispuesto a pedirme perdón por decirme como tengo que hacer mi trabajo ¿Qué te parece mi contraoferta?

Dretch rió.

- Ya he visto como practicas la “elocuencia”, Lochver, y no es el tipo de cosa de la que uno llega a recuperarse del todo. Supongo que tendré que estar en la mejor forma física posible si tengo que defender los intereses del Gobierno Mundial. Lo único que pido es un servicio sencillo, el acuerdo redunda claramente en tu beneficio ¿No me habrás empezado a coger cariño?

El noble se frotó el mentón con aire pensativo, pero en la expresión de sus ojos Dretch vio que el líder de la división ya había tomado una decisión.

- Que así sea – declaró Ledon – Pero con una condición.

- Muy bien, pero pondré otra condición, a cambio.

- Independientemente del resultado de la misión jamás volverás a poner un pie en el North Blue. Si no mueres y regresas me encargaré de que el resto de los agentes te vean como el traidor que realmente eres.

Dretch asintió.

-  A cambio, quiero una recomendación por escrito de tu puño y letra para poder entregar a mis superiores, no escatimes en halagos.

Ledon también sonrió.

- Inteligente. Muy bien así se hará ¿Sabes? Debimos de haber acordado tu muerte mucho antes.

- Ni lo menciones, jamás pensé que acabaría estando de acuerdo contigo en algo... – Dretch confió en la palabra de su jefe. Si este último no se la jugaba, al fin tendría la oportunidad de brillar con luz propia en la organización, aunque realmente no tenía ni la mas remota idea de donde se estaba metiendo.