Lo que se habla en la mesa, se queda en la mesa. (privado pasado Murasaki - Andy)

- Valla, al parecer esta es mi noche de suerte

Era una noche muy hermosa en el mar del norte. Un cielo rebosante de brillantes estrellas, un viento suave y delicado con un delicioso olor a mar, más un comodín que Andy lo disfrutaría más que nadie, el silencio.

¿Silencio en un restaurante? ¿Acaso esto es posible? Claro que sí, puesto que en una noche como está el Cheff Nadador se encontraba vacío en su totalidad. El hermano mayor se adentró en el lugar mientras buscaba un lugar adecuado donde sentarse y disponer de una deliciosa cena. De pronto uno de los mesoneros de local se acercó al pelilargo, dio una elegante reverencia, sonrió y le entrego en sus manos lo que parecía ser un folleto de algo nuevo que implementaron en el restaurante.

-¿Comida al aire libre? - Pregunto Andy con curiosidad, se le notaba algo interesado

-¡Así es joven! vera usted, en los días anteriores habíamos mantenido el lugar cerrado por motivos de remodelación, en el Cheff Nadador hemos decidido modificar el último piso… bueno modificar es una palabra algo sofistica para algo tan simple como derrumbar, dejar todo despejado y colocar decoración, con el propósito de que nuestros clientes puedan disfrutar de noches como estas mientras disgustan su comida.

- Nada mal - dijo Andy sonriendo al terminar de escuchar la explicación de aquel amable hombre - Por favor, me gustaría disgustar mi comida en una de estas mesas y si es posible que la noche comience con una buena botella de sake, luego veré que disgustare para comer en la cartilla.

-¿No es muy joven para beber sake joven?

-Tengo más edad de la que aparento…

El mesero le indico el camino que debía seguir para llegar al último piso, mientras subir por la escalaras repasaba en su mente todo lo que había transcurrido en los últimos 40 años de vida. Se preguntaba a si mismo cuando su madre se manifestaría nuevamente con información de sus otros 3 hermanos, pero lo más seguro que hoy no era ese día… ¿o tal vez si?

Al llegar al último piso se encontró con una puerta la cual este abrió, era una azotea donde se podían contar unas 10 mesas. Andy no dudo mucho y se dispuso a sentarse en la mesa del medio, pero mientras avanzaba, en una de las mesas se encontraba un periódico del día de hoy, este lo tomo y se dispuso a leerlo para mantearse informado de los acontecimientos del mar del norte, mientras estaba sentado en todo el centro del lugar con ambos pies montados sobre la mesa uno sobre de otros.

El mundo tiene lugares increíbles, sin duda. Da igual cuanto viajes, da igual cuan lejos llegues, siempre habrá algo que pueda sorprenderte. Y ese había sido el caso para Murasaki y sus acompañantes. Se encontraban volando por los cielos del North Blue, siguiendo su viaje sin un rumbo fijo. Ya habían visitado el lugar en que muriese Byakuro, "devolviendo" al fin la prenda que le hubo prestado en su día. Le hubiera gustado poder darle su chaqueta en persona y no simplemente elegir un lugar en el que dejarla, en su memoria. El cazador ya llevaba más de dos años muerto. Pero el pasado es pasado y ahora ella estaba luchando para superarlo. Lo que no esperaba era que en ese camino, acabarían en una isla flotante.

Las plateadas alas de la dragona brillaban con cada rayo de luz solar que chocaba contra sus escamas, preciosas. Era como una cadena de joyas que se iba moviendo de forma rítmica. Se movía en el cielo a gran velocidad, pero no la suficiente como para que Mura no pudiese escucharse hablar a sí misma mientras contemplaba el enorme restaurante flotante.

-Sabéis... Cuando era pequeña y me aburría de las lecciones que me daban con Keima de tutor, preguntaba sobre lugares del mundo y a veces me contaba historias sobre islas flotantes. Solía contestarle que era un mentiroso y el se reía.- Una sonrisa nostálgica se dibujó en su rostro mientras los recuerdos se pasaban por su mente. -Es irónico que dijese esto y acabase viviendo en una isla llena de dragones, unicornios e hipogrifos.- comentó antes de dejarse caer levemente sobre el cuello de su querida Sumire y esta aceleró al notar el movimiento hecho por Mura. -Vayamos a ver que sorpresas nos depara este lugar.-

Tardaron poco más de cuarto de hora en alcanzar la cúspide del lugar, sorprendiendo a algunas de las personas que se recreaban en aquella enorme construcción gigante. Como si fuese tan raro ver a una persona volando. ¿Cómo habían llegado ellos si no? En fin. Una vez se alcanzaron lo que parecía una azotea preparada para una agradable comida, la dragona cambió de forma, dejando caer a Mura con Nala en brazos, antes de agarrarla, rodeandola por debajo de los brazos para dejarla cerca del suelo. Mura puso a la canida en el suelo también y las tres se internaron en el lugar, sorprendiendose al descubrir que era un restaurante.

-Bueno, ya que estamos aquí...- Tanto la niña en que se había transformado Sumire como ella sonrieron y pidieron una mesa fuera y comida en abundancia, así como un sitio cerca del escenario. Por lo visto ese día tenían un evento de karaoke y, obviamente, la pelinaranja quería participar.

No tardó mucho en devorar completamente el contenido del diario que encontró unos momentos atrás cerca de él, nada del otro mundo: guerra civil, reina desaparecida, locos sedientos de poder, etc. Aunque en momentos como esos era lo menos importante, porque su apreciada bebida había llegado.

- Lamento la demora joven… aquí tiene lo que ordeno - Al terminar sus palabras, este coloco en la mesa una enorme botella de sake que ponía en su etiqueta un número que hizo que este hiciera un gesto de burla al leerlo, pues ponía el número 76, un numero que le recordaba una historia en especifico.

- ¿Sake número 76?

- Aquí en el Cheff Nadador tenemos la costumbre de enumerar las botellas de cualquier bebida que vendamos, nos ayuda con el inventario del cual me encargo yo.

- Entiendo perfectamente… y por favor ahórrese la cartilla, quiero un enorme bistec con papas fritas acompañado… además - este mira hacia arriba - yo creo que tendrá más clientes esta noche.

Los ojos no engallaban a nadie, un majestuoso dragón blanco había hecho acto de presencia realizando un aterrizaje tan perfecto como su misma apariencia. Acto seguido, el mesero que estaba atendiendo al joven pirata y las demás personas que se encontraban preparando el escenario para el evento, se quedaron perplejos al ver de quien se trataba cuando esa mujer se bajó de aquella criatura. No era ninguna ilusión, ese pelo naranja y ese rostro era inconfundible en todos los mares, era ella sin dudar a dudas. Pero Andy no se inmuto en lo absoluto, mantenía un respeto total hacia la persona que se encontraba en frente, un viento fuerte soplo en su dirección haciendo que su cabello bailara junto con este, este busco la mirada de la pelinaranja y compañía, si no conseguí el cruce de miradas, este solo desviaría su mirada hacia el cielo sin prestar mucha atención a las cosas que no le importaban, así era el… un egoísta.

-Yo si fuera usted, iría en este momento a darle el mejor servicio posible y ocuparía a todo el personal disponible para hacer sentir a los nuevos huéspedes como en casa, no creo que quiera ofrecer un mal servicio a alguien de la tripulación de Dexter Back - Dijo el hermano mayor abriendo su botella de Sake y bebiéndola muy tranquilamente - Mi comida puede esperar, valla allí y haga su mejor esfuerzo.

Acto seguido vio cómo su camarero salió a toda velocidad en dirección a sus nuevos clientes. Andy al observar como llegaban no menos de 10 personas para servirle a la pelinaranja sonrió y dio otro gran sorbo a su botella, desvió su mirada al cielo, era una noche fantástica que valía la pena observar.

Nada más poner los pies en el lugar, una serie de personas salió a su encuentro, todos ellos uniformados como camareros. La situación se había vuelto un tanto extraña y, en cierto modo, incomodo. No le gustaba que le prestarán atención, no de ese tipo al menos. Aunque entrando de la forma en que lo había hecho no podía excusarse. Supuso que iban a regañarla o algo por el estilo, sin embargo, no fue así. Pudo escuchar a alguien decir quien era, alzando sus felinas orejas y apartando la mirada hacia la mesa de un ¿chico? de cabello lacio y oscuro. Akane no creía conocerle, pero él a ella sí. Bueno, había estado presente durante el robo de ID, hacía poco tiempo, así que tenía sentido que supiese quien era pero...

-Creo que es la primera vez que me tratan como una celebridad... Ya podría ser por otro tipo de cosas.- Murmuró en una queja, para que Sumire la escuchase. Su rostro mostraba una cierta molestia, en parte por estar siendo atosigada. como si importase quien le tomaría nota. Con la vena de la cabeza hinchada, tras tres minutos de continuo parloteo sobre quien ocuparse de sus servicios, agarró el mango de su paraguas, trazando una semicircunferencia con él para que se apartasen. ¿Acaso no conocían lo que era el espacio vital? Después, suspiro y aparto su aparentemente inofensivo arma.

-Bien, les agradezco mucho su preocupación por nosotras. Pero no necesitamos tantas atenciones. Somo solo clientes normales. Así que si uno de ustedes fuese tan amable de darnos uno de los lugares disponibles en este momento y la carta para pedir, se lo agradecería muchísimo.- Dijo con una sonrisa en el rostro, estudiada. Eran las mismas sonrisas que tenía que poner cuando vivía con Keima por si la obligaba a acompañarle en sus negocios. -También quisiera saber que se va a celebrar...¿Se puede cantar de forma libre? Sí es así me gustaría poder participar.- Añadió, señalando al escenario. Llevaba tiempo sin realizar su profesión de cantante para un público amplío, menos en un bar o restaurante, así que le hacía ilusión poder alardear de su "talento" y de paso divertirse un poco.

No tardaron mucho en atenderla, tras confirmarle que quien quisiera subir podía, aunque por lo visto solía cantar siempre la misma persona. Bueno, hora de cambiar aquello. Le ofrecieron un asiento cerca del niño de antes, aunque si hubiese querido seguramente le hubieran cambiado el lugar a una de las parejas que había sentados cerca del escenario. Mura, sin embargo, rechazó la oferta. Con su oído mucho mejor que el de la mayoría, no necesitaba estar cerca para escuchar, y prefería un lugar más recatado. Al sentarse, saludo a su "vecino de mesa", antes de ponerse a mirar la carta. Pidió una buena cantidad de comida para ella y para sus pequeñas acompañantes y algo de licor, no muy fuerte.

Poca cuso divisar de la situación, puesto su mirada se desviaba de un momento a otro mientras pensaba en sus cosas. Para su suerte, pudo estar atento justo al momento que la dama le saludo, no perdiéndolas de vista hasta el momento que tomaron asiento. Este al ver el gesto, levanto su mano derecha y la coloco justo en su pecho a la altura de su corazón, inclinando un poco la cabeza y luego simplemente sonrió.

En sus guantes, para aquellos que gozaban de una buena vista podían divisar un nombre en cada una de las protuberancias de este: Andy.

Al terminar de responder a aquel saludo de la señorita, el gran hermano se reincorporo el mismo para luego dar un enorme trago a su botella de sake. Al vaciarlas este se la coloco sobre la mesa. Se quedó fijamente mirando el número que esta tenia grabado en ella, ese 76 sí que le traía bastantes recuerdos. Recordar “el porqué de todo su todo” solo le generaba más ganas de sonreír y sentir que todo saldría bien, es más, recordó un dato  importante.

- Mama siempre dice… que toda aquella persona de nuestra especia entenderá que tiene que comer en nuestra misma mesa, al escuchar esta canción - dijo mientras dio dos chasquido a sus dedos para que uno de los mesoneros le prestara atención. Señalo la botella, el mensaje era claro, Andy quería unas más - No soy el mejor cantante del mundo, pero permítame confirmar si las palabras de mama eran correctas…

El no observo a nadie más mientras decía aquello, sus ojos aún estaban puesto en su botella vacía en la mesa. Andy dio llevo la punta de sus dedos moviendo un poco su manzana de Adam mientras carraspeaba para aclarar su voz, este chico cantaría la estrofa de una canción en un todo que solos  ellos escucharían, el esperando que la mujer de cabello naranja entienda el mensaje, ambos somos lo mismo.





¿Ella podrá continuas con esta canción? ya lo veremos.

Akane escuchó atenta las palabras del chico, mientras esperaba pacientemente a que su comida fuese servida. Le pareció que hablaba de una forma... diferente a como estaba acostumbrada. Tal vez en un dialecto de la zona del norte que ella desconocía. Al fin y al cabo, la pelinaranja había estado en pocas ocasiones en aquel lugar. Por suerte eso no causó problemas para que comprendiese sus palabras. Aunque le dio mucha rabia no poder seguir con su canción. Se planteó si debía o no disculparse. Es decir, el no parecía dirigirse a ella al hablar, pero era obvio que se dirigía a ella. Y sería de mala educación no acercarse al menos.

-Lo lamento...- Dijo acercándose al chico, con tono amable y cortés. Algo peculiar para una cruel y sanguinaria pirata, que era de lo que debían tacharla a ella, al igual que a su banda, en medio mundo. -La verdad es que he escuchado su canción, pero no la conozco...- Admitió tímidamente. -He viajado por muchos sitios, pero es la primera vez que la escuchó.- Añadió sonriendo. -¿Le importa si igualmente compartimos mesa? Creo que estaría mal ignorar una invitación por no conocer la letra.- Finalizó, mientras acercaba su silla y la mesa, aún sin nada de comida en ella y se sentaba al lado del chico. Sumire se acercó también, imitándola.

-Yo no creo que haga falta que nos unamos, nee-san.- Comentó con cierto tono de reproche la dragona.

- Tampoco es que nos vaya a pasar algo por acercarnos. No seas así.-

-Hmp.- La albina resopló, pero lo hecho, hecho estaba.

No tardaron mucho más en traer la comida de ambas, al menos la primera parte de todo lo que habían pedido. También le trajeron al chico una botella de sake. Akane pudo percatarse, al ver como tomaba el recipiente para seguir bebiendo, de que llevaba varios aniños en los dedos con un nombre grabado. "Andy".

-Así que te llamas Andy...- Comentó en voz alta. -¡Cierto! Yo no me he presentado.- Reparó la chica en ese momento, dejando el trozo de carne que acaba de coger, sobre el plato. -Mi nombre es Murasaki. Encantada.- Seguramente no hiciera demasiada falta el presentarse, pero como en su cartel de se busca no ponía más que un apodo mal dado. Ella era una asesina. ¿Qué era eso de Berserker?

Y tras decir eso, volvió a centrarse en la actividad que más le interesaba de la noche, saciar su apetito. Aunque se mantenía atenta a lo que le dijera el castaño y al escenario, no quería perder la oportunidad de entonar alguna canción ella también. Y ya tenía alguna en mente.

Al escuchar sus disculpas, Andy se giró lentamente para mirarle directamente a los ojos, su atención estaba totalmente puesta en la señorita Murasaki, quien demostraba una alto despliegue de cortesía y educación que al pelinegro le parecía encantador, provocando que este sonriera.

- No tiene nada de malo que se siente junto a mi señorita… es mas quien bienvenida usted  y sus acompañantes.  - Dijo este extendiendo su mano  para señalar el lugar donde el gustaría que ella tomara lugar, justo a su lado - Alguien que sepa escuchar y acudir a al llamado de un pirata es algo que no he visto en muchos años, y ya tengo los suficientes sobre mis hombros.  

Cuando ella admitió que no conocía el nombre de la canción favorita de este, no pudo evitar reír un poco, es una canción que solo se escucha en la guerra, y muy pocos se atreven a cantar, puesto es un cántico pirata con el único propósito de declarar la guerra entre enemigos y… celebrar la llegada de la guerra entre hermanos.

- Esa canción se titula Drums and Guns… es un canto en señal de guerra para los enemigos y… una celebración de que vamos a ella entre nuestros hermanos… y no me sorprende para nada que no la haya escuchado, puesto a que somos dos diferentes especies de piratas.

Este se percató de la negativa que tenía la pequeña acompañante de la pelinaranja. Este fijo su mirada un momento en la pequeña niña, ¿acaso abra notado lo que Andy cree que ella noto? Probablemente, después de todo es una dragona que por alguna habilidad que este desconocía se habrá transformado en aquella pequeña persona, lo más probable es que allá notado el olor y la esencia de este pequeño hombre.

- Lamento mucho que mi esencia no te sea de confía… pequeña dama. - Dijo este en señal de disculpas, este odia que sus oficios se liguen con su tiempo libre. - Pero… te aseguro que mis intenciones en este lugar no son malas, y si en notas algún acto de hostilidad sobre mi… puedes atentar contra mi vida si es tu deseo.  

Al llegar los aperitivos de todos, Andy simplemente extendió su mano y tomo su botella de sake, quitando el corcho, luego dio un enorme trago como si se tratara de un hombre sediento que no había tomado agua en semanas, este al escuchar su nombre de boca de Murasaki, este giro una vez más su mirada a los ojos de esta. Escucho su nombre, este le concia de simplemente rumores o rumores, no solo a ella… a toda su tripulación.

- Andy… Andy G. War… el gusto es mío… Akane D. Murasaki. - El hermano mayor dio otro enorme trago mientras le miraba a los ojos, pero luego este viro su mirada al escenario justo al mismo tiempo que ella. - Aunque hoy simplemente soy un hombre tratando de disfrutar de la noche, nada más y nada menos que eso… quiero bailar, comer y divertirme… no tengo ganas de estar ocupado en negocios…