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Respetad el suelo sagrado... [Vile y Evan] Empty Respetad el suelo sagrado... [Vile y Evan] {Jue 6 Jun 2019 - 23:28}

La suave luz de la vela titiló, probablemente por alguna corriente de aire. A pesar de esta sentado a la mesa frente a la luz, las sombras envolvían completamente a Evankheel, quedando a la vista de él poco más que una silueta humanoide y dos brillantes ojos ambarinos. Desde el ritual, la oscuridad acudía a él sin que pudiera evitarlo; el Abismo reconocía a su hijo. Sonrió y se sacó una pipa de vidrio en la que depositó una piedra cristalina, para luego proceder a echar unas gotas de una sustancia azul de un pequeño botecito. Mientras calentaba la mezcla pasando la llama de un mechero por el vidrio, pensó en el largo viaje que había hecho. Pronto sería la reunión con los Próceres de Paraíso. Esperaba dificultades para que aceptasen su mandato, pero no pensaba ceder. Era su sagrada tarea.

Y lo que aquella noche iba a hacer tenía mucho que ver con el tema. Con ayuda del culto local se había informado sobre diferentes rateros de poca monta de los bajos fondos y enviado algunas invitaciones. Había primado en la selección de los candidatos que fuesen afines a las enseñanzas del culto, para que Lantla bendijera su expedición con el éxito. Escoger a un impuro podría causar el efecto contrario, enfadando a su Señora. En las invitaciones había mencionado que preparaba un golpe y a cambio de prestar un servicio al culto durante el mismo, el 60% del botín que obtuvieran sería para su compañero. Le había llegado información de que una invitación había sido extraviada, pero dado que no había información sensible como el lugar del golpe o la fecha, no esperaba que le causara problemas. Lantla mediante, tal vez incluso acabase en manos de alguien digno.

La estancia era un pequeño sótano cuadrado, lleno de cajas y barriles. En una pared había pintada en rojo una luna creciente laureada, y frente a esta una mesa rectangular cubierta con un mantel negro. Era uno de los santuarios del culto en la ciudad de Nanohana, que aquella noche había reclamado para su uso personal. Viendo lo pequeño del lugar era evidente que en aquella ciudad había pocos miembros... al menos de momento. Nada que no pretendiera remediar. Aspiró una larga calada de la pipa y retuvo el aire en sus pulmones por unos segundos. Entonces miró hacia una zona a oscuras, exhalando el humo por la boca y nariz dijo:

- Bienvenido al servicio de medianoche, joven. No creo reconocerte.


Respetad el suelo sagrado... [Vile y Evan] IIjnpze
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor, shall be lifted—nevermore!
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Respetad el suelo sagrado... [Vile y Evan] Empty Re: Respetad el suelo sagrado... [Vile y Evan] {Sáb 8 Jun 2019 - 4:57}

Paso a paso el albino emprendía el camino hacia aquel garito. Arqueó la ceja en señal de genuina preocupación. Vile no se consideraba particularmente cauto, pese a tomar una buena cantidad de contingencias antes de realizar cualquier movimiento, mas ese lugar... Por algún motivo, aquel local daba mala espina, lo que resultaba curioso al fijarse en que no era muy diferente a los que se hallaban en sus aledaños. El nativo de Arabasta sintió cada pisada y procuró que cada una de ellas fuera dada con la máxima cautela. Al fin y al cabo, no tenía amigos que le sacasen de un apuro si las cosas se ponían feas.

El planteamiento resultaba sencillo: aceptaba el trabajo, tomaba las recompensas y se marcharía de la isla en su chalupa. Si había retrasado su huida del lugar era precisamente porque la posibilidad de llevarse un buen pellizco era demasiado atractiva. Entrecerró los ojos mientras sentía la codicia apoderarse de él. Quizás era el momento de atravesar la puerta.

Sin siquiera llamar, entró al edificio, desprendiéndose rápidamente del pañuelo que utilizaba para ocultar su rostro, tanto por la sensibilidad de su piel al sol como por evitar a las personas que podrían quererle muerto o entre rejas. Vile volvió a hacer el cálculo de las mismas, casi como si se hubiera convertido en un hábito inevitable. Puede que le faltasen dedos para contarlas.

La taberna, un edificio antiguo y hecho polvo que sin duda había visto mejores días, estaba completamente vacía salvo por el encargado que observaba la sala con aburrimiento desde detrás de la barra, un hombre entrado en años de escaso pelo cano y tez morena, que clavó sus ojos en el visitante. Debía de saber bien a qué clase de gente esperaba, puesto que se dirigió a la entrada para echar el pestillo sin hacer más preguntas.

Con un ademán, aquel tipo de expresión cansada señaló al pirata la trastienda del local, escondida tras un postigo detrás de la barra. Dejando de lado cualquier señal de temor, Vile se irguió y caminó hacia la puerta con aire de suficiencia. Sin pedir permiso, la abrió, revelando una oscura bodega en cuyo centro destacaba una trampilla abierta. Ese debía de ser el lugar.

Tomó aire antes de sumergirse en el sótano y cerró su ojo malo para poder ver correctamente en la penumbra de la estancia. Descendió sin inclinarse en ningún momento, con los largos y esqueléticos dedos de su mano izquierda enroscados alrededor de su dao. La presencia siempre debía ser lo más destacable.

Presenció, finalmente, a su contratante. Tras el humo de su pipa y la titilante luz de una vela halló a un elegante varón de aspecto particular, con toda la pinta de ser un noble estirado más que de un sicario que trabajase en los bajos fondos. El tipo escudriñó la penumbra y distinguió al visitante.

Con una de sus sonrisas de embaucador, Vile emergió de la oscuridad, permitiéndose clavar su deforme pupila escarlata en aquel tipo. Con pasos largos pero ligeros se deslizó cual bailarina hasta la mesa donde se hallaba aquel hombre.

-¿No me reconoce? Entonces lo debo de estar haciendo bastante mal.

Vile no esperó a la invitación de aquel hombre para tomar asiento. Sin perder la sonrisa, clavó su mirada en el inmaculado rostro de su contratante. Muchas preguntas revolotearon su cabeza al verle, mas una logró predominar sobre el resto: "¿De cuánto estaremos hablando?"

-Soy Vile. Vile Spectre. Me interesa mucho tu sesenta por ciento -afirmó mientras colocaba la invitación sobre la mesa-. Ahora dime hasta qué punto voy a tener que mancharme las manos. O mejor aún, ¿a qué peligros me voy a enfrentar que merezcan exactamente un sesenta por ciento y no un setenta o un ochenta?

Aquel hombre quizás no sabía que se había encontrado el papel por casualidad en el suelo tras desvalijar la despensa de un humilde tendero. Lo prioritario sería entonces hacerle creer que era uno de los elegidos para hacer el trabajo y que sin duda le vendría bien tener bajo su mando. Eso, al menos, se le daba bastante bien.

En su fuero interno, Vile suspiró. No había empezado y ya estaba contando el dinero.
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