Confesiones de un amor prohibido [Privado Irisha & Katya]

Me desperté como habitualmente hacia serian las cinco de la mañana debía de prepara tanto el desayuno de Irisha como la ropa que iba a llevar a lo largo del día. Me levanté y comencé a prepararme, tardaba aproximadamente una hora en estar lista, puesto que debía de estar impecable, mi puesto así lo exigía, estaba perfectamente peinada, ligeramente maquillada, con la ropa perfectamente planchada de la noche anterior, en cualquier caso, perfecta. Marche hacia la cocina y comencé a preparar el desayuno hoy tocaba tortitas con chocolate, junto a su correspondiente batido, también de chocolate Irisha era muy golosa, pero también hacia muchísimo ejercicio era imposible que su figura perfecta estuviera alterada.

Preparar las tortitas era sencillo, por su puesto deseche la primera, no sin probarla para comprobar su sabor, simplemente deliciosa, y después de batir a mano la leche y mezclarla con el chocolate para hacer el batido comprobé que estuviera perfecto. Puede que fuera una perfeccionista, pero por lo mismo con el paso del tiempo he aprendido hacerlo si no a la primera como mucho a la segunda, por que llegar tarde es otra forma de fallar.

En cualquier caso, había llegado la hora de servirlo, el batido frio y las tortitas calientes, debía llevarlas a su cama y servirle allí. Camine rápidamente, pero de forma precisa y sin alterar la presentación hasta aquel lugar, una vez allí, cualquiera pensaría que debía de llamar a la puerta, pero eso sería una pérdida de tiempo Irisha no se despertaría así, por lo que tendría que entrar directamente, se me permitía hacerlo. Me acerque hacia ella, era hermosa, aun parecía que dormía, deje aquello en la cómoda que tenía a su lado, y con una voz dulce le dije. -Ama… quiero decir Irisha. Ella no le gustaba que siguiera llamándole ama, y yo me ponía tan roja cuando me equivocaba. -Su desayuno está listo, por favor despierte. Mi vista estaría fijada en ella hasta que se despertara y me mirara, momento en el que baraja la vista y aún más color inundaría mis mejillas, en cualquier caso, estaba aun mas nerviosa delante de ella desde que le di mi regalo para su cumpleaños, del cual para mi desgracia aun no había recibido respuesta.

- Hmm... - Hacía un sonido, cual gruñido aún medio dormida, al escuchar una voz que me llamaba. Entreabrí los ojos, aún estaba medio dormida, pero pude ver la larga y preciosa melena de Katya. - Ya va... ya va... - Decía con un tono de voz adormilada. Lentamente me quitaba la sabana de encima de mi cuerpo, mostrando así mi cuerpo medio desnudo. Pues solo llevaba una camisa blanca mal abrochada y unas bragas negras, pues no solía usar más ropa, ya que era una verdadera molestia en la cama. Apoyé una mano en el colchón, haciendo fuerza para levantarme un poco, quedándome medio sentada en la cama en una postura bastante sugerente.

No veía muy bien debido al sueño, y con una ojo abierto, mientras que el otro se mantenía cerrado a la vez que me lo rascaba con la mano libre, miraba a Katya. - ¿Qué hora es? – Preguntaba, debido a que había perdido toda la noción del tiempo. Mi camisa estaba tan mal ajustada que dejaba ver gran parte de mi pecho, mi cabello estaba totalmente despeinado como alborotado, no tenía puesta nada en la parte inferior de mi cuerpo, pero todo eso carecía de importancia, al ver el desayuno que había preparado Katya.

Me incorporé debidamente en la cama, apoyando mi espalda en el cabezal de la mesa, mientras que miraba el desayuno se me hacía la boca agua. – Oh… Katya este desayuno tiene muy buena pinta. – Decía mientras esperaba a que ella me lo sirviera. – Siéntate en mi cama Kat... – Añadía a lo anterior para que ella se pusiera cómoda mientras desayunaba.

Ya era usual ella era hermosa en cada momento del día, cualquiera estaría loca con esto, probablemente si alguien se enteraba de lo que estaba pensando al verla así, semi desnuda prácticamente indefensa, ella era la única que podía derribar todas mis defensas, apenas podía mirarla ahora, y mucho menos mantener una conversación coherente, responder sus preguntas ya era bastante costoso, desde aquel día, mi mente no paraba ni un momento esperando el momento en el que ella me diera una respuesta ya fuera afirmativa o negativa. Irisha no ayudaba en nada a mantener mi mente centrada, ella no se daba cuenta de cómo se comportaba de lo que tenía que ver en momentos como este, su postura, el cómo me mostraba su cuerpo, y aunque no podía mirarla fijamente aun así la veía. Di un par de pasos hacia ella, para no tener que elevar demasiado la voz para contestarla. -Señorita Irisha son las siete y media de la mañana, seguimos dentro de horario.

Ella alababa mi desayuno aunque no tenía porque, ella realmente no se daba cuenta de que esas palabras me afectaban incluso más que verla a ella, su cariño era lo que más me afectaba, mi cara se puso completamente roja, apenas sabía que decir por lo que simplemente comencé a servir el desayuno, mientras terminaba de servirlo ella me pedía que me sentara en su cama junto a ella, cuando lo normal en una sirvienta seria retirarse hasta que sea llamada de nuevo, realmente ella era especial, no era como los demás, y aquello me había hecho mella, aunque no sabía qué hacer, y teniendo mucho miedo de que alguien pudiera verme con esas confianzas con Irisha, me senté a su lado, mi mirada estaba baja se supone que a estas alturas debía de repasar el horario con ella pero en vez de eso, refrenaba mi impulso de abrazarla y besarla en este momento.

Para cualquier noble, mi comportamiento con Katya sería completamente inadecuado, y sabía que eso a ella también le chocaba un poco. Pero para mí era lo más normal del mundo, era mi amiga y la persona en la que más confío, tal vez, para otras personas de mi estatus social no puedan comprenderlo. Pero Katya se había ganado a pulso el trato que yo le estaba dando, incluso en más de una ocasión ha salvado mi vida. Gracias a eso, pude convencer a mi padre en que cambiara la condición de esclava. Ella ahora era como debía de ser, libre. Katya se acercaba a mi cama, mientras me respondía a la pregunta que le hice, eran las siete y media de la mañana. Di un largo bostezo, mientras ella servía mi desayuno. Podía ver que ella estaba sonrojada. Me sorprendía que con el tiempo que llevábamos juntas aún no se acostumbraba al trato que le daba, y eso solo me daba que pensar qué tan malas experiencias habrá vivido en su vida.

Finalmente, mi joven sirvienta terminó de servir mi desayuno, y obedeciendo a mi petición, de forma bastante tímida, se sentó. Le sonreí, agradeciendo todos los detalles que tenía aquel desayuno, pues todo lo que lo conformaba me encantaba. El simple olor que emanaba mi desayuno me entraba hambre, y tras relamer mis labios cogí los cubiertos para comenzar a comer. Tomé un trozo, antes de meterme aquel trozo, lamí el chocolate fundido y posteriormente me metí el trozo en la boca. Degustaba con felicidad, saboreando la mezcla de sabores tan homogéneas que tenían aquellas tortitas. – Hmm… ¡Delicioso! – Exclamaba con gran felicidad. Tras decir eso, era la hora de probar el batido. Le di un buen sorbo, sin duda era un trabajo realizado por Katya, estaba simplemente perfecto. – Katya, todo está buenísimo… - Alababa su trabajo añadiendo una gran sonrisa risueña. – Por cierto… ¿Has desayunado? – Preguntaba, mientras cortaba un trozo más de tortita, independientemente de lo que me respondiera, aquel trozo sería para ella.

Veía como ella devoraba el desayuno la forma en la que lo hacía me demostraba que disfrutaba cada bocado, como degustaba el chocolate con la lengua antes de devorar aquel fragmento de tortita, el gran sorbo que tomaba al batido, esas cosas no se podían fingir ella estaba disfrutando del desayuno. Sus palabras me hacían enrojecer aún más, ninguno de mis dueños anteriores mencionaba que mi comida estuviera deliciosa en lo más mínimo, solo se quejaban si estaba mal. Aquellas palabras que me dedicaba me afectaban, daba igual el tiempo que pasase con ella me afectarían, y coloque una mano tapando mi boca para no hacer ningún ruido y para no dejarme llevar por las lágrimas, si no fuera porque ella me hizo una pregunta no la hubiera apartado, y su voz era lo único que me impedía llorar en este momento, aun así, mis ojos brillaban y las lágrimas estaban a punto de partir. -Ha decir verdad no señorita Irisha, solo probé las tortitas y el batido antes de servirlo para ver si estaba perfecto.

Ahora la verdad es que sabía que ella me diría que comiera en este instante, pero no me preocupaba estaba más que acostumbrada a comer cualquier cosa cuando tenía un hueco, a ninguno de mis dueños anteriores le hubiera importado si yo había comido o no. Aunque sabía que a Irisha si le importaría, y me diría que comiera algo en este mismo instante. En mi mente ya no estaba la lista de quehaceres diarios de la Zarevna, ni mis obligaciones, lo único que estaba en mi mente era el aquí, y el ahora, el estar con ella, mi corazón se aceleraba cada vez más, si algo no pasaba en este momento probablemente volvería a cometer una estupidez, y me dejaría llevar de nuevo por los sentimientos imposibles que encerraba mi corazón.

Miraba con una sonrisa a Katya, atenta a todo lo que ella fuera a decirme. Pues seguro que ella trataría de soltar una escusa para que yo no me preocupara por ella. Para mi asombro, ella fue totalmente sincera. Diciendo que no había desayunado, levanté una ceja al escuchar eso, pues no me gustaba que fuera tan dejada para ella misa. Ella hacía un trabajo duro en mi casa, y no quería que estuviese mal. Pero no solo eso, ella se refería a mi como señorita, ella sabía de sobra que yo quería que ella simplemente me llamara por mi nombre. No estaba enfadada, pero se podía ver mi descontento. - Katya… te voy a decir dos cosas. – Decía con un tono sereno, mientras mojaba el trozo de tortita en el chocolate. – Primero... solo nómbrame, eres mi amiga no tienes que ser tan formal. – Añadía, con una sonrisa que poco a poco se volvía pícara, pues sabía que lo que haría no le gustaría a mi joven ayudante.

Estiré mi brazo hacía ella rápidamente, alcanzando su boca en un abrir y cerrar de ojos. Forzando a que esta, si o si tuviera que abrir la boca, pues de lo contrario, la tortita impactaría en su boca, dejándola completamente pringosa por el chocolate. – Segundo… ¡Debes comer bien! – Alcé la voz añadiendo una gran sonrisa para que no se lo tomase a mal. Posteriormente, retraía mi brazo el cual como si nada volvía en su lugar, era increíble el control que había adquirido sobre los poderes de mi fruta del diablo de la gomu gomu. Sabía que mis actos le causarían gran impacto en ella, así que ya no la molestaría más con eso. Simplemente, le dedicaría una sonrisa amable. – Katya, recuerda que ya no eres una esclava, tienes tus horarios y tu propia libertad. Aunque decidieras en su momento trabajar para mí, ahora tienes más libertades. Siéntete libre de tomar tu tiempo para desayunar, vestirte o lo que veas conveniente. No eres una sirvienta, eres mi consejera. – Concluía con una breve explicación, pues veía que ella misma aún estaba atada a su antigua posición, y era todo lo contrario.

Veía como mis palabras despertaron cierto descontento en Irisha, sabía que ella se preocuparía por mí al no haber desayunado en condiciones, así que estaba atenta a lo que fuera a decirme, obviamente lo primero que dijo es que solo la llamara por su nombre, no era la primera vez que me lo decía, pero era una costumbre demasiado arraigada para desprenderme de ella tan pronto, aun tardaría demasiado en conseguirlo en cualquier caso había más cosas que ella iba a decirme, y por su puesto ella me sorprendió acercando su brazo a mi rostro para que tomara un trozo de tortita, lo hizo usando su habilidad así que me pillo un poco de sorpresa pero pude comerlo sin mayor problema. Puede que sea un poco prepotente, pero a mis ojos estaba delicioso, me llenaba de energía incluso esta pequeña cantidad debía de apuntarme bien la receta.

Después de aquello Irisha comenzaría una pequeña declaración, cada palabra que decía me aceleraba cada vez más el pulso, ella me decía lo que ya sabía, pero no era lo mismo saberlo que escucharlo de sus labios ella confirmaba que ella me había dado la libertad, que ahora trabajaba para ella pero como amiga y consejera no como sirvienta, pero lo que más me impacto es que me dijo que yo ahora podía hacer lo que yo creyera conveniente, puede que Irisha no fuera consciente de lo que esas palabras significaban para mí, ella me veía como una amiga como una consejera, yo quería más. Reuní todo el valor que tenía y me desplace por la cama hacia su lado, a pocos centímetros de ella y la abrace, por detrás, puede que lo que estuviera a punto de decir fuera lo más importante que le había dicho en mi vida, pero no podía decírselo a la cara, mi pasado seguía persiguiéndome y decir lo que iba a decir simplemente era demasiado para mí como para decírselo viendo esos preciosos ojos. -Irisha... por favor no me interrumpas ahora, o creo que jamás podre decírtelo. Mi voz se quebraba un poco pero lo estaba dando todo para decirlo, mi cara estaba completamente roja. -Me has dicho que haga lo que crea conveniente con mi vida... esas palabras me dicen que hay algo que tengo que decirte, yo... Estaba a punto de dar el paso más importante de mi vida y mi voz sonaba casi rota a punto de llorar, porque si me decía que no simplemente no podría seguir adelante con mi vida. -Quiero más... no me basta con ser tu amiga y tu consejera, te amo... quiero ser esa persona especial para ti que está en los buenos y los malos momentos, quiero estar contigo cada día... quiero besarte... quiero abrazarte... Mas roja que en toda mi vida había una parte que había que añadir. -Quiero ser tu amante.

Ahora quedaba en manos de ella, sabía lo que acababa de decir traería consecuencias, sabía que si esto era conocido en palacio estaba o fuera o muerta en menos de veinticuatro horas, y aquello no me importaba lo más mínimo, sin ella más me valía estar muerta porque nada valdría la pena, por lo que simplemente aguarde en silencio, abrazándola, sabiendo que ella se soltaría por si misma. Estaba al borde del llanto una palabra mal dicha ahora simplemente seria mi final.

Parecía que Katya si aceptaría el bocado que le ofrecí, y en efecto esta lo comió. Parecía que al igual que a mí, aquellas tortitas eran de su agrado, realmente me alegré. Una vez regresé mi brazo a la normalidad, y explicarle como realmente veía la posición en la que mi única amiga se encontraba. Como esperaba, realmente le afectó. Su rostro comenzó a cambiar drásticamente, no entendía muy bien lo que le estaba pasando por la mente a la joven pelirroja. - ¿Hum? - Pronuncié confusa cuando ella se acercaba mucho a mí deslizándose por mi cama. En ese momento, me tomó por sorpresa, cuando ella me abrazó por la espalda. Cierto sonrojo se podía apreciar en mis mejillas. Iba a decir algo, pero, antes de hacerlo Katya me frenó, alegando a que no le interrumpiera. A lo que simplemente, sonreí y asentí.  

Ella al parecer, comenzaba a entender el significado de ser una persona libre, o al menos eso era lo que pensaba, y, sus palabras en cierta medida, podrían sonar a despedida. Por una parte, aceptaría su decisión, pero no podía evitar entristecerme, pues no quería alejarme de ella, pero si ella así lo decidió, no sería un obstáculo. Mientras Katya se mantenía en silencio, simplemente estaba reuniendo fuerzas para no romper a llorar, pues me dolería mucho que ella se alejara de mi lado. En ese instante escuché de su voz un “Quiero más...” - ¿Eh? - Pronuncié completamente confusa, ella quería más. Y tras esas palabras que calaron en el fondo de mi alma, Katya comenzaba a declararse, ella decía que me amaba, quería ser la persona más importante en mi vida. No contenta con eso, añadía querer abrazarme y besarme, ella quería ser... mi amante. Una lágrima de emoción se derramaba por mi rostro. No podía explicar todo lo que estaba sintiendo en este momento, pero me sentía muy querida y sobre todo aliviada.  

- Katya... - Susurraba levemente, posando una de mis manos en su mano, para luego con suavidad frotar el dorso de su mano. - ¿Es lo que realmente sientes? - Preguntaba de forma retórica, no esperaba respuesta por parte de ella, simplemente sonreí cálidamente. Estaba muy contenta de que ella al fin, me mostrara su corazón, hubo un tiempo en el que pensé que ella me detestaba por ser lo que era, pero parece que me equivoqué. - ¿Eres consciente de lo que me pides? - Cuestionaba nuevamente, sin esperar respuesta, para luego mirarle de reojo, conociéndola, sabía que ella no querría que la mirase. - Puede que sea egoísta... - Añadía suspirando, aun derramando lágrimas por todo lo que sentía. - Pero, yo también te amo... - Claramente aceptaba los sentimientos de Katya, aquel beso que me dio el día de mi cumpleaños, casi me desbarataba todo, pero, siendo ella esclava no podía saber si era un sentimiento real, o fingido. Al parecer si era real. - Lo que te voy a pedir, es muy probable que sea muy injusto para ti... Katya... eres libre de negarte. - Explicaba, mientas hacía una ligera pausa para suspirar. - Será nuestro secreto... ni tú, ni yo misma... podemos mostrarnos de esa manera... - Claro está a ella tal vez le perjudicase más que a mí, pero era claro que una relación formal, como las de mis libros era imposible tenerla, puesto mi posición, lo más seguro es que me use mi padre para casarme con un noble, aunque mi corazón tenga ya dueña.

Ella no me interrumpió, ella se limitó a asentir y dejarme terminar mi declaración, me escucho cada palabra, al principio parecía confusa con lo que estaba diciendo, pero rápidamente ella entendía a que me estaba refiriendo, ella me tomaba de la mano suavemente y se dedicaba a acariciarla, mientras ella contestaba a lo que le había dicho desde el fondo de mi corazón. Irisha no podía contener la emoción de lo que estaba sintiendo y yo tampoco, las dos estábamos llorando como unas bobas, ella me cuestionaba de forma retórica y aun así solo conseguía asentir cargada de emoción. Cuando ella dijo que me amaba no podía más, jamás en toda mi vida había sido tan feliz como en este momento, simplemente no podía creerlo, esto no podía ser real, aunque por su puesto había un gran, pero... Me pedía guardar el secreto, y las razones eran obvias su posición, lo entendía, ella mencionaba que era egoísta por su parte aquello, pero yo era la egoísta por querer quitarle a su país su futura gobernante, ella parecía que no lo entendía.

En ese momento la solté, porque necesitaba verla cara a cara, ya había conseguido declararme, expresar los sentimientos para mí era muy difícil, casi imposible, pero lo había logrado, ahora podía mirarle a la cara sin apartar la vista, así que apartándola de su plato hice algo que quería hacer desde el primer beso que le di. Volví a besarla, de forma apasionada, lenta no era un beso inocente como el que le di por su cumpleaños, estaba cargado de lujuria mi lengua retozaba con la suya, nuestra saliva se mezclaba, nuestras bocas ahora eran una sola. Cuando aquel beso de unos pocos instantes termino, separe mi boca de la suya, hasta que el hilo de saliva entre nosotras se cortó. -Ahí tienes tu respuesta Irisha... sí, sí, sí y mil veces sí. No era tan tonta como para ignorar lo que a Irisha le calentaba la cabeza en este momento, la conocía demasiado bien para ignorarlo, así que tenía que decirle algo ahora. -Se lo que piensas amor mío, te da miedo el día en que tu padre decida desposarte con un noble, lo he pensado, ese pensamiento era una de las cosas que me impedían confesarme. Ahora la abrazaba con fuerza, ahora que la tenía no iba a dejarla escapar. -El otro era mi egoísmo, el querer tenerte para mí, el alejarte de tu gran destino, era lo otro que me impedía confesarme. Después levante la vista para mirarla directamente a los ojos y que escuchara lo que iba a decirle. -Ninguna de las dos puede oponerse a los deseos del Zar, pero tengo dos peticiones para nuestro secreto. Trague saliva estaba completamente nerviosa. La primera esta noche... cuando nadie del servicio este despierto, vendrás a mi cuarto, y allí nos entregaremos la una a la otra. Sabia lo que le pedía, y no lo hacía por qué no confiara en ella, Irisha lo sabía lo hacía por qué no podría estar un día más sin tenerla. -La segunda... es me da igual que el Zar te valla a casar con un noble, primero te casaras conmigo, nadie lo sabrá y así el Zar no te quitara algo que es tuyo, y aunque a sus ojos y a los ojos del mundo estarás casada con ese hombre serás mi esposa y yo la tuya y lo aremos por amor, porque yo te amo Irisha.

Las dos peticiones eran simplemente demasiado, ella sabía que ninguna de las dos se podían cumplir en este momento, la primera tendría que esperar a esta noche, y la segunda podían pasar meses hasta que lo consiguiéramos, en cualquier caso ella sabia que me bastaba con su palabra para ambas y que seria solo el primer paso para nuestra secreta relación, sabia que esto nos traería problemas a la larga aun así, no dudaba un segundo en aceptar, nuestro amor era mas grande que todo lo que pudiera pasarnos.

No podía creer que le hubiera pedido algo tan egoísta, pedirle que fuera una relación secreta, quizá era pedirle demasiado. No quería hacerla sufrir, porque sabía que algún día llegará mi padre diciendo que tengo que casarme con un hombre que no amo. No quería que Katya sufriera, y era consciente de que eso le haría daño. En ese momento en el que mi mente se nublaba, sentía como ella se retiraba, dejando de abrazarme. Cerré los ojos, comprendía perfectamente que eso, era demasiado para ella, y lo aceptaba, no era bonito saber que la persona que amas quiere esconder la relación que los une, pero no me quedaba de otra. Mantenía mis ojos cerrados cuando Katya retiraba mi desayuno, y de pronto, la noté como esta se ponía encima de mí. Completamente sonrojada, abría los ojos. - Ka... - Traté de pronunciar, cuando esta me calló dándome un beso.  

Yo simplemente, me dejé llevar por ella, siguiendo lo que ella me hacía, simplemente gemía levemente, un gemido ahogado por su beso, mientras que mis manos se posaban en los costados del vientre de la pelirroja. Mis manos, descendían para colarse por su ropa y poder tocar su piel acariciando su espalda con suavidad. En ese instante, concluyó el beso, bastante afectada por aquel beso y por las caricias, arrastraba el torso de Katya hacia mí. Ella mientras aceptaba con entusiasmo mi propuesta. Con una leve sonrisa, besé su frente. - Lo siento... - Le susurraba, disculpándome por no poder darle más.  

Ella parecía leerme la mente, ella comprendía la situación, pero para cumplir nuestro secreto ella me pedía dos condiciones. La primera era que fuera a su cuarto por la noche, y, la segunda era que nos casáramos en secreto. Bueno sus condiciones eran algo extrañas, más la segunda que la primera, las cosas como son. Pero, con una sonrisa asentía con la cabeza. - Está bien... las acepto... - Decía tímidamente, separando mis manos de ella, aunque deseaba seguir así con ella. - Tengo una idea, para tu primera petición... pero antes será mejor que me vista... - Decía con un tono suave, acabando con una sonrisa pícara. - No querrás que alguien te vea, encima de la Zarevna semidesnuda... - Bromeaba desabrochándome un poco más la camisa mostrándole por completo uno de mis pechos.  

Tras esa pequeña broma, me aparté, para posteriormente, levantarme de la cama, poniéndome bien la camisa. - Solo bromeaba... pero tienes un adelanto de lo que verás esta noche... que, por cierto, no será en este palacio, tengo un plan. - Explicaba con el mismo tono juguetón, para mirarle y guiñarle un ojo. - Pero, por ahora veamos con qué me visto hoy... - Concluía con una sonrisa, a la vez que caminaba hasta el armario, para luego abrirlo y quedar mirando toda mi ropa, que no era poca, esperando a que Katya me ayudase a elegir.

Mientras la besaba las manos de Irisha no estaban quietas, ella quería esto puede que incluso más que yo, ella me amaba y yo también, sabía bien que no teníamos tiempo esta mañana y si nos retrasábamos alguien vendría a buscarla, por lo que acepte su beso en mi frente y sus disculpas asintiendo ligeramente, puede que por fin hubiera podido confesarme pero, estar con ella seguía siendo para mi muy complicado ella entendería bien el por qué. Irisha acepto mis peticiones, ella actuaba tímidamente, probablemente era porque estaba pensando en la segunda petición más que en la primera, era algo extremo, mi egoísmo al pedirle aquello era total, pero no iba a permitir que el Zar me arrebatará a la mujer que amo, si íbamos a jugar a su juego, el perderá desde el principio. De todas maneras ella parecía tener una idea para la primera petición, la de esta noche, aunque me costó prestarle atención cuando bromeando me mostró algo que ella sabía que yo anhelaba uno de sus pechos, me puse roja no pude evitar tocarlo un poco, aunque solo fue un momento porque ella rápidamente se arregló esa camisa añadiendo que yo no querría que alguien me viera con la Zarevna estando ella semidesnuda, a lo que no pude resistirme y me reí un poquito. Ella al parecer tenía un plan mejor para esta noche, bueno si era así le dejaría los detalles a ella y asentí a lo que me dijo y me prepare para preparar la ropa que llevaría hoy.

Me acerqué al armario y empecé a desentrañar la ropa repasando en mi mente que era lo que había que hacer a lo largo de la mañana. -Irisha siguiendo con el horario programado para esta mañana lo mejor sería un traje de baile serio, o deberás cambiarse de nuevo en un rato. Saqué un par de opciones y las puse sobre la cama. -Tu padre te pidió que atendieras esta mañana a el alcalde de Azov antes de que te centraras en el ensayo de la próxima actuación, por lo que lo más practico seria tomar algo que sirviera para ambas cosas. Saque un vestido más, una ropa un poco más para otras funciones, algo pensado para entrenar, aun así muy bonito. -Este último será el primer cambio de ropa del día, la ropa para seguir el entrenamiento de combate. Una vez todo listo, me acerque a ella de nuevo y la abrace, un poco escondidas por el propio armario. -¿Que vas a quererte poner hoy amor mío? Ahora siempre que estuviéramos a solas, difícilmente me despegaría de ella, e Irisha lo sabría esperaba que estuviera tan feliz de esto como yo lo estaba, habría que esconderse, pero no tendríamos que escondernos de nosotras mismas.

Tras mi pequeña broma, no salió como esperaba, pues Katya no se cortó un pelo y me tocó la teta. Mala mía por provocar, en fin, ahora me encontraba con el dilema de ver que ropa me ponía hoy. Katya se acercó a mí, para ver el armario. Había tantos vestidos que era difícil poder elegir uno, de no ser por mi ayudante, no sabría cual ponerme. Ella había seleccionado unos cuantos vestidos los cuales los puso en la cama. Me aconsejaba un vestido de baile formal, pues al parecer me tocaba una reunión con un alcalde. Suspiré suavemente, llevándome mi diestra a la frente para posteriormente negar con la cabeza. - ¿Por qué tengo que atenderlo yo? - Cuestionaba retóricamente, protestando de mala manera, pues no me solía gustar ese tipo de reuniones. - Podría encargarse mi padre de tratar con el alcalde... no me gustan los asuntos políticos... - Continuaba protestando mientras miraba cada una de las opciones. - Debes comenzar a estar en actos políticas de Kyeskaya. - Decía imitando a la perfección la voz de mi padre, siendo así que quien no me viera, pensaría que Vladimir se encontraba en mi habitación, añadiendo gestos bastante exagerados a la par que cómicos.

Mientras me quejaba de mi padre, Katya sacaba un último traje, el cual me decía que este sería para después de la reunión, para cuando tocase entrenar. - Este es precioso... - Decía mirando el traje de combate. En cuanto a vestidos del cual debía ponerme la verdad no tenía ni la menor idea. Katya me abrazaba por detrás, preguntándome que me iba a poner. Me dejé recostar un poco sobre ella, apoyando mi espalda en sus senos a la vez que posaba mis dos manos en sus dorsos de las suyas. - Pues si te soy sincera... no me decido por ninguno. - Respondía insegura. - ¿Cuál crees que es mejor? - Preguntaba, pues elegiría el vestido que ella creyera que me quedaba más bonito.

Sabía que Irisha no estaría contenta de tener que encargarse de ver al alcalde, pero parecía que se lo tomaba con bastante humor, imitando la voz de su padre a la perfección aquello me seguía impresionando día a día, y además con las cosas cómicas que estaba haciendo no pude contener la risa. Para cuando termine de preseleccionar los vestidos, ella se recostaba sobre mi abrazo, diciendo primero que el traje de combate era precioso, y que no podía decidirse entre los vestidos que había sacado, sonreí tímidamente aunque sabía que no podría verlo, ella no se daba cuenta de algo fundamental, si bien estos vestidos eran bonitos, era ella la que los convertía en obras maestras, ella era la mejor modelo que alguien como yo podría pedir para confeccionar. La bese en el cuello y le susurre. -Cariño... Cualquier vestido en tu cuerpo te quedara espectacular... pero creo que haces resaltar mucho el negro.

Una vez lo seleccioné por ella comencé a vestirla, separándome despacio de ella, y pasando las manos suavemente por su cuerpo, la había vestido miles de veces en el pasado, pero no como ahora. Si bien la estaba vistiendo mi intención era demostrar lo opuesto, que lo que quería hacer con ella era desnudarla, mis manos recorrían cada centímetro de su piel hasta que ella estaba vestida, una vez que termine me acerque a su oído y le susurre. -Que quieres ahora... Me refería a su peinado... que a cuál quería que le hiciese, pero quería desconcentrarla un momento. -Me refiero a que peinado quieres. Solté una risita, en estos momentos estaba tan feliz, quería hacer tanto este tipo de cosas con ella que simplemente no podía aguantarme el jugar con ella así, aunque sabía que ella no se quedaría impasible, pero no me importaba, esto era justo lo que quería.

Aún abrazada a mí, y sin saber que ponerme, Katya me sugirió uno de ellos, el vestido negro. Ella me soltó para comenzar a vestirme, me quité la camisa, quedándome prácticamente desnuda, tan solo mi ropa interior. Me dejaba guiar por ella que me ayudaba a vestirme no sin antes, mirarle de forma pícara. - Vísteme... pero sin toqueteos... - Le decía de forma burlona, mientras ella me acomodaba a la perfección el vestido. No tardó demasiado en terminar de ponerlo debidamente, en ese momento ella me preguntó qué quería que ella me hiciera ahora, para luego especificar que se refería al peinado. Para luego mostrar una pequeña risa, pues estaba bromeado. Verla reírse y bromear me alegraba mucho, tanto que una sonrisa de felicidad se dibujaba en mi rostro. – Lo sabía. – Dije con un tono de voz delicado, a la vez que me posicionada completamente en frente de ella.

Llevé mi diestra la mejilla izquierda de Katya, y de forma bastante suave la acariciaba con ternura. – Sabía que tu sonrisa se vería preciosa, me alegra mucho ver que por fin puedas sonreír y ser tú misma Katya. – Mi mano descendía lentamente por du rostro hasta llegar a su cuello, lentamente, sin mucha fuerza pero con firmeza estiraba un poco de su cuello acompañando su cabeza para que se acercara a la mía. – Lo que quiero ahora mismo es… - Cortaba mis palabras para acercar lentamente mis labios a los suyos. Mi mano izquierda, la sujetaba continuando mi avance hasta que mis labios, rozaron los suyos, sellando nuestro amor prohibido con un dulce y tierno beso, el cual representaba el amor que sentía por ella y el cariño que le tenía. Mas mi beso, no era lujurioso, simplemente buscaba demostrarle que era más que pasión carnal. Una muestra de amor inocente y adolescente, un pequeña muestra de mi amor por ella. El corto beso finalizó, con una mirada que desprendía afecto por todos lados le sonreí aún bastante cerca a Katya. – Estar así contigo es lo que quiero… pero hablando de peinados… sorpréndeme. – Concluí guiñando mi ojo derecho a la vez que la soltaba y me dentaba en la silla de mi habitación la cual estaba en frente de un espejo bastante grande y una mesa con todo tipo de cosméticos y utensilios de maquillaje.

Disfrute cada segundo de vestirla, aunque ella misma dijo sin toqueteos, solo pasar mis manos por cualquier zona de su cuerpo me llenaba de placer, para cuando termine de prepararla y de bromear, ella rompió cualquiera de mis defensas simplemente el roce de su mano sobre mi mejilla bastaba para hacerme enrojecer, y más cuando sus palabras eran elogios. Irisha no me dejo apartar la mirada, ella me sujetaba con firmeza y ternura acercando sus labios a los míos una vez más besándonos. Su beso era muy diferente al mío, yo necesitaba demostrarle cuanto la necesitaba, ella me demostraba cuanto me amaba, acompañe tímidamente a su beso mientras simplemente la abrazaba, y disfrutaba hasta que simplemente termino. Después ella me dijo que lo que ella quería es que estuviera así conmigo, para añadir que quería que la sorprendiera con el peinado.

Le di un beso en la mejilla para devolverle una pequeña parte de ese cariño. -Yo también deseo estar contigo... nunca me marchare de tu lado no importa lo que ocurra. Después de aquello la solté despacito, porque había que ponerse a trabajar de una vez, o alguien llegaría y empezaría a hacer preguntas, que no me apetecía contestar. Ella se fue a la silla con su gran espejo, donde estaban los utensilios cosméticos, y maquillaje, que no es que Irisha lo necesitara, pero no me importaba realzar aún más su belleza con un maquillaje sutil. Tome su pelo con ambas manos e incline un poco la cabeza a un lado pensativa. -Bueno... Estas mucho más sexy con el pelo suelo, por lo que solo voy a sostenerlo un poco con unos sencillos adornos, pero dejándolo caer para lucir esa bella melena plateada que tienes. Le di entonces un besito en la cabeza y comencé a hacer lo que le dije, serian un par de minutos y la deje preciosa, después un toque leve de maquillaje para dar un toque de color, y termine. -Ya estas lista cielo. Me mire entonces en el espejo y me di cuenta de que debía ajustarme un poco la ropa cosa que hice para estar perfecta y presentable, como la mujer que amaba.

No podía pedir nada más, llevaba tiempo deseando que Katya fuera así como es ella, pues siempre nuestra relación fue lo que cabía de esperar entre amo y esclavo. Pero para nada estaba contenta con aquella situación, le pedí a mi padre tener una esclava, simplemente lo hice porque la vi a ella. Una muchacha de mi edad privada de su libertad, desde el primer día que la vi, su mirada era cautivante. Pese parecer contradictorio, y estar en contra de la esclavitud, le pedí a mi padre que la comprara. Solo por un único motivo, si estaba a mi cargo, sabía que no le iban a hacer nada malo. Aquel día cuando la vi, no podía parar de imaginar que podría ser que yo también podría acabar así. Era algo inaceptable, no podía permitir que le pasaran más desgracias. Desde el día que Katya entró a vivir aquí, me he esforzado mucho en que ella pudiera mostrarse como es, pero, nunca conseguí eso.  

Mientras ella me peinaba, no podía parar de pensar en el pasado de ella, pues con el tiempo que llevábamos juntas, nunca le había preguntado por su pasado. Sabía que, al ser esclava, no habría tenido una vida nada fácil. Pero, quería saber más de ella... aunque tampoco me gustaría hacerla sentir mal. Ella en ese momento me besó en el pelo, tras decirme unas palabras, que, aunque no le estaba escuchando por estar inmersa en mis pensamientos, no la estaba ignorando. - ¿Eh? - Pregunté confusa pues no me había enterado de lo que me estaba diciendo. Me mantuve unos segundos callada, procesando la información. - Oh... si... puedes hacerme el peinado que más te guste. - Le dije avergonzada para salir un poco del paso, a la vez que le mostraba una sonrisa mirándola a través del cristal.  

Katya trabajaba con mi cabello, en esos momentos comenzaba a recordar los momentos que habíamos vivido juntas. Y pensar que, si no me hubieran tratado de matar, ahora mismo no seguiríamos igual, era curioso. No tardó demasiado en terminar de peinarme, y cuando me avisó de que ya estaba lista me levanté de la silla. - Por cierto... sé que ahora no tiene relevancia... pero me gustaría que fueras sincera conmigo. - Decía de forma seria, pero bastante calmada, girándome para mirarle a su lindo rostro. - Me gustaría preguntarte una cosa, y que fueras lo más sincera posible. - Añadía a lo anterior. - ¿Antes... me odiabas? - Preguntaba con grandes signos de preocupación, pues desde siempre me había preocupado en que ella me odiase por ser quien soy, aunque ahora está claro que no, pero, era importante para mí, saber si me había odiado.

Ella estaba feliz de que le hiciera el penado que yo prefiriera, pero la notaba distraída, algo le inquietaba la cabeza, y ella era alguien que normalmente no se comportaba así, pero hoy definitivamente está lejos de ser un día normal, así que podría consentírselo. Ella comenzó a hablar parecía que realmente estaba a punto de hacerme aquella pregunta mientras yo le daba los retoques finales, ella me pregunto si en algún momento llegue a odiarla, estaba claro que era por lo que yo había sido, el ser ella mi dueña, pero ella no entendía que puedes apreciar un dueño con el tiempo si este se comporta de manera decente, yo lo había visto en otros esclavos pero a mí no me paso hasta que la conocí a ella. La mire y suspire, negando con la cabeza. -Irisha amor mío, no hay un solo día desde que te conozco en el que te odiara. La abrace antes de mencionar aquellas palabras, más que nada porque no era capaz de mirarla a la cara mientras. -Cuando le dijiste a tu padre que me comprara por esa exorbitante suma de dinero, me llenaste de curiosidad.

Mi mente me trasportaba a ese tiempo cuando ella me compro, y me sorprendió que fuera una chica quien me comprara, por el motivo que estaba a punto de explicarle. -Mira no se si lo sabes, pero el sufijo que había bajo mi precio indicaba una cosa, que no había sido mancillada. Aparte la vista cuando dije aquello, no podía mirarla ni a través del reflejo. -Eso quiere decir que me estaba resignando ante lo inevitable, pero tú me compraste, eso despertó mi curiosidad. Conseguí entonces poder volver a mirarla. Así te veía al principio, luego despertaste mi interés, cuando vi lo buena persona que eras, y ese interés antes de que me diera cuenta era amor. Después de mencionar aquello le di un beso como el que ella me había dado hace un momento, suave, tierno, adolescente, era amor puro concentrado entre la conexión entre sus labios y los míos, creo que esa era toda la respuesta que ella necesitaba, y mantendría aquel beso todo lo que pudiera hasta que ella me apartara o agotara mi aire.

Mi pregunta era inevitable, pues siempre tenía aquella duda, que si bien, podía entender que odiara mi condición, pues la esclavitud la hacía no ser libre, y yo la estaba quitando ese derecho suyo, realmente podía entender que me odiase. Pero al parecer no fue así, ella me negó con la cabeza, una leve sonrisa de alivio se dibujaba en mi rostro. Me sabía muy mal hacer que ella no tuviera esa libertad, pero bueno, al menos conseguí que fuera una persona libre. Katya mencionaba que aquel día en el que mi padre la compró por tan alto precio, fue porque no había sido mancillada. Me llevé una mano a la barbilla de forma pensativa. - Eso quiere decir que... ¿Eres virgen? - Preguntaba un poco bastante indiscreta. Tras eso, me explicó que al ver cómo era en realidad, comenzó a apreciarme, hasta darse cuenta que se había enamorado de mí.  

Un gran suspiro salió de mis labios, el cual fue cortado por un beso. Me sonrojé, más que de la vergüenza, era por la sorpresa, pues no me esperaba que fuera tan lanzada, ya que normalmente era una muchacha muy contenida. Le correspondí el beso para luego separarme, pues con todo lo acontecido me estaba quedando sin tiempo. Le acariciaba el pelo, una pequeña muestra de afecto para luego comenzar a caminar hacia la puerta. - Por cierto, yo también lo soy, pero creo que eso ya lo sabes. - Decía mientras sujetaba con la diestra el pomo. - Ya no tengo más hambre, sería un desperdicio que se quedara ahí el desayuno. - Mentía, pero quería que ella desayunara, yo realmente podía aguantar mi hambre, además ella siempre hacía mucho desgaste físico.

La verdad entre todo lo que había dicho no esperaba que Irisha se quedara con que era virgen, aquello me subió los colores, aunque también era verdad que ese comentario en una enclava ya a mi edad era muy poco común y entendía su curiosidad. Ella reacciono muy bien a mi beso y podía ver que ella me viese que era más lanzada de lo habitual, pero llevaba demasiado tiempo conteniéndome, y sabiendo que gran parte del día no iba a poder expresar este tipo de cosas era mejor aprovechar cada segundo. Irisha se disponía a salir por la puerta mientras me decía dos cosas la primera una que me dio algo de vergüenza que era que ella también era virgen, algo que en cierto modo me sorprendía, es decir vale que yo la conocí cuando ella tenía menos de dieciocho años pero ella era hermosa, debía de tener cientos de pretendientes, de hecho vi a unos cuantos a lo largo de estos dos años ella era toda una sensación en el cuartel, pero que ella siguiese pura... Y me lo comentara ahora cuando esta misma noche ella y yo simplemente me dejo fuera de sitio y solo pude responder con un. -¿Eh?

En cualquier caso, lo segundo que dijo me lleno de ternura, dijo que no tenía más hambre y eso era mentira, y ambas lo sabíamos aun así ella me deja lo que estaba ahí para que yo comiera algo sabiendo que me esperaba un día entero de quehaceres, ella me cuidaba además de que sabía que tenía que recoger esto antes de asistirla en la reunión debía de darme prisa. -Descuida yo me ocupare de esto, nos vemos en unos minutos en la sala de conferencias. Ella se marchó y yo comencé a comer, con cuidado de no mancharme puesto que no tenía tiempo para cambiarme. Estaba delicioso, no podía evitarlo simplemente delicioso y estaba mal que yo lo dijera. Después de aquello tome aquellas cosas y las lleve a la cocina, para dirigirme a la sala y ya estaba escuchando el por qué Vladimir pidió a Irisha atender a la reunión, el Alcalde estaba intentando algo... Sin ningún tacto he de añadir. -Zarevna Irisha su padre me comunico que esta soltera y sin pretendiente, me gustaría formalmente cortejarla. Casi podía escuchar la negativa de ella ante tal torpe petición, pero no quería interrumpirla así que esperaría a que se negara para entrar y actuar como rescate ante aquella situación.

Al darle permiso a Katya que se comiera mi desayuno, me marché a la sala de reuniones del palacio. Era un rollo tener que atender esos temas políticos, pero, por otro lado, eso me beneficiaba en algo, pues así podría supervisar el estado de mi pueblo. Pero realmente, no era algo que me gustase hacer, pero era mi obligación. Entré en la sala de reuniones la cual era un despacho bastante amplio, bien iluminada con dos ventanas, una mesa de escritorio con la madera de la mejor calidad, y dos asientos. Cuando entré, pude ver como el alcalde de Azov ya me estaba esperando sentado en la silla de invitados. Con un respetuoso saludo, me acerqué y me senté en la silla que generalmente se sentaba mi padre. Y así la reunión daba comienzo. Todo era bastante normal, los presupuestos parecían estar correctos, los gastos cuadraban, y no parecía nada extraño. También me daba aquel hombre unos papeles que debía supervisar y aceptar. Bueno no parecía nada extraño así que di mi consentimiento.  

No tardé demasiado en terminar de revisar todo, aunque a mí me había parecido una eternidad. Aun me mantenía sujetando los papeles cuando de pronto aquel hombre dijo un comentario que no me gustó demasiado. Este me afirmaba que mi padre le había dicho que estaba soltera. Al escuchar eso arqueé una ceja, bastante molesta, pues ahora ya entendía por qué mi padre quería que asistiera. Suspiré cuando este añadió que quería cortejarme formalmente, alegando que no tenía pretendientes. Dejé los papeles en la mesa, mientras mi mirada comenzaba a tornarse fría y con cierto matiz de soberbia. - Es correcto, no tengo pretendientes y actualmente estoy soltera. - Afirmaba apoyando el codo izquierdo en la mesa, mientras que mi dedo índice lo apoyaba en mi labio inferior, a la vez que le mostraba cierta sonrisa arrogante. - Pero eso es completamente irrelevante, mi posición y la suya, distan demasiado como para tener el atrevimiento si quiera de plantearse pedirme tal proposición. - Explicaba, manteniendo aquel tono tajante y soberbio, retirando también mi mano del rostro.  - Soy la Zarevna, primera heredera al trono. No voy a rebajarme, aceptaré la proposición de un pretendiente solo si es joven y del mismo estatus que el mío. Mientras permaneceré soltera. Si no tiene ningún asunto más que tratar le sugiero que regrese a su puesto, tiene una ciudad que cuidar. - Concluía esperando la reacción del alcalde, pues la reunión había concluido.

En el amparo que me daba la puerta escuche la contestación de Irisha, la verdad es que me gusto como le trato, fría, distante, un poco soberbia, cualquier excusa era buena para alejarle, lo que significaba que había humillado en todo punto posible al Alcalde, que sin duda recordaría esto, no sabía si el Zar estaba poniendo a prueba a Irisha para rechazarle o solo un aviso de que iba siendo hora de que contrajera nupcias, en cualquier caso ni en las pesadillas más oscuras de Vladimir, pensaría que su querida hija estaba enamorada de una mujer colocando el futuro de su reino en serio peligro, en cualquier caso el Alcalde no tardo en contestarla. -Discúlpeme si mí proposición ha sido atrevida mi Zarevna, pero su inconmensurable belleza me impulso a hacer este atrevimiento ahora una vez más discúlpeme. Después de aquello el hombre salió por donde yo estaba a punto de entrar a lo que yo disimule como si estuviera limpiando la pared, y aquello pareció funcionar, puesto que se fue casi sen reparar en mí, pero podía ver en su rostro un notable enfado y casi le escuchaba farfullar en contra de Irisha, mi amada le había dado donde más le dolía en su orgullo masculino.

Entre y cerré con pestillo tras de mí de forma delicada en ese momento la mire, y claramente mí cara mostraba mucha felicidad simplemente me acerque a ella, y me arrodille, mientras ella estaba sentada en el trono, y extendí mis manos esperando que ella me concediera el privilegio de besar su mano, esto era una muestra de amor, pero sobre todo de agradecimiento, ella tenía que ver hasta qué punto la amaba. -Irisha yo... no estoy a la altura de ningún príncipe o noble, pero te amo más que a cualquiera de ellos, espero que eso sea suficiente para ti. Ambas sabíamos porque estaba haciendo esto, le estaba dando la salida, si ella quería rechazarme esta era su última oportunidad. Antes había sido una encerrona ella había respondido bien, pero ahora las cosas estaban calmadas, ella ahora podría actuar más libremente sin la presión que le cause, y le daba esta salida por que ella la merecía, y aunque no pudiera verlo, en mis ojos comenzaban a caer lágrimas. Habían sido sus actos los que me impulsaron a hacer esto, no es que me arrepintiera ella lo sabía, era que la amaba tanto que solo quería que fuera feliz, incluso a mí costa.

Tras decirle esas duras palabras al alcalde, este se disculpó con el respeto que claramente mi posición ameritaba. Pero era evidente que mis palabras le habían herido el orgullo, era perfectamente comprensible. Parecía que este había acabado la reunión, así que bueno, solo había que esperar a que esto no ocasionara graves problemas en un futuro. Aunque, no creía que este incidente destruyera mi imagen con el pueblo. En fin, ya no podía hacer nada, pero tenía que frenarlo lo antes posible y eso hice. Cuando el tipo recogió los papeles y se marchó indignado suponía, suspiré profundamente y me recosté en la gran silla. No me sentía bien haciendo este tipo de cosas, me sabía muy mal rechazar así, pero ese tipo no me quería por como soy, simplemente quería aprovecharse de mi estatus y como no de mi cuerpo. Pero, nadie mejor que yo sabía lo atractiva que era, así que bueno no me extrañaba que probase fortuna.  

Segundos después, entró Katya, se le veía muy contenta. Parecía que había escuchado todo, así que podía entender lo bien que se sentía en este momento, tras rechazar al alcalde. Ella cerraría el pestillo, dejándonos encerradas dentro de la sala. Esta se acercaba a mí para arrodillarse ante mí y extenderme las manos con la intención de besarme la mano. Realmente no necesitaba de esos gestos, pero parecía que le hacía mucha ilusión así que, posé mi diestra para que ella besara el dorso de la mano.  

Después de aquel beso, ella me dijo que no estaba a la altura de los príncipes o cualquier noble, pero que ella me amaba más que cualquiera de ellos podría hacerlo nunca. Sonreí al escuchar sus palabras y solté una pequeña risa, para luego levantarme de la silla. - No tienes que igualarte a ellos. - Decía acariciando su cabello suavemente. - No me quieren, les daría igual quien fuera, solo quieren mi posición, hasta venderían a su madre si fuera necesario. - Añadía, agachándome para besarle en la frente. - Además, eres mejor persona que cualquiera de esos aprovechados serán nunca. - Concluía separándome de Katya para acercarme a la ventana. - Sin embargo, tú tienes algo más valioso de lo que ellos tendrán en toda su vida. - Decía mirando por la ventana. - Mi amor. - Tras decir eso con una gran sonrisa solo debía esperar la reacción de Katya, que sabía que no se haría esperar mucho.

Bese su mano, suave, tersa, poderosa. Diría que lo que hizo Irisha después de mis palabras me sorprendió, pero no era lo que esperaba lo que quería que pasara, lo que deseaba con todo mi corazón que ocurriera, ella se levantaba de la silla mientras comenzaba a decirme las palabras mar hermosas que había escuchado en la vida. Ella acaricio mi pelo, lo cual corto las lágrimas en mis ojos, desprecio a aquellos que querían cortejarla por su posición... Beso mi frente lo que me hizo mirarla. Seguían las palabras amables hacia mí, realmente me estaba diciendo unas cosas preciosas, me enternecían como ella no lo podía imaginar, cuando ella se dirigió a la ventana fue cuando me derribo, y un calor nació dentro de mí, me temblaban las piernas, la temperatura de mi cuerpo subía, apenas podría controlarme ella dijo las palabras perfectas para dejarme más que lista. Me levante despacio más mis pasos producían cierto roce que me impedía concentrarme, Irisha no era consciente de lo que acababa de provocarme, aun así, claramente esperaba una reacción.

La abrace por detrás y le susurre al oído. -Irisha tú ahora eres dueña de algo... La bese con amor en el cuello. -No de mi cuerpo eso ha pasado de mano en mano, y no posee ningún valor. Ahora posees algo que ningún dinero puede comprar... Aumentaba la intensidad de mi abrazo y deslizaba mis manos hacia abajo. -Mi corazón Ella no sabía cómo me había puesto, y que ahora para mi esperar a la noche sería una tortura... Sus palabras eran las más adecuadas, y certeras, esperaba que las mías también fueran de su agrado, aunque yo no tenía su facilidad de palabra, yo solo podía expresarme así con ella y después de dos años. Dos años me costó reunir el valor para poder hacer esto. La espera valió la pena porque ella me aceptaba con los brazos abiertos y por eso ahora podía actuar así, por eso era lanzada audaz, pero también era insegura por mi posición y había necesitado esta reconfirmación, y no solo la había recibido si no que era más profunda he intensa que la primera vez, solo esperaba que ella entendiera con que profundidad la amaba yo también.

Sabía que mis palabras le darían una gran impresión, Katya parecía ser que me amaba de bastante tiempo, la verdad lo había ocultado muy bien. Pues siendo tan distante y con mis intentos sin éxito de ser más cercanas, siempre había pensado que ella me odiaba. En cualquier caso, su reacción no se hacía esperar. Katya me abrazó desde atrás, con bastante intensidad, podía sentir todo el calor que su cuerpo desprendía. Su abrazó de cogió algo de improviso lo que me hizo avanzar un poco más hacia delante, haciendo que me tuviera que apoyar en la pared. Katya decía que yo era dueña de ella, pero no de su cuerpo, ya que este carecía de valor, sino, de algo mucho más valioso, era dueña de su corazón. Al escuchar eso me sonrojé, a la vez que en mi rostro se dibujaba una sonrisa de completa felicidad. - Katya... yo... - Murmuraba con una voz completamente suave.  

Me di media vuelta sin apartarla de mí, pues la quería tener bien cerca. - Si sigues así, no podré contenerme hasta la noche... - Decía con un tono bastante lujurioso, mientras la acercaba a la cintura con mi mano izquierda, atrayéndola más a mí. Mientras, mi otra mano, comenzaba a desabrocharle los botones de su uniforme, que lentamente a cada botón que desabrochaba podía ver más sus grandes pechos. No contenta con eso, comenzaba a acariciar su cuello una vez había dejado a la vista parte de su pecho, la cual mi mano comenzaba a descender para detenerse justo cerca de su pecho. - No puedo detener mis ganas... - Decía mientras que, con la mano, que sostenía la cintura, descendía acariciando con suavidad su nalga para llegar a la parte posterior de su muslo, la cual levantaba y llevaba más hacia mi haciendo que su cintura se aproximase mucho a la mía. Desde esa posición iba a besarla, pero de pronto de manera muy inoportuna, se escuchó el sonido de la puerta. Al parecer, alguien ya me estaba reclamando. - Parece que tendremos que dejarlo para luego... - Suspiraba completamente afectada por lo que había hecho, esperando a que Katya se arreglase para que nadie sospechara y poder abrir la puerta.

Irisha no me dio un solo segundo de respiro, pues después de mi abrazo ella actuó muy audaz, extendió su brazo y acerco mi cintura a la suya si eso seguía así esperar a la noche sería imposible. Su mano comenzaba a desabrochar los botones de mi uniforme, mientras yo la miraba con una cara de completa excitación mientras mordía de una forma muy sexy mi labio inferior, mi intención no era detenerla, no quería no podía, y era demasiado insegura para empezar a hacer o empezar a desvestirla, por lo que solo la abrazaba y acariciaba sus caderas mientras ella continuaba atacándome sin piedad. Ella ahora casi había dejado a la vista mi pecho, y más aún ella ahora había levantado mi pierna hacia ella agarrando de mi nalga, haciendo que nuestras cinturas se tocaran, si esto seguía así simplemente ella vería que ahora mismo estaba más que lista para lo que fuera a ocurrir dejando de lado lo de esta noche...

Pero antes de que mis labios fueran besados por los suyos alguien llamo a la puerta. Irisha se resignaba suspirando completamente afectada, más yo estaba incluso más afectada que ella, si tan solo mirara debajo de mi falda lo vería, en cualquier caso ella dijo que debíamos dejarlo para luego, pero antes de empezar a arreglarme había algo que tenía que hacer o simplemente mi ardor me consumiría, la sujete con firmeza pero, con suavidad de su cuello y me acerque a sus labios, para darle un apasionado beso, fue corto, no más de tres segundos, pero mi lengua invadió su boca, y jugo con la suya, estaba cargado de lujuria cuando mis labios se separaron de los suyos comencé a arreglarme. -No pude resistirme, si no lo hacía creo que hubiera entrado en llamas. Mientras dejaba mi ropa completamente perfecta me dirigía a la puerta, nadie podría ver que hubiera algún fallo, aunque técnicamente había uno pero no era visible si no levantaba mi falda... solo sería algo que Irisha podría haber dado cuenta, en cualquier caso estaba todo ya arreglado, salvo eso. Abrí la puerta, allí había un hombre que dijo. -Señorita Irisha, Katya lamento interrumpir... sé que estaban trabajando con los datos que dio el Alcalde pero, las esperan en el ensayo. Casi me había olvidado tendríamos que ir a ensayar, bueno mejor dicho mi amada debía de ir yo solo podía coordinar, puesto que mis habilidades en ese campo eran nulas, más después de aquello venia algo importante, entrenamiento físico, era algo que ambas le habíamos cogido el gusto por nuestro internamiento en Gusev, así que solíamos tener bastante ganas de aquello.