Una nueva amistad (Miko e Inferno)

Mi siguiente misión tomaba lugar en la país de Samia, en el South Blue. Consistía en defender el país mientras se daba una reunión de máxima prioridad para el futuro del país de Samia. Por ello, un barco repleto de cadetes liderados por el teniente Crowford desembarcó en Samia, concretamente en la ciudad portuaria donde se iba a realizar la reunión, Asima. Yo viajé en ese barco y estaba asignado al escuadrón B. Antes de desembarcar, nuestro teniente nos explicó como íbamos a realizar la misión.

-Muy bien cadetes, el escuadrón A se quedará conmigo en Asima para encargarse de que la reunión vaya a la perfección, mientras tanto el escuadrón B irá a el pueblo Samia, en la otra punta de la isla, para proteger el flanco opuesto y en cargarse de que no desembarque ahí ninguna amenaza.- Yo, sin comprender porque me habían enviado con el escuadrón B, le dije al teniente:

-D-disculpe, teniente Crowford, n-no entiendo porque me ha mandao con el escuadrón B. Y-yo puedo quedarme en la ciudad, s-soy capaz de estar en el equipo de los más fuertes...- A lo que el me respondió: -Mira, cadete. Sé muy bien lo que puedes hacer, y por eso te mando al escuadrón B. Si no te mando con esos ineptos, podrían morir. Encárgate de que todo salga bien, cadete Berbés.- Me guiñó el ojo y se fue a dirigir su pelotón.

El escuadrón B nos dirigimos hacia Samia, pasamos por un caminito rodeado por un bosque y llegamos a Samia al anochecer. Todos los cadetes se fueron a comer a una taberna, pero yo no tenía hambre. Me fui a dar un paseo por el pueblo para analizar el entorno, y detectar posibles problemas...

La taberna estaba a rebosar aquella noche. Normalmente las noches tenían su pico de mayor aforo entre las ocho y las diez, cuando los pescadores y otros trabajadores iban a relajarse tomando un rato y hablando de que tal les había ido el día. La isla de Samia era un lugar pequeño así que tampoco había mucho más, menos aún en la parte del pueblo. En el puerto seguramente las conversaciones estuvieran más centradas en preguntar cosas de fuera, pero Miko llevaba ya un tiempo trabajando en lo que antes era la taberna de su abuela, y con ese horario tan estricto que llevaba entre trabajo, ayudar a otros, mantenerse a ella y a su casa en condiciones y entrenar… No podía permitirse precisamente irse a la ciudad a festejar. Tampoco le hacía falta, y no era que su forma de vida no resultase satisfactoria. Más bien era lo contrario. Pero ese día tenían mucho trabajo de más.

Al atardecer, una inesperada cantidad de extranjeros habían llegado al pueblo, poniendo en alerta a parte de la población. La gaviota azul de sus prendas no solía traer buenas noticias… Bueno, la ciudad no estaba mal y había salido a flote como proyecto gracias a su entrometimiento en la vida de las personas de Samia, pero había líneas que no se debían cruzar, y la que pretendían atravesar hoy era una de esas. Charlie había sido informado de esto: Una persona importante de una isla cercana iba a ir a la isla para intentar una “afiliación” con su reino. Samia no era un reino o una nación. Solo una isla con unos pocos cientos de habitantes. No llegaban ni al medio millar de personas. Si acaso la población parecía mayor por los vaivenes de los comerciantes, pero ya. Eso suponía quizás un peligro para ellos tanto en cuanto a que no tenían un sistema de defensa contra piratas o similares, pero de base tampoco había nada de interés para ellos en la isla antes. Como fuera, habían pactado para que los marines les echaran un ojo. Por lo menos en la ciudad portuaria. Hasta ahí todo estaba bien, pero la afiliación que quería ese hombre era algo que nadie iba a aceptar. Por eso mismo Charlie y otra serie de personas elegidas tanto en el pueblo como en la ciudad habían partido a encontrarse con dicho sujeto y reafirmarse en su negativa. “Mientras yo esté fuera, tendrás que cuidar de la ciudad”. Avisó el ex teniente antes de partir por la mañana.

Así que ahí estaba, yendo y viniendo en la cocina con más pedidos que de costumbre mientras Rumi atendía con una brillante sonrisa e iba sacando información. Al estar en la cocina, Miko podía escuchar con sus orejas transformadas todo lo que esos hombres iban diciendo. –Tranquilos, estoy segura de que nuestra “heroína” podría ocuparse de algo como esto sola. –Decía la castaña con voz jocosa, haciendo referencia a Miko.

–Oh, podrías presentárnosla entonces… ¿Eres tú, acaso?

–Por supuesto que no. Miko es mucho más llamativa. Podéis preguntar por su nombre a cualquiera y os dirá lo mismo.

–Quizás lo hagamos luego, ¿nos pones otra? – Se estaban emborrachando de más al haber escuchado que en el pueblo no era necesario pagar para recibir servicios.

Pasado un rato, y viendo que solo estaban bebiendo y habían dejado respirar a la chica, Miko salió de la cocina para ayudar con sus invitados. Al verlos borrachos de más, se aseguró de invitarlos de la mejor manera posible a que se fueran a dormir, porque la taberna iba a cerrar. Podían usar las habitaciones de arriba. Solo había una ocupada y era de Charlie, así qué.

Al finalizar por fin la jornada, se despidió de Rumi y se fue a dar una vuelta alrededor del pueblo. Estaba cansada, pero le preocupaba esa “posible amenaza” de la que hablaban bravuconeando mientras ella estaba tras la puerta de la cocina.

Pasear por la noche es bastante agradable, he de decir que este pueblo está bastante bien iluminado. Es muy acogedor pasar tiempo libre aquí, pero no estaba de vacaciones, debía mantener el ojo avizor para prevenir problemas. El señor Crowford confía en mi, y yo no pienso decepcionarlo. Metí mi mano en el bolsillo de mi camisa y saqué a mi robotito Ascuas, y le dije: -Ascuas, comienza a grabar y archiva esta grabación en: "Casual".-. Y Ascuas me respondió: -Bip, hola Inferno. Comenzando grabación, bup.-.

Seguí andando cuando vi a una chica de mi edad andando sola por la calle, con lo peligroso que es. En ese momento, vi una oportunidad genial para por fin desempeñar mis obligaciones como marine y lucirme como profesional.

-Ejem, h-hola, señorita. Por su s-seguridad, le pido que p-por favor, vuelva a casa i-inmediatamente.-. Lo se, lo he clavado. A ver, me he trabado un par de veces y tal, pero he puesto cara de malote así que no se que puede salir mal...

Alguien llamó su atención mientras se encontraba rondando las calles, asegurándose de que nadie sospechoso se encontrara rondando por el pueblo, aunque quizás era mejor idea ir a la playa o al puerto del pequeño pueblo para asegurarse de que no se avistaba la silueta de algún barco a lo lejos. Con su capacidad para ver en la oscuridad era quien mejor podía prever el peligro, si bien implicase una bajada de rendimiento en su trabajo del próximo día. Al voltearse, Miko vio a un chico de tez morena con un curioso peinado. ¿Era su pelo así o se había hecho algo en el pelo? No pudo evitar escuchar esa pregunta en su propia cabeza, pero decidió no preguntarlo. Simplemente escuchó sus palabras de preocupación. Llevaba el mismo uniforme de la marina que los hombres apostados en su establecimiento. Miko suspiró. Aunque en parte le alegraba ver que uno de ellos se tomaba su trabajo como algo más que un simple pasatiempo. Tras soltar aire, volvió a inspirar y luego se relajó, dejando tiempo para que el chico acortase la distancia entre ambos.

—Bueno, no parece que haya ningún peligro en la isla. Samia siempre ha sido un lugar tranquilo. También he visto a gente en mi taberna. —“Me alegra ver que se preocupan por nuestros ciudadanos, pero tanta gente nueva puede parecer violento”. Pensó para sí misma. Sería mejor morderse la lengua, no quería sonar borde con alguien que no conocía y aun así se había preocupado por ella. De hecho, no le gustaba ser borde con nadie. —Veo que se preocupan mucho de su trabajo. Pero yo estoy bien, andaba solo dando un paseo y vigilando que no viniera ningún villano. — Dijo orgullosa, sin pensar en que tan raras sonarían esas palabras para un desconocido.

—Por cierto, no me he presentado. Me llamo Miko, encantada. ¿Tú eres? —

La chica se quedó un momento mirando mi pelo, ¿Que le pasa? Mis rastas molan mucho, seguro que se ha impresionado por mi estilo sin igual. La chica estaba guay, Samia era un lugar tranquilo y tal, la verdad es que igual me he precipitado haciendo guardia, pudiendo ponerle la mejora tan guay que he pensado para ascuas... Espera, ¿Busca villanos? Pero... ¿Eso no es trabajo para la marina? Me sorprendí bastante, así que le dije: -¿Villanos? ¿Eso no es trabajo para la marina?- Después de su respuesta me dijo su nombre, Miko. Que bonito nombre, y que mona es...
-Yo me llamo Samuel, pero llámame Inferno. Es mi nombre heróico, aunque creo que vas a ser la primera persona que comprenderás lo guay que es ponerse uno... Este de aquí es Ascuas.-. Le toqué un poco la cabeza a Ascuas para que saliera del bolsillo de mi pecho, y se asomó diciendo:

-Bip, soy Ascuas. Me encargo de hablar abiertamente con la gente debido a la timidez de Samu, bup.

-¡Ascuas!

-Bip, dime Inferno, bup.

-Aaains, nada Ascuas. Desconéctate por un par de minutos, anda...

-Bip, recibido, Inferno. Apagando sist... Bup.

-Perdón, ya se ha quedado frito, jeje.

Menudos espectáculos monta. ¿Desde cuando lo programé para que me vacilara? No tengo ni idea, soy demasiado bueno haciendo robots... En todo caso, cualquier marine aburrido le hubiera dicho a Miko que se fuera a casa lo antes posible, pero lo que le dije yo fue: -Hey, ¿T-te m-molaría ser mi amiga?-. ¿Que cojones estoy diciendo, soy idiota o que? Normal que me pasara toda mi infancia solo, con esas frases para hacer amigos...

— ¿Tú crees? Yo pienso que no hace falta ser de la marina para cuidar de otras personas. Además, solo estoy vigilando que no pase nada malo. Creo que hay una diferencia importante. Cuidar de las personas no debería ser visto como el trabajo que solo unos pocos pueden hacer. —Comentó, clavando sus ojos rojizos en él, con una leve sonrisa. Cuando se presentó, tuvo que contener la risa por los comentarios dichos por la pequeña criatura metálica que salió de su bolsillo. Además… ¿Un apodo de héroe? Miko nunca había pensado en ponerse una máscara y fingir ser otra persona que fuera ella misma. Aunque sí recordaba algo de lo que le enseñó su padre en sus historias. Estos “Superhéroes” que vivían como gente normal, pero tenían una identidad distinta para proteger a la gente de sus enemigos. Miko no tenía enemigos, que ella supiera, así que no le hacía falta, pero no se burlaría de esa parte tampoco. De hecho, le resultaba tierno.

La pregunta llegó de forma trémula, dando veracidad a las palabras del robotito. El cual todavía llamaba la atención a la peliblanca, cuyos ojos se habían quedado clavados en el bolsillo de la chaqueta del contrario. “¿Es un ser vivo? No lo parece… Qué raro. Es más raro que un DDM”. Pensaba. Cuando la pregunta surgió, sus ojos se desviaron para quedarse clavados en los del contrario. Al parecer el chico quería hacerse amigo de ella. Una persona normal hubiera tenido seguramente sus recelos ante una pregunta tan inesperada, pero la niña no tenía ese tipo de filtros así que se limitó a asentir muy animada, tomando la mano del contrario en el proceso.

—Claro, me encantaría ser tu amiga, Samu. —No terminaba de convencerle el nombre de héroe del chico, así que de momento le llamaría así, ya que se lo había dicho él, supuso que no habría problemas. —De todos modos… ¿Por qué os han mandado a Samia? De por sí hay muy poca gente que sepa de su existencia. Que alguien os haya podido mover para proteger esa reunión normal y corriente… De verdad hice bien en negarme a que me metieran en la marina. —Comentó despreocupadamente mientras echaba a andar con las manos apoyadas en la nuca, entrelazándose sus dedos. Se detuvo al darse cuenta de que lo que acaba de decir podía sonar ofensivo, dejando esa postura para llevarse una mano a los labios. —Perdón, no quería que sonase ofensivo… Es solo que, considero que un héroe tiene que estar para ayudar a todo el mundo y la marina tiene algunas limitaciones. —