[Rainbow-Minato-Usui][Pasado]O tal vez no, Marines

Aquel parecía un buen sitio. Relajado, con buenas vistas, clima soleado... Parecía especialmente diseñado para el relax.

Arribor buscaba un lugar para descansar después de mucho tiempo en el mar y por fin parecía haber encontrado un buen sitio. Durante los últimos ocho días estuvo trabajando como camarero en un barco perteneciente a una agencia de viajes. Era una buena manera de viajar y de conseguir dinero, y, en su caso, también sorprendente por el hecho de que contrataran a alguien con su aspecto. La mayoría de lo que servía acababa cayendo al suelo, algo normal, debido al mal tiempo que hubo la mitad del viaje y que balanceaba el barco continuamente, sumado a que no podía ver por el ojo derecho.

En esa experiencia había llegado a un punto en el que no aguantaría el balanceo del barco ni un solo segundo más, así que desembarcó en la primera isla que vio. Había acabado en una ciudad cerca de la costa llamada Villa Orange. Era un lugar bastante tranquilo y relajado, la gente era amable en general, aunque algunos tenían reparos en acercarse mucho a él debido a que su aspecto no era especialmente amigable. Estuvo caminando de aquí para allá un par de horas. Después de tanto tiempo metido en un barco, la tierra firme era un lujo para él, y no tenía prisa en absoluto por abandonarla.

Toda esa ciudad estaba extrañamente calmada, algo que para Arribor era bastante raro, aunque un par de veces oyó como varias personas comentaban algo de un tipo que recorría la ciudad a oda velocidad, aunque no le dio ninguna importancia.

Cuando se hartó de caminar entró en la primera taberna que vio. Por lo visto era bastante antigua, de hacía unos 100 años, o eso decía el cartel de la puerta. "El camarero debe ser muy viejo", pensó Arribor al abrir la puerta de una patada. Sin mediar palabra se sentó en la barra y alzó la voz para pedir una copa a un desaparecido camarero, atrayendo las miradas de algunos de los clientes.

Después de que el camarero le sirviera y le pidiera por favor que no gritase en el local, bebió tranquilamente aprovechando el ambiente, curiosamente relajado para ser un bar,  de aquel lugar.

La gente del bar lo miraba con desconfianza. Se dio cuenta de que muchos de los clientes que antes había sentados a su alrededor habían abandonado el local o se habían cambiado a una mesa de una manera muy poco disimulada. No estaba seguro de por qué se alejaban, probablemente su aspecto les resultaría amenazante, especialmente estando acostumbrados a la apacible gente del pueblo. En fin, era problema suyo. No tenía pensado causar problemas, es más le gustaba tener compañeros de bebida e incluso podría haber invitado a unas rondas.

Arribor continuaba a lo suyo, aprovechando su gran resistencia al alcohol para beber como si se acabara el mundo, cuando de repente un viejo conocido se acercó a saludarle. Al principio le pilló por sorpresa ya que vino por el lado de su ojo malo. Cuando se giró vio que el tipo que le saludaba resultó ser Usui, el tipo rubio que conoció en el barco restaurante hacía tiempo.

-Oh!!! Usui, cuanto tiempo. Pidete algo. - le dijo a su viejo compañero de lucha tendiéndole una copa y vaciando la suya de un trago. Usui hizo lo mismo y, cuando estaba apunto de pedir algo más fuerte, el rubio desapareció. Ojeó el local y vio como se plantaba delante de un tipo pelirrojo vestido como si fuese una especie de samurái. Curiosamente la gente no se había apartado de él, lo que le resultaba extraño teniendo en cuenta el hecho de que su apariencia era aún más extraña que la suya. No parecía que mantuviesen una charla muy amigable, más bien parecía una de esas conversaciones que terminarían inevitablemente en una pelea. Sin embargo, y aunque estaba dispuesto a participar en cualquier bronca que se organizase, no le dio mucha importancia y siguió a lo suyo.

Sin dejar de mirar de reojo de vez en cuando al tipo de las ropas extrañas pidió otra copa y la vació rápidamente mientras se preguntaba quien era ese hombre y de que conocía a Usui y, lo más importante, de donde demonios habría sacado esas ropas tan geniales.

Arribor decidió ignorar la discusión que se estaba produciendo a sus espaldas. Debido a esta el ambiente del local iba adquiriendo un aire más tenso a cada segundo que pasaba. Sin embargo no estaba interesado, si tenían algún asunto personal que zanjar o si simplemente estaban a punto de saltar al cuello uno del otro no era cosa suya. Simplemente continuó bebiendo viendo como la taberna quedaba vacía ante la inminente pelea que todo el mundo, excepto él, veía a punto de desatarse entre Usui y el extraño tipo con quien hablaba.

Pero de pronto oyó su nombre. Mientras cotilleaba tras la barra aprovechando la ausencia del camarero escuchó como el hombre pelirrojo se dirigía a él alzando la voz y exigiendo que se identificara. Eso provocó su curiosidad y se acercó lentamente, y sin soltar la botella que había encontrado,hacia la mesa del fondo. Tenía pensado preguntarle a aquel tipo quien demonios era y exigirle que se identificara él, pero entre el poco interés que tenía en ello y la repentina invitación de Usui a comer, rápidamente se olvidó del asunto y se dirigió hacia la puerta.

Justo cuando estaba apunto de salir a la calle vio un par de carteles de búsqueda en el suelo. Mientras se acercaba a la mesa había oído que Usui llamaba a aquel tipo marine así que supuso que los carteles eran suyos y los utilizaba para identificar piratas. Sin siquiera pensar en las posibles consecuencias de entregárselos al pelirrojo, se agachó y los puso encima de la mesa mientras echaba un largo trago a su bebida.

-Oye, creo que se te ha caído esto. - le dijo al supuesto marine. Tardó un momento en darse cuenta de que uno de los carteles tenía la foto de su compañero Usui con una recompensa debajo y se quedó inmóvil con la cara de aquel que se da cuenta de algo evidente y empezó a plantearse la posibilidad de tener que enfrentarse al pelirrojo de extrañas ropas, una posibilidad que, lejos de disgustarle del todo, le hizo esbozar una siniestra sonrisa en su rostro ante la expectativa de la batalla.

OFF: Salto el turno a Usui. Si luego reaparece pues que postee.


El marine saltó como un resorte. Tal vez no debió darle esos carteles. Aunque no era la primera vez que su lenta mente le jugaba una mala pasada. Más de una vez había tenido que huir de algún comerciante después de olvidarse llevar dinero. Aunque en ese caso la situación era más peligrosa y más emocionante.

Rápidamente, el marine pelirrojo dio una voltereta por encima de su silla y, después de patearla hacia la cara de Arribor, llegó hasta la puerta del local saltando ágilmente sobre las mesas. Su intención era capturar al rubio aunque seguramente también iría a por él así que decidió que lo mejor era librarse de él. Lo siguió hasta una amplia calle desierta con una hilera de bajos edificios a cada lado. Al llegar allí vio que el pelirrojo estaba subido en una carreta repleta de alimentos y empuñaba dos espadas cortas, unas armas apropiadas para alguien con esas ropas que le daban un aire de lo que a Arribor le parecía un samurai. Parecía dispuesto a luchar. Bien, si quería pelea la tendría. Por fin había algo de acción en aquella aburrida ciudad. Extrañamente desde que había llegado cada vez más gente se iba largando. Primero en la taberna y luego en la calle. Los habitantes de aquella isla parecían asustarse con demasiada facilidad.

En fin, tanto daba. Ahora era momento de lidiar con el marine. Sacó el cuchillo que guardaba a la altura de su espalda y lo clavó en la palma de su mano derecha. La sangre que emanó de la herida tomó forma de una punta de lanza de unos 5 centímetros de largo y en ese momento echó a correr hacia su rival. Estaba seguro de que sería un duro oponente y además poseía la ventaja de la altura, algo que podía causarle problemas. Para solucionarlo decidió disparar desde la misma herida un par de pequeñas esferas de sangre que partieron la rueda trasera de la carretilla, desequilibrándola. Eso eliminaría la diferencia de altura. Ya podía ir a por él sin problemas. Cuando se encontraba a pocos metros de su rival hizo que esa especie de lanza de sangre volase directamente hacia su cuello, mientras seguía conectada a su cuerpo a través de un fino hilo de sangre que iba desde su mano hasta la mortífera punta.

-Bloody Alchemy: Flying lance- Exclamó mientras mentalmente imaginaba como podría desarrollarse la batalla. Sabía que aquello no sería suficiente para acabar con él, o al menos eso esperaba. Confiaba en que aquel tipo fuese un entretenimiento suficiente para pasar el día. El hecho de verse envuelto de repente en una violenta lucha después de tanto tiempo hizo que no pudiera evitar reírse.

Nivel:

El marine logró esquivar su ataque. La carreta de fruta no llegó a caer, como él esperaba que sucediera, así que pudo evadir su lanza de sangre con bastante facilidad aunque cayendo al suelo de espaldas. El único daño visible era un pequeño corte en el rostro que apenas le hizo sangrar.

El pelirrojo se levantó del suelo de un salto demostrando su agilidad y tras unos segundos de cavilaciones, enfundó sus dos armas y se lanzó corriendo al ataque no sin antes coger uno de los muchos melones que trasportaba la carreta. No entendía por qué cargaba con un melón, y menos aún teniendo un par de espadas cortas como las que llevaba encima, tal vez se lo lanzara o intentaría estrellarlo en su cabeza. De todas formas daba igual, solo era un inofensivo melón. A la vez que pensaba sobre las posibles intenciones del pelirrojo reabsorbió el arma de sangre que había disparado. No quería perder más sangre de la necesaria. Entonces vio como el melón volaba directo hacia él, a la altura de su cabeza. "Mira por donde tenía razón."- pensó Arribor contemplando como la fruta se dividía en tres partes por los cortes que el marine acababa de practicarle. En ese momento comprendió sus intenciones; el líquido del melón salió disparado hacia todas direcciones y le golpeó en la cara cegándole.

Durante un par de segundos no pudo ver nada, tiempo que el marine aprovechó para lanzarle una estocada vertical desde el estómago hasta el hombro con su hoja derecha. Por suerte, y gracias a que cuando el jugo del melón le salpicó dio un paso atrás, pudo evitar una herida grave. Aún así recibió un corte bastante profundo que, de no ser por su habilidad para manipular su sangre, le habría causado muchos problemas.

En ese momento aprovechó la poca distancia a la que estaban y agarró el brazo derecho de su rival. Había llegado desde la carreta hasta donde él se encontraba en solo unos pocos segundos y, el tipo de armas que portaba le llevaba a pensar que aquel tipo era demasiado rápido como para que le conviniese dejarle moverse y correr libremente; mantenerlo a una distancia prudencialmente cercana seguramente sería lo mejor. Rápidamente lanzó una patada hacia su otra mano con el objetivo de hacer caer su segunda arma y, sin perder un instante utilizó la sangre que emanaba del corte que le había hecho el marine y la moldeó dándole forma de hoja dentada, como si fuese una gran sierra roja, para luego expandirla hacia él buscando partirle en dos.

[AF]

Su ataque le dio de lleno. La hoja serrada que creó con sangre a partir de su herida del torso se hundió en la carne del marine y consiguió provocarle una herida similar a la suya. Sin embargo, debido al éxito de su ataque se relajó demasiado. El pelirrojo se repuso rápidamente tras recibir el corte y, con un ágil movimiento, se impulsó en su hombro para guardar las distancias.

Pero por desgracia para Arribor aquel tipo demostró ser astuto. Antes de saltar hacia atrás agarró un puñado de tierra del suelo y lo lanzó contra la sangre que brotaba de su cuerpo en forma de arma. Al principio no estaba seguro de sus intenciones pero rápidamente las averiguó.

-¡Ríndente ahora o morirás! ¡Si reabsorbes esa sangre, la arena que lancé contra tu cuerpo se introducirá en tu aparato circulatorio! ¡Esta avanzará por tus venas, arterias y órganos destrozándolo todo por abrasión y matándote casi al instante! ¡Lo único que puedes hacer es impedir que esa sangre vuelva a entrar, por lo que te quedarás casi sin sangre en tu aparato circulatorio! ¿Lo entiendes? ¡Esa sangre está contaminada! ¡Si te rindes ahora no te mataré! ¡Tendrás asistencia sanitaria! ¡Pasarás unos días en el calabozo, eso no lo dudes, pero dudo mucho que tu cabeza peligre! ¡Piensa antes de tu siguiente movimiento!- dijo el marine lanzando su ultimátum.

Ante esto Arribor no pudo hacer más que reír emocionado por la astucia de su rival.

-Así que es eso ¿eh? Muy listo, me has puesto en problemas con eso de la arena. Se nota que eres un rival que vale la pena. Pero, ¿por qué hablas de rendirse? Hemos llegado al punto álgido del combate, ahora no es momento de rendirse, es momento de aprovecharlo al máximo.- dicho esto comenzó a pensar en una posible alternativa. No tenía intención de rendirse, sin importar lo leves que pudieran ser los cargos o la pena, sencillamente no lo haría. Lucharía hasta que uno de los dos no pudiese más y fuese cuál fuese el resultado habría valido la pena.

De pronto dio con una solución a la encrucijada en la que le había puesto el pelirrojo. No podría reabsorber la sangre que había utilizado y eso sin duda le traería consecuencias en cuanto que le haría sentirse mareado y algo lento, sin embargo aún podía seguir utilizándola sin reabsorberla. Con la mano izquierda "agarró" la sangre mezclada con arena y, con toda su capacidad de concentración, le dio forma alargada, como si fueran enredaderas, y la cubrió con una serie de espinas afiladas antes de envolverla alrededor de su torso en forma de cruz y alrededor de su brazo y mano derecha, algo así como una cubierta de espinas rojizas que utilizaría para amortiguar aunque fuese ligeramente las espadas del marine. Para atacar solo tenía que cambiar la forma de esa sangre lo más rápido que pudiera y así evitar perder más. No estaba seguro de si bastaría pero al menos le ayudaría algo, o eso pensaba.

Entonces, sin perder un segundo, se lanzó al ataque. Quería evitar la anemia en la medida de lo posible así que no tenía tiempo que perder. Utilizó la sangre que envolvía su mano derecha y le dio la forma de una pequeña flecha que lanzó, todavía unida a la que rodeaba su brazo, contra uno de los melones que todavía seguían en el carro. En ese momento pudo fijarse en un nuevo problema, la distancia a la que podía lanzar esa sangre había disminuido ahora que no podía utilizar más.

Desechó rápidamente esos pensamientos, no le interesaban ahora. Lanzó el melón hacia su rival, utilizando su anterior estrategia, y se abalanzó a por él mientras reunía la sangre de su mano y brazo creando con ella una cuchilla que catapultó hacia el marine. [AIF]

El mundo se movía continuamente, la pérdida de sangre empezaba a afectarle y le dificultaba el equilibrio y la visión, debía terminar con aquel combate cuanto antes. Sin embargo apareció un invitado sorpresa, un joven marine llegó corriendo hacia ellos espada en mano intentando llamar la atención de su rival, gracias a eso averiguó el nombre del marine, Minato. Bien, le gustaba conocer el nombre de aquellos con los que peleaba. La parte mala era que a lo mejor a algún marine le diese por entrometerse en su pelea, algo que le pondría en serios apuros.

-¡No! Ve a buscar un médico y grandes cantidades de sangre, las necesitaré cuando arreste a este tipo.- le dijo el tal Minato al otro recluta justo antes de esquivar fácilmente el melón que le lanzó. ¿Arrestarlo? Eso le molestó, su rival no parecía tomarse en serio el combate, para Arribor las batallas debían ser hasta que uno de los dos cayera y no le hacía gracia la posibilidad e acabar esposado.

En poco tiempo llegó hasta la altura de Minato y asestó una cuchillada directa a su pecho. La cuchilla de sangre se hundió a la derecha del pecho del marine, no parecía tener intención de defenderse en lo más mínimo. Con su agilidad podría haberlo esquivado sin problemas pero aún así se dejó golpear. Rápidamente se echó hacia atrás sangrando de manera abundante por su herida abierta y haciendo que Arribor perdiese el equilibrio. Tuvo que adelantar un paso para no caer, confiaba en poder dar otro golpe pero el marine fue más rápido.

Con una serie de ágiles movimientos empezó a dar vueltas a su alrededor tiñendo de rojo sus armas. Solo pudo detener algunas estocadas aunque la mayoría de los ataques eran cortes superficiales. Sin embargo hubo varios que fueron más efectivos. No estaba muy seguro de cuando pero varias veces las Ninjato del marine se hundieron en su cuerpo provocándole serias heridas en zonas propensas a sangre, como las muñecas o los tobillos. Lo pero fue una herida que cortó su cuello haciendo que sangrase abundantemente. Hartó de aquello lanzó un fuerte puñetazo con la esperanza de golpearle, aunque entre el mareo provocado por la pérdida de sangre y la velocidad de su adversario no creía que le diese.

No estaba seguro de si le había dado pero, de una manera u otra el combate había acabado. Antes de caer se acercó a lo que quedaba del carro de fruta y se sentó en el suelo apoyado contra él.

-Bien, parece que hasta aquí he llegado. Necesito de toda mi concentración para evitar desangrarme, así que no puedo atacarte. Jajaja pero ha sido divertido, ¿no te parece? Por cierto, si no me equivoco aún no me he presentado. Soy Neus, Arribor Neus- hizo una breve pausa antes de proseguir. Un grupo de marines se acercaba hasta donde estaban, probablemente traerían con ellos al médico que Minato pidió. Lo cierto es que creía que le marine no moriría, o al menos en eso confiaba, así tal vez pudieran enfrentarse de nuevo después de que hubiese mejorado el dominio de su habilidad. Aún así no pensaba ofender al marine mostrándole lástima. Cuando los marines llegaron a pocos metros de donde se encontraban, sonrió y se dirigió de nuevo a Minato. -Bueno marine, tu mueves. ¿Qué ocurrirá ahora?

OFF: