Huellas del pasado (Priv-Krauser * Pasado)

Estaba ese día de muy buen ánimo. Con ganas de aprovechar mucho ese cálido día de verano.  Vestía algo más casual, tampoco quería llamar la atención. Lucía un simple vestido blanco con rosas rojas estampadas y mi katana colgaba libremente en mi cintura y el perfume de hoy era de rosas silvestres, en mi cabello con un hilo de seda até un colibrí en uno de mis mechones, con el sonido de sus aleteo me relajaba y me olvidaba de que me encontraba en una Isla. El pánico que le tenía al mar, era más por su sonido. Ese sonido que me hace entrar en crisis que son incómodas y me hacen parecer una loca de patio.
Mi caminar era lento y que me fijaba en cada detalle de los edificios, decorados con ciertos detalles que no dejaban de llamarme la atención, en algunas paredes habían grabados de  piratas se veían frescos, que aludían al gran acontecimiento  “ Gol D. Roger nunca morirá” . Cosas así, cada uno que encontraba lo estampaba en mi bitácora cada una de esas cosas me sirve para lo que busco.

Tenía unos documentos  que debía revisar. Unas runas antiguas y mapas antiguos que hablaban de la última ruta del famoso Gol D. Roger. Quería saber más de él. El mapa que tenía en mis manos, curtido en cuero de animal, me indicaba esta Isla como la última morada que tuvo el famoso Rey de los piratas. Quería saber en detalles lo que ocurrió ese día, ese día que cambió la historia. Cada baldosa de la ciudadela era como un libro que merecía ser leído. Peor ya, debía calmarme y antes de comenzar, debía visitar el lugar más intachable, un lugar donde la información era fresca, un lugar lleno de conocimiento, historias y educación. Un bar.

“GoldRoger"  Se llamaba, su cartelillo de madera indicaba su glamoroso nombre. Entré  como si nada, sonriendo con gracia a los que me miraban extrañados. No quería parecer mal educada, me senté en la barra y esperé a que algo me llamara la atención, lo suficiente como para empezar mi investigación o abrir una nueva.

-Deme, por favor el mejor ron que tenga

Dije dulcemente  al Bartender que se encontraba limpiando unas copas, saque unos documento de cazadores afamados, quería conocer a mas de alguno de ellos. Espero que mi día de suerte atraiga a uno. Por que , lo que veo ahora , es un escenario perfecto para que mas de alguno ande merodeando en la Isla del inicio y para, su fortuna. del fin.

Las figuras de dos tipos se podían ver corriendo por una de las calles de la ciudad del alfa y el omega. Estos llevaban varios sacos en sus manos y un hombre de una taberna gritaba mientras miraba como le habían robado el dinero de la caja. Aquellos dos hombres reían dirigiéndose a un pequeño barco del puerto. Sus rostros expresaban triunfo pues habían logrado robar un buen dinero que les serviría más adelante. Mientras corrían una espesa niebla apareció de repente ante ellos. Sus rostros cambiaron a puro pánico. Dieron un par de pasos hacia atrás respirando algo impresionados. Aquella niebla les había cortado el paso y ninguno se atrevía a entrar en ella. De repente el más joven de ellos comenzó a temblar de miedo y dirigió su mirada a su compañero hablándole en un tono bajo pero algo notorio.

- Es él… Es el demonio de la niebla. ¡Es Krauser!

Grito al finalizar la frase asustado, su compañero le pegó un golpe en la cabeza para regañarle y decirle que no gritara. Después volvieron a mirar a la niebla, la mirada de ambos era de puro terror. De repente pasó algo que no esperaban, una espada que sería igual de grande que una persona adulta salió de la niebla a toda velocidad decapitando al más joven y clavándose después en una de las paredes. El otro ladrón abrió mucho los ojos al ver esto y se quedó paralizado con la piel de gallina. El enorme espadón estaba clavado en la pared y chorreando algo de sangre. El tipo que quedaba vivo trató de darse la vuelta para correr, pero en ese momento se dio cuenta de tres reclutas que corrían hacia él. Este trató de girarse de nuevo y cuando lo hizo una mano agarró su cuello y acto seguido un puño se clavó en su rostro partiéndole la nariz y tirándolo al suelo. Los reclutas rápidamente lo atraparon y observaron al que había golpeado al ladrón. Había sido el Capitán de la marina Krauser.

- Gracias por su ayuda Capitán Krauser.

Este les hizo un gesto militar y tras aquello echó a caminar alejándose de aquel lugar con una baja más en su historial. No le gustaba eliminar simples ladrones y estaba buscando piratas o revolucionarios con alguna buena recompensa por su cabeza. Le quedaba bien poco para volver a ascender, esta vez a Comodoro. Sus pisadas le hicieron llegar a donde su espada y tras amarrársela a la espalda caminó hasta una taberna. Allí había varias personas y una chica que había pedido ron pues estaba con él. La gente al verle entrar se calló de golpe y agacharon sus cabezas bebiendo y comiendo sin hacer ruido. El chico castaño de casi dos metros caminó de forma tranquila ignorando esto y se sentó en la barra al lado de la chica esperando que ella se alejara o algo como todos.

- Lo de siempre.

Dijo mirando al camarero que le sirvió una botella de agua. Tras aquello empezó a beber sin quitarse los vendajes de la cara. El agua se filtraba a través de las vendas y así podía beber de forma cómoda. Sacó un pequeño cuaderno negro y empezó a pasar paginas tranquilamente pensando en ver su siguiente presa pues en se cuaderno apuntaba a todos los criminales y algunos marines. Llegó a una página donde se detuvo y leyó en voz alta unos renglones.

- Vader, usuario de la Mera Mera. Interesante.

Dijo de nuevo haciendo una marca en la esquina de la pagina con el dedo para recordar a ese tipo que parecía vestir con una máscara naranja que ocultaba su rostro y una sudadera negra. Guardó su cuaderno de nuevo en su bolsillo del pantalón pues como de costumbre no llevaba su camiseta dejando ver su fuerte y poderoso torso el cual entrenó en su estancia de preso en la base revolucionaria de su última misión.

Y de repente todo fue silencio absoluto, como si un ente oscuro hubiera entrado, como si se tratara del mismo Belzebú que se entró a las vidas de los pobres que. Disfrutaban de una velada. Sinceramente no quise voltearme, no quería ver lo que entró por la oxidada puerta del bar, pero el silencio tampoco me gustaba, a pesar del aleteo de mi colibrí, podía oír a lo lejos el mar, y eso si no me gustaba, aún las huellas de mi pasado me seguian con traumas, que obstaculizaban mi futuro, se que es de mí querer olvidarlas pero no podía hacer algo ante esas huellas tan marcadas en mi. El sonido del mar era algo que no podía soportar , ni verlo tampoco, debía drogarme con algo antes de subir a un barco para mis viajes, sé que eso debo superarlo.

Pero el sonido del vaso de Ron golpear la barra, hizo que mi compulsividad a salir corriendo se detuviera, que mis pensamientos depresivos se esfumaran. Con manos temblorosas tomé el pesado baso y bebí un sorbo. El cual fue ardiéndome desde la garganta a mi estómago, comencé a toser de manera repentina. Era obvio, nunca antes había bebido Ron, la curiosida dpudo mas que mi, sentía como aquel líquido se deslisaba en mi interior dejando un camino ardiente en su paso. Luego de mi escándalo asmático retomé mi compostura, Mi ataque había hecho eco en el bar, El cual aún se encontraba en un silencio mortuorio, todo aún era silencio. Ese incómodo silencio.

Me di cuenta que a mi lado se estaba sentando aquel personaje que dejó a todo el mundo sin aliento, comencé a observarlo, curiosa, como si de una niña se tratara, viendo un juguete en una vitrina. lo primero que me llamó poderozamente la atencion fueron sus  vendas en la cara. Dudo que sea por heridas ya que no se veía con la mirada cansada o con dolencias.  Además bebió agua sin sacárselas, tampoco podía ser una herida en la boca ya que hablaba a la perfección. Supongo que ocultaba algo bajo esas vendas. Su estado físico daba a entender que era un hombre entrenado, dudo que sea un cazador, no suelen ser así imponer ese respeto dentro de un lugar donde había de todo…

solo por eso podían haber dos opciones, o era un cruel pirata o un Marine respetado, la primera opción se me fue derrumbando cuando le observé con detenimiento, era un hombre bien cuidado, se veía limpio, así que pirata no era. Era un Marine o un cazador de la nueva generación. Si de seguro era eso ¿o no? .
Sentía como la curiosidad embargaba mi pecho, quería saber más de esa persona. Definitivamente debía hablarle. Observé como tachaba algo en un cuaderno que sacó tras decir un nombre, dioses ¿Un cazador entonces?  Pero como, como podía hacer una aparición tan imponente,. Agudicé mi oído y oí una deliciosa información “la mera mera no mi” la fruta de Ace D. Portgas. Sí, me interesa, ese hombre debía estar conmigo para una entrevista o una conversación fructífera llena de información.

Pero el silencio aún se mantenía, si entablaba una conversación con él, no me gustaría que se oyera en medio del salón. Así que comencé a tomarme confianzas. – disculpe, mi buen señor, le molesta si alegro un poco el ambiente? – le pregunte a aquel hombre de las vendas, el cual lucía tan grande como un edificio de la Marina. Tomé el estuche de mi violín que descansaba a mi costado derecho y solté mi colibrí, quién se quedó  reposando en mi hombro.

Disculpen, mis estimados y honorables caballeros, pero debido al silencio que hay en este bar, me tomaré el atrevimiento de entregarles algo de música para que se relajen- al decir esto sonreí y comencé a tocar una melodía bastante alegre para animarles y hacer de ese ambiente tan tenso un lugar mas relajado en donde poder compartir con aquel hombre misterioso.

música en violín:

Como disfrutaba tocar ese violín, lo único que me quedaba la mi vida de niña rica que alguna vez tuve. Al sentir que la música hacia sus efectos  empecé a  danzar alrededor de las mesas haciendo que el colibrí volara acompañándome, avivando el ambiente el cual parecía un funeral, de apoco los hombres se sentían con más confianza, algunos acompañaban con palmas, otros reían y de apoco el ambiente fue calmándose. Esa era la magia de la música, no paré de tocar, incluso me senté en la barra tocando cuando vi que otros osados salían a bailar alegres. De seguro ya bajo los efectos de tanto Ron y jerga.



Al terminar volví a mi asiento sonriendo, un poco cansada, hacía años que no bailaba asi ni me sentia con tanta alegría le ofrecí la mano de manera amable- Mi nombre es Sinyae, un placer señor desconocido-

Mientras sus ojos estaban fijos en la barra aquella chica de al lado empezó a hablarle, era algo que no esperaba pues ya todos estaban callados. Le tenían mucho miedo y respeto al capitán de la marina que asesinaba de forma cruel y sin reparaciones. La chica dijo que iba alegrar un poco el ambiente, algo que le daba igual mientras que nadie hiciera nada malo ni la liara. Ahora estaba centrado en el tipo del que había acabado de informarse, de modo que alguien tenía la fruta que en su tiempo tuvo el famoso pirata de la tripulación de Newgate. Podía ser el tipo más peligroso al que se enfrentaría pero debía hacerlo. Sus oídos captaron un extraño sonido que pronto apreciaron como un sonido musical de un instrumento. Precisamente de un violín, no le molestaba pero temía que algún idiota borracho hiciera algo.

La gente parecía estar animándose con el sonido que la chica les daba a escuchar. El sonido decían que amansaba a las fieras, sin embargo la mayor de las fieras de aquel lugar estaba siempre alerta ante todo. No se movía ni hacía gestos raros de levantarse ni nada parecido. Le resultaba raro que hubiera marcha en aquel bar tan frio y serio. Ahora debía centrarse, le habían mandado a una misión muy peligrosa donde debía capturar a un Supernova muy poderoso él solo. Podría morir en aquella misión pero era su deber y si debía morir lo haría sin problemas. Sus pensamientos estaban siendo serios pero de repente se vieron interrumpidos. La causante era la chica que ahora le ofrecía la mano al Demonio de la niebla. Estaba claro que aquella mujer era forastera o no sabía con quien estaba hablando o tratando de dar la mano. Tal vez se arrepentiría de haberlo hecho cuando supiera al peligroso asesino que estaba ahora a su lado.

Aquella chica dijo que le llamaba Sinyae y le llamó señor desconocido. Las sospechas del marine eran ciertas y no conocía a quien tenía delante. Ahora el enorme y fornido marine clavó sus fríos y serios ojos en los de ella. La misma maldad estaba reflejada en ellos, solo se podía ver furia y ganas de matar. El camarero retrocedió unos pasos tragando saliva y en sus manos se podía ver un pequeño temblor que hizo que un vaso se le cayera y se rompiera. Pese al ruido del estruendo el marine no apartó su seria e infernal mirada de la chica. Sin embargo su ceño no estaba fruncido por lo que era su mirada de siempre. Tras unos segundos estiró su mano tranquilamente hacia la de la chica y la estrecho tranquilamente para después echar la mano hacia atrás y seguir mirándola a los ojos. Finalmente los vendajes de su boca se movieron un poco dando así la señal de que estaba a punto de hablar. Sus palabras eran frías y serias a la vez que algo tétricas y sádicas.

- Encantado, Capitán Krauser a su servicio señorita Sinyae

UN MARINE , UN CAPITÁN!!  Me grité a mí misma, no pude evitar sorprenderme,  en frente mio había un hombre de jerarquía dentro de la marina, se veía que era recto, serio incluso parecía una fiera en sigilo, nunca bajó la guardia, se mantenía impasible y sereno. ¿Cómo llegar a una muralla? pero mantuve mi compostura. Ahora entendía el miedo que le tenían, pero no lo justificaba, solo era un Capitán…

Aunque quizás sus métodos no sean los más ortodoxos. Ahora más curiosidad me causaba aquel hombre gigante llamado Krauser. Me acomodé en mi asiento y le sonreí tranquila.

¿Le molesta si le hago compañía ahora?,  Soy arqueóloga, nada más y busco información de leyendas de antaño. Que de seguro usted como Capitán de la Marina conoce. – solté sonriendo, noté mas detalles de su persona al verle, esa espada gigante, como dos veces mi tamaño lucía aterradora, como si al verla me quitara el alma, la vida. Traté de evitar mirarla, aunque se veía una gran pieza, puede que tenga años  y quizás una historia. – puedo entender por qué impone tanto respeto. Su semblante es de temer, pero no puedo tenerle miedo a alguien que me causa mucha curiosidad. dije naturalmente mientras el colibrí se paraba en mi cabello a descanzar luego del gran baile, esperé ansiosa su respuesta, casi deborándomelo con mis grandes ojos, quería saber , quería saber pero no me aguantaba la espera.

Al final pedí agua, el Ron fue mucho para mí, bebí ansiosa y solté un largo suspiro tras sentir el refrescante líquido en mi paladar, volví a mirarle a los ojos. Y sonreí amable, no iba a huir de él, tampoco me iba a poner a temblar como el bartender, menos que medaría callada. Lo que quería era saber, más y más de él. Debía ser cuidadosa esta vez, si le doy mi apellido… lo más probable es que fuera la última vez que lo diría, quizás me asesinara antes de saber que estaba muerta. Esto se ponía color de hormiga, si doy un paso en falso con este hombre misterioso, quizás mi vida como arqueóloga se termina, y eso si que no quería, no podía permitirme morir de esa forma, debía encontrar ese pentagrama para cumplir mi sueño de revivir algún día al gran pirata de todos los tiempos, Edward Newgate.

La chica aquella empezó a hablarle, al parecer era arqueóloga y buscaba información de leyendas de antaño. El marine también lo era pero en el sentido de la practica en lugar de la historia. No sabía mucho de historia pero si sabía esquivar mecanismos trampas y moverse por ruinas y desiertos. Según la propia chica el semblante del vendado era a temer pero le causaba curiosidad, algo curioso pues la curiosidad mató al gato como se solía decir. Como capitán había visto cosas muy raras y se había pateado muchos mares y casi todas las islas viendo cosas esplendidas que pondrían la carne de gallina. Ahora la chica había pedido agua, el alcohol no le había sentado bien. Según pensaba el enorme asesino sería una exploradora pero también podía ser una pirata o una revolucionaria y la encerraría si así fuese. No había piedad para esa gente en la mente del Gran Espada que poco a poco se había ganado el nombre del Demonio de la niebla debido a su habilidad potencialmente peligrosa. Ahora sus ojos estaban clavados en el colibrí de la chica y después volvió a mirarla a ella de forma tranquila hablando de nuevo en aquel tono frio y serio que solía infundir temor en sus oyentes. No iba con la intención de asustarla pero era su voz y no la podía cambiar por lo que el que se quejara lo haría en vano y solo podía llevarse un espadazo.

- Yo soy arqueólogo en la práctica, me he pateado estos mares un millón de veces, he visto cosas muy raras y te puedo decir que hay más de una cosa que me han dejado impresionado. Te sugiero viajar a una isla llamada Yutakangrea, he visto gorilas de cuatro brazos y seres peores en esa isla del diablo. Salí de allí con vida y con suerte diría yo.

Recordaba aquella vez en la peligrosa isla donde había encontrado al pirata del parche y al otro. Había sido una aventura difícil de olvidar pues se fue solo sin contar con sus hombres, eran pocas las ocasiones donde el tipo de las vendas se llevaba consigo a hombres para las misiones. Le gustaba más bien actuar en solitario debido a que suponía a los demás una carga para la infiltración. La chica quería conocer leyendas de antaño y este no sabía mucho de eso. Ahora estaba centrado en sus dos objetivos que eran el chico llamado Drake y el nuevo asesino usuario de la Mera Mera llamado Vader. Todo se estaba complicando pues le encargaban a él misiones muy peligrosas y las realizaba solo. En más de una estuvo a punto de morir pero su frialdad y su estratégica mente le salvaron el pellejo. Ahora volvió a mirar a la chica de forma tranquila.

- Si va a Yutakangrea sola encontrara la muerte. Allí solo hay seres terribles, alguien como yo encajaba bien allí pero usted no lo creo señorita. De todas formas no conozco leyendas de antaño. Solo se del criminal llamado Vader que posee la fruta que tuvo en su tiempo Portgas D. Ace.