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Por aquel bosque se podían escuchar unos pasos, dichos pasos dejaban un sonido leve mientras avanzaban por aquella zona. Era un bosque bastante extenso, sabía que había llegado a la isla de Dawn, pero el sentido de orientación del peliblanco era pésimo. Su aspecto se componía de una camiseta morada de tirantes algo ajustada, unos pantalones marrones claros y unas sandalias. Su pelo era blanco y una melena blanca adornaba su parte de atrás con un ligero tinte azulado. Sus ojos eran morados intentos y un colmillo sobresalía de su boca, en su cinturón negro llevaba tres botellas de agua que siempre llevaba consigo. No portaba ningún arma pues prefería pelear cuerpo a cuerpo aunque ahora no era el caso. Estaba tratando de salir de aquel maldito bosque y no sabía cómo.
Se trataba de Drale, un agente del CP que se había graduado en el CP1 hacía muy poco y ahora comenzaba su camino. No le importaba en absoluto aquello conocido como gobierno mundial, solo sabía que lo protegería para poder cumplir su misión en la vida. Tan solo quería eliminar al asesino de su hermano, aunque el lobo ártico parecía ser más poderoso cada día que pasaba y su recompensa aumentaba. Cuando pensaba en él, la sangre del chico hervía con las ganas de eliminarle de la forma más cruel y dolorosa posible. El joven luchador no pensaba en otra cosa que no fuera el momento de la muerte de su hermano Drake, agitó la cabeza unos segundos para de esa forma dejar de pensar un momento en aquello. Ahora debía concentrarse en lo que estaba, sus ojos morados intensos, observaban de forma calmada el lugar buscando indicios de una salida.
Había llegado aquel bosque a través de un maldito bote de pacotilla que le habían asignado, de todas formas no se quejaba mucho. En su bolsillo guardaba uno de sus mayores tesoros, una naranja con espirales rojas. No sabía bien que le iba a suponer comerla pero lo que si sabía era que según los altos cargos del CP, era una fruta del diablo. No se le quería comer todavía pues quería conservarla un tiempo. Sus pisadas eran cada vez mas calmadas, según sabía, su hermano poseía la fruta del lobo ártico. Sus deseos por quemar esa fruta eran enormes, no solo planeaba quemarla, sino aplastarla y pulverizarla. De todas formas por ahora no era muy fuerte y su máxima preocupación era comenzar con su entrenamiento de una vez por todas para empezar a hacerse alguien fuerte.
Tras unos minutos pudo llegar a una zona, esta parecía un pequeño campamento improvisado, se mantuvo detrás de un árbol. Por fin pudo ver a una figura de pelo rubio la cual parecía sostenes un instrumento en sus brazos. Tal vez ese chico podía ayudarle a salir de aquel bosque de una vez por todas. Tampoco podía fiarse mucho, podía ser un criminal, un asesino o un pirata extraviado. Le encantaba luchar pero lo último que quería en esos momentos era una pelea tonta. Suspiró decidido pues se iba a arriesgar, tal vez se arrepentiría o tal vez no pero ahora no había marcha atrás. Comenzó a caminar hacia el rubio de forma tranquila y sin camuflar sus pisadas, le daba igual que supiera que estaba allí. No tardó en ponerse en frente y sentarse como si nada llevando las manos tras el cuello y tumbándose de lado observando al chico con toda la confianza del mundo como si le conociera de toda la vida.
- ¿Qué pasa colega? Me he dado cuenta de que tienes un instrumento en las manos. ¿Sabes tocarlo amigo?
Dijo con un tono tranquilo y sonriendo en todo momento mientras se acomodaba. No pretendía problemas pero contra el aburrimiento lo mejor era buscar gente y luego tal vez ya le preguntaría si sabía cómo salir de aquel lugar. Ahora tan solo observaba al rubio y esperaba una respuesta mientras se rascaba la nuca de manera tranquila y disimulada. Una ventaja del peliblanco era que no solía llevarse mal con la gente y evitaba muchos problemas por eso, no le importaba quienes fueran los demás, era una persona bastante social y tenía facilidad para serlo sin problemas.
Se trataba de Drale, un agente del CP que se había graduado en el CP1 hacía muy poco y ahora comenzaba su camino. No le importaba en absoluto aquello conocido como gobierno mundial, solo sabía que lo protegería para poder cumplir su misión en la vida. Tan solo quería eliminar al asesino de su hermano, aunque el lobo ártico parecía ser más poderoso cada día que pasaba y su recompensa aumentaba. Cuando pensaba en él, la sangre del chico hervía con las ganas de eliminarle de la forma más cruel y dolorosa posible. El joven luchador no pensaba en otra cosa que no fuera el momento de la muerte de su hermano Drake, agitó la cabeza unos segundos para de esa forma dejar de pensar un momento en aquello. Ahora debía concentrarse en lo que estaba, sus ojos morados intensos, observaban de forma calmada el lugar buscando indicios de una salida.
Había llegado aquel bosque a través de un maldito bote de pacotilla que le habían asignado, de todas formas no se quejaba mucho. En su bolsillo guardaba uno de sus mayores tesoros, una naranja con espirales rojas. No sabía bien que le iba a suponer comerla pero lo que si sabía era que según los altos cargos del CP, era una fruta del diablo. No se le quería comer todavía pues quería conservarla un tiempo. Sus pisadas eran cada vez mas calmadas, según sabía, su hermano poseía la fruta del lobo ártico. Sus deseos por quemar esa fruta eran enormes, no solo planeaba quemarla, sino aplastarla y pulverizarla. De todas formas por ahora no era muy fuerte y su máxima preocupación era comenzar con su entrenamiento de una vez por todas para empezar a hacerse alguien fuerte.
Tras unos minutos pudo llegar a una zona, esta parecía un pequeño campamento improvisado, se mantuvo detrás de un árbol. Por fin pudo ver a una figura de pelo rubio la cual parecía sostenes un instrumento en sus brazos. Tal vez ese chico podía ayudarle a salir de aquel bosque de una vez por todas. Tampoco podía fiarse mucho, podía ser un criminal, un asesino o un pirata extraviado. Le encantaba luchar pero lo último que quería en esos momentos era una pelea tonta. Suspiró decidido pues se iba a arriesgar, tal vez se arrepentiría o tal vez no pero ahora no había marcha atrás. Comenzó a caminar hacia el rubio de forma tranquila y sin camuflar sus pisadas, le daba igual que supiera que estaba allí. No tardó en ponerse en frente y sentarse como si nada llevando las manos tras el cuello y tumbándose de lado observando al chico con toda la confianza del mundo como si le conociera de toda la vida.
- ¿Qué pasa colega? Me he dado cuenta de que tienes un instrumento en las manos. ¿Sabes tocarlo amigo?
Dijo con un tono tranquilo y sonriendo en todo momento mientras se acomodaba. No pretendía problemas pero contra el aburrimiento lo mejor era buscar gente y luego tal vez ya le preguntaría si sabía cómo salir de aquel lugar. Ahora tan solo observaba al rubio y esperaba una respuesta mientras se rascaba la nuca de manera tranquila y disimulada. Una ventaja del peliblanco era que no solía llevarse mal con la gente y evitaba muchos problemas por eso, no le importaba quienes fueran los demás, era una persona bastante social y tenía facilidad para serlo sin problemas.
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Pocas cosas más tenía que mostrarme el East Blue. Estaba pensando en marcharme de vuelta al South Blue a tierras conocidas y después ya veríamos. Me encontraba en la isla Dawn, más concretamente en las montañas Corvo. Me había decidido ir a esta isla debido a que no se conocía gran cosa de ella. Las buenas historias siempre salen de lo desconocido.
A pesar de los rumores de que las montañas estaban plagadas de bandidos, quería conocer qué tipo de vegetación y fauna había por allí. Hacía un día espléndido, corría una suave brisa que refrescaba lo justo para no tener una sensación de sofoco provocada por la calidez del ambiente. Hacía unos días que había entrado en el bosque, y hasta la fecha no había tenido ningún incidente a destacar, si obviamos cuando estuve a punto de caerme de la copa de un árbol por ver una mariposa. El primer día que me adentré al bosque, decidí subirme a la copa del árbol más alto que encontré, con la finalidad de poder divisar la extensión de todo el bosque. A mitad de camino, vi una mariposa enorme, con una coloración alar preciosa. No dudé ni un instante en intentar verla más de cerca, olvidándome que me encontraba en un árbol a unos 15 metros del suelo. Me levanté rápidamente para reducir la distancia que me separaba de aquel bello lepidóptero, cuando me golpeé la cabeza con una rama superior. A punto estuve de recorres los 15 metros que me separaban del suelo a favor de gravedad. Por suerte, pude reaccionar y agarrarme a la rama momentos antes de caer. Por desgracia, el ruido y los golpes espantaron a la mariposa, que se fue volando como si tal cosa. La vegetación era similar a la de otros muchos lugares, pero tenía ciertos endemismos, de los cuales ya había tomado nota de sus características y hecho un burdo dibujo.
El tercer día de mi estancia en el bosque, como solía hacer de costumbre, trepé hasta la copa de un árbol para ver dónde me encontraba y hacia donde tendría que dirigirme en caso de querer salir de aquella masa vegetal inmensa. Ya estaba anocheciendo, pero quedaba luz suficiente para trepar, echar un vistazo rápido y bajar de nuevo. En lo alto del árbol pude ver un hilo ascendente de humo. Supuse que se trataría de alguna fogata y no un incendio, pues la cantidad de humo no era demasiado grande y no había habido ninguna tormenta recientemente. Por un momento dudé en dirigirme en aquella dirección a ver si se trataba de algún grupo de bandidos o algún leñador. Finalmente la curiosidad pudo conmigo y a la mañana siguiente puse rumbo a la fogata, ahora ya apagada. No sabía que me iba a encontrar, pero como siempre llevaría cuidado, primero daría un rodeo para no correr riesgos innecesarios y después ya iría a ver de qué se trataba. Tras comprobar que no había nadie por los alrededores, me encaminé hacia el lugar más o menos exacto que había visto la columna de humo. Antes de llegar, pude escuchar lo que parecía una guitarra muy desafinada. Continué avanzando siguiendo el sonido de la guitarra y vi a un tipo rubio y a uno de pelo morado. Llegué para escuchar el inicio de la conversación, oculto entre las ramas de los árboles. Salí de mi escondite, dejando a Tenacitas oculto todavía.
-¡Vaya! No he visto a nadie en cuatro días por aquí, y ahora parece que tenemos una reunión. Hola, soy Hardo. Un bufón.
A pesar de los rumores de que las montañas estaban plagadas de bandidos, quería conocer qué tipo de vegetación y fauna había por allí. Hacía un día espléndido, corría una suave brisa que refrescaba lo justo para no tener una sensación de sofoco provocada por la calidez del ambiente. Hacía unos días que había entrado en el bosque, y hasta la fecha no había tenido ningún incidente a destacar, si obviamos cuando estuve a punto de caerme de la copa de un árbol por ver una mariposa. El primer día que me adentré al bosque, decidí subirme a la copa del árbol más alto que encontré, con la finalidad de poder divisar la extensión de todo el bosque. A mitad de camino, vi una mariposa enorme, con una coloración alar preciosa. No dudé ni un instante en intentar verla más de cerca, olvidándome que me encontraba en un árbol a unos 15 metros del suelo. Me levanté rápidamente para reducir la distancia que me separaba de aquel bello lepidóptero, cuando me golpeé la cabeza con una rama superior. A punto estuve de recorres los 15 metros que me separaban del suelo a favor de gravedad. Por suerte, pude reaccionar y agarrarme a la rama momentos antes de caer. Por desgracia, el ruido y los golpes espantaron a la mariposa, que se fue volando como si tal cosa. La vegetación era similar a la de otros muchos lugares, pero tenía ciertos endemismos, de los cuales ya había tomado nota de sus características y hecho un burdo dibujo.
El tercer día de mi estancia en el bosque, como solía hacer de costumbre, trepé hasta la copa de un árbol para ver dónde me encontraba y hacia donde tendría que dirigirme en caso de querer salir de aquella masa vegetal inmensa. Ya estaba anocheciendo, pero quedaba luz suficiente para trepar, echar un vistazo rápido y bajar de nuevo. En lo alto del árbol pude ver un hilo ascendente de humo. Supuse que se trataría de alguna fogata y no un incendio, pues la cantidad de humo no era demasiado grande y no había habido ninguna tormenta recientemente. Por un momento dudé en dirigirme en aquella dirección a ver si se trataba de algún grupo de bandidos o algún leñador. Finalmente la curiosidad pudo conmigo y a la mañana siguiente puse rumbo a la fogata, ahora ya apagada. No sabía que me iba a encontrar, pero como siempre llevaría cuidado, primero daría un rodeo para no correr riesgos innecesarios y después ya iría a ver de qué se trataba. Tras comprobar que no había nadie por los alrededores, me encaminé hacia el lugar más o menos exacto que había visto la columna de humo. Antes de llegar, pude escuchar lo que parecía una guitarra muy desafinada. Continué avanzando siguiendo el sonido de la guitarra y vi a un tipo rubio y a uno de pelo morado. Llegué para escuchar el inicio de la conversación, oculto entre las ramas de los árboles. Salí de mi escondite, dejando a Tenacitas oculto todavía.
-¡Vaya! No he visto a nadie en cuatro días por aquí, y ahora parece que tenemos una reunión. Hola, soy Hardo. Un bufón.
No llueve eternamente...
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Narro ~ Pienso, por lo que Hablo con conocimiento, luego Escucho
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Apodo: Hardete
Facción: Pirata
Akuma no Mi: Pup Pup no mi
Profesiones: Asesino (Ninja) - Bufón (Arlequín y Trovador)
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El ambiente estaba calmado y no parecía haber problema alguno entre el rubio y el peliblanco. Este se había acomodado y el otro le había dejado hacerlo al parecer. De repente de buenas a primeras apareció un tipo que recordaba a un payaso. Cuando dijo que era un bufón, el peliblanco sonrió alegremente y estuvo a punto de hablar pero un sonido llegó a sus oídos. Era el sonido de aquel instrumento. No era precisamente el estilo que le gustaba al albino pero debía admitir que aquel chico era todo un experto tocando aquel instrumento que transmitía calma a la situación.
Aquella melodía hizo que el chico de ojos purpuras cerrara los ojos mientras comenzaba a pensar. Se sentía bastante bien y en total calma, una leve sonrisa apareció en su rostro mientras suspiraba tumbándose boca arriba del todo. Era una postura que encontraba cómoda, aquel chico había respondido a su pregunta con una perfecta melodía. Ya no le importaba que ese hombre fuera un pirata, un revolucionario o un criminal. Es cierto que cazaba a estos, pero cuando alguien le caía bien, mandaba todo a tomar por saco y se divertía con los demás. Principalmente iba a su bola y no veía abusos de poder o nadie se metía con él, este no se metía con nadie. La música había durado cosa así de dos minutos, habían sido unos minutos muy relajantes debido a la profunda sensación que el chico transmitía con aquel sonido. El anterior hombre se hacía llamar Hardo, este se había presentado como Sting. Al escuchar la primera respuesta preguntó de forma calmada con una sonrisa en el rostro mientras pasaba a sentarse derecho.
- Soy agente del CP, mi nombre es Drale, me dirigía a Goa pero me he perdido en este bosque como puedes ver, jajajajajajaja.
Soltó una risa alegre y calmada, no le había importado decir que era un agente. Realmente o estaba como una cabra o directamente le daba lo mismo y pasaba de todo. Era difícil de creer que aquel sujeto fuera un agente del gobierno pero verdad era que no era tan bueno. Solamente en situaciones de peligro podía ser alguien frio y serio además de sádico, sin embargo al no haberle atacado nadie, estaba feliz y calmado hablando con aquellas dos personas de una forma tranquila y apacible. Una vez había respondido a la primera pregunta, escuchó la segunda. Al escuchar lo de monstruo le dio un escalofrió y comenzó a mirar a los lados poniendo una pequeña expresión de pánico.
- ¿Dónde hay un monstruo?
Sus ojos se abrieron temblando un poco, por suerte no veía nada, era tan inocente que no se había dado cuenta de que el rubio se refería así mismo. Esperaba que todo hubiera sido una broma pues no estaba preparado para pelear contra un monstruo, también pensaba en una ruta de escape por si ese monstruo aparecía y debía salir corriendo. Tras unos segundos escasos volvió a mirar al rubio con una sonrisa calmada y soltó después una carcajada algo sonora pues hablaba muy alto.
- Si hay un monstruo ya se ha ido, aunque si hubiera un monstruo me gustaría hacerme amigo suyo. Me dan miedo sinceramente las personas estúpidas que intentan matar a otro de buenas a primeras. Pero no pasa nada, si pasa algo y aparece un monstruo estamos los tres juntos y podemos derrotarle. ¡Jajajajajajaja!
Sus palabras eran sinceras y bastante amables, además estaban mezcladas con un tono bromista y tranquilo. Aquellos dos tipos eran Hardo y Stong, debería quedarse bien con los nombres. Mientras tanto se levantó de forma calmada llevando las manos al pantalón y sacudiéndolo de forma tranquila pata después aumentar su sonrisa y mirar a ambos.
- Me gusta este bosque, jejejejeje.
Llevó su mano al cinturón y sacó una de sus tres botellas de agua, eran de madera y parecían estar hechas de algunas piezas de plástico de color verde. Empezó a beber para parar de hacerlo al pasar unos cinco segundos, tras aquello guardó aquella y sacó las otras dos botellas lanzándole suavemente una a cada uno de ellos por si tenían sed. Podía significar algo raro viniendo de un agente pero no llevaban ni contenían nada raro, era simple agua.
Aquella melodía hizo que el chico de ojos purpuras cerrara los ojos mientras comenzaba a pensar. Se sentía bastante bien y en total calma, una leve sonrisa apareció en su rostro mientras suspiraba tumbándose boca arriba del todo. Era una postura que encontraba cómoda, aquel chico había respondido a su pregunta con una perfecta melodía. Ya no le importaba que ese hombre fuera un pirata, un revolucionario o un criminal. Es cierto que cazaba a estos, pero cuando alguien le caía bien, mandaba todo a tomar por saco y se divertía con los demás. Principalmente iba a su bola y no veía abusos de poder o nadie se metía con él, este no se metía con nadie. La música había durado cosa así de dos minutos, habían sido unos minutos muy relajantes debido a la profunda sensación que el chico transmitía con aquel sonido. El anterior hombre se hacía llamar Hardo, este se había presentado como Sting. Al escuchar la primera respuesta preguntó de forma calmada con una sonrisa en el rostro mientras pasaba a sentarse derecho.
- Soy agente del CP, mi nombre es Drale, me dirigía a Goa pero me he perdido en este bosque como puedes ver, jajajajajajaja.
Soltó una risa alegre y calmada, no le había importado decir que era un agente. Realmente o estaba como una cabra o directamente le daba lo mismo y pasaba de todo. Era difícil de creer que aquel sujeto fuera un agente del gobierno pero verdad era que no era tan bueno. Solamente en situaciones de peligro podía ser alguien frio y serio además de sádico, sin embargo al no haberle atacado nadie, estaba feliz y calmado hablando con aquellas dos personas de una forma tranquila y apacible. Una vez había respondido a la primera pregunta, escuchó la segunda. Al escuchar lo de monstruo le dio un escalofrió y comenzó a mirar a los lados poniendo una pequeña expresión de pánico.
- ¿Dónde hay un monstruo?
Sus ojos se abrieron temblando un poco, por suerte no veía nada, era tan inocente que no se había dado cuenta de que el rubio se refería así mismo. Esperaba que todo hubiera sido una broma pues no estaba preparado para pelear contra un monstruo, también pensaba en una ruta de escape por si ese monstruo aparecía y debía salir corriendo. Tras unos segundos escasos volvió a mirar al rubio con una sonrisa calmada y soltó después una carcajada algo sonora pues hablaba muy alto.
- Si hay un monstruo ya se ha ido, aunque si hubiera un monstruo me gustaría hacerme amigo suyo. Me dan miedo sinceramente las personas estúpidas que intentan matar a otro de buenas a primeras. Pero no pasa nada, si pasa algo y aparece un monstruo estamos los tres juntos y podemos derrotarle. ¡Jajajajajajaja!
Sus palabras eran sinceras y bastante amables, además estaban mezcladas con un tono bromista y tranquilo. Aquellos dos tipos eran Hardo y Stong, debería quedarse bien con los nombres. Mientras tanto se levantó de forma calmada llevando las manos al pantalón y sacudiéndolo de forma tranquila pata después aumentar su sonrisa y mirar a ambos.
- Me gusta este bosque, jejejejeje.
Llevó su mano al cinturón y sacó una de sus tres botellas de agua, eran de madera y parecían estar hechas de algunas piezas de plástico de color verde. Empezó a beber para parar de hacerlo al pasar unos cinco segundos, tras aquello guardó aquella y sacó las otras dos botellas lanzándole suavemente una a cada uno de ellos por si tenían sed. Podía significar algo raro viniendo de un agente pero no llevaban ni contenían nada raro, era simple agua.
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Ante mi presentación, el tipo rubio soltó una carcajada. Acto seguido, sin mediar palabra comenzó a tocar la guitarra. El sonido que salió de aquel instrumento me llevó un sitio diferente. Cada nota que salía, volaba por el aire para llegar a mis oídos y transportarme a un mundo de tranquilidad y calma. Antes de ser consciente de lo que hacía, estaba haciendo malabares. No recordaba haber sacado las bolas en ningún momento, pero necesariamente tenía que haberlo hecho, ya que estaba formando un círculo muy complejo con las bolas. Cuando la última nota sonó, volví en mí mismo. A medida que las bolas de harina iban cayendo, las fui recogiendo y guardando. Hacía años que no recordaba haberme dejado llevar por mi imaginación de esa forma. Durante los minutos que aquella guitarra estuvo desprendiendo notas y realizaba una pequeña actuación improvisada volví a ser aquel niño fantasioso que un día era un tabernero, al día siguiente el héroe que había salvado a una princesa de las garras de un dragón y al otro un bufón mundialmente famoso.
Mi vuelta a la realidad fue un tanto dura, sentí como si parte de la alegría del mundo se esfumase. Como si mi visión pasase a ser en blanco y negro, que no hay más colores que unos cuantos matices del gris. Al parecer no fui el único que había estado sumido en sus pensamientos durante la pequeña muestra de talento. El chico rubio pareció volver en sí mismo unos momentos después de dejar de tocar y rompió el silencio que se había formado. Se presentó como Sting y acto seguido nos preguntó el por qué de nuestra presencia en el bosque. El tipo peliblanco, Drale, contestó diciendo que se había perdido. Era un agente del gobierno que tenía como destino Goa.
-Yo he venido para conocer la flora y fauna de la zona. Decidí venir a la isla porque nadie sabe gran cosa de ella y quería saber. Siempre quiero saber. Ayer vi el humo de tu fogata, así que esta mañana he venido para ver si se trataba de bandidos.
Mientras contestaba, me había ido acercando más a Sting y Drale guardando las bolas de harina en la bolsa que llevaba atada al cinturón.
La segunda pregunta de Sting fue un tanto más curiosa. Al nombrar la palabra monstruo, Drale pareció dar un pequeño respingo. Al parecer pensó que el rubio se había referido a un monstruo físico, un ser oscuro y sádico que rondaba por el bosque, cuando claramente se había referido a sí mismo. Después de una verborrea sobre el monstruo, Drale se sacudió sus pantalones y nos dedicó sendas sonrisas.
Algo le ha debido pasar en el pasado. En fin, no creo que quiera hablar de ello y sinceramente, tampoco somos sus amigos precisamente para que nos lo cuente. Si quiere hablar, ya hablará.
-En primer lugar, porque no sé cómo te trata el resto de la gente, así que ese “cómo” nos lo deberías explicar tú. – Le contesté mientras me sentaba a su lado. – En segundo, porque hace mucho tiempo aprendí que los monstruos rara vez lo son y que suelen ser cosas desconocidas, y de lo desconocido vienen las mejores historias, además del conocimiento. – Tras lo cual le di un pequeño golpe en la pierna, en señal amistosa.
En el tiempo de contestarle a Sting, Drale había sacado de su bolsillo unas botellas de madera. Bebió de una de ellas, la cual guardó tras beber y nos lanzó una botella a cada uno.
-¿Qué es? - La verdad es que mi pregunta fue del todo inocente, motivada por la simple y llana curiosidad. ¿Agua o alguna bebida alcohólica destilada?
Para salir de dudas, abrí la botella y olí un poco. No olía a alcohol. Es más no olía a nada, así que supuse que sería agua. Le di un trago y volví a cerrarla.
-Muchas gracias. – dije al tiempo que lanzaba de nuevo la botella a miembro del Cipher Pol- En cuanto a ti, - añadí mirando directamente a Sting - déjate de monstruos y vamos a preparar la cena. Esta noche me gustaría que volvieras a tocar algo, si no te importa claro. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de unos ejercicios de malabares. También puedo contar alguna historia que le vaya bien a la melodía, sé unas cuantas.
Si ha dicho eso es que no está muy acostumbrado a que sean amable con él. Bueno, hasta que me demuestre lo contrario, voy a serlo. Como de costumbre.
Mi vuelta a la realidad fue un tanto dura, sentí como si parte de la alegría del mundo se esfumase. Como si mi visión pasase a ser en blanco y negro, que no hay más colores que unos cuantos matices del gris. Al parecer no fui el único que había estado sumido en sus pensamientos durante la pequeña muestra de talento. El chico rubio pareció volver en sí mismo unos momentos después de dejar de tocar y rompió el silencio que se había formado. Se presentó como Sting y acto seguido nos preguntó el por qué de nuestra presencia en el bosque. El tipo peliblanco, Drale, contestó diciendo que se había perdido. Era un agente del gobierno que tenía como destino Goa.
-Yo he venido para conocer la flora y fauna de la zona. Decidí venir a la isla porque nadie sabe gran cosa de ella y quería saber. Siempre quiero saber. Ayer vi el humo de tu fogata, así que esta mañana he venido para ver si se trataba de bandidos.
Mientras contestaba, me había ido acercando más a Sting y Drale guardando las bolas de harina en la bolsa que llevaba atada al cinturón.
La segunda pregunta de Sting fue un tanto más curiosa. Al nombrar la palabra monstruo, Drale pareció dar un pequeño respingo. Al parecer pensó que el rubio se había referido a un monstruo físico, un ser oscuro y sádico que rondaba por el bosque, cuando claramente se había referido a sí mismo. Después de una verborrea sobre el monstruo, Drale se sacudió sus pantalones y nos dedicó sendas sonrisas.
Algo le ha debido pasar en el pasado. En fin, no creo que quiera hablar de ello y sinceramente, tampoco somos sus amigos precisamente para que nos lo cuente. Si quiere hablar, ya hablará.
-En primer lugar, porque no sé cómo te trata el resto de la gente, así que ese “cómo” nos lo deberías explicar tú. – Le contesté mientras me sentaba a su lado. – En segundo, porque hace mucho tiempo aprendí que los monstruos rara vez lo son y que suelen ser cosas desconocidas, y de lo desconocido vienen las mejores historias, además del conocimiento. – Tras lo cual le di un pequeño golpe en la pierna, en señal amistosa.
En el tiempo de contestarle a Sting, Drale había sacado de su bolsillo unas botellas de madera. Bebió de una de ellas, la cual guardó tras beber y nos lanzó una botella a cada uno.
-¿Qué es? - La verdad es que mi pregunta fue del todo inocente, motivada por la simple y llana curiosidad. ¿Agua o alguna bebida alcohólica destilada?
Para salir de dudas, abrí la botella y olí un poco. No olía a alcohol. Es más no olía a nada, así que supuse que sería agua. Le di un trago y volví a cerrarla.
-Muchas gracias. – dije al tiempo que lanzaba de nuevo la botella a miembro del Cipher Pol- En cuanto a ti, - añadí mirando directamente a Sting - déjate de monstruos y vamos a preparar la cena. Esta noche me gustaría que volvieras a tocar algo, si no te importa claro. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de unos ejercicios de malabares. También puedo contar alguna historia que le vaya bien a la melodía, sé unas cuantas.
Si ha dicho eso es que no está muy acostumbrado a que sean amable con él. Bueno, hasta que me demuestre lo contrario, voy a serlo. Como de costumbre.
No llueve eternamente...
Narro ~ Pienso, por lo que Hablo con conocimiento, luego Escucho
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Hardo bebió de la botella y a continuación se la pasó y este la cogió con una mano tranquilamente guardándola en su cinturón. Después había propuesto una fogata donde haría malvares y donde comerían. No sabía si había contado con él, pero de todas formas este ya se acoplaría como bien hizo con el rubio. De repente el rubio le ofreció la mano al albino y le dijo que se podía quedar. Este sonrío de lado y estrecho su mano con una sonrisa alegre en el rostro mientras reía levemente.
- Por supuesto colega.
Cuando escuchó las instrucciones un pequeño brillito salió en sus ojos, de repente sacó el cinturón y dejó las tres botellas en el suelo. Les dio a los dos la espaldas y se quedó serio, algo había pasado, era extraño que se mantuviera de eso modo tras haber estado todo el dia feliz y alegre. No era nada malo, aquellas dos personas le caían genial y todo eso pero habían dicho algo clave para el albino. Su objetivo, era ser el mejor cocinero y su pasión era cocinar en todo momento, sus platos les encantaban a los demás agentes, aunque la mayoría eran tan fríos que lo ocultaban. Se giró levemente mientras sonreía con un tono más serio que el anterior y dirigía su mirada a los otros dos.
- Caballeros, yo preparare la cena con vuestro permiso, me ocupare de la caza si os parece, ahí os dejo las botellas. Nos vemos después chicos.
Dijo justo antes de pasar entre los dos con una sonrisa amable y mientras dejaba allí las botellas. Quería impresionar a sus dos colegas y ahora debía ponerse serio, caminaba despacio por el bosque con gesto serio y tranquilo. Su mirada iba observando las plantas de la zona, había algunas de color rojo, otras de color verde y otras doradas, las cortezas de los arboles también eran observadas por el albino. Lo primero de todo necesitaba un recipiente, por ello siguió caminando buscando algo así. Pudo ver una pequeña caballa, por lo que se acercó a ella de forma calmada, la puerta había sido derribada, alguna bestia que caminaría por allí había podido ser la culpable. Había indicios de que había habido alguien dentro antes. Se desplazó hasta un mueble en mal estado y al abrirlo pudo ver una enorme cacerola y varios platos hondos y llanos, con una sonrisa los cogió, ahora necesitaba un sitio donde meterlos y fue cuando vio una bolsa de tela.
- Genial
Con una sonrisa metió las cosas en la bolsa y salió de ella, ahora empezó a caminar por el bosque recogiendo algunas hierbas secas y algunos objetos como bambú seco y cosas así que veía apropiadas. Trataba de pensar en un buen animal, veía pasar jabalíes y algunas ardillas pero no le interesaban, quería una carne que poder combinar con lo que tenía planeado. El cocinero albino pudo ver a un ciervo pasar y fue cuando sonrió de lado.
- Lo lamento por ti pequeño, pero el hambre es muy mala y yo tengo dos clientes a los que satisfacer, es hora de que digas adiós.
Se acercó muy suavemente al animal acariciándole tranquilamente. El animal cerró sus ojos dejándose acariciar de forma calmada, el chico cogió una piedra enorme y con una mano pegó un golpe con fuerza en la cabeza del animal, la sangre salió de su parte de atrás de la cabeza y cayó al suelo muriendo. El chico lo cogió de la pata y empezó a caminar al campamento, al parecer había sido el primero en llegar, dejó allí el animal y se sentó esperando a que llegaran los demás. Necesitaba algo de agua para su receta y no disponía, además de leña para el fuego, esperaba sorprenderles y ya solo quedaba que ellos llegaran. Mientras tanto se acomodó tumbándose de lado como solía hacer siempre.
Se había quedado pasando de su objetivo en Goa, que le den por culo al gobierno, pensó este mientras sonreía de lado. Lo primero era su diversión y después lo otro, no era un simple perro que cumplía ordenes, las cumplía solo por conseguir pasta y por aburrimiento. Por ello las cumplía cuando le venía en gana.
- Por supuesto colega.
Cuando escuchó las instrucciones un pequeño brillito salió en sus ojos, de repente sacó el cinturón y dejó las tres botellas en el suelo. Les dio a los dos la espaldas y se quedó serio, algo había pasado, era extraño que se mantuviera de eso modo tras haber estado todo el dia feliz y alegre. No era nada malo, aquellas dos personas le caían genial y todo eso pero habían dicho algo clave para el albino. Su objetivo, era ser el mejor cocinero y su pasión era cocinar en todo momento, sus platos les encantaban a los demás agentes, aunque la mayoría eran tan fríos que lo ocultaban. Se giró levemente mientras sonreía con un tono más serio que el anterior y dirigía su mirada a los otros dos.
- Caballeros, yo preparare la cena con vuestro permiso, me ocupare de la caza si os parece, ahí os dejo las botellas. Nos vemos después chicos.
Dijo justo antes de pasar entre los dos con una sonrisa amable y mientras dejaba allí las botellas. Quería impresionar a sus dos colegas y ahora debía ponerse serio, caminaba despacio por el bosque con gesto serio y tranquilo. Su mirada iba observando las plantas de la zona, había algunas de color rojo, otras de color verde y otras doradas, las cortezas de los arboles también eran observadas por el albino. Lo primero de todo necesitaba un recipiente, por ello siguió caminando buscando algo así. Pudo ver una pequeña caballa, por lo que se acercó a ella de forma calmada, la puerta había sido derribada, alguna bestia que caminaría por allí había podido ser la culpable. Había indicios de que había habido alguien dentro antes. Se desplazó hasta un mueble en mal estado y al abrirlo pudo ver una enorme cacerola y varios platos hondos y llanos, con una sonrisa los cogió, ahora necesitaba un sitio donde meterlos y fue cuando vio una bolsa de tela.
- Genial
Con una sonrisa metió las cosas en la bolsa y salió de ella, ahora empezó a caminar por el bosque recogiendo algunas hierbas secas y algunos objetos como bambú seco y cosas así que veía apropiadas. Trataba de pensar en un buen animal, veía pasar jabalíes y algunas ardillas pero no le interesaban, quería una carne que poder combinar con lo que tenía planeado. El cocinero albino pudo ver a un ciervo pasar y fue cuando sonrió de lado.
- Lo lamento por ti pequeño, pero el hambre es muy mala y yo tengo dos clientes a los que satisfacer, es hora de que digas adiós.
Se acercó muy suavemente al animal acariciándole tranquilamente. El animal cerró sus ojos dejándose acariciar de forma calmada, el chico cogió una piedra enorme y con una mano pegó un golpe con fuerza en la cabeza del animal, la sangre salió de su parte de atrás de la cabeza y cayó al suelo muriendo. El chico lo cogió de la pata y empezó a caminar al campamento, al parecer había sido el primero en llegar, dejó allí el animal y se sentó esperando a que llegaran los demás. Necesitaba algo de agua para su receta y no disponía, además de leña para el fuego, esperaba sorprenderles y ya solo quedaba que ellos llegaran. Mientras tanto se acomodó tumbándose de lado como solía hacer siempre.
Se había quedado pasando de su objetivo en Goa, que le den por culo al gobierno, pensó este mientras sonreía de lado. Lo primero era su diversión y después lo otro, no era un simple perro que cumplía ordenes, las cumplía solo por conseguir pasta y por aburrimiento. Por ello las cumplía cuando le venía en gana.
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Sting soltó una pequeña carcajada y nos dijo que éramos raros. ¿Qué esperaba de un tipo vestido de bufón y, que además, actuaba como tal? El rubio dejó cuidadosamente la guitarra apoyada contra un árbol y se espolsó el polvo que había cogido de estar sentado en el suelo antes de invitar a Drale a pasar la noche con nosotros. Invitación que el agente del CP no tardó en aceptar.
El anfitrión, pues se podía considerar a Sting como anfitrión ya que nos habíamos reunido en su campamento, propuso un reparto de tareas para agilizar. Algo en la actitud de Drale cambió de repente. Su postura corporal se tornó más erguida y el aire cándido e inocente que acababa de mostrar con la anécdota del monstruo desapareció. Por un momento pensé que iba a atacarnos. Pocos segundos después se giró sonriéndonos, con el semblante todavía serio. Se ofreció a preparar la cena, pero antes se ocuparía de la caza. Se me cruzaron por la cabeza varias posibilidades, que tendría que esperar para saber cuál de ellas era la correcta, o bien iba a atacarnos cuando estuviésemos separados, bien nos intentaría envenenar o bien se había propuesto deleitarnos con la cena. Esta última posibilidad se me cruzó por la mente al recordar la primera vez que actué en público o la primera vez que lo hice para mis padres. En seguida desestimé la posibilidad del envenenamiento, ya que de haber querido hacerlo lo habría hecho con el agua.
-Si no te importa, voy yo a por leña, creo que podría traer más que tú. Después lo entenderás…
Sin esperar respuesta, me giré y di dos pequeñas zancadas salvando el espacio que había entre el árbol más cercano y yo. Me agarré de una rama y aprovechando la inercia, me solté de la rama y me agarré a la siguiente, al igual que haría un acróbata con unos balancines o un mono saltando de rama en rama. De esta forma me fui del claro, dejando a nuestro anfitrión solo, ya que el joven de pelo blanco había sido el primero en irse.
Espero que no se lo haya tomado a mal…
En cuanto desaparecí me aupé y comencé a avanzar por las ramas, como si de una ardilla se tratase. A unos pocos metros, me seguía Tenacitas corriendo por el suelo. No me alejé demasiado, pues cuanto más me alejase, más distancia tendría que recorrer después con la leña y total lo mismo daba, al fin y al cabo todo era leña. Busqué algunas ramas de tamaño mediano, por si había que hacer brasas, panocha, hojas secas y ramas pequeñas, que utilizaría como yesca, para encender la fogata y algunas ramas más grande y tocones para mantener la hoguera encendida durante un buen rato sin necesidad de estar añadiendo leña constantemente. Con todo esto consideraba que habría cubierto todo el abanico de posibilidades para la cocina, ya que Drale no había especificado que tenía en mente para la cena.
Cuando consideré que habría leña más que suficiente, cargué a Tenacitas con los tocones más grandes, ya que eran los más complicados de coger y posiblemente a mí se me caerían al no poder agarrarlos bien. Saqué las cuchillas que daban el nombre a mi marioneta y las clavé a los tocones. Antes de ello, hice que con las manos cogiera un puñado de ramas pequeñas, panocha y hojas secas. Recogí el resto de la yesca y la guardé en una pequeña bolsa, recogí las ramas de tamaño mediano y, una vez tuve la certeza que no se caería nada, volví al punto de encuentro.
Para cuando llegué, encontré a Drale tumbado en el claro con un ciervo muerto a pocos pasos de distancia. Esperaba que Drale fuese un buen cocinero, ya que la carne de venado bien cocinada está deliciosa, sin embargo si no se sabía cocinar más valía masticar suela de bota, que a fin de cuentas iba a ser lo mismo. El ejemplar de ciervo no parecía demasiado viejo, sin embargo tampoco era muy joven, por lo que supuse que la carne estaría tierna aunque no tanto como en el caso de los cervatillos.
Descargué toda la leña cerca de donde estaban los restos de la hoguera del día anterior y señalando a Tenacitas añadí:
-Drale, te presento a Tenacitas. Un amigo.
El anfitrión, pues se podía considerar a Sting como anfitrión ya que nos habíamos reunido en su campamento, propuso un reparto de tareas para agilizar. Algo en la actitud de Drale cambió de repente. Su postura corporal se tornó más erguida y el aire cándido e inocente que acababa de mostrar con la anécdota del monstruo desapareció. Por un momento pensé que iba a atacarnos. Pocos segundos después se giró sonriéndonos, con el semblante todavía serio. Se ofreció a preparar la cena, pero antes se ocuparía de la caza. Se me cruzaron por la cabeza varias posibilidades, que tendría que esperar para saber cuál de ellas era la correcta, o bien iba a atacarnos cuando estuviésemos separados, bien nos intentaría envenenar o bien se había propuesto deleitarnos con la cena. Esta última posibilidad se me cruzó por la mente al recordar la primera vez que actué en público o la primera vez que lo hice para mis padres. En seguida desestimé la posibilidad del envenenamiento, ya que de haber querido hacerlo lo habría hecho con el agua.
-Si no te importa, voy yo a por leña, creo que podría traer más que tú. Después lo entenderás…
Sin esperar respuesta, me giré y di dos pequeñas zancadas salvando el espacio que había entre el árbol más cercano y yo. Me agarré de una rama y aprovechando la inercia, me solté de la rama y me agarré a la siguiente, al igual que haría un acróbata con unos balancines o un mono saltando de rama en rama. De esta forma me fui del claro, dejando a nuestro anfitrión solo, ya que el joven de pelo blanco había sido el primero en irse.
Espero que no se lo haya tomado a mal…
En cuanto desaparecí me aupé y comencé a avanzar por las ramas, como si de una ardilla se tratase. A unos pocos metros, me seguía Tenacitas corriendo por el suelo. No me alejé demasiado, pues cuanto más me alejase, más distancia tendría que recorrer después con la leña y total lo mismo daba, al fin y al cabo todo era leña. Busqué algunas ramas de tamaño mediano, por si había que hacer brasas, panocha, hojas secas y ramas pequeñas, que utilizaría como yesca, para encender la fogata y algunas ramas más grande y tocones para mantener la hoguera encendida durante un buen rato sin necesidad de estar añadiendo leña constantemente. Con todo esto consideraba que habría cubierto todo el abanico de posibilidades para la cocina, ya que Drale no había especificado que tenía en mente para la cena.
Cuando consideré que habría leña más que suficiente, cargué a Tenacitas con los tocones más grandes, ya que eran los más complicados de coger y posiblemente a mí se me caerían al no poder agarrarlos bien. Saqué las cuchillas que daban el nombre a mi marioneta y las clavé a los tocones. Antes de ello, hice que con las manos cogiera un puñado de ramas pequeñas, panocha y hojas secas. Recogí el resto de la yesca y la guardé en una pequeña bolsa, recogí las ramas de tamaño mediano y, una vez tuve la certeza que no se caería nada, volví al punto de encuentro.
Para cuando llegué, encontré a Drale tumbado en el claro con un ciervo muerto a pocos pasos de distancia. Esperaba que Drale fuese un buen cocinero, ya que la carne de venado bien cocinada está deliciosa, sin embargo si no se sabía cocinar más valía masticar suela de bota, que a fin de cuentas iba a ser lo mismo. El ejemplar de ciervo no parecía demasiado viejo, sin embargo tampoco era muy joven, por lo que supuse que la carne estaría tierna aunque no tanto como en el caso de los cervatillos.
Descargué toda la leña cerca de donde estaban los restos de la hoguera del día anterior y señalando a Tenacitas añadí:
-Drale, te presento a Tenacitas. Un amigo.
No llueve eternamente...
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Drale se mantenía allí echado mientras silvaba tranquilamente sin pensar en nada, solamente mantenía la mirada tranquila en aquellos arboles de aquel bosque. Esperaba que sus compañeros llegaran pronto pues le estaba dando hambre, estaba a punto de echarse una pequeña cabezadita cuando de repente metió la mano en su bolsillo y notó aquella naranja, decidió pasar de ella y seguir esperando. Pudo escuchar al poco rato unas pisadas acercándose, esperaba que fuera alguno de los otros, de repente apareció Hardo dejando allí trozos de madera y además bastantes. También portaba una especie de ser parecido a una marioneta. De repente el hombre con pintas de payaso dijo que se llamaba Tenacitas. Los purpuras ojos del albino se abrieron con un brillito especial mientras se levantaba y salía corriendo a por la marioneta. Se puso de rodillas frente a ella para estar a su altura mientras soltaba una carcajada alegre y en un tono muy alto.
- ¡como mola! ¿La has hecho tú? ¡Hehehehehehe!
Observaba lo bien que estaba hecha con una sonrisa, se movió ágilmente colocándose en la espalda de la marioneta para poder verla entera. Era una verdadera obra de arte, Hardo era todo un artista, tras varias vueltas mirándola y varios movimientos desde distintos ángulos se pudo en pie cogiendo la madera y colocándola donde estaba la fogata de la noche anterior. Gracias a que había hojas secas, frotó varias piedras afiladas con rapidez hasta que una chispa prendió y rápidamente echó más hierbas secas y añadió la madera. Acto seguido colocó la cacerola encima, ya solo quedaba esperar a Sting. Estaba tardando un poco y el peliblanco estaba pensando en ir a buscar a su camarada cuando de repente escuchó sus pisadas. Cuando llegó le lanzó las botellas y este las cogió sonriente. Pudo notar que el rubio no habló y empezó a pensar el motivo. Las botellas eran grandes y con una tendrían para beber, las otras dos las echó en la cacerola. Esperó unos minutos a que se calentara el agua y añadió las plantas y raíces que había ido cogiendo. Justo al lado agarró de una pata al ciervo acercándolo y con una piedra afilada comenzó a despellejarlo por el costado.
- Eh tíos, hagamos una promesa, pase lo que pase siempre seremos colegas. ! Nos apoyaremos en todo y estaremos siempre unidos!
Tras sus palabras sonrió de nuevo esperando la contestación de los demás, después terminó de cortar tres buenos pedazos de carne y los puso en un tablón de madera a freír al lado de la cacerola. En un lado preparaba la carne y en otro una especie de salsa que le echaría por encima. Mientras fue preparando platos y cubiertos de madera que había metido en el saco de tela en su visita a la cabaña. Ya solo faltaba que la carne y la salsa se hiciesen, mientras permaneció al lado de la olla y de repente sacó de su bolsillo una naranja. Esta era de un tamaño normal y tenía espirales rojas, se veía que esas espirarles no eran normales. Tras un suspiro se quedó mirando a sus colegas.
- Esto es una fruta del diablo socios, pero no se… no me atrevo a comérmela. Sé que lo es porque una persona muy especial para mí lo traía consigo. No sé si consumirla o no hacerlo, estoy algo confuso con ese tema, ahora soy muy débil y tal vez esto me ayude. Sin embargo siento algo de miedo.
Sus ojos se entrecerraron temblando un poco al pensar en la persona que tenía la fruta antes de que él la cogiera. Su puño derecho se apretó con fuerza mientras fruncía el ceño y se enfurecía un poco. Los recuerdos que le venían a la mente eran imborrables, su máximo deseo era acabar con aquel maldito asesino llamado Drake.
- ¡como mola! ¿La has hecho tú? ¡Hehehehehehe!
Observaba lo bien que estaba hecha con una sonrisa, se movió ágilmente colocándose en la espalda de la marioneta para poder verla entera. Era una verdadera obra de arte, Hardo era todo un artista, tras varias vueltas mirándola y varios movimientos desde distintos ángulos se pudo en pie cogiendo la madera y colocándola donde estaba la fogata de la noche anterior. Gracias a que había hojas secas, frotó varias piedras afiladas con rapidez hasta que una chispa prendió y rápidamente echó más hierbas secas y añadió la madera. Acto seguido colocó la cacerola encima, ya solo quedaba esperar a Sting. Estaba tardando un poco y el peliblanco estaba pensando en ir a buscar a su camarada cuando de repente escuchó sus pisadas. Cuando llegó le lanzó las botellas y este las cogió sonriente. Pudo notar que el rubio no habló y empezó a pensar el motivo. Las botellas eran grandes y con una tendrían para beber, las otras dos las echó en la cacerola. Esperó unos minutos a que se calentara el agua y añadió las plantas y raíces que había ido cogiendo. Justo al lado agarró de una pata al ciervo acercándolo y con una piedra afilada comenzó a despellejarlo por el costado.
- Eh tíos, hagamos una promesa, pase lo que pase siempre seremos colegas. ! Nos apoyaremos en todo y estaremos siempre unidos!
Tras sus palabras sonrió de nuevo esperando la contestación de los demás, después terminó de cortar tres buenos pedazos de carne y los puso en un tablón de madera a freír al lado de la cacerola. En un lado preparaba la carne y en otro una especie de salsa que le echaría por encima. Mientras fue preparando platos y cubiertos de madera que había metido en el saco de tela en su visita a la cabaña. Ya solo faltaba que la carne y la salsa se hiciesen, mientras permaneció al lado de la olla y de repente sacó de su bolsillo una naranja. Esta era de un tamaño normal y tenía espirales rojas, se veía que esas espirarles no eran normales. Tras un suspiro se quedó mirando a sus colegas.
- Esto es una fruta del diablo socios, pero no se… no me atrevo a comérmela. Sé que lo es porque una persona muy especial para mí lo traía consigo. No sé si consumirla o no hacerlo, estoy algo confuso con ese tema, ahora soy muy débil y tal vez esto me ayude. Sin embargo siento algo de miedo.
Sus ojos se entrecerraron temblando un poco al pensar en la persona que tenía la fruta antes de que él la cogiera. Su puño derecho se apretó con fuerza mientras fruncía el ceño y se enfurecía un poco. Los recuerdos que le venían a la mente eran imborrables, su máximo deseo era acabar con aquel maldito asesino llamado Drake.
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Drale se emocionó al ver a Tenacitas.
-Pues la verdad es que no. Se la encargué a un herrero y me la hizo. Aunque no tan chulas, sí puedo hacer mis propias marionetas. Mira.
Con la ayuda de Tenacitas, cogí algunas ramas y barro, con el que hice una marioneta bastante apañada. No era gran cosa, pero era funcional y para jugar un rato bastaba.
Poco después llegó Sting. En lugar de la actitud amable y agradecida que había tenido un rato antes, ahora estaba callado y distante. No quise presionarlo así que lo dejé, aunque antes le presenté a Tenacitas, al igual que había hecho con Drale.
El agente del CP, puso a calentar agua y cuando esta estuvo a punto añadió las raíces y plantas que había recogido. Dado que yo era aficionado a la cocina, me di cuenta que sabía lo que hacía y que se manejaba bastante bien entre fuego y herramientas de cocina. Mientras estaba despellejando al ciervo, Drale tuvo una salida me sorprendió bastante. Nos propuso hacer una promesa en la cual seríamos colegas siempre, pasase lo que pasase.
-Drale, no pareces ser el típico agente de la Cipher Pol. Quiero decir, siempre son más serios y dan prioridad a su misión. Sin embargo hete aquí, cocinando para unos desconocidos, ignorando tu misión. Podría pensar que nos estás mintiendo, pero no creo que sea así. He pasado mucho tiempo entre gente y gracias a ello y a mi empatía suelo saber cuando alguien miente. Creo que este no es el caso, aunque me puedo equivocar, claro…
Drale siguió cocinando, el aroma de la cena ya comenzaba a ser delicioso, por no hablar de la pinta que tenían cada una de las diferentes cosas. La habilidad del jovencito de pelo blanco era asombrosa. No sabía cómo, había conseguido que los olores de los diferentes ingredientes se fundiesen en uno solo y se difuminasen por la zona con el vapor de agua. No podía esperar a que la cena estuviese terminada para hincarle el diente.
-Eso huele genial. Seguro que sabe mejor. - Dije a mis dos acompañantes.
Mientras la cena terminaba de cocinarse, el cocinero nos hizo partícipes de un dilema moral que tenía: comerse o no comerse una akuma no mi. Tenía dudas porque según decía todavía era débil y no sabía si podría ayudarlo a mejorar.
-No sé, Drale, eso es una decisión personal. Yo no dudé, lo tuve muy claro aunque he de decir que yo sabía que tipo de akuma iba a comer, no sé si será tu caso. La verdad es que es algo que te cambia la vida, en mi caso para bien. Es una decisión que debes tomar por ti mismo.
-Pues la verdad es que no. Se la encargué a un herrero y me la hizo. Aunque no tan chulas, sí puedo hacer mis propias marionetas. Mira.
Con la ayuda de Tenacitas, cogí algunas ramas y barro, con el que hice una marioneta bastante apañada. No era gran cosa, pero era funcional y para jugar un rato bastaba.
Poco después llegó Sting. En lugar de la actitud amable y agradecida que había tenido un rato antes, ahora estaba callado y distante. No quise presionarlo así que lo dejé, aunque antes le presenté a Tenacitas, al igual que había hecho con Drale.
El agente del CP, puso a calentar agua y cuando esta estuvo a punto añadió las raíces y plantas que había recogido. Dado que yo era aficionado a la cocina, me di cuenta que sabía lo que hacía y que se manejaba bastante bien entre fuego y herramientas de cocina. Mientras estaba despellejando al ciervo, Drale tuvo una salida me sorprendió bastante. Nos propuso hacer una promesa en la cual seríamos colegas siempre, pasase lo que pasase.
-Drale, no pareces ser el típico agente de la Cipher Pol. Quiero decir, siempre son más serios y dan prioridad a su misión. Sin embargo hete aquí, cocinando para unos desconocidos, ignorando tu misión. Podría pensar que nos estás mintiendo, pero no creo que sea así. He pasado mucho tiempo entre gente y gracias a ello y a mi empatía suelo saber cuando alguien miente. Creo que este no es el caso, aunque me puedo equivocar, claro…
Drale siguió cocinando, el aroma de la cena ya comenzaba a ser delicioso, por no hablar de la pinta que tenían cada una de las diferentes cosas. La habilidad del jovencito de pelo blanco era asombrosa. No sabía cómo, había conseguido que los olores de los diferentes ingredientes se fundiesen en uno solo y se difuminasen por la zona con el vapor de agua. No podía esperar a que la cena estuviese terminada para hincarle el diente.
-Eso huele genial. Seguro que sabe mejor. - Dije a mis dos acompañantes.
Mientras la cena terminaba de cocinarse, el cocinero nos hizo partícipes de un dilema moral que tenía: comerse o no comerse una akuma no mi. Tenía dudas porque según decía todavía era débil y no sabía si podría ayudarlo a mejorar.
-No sé, Drale, eso es una decisión personal. Yo no dudé, lo tuve muy claro aunque he de decir que yo sabía que tipo de akuma iba a comer, no sé si será tu caso. La verdad es que es algo que te cambia la vida, en mi caso para bien. Es una decisión que debes tomar por ti mismo.
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El albino permanecía tranquilo observando a sus dos compañeros, primero escuchó las palabras de Hardo, le decía que no parecía el típico agente del CP, aunque siempre podía estar equivocándose. Una sonrisa algo sádica apareció en el rostro del joven peliblanco, pese a ser un agente del gobierno le resultaba mas cómodo estar con la gente que le caía bien. Era un asesino con los piratas y revolucionarios, pero solo con los asesinos, sabía que había bondad en muchos de ellos. Era un perfecto agente en esos casos, frio y asesino, pero en el caso de estar con buenas personas se transformaba en una persona muy amable y agradable como era el caso de ahora. No se lo pensó mucho y de forma calmada empezó a hablarle en un tono calmado y alegre.
- Digamos que sigo el lema de ``no todos son iguales´´ no me comporto fríamente con todo el mundo, solo con los detestables asesinos que matan por diversión. Pero vosotros no parecéis malas personas, por lo que soy así.
Después aquel payaso le dijo que le recomendaba comerse la fruta del diablo, además observaba la comida y pensó en esta. Empezó a verter sobre los filetes de carne la salsa que había preparado en la olla, era una salsa marrón con un olor delicioso, además estaba espesa y con trozos de verduras. Había preparado varios filetes y los puso en un cuenco bastante grande en forma de bandeja que dejó en medio. Después dejó tenedores de madera y algunos cuchillos que había en la casa y sonrió satisfecho con lo que había preparado. Después escuchó las palabras del rubio pero no les dio importancia. Aunque no quisiera seguir con ellos, el albino le visitaría siempre aunque este se negara. De repente el rubio hizo algo extraño y todo comenzó a congelarse, el albino levantó la bandeja de filetes rápidamente para que no se congelaran. Después la colocó de nuevo en el suelo.
- ¡Hardo come rápido que se enfría!
Dijo desesperado mientras empezaba a comerse un filete a toda prisa antes de a causa de aquel frio que había en el ambiente se congelara la comida. No tardó mucho en comerse su pedazo de carne el cual le había sabido al cielo. De repente pudo escuchar las palabras de Sting, le recomendaba comerse la fruta para obtener poder, eso era lo que le interesaba en ese momento. Después pudo ver las luces entre los arboles como había dicho su compañero, lo que no le gustó nada fue la petición que le había dicho, este frunció el ceño cambiando su faceta. Su ceño se frunció bastante y se levantó lanzando una mirada seria a Sting.
- ¡No estás solo!
Odiaba esa forma del rubio de querer estar siempre en la soledad, no iba a permitir que un amigo suyo peleara solo y se sintiera mal. Los músculos del albino se tensaron, de repente peló la naranja rápidamente.
- Un buen cocinero come la fruta después de la comida, por algo es el postre.
Sus palabras eran serias, lanzó la naranja al aire y cuando esta cayó, Drale abrió la boca y la atrapó, empezó a masticarla hasta tragarla. El sabor había sido muy malo, una extraña sensación empezó a recorrerle el interior, era muy raro. No podía creer lo que sentía, era como si algo hubiera nacido dentro de él. Un extraño poder o una segunda personalidad, era algo que le susurraba cosas sin sentido. De repente los morados ojos del agente del gobierno cambiaron a un tono rojizo. Era un color temible y bastante inquietante. Dirigió sus ojos hacia el rubio mientras volvía a fruncir el ceño con algo de frio por el anterior e increíble poder de Sting.
- No me da la gana de irme, eres mi amigo y tenemos un vínculo, voy apoyarte siempre que lo necesites. Y si tenemos que pelear juntos vamos a hacerlo ahora, levanta de ahí y prepárate para la batalla. ¡No voy a volver a perder a una persona importante para mí!
Dijo en último lugar con un enorme grito que resonaría en todo el bosque. Miró a Hardo para que este supiera que el mensaje también iba por él, a continuación tensó algo más los músculos, estaba muy cansado de perder siempre gente. Su familia, su maestro, la chica de la que estaba enamorado. Ahora no iba a perder a dos amigos, su cuerpo comenzó a recubrirse de pelo, sus ojos rojizos brillaban intensamente mientras sus colmillos crecían. De la parte baja de su espalda salió una cola, sus dedos eran ahora garras, tanto los de los pies como los de las manos, la camiseta le estalló. Dos orejas lupinas salieron de su cabeza y su nariz se alargó tomando forma de hocico. Ahora creció hasta un tamaño cercano a los cuatro metros, se trataba de un enorme lobo blanco con tonos grisáceos oscuros casi negros en varias partes como el pecho o los brazos. Ahora tenía la misma habilidad que su hermano, se asqueaba un poco por parecerse a él, pero en el fondo sabía que el destino le había dado ese poder para poder vengarse. Había llegado el momento de la batalla y volvió a fruncir el ceño miraba al cielo y soltaba un enorme aullido a la luna, después de aquel aullido rugió mirando hacia la zona de las luces mientras pensaba en eliminar aquellos que se acercaran al rubio o al payaso.
- ¡Grrrrrr!
- Digamos que sigo el lema de ``no todos son iguales´´ no me comporto fríamente con todo el mundo, solo con los detestables asesinos que matan por diversión. Pero vosotros no parecéis malas personas, por lo que soy así.
Después aquel payaso le dijo que le recomendaba comerse la fruta del diablo, además observaba la comida y pensó en esta. Empezó a verter sobre los filetes de carne la salsa que había preparado en la olla, era una salsa marrón con un olor delicioso, además estaba espesa y con trozos de verduras. Había preparado varios filetes y los puso en un cuenco bastante grande en forma de bandeja que dejó en medio. Después dejó tenedores de madera y algunos cuchillos que había en la casa y sonrió satisfecho con lo que había preparado. Después escuchó las palabras del rubio pero no les dio importancia. Aunque no quisiera seguir con ellos, el albino le visitaría siempre aunque este se negara. De repente el rubio hizo algo extraño y todo comenzó a congelarse, el albino levantó la bandeja de filetes rápidamente para que no se congelaran. Después la colocó de nuevo en el suelo.
- ¡Hardo come rápido que se enfría!
Dijo desesperado mientras empezaba a comerse un filete a toda prisa antes de a causa de aquel frio que había en el ambiente se congelara la comida. No tardó mucho en comerse su pedazo de carne el cual le había sabido al cielo. De repente pudo escuchar las palabras de Sting, le recomendaba comerse la fruta para obtener poder, eso era lo que le interesaba en ese momento. Después pudo ver las luces entre los arboles como había dicho su compañero, lo que no le gustó nada fue la petición que le había dicho, este frunció el ceño cambiando su faceta. Su ceño se frunció bastante y se levantó lanzando una mirada seria a Sting.
- ¡No estás solo!
Odiaba esa forma del rubio de querer estar siempre en la soledad, no iba a permitir que un amigo suyo peleara solo y se sintiera mal. Los músculos del albino se tensaron, de repente peló la naranja rápidamente.
- Un buen cocinero come la fruta después de la comida, por algo es el postre.
Sus palabras eran serias, lanzó la naranja al aire y cuando esta cayó, Drale abrió la boca y la atrapó, empezó a masticarla hasta tragarla. El sabor había sido muy malo, una extraña sensación empezó a recorrerle el interior, era muy raro. No podía creer lo que sentía, era como si algo hubiera nacido dentro de él. Un extraño poder o una segunda personalidad, era algo que le susurraba cosas sin sentido. De repente los morados ojos del agente del gobierno cambiaron a un tono rojizo. Era un color temible y bastante inquietante. Dirigió sus ojos hacia el rubio mientras volvía a fruncir el ceño con algo de frio por el anterior e increíble poder de Sting.
- No me da la gana de irme, eres mi amigo y tenemos un vínculo, voy apoyarte siempre que lo necesites. Y si tenemos que pelear juntos vamos a hacerlo ahora, levanta de ahí y prepárate para la batalla. ¡No voy a volver a perder a una persona importante para mí!
Dijo en último lugar con un enorme grito que resonaría en todo el bosque. Miró a Hardo para que este supiera que el mensaje también iba por él, a continuación tensó algo más los músculos, estaba muy cansado de perder siempre gente. Su familia, su maestro, la chica de la que estaba enamorado. Ahora no iba a perder a dos amigos, su cuerpo comenzó a recubrirse de pelo, sus ojos rojizos brillaban intensamente mientras sus colmillos crecían. De la parte baja de su espalda salió una cola, sus dedos eran ahora garras, tanto los de los pies como los de las manos, la camiseta le estalló. Dos orejas lupinas salieron de su cabeza y su nariz se alargó tomando forma de hocico. Ahora creció hasta un tamaño cercano a los cuatro metros, se trataba de un enorme lobo blanco con tonos grisáceos oscuros casi negros en varias partes como el pecho o los brazos. Ahora tenía la misma habilidad que su hermano, se asqueaba un poco por parecerse a él, pero en el fondo sabía que el destino le había dado ese poder para poder vengarse. Había llegado el momento de la batalla y volvió a fruncir el ceño miraba al cielo y soltaba un enorme aullido a la luna, después de aquel aullido rugió mirando hacia la zona de las luces mientras pensaba en eliminar aquellos que se acercaran al rubio o al payaso.
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Drale me sorprendió con su respuesta. Realmente no tenía ninguna expectativa en concreto, pero consiguió hacerme sonreír. Le contesté que yo me movía por la misma filosofía y que igual me daba si quien tenía delante era pirata, marine o, como en este caso, agente del gobierno. Cada persona es diferente y no por tener la etiqueta ibas a cambiar tu forma de ser. Hay de todo en todos sitios.
Mientras cenábamos tranquilamente, Sting continuaba con su actitud taciturna hasta que dio su opinión acerca de la akuma de Drale, al tiempo que nos hacía una pequeña demostración de su poder, tras rechazar la propuesta del agente del gobierno.
Así que también es un usuario…
Después de la demostración comenzó a jadear por el esfuerzo hecho durante esta y el joven de pelo blanco me gritó que engullese cual serpiente, ya que se iba a enfriar la comida. Dicho y hecho. No podía permitir que aquel manjar se “echase a perder” enfriándose. Mientras terminábamos de meternos entre pecho y espalda la comida, Sting nos contó la razón por la cual había estado tan callado desde que había vuelto de recoger agua. Se había topado con un hombre y aunque no había dado muchos detalles acerca de lo ocurrido, el tipo se había ido amenazando al músico. Tal y como había indicado, unas luces comenzaron a aparecer por los alrededores, a una distancia intermedia. Termino pidiéndonos que nos fuésemos, petición a la cual Drale se negó, al igual que anteriormente Sting había hecho con la suya, alegando que no iba a perder más amigos porque sí y que lo iba a apoyar pasase lo que pasase. Durante un instante también me miró a mí, dando a entender que no eso no iba exclusivamente por Sting.
En vista de la pelea inminente, se comió su akuma. Inmediatamente, comenzó a crecerle vello corporal que poco a poco se iba convirtiendo en pelo. Los caninos se iban desarrollando cada vez más, hasta adquirir un tamaño desmesurado como los que suelen tener los animales carnívoros depredadores. De la parte de atrás, un quinto apéndice se iba alargando hasta dar lugar a una cola, al tiempo que las orejas se le tornaban puntiagudas. Las extremidades se convirtieron en zarpas y garras. Cuando la transformación se hubo completado aulló a la Luna y gruñó. En mi vida había presenciado la primera transformación de un usuario zoan, ¿estaría bajo control? ¿O sería un lobo salvaje?
A medida que la transformación iba ocurriendo, yo me fui poniendo un poco más tenso adoptando una actitud cautelosa. Aquel lobo en cualquier momento podría saltar para atacarnos o por el contrario, ponerse entre nosotros y los atacantes. En cualquier caso una cosa era segura: esa noche iba a tener que pelear. Puse a salvo a Agnes, Husky y Stich y me preparé para la pelea con Tenacitas. Comprobé que tenía mis dagas a punto y me dispuse a defenderme con uñas u dientes. Nada más se me cruzó por la mente esta idea, rompí en una sonora carcajada, que seguro se habría oído fuera del claro en el cual nos hayábamos.
-Sting, no sé si Drale nos comerá o no. En cualquier caso vamos a tener que pelear. Déjate de gilipolleces y haz lo que puedas, aunque todavía pareces algo cansado. Tenacitas y yo te defenderemos de lo que haga falta. Por cierto, - añadí mirando a Drale - prepárate para defenderte con uñas y dientes.
Y nuevamente comencé a reírme con una carcajada.
Mientras cenábamos tranquilamente, Sting continuaba con su actitud taciturna hasta que dio su opinión acerca de la akuma de Drale, al tiempo que nos hacía una pequeña demostración de su poder, tras rechazar la propuesta del agente del gobierno.
Así que también es un usuario…
Después de la demostración comenzó a jadear por el esfuerzo hecho durante esta y el joven de pelo blanco me gritó que engullese cual serpiente, ya que se iba a enfriar la comida. Dicho y hecho. No podía permitir que aquel manjar se “echase a perder” enfriándose. Mientras terminábamos de meternos entre pecho y espalda la comida, Sting nos contó la razón por la cual había estado tan callado desde que había vuelto de recoger agua. Se había topado con un hombre y aunque no había dado muchos detalles acerca de lo ocurrido, el tipo se había ido amenazando al músico. Tal y como había indicado, unas luces comenzaron a aparecer por los alrededores, a una distancia intermedia. Termino pidiéndonos que nos fuésemos, petición a la cual Drale se negó, al igual que anteriormente Sting había hecho con la suya, alegando que no iba a perder más amigos porque sí y que lo iba a apoyar pasase lo que pasase. Durante un instante también me miró a mí, dando a entender que no eso no iba exclusivamente por Sting.
En vista de la pelea inminente, se comió su akuma. Inmediatamente, comenzó a crecerle vello corporal que poco a poco se iba convirtiendo en pelo. Los caninos se iban desarrollando cada vez más, hasta adquirir un tamaño desmesurado como los que suelen tener los animales carnívoros depredadores. De la parte de atrás, un quinto apéndice se iba alargando hasta dar lugar a una cola, al tiempo que las orejas se le tornaban puntiagudas. Las extremidades se convirtieron en zarpas y garras. Cuando la transformación se hubo completado aulló a la Luna y gruñó. En mi vida había presenciado la primera transformación de un usuario zoan, ¿estaría bajo control? ¿O sería un lobo salvaje?
A medida que la transformación iba ocurriendo, yo me fui poniendo un poco más tenso adoptando una actitud cautelosa. Aquel lobo en cualquier momento podría saltar para atacarnos o por el contrario, ponerse entre nosotros y los atacantes. En cualquier caso una cosa era segura: esa noche iba a tener que pelear. Puse a salvo a Agnes, Husky y Stich y me preparé para la pelea con Tenacitas. Comprobé que tenía mis dagas a punto y me dispuse a defenderme con uñas u dientes. Nada más se me cruzó por la mente esta idea, rompí en una sonora carcajada, que seguro se habría oído fuera del claro en el cual nos hayábamos.
-Sting, no sé si Drale nos comerá o no. En cualquier caso vamos a tener que pelear. Déjate de gilipolleces y haz lo que puedas, aunque todavía pareces algo cansado. Tenacitas y yo te defenderemos de lo que haga falta. Por cierto, - añadí mirando a Drale - prepárate para defenderte con uñas y dientes.
Y nuevamente comencé a reírme con una carcajada.
- OFF:
- Perdonar que haya tardado tanto, pero el fin de he estado fuera y no he podido postear.
No llueve eternamente...
Narro ~ Pienso, por lo que Hablo con conocimiento, luego Escucho
Apodo: Hardete
Facción: Pirata
Akuma no Mi: Pup Pup no mi
Profesiones: Asesino (Ninja) - Bufón (Arlequín y Trovador)
Hardo
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
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Akuma no mi
Varios
En cuanto Drale terminó de transformarse, Sting susurró algo que no llegué a escuchar y puso la mano en el suelo. En cuestión de segundos unas estalagmitas comenzaron a surgir del suelo, al tiempo que se creaba una densa neblina.
¡Pero qué coño…!
El músico nos había atacado por alguna razón. En cuanto vi salir del suelo la primera, salté a hacia el árbol más cercano y me enganché a una rama. Tenacitas estuvo a punto de ser empalada, pero en el último momento conseguí activar el dial de rechazo para absorber el golpe, de forma que una vez la estalagmita terminó de crecer, la marioneta estaba un metro por encima del suelo, sin ningún daño.
Drale consiguió esquivar todos los pinchos que fueron saliendo en su forma de lobo. En medio de la confusión, Sting se marchó. Aunque no lo hubiese visto marchar, sabía exactamente dónde se había ido. Una vez la situación se estabilizó, bajé de donde estaba y comprobé el estado de Tenacitas. Drale me dijo que se iba a inspeccionar los alrededores para comprobar que no había nadie y nos cogiesen por sorpresa, de forma que me quedé solo en medio del claro.
En lugar de salir precipitadamente, me quedé reflexionando sobre lo que acaba de ocurrir. Todo estaba yendo genial hasta el momento en que nos repartimos las tareas. Según había dicho el anfitrión del grupo, había tenido un encuentro desagradable mientras había ido a por agua, pero ¿tan grave había sido? La insistencia de Sting por ir en solitario, a pesar de nuestros ofrecimientos, manifestaba que algo le había ocurrido anteriormente. El comportamiento de Sting me enfadó un poco, así que decidí marcharme a ver si lo encontraba. Seguramente una vez esos tipos estuviesen fuera de combate, Sting volvería a cambiar de actitud y entonces liberaría la energía almacenada en el dial para darle una colleja, esperaba cogerla desprevenido y que su habilidad de logia no pudiera protegerlo del golpe.
Me fui por donde había visto por última vez las luces. Al igual que las otras veces, me desplacé por los árboles de rama en rama, procurando no llamar demasiado la atención y haciendo que Tenacitas fuese siguiéndome por el suelo. Cuando hube llegado a donde estaba Sting con el resto, me quedé escondido, únicamente saldría si Sting necesitaba ayuda, ya que no estaba seguro de que actitud iba a tener si me volvía a ver y consideraba que un intento de empalamiento por noche era más que suficiente.
¡Pero qué coño…!
El músico nos había atacado por alguna razón. En cuanto vi salir del suelo la primera, salté a hacia el árbol más cercano y me enganché a una rama. Tenacitas estuvo a punto de ser empalada, pero en el último momento conseguí activar el dial de rechazo para absorber el golpe, de forma que una vez la estalagmita terminó de crecer, la marioneta estaba un metro por encima del suelo, sin ningún daño.
Drale consiguió esquivar todos los pinchos que fueron saliendo en su forma de lobo. En medio de la confusión, Sting se marchó. Aunque no lo hubiese visto marchar, sabía exactamente dónde se había ido. Una vez la situación se estabilizó, bajé de donde estaba y comprobé el estado de Tenacitas. Drale me dijo que se iba a inspeccionar los alrededores para comprobar que no había nadie y nos cogiesen por sorpresa, de forma que me quedé solo en medio del claro.
En lugar de salir precipitadamente, me quedé reflexionando sobre lo que acaba de ocurrir. Todo estaba yendo genial hasta el momento en que nos repartimos las tareas. Según había dicho el anfitrión del grupo, había tenido un encuentro desagradable mientras había ido a por agua, pero ¿tan grave había sido? La insistencia de Sting por ir en solitario, a pesar de nuestros ofrecimientos, manifestaba que algo le había ocurrido anteriormente. El comportamiento de Sting me enfadó un poco, así que decidí marcharme a ver si lo encontraba. Seguramente una vez esos tipos estuviesen fuera de combate, Sting volvería a cambiar de actitud y entonces liberaría la energía almacenada en el dial para darle una colleja, esperaba cogerla desprevenido y que su habilidad de logia no pudiera protegerlo del golpe.
Me fui por donde había visto por última vez las luces. Al igual que las otras veces, me desplacé por los árboles de rama en rama, procurando no llamar demasiado la atención y haciendo que Tenacitas fuese siguiéndome por el suelo. Cuando hube llegado a donde estaba Sting con el resto, me quedé escondido, únicamente saldría si Sting necesitaba ayuda, ya que no estaba seguro de que actitud iba a tener si me volvía a ver y consideraba que un intento de empalamiento por noche era más que suficiente.
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Akuma no Mi: Pup Pup no mi
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Akuma no mi
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Sting se hizo cargo de la mayor parte del grupo. De hecho podría haberse ocupado de todos si no llega a ser porque se formó un círculo de fuego. Al parecer esa era la debilidad de su akuma. En cuanto lo vi caer perdiendo el conocimiento y al tipo que se acercaba a atacarle no lo dudé dos veces. Lancé una daga en dirección a su atacante. Tenacitas saltó a través del círculo de fuego para llegar a ponerse delante de hombre de hielo. No me podía creer que estuviera salvando a quien había intentado empalarme unos minutos antes. Dado que Sting no estaba en condiciones de recibir una reprimenda por mi parte, debido a su comportamiento, liberé la energía acumulada en el dial contra el primero que se acercó. Yo seguía todavía oculto, de forma que los atacantes tan solo veían a una marioneta moverse por sí sola. Espantados, salieron corriendo. Tenacitas volvió por donde había salido.
No podía fiarme de que aquellos tipejos no volverían a rematar el trabajo, así que permanecí oculto junto a Tenacitas. Un tiempo después, Sting volvió en sí. Dejé que se fuera sin hacerme presente y proseguí con mi camino. En lugar de dirigirme al South Blue de nuevo, me dirigiría al North Blue, aunque posiblemente no todavía…
No podía fiarme de que aquellos tipejos no volverían a rematar el trabajo, así que permanecí oculto junto a Tenacitas. Un tiempo después, Sting volvió en sí. Dejé que se fuera sin hacerme presente y proseguí con mi camino. En lugar de dirigirme al South Blue de nuevo, me dirigiría al North Blue, aunque posiblemente no todavía…
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