Clases de Ciencia Aplicada. [Dacren e Iro]

Tras rebuscar un poco por su tienda, aquel tipo vino con algo entre sus manos, al llegar a mi altura me enseño lo que llevaba en sus manos, un frasco de un color verde el cual vertió en la boca de una mujer de las que había en la jaula tras hablar con ella.

Pasados unos segundos la mujer se liberó y descargó su furia, tal y como yo había supuesto tras saber los efecto que producía aquel tóxico. Pronto comenzó a descargar dicha ira sobre sus compañeros de "celda" lo que me aterró ligeramente al imaginarme allí dentro en las condiciones de aquellos tipos.

-Bueno, no está mal, mas preferiría que hiciésemos algo con las plantas, que será lo que me sirva en un futuro - Dije con una sonrisa - Oh, y por cierto, mi nombre es Raze, que ni nos habíamos presentado.

Plubio me explicó a continuación la cicuta, una planta de la que no había oído hablar, el echo de que solo surtiese efecto al ser ingerida no me apasionaba mucho, para ello debería echar el veneno en algún alimento o bebida y que luego lo ingiriese, lo que sin duda traería muchos problemas.

Pasándome el frasquito recién llenado del veneno, mi invitó a probarlo con los humanos que ahora dormían en la jaula. Sin mas preámbulos, me acerqué a la jaula, y abriendo cuidadosamente la boca de la chica, en la cual no habíamos probado nada aún, eché medio fraquito, no sabía cuanta cantidad sería suficiente, pero con lo que la había echado, el veneno surtiría efecto al poco tiempo.

-Parece que se esta haciendo muy de noche, igual deberíamos ir dejando la faena o algo.

La respiración de la chica comenzó a acelerarse, por lo visto el veneno había comenzado a hacer efecto. Tras un tiempo con la respiración agitada, esta se calmó, pero se calmó demasiado, dejando de respirar. Minutos después la chica yacía en el suelo inerte.

Era ya de noche y el día había sido muy largo, lo que me había enseñado ese tipo me serviría de mucho en un futuro, pero ahora debía partir hacia mi campamento. Ese tipo no me daba buena espina, era un tanto raro, y pasar una noche en su campamento, mas que descanso me traería preocupaciones, además llevaba todo el día fuera, y mis pertenencias se encontraban allí, y por ahora no quería perder nada. Antes de irme me despedí del tipo, el cual marchó hacia una de las cabañas mientras yo me adentraba en el bosque para poner rumbo a mi campamento acompañado por una antorcha para poder vislumbrar el camino. Las bajas ramas golpeaban en ocasiones mi cara haciéndome arañazos, esto era debido a tener que mantener toda mi atención en los pies para no caer por algún tropezón.

Una de las veces mientras caminaba, la antorcha tocó las ramas de una árbol muy seco y estas comenzaron a arder. En principio no mi di cuenta, pero al dar unos cuantos pasos pude ver la luz a mi espalda, y quitándome la chaqueta a toda prisa y sacudiendo esta sobre las llamas acabé apagándolas, vaya suerte había tenido, no me podría haber perdonado el provocar un incendio, aunque hubiese sido sin querer. Ahora caminaría mas pendiente a todo, aunque casi toda mi atención siguiese puesta en el suelo.

Al fin llegué a mi campamento, aun después de varios tropezones mas. Descargué el cesto en el que llevaba todas las plantas del día y todas las trampas que había dejado por el bosque para los animales. Tenía que recoger todo antes de que amaneciese, ya que hoy era el día en el que los mercaderes pasarían a recogerme.

Ya casi estaba terminando de recoger todo lo que me iba a llevar y quemar todo lo que por desgracia tenía que dejar, cuando el gran astro que iluminaba nuestro planeta comenzaba a asomar por el horizonte, el color anaranjado de sus rayos comenzaba a calentar el ambiente, y cargando todo a mi espalda puse rumbo hacia la playa, y con ello, rumbo hacia otra aventura.