Wooden of kings [Privado-Red Demon's Pirates]

Me encontraba en mi patria, si ese era mi hogar, el reino de Reino de Lvnee, hacía meses que no pasaba por casa, las misiones y mis trabajos me habían tenido demasiado absorbido durante mucho tiempo. Ahora me encontraba en un periodo entre misiones, no tenía nada que hacer salvo descansar y desconectar un poco del mundo. Supuestamente para el gobierno llevaba unos días descansando en la mansión familiar, la cual había estado vacía desde la muerte de mi padre, ya que mis padres pese a que desgraciadamente no habían muerto, vivían en una mansión que se había comprado tras su boda.

Tras mi “regreso” al mundo conocido trate de poner la mansión en orden. Contrate a tres criados:
La primera mi ama de llaves, Pamela String, una mujer del South de color, la cual trabajaba decentemente y limpiaba y conseguía mantener la casa adecuadamente, además no era como otras criadas, era discreta y cordial, sabía muy bien el lugar que ocupaba.
El segundo era el jardinero, se llamaba Jordan Mendez, era proveniente del North Blue, era un hombre muy trabajador el cual me había enseñado muchas cosas sobre las plantas, él se encargaba en solitario de los jardines.
El último y más importante era Logan Ress, mi mayordomo personal, un hombre de unos 53 años, el cual me había servido fielmente desde que había nacido y sin duda fue uno de los que más sintió mi desaparición, tras mi regreso fue una de las personas con las que primero me encontré y el cual me dijo la situación de la ciudad y de mi familia y sus asuntos. Era un hombre elegante que solía vestir como los de su oficio, era sin duda el hombre que conocía la mayoría de secretos de Lanxe, salvo los de su desaparición.

Ahora me encontraba administrando los asuntos familiares, bueno eso sería lo que pensaría el gobierno, la verdad es que mi mayordomo Logan se estaba encargando de realizar una ronda de contactos con los antiguos contactos de mis abuelos e invitándoles a tomar té, era bueno mantener el contacto generalmente todos eran hombres y mujeres de honor  y palabra.

-Señorito Lanxerot, he encontrado a un antiguo compañero de su abuelo, era un viejo rey de un antiguo reino, su heredero fue expulsado del trono ya hace tiempo. Su nombre Naram Glod, últimamente dicen que vaga por distintos reinos, aún así he descubierto donde anda últimamente, ¿Desea que le envié una carta? -me dijo el hombre.

-Si invítale a tomar café, cuando termines la carta avísame, pondré el sello del gobierno -le comente.

El hombre redacto una carta la cual firme tras releerla por encima y le puse el sello en el sobre.




Me encontraba otra vez de descanso, aunque esta vez tenía otros asuntos entre manos, estaba buscando un hombre preparado que acompañara a Mikoto durante mi ausencia, lo tenía decidido ese hombre sería Naram Glod, el gobierno no estaba dispuesto a ayudarle y menos siendo ajeno al gobierno mundial. Tal vez Mikoto podría ayudarle a recuperar su reino, sin duda le sería una oferta tentadora.

-“Dudo que la rechace, sería poco sensato por su parte” -pensaba yo mientras le esperaba en mi Roll-Royce.

Hacía un día esplendido nublado pero sin chispear, incluso de tarde en tarde el Sol iluminaba la calle, que aún había charcos de la lluvia de hace unos días. Me encontraba fumando resignado, apoyado en el capo de coche,  a mi lado el mayordomo Logan, el cual esperaba mientras sujetaba un paraguas a modo de bastón en el suelo. Le estaba esperando en el paseo marítimo, su entrada estaba esperada por el puerto siete, aún así debía estar al caer.



-No se impaciente señorito, aún le quedan quince minutos para llegar- me comentaba mi querido y apreciado mayordomo, mientras cronometraba el tiempo con su elegante reloj de bolsillo.

Me encontraba en una isla cercana a Zábalam, en el palacio de un reino vecino del cual tenía su apoyo, pues como rey tenía contactos y estos eran la mayoría otros reyes, quienes con la noticia de mi exilio se ofrecieron a acogerme, ya que mis conocimientos en el arte de la guerra les beneficiaba a muchos.

Estaba disfrutando de una comida exquisita junto al otro rey, Sez, y su esposa en una gran sala, en la cual se hallaba una gran mesa en el centro, debajo de una lámpara de araña de cristal, cuando nos irrumpió uno de los esclavos para entregarme una carta, la cual llevaba el sello del gobierno, algo que me extraño enormemente, no me prestaron su ayuda en aquel momento y ahora me envían una carta... Sez mientras comía un gran muslo de cerdo lo miro de reojo y con la boca llena me pregunto.

- ¿Que te traes tu ahora con los sucios del gobierno Naram? ¿Creo recordar que pasaron de tu situación?

- Quizá se hallan dado cuenta de su gran error y ahora quieran ayudarme, pero un REY no repite las cosas dos veces...

Comenzamos a reírnos ambos, la risa de Sez era más tosca y ruidosa, y soltaba algunos cachos de carne, pues aún no había tragado la comida. Creé un abrecartas dorado y me dispuse a abrir la carta, mientras miraba a Sez con asco por la forma más asquerosa de comer que tenía, el cual se dio cuenta rápidamente y dejo de reírse para tragar los restos que quedaban y limpiarse los labios previamente con una servilleta.

- ¿Qué es lo que pone Naram, te ayudarán?

Termine de leer la carta y la guarde exactamente como me llegó, sonreí levemente y me levante, llame al esclavo para que limpiara mi zona con un gesto y respondí a Sez.

- Algo parecido Sez, voy a necesitar un barco para viajar al North Blue, no creo que te importe que me lleve uno prestado, ¿verdad? El rey de reyes no olvida los favores, al igual que las traiciones...

Mientras terminaba la frase deje la gran sala, dirigiéndome a mi habitación para vestirme con mi armadura y partir de inmediato a Lvnee, donde se me presentaba una oferta tentadora... Pero algo mosqueado por ver el sello del gobierno, no me agradaba en lo más mínimo, ya me dieron la espalda una vez, a mí, rey de reyes. La curiosidad por saber que se traían en verdad entre manos me fascinaba cada vez más.
Como era de esperar de Sez, me presto rápidamente un barco con tripulación, ese rey no tenía actitud de tal, por eso le elegí para mi hospedaje, era fácil de manipular para mí y sacarle provecho de todo lo que tuviera.

Salí a la semana rumbo a North Blue, según el capitán del barco tardaríamos una o dos semanas en llegar, no le di mucha importancia y le ordene que zarpara de inmediato, no me apetecía perder tiempo en esa isla con un incompetente rey y sin hacer nada, tenía que recuperar Zábalam, mi pueblo me esperaba.
Pasados 9 días llegamos al reino de Lvnee, me encontraba en mi camarote tumbado en la cama, aburrido sin nada que hacer, cuando llamaron a mi puerta para avisarme de que ya estábamos llegando. Salí a cubierta y el ambiente no era muy alegre que se diga, el cielo estaba nublado y amenazaba con llover. Me asomé al puerto, como estaba previsto estábamos atracando en el número 7. Al otro lado de la calzada estaban esperando dos personas, una alta y esbelta con un cigarro y un anciano que portaba un paraguas, ambos delante de un coche de apariencia cara, no es que fuera de mi estilo esa clase de carruajes.
Bajé del barco y el anciano se acercó, esquivando algún que otro charco que había en el suelo, pero sin preocuparse por pisarlos, mientras yo les ordenaba a la tripulación que se quedaran por la isla hasta que les avisara, que no sabía cuánto estaríamos aquí. Dicho esto me presente al anciano.

- Soy Naram Glod, rey de reyes, ¿fueron ustedes quienes me enviaron la carta? -Dije con los brazos cruzados y aire de superior-

Me estaba empezando a impacientar faltaban tan solo unos minutos para que aquel hombre llegará, o simplemente se pasaría de la hora, cuando un barco llego a puerto, tenía un pinta muy buena, parecía madera de roble o algún árbol de misma tonalidad, el barco tenía gran cantidad de detalles, tallados en haya y algún que otro detalle de oro forjado por algún maestro herrero. Sus velas eran de un color blanco puro, parecía como ropa nueva recién lavada, además el barco parecía desprender un olor a nuevo...su aspecto era envidiable.

Del navío bajo un hombre, con paso firme y seguro. Medía alrededor del metro ochenta, sus ojos eran rojos y a la vez fríos como los de un lagarto, aunque su iris pareciera estar en llamas. Su armadura, de aspecto pesado, no hacía nada más que sonar , sonar y volver a sonar al son de sus pasos tal himno. Aún así continuaba teniendo la misma mirada de hipócrita y de superioridad de la que presumían los hombres de su país Zábalam.

-Llega puntual señorito-me dijo Logan.

Yo sonreír al ver a mi invitado, todo había salido según lo planeado, su orgullo le habría cegado, pensaría que el gobierno ayudaría a una dictadura como la suya. Y más teniendo en cuenta lo que estaba apunto de ocurrir, tras la Guerra de Loguetown el gobierno no tenía medios, ni ganas suficientes como para llevar una campaña contra el ejercito revolucionario y menos a las escalas que proponía aquel “rey”.

Logan, servicial como siempre, fue a recoger el equipaje antes de cogerle el equipaje el joven dijo:

-Soy Naram Glod, rey de reyes, ¿fueron ustedes quienes me enviaron la carta? -Dijo con los brazos cruzados y aire de superior.

-Yo soy Logan, el mayordomo personal de Friederich Lanxerot Tesla, él es en esta ocasión su anfitrión, por favor acompáñame-dijo mientas cogía su equipaje.

Logan recogió las maletas, y las metió en el maletero con prisas pero a la vez de manera sutil.



Mientras el exiliado le siguió, hasta que se acerco al mi posición, apurando las ultimas caladas, tire el pitillo al suelo, en el centro de un charco de las cercanías.

-Así que vos sois Naram, Glod, yo soy  Sir Lanxerot, el hombre que le envió la carta y el diplomático del gobierno. No si usted habrá montado en un coche alguna vez, ¿Así que desea usted montarse adelante o detrás? -le pregunte ya sentado en el asiento del copiloto, tal vez no dándole toda la atención que esperaba “su eminencia”.

Me sorprendí por lo bien educado que estaba su esclavo, ¿o era mayordomo como lo llamaban ellos? Cogió mis maletas y me acompaño hasta el coche, donde conocería al causante de mi presencia en esa isla. Actuaba muy indiferente, algo que me molesto, así no se tratan a los invitados, y menos a un rey, pero bueno, no esperaba mucho de un perro del gobierno, suponía que la gente con estudios no tenia este tipo de educación...
Me pregunto si había montado en un coche antes y donde prefería sentarme.

- Por supuesto que me he montado en este tipo de vehículo, pero no son muy de mi agrado, me sentare atrás para estar más cómodo.

Dicho esto abrí la puerta trasera de detrás del piloto, y me senté en ese rojo terciopelado que cubría los asientos, muy bonito para mi gusto y lo suficientemente mullido para relajarse en el viaje. El mayordomo cerro la puerta y se sentó en el lado del copiloto, con lo que Lanxerot arranco el motor y comenzó a conducir. Se notaba que sabia conducir, pues iba bastante rápido, algo de lo que me asombre bastante, y temía por que chocáramos. Durante el trayecto nadie dijo nada, excepto el mayordomo que rompió el silencio para preguntarme que tipo de aperitivos prefería y si tomaba té, le contesté que me decantaba más por un buen vino y de aperitivos lo mejor que tuvieran, algo que a Lanxerot le incitó a mirarme por el retrovisor interior por un momento.

Pasado un rato, se encendió un cigarro mientras conducía con una mano, algo que me desagradó y me ofreció uno, algo que negué rapidamente y le ofrecí a apagar el suyo, pues no me agradaba para nada el olor a tabaco, y lo único que hizo fue mirarme de nuevo por el retrovisor y pasar de mi sugerencia, algo que hizo que me cabreara y frunciera el ceño, quedándome mirando por la ventana. Debía controlarme si quería averiguar que se traía entre manos y como tenia pensado recuperar mi reino.

Se lo debo a un amigo...:

Arranque el vehículo, el motor respondió sonando con una dulce y sutil melodía, dichosa mecánica,  en realidad no me perdonaba a mi mismo no saber nada sobre esta, lo que pagaría por descubrir sus secretos y su arte.

Lamentaciones a parte, puede que no fuera un buen mecánico o ingeniero, pero lo que si era era un mínimamente decente conductor, agarre el volante con fuerza y comencé a conducir por las calles del lugar, a una velocidad moderadamente alta, afortunadamente no había ninguna ley que me limitara la velocidad, lo beneficiosos de la novedad es que aún no estaba legislada.  Aún así atropellar a un niño o a una mujer no era de mi agrado, no iba a permitir que mi coche se manchara de sangre tan vil, Wilfred(Logan) siempre se me quejaba de esas manchas eran las que más difícil.

El núcleo urbano estaba tranquilo, así que poco a poco no fui tomando repara y fui cogiendo cierta velocidad,  las ruedas hacían Aquaplaning  tras pisar los charcos manchando a los viandantes cercanos de una manera graciosa y cómica, como disfrutaba de conducir. La ciudad tenía las calles muy bien cuidadas por lo que se podía conducir con ellas sin problemas. Finalmente tras atravesar el núcleo urbano, comencé a ver mis terrenos a lo lejos, en la parte más alta de una montaña.

-Logan, Naram voy a apretar un poco, quiero probar como funcionan los cambios de suspensión que hiciste -dije mirando a Wilfred.

Comencé a pisar el acelerador justo en el momento en el que empezaba la ascensión por aquel terreno ligeramente embarrado. 90, 100, 110 millas por hora marcaba el velocímetro, y justo ahí estaba la primera curva. Yo sin mucha emoción comencé a girar de una manera brusca y precipitada mientras realizaba un movimiento brusco en los pedales, conocido para los expertos con la técnica del  "punta y talón", tocar con la punta el freno y el tacón el acelerador.

Tras realizar el brusco giro el coche comenzó a derrapar de una forma brusca , deslizándose por el camino de una forma muy cerrada al principio de la curva. Mientras todo esto ocurría o quite sendas manos del volante y las lleve al bolsillo superior de mi camisa, sacando con calma el cigarro bajo la aterrorizada mirada de mis compañeros, los cuales creían que había tomado la repentina decisión de hacer un suicidio colectivo. El coche continuaba deslizándose a una velocidad frenética por la curva tendiendo lentamente a ir hacia el exterior de la curva y por lo tanto al barranco que había tras el camino. Yo como si con el que no fuera la cosa comencé a encender el cigarro dando una leve calada antes de coger el volante con una mano y  sin rectificar lo terminar el derrape de una manera extremadamente kamikaze y perfecta.

-Bueno, agarraos fuerte voy a comenzar a conducir enserio-les dije con una sonrisa divina en la cara.

Después de esas palabras comenzó a conducir como un loco sin preocuparse de la seguridad de los demás. Dentro del coche saltábamos por los desniveles del terreno y en los giros literalmente te ibas al lado contrario de un golpe, este viaje no me estaba haciendo nada de gracia... No pensé que alguien condujera de un modo tan temerario, pero gracias a eso llegamos antes a la mansión, aun que creo que no repetiría el viaje, no estaba acostumbrado a esta clase de viajes...

Paró en seco delante de la mansión haciendo un giro de 90º y se bajó como si nada.
La mansión era bastante grande, de dos plantas y con una gran jardín frontal, de colores apagados y con una enredadera que subía tímidamente por la fachada de esta. Baje del coche y me encontraba un poco mareado por los movimientos del viaje por lo que al salir me sentía desestabilizado y me apoye con una mano en el coche.
El mayordomo se me acerco con la intención de ayudarme y preguntar por mi estado, a lo que recompuse y mire a Lanxerot directamente.

- Veo que le gustan los viajes rápidos... La próxima vez que sean más llevaderos, así es como conducen los plebeyos, y se le nota que usted tiene más clase. Compórtese.

Dicho esto Lanxerot actuó indiferente a mí como cuando llegue a la isla, esa actitud suya me estaba cabreando en gran parte, no se si podría aguantar mucho más esta falta de respeto hacia mi persona, me hace venir desde lejos y aun no se nada sobre que pretende. En cierto modo me inquietaba este sujeto, pero se ganaba mi respeto, no muchos son capaces de mantenerme esa actitud.

Por fin llegamos a casa, ignorando por completo al “monarca”, pregunte a mi mayordomo Wilfred, el cual no terminaba de acostumbrarse a mis viajes:

-Tres segundos menos, todo un logro señor -me dijo Wilfred mirando su reloj de bolsillo, no había mejor cronometro que la cabeza de aquel servicial hombre.

Yo, con aire algo orgulloso, salí del vehículo justo cuando me gire para ver el estado de mi compañero, bueno, a quien quería engañar, lo único que me preocupaba es que no hubiera vomitado en la rojiza tapicería.

Mientras tanto mi servicial mayordomo, Wilfred, mucho más atentó que yo fue en ayuda del “rey de reyes”, preguntándole por su estado, y demás cortesías, el chico aparentemente mareado y afectado por el viaje renegó de cualquier tipo de ayuda apoyando la mano en la carrocería del coche, solamente esperaba que no me lo arañara ni ensuciara.

El joven hizo un comentario bastante ofensivo hacia mi persona. Insinuándome que era un plebeyo o algo semejante, tal vez era un comentario inocente para lo que solía ser la legua bífida del rey de reyes.

-Te propongo que lo intentes -le dije desafiándolo  mientras le lanzaba las llaves del vehículo, dándole dos opciones que las cogiera al vuelo o que estas se estamparan contra su cara.

Mi gesto cambio al de una persona algo enojadiza, cercana a la cólera absoluta, mostrando un gran carácter y orgullo:

-"Seguramente puedas aprender algo más de los plebeyos, si lo hubieras hecho o simplemente supieras aplicar la demagogia no te habría costado controlar a tus súbditos, a fin y al cabo tu patria es un país subdesarrollado. Bueno supongo que pronto te adaptaras a tu nuevo estamento de exiliado" -pensó con sorna.

Tentado estuvo de decirle lo que pensó a continuación, pero recordó entonces como actuaba aquella "casta" de dictadores. Lo mejor sería seguir le corriente y continuar diciéndole lo guapo y listo que era, que su propio ego le cegará, utilizar la demagogia a nivel de reyes. Seguramente a partir de ese momento Lanxerot trataría así a Naram, a fin de cuenta quería usarlo para sus propósitos, aunque siempre quedaría la duda de quien utilizaba más a quien
Espere un poco su reacción, cortándolo antes de que volviera a hablar o actuar:

-Aún así no estoy aquí para reírme de usted, sino para proporcionarle un salvo conducto para que devolverle su reino. Así que compórtese como buen anfitrión y trate de no ofenderme-le dije mientras me alejaba dirección a la casa. Mientras Wilfred esperaba que me acompañara para recoger su equipaje y llevarlo a la casa.

¿Cómo actuaría el acompañante? Su acción sería determinante para generar una primera y superficial idea de su personalidad a Lanxerot.

Cogí las llaves al aire y baje el puño con ellas dentro. Cuanto más hablaba el agente del gobierno más fruncía el ceño Naram, no le gustaba para nada lo que estaba escuchando, uno de los temas tabú para el ex-rey y aquel sujeto le estaba sermoneando sobre ello.
Naram intento controlarse, estaba en tierras extranjeras y el que le faltó al respeto pertenecía al gobierno, podía acabar muy mal si hiciera algo innecesario y olvidarse de recuperar Zábalam. Apretó los puños mucho y se dispuso a contestarle, si algo tenia claro era que la conversación acabaría ahí y que no escucharía la propuesta de tal escoria.

- ¿Aprender de los plebeyos? JA, no me hagáis reír. Me confundí al juzgarle Sr.Lanxerot, no sabéis comportaros como un noble, ¿y me hablas de gobernar? Que sabrá un perro del gobierno que no actúa por voluntad propia. Gracias por hacerme perder el tiempo en esta estúpida reunión, no sois dignos de postraros ante mí, ni tan siquiera de mirarme, lacayo.

Dicho esto le entrego las llaves al mayordomo y dio media vuelta, estaba aguantando demasiada ira en ese momento, pero mejor no realizar movimientos guiados por la ira que le perjudicaran más todavía. Cuando ya camino unos metros se paro un momento y mirando a Lanxerot con el rabillo del ojo dijo una ultima frase.

- Avísame cuando te quiten la correa, chucho.

Naram no podía dejar de pensar en las palabras de Lanxerot, ¿un país subdesarrollado? - JA - se dijo a sí mismo mientras apretaba los dientes, - ¿para que conducir si tengo otros que lo hacen por mi? No me interesaba innovar en cosas absurdas y gastar dinero en aquello y lo otro, no había reino que se enfrentara a mí... Todo por culpa de esos malditos revolucionarios que entraron, juro que los mataré a todos, pagaran tal insolencia hacía mi, desearan no haber vivido de las torturan que recibirán cada uno de ellos.-

Sin darse cuenta ya había avanzado un gran trecho del camino hacia puerto y ya estaba más calmado, lamentaba no haber podido oír su propuesta pero podía buscar otros métodos de recuperar su reino, no tenía demasiada prisa, todo requería de su tiempo. Pero si sacó cosas en claro de esta "reunión", los perros del gobiernos había que evitarlos y no volveria a perder el tiempo con ellos, son escoria. Hacia mucho tiempo desde que alguien cabreó tanto a Naram, ya no aguantaría a Lanxerot ni una más si se volvieran a encontrar y a respetarle aun que fuera un poco, para él era escoria, algo con lo que un rey no debia juntarse.

Cuanto más caminaba el ambiente se hacia más oscuro, unas grandes nubes negruzcas comenzaban a tapar el claro cielo que hacia hace poco, y sin más preámbulo comenzó a chispear, Naram se paro y miro al cielo, cayéndole unas cuantas gotas en la cara, hacia mucho que no veía llover y eso en gran parte le agradó, pero inmediatamente creó un paraguas dorado y tapándose del chisporroteo prosiguió su camino. Ahora pensaba hacia donde dirigirse, cuando llegara a puerto, no le apetecía volver con Sez, le incordiaba su presencia, tal vez se daría unas vacaciones para olvidar este día.